Réquiem

Tema en 'Relatos' iniciado por Nienor, 2 Julio 2009.

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    Nienor

    Nienor Entusiasta

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    Réquiem

    Bien...este one-shot lo hice para el concurso "Corazón Roto", desvaríos de una tarde bastante atareada ^^. No obtuve ningún premio pero mis calificaciones son algo alentadoras xD. Corregí algunos errores de dedo que noté ya después de haberlo entregado, no sé si esté bien hacerlo pero necesitaba poner la historia un poco más decente. Sin más, a ello.

    Réquiem

    Podía sentirlo todavía. El suave toque de su pequeña mano retenida por suya antes de una huida necesaria. Uno de los dos tenía que irse antes que las heridas comenzaran a sangrar de forma irreparable, antes que ambos corazones se rompiesen en pedazos demasiado pequeños para volverlos a reunir.

    Muy diminutos cual cristal suelto a destiempo.

    Sorbió un poco de la bebida tratando de pasar el sabor amargo de su boca. No tenía ni idea de cómo había llegado a para allí pero ahí estaba, quizá por instinto o un sopor que lo llevó sin que se diese cuenta, mientras las gotas de lluvia caían en picada contra las calles incrementando su estado a depresivo.

    ¿Qué si era tonto? Quizá lo fue en ese momento. Pero había esperado tantas horas por decir esas palabras que su lengua no se frenó por mucho e hizo algo que no estaba destinado a hacer. Algo que su alma agonizante deseaba desde su esquina miserable. Algo más que sólo ver a esa persona sonreír por las bobadas que él podía decir para alegrarla. Quiso más y lo perdió todo.

    Yo…

    Siempre soportó estar así, escuchándola sin oírla realmente. Tan sólo contemplando su rostro continuamente eufórico con un débil intento de sonrisa en los labios. Muriendo por dentro en los instantes en que la veía triste por las cosas que llegaba a contarle. Aguantó esa tortura continua y que su pecho se desgarrara día a día por la incertidumbre de ser o no correspondido, se creyó fuerte para mantener la máscara hasta que estuviese seguro que no abriría cortes recientes.

    Los impulsos derrotaron a la cautela más sensata.

    Bebió otro vaso más rápido derritiéndose en una ira apagada muriendo lento en su garganta. Quería llorar y las lágrimas insolentes desobedecían su orden de salir de una buena vez, a gritos de ser necesario. Nadie esperaba por él, nadie lo miraría o se compadecería si eso pasaba. Nadie le diría que la oscuridad es más densa antes del amanecer.

    ‘Yo…yo no puedo…’

    Mordió su labio inferior hasta que el sabor metálico de su sangre brotó y pudo sentirlo con una extraña sonrisa conmiserativa. Patético. La única palabra que podría usar para definirse era patético. Como un títere de trapo estrellándose siempre en las mismas paredes. Golpeando cada momento compartido con esa niña de mirada castaña que robó su sentido común en un segundo.

    En menos de lo que esperaba terminó la botella entera de trago en trago. De respiro a respiro agónico que no era sino el alarido que nada en su raciocinio se atrevía a expresar. Empezaba a pesarle en el estómago, porque este ya estaba pidiéndole que dejase el licor. Si hubiera sido ella quizá le habría hecho caso.

    —Otro.

    El cantinero lo observó algo aturdido. ¿Cuántos ya iba ese muchacho? Había perdido la cuenta hacia un rato, charlando con sus usuales clientes. Pero, por algún motivo, pudo imaginar la razón.

    —¿No crees que es suficiente por hoy, niño?

    El tono compasivo de su voz no hizo más que encender la fibra temblante en su cerebro. Esa que frenaba en su compañía para no hacerle daño. A ella por quién estaba en ese lugar y que era el centro de su acabada vida desde que llegó. Por ella estaba siguiendo en la ruta y ella lo había asesinado entre sollozos.

    Respeto es algo que no pensaba mostrar.

    —Dije otro —insistió con una mirada asesina. Un repentino fuego que el hombre no deseó retar por simple pereza —otro y ahora.

    —Bien.

    No esperó a que le sirviese, tomó la botella el mismo desgarrando lo que impedía el líquido calmarle. Su mano sangró con el impacto de la pequeña tapa cobre, los cinco sentidos fuera de control que no escuchaban nada más.

    ‘Suéltame, por favor.’

    Resultaba tan fácil perder algo que jamás se tuvo. Y aún así tratar de no ser cruel y no sacar a gritos una respuesta por la que aguardó tantas noches en vela. ¿Por qué no vengarse entonces? ¡Había vendido su alma por esa mujer y ella lo despreciaba como juguete usado! ¿Por qué no hacer lo mismo entonces?

    Porque sería herético herir algo que curó tantas veces.

    —¡Muchacho, detente! —exclamó el hombre tratando de arrebatarle la bebida sin mucho éxito —¡Mira el tamaño de ese corte, detente ahora!

    —¡Déjeme en paz, maldita sea! —gritó, la rendición de sus pupilas y el llanto que le traicionó a quemarropa cual niño asustado — ¡Usted no tiene nada que ver conmigo! ¡Si quiero pudrirme aquí de borracho es mi problema!

    ‘Es que yo ya tengo…’

    —¡Claro que es mi problema! —replicó el otro forcejeando sin éxito — ¡Eres un menor de edad, si tus padres llaman a la policía…!

    —¿La policía? —su voz se quebró en una irónica risa, tan irónicas como las frases sadomasoquistas que su cerebro introducía —¡Al demonio con la policía, al demonio con mis padres y con todo! —pasó una mano con su cabello todavía riendo, todavía tratando de no mostrarse desesperado — ¡No tengo a nadie, a nadie y ella…!

    ‘Yo ya tengo a una persona…’

    El mayor logró quitarle la botella por una fracción de minuto antes que el joven intentara recuperarla y volverla añicos contra su cabeza. Quería destruir algo ya. Cualquier cosa que estuviese a su alcance. Ya no sabía porqué no matarla. El motivo de no aniquilarla a causa de la fría traición.

    Aunque ella no lo supiera, era traición.

    —¡Ese sujeto! ¡Ese desgraciado, ese miserable! ¿Por qué él, demonios? —el ruido de un cuerpo cayendo de la barra hasta las mesas contiguas aturdió a los presentes, acostumbrados a tales discursos —¡Yo he estado todos los jodidos días de mi existencia por ti! ¡POR TI! ¡Y tú…!

    Y tú le escogiste a él. A él quién destrozó mi vida entera y que jamás te amará como yo.

    El cantinero secó la sangre producto de un fuerte puño estrellado contra su rostro en la pelea fútil que finalizó allí. Lo sabía, tenía que ser una mujer.

    —Una mujer, claro.

    Alguna vez ella se sintió desvalida y usada. Algún día ella lloraría hasta quedar seca y las mejillas se marcasen porque alguien no las secaría en su lugar. Sufriría como él y eso era lo más triste. Caería más bajo y eso no lo alegraba en lo absoluto.

    Porque no sería él quien la torturase. Ni tampoco quien la consolara después.

    La veía aún. Sonrientes brillos rojo violeta danzando por sus pupilas bondadosas que desaparecían con la bruma densa del alcohol extraviado. Extendía su mano para detenerla en su ida y no podía hacer más. Porque angelada se marchaba. Porque angelada desbarataba su corazón.

    Alguien bajaría ese ángel puro del pedestal a tierra.

    Y ese alguien jamás sería él.
     
  2.  
    Zusura

    Zusura Beta-Reader

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    Pluma de
    Escritora
    Re: Réquiem

    Una historia muy hermosa. Un simple acontecimiento que perturba al personaje.
    Las emociones y acciones muy bien descritas, ¿qué puedo decir? Me gustó.
    Hay unos pequeños errores de puntuación, que son casi la nada misma.
    Te felicito!!!^^
    Y si tienes más historias dímelo para poder leerlas xD!!
     
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