Punto de encuentro [Actividad]

Es para la actividad: Lo que decida el azar. Cito que deben calificarme del 1 al 5

Me tocó ciencia ficción.

Punto de encuentro​

Corrió sin mirar atrás, aunque sabía que la estaban siguiendo. Su necesidad de llegar al punto de encuentro, erradicaban su cansancio y el miedo que sentía de ser atrapada y eliminada.

Saltó sin dificultad los seis metros que había entre las azoteas. No, no era un súper humano, ni siquiera era humano. Ella era un ilibrak, una raza venida de un mundo llamado Brak, uno que estaba a ocho millones de años luz de la Tierra. Allá en su mundo, la gravedad era mucho más pesada, así que en la atmósfera terrestre su raza era muy ligera, por lo que podía moverse con rapidez y saltar muchos metros, tanto de longitud como de altitud, no obstante, la agilidad que tenían no había podido protegerlos y estaban siendo diezmados por los humanos con la ayuda de la misma tecnología que ellos mismos habían ayudado a crear. Varias y pequeñas máquinas voladoras con forma cilíndrica que llamaban Mecs, la seguían, portando armas de desintegración celular, las que hasta ahora había podido esquivar y por algún lado estaban los humanos con sus perros.

Los ilibrak eran una raza extraterrestre avanzada en tecnología. Gracias a ella efectuaban viajes a otras galaxias, explorando las estrellas en busca de vida, viajando de un punto a otro del espacio en un tiempo relativamente corto. Fue en medio de una exploración cerca del sistema solar que los mensajes lanzados desde el planeta Tierra al espacio, les llegaron. ¿Cómo viajaban los ilibrak en el espacio sideral? Su secreto no había sido compartido con los seres humanos, y no porque no quisieran darlo a conocer, pues ellos habían llegado a la Tierra en paz y deseosos de compartir sus conocimientos con la humanidad, maravillados de que el planeta azul fuera muy semejante al suyo, pero entonces, antes de que les enseñaran todo lo que sabían, ocurrió el hecho y los ilibrak y los humanos entraron en una guerra por la sobrevivencia

Y ahora, Faylin, hembra de la raza extraterrestre, corría incansable hacia lo que podía ser su salvación. Algunos de los suyos habían secuestrado una nave, una de las cuatro naves espaciales que habían utilizado para llegar a este planeta y que la alta élite humana, les habían confiscado, robándoles cualquier oportunidad de huir del planeta cuando estalló la guerra entre las dos especies. El secuestro de esa nave era el último recurso para la salvación de las ya pocas vidas que quedaban de ellos. De un total de 95 ilibrak, solo quedaban 30, más 5 de los 9 humabrak, llamados así los hijos nacidos de la cruza de las especies y aunque casi 5 000 millones de seres humanos habían muerto, el resto seguían siendo muchos. Simplemente no podían contra todos ellos, ni siquiera contando con su aliada no invitada, porque gracias a las enseñanzas que pudieron impartirles antes de que estallara todo, la humanidad había encontrado no una cura, pero sí una especie de vacuna que podía protegerlos mientras la tomaran, sin embargo, los efectos secundarios de la vacuna producía demencia si se tomaba largo tiempo. Los componentes de la fórmula eran sustancias traídas por los ilibrak que no existían en el tercer planeta o si existían, aún no los habían descubierto.

Faylin dejó la azotea por la que corría saltando abajo una altura de cinco metros, perdiéndose de la vista de las máquinas al introducirse debajo del alcantarillado, aunque sabía que no pasaría inadvertida mucho tiempo. Los robots contaban con un escáner capaz de ver a varios metros bajo tierra, así que no se detuvo. Avanzó hasta que llegó a una salida, un antiguo desagüe que tenía unos tres metros de caída y que ahora estaba seco. Saltó aterrizando bien sobre sus pies. Ante ella estaba el bosque donde estaba oculta la nave. Su esperanza se incrementó. Podía lograrlo, sin embargo, antes de volver a retomar la carrera, unos ladridos la paralizaron. Los perros eran todavía más agresivos que sus amos y más inteligentes que las máquinas. Deseó que hubiera más luz en el lugar al que descendió, pero las sombras imperaban y le fue imposible pasar inadvertida. Su figura, semejante a la de los humanos en estructura física, emitía un ligero resplandor por su piel blanca, sin tinte de melanina y sus cabellos platinados resaltaron en la oscuridad, dando la impresión de tener su propia luz.

—¡Ahí está!—escuchó gritar a uno de sus perseguidores y al momento, cuatro hombres soltaron a los perros que llevaban.

Los perros, de la raza bull terrier, se lanzaron sobre Faylin. Ella recibió al primero con un rápido golpe en la frente con tal fuerza, que el animal salió despedido en el aire yendo a dar contra los pies de uno de los hombres. Por la misma razón que podía ser veloz, su fuerza era más que la de los humanos más fuertes, pero su fuerza no podía ayudarla mucho ante el ataque de las armas. Mientras Faylin luchaba contra los perros, los hombres le dispararon con las pistolas de partículas eléctricas, pero la chica, tomando a uno de los perros por el lomo, lo puso ante ella como escudo y la energía en forma de pequeñas esferas fueron a impactarse en el canino e inmediatamente las esferas se extendieron en forma de rayos por toda la carne, electrocutando y quemando. Faylin lanzó al perro sobre otro mientras los rayos lo recorrían y la energía pasó al animal impactado en una reacción en cadena.

Aullidos y chillidos, junto con un penetrante olor a carne quemada, se levantó en el ambiente. Los hombres lanzaron una letanía de maldiciones contra la chica, quien de una patada, se deshizo del último de los perros. Los hombres, llenos de ira, volvieron a apuntarle, pero antes de volverle a disparar, los sujetos salieron despedidos por el aire por la fuerza de unas ondas y quedaron fuera de combate, deshechos interiormente, al instante, las armas que tenían explotaron en mil pedazos, pues los humanos las habían programado para que funcionaran con el pulso de sus portadores y sin él, se autodestruían, de esta manera, los enemigos no se las apoderaban.

—¡Osis!—exclamó ella al ver a su salvador.

Osis salió de entre los árboles. Sus platinos cabellos, como los de ella, brillaron en las sombras. Era muy alto y sus blancos rasgos estaban distorsionados por una mueca de fastidio y cansancio.

—No sé tú, Failyn —le dijo mientras exploraba los alrededores con su mirada negra. Sus ojos parecían profundos pozos sin fondo; todos los ilibrak los tenían negros —pero yo ya estoy cansado de estos humanos. Quiero ir a casa. La nave está cerca y a punto de partir, estén todos ahí o no. Apresurémonos.

—Conseguiste un arma —expresó la joven corriendo a su lado.

Osis miró el arma que portaba. Un mecanismo le permitía estar adherida al brazo derecho, como si fuera parte del mismo. Todas sus pertenencias habían sido confiscadas por los humanos, así que no había sido fácil conseguirla.

—También conseguí un falsic —le señaló un pequeño dispositivo que como pulsera, rodeaba la muñeca de la mano izquierda —acércate más a mí para que funcione con los dos.

Failyn, sin dejar de correr, se acercó más a Osis y él pulsó un botón del dispositivo produciendo que sus figuras fueran camufladas con el entorno. A ojos humanos, no habría más que vegetación, sin embargo, era muy difícil engañar a las máquinas si se estaba en movimiento, por lo que tuvieron que detenerse abruptamente cuando ante ellos, tres Mecs se presentaron.

Failyn y Osis se quedaron inmóviles, conteniendo la respiración, tratando de disminuir los rápidos latidos de su corazón, preocupados por no evidenciar su presencia a las Mecs, las que exploraron el terreno de manera minuciosa. Dos ranuras en la parte superior del cilindro simulaban ojos y por ellos escanearon el lugar. Una tercera ranura se abría como boca para dejar ver un delgado y corto cañón por el que escupía su carga mortal y un mecanismo en la parte inferior les permitía girar en todas direcciones, por lo que era imposible que alguien escapara de ellas, mas esta vez, Osis y Failyn pasaron desapercibidos gracias al falsic. Las Mecs se alejaron del lugar y ellos pudieron continuar su carrera hacia la nave, la que estaba a punto de despegar.

Al acercarse al punto de encuentro, se encontraron con otros ilibrak y uno de ellos gritó:

—¡Pronto! ¡Ellos han descubierto nuestro plan y ya vienen!

Por fin miraron la nave. Era un sueño hecho realidad. La cantidad de los ilibrak que habían podido llegar, no superaba los 15 y solo dos humabrak estaban presentes, ambos sin sus padres que habían caído en combate, así que estaban a cargo del mayor de los ilibrak, pues no contaban con más de cinco y siete años.

—Vi a varios caer cuando venía —informó uno con tristeza —me temo que somos todos.

Se escucharon ladridos. Los perros anunciaban a sus amos y las máquinas se harían presentes pronto, así que los sobrevivientes se apresuraron a abordar la nave, pero antes de cerrar la puerta, vieron a una ilibrak aparecer por entre los árboles. Corría desesperada, pero de pronto se detuvo. Las Mecs la tenían rodeada. Sus compañeros en la nave miraron con impotencia como ella caía de rodillas al suelo antes de que una de las Mecs lanzara contra ella su carga mortal. El rayo que la alcanzó la desintegró por completo.

—¡Cierren la puerta! —ordenó el mayor de los ilibrak cuando las Mecs dirigieron su atención a ellos.

En cuanto la puerta se cerró, la nave entró en levitación haciendo funcionar el campo de fuerza que la protegió de los ataques de las Mecs, luego se elevó con rapidez y en una fracción de segundos, desapareció de la vista terrestre y fue entonces cuando el alivio inundó los corazones de los ilibrak.

Habían pasado cinco años conviviendo en paz con los seres humanos, compartiendo conocimientos, pero la atracción surgida entre algunos de las dos especies, había traído una tercera especie, los humabrak y con ellos había nacido también un mortal y desconocido virus que rápidamente se propagó entre la humanidad, la raza más débil y el terror que la pandemia generó, produjo que la entera humanidad les declarara la guerra, tanto a ellos como a sus hijos híbridos, culpables de la muerte de casi 5 000 humanos y finalmente, ocho años de lucha por la sobrevivencia, terminaba ahora para ellos.

Pero no para los humanos. ¿Sería este el virus que terminaría por exterminar al resto de la humanidad?

No lo sabían.