Psicópata y cleptomano (desafíos)

Tema en 'Relatos' iniciado por Eldaya, 14 Agosto 2011.

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    Eldaya

    Eldaya Entusiasta

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    14 Agosto 2011
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    135
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Psicópata y cleptomano (desafíos)
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    881
    Esta historia pertenece a una serie de desafíos, hechos entre un grupo muy reducido de amig@s, a los que llamamos Desafíos. Por eso ya viene señalado así...

    En este ejercicio, pues el protagonista debe ser un niño, que sea un psicópata y cleptómano.

    Las palabras a añadir son las siguientes :

    Hacha, Tendero, Entraña, Araña, Pseudónimo, Cripta, Valioso, Fantasmagorico, Individualista, Estreñimiento.

    ***************************************************************

    “Tralarí, tralará, la cabeza te voy a cortar ya… con un hacha afilada las entrañas voy a desgarrar, y gritarás y aullarás, y a mí me vas a odiar…”

    Alex cantureraba por lo bajo, mientras clavaba sus ojos grises en el rostro del tendero, que pululaba arriba y abajo del pasillo donde había colocado a los reptiles, observandolos con sonrisa ladina y ojos brillantes, contando las monedas que iba a sacar vendiendolos.

    Pero a Alex no le interesaban los reptiles, sino que calculaba el momento preciso para entrar a hurtadillas y cojer lo que era suyo.

    Un hombre enjuto y de rostro fantasmagorico se plantó ante la puerta de la tienda, admirando su reflejo en el vidrio ; tras unos segundos, entró, y Alex aprovechó para entrar a hurtadillas tras de él.

    Conocía muy bien a aquél hombre.

    Era el celador del cementerio local ; lo vió por primera vez cuando se escondía en la cripta de los Mullhous, con la idea de profanar sus tumbas… seguro que encontraría cosas muy interesantes, y total, ellos no lo necesitarían.

    Sonrió al recordar el valioso artefacto que logró recuperar en aquella intrusión, y que siempre llevaba consigo. Nadie desconfiaría de un muchacho como él, y por lo tanto, se sentía totalmente seguro al llevarlo encima.

    Se escabulló por otro corredor, sin que le veran ; ventajas de ser pequeño y escurridizo, y se acercó a las vitrinas pequeñas, donde aguardaban las sinuosas arañas. Peludas y enormes, o pequeñas y tan finas como hilos, aquellas bestezuelas siempre le habían atraído poderosamente, y siempre procuraba hacerse con todas ellas, allá donde las viera.

    Hechó un último vistazo, desde su ángulo comprobó que no le podrían ver, así que metió mano a las vitrinas, burlandolas con total impunidad, y sacando de allí afanosamente a las criaturas, guardandolas todas ellas en un zurrón que llevaba colgado al cuello.

    Sintió la mordida de una araña, y sonrió, deleitandose con la punzada, riendo por lo bajo y pensando que sería la primera que usaría aquella noche…

    Rápidamente colocó dentro de la vitrina un papelajo arrugado y sucio, donde había garabateado un símbolo con la sangre de su última víctima, aquél era su pseudónimo, su firma… pero aunque ya había dejado cuatro de ellas en distintos lugares, tras su particular atraco, ningún medio se había hecho eco de ello, y estaba un poco deprimido.

    Y por eso, aquella noche se prometió que iba a ser especialmente tentadora y que hablarían de ella durante muuuucho tiempo.

    Caminó de puntillas para salir de la tienda antes de que se percataran de lo que había hecho, agarrando al mismo tiempo de las estanterías las peqieñas figuritas expuestas para decorar terrarios y peceras…

    ¡¡No podía evitarlo, sus manos se movían solas!!…

    Suspiró, y siguió a lo suyo.

    Escuchó al renqueante hombre hablar entre jadeos y pitidos pulmonares, y aprovechó la distracción de aquellos dos para salir de la tienda.

    ¿Qué mas daba si veían una figura salir fugazmente, si no podían identificarle?

    Con una amplia sonrisa en el rostro, corrió camino abajo, torciendo en los recodos usuales, que lo llevaban a su refugio.

    El centelleante sol se escondía tras la enorme y desvencijada nave industrial, del que emergía un zumbido inquietante.

    Aspiró el olor a moho, humedad, madera chamuscada y algo inidentificable, y masculló algo entre dientes.

    Se llevó la mano al zurrón, el cual se removía asquerosamente, y sacó una araña de allí.

    La observó fíjamente, apretujandola en sus manos ; sentía cómo sus patitas se movían intentando tomar el control de su cuerpo.

    - Bah… – le mordió una pata, arrancandosela y masticandola, degustando el sabor rancio y amargo. Al contrario de lo que muchos pensaban, la carne que muchos pensaban, la carne de araña era sana y altamente digestiva, y desde que empezó con el ritaul de comerselas aún vivas, no había sufrido de estreñimiento.

    Se la llevó consigo, y fué dando saltitos hacia la nave industrial, tarareando la misma siniestra canción una y otra vez.

    Se escabulló a través de una obertura, y un gemido quedo llegó a sus oídos, mientras un rumor insistente ascendía desde sus pies.

    - Precioooooosaaaaas ¡¡mías!! ¿Cómo estais? ¿Habeis jugado mucho? – canturreó Alex mientras iba derecho hacia el centro de la nave, de donde colgaba “algo”

    Una multitud ingente de arañas se deslizaban en movimientos sinuosos, unas sobre otras, formando una especie de huevo compacto. Un brazo colgaba fuera, a traves de aquella masa, verduzco y lleno de picaduras ; una araña individualista se paseaba por aquél trozo de carne, dejando el resto del cuerpo para sus hermanas.

    Alex observó con deleite aquella escena, y se dejó caer en el suelo, sentandose entre la maraña de pequeños seres que correteaban de aquí para allá, y que curiosamente le eludían en su trajinar, pues estaban concentradas en alimentarse del cuerpo que colgaba semi-inerte… y del que aún se podían escuchar brotar gemidos…

    Y sonrió, esperando el momento en que lo encontraran.
     
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