One-shot de Pokémon - Protector (Actividad)

Un sonoro rugido se escuchó por todo el bosque. Un bosque estaba siendo devastado por cientos de Pokémon grises y con forma de dragón, que arrasaban con todo lo que encontraban y mataban a toda criatura viviente. Nadie sabe muy bien qué sucedió para que los Aerodactyl se comportaran de forma tan violenta, pero los Pokémon del bosque estaban sufriendo por ello.

Los Cubone que aún sobrevivían corrían cuanto podían, mas no era suficiente. Centrémonos en una pareja de Cubones, madre e hijo, que corrían al igual que los demás. ¿Que por qué en ellos y no en cualquier otro? Bueno, la razón llegará pronto, sólo fíjense en el Cubone hijo...

Cubone corría. No entendía bien lo que estaba pasando, pero su instinto le incitaba a correr y huir lo más rápido posible. Su madre se encontraba a su lado, así que no había nada que temer, ¿verdad? Pero no podía evitar sentirse asustado. Grandes rayos caían desde detrás de ellos e impactaban contra los demás Pokémon, causando su muerte. Cubone no pudo evitar volverse. Se arrepintió el resto de su vida.

Los grandes dragones se abalanzaron sobre él, quien por el miedo no pudo moverse del sitio. Su madre se percató en ese momento de que su hijo se había quedado atrás, saltó sin pensarlo a protegerlo de un hiperrayo. Murió en el acto, cayendo inerte y calcinada sobre su hijo.

Cubone no podía creerlo. Los huesos de su madre descansaban en su regazo. Él contuvo las lágrimas y sus manos temblorosas aferraron con fuerza los restos de su madre. De pronto escuchó un sonido proveniente de uno de los Aerodactyl. Se estaba riendo. Cubone enloqueció, se colocó a modo de armadura los huesos de su madre y se levantó tambaleándose con el fémur en sus manos, sosteniéndolo a modo de arma.

"Y a pesar de todo sigues protegiéndome..." Pensaba Cubone mientras se preparaba para atacar. Los Aerodactyl se reían ahora a carcajada limpia del pobre Cubone, que sentía como su rabia crecía y crecía, nublando su vista y su razón, hasta que...

Un grito desgarrador surcó los cielos, llegando a lugares recónditos. Se oyó en pueblo Primavera, donde un entrenador alimentaba a un ya anciano Typloshion, que giró la cabeza hacia el sonoro grito. Se oyó en él Monte Silver, donde un hombre entrenaba en la nieve con un viejo Pikachu al hombro, quien apuntó tambien sus largas orejas hacia el bosque. Se oyó en un pequeño cementerio Pokémon, donde el ambiente se tornó más triste por unos momentos, haciendo que las personas allí presentes giraran también hacia aquel sonido...

Esa fue la última vez que se vieron Aerodactyl con vida en la Tierra.

Cubone fundó entonces una manada con los Pokémon que habían sobrevivido al desastre. No eran de la misma especie, pero eso ya no importaba. Lo importante ahora era que no querían quedarse solos. Cubone no quería estar solo...

Han pasado más de diez años desde entonces. Un anciano Cubone observa la brillante Luna, pensando. Un pequeño Sentret y un Pikachu se acercaron a él. Cubone sonrió y acarició sus cabezas con ternura. Rezaba para que no tuvieran que pasar por lo mismo que él, que no perdieran a sus familias. Sus madres observaban desde un poco más lejos. Cubone les sonrió para que no se preocuparan de sus pequeños y los sentó junto a él. Cubone sonrió de nuevo y miró la Luna. Los pequeños se acurrucaron con él y durmieron, pero él no podía. Debía vigilar.Aquellos dragones habían sido eliminados. Cubone temía que volvieran a renacer... Pero no podían, ¿verdad?