Problemática doble vida

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Zeon, 3 Diciembre 2011.

  1.  
    Zeon

    Zeon Iniciado

    Virgo
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    Título:
    Problemática doble vida
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    955
    Prólogo.
    Desde tiempos inmemoriales han existido leyendas sobre todo tipo de criaturas cuya naturaleza es muy diferente a la humana, asociadas a la noche y a la oscuridad. Puede que en un principio cumpliesen la misma función que los mitos, un intento de nuestros ancestros por explicar aquello que escapaba de su entendimiento, aquellos extraños fenómenos que parecían no tener una explicación más que la de ser causados por seres sobrenaturales. Los famosos íncubos y súcubos, tomando dos ejemplos de la gran diversidad de monstruos de los que tanto nos gusta oír en las historias de terror, pudieron ser en otro tiempo una explicación de las pesadillas que los humanos experimentados ocasionalmente o una excusa de los que cometían infidelidad mientras sus parejas estaban lejos de sus respectivos hogares.

    Con el avance de las ciencias y de la misma humanidad, el pavor que esos seres sembraban en los corazones de los supersticiosos ha ido deformándose y debilitándose hasta el punto en que las personas disfrutan de sus historias. A todo el mundo, cuando dejamos atrás la infancia, nos muerde el gusanito de la curiosidad y buscamos una buena inyección de adrenalina escuchando tenebrosos relatos; el miedo se ha convertido en excitación, ha quedado reducido al nivel del vértigo que causan la altura y la velocidad de la montaña rusa.

    Decimos que esos seres son sobrenaturales, que no forman parte de la naturaleza. Pero, ¿quién puede asegurar que no forman parte de este mundo tanto como nosotros? Los antiguos podían considerarles como invasores de algún otro mundo demoníaco que buscaba someterlos, lo que se debe al hecho de que los hombres siempre hemos considerado que el mundo es nuestro. Bien podríamos ser nosotros los invasores.



    Antes de continuar, debo aclarar que yo no soy realmente un humano y que me refiero a mí mismo como un miembro más de esa especie por el hecho de haber vivido oculto en su sociedad durante toda la eternidad que es mi vida. Aunque la mayor parte de los humanos no conocen la existencia de mi especie, las altas esferas nos denominan Cronistas, pues somos seres condenados a registrar todos los hechos de la historia del mundo y de cada uno de sus habitantes; una tarea insoportable para los que, como los humanos, poseen una vida limitada, pero llevadera para nosotros, dotados con el don de la inmortalidad.

    A pesar de que yo mismo no conozco demasiado sobre mi especie, he oído rumores de que cada ser vivo posee un Cronista particular cuya misión es asegurarse de que sus vidas no caigan en el olvido y de que morimos junto con nuestros estudios. Sé que lo primero es cierto, pues yo estoy ligado al individuo más extraordinario que existe sobre la faz de la Tierra, aunque no puedo asegurar lo segundo, ya que los Cronistas no podemos vernos los unos a los otros para poder comprobarlo. No he experimentado lo que sea que es la muerte, por lo que deduzco que mi vida continuará mientras mi estudio siga con vida; la vida eterna que poseemos sólo consiste en una invulnerabilidad al inexorable paso del tiempo.


    Mis próximas palabras dejarán a algunos en un profundo estado de confusión. Hay personas que han tenido la suerte de que sus padres, comprendiendo que tienen que vivir sus propias vidas, les permitan escoger libremente su camino. Otras, por el contrario, han visto su existencia sometida a la voluntad de sus progenitores, cuya función como tales no les concede el derecho a dirigir el rumbo de los jóvenes sin ningún límite.

    Mi estudio, Alistair Cassius, fue un adolescente como otro cualquiera hace muchos años. Su concepción tuvo lugar al final de la guerra entre la O.C.R.S.O., una organización secreta creada por decisión de diversos gobiernos unidos con el objetivo de proteger la población mundial de los seres oscuros, y Fenrir, el líder supremo de los llamados seres-lobo. El día en que finalizó el período denominado Era oscura fue el mismo día en que los padres de Alistair se conocieron. Nadie diría que se encontraban en el momento perfecto para enamorarse y concebir un hijo, pues aquel periodo de la historia mundial se caracterizó por una gran multitud de extrañas muertes a las que no se les podía encontrar explicación alguna. Únicamente la O.C.R.S.O. sabía que aquellas tragedias estaban relacionadas con los seres oscuros, de los que eran especialmente conocidos los seres-lobo. Sin embargo, Fenrir y sus secuaces desaparecieron sin dejar rastro, poniendo fin a la guerra.

    Por desgracia para Rose, en cuyo interior ya crecía una nueva vida, perdió a su marido ese mismo día, por lo que, ayudada por algunos amigos del gobierno de Estados Unidos, compaginó su trabajo con el cuidado de su futuro hijo, a quien le deseaba una vida lo más normal posible.

    Aquello no duraría. Sobre los hombros de Alistair, un joven sin padre que se veía obligado a mudarse constantemente a causa del trabajo de Rose y al que le costaba hacer amigos, pesaba un destino mucho mayor de lo que su madre pudiese imaginar.

    Esta es la historia de mi estudio, el ser más extraordinario que haya habitado en este mundo.
     
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    Temarii Juuzou

    Temarii Juuzou Maestre

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    Primero, gracias por invitarme.
    Segundo: la ortografia siempre la recordare, es horrible pero... tienes fallas con eso, pero... ¿quien no?
    Tercero: el trama es bueno.
    Cuarto. tu narracion me encanta en especial:
    Antes de continuar, debo aclarar que yo no soy realmente un humano y que me refiero a mí mismo como un miembro más de esa especie por el hecho de haber vivido oculto en su sociedad durante toda la eternidad que es mi vida. Aunque la mayor parte de los humanos no conocen la existencia de mi especie, las altas esferas nos denominan Cronistas, pues somos seres condenados a registrar todos los hechos de la historia del mundo y de cada uno de sus habitantes; una tarea insoportable para los que, como los humanos, poseen una vida limitada, pero llevadera para nosotros, dotados con el don de la inmortalidad.
    ¡KE ORIGINALIDAD! :oops:. y espero me avises del conti...
    Se despide con besos y abrazos de tu amiga TKI
     
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  3.  
    Zeon

    Zeon Iniciado

    Virgo
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    Problemática doble vida
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    3128
    Capítulo 1.
    Nueva vida…una vez más.
    Estoy seguro de que todos han utilizado o escuchado la expresión “levantarse con el pie izquierdo” en algún momento de sus vidas, cuando el día parece ir mal desde el momento en que se despiertan y abandonan sus cómodos lechos. ¿Y la expresión “levantarse tropezando con una caja de cartón”? Está más claro que el agua que esta expresión me la he inventado yo, pero es una frase perfecta para describir el despertar de Alistair Cassius, mi estudio, por lo menos en los tiempos en que todavía no conocía los secretos de su propia vida. Por motivos de trabajo de su madre, una funcionaria encargada de vigilar que la seguridad de las ciudades se cumpliesen a rajatabla y que no sufriesen fallos potencialmente peligrosos para las poblaciones, este adolescente de dieciséis años cambiaba de hogar cada pocos meses, por lo que siempre encontraba una caja de mudanzas con la que tropezarse nada más salir de la cama en su primer día. Y aquel era un nuevo día en Phoenix, Arizona, cuyo inicio resultó señalado con el tradicional tropiezo y sus consecuentes improperios.
    — ¡Odio las mudanzas! — exclamó el muchacho mientras atravesaba el laberinto de cajas que ocupaban el espacio de su nueva habitación. — ¡Y odio estas estúpidas cajas!
    — No pierdas el tiempo refunfuñando y arréglate. — le aconsejó su madre, que se encontraba organizando su propia habitación. — ¿Acaso quieres llegar tarde a tu primer día de instituto?

    Alistair gruñó en su camino hacia el baño. ¿Por qué debería preocuparse por la opinión de los profesores si seguramente abandonaría el instituto ese mismo año?
    “¿Qué sentido tiene todo esto?” se preguntó con un gran furor brillando en el reflejo de sus ojos, extrañamente dispares en lo referente al color, siendo el derecho verde esmeralda y el izquierdo azul eléctrico.

    Eran aquellos ojos los que le hacían sentirse incómodo cuando cruzaba la mirada con su madre, pues tenía entendido que los había heredado de su padre, muerto un año antes de que él naciese; solía pensar que mantenían vivo un recuerdo muy doloroso para la mujer que tanto se había esforzado por cuidarle. Sin embargo, sólo lo sabía porque su propia madre se lo había contado; en sus dieciséis años de vida nunca había visto ni una sola foto de su padre, lo que dejaba muy claro que Rose no parecía ser capaz de superar su muerte.
    — ¿Quieres darte prisa? — le exigió su madre al verle observando fijamente su reflejo. — Y luego dicen que las mujeres tardamos una eternidad en arreglarnos.

    Alistair soltó un profundo suspiro y tomó la cuchilla y la espuma de afeitar. ¿Por qué tendría que haberle tocado una madre…tan enérgica?



    — Sigo pensando que esa forma de arreglarte la barba es muy rara. — declaró su madre durante el trayecto en coche al instituto. — ¿No sería mejor que te la rasuraras por completo?
    — Me gusta tal y como está. — replicó el joven acariciándose la extraña perilla con forma triangular que adornaba su mandíbula inferior. No le gustaba nada dejar que le creciese sin control, aunque tampoco deseaba tener el rostro desnudo. — Si quieres hablar de la estética de los demás, ¿por qué no te miras al espejo?

    Rose Cassius sacudió la cabeza, cortando el aire con sus largas trenzas.
    — No sé exactamente a qué te refieres. — declaró antes de ponerse a gritarle a otro conductor por haberse cruzado en su camino. — ¡Apártate, estúpido conductor novato!
    — ¿Dónde has visto a una mujer madura con unas trenzas semejantes? — le preguntó Alistair sin prestar atención a la violenta respuesta del malhumorado hombre.
    — Mis compañeros de trabajo decían que me hacían ver hermosa.
    — Yo más bien diría que te da un aire infantil.

    Confirmando sus palabras con un gesto propio de un niño, llenando de aire los carrillos para hincharlos, la mujer le preguntó con tono burlón:
    — Y seguro que tú crees que esa forma de arreglarte la barba te da un aire más maduro, ¿verdad?

    El joven abrió la boca para replicar y continuar la discusión, pero la cerró al darse cuenta de lo ridículo que era todo aquello; más que una discusión madre-hijo, parecía que fuese una discusión entre dos viejos amigos.

    Permanecieron en silencio durante el resto del camino, que les llevó a aparcar ante la Escuela Preparatoria North, el nuevo instituto al que acudiría Alistair durante el tiempo que durase el nuevo trabajo de su madre; un nuevo lugar donde estar rodeado de personas con las que nunca llegaría a trabar una profunda amistad.
    “Concéntrate.” se dijo al sentir que las ganas de liarse a golpes con todo el mundo se extendían por su mente y su cuerpo como si de agentes patógenos se trataran. “No le estropees el día a mamá.”
    — Vamos a ver al director, hijo. — le dijo Rose, cuyos ojos brillaban de emoción al ver el recinto en el que estudiaría su “ojito derecho”.

    Volviendo a suspirar de irritación, Alistair se apresuró a seguirla. Había ocasiones en las que no tenía claro si su madre no era la que ejercía el rol de niña y si él mismo no era quien llevaba a cabo el rol de padre. Antes de atravesar la puerta, sacó la caja de lentillas que siempre llevaba encima y se colocó una de color verde en el ojo izquierdo para ocultar su heterocromía, pues estaba harto de que la gente se le quedara mirando fijamente a los ojos.

    Una vez en el interior del recinto, su madre demostró una vez más su increíble capacidad para orientarse incluso en lugares en los que nunca antes había estado. Con paso firme y seguro, guió a Alistair hasta el despacho del director y llamó a la puerta sin vacilar ni un segundo.
    — Usted puede pasar, señora Cassius, pero su hijo debe esperar fuera durante la reunión. — declaró una potente voz masculina desde el otro lado de la puerta.
    — Espera aquí. — le ordenó Rose al irritado joven.

    Realmente fantástico. Solo en medio del pasillo, Alistair podía imaginarse a la perfección el tema que estarían tratando el director y su madre: los constantes problemas en los que se había metido en las anteriores instituciones por culpa de su temperamento explosivo; era un verdadero fastidio que hablasen de él a sus espaldas.

    Su introspección se vio interrumpida por el brusco ruido de algo pesado cayendo al suelo. Las peleas en las que se había metido hasta entonces le habían llevado a tal estado de alerta que el joven reaccionó girando rápidamente y alzando los puños en posición de ataque. Sin embargo, los dejó caer sintiéndose avergonzado al ver que el estruendo lo había causado una chica a la que se le habían caído los pesados libros que cargaba.
    — Que patosa soy. — la escuchó murmurar mientras se agachaba para recoger aquel estropicio.

    Sin esperar a que la estudiante se diese cuenta de su presencia, Alistair se aproximó a ella y la ayudó a recoger la pesada montaña de libros. Fue en aquel momento cuando la chica, una hermosa joven de ojos de color azul cielo y cabello blanco, le miró y sonrió con gratitud, logrando que un leve sonrojo apareciera en el rostro del chico.
    — Muchas gracias. — dijo la estudiante con una dulce voz cantarina.
    — N-no ha sido nada. — se apresuró a replicar Alistair, tartamudeando por primera vez desde que tenía memoria.
    — Nunca te había visto por aquí.
    — Es que soy nuevo. — Alistair señaló la puerta que había a su espalda. — Mi madre está hablando con el director en este preciso instante. ¿Sabes si es muy severo?

    La chica se carcajeó al escuchar la pregunta.
    — No debes tenerle miedo al señor Mayers si te has visto metido en algún problema en otro instituto. Cuando yo ingresé en esta institución, el director rompió ante mis propias narices mi expediente y afirmó que no le interesaba lo que los otros directores dijeran de sus alumnos. Estudiar bajo su dirección es como hacer borrón y cuenta nueva.
    — ¿De verdad? — le preguntó Alistair, repentinamente aliviado al saber que el director no prestaría atención a las manchas de su expediente.
    — Mayers es un hombre excéntrico, pero se hace querer. — insistió la estudiante, sintiendo temblar sus brazos bajo el peso de los libros que llevaba. — Lo mejor será que me dé prisa y lleve estos libros de vuelta a la biblioteca antes de que me aplasten. Ya nos veremos.
    — S-sí, claro. — susurró el muchacho, tan nervioso que ni siquiera pensó en presentarse. Más bien ocupado observando el rítmico movimiento de sus caderas. “Creo que este sitio no va a estar nada mal.”

    El ruido de la puerta abriéndose a su espalda le hizo recuperar la compostura.
    — Que tipo más raro es ese Mayers. — dijo su madre con los ojos abiertos a causa de la sorpresa de lo que hubiese presenciado en el despacho; parecía extrañamente molesta. — El director quiere verte, cariño, de modo que regresaré a casa para arreglarla un poco. Hasta luego.
    — Adiós. — respondió Alistair antes de entrar a desgana en el despacho del señor Mayers.

    No sabía muy bien lo que esperaba, pero no era en absoluto aquello. No tenía la sensación de haber entrado en el despacho de un director de instituto, sino en una especie de templo budista, desprovisto de cualquier material lujoso e impregnado con el aroma de hierbas aromáticas. Incluso el propio Mayers, un hombre de treinta y pocos años cuyo cabello comenzaba a presentar canas, se parecía a un monje a causa de su vestimenta oriental.
    — Supongo que tú eres Alistair Cassius Canis Hatis Skoll, ¿cierto? — le preguntó el director mientras prendía una y otra vez el mechero con el que estaba jugueteando.
    — Prefiero que únicamente use mi primer apellido. — le indicó el nuevo estudiante con aire molesto. — Los otros no son muy normales.

    El señor Mayers se echó a reír al escuchar aquellas palabras.
    — Te comprendo muy bien, ya que yo tengo un problema semejante con mi nombre. — le explicó al extrañado Alistair. — ¿A qué tipo de padres se les ocurriría llamar a su hijo Maximillion? Por eso prefiero presentarme con el apellido de mi padre. De modo que me referiré a ti como Alistair si tú te diriges a mí por el nombre de Mayers.
    — Como quiera. — replicó el joven Cassius, a quien poco le importaba que el director deseara un trato amistoso entre ellos. Su atención se centró de pronto en una montaña de cenizas que cubría la mesa que los separaba. — ¿Qué es esa ceniza?
    — ERA tu expediente. — aquella respuesta tomó desprevenido a Alistair, que se acordó de que la chica ya le había avisado de la extraña indiferencia que mostraba Mayers hacia los expedientes académicos. — Sólo era una copia, de modo que no te preocupes. Esto simboliza que no me interesa lo que otros directores tengan que decir sobre mis alumnos; prefiero observarlo por mí mismo antes que fiarme de las palabras ajenas.
    — ¿No le preocupa el hecho de que me peleara con todo el mundo?
    — ¿Quién no pierde los estribos de vez en cuando? Yo mismo solía abalanzarme sobre cualquiera que me tocara las narices, aunque fuese sólo un poco. Por supuesto que prefiero que mis alumnos tengan autocontrol y escojan el diálogo antes que la violencia; sin embargo, la ira puede llegar a ser buena en ciertas ocasiones. Lo más conveniente es hacer lo que decía Aristóteles: “hallar un termino medio, un equilibrio.”

    Asombrado por aquella actitud tan pasota del que sería su nuevo director, Alistair le observó encender un cigarrillo a pesar de los carteles de “Prohibido fumar” adheridos a las paredes del recinto.
    — Aquí tienes tu horario y la combinación de tu taquilla. — le dijo Mayers a la vez que le pasaba los documentos. — Ahora debería llegar una estudiante que se ha ofrecido voluntaria para servirte de guía. ¡Adelante!

    Tras recibir la invitación del director, una muchacha vestida totalmente al estilo emo accedió al despacho, soplando ocasionalmente para quitarse el largo mechón de pelo que cubría su ojo izquierdo, castaño como el derecho.



    En el otro extremo de la ciudad, el inspector de policía Hazier Lay examinaba con expresión asqueada los cadáveres que habían hallado en un apartamento. Las víctimas eran tres jóvenes de dieciocho años y habían sido hallados desnudos, esposados y muertos por sus respectivas novias.
    — ¿Cuál es el diagnóstico? — le preguntó al forense, que se encontraba examinando los cuerpos en busca de la razón de sus muertes.
    — No logro identificar ninguna causa aparente. — respondió el especialista. — No parecen presentar ningún tipo de herida, ni síntomas de envenenamiento ni de estrangulamiento. De hecho, si no estuviesen muertos, podría decirse que están en perfecto estado de salud.
    “¿Qué demonios está pasando aquí?” pensó el irritado oficial, que estaba completamente seguro de que ni siquiera Sherlock Holmes podría resolver ese caso. “Esto parece un caso de atentado sexual, pero no hay huellas ni saliva ni sangre que nos ayude a identificar al responsable; ni tan siquiera conocemos la causa de la muerte.”

    Sus reflexiones se vieron interrumpidas por la llegada a escena de dos hombres de aspecto rudo que vestían imponentes trajes negros, muy parecidos a los de los guardaespaldas del presidente.
    — ¿Quiénes son ustedes? — les preguntó Hazier. — No pueden entrar en la escena del crimen así como así.
    — Podemos y debemos. — replicó el más alto de los dos agentes, mostrando una placa que le identificaba como agente del FBI. — Tenemos órdenes de ocuparnos personalmente de este feo asunto y de no permitir a ninguna otra fuerza de la ley interferir.
    — ¡Nosotros ya nos estamos encargando del caso! — exclamó el inspector, indignado por aquella decisión tomada a sus espaldas. — ¡¿Qué tiene que hacer el FBI en un caso tan particular?!
    — Usted limítese a cumplir las órdenes a menos que desee perder su trabajo. — le espetó el segundo de los agentes. — No se atreva a desafiar una resolución de las altas esferas y dígales a sus hombres que despejen el lugar ahora mismo.

    A pesar de la rabia que fluía por su cuerpo ante la arrogancia de los agentes del FBI, Hazier no tuvo más remedio que renunciar al caso y les ordenó a todos que regresaran a la comisaría. Él fue el último en abandonar la escena del crimen, no sin antes dirigirles a los nuevos encargados del caso una mirada llena de odio.
    — Parece que aquí ha habido una gran actividad oscura. — comentó el primer agente tras asegurarse de que estaban solos. Rebuscó entre sus ropas hasta encontrar el sensor, que brillaba con una intensa luz rojiza. — Tal y como temía: una alerta roja es señal de que aquí ha estado un demonio.

    Su compañero se aproximó a los cadáveres y deslizó sobre ellos un sensor espectroscópico, descubriendo que las víctimas habían muerto durante el acto sexual como consecuencia de una desinhibida pérdida de energía vital.
    — Esto lo han hecho los súcubos.
    — La señal no es tan fuerte como para corresponder a la de tres súcubos en el mismo lugar. — informó el otro agente gubernamental, examinando la señal de su sensor. — Esto lo ha hecho un único súcubo.
    — ¿Se ha tirado a tres tipos uno por uno sin que estos intentasen escapar? — le preguntó el segundo agente, algo escéptico.

    El primero suspiró y trató mantener la calma recordándose que su compañero era un novato en aquel nuevo mundo.
    — Los súcubos adquieren la apariencia de mujeres tan hermosas que ningún hombre pensaría en escapar de ellos. Lo bello no tiene que ser necesariamente benigno, novato. Sea como sea, está claro que hay un devorador de hombres suelto por Phoenix, buscando víctimas a las que cazar y con las que reproducirse.
    — Debemos avisar a la O.C.R.S.O. — declaró el nuevo agente al escuchar la explicación del veterano.
     
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    Nestea

    Nestea Entusiasta

    Leo
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    Bien... Bien... Como leí Prólogo y Primer Capi te los comento juntos.
    Debo decir: ¡EXCELENTE! Desde el principio ha sido muy original, un ser que se encuentra ligado a tu vida y que registra cada paso que das, muy buena idea para un narrador, eso fue bueno. No has pasado por alto el detalle: Al ser un ser tan antigüo y estudioso, obviamente debe usar un vocabulario soberbio y formal (que así me ha parecido a mí). Es bueno que la gente no olvide los pequeños detalles, porque pueden hacer una gran diferencia.

    A ver... guerra con seres oscuros, yo tenía pensado algo así, pero mi idea varía un tanto respecto a la tuya, la cual te va quedando muy bien. ¡Ja! Los hombres de Negro vs Los demonios xDD, que parodias las que se me ocurren.
    ¡OMG! ¡The Eyes Of The Demon! Muy bien, otra ves los detalles aparentemente insignificantes le dan su toque a la historia, si tienes heterocromía, usas lentes de contacto en un ojo para que no te queden mirando como si fueras extraterrestre. Mis queridos muchachos, ¿Cuándo aprenderán que una chica linda y de cuerpo voluptuoso es mala para tu energía vital? ¡M*lditas sucubos!
    Respecto a quien sea el sucubo, yo tengo mis sospechas. Pero sé que posiblemente harás girar la historia si te las digo, además, no quiero arruinar sorpresas a los demás lectores.

    Sigue así, esto tiene pinta de ser muy bueno.

    ¡Ciao!


    PD:, supuse que el chico parecía un licántropo por sus ojos y luego me confirmas las sospechas con su nombre (ah... re que me gustan mucho los seres mitológicos y sé un poco de Latín e Italiano xDD).
     
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    Lex

    Lex Psychotic.

    Tauro
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    como fanatica de las historias de fantasia debo decir que tu relato hasta ahora me ha parecido exelente... la primera vez que lo vi solo pase por aki hechando una ojeada y decidi ponerle me gusta para poder leerlo más adelante pero como me lo recomendaste en mi perfil me pase en cuanto tuve tiempo y la verdad me has enganchado con la historia incluso en el tipo de nombres que has elegido para los personajes me parece el correcto.

    En cuanto a lo tecnico no vi faltas ortograficas pero lo que si vi fue un uso exesivo del punto (.) en algunos casos hasta se te olvida dar la mayúscula despues de este mira por ejemplo aquí:


    en lo personal creo que solamente deberias quitar el punto pues no lo considero necesario en este caso ya que es un misma idea.

    en cuanto a la narracion me poarecio exelente enlazas las ideas con claridad y no redundas en ellas. Lo mejor de todo es que el tipo de narracion en primera persona que has usado y como describes lo que ve siente y percibe el personaje principal realmente hace que te metas en la historia, me gusto como lograste esa parte

    creo que no tengo mas que decir solamente que me avises cuando subas la conti por fa
    nos estamos leyendo ^^
    Sayito
    XOXO Yuen =^^=
     
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  6.  
    Zeon

    Zeon Iniciado

    Virgo
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    Capítulo 2.
    Vida cotidiana…sucesos no tan cotidianos.
    — ¿He llegado a tiempo para ver al nuevo, Mayers? — le preguntó la recién llegada al director. Su ojo descubierto se posó de inmediato en Alistair. — Ya veo que sí.
    — Precisamente estábamos hablando de ti. — dijo Mayers con una sonrisa. — Alistair, te presento a Jessie Hawell; es mi ahijada.

    La sonriente chica se aproximó a la mesa y estrechó la mano del joven Cassius, aprovechando el momento para examinar sus rasgos de cerca.
    — Bonita perilla. — comentó como si fuese una experta en el tema. — Lástima que mi padrino no se la arregle con tanto arte.

    Alistair apenas pudo contener la risa al ver la ofendida expresión de Mayers, cuya mandíbula inferior se hallaba escandida bajo una espesa y descuidada barba gris. Jessie parecía ser una de esas personas que no dudan en ser completamente sinceras sin pensar en lo desagradable que pueda resultarles a los demás.
    — Que tonto eres, novato. — declaró Jessie al tiempo que le daba una colleja, logrando que el chico se mosqueara al instante y la mirara con ojos brillantes de rabia. — ¿A quién se le ocurre ponerse una única lentilla?
    “¿Cómo se ha dado cuenta?” pensó el sorprendido Alistair, descubriendo que la lentilla de su ojo izquierdo se había caído como consecuencia del golpe; el espejo que colgaba tras el asiento del director reflejaba una vez más su dispar mirada.
    — Tus ojos son más bonitos al natural. — opinó la estudiante. Tomó al nuevo del brazo y le obligó a incorporarse. — Lo mejor será que te presente al resto de la clase, que se encuentra recibiendo una aburrida lección de historia de “Soporífera”, aunque ya debe de estar a punto de acabar.
    — ¡¿Qué te tengo dicho de poner motes a los profesores?! — exclamó Mayers. — ¡La señora Lay es una profesora seria y responsable, muy buena oradora!
    — Pero es aburrida. — replicó Jessie con su molesta sinceridad. — La mayor parte de los alumnos se quedan dormidos durante sus clases. Si fuese más divertida…,
    — ¡Si quisiese que los profesores entretuviesen a los alumnos, habría contratado payasos de circo! — le interrumpió su padrino. — ¡Haz el favor de presentar a Alistair al resto de la clase!

    Tras estirarse en lo que pretendía ser una burda imitación de un militar presentándose ante su sargento, Jessie abandonó el despacho arrastrando consigo al pobre Alistair.
    “Algún día acabará arrancándole el brazo a alguien de lo impulsiva que es.” pensó Mayers al tiempo que se reclinaba en su sillón para relajarse; siempre se cansaba a la hora de tratar con su ahijada.



    Con una impetuosidad extraña para ser una chica tan esbelta, Jessie condujo a Alistair a lo largo de los pasillos en dirección a la clase de historia de la señora Lay.
    — ¿Por qué ocultas el hecho de que tus ojos son de diferentes colores? — preguntó para mantener una conversación en el trayecto.
    — Porque todo el mundo se me queda mirando al darse cuenta de que son diferentes. — respondió el chico, irritado por la gran vitalidad de aquella estudiante. — No me gusta ser el centro de atención.
    — Pues no deberías ocultarlos; el verde y el azul son colores preciosos y llamativos.
    — Por eso no me gustan. — replicó Alistair, cuya voz se tornó triste y melancólica. — Además, es un rasgo físico que heredé de mi padre, que murió antes de que yo naciera.

    Su respuesta redujo bastante el enérgico comportamiento de Jessie, quien parecía haberse sumido en su propia tristeza.
    “Tiene algo que ver con sus padres.” dedujo Alistair, pues su guía se había entristecido al surgir el tema de los padres.
    — Mis padres murieron cuando yo tenía diez años por una explosión de gas que hubo en nuestra casa, de la que me libré porque me encontraba en un campamento de verano. — le explicó Jessie, que parecía haber adivinado sus pensamientos. — Habría acabado internada en un orfanato si Mayers no hubiese accedido a ocuparse de mí, ya que no tenía ningún otro pariente vivo que me acogiera.

    Mientras se detenían ante la puerta del aula en la que se impartía la clase de historia, Alistair no pudo evitar preguntarse si era normal que alguien que hubiese vivido semejante experiencia fuese tan vivaracha.
    — Sencillamente pienso que la vida es demasiado corta para caer en una depresión. — el chico volvió a tener la sensación de que la ahijada del director podía escuchar sus pensamientos. — Disculpa si te estás sintiendo incómodo, pero soy muy buena a la hora de percibir lo que piensan los demás; son un libro abierto para mí.
    — Descuida. — replicó Alistair.

    Todavía arrastrando al muchacho, Jessie llamó a la puerta y la abrió antes de que la profesora Lay, enfadada por el hecho de que algunos estudiantes no estaban prestando atención a la lección de aquel día, le diese permiso para hacerlo.
    — Ya veo que hoy va a ser imposible meteros datos históricos en vuestras duras molleras, de modo que será mejor que lo dejemos aquí. Claro que os aseguro que lo lamentaréis cuando sólo sepáis poner vuestro nombre en el examen que os pondré en dos semanas. — gruñó, ajustándose las gafas con gesto adusto. — ¿Has traído ya al nuevo demonio que convierta en infierno el resto de mi existencia hasta el día en que me jubile, Jessie?
    — Usted es demasiado dramática, señora Lay. — replicó la joven Hawell, empujando a Alistair al interior del aula, convirtiéndolo en el centro de veinte miradas y de los cuchicheos de los demás alumnos. — Dadle una cálida bienvenida a Alistair Cassius.

    Alistair no podía decir que estuviese recibiendo una cálida bienvenida, pues ser el blanco de todas las miradas le hacía sentir una larga serie de escalofríos recorriendo su cuerpo y poniéndole la piel de gallina. Al no ser un chico demasiado sociable, integrarse en un nuevo instituto le resultaba siempre muy violento, sobre todo cuando algunos alumnos (principalmente los que tenían toda la pinta de ser matones) señalaban sus curiosos ojos y se reían. Lo único que le hizo sentir más animado fue reconocer a la chica a la que había ayudado a recoger los libros sentada en la tercera fila y el hecho de que le estuviese dedicando una sonrisa tranquilizadora.
    — ¡Ah, el timbre! Ya nos podemos ir. — exclamó la profesora al oír el estruendoso sonido que marcaba el final de la clase.
    — El director quiere que vaya a verle a su despacho, profesora. — le indicó Jessie antes de que la señora Lay pudiese salir corriendo a tomarse un café.

    Ignorando los improperios que soltó la profesora de historia al salir del aula, Alistair miró a su guía con asombro. Realmente debía de ser muy buena tratando con la gente, pues Mayers no había dicho nada sobre que deseara reunirse con la señora Lay.
    — ¿Qué han sido de tus ojos verdes?

    El joven se sonrojó al descubrir que la chica rubia de ojos azules se había acercado a él mientras los demás recogían sus cosas y se marchaban.
    — Estos son mis verdaderos ojos. — respondió apartando la mirada. — Es sólo que suelo llevar una lentilla en el ojo izquierdo.
    — No lo hagas; son preciosos. — le recomendó la chica antes de marcharse.

    Si Alistair fuese un personaje de dibujos animados, estaría echando nubes de vapor por las orejas. Hasta ese día, su madre había sido la única en afirmar que le gustaban sus dispares ojos. A su lado, Jessie le observaba con expresión divertida.
    — No te recomiendo encapricharte de Jane Tweth. — declaró mientras asentía con la cabeza, como queriendo señalar que se trataba de algo obvio. — Es animadora y, como tal, su novio, Tom Laut, es uno de esos machotes que tienen tanto músculo como cerebro les falta (los que se estaban burlando hace un rato de tus ojos, por cierto).
    — No tengo ni idea de lo que quieres decir. — gruñó Alistair, recuperando la compostura. — No tengo ningún interés en esa chica.

    Jessie le observó con suspicacia pero no insistió más en un tema que claramente incomodaba a su nuevo compañero. Le agarró con fuerza de la mano y dijo:
    — Acompáñame al comedor. Quiero presentarte a mis amigos.



    Todavía refunfuñando por haber perdido la oportunidad de relajarse con un buen café, Clarisa Lay irrumpió violentamente en el despacho de Mayers, calmándose repentinamente al ver el sombrío rostro del rector.
    — ¿Qué ocurre, Maximillion? — le preguntó con voz temblorosa, pues su jefe no solía mostrar una expresión preocupada como aquella.
    — He recibido una advertencia de Rafael Lead. — le explicó el director del instituto.

    La profesora ahogó un grito de sorpresa, y no sin razón. Rafael Lead era nada más y nada menos que el creador y líder del clandestino grupo de la O.C.R.S.O., un hombre que había dedicado su vida a tratar de establecer límites entre los humanos y los seres oscuros para evitar que estallara una nueva guerra en la que ambos bandos perderían a muchos de los suyos. Sin embargo, Mayers no había tenido contacto con él desde el final de la Era oscura.
    — Parece que tu marido ha descubierto los cuerpos de tres jóvenes que presentaban síntomas de haber sido atacados por un súcubo. — continuó informándole Mayers. — Dos agentes de la organización le obligaron a retirarse, pero parece que el inspector está decidido a intentar resolver el caso (él piensa que aquellos agentes eran del FBI). Ya sé que no te gusta someter a Hazier a tu hipnosis…,
    —…, pero es necesario. — concluyó Clarisa, comprendiendo el motivo por el que el director quería verla con tanta urgencia. — Me aseguraré de que mi esposo y sus hombres pierdan todos sus recuerdos sobre el crimen.

    Mayers asintió, complacido por la disposición de la profesora a hacer cualquier cosa por la seguridad de los seres oscuros. Mientras la observaba saliendo por la puerta, se dijo que tendría que averiguar la razón por la que un súcubo había aparecido tan repentinamente en Phoenix.
    “Habrá que erradicarlo antes de que la ciudad se llene de agentes de la O.C.R.S.O.”



    Sonriendo por la satisfacción de haber concluido la desagradable tarea de organizar todas las cosas de la mudanza, Rose se dejó caer en el sofá para echarse una merecida siesta. A diferencia de su hijo, ella no empezaría su trabajo hasta el día siguiente, lo que le hacía sentir un cosquilleo en el estómago semejante al que sentiría un niño al saber que empezaban sus vacaciones. Claro que su relajación no duró mucho, pues un rostro muy conocido apareció en la televisión a pesar de que el aparato estaba apagado.
    — Rafael, ¿no sabes que es de mala educación usar tus poderes para inmiscuirte en la vida de los demás? — le gruñó al joven cuyas órdenes había seguido tiempo atrás.
    — No veo que estuvieses haciendo nada productivo con tu tiempo. — replicó el líder de la O.C.R.S.O.

    Así es. Aquel chico de catorce años era el creador de aquella poderosa organización que buscaba la coexistencia pacífica entre humanos y seres oscuros, siendo él mismo un ser oscuro perteneciente a los tecno, seres capaces de controlar cualquier tipo de tecnología a una distancia semejante a su experiencia; muy pocos agentes, aquellos de la más alta categoría, sabían que recibían órdenes de un ser oscuro, aunque se sentían orgullosos de ayudarle.
    — Tratar de tener una vida normal con mi hijo, al que procuro mantener lejos de los problemas, es muy agotador. — declaró la mujer. — No veo que tú tengas semejantes problemas.
    — ¡No, que va! — ironizó Rafael, cuya voz sufría cambios por el hecho de transitar entre la infancia y la madurez. — ¡Únicamente estoy pasando por una segunda pubertad, lo cual no es para nada agradable!

    Durante la Era oscura, Rafael Lead, un hombre de cuarenta años, había luchado contra un tempsit, un ser oscuro capaz de manipular la edad de los seres, tanto vivos como inertes; logró derrotarle, pero no antes de que su enemigo le convirtiese en un niño de nueve años. A esas alturas debería haber alcanzado los veintiséis años, si no fuese porque los afectados por el reverso temporal de los tempsit envejecían más lentamente de lo normal.
    — No sabes lo que me molesta que me hablen de los cambios corporales cuando ya los he experimentado antes. — añadió el líder.
    — ¿Has aparecido en la pantalla de mi televisor para quejarte de tus hormonas? — le preguntó Rose con la intención de hacerle soltar el motivo de su visita.
    — He venido para advertirte de que hay un súcubo pululando libremente por Phoenix.
    — ¡¿Cómo dices?! — Rose se incorporó con tal violencia que derribó un jarrón de la mesita que había entre la tele y el sofá. — ¡¿Por qué no me lo habías dicho antes?!
    — ¡Porque lo hemos averiguado hoy mismo! — estalló su antiguo jefe, algo irritable por estar pasando una nueva pubertad. — ¡Un policía encontró los cuerpos de tres chicos unos minutos antes de que dos de mis agentes fuesen a echar un vistazo y descubriesen rastros de energía demoníaca!

    La antigua mujer soldado de la O.C.R.S.O. se sentó de nuevo, deprimida ante la perspectiva de tener que buscar una nueva ciudad en la que instalarse.
    — ¿No estás exagerando un poco? — le preguntó Rafael cuando le expuso su dilema.
    — ¡¿Acaso crees que voy a dejar que mi hijo viva en una ciudad que es territorio de caza de un devorador de hombres?! — chilló Rose.

    Rafael frunció el ceño pensando en lo mucho que Rose, su mejor agente, había cambiado por el hecho de haberse convertido en madre.
    — No te preocupes tanto, mujer, pues el director del nuevo instituto de tu hijo es Maximillion Mayers, un tipo muy conocido y temido entre los seres oscuros; mantendrá alejado a ese demonio de Alistair y de cualquier muchacho que se encuentre a su cuidado.

    Con un leve gesto de despedida, el líder de la O.C.R.S.O. desapareció de la pantalla antes de que Rose pudiese exponerle su temor: si el súcubo acababa de alcanzar la edad reproductiva (edad a la que estos demonios se volvían realmente peligrosos para los hombres), existía la posibilidad de que no conociese la reputación de Mayers y de que se atreviese a atacar a alguno de sus alumnos por esa misma razón.



    Muy lejos de la calurosa Arizona, un grupo de hombres abandonaron los fríos bosques del norte de Canadá portando con ellos tres celdas en las que habían encerrado a una bandada de doxys, unos seres cuya apariencia se asemeja a una combinación entre hadas e insectos. Estos seres, cuya furia y cuyos colmillos venenosos compensaban su diminuto tamaño, no habían sido capaces de combatir la poderosa tecnología de aquel grupo de soldados armados.
    — Yo no seguiría intentando romper las rejas, pues están electrificadas. — le recomendó el líder del grupo al jefe de aquella tribu de seres oscuros cuando éste cayó al suelo de la celda tras recibir una intensa descarga eléctrica.
    — ¡No puede retenernos aquí para siempre! — exclamó el doxy agitando sus dos pares de brazos y sus brillantes alas negras. — ¡La guerra entre los humanos y los seres oscuros terminó hace muchos años!

    El hombre se agachó hasta que sus oscuros ojos, relucientes por el furor interno, estuvieron a la altura de los ojos del jefe tribal.
    — Yo me aseguraré de que comience una vez más para que los seres oscuros desaparezcáis de la faz de la Tierra. — declaró con una sonrisa de dientes amarillentos y torcidos.
    — ¡Cuando nos liberemos de estas celdas, te haremos pagar esta afrenta!

    Indiferente a la amenaza del doxy, el líder se aproximó a una caja y la abrió para mostrarles a los prisioneros la razón por la que era mejor que se estuviesen quietos.
    — No os gustaría que vuestros huevos queden aplastados, ¿verdad? — les preguntó cruelmente mientras alzaba una pesada bota y la mantenía sobre la futura generación de doxys, cuyos padres no tuvieron más remedio que someterse a la voluntad de aquellos despiadados humanos.
     
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    A ver... Vengo para motivarte a seguir con este genial fic porque parece que no a muchos les ha resultado interesante.
    Me ha gustado bastante Jessie, tiene ese famoso "toque" que hace a los personajes tan llamativos; pero me parece que es un ser oscuro (me reservo la razón para no espoilear). Ohh... gracias por explicar la razón de la mudanza, la verdad parecería raro mudarse tanto hasta si fuera por trabajo.
    Ha sido un buen toque lo del lider joven xDD Si la pubertad es dura viviendola sólo una vez, me imagino si tuviera que vivirla 2 veces DX
    ¿El Director Mayers es popular entre los seres oscuros? ¡INVESTIGUEMOS! 8)
    ¡Sh*t! no sé si acusar a ese tipo por maltrato animal, o por tráfico de personas ¿Qué son las Doxys? xD

    Me ha parecido un muy buen capítulo, con errores ortográficos invisibles a mis ojos y que da paso a uno que espero que sea muchísimo mejor.
    ~¡Ossu!~
     
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    Zeon

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    Problemática doble vida
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    3085
    Capítulo 3:
    Conociendo nuevas amistades…y nuevas enemistades.
    Sintiéndose como una marioneta obligada a moverse según la voluntad de otras personas, Alistair se dejó arrastrar por Jessie a través de la cafetería, siendo nuevamente el centro de todas las miradas al tratarse de una novedad dentro de un día cualquiera. Atravesaron la sala hasta llegar a la última mesa, desde la que tres estudiantes observaban el parque de enfrente a través de la pared de cristal con aire melancólico.
    — ¡¿Por qué no me habéis esperado?! — les reprendió la joven Hawell, dándole una colleja a su amigo más cercano, un escuálido chico sudamericano que se estaba tomando un zumo de naranja.

    Atragantándose por culpa del golpe, el chico, cuyo aspecto hacía pensar que era mucho más joven que los demás, se golpeó el pecho insistentemente para sacarse el líquido de las vías respiratorias. Tras recuperarse, tomó una especie de pizarra portátil y un rotulador y escribió un <<lo siento>>.
    — Puedes guardarte tus disculpas para alguien más blandengue que yo, Tom. — gruñó Jessie, ofendida por haber sido dejada atrás.

    Alistair observó con asombro al tal Tom, sin pronunciar ni una sola palabra, borrando las dos palabras y escribiendo una oración más larga: <<Fue idea de Lorena. >>

    Una de las dos chicas que acompañaban a Tom apartó los ojos, de un gris tan claro que se aproximaba alarmantemente al blanco, de su bollo de chocolate y fulminó a su amigo con la mirada al mismo tiempo que Jessie hacía lo mismo con ella.
    — Ya sabes que no puedo hacer esperar a mi estómago cuando me gruñe. — declaró antes de lanzarse con voracidad sobre su almuerzo.
    — Eres una glotona. — se burló la otra chica, encogida de tal forma en su silla que parecía que pretendía volverse invisible.
    — ¡Cállate, Adriana!

    Alistair observó la discusión entre Jessie y sus amigos pensando que debería haberse esperado que estos últimos fuesen tan raros como la ahijada del director. Sintiéndose un extraño en medio de aquel grupo, comenzó a alejarse de la mesa y chocó con una chica de tal forma que no tiró su bandeja de comida por muy poco.
    — ¡Lo siento! — se disculpó antes de que la chica, una joven de cabello negro vestida con ropa deportiva muy llamativa, pudiese reaccionar, sorprendiéndose al verla sonreír cuando debería haberse enfadado.
    — No ha pasado nada. — replicó la chica, examinándole de arriba abajo. — Tú eres el chico nuevo, Alistair Cassius. — no era una pregunta.

    Al muchacho le sorprendió que aquella chica, muy cercana a aquellos machitos que le habían señalado con gesto burlón por culpa de sus desiguales ojos, hubiera prestado atención a su extraña presentación.
    — No puedo creerme que Alice Vernet, la capitana del equipo de animadoras, se esté dirigiendo al nuevo. — escuchó susurrarle la tal Adriana a Jessie, que se apresuró a contarle que había tenido dos amenos encuentros con Jane Tweth, quien también formaba parte del equipo.

    Una vez más experimentó la sensación de que Jessie sabía cosas de las que no debería haber tenido ni idea. Era lógico que supiese del encuentro en la clase, pues ella estaba presente, pero no tenía ningún sentido que también supiese el del pasillo; no la había visto por ninguna parte.
    “¿Cuánto puede ser buena en tratar con los demás?” se preguntó, asombrado y molesto por igual.

    Tan sumido estaba en sus reflexiones que apenas se dio cuenta de que Alice había regresado con su grupo, enviándole un guiño coqueto desde la mesa en la que también estaba Jane, quien se hallaba tonteando con su (Alistair contuvo algo semejante a un gruñido que trataba de surgir de su garganta) novio.
    — Tal vez esa sea la razón. — replicó Jessie al leer lo que Tom había escrito en su pizarra portátil.

    Algo molesto por el hecho de que hablasen de él como si no estuviese allí, Alistair se aproximó al amigo de la joven Hawell y leyó lo que había escrito: << ¿Será magnetismo animal?>>. Normalmente se habría molestado todavía más, pero su irritación se vio superada por la curiosidad que le causaba el irrompible silencio de Tom.
    — ¿Es que nunca habla? — les preguntó a las chicas, cuyos rostros se ensombrecieron.

    Jessie intercambió una mirada con su amigo, que abrió la boca para mostrar la razón por la que no hablaba. Aquella imagen resultó ser mucho peor que cualquier respuesta dada por palabras, incentivando sentimientos de lástima y horror en Alistair, quien se esforzó por no vomitar; donde debería haber estado la lengua de Tom, no había nada.
    — En los últimos años se han ido extendiendo noticias acerca de bandas guerrilleras que pelean en los territorios circundantes de las mayores ciudades. — le explicó Adriana. — Tom y su familia tuvieron la mala suerte de ser interceptados por un grupo de esos maleantes y…no salieron bien parados.

    El nuevo estudiante sacudió la cabeza, suplicándole que no continuara. Él también había escuchado de aquella extraña inestabilidad que se había ido extendiendo por todo el mundo, pues el trabajo de su madre consistía precisamente en asegurarse de que las fuerzas de seguridad de las ciudades y los pueblos fuesen eficaces contra aquellos grupos armados.
    — No hablemos más de este tema tan deprimente. — intervino Lorena, nuevamente centrada en su comida. — No merece la pena lamentarse por algo ya ocurrido.

    Todavía asombrado por el descubrimiento, Alistair accedió a quedarse con aquel extraño grupo de amigos.



    Entretanto, el trabajo de Mayers se vio interrumpido por la repentina llegada de un extraño ser, que se introdujo en su despacho volando de forma inestable a través de la ventana para dejarse caer sobre la mesa.
    — ¿Un doxy? — se preguntó el director, alarmado por las horribles heridas de la criatura.

    Tomó al doxy, tan magullado que no podía seguir volando por sus propios medios, y se lo acercó al rostro para poder escuchar sus débiles murmullos.
    — ¿Quién has dicho que lo hizo? — le preguntó mientras unos finos hilos de humo negro surgían de sus fosas nasales, indicio de que estaba enfureciéndose.

    El doxy reunió las pocas fuerzas que le quedaban y repitió las últimas palabras.
    — ¿Los snex? — preguntó Mayers. — ¿Estás completamente seguro de ello?

    La criatura asintió antes de que su vida se apagara para siempre y su cuerpo desapareciera convirtiéndose en un fino y oscuro polvo entre los dedos del director del instituto, que se apresuró a tomar el teléfono para ponerse en contacto con Rafael, quien sin duda tomaría cartas en el asunto cuando supiera que aquel grupo de rebeldes había atacado a una tribu de doxys.



    Jessie soltó un gruñido mal disimulado al llegar al gimnasio, pues la clase posterior a la hora del descanso de los lunes era educación física. Ni a sus amigos ni a ella parecía hacerles mucha ilusión la perspectiva de una hora de actividad física sin descanso. Alistair, por el contrario, sentía que al menos podría disfrutar de algo en aquel primer día de su nueva vida, pues siempre había disfrutado con el esfuerzo físico y había sacado buenas notas en sus anteriores institutos; siempre que llegaba la hora de practicar deportes, algo hervía en su interior.
    — ¡Silencio, chicos! — ordenó el profesor Stewart, un corpulento hombre que podría haber formado parte de la armada sin ningún problema. De hecho, su presencia bastaba para imponer orden en la clase. — ¡Quiero que forméis cuatro grupos porque vais a jugar dos partidos de balonmano durante toda la clase!

    Alistair no pudo evitar darse cuenta de que Jessie y sus amigos se habían deprimido todavía más al escuchar que iban a jugar un partido mientras que Oliver Carst, líder de los abusones de aquel instituto y novio de Jane, y sus colegas habían tomado uno de los balones que había llevado el profesor con gran motivación.
    — ¿Qué os ocurre? — les preguntó a sus compañeros de equipo.
    — Oliver y sus matones nunca desperdician la oportunidad de hacer equipo contra nosotros cuando toca jugar algún partido. — replicó Lorena. — Ellos son demasiado buenos y lo demuestran humillándonos.
    — Y hoy piensan hacer lo mismo. — añadió Adriana, observando a los chicos del equipo contrario tomar posiciones. Oliver jugaba con la pelota sonriendo burlonamente. — Vienen con toda la intención de machacarnos.
    — ¡Que ridiculez! — exclamó Alistair, quien por fin comenzaba a mostrar emoción en aquel nuevo día de su vida.

    Se adelantó a los demás y se aproximó al equipo de Oliver sin hacer caso de sus miradas burlonas.
    — ¿Preparado para morder el polvo, novato? — le preguntó el líder, jugueteando con la pelota y observando al muchacho con expresión bravucona.
    — Vas a ser tú quien lo muerda. — replicó Alistair duramente, dejándose llevar por un fuerte deseo de desafiarle.

    Oliver frunció el ceño; era obvio que le encantaba intimidar a los demás alumnos y que estaba acostumbrado a que nadie le plantase cara. Claro que no tenía ni idea de la reputación de Alistair, un joven que explotaba a la menor provocación.
    — ¡Comenzad, muchachos! — gritó el profesor un instante antes de que utilizara el silbato.

    Nada más escuchar el estridente sonido del instrumento, Oliver le pasó la pelota a uno de sus compañeros, pero Alistair logró interceptar el pase con una velocidad asombrosa. Viendo que los demás rivales se aproximaban a él para arrebatarle el balón, Alistair retrocedió y se lo pasó a Jessie, quien lo atrapó con cierta dificultad debido a la fuerza de lanzamiento. La chica esquivó a sus contrincantes a duras penas y aprovechó un hueco en sus defensas para devolverle el balón a Alistair, que se adelantó rápidamente y logró un gol antes de que el portero tuviese tiempo de moverse.
    — ¡Sois unos inútiles! — exclamó Oliver, rojo de indignación, al comprender que el equipo contrario había conseguido la ventaja. — ¡Sobre todo tú, Ravers!
    — ¡La culpa es tuya por haber permitido que te quitase el balón! — se defendió el portero.

    De no haber sido por la intervención del señor Stewart, Oliver y sus compañeros se habrían puesto a pelear allí mismo. Jessie y sus amigos, por el contrario, no se habían divertido tanto en todo el curso, ya que era la primera vez que los abusones quedaban humillados en su lugar.
    — Está muy claro lo que debemos hacer si queremos tener alguna oportunidad de ganar. — les dijo Adriana a los demás, cuyas miradas se clavaron en Alistair. — Debemos pasarle el balón a Alistair cada vez que tengamos ocasión.

    Así lo hicieron. Cada vez que uno de los chicos encontraba una abertura en la línea de ataque de la pandilla de Oliver, le arrojaban la pelota al joven Cassius para que se acercara al extremo opuesto del campo y marcara. No importaba cuánto se esforzaran los rivales en detenerle; Alistair se hallaba en su elemento y parecía imbatible. Tan eficaz resultó ser la estrategia que la puntuación final fue de diez-siete a favor del equipo de Jessie, hecho que fue muy comentado al finalizar la clase.
    — ¡Ha sido impresionante, Alistair! — exclamó Alice, que no había dejado de mirar al nuevo estudiante durante todo el partido a pesar de las protestas de su equipo.

    Todos, incluida Jane Tweth, se mostraron de acuerdo, con la excepción de Oliver y compañía, que se sentían decepcionados. El primero estaba lívido, prácticamente rabioso al percibir la admiración que Alistair había despertado en su novia, por lo que se abalanzó sobre él sin previo aviso. Sin embargo, el profesor Stewart, habiéndose dado cuenta de sus intenciones, extendió una pierna y le puso la zancadilla, consiguiendo que el alumno se abriera una brecha en la frente al caer de cara contra el suelo.
    — ¡Vuelve a intentar hacer algo así y te aseguro que tendrás un cero en toda la asignatura! — le amenazó el profesor. — ¡Que alguien lo lleve a la enfermería mientras los demás van a los vestuarios!

    Incapaces de desafiar el tono autoritario del señor Stewart, los amigos de Oliver le ayudaron a ponerse en pie y a caminar en dirección a la enfermería mientras el resto de alumnos se separaba en dos para regresar a los vestuarios. Una vez allí, Alistair continuó siendo el centro de atención y de las felicitaciones de los demás, por lo que no pudo evitar sentirse muy satisfecho de sí mismo incluso después de haberse mudado por séptima vez.

    Aquella satisfacción se apagó cuando un extraño y desagradable vacío se estableció en su estómago, poniéndole la piel de gallina y causándole una sensación semejante al vértigo. Temiendo que pudiese perder el equilibrio, abandonó la ducha y se sentó en un banco apresuradamente.
    — ¿Te encuentras bien? — le preguntaron varias voces.
    — S-sí. — respondió, intentando no vomitar. — Sólo me he mareado un poco.
    — Debe de haberse esforzado mucho. — opinó un compañero.

    Alistair no dijo nada pero tenía el presentimiento de que aquella hipótesis no era correcta, de que el esfuerzo físico no explicaba aquella sensación de tener un bloque de hielo flotando en el estómago. Al fin y al cabo, no había realizado un esfuerzo mayor del que estaba acostumbrado, por lo que el malestar no tenía nada que ver con la actividad física.

    El chico permaneció sentado en el banquillo, aguardando que el mareo y el vacío desapareciesen, escuchando cómo se iban apagando las conversaciones de sus compañeros y el sonido de la caída del agua.
    “¿Apagando?”

    Algo confundido, Alistair abrió los ojos y observó con atención la estancia, tan rebosante de actividad como lo estaría cualquier vestuario. Sin embargo, no se escuchaba nada; parecía que un pesado manto hubiese taponado sus oídos para impedirle oír cualquier cosa que no fuese el latido de su propio corazón. En medio de aquel siniestro silencio, deslizándose a través del vapor que surgía de las duchas, una figura fluida, distorsionada como si se hallase tras una cascada, apareció en el vestuario, aparentemente invisible para todos menos para el joven Cassius, quien se incorporó con el cuerpo tenso, preparado para luchar o huir.

    Dos orbes rojos, ovalados como las pupilas de un felino, surgieron en lo que debía de ser el rostro de la sombra y se cruzaron con los dispares ojos de Alistair al mismo tiempo que una retorcida mano de largos dedos se extendía y apuntaba al pecho del alumno con una uñas aún más largas, de las que se deslizaban gotas de un líquido carmesí. Fue en aquel preciso instante cuando Alistair sintió un dolor lacerante en el pecho y en el abdomen, donde habían aparecido cinco heridas sangrantes semejantes a las que causarían unas afiladas garras. Una estremecedora idea llegó a su mente: que la sangre de la que estaban manchadas las uñas de la figura era la suya propia.

    De repente, los sonidos regresaron al vestuario, y la figura desapareció llevándose consigo el dolor y la molesta sensación de vacío. Alistair, todavía sentado en el banco, no tenía ninguna señal en el torso pero parecía que estuviese a punto de desmayarse. Tom debía de sospechar eso mismo, pues observaba atentamente a su compañero y se hallaba a medio camino entre sentarse y levantarse, como si estuviese preparado para agarrarle en caso de que tuviese lugar la pérdida de conocimiento.
     
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    Lex

    Lex Psychotic.

    Tauro
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    Al fin tuve tiempo de leerlo todo y como siempre me has dejado con ganas de más =^^=
    Interesante ya van apareciendo los poderes de los chicos =^^= y se va definiendo quien es el malo en si. Me ha encantado la parte en la haces del director de la orcso un crío, ya lo imagino =^^=. Y por lo visto Cassius se va a haciendo más popular entre las chicas espero que sea del tipo frio que no se interesa tanto por esas cosas.

    en cuanto a lo técnico me confundí un poco cuando nombraste a Alice y Jane juntas, es que aun no me hago una idea de Alice creo que es eso solo logro imaginar a las amigas de la sobrina del director y a Jane. Me perdí un poco en esa parte =^^= . de allí en cuanto a ortografía no noté nada y has mejorado tu uso de los guiones =^^=.

    espero que aclares que tienen que ver los snex con los humanos por que me quede con muchas dudas en eso ya quye los describiste como humanos =^^=

    bueno me despido y plis no te olvides avisarme la conti perdon por no haber comentado el capi anterior =^^=
    Sayito
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    CarlosCF

    CarlosCF Usuario común

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    Siento que leo la versión mitológica de los Hombres de Negro.

    ¿Una guerra?, mmmm, que mal.

    Me pareció (nuevamente), bastante regular y bla bla bla, tooooodo lo demás que creo que siempre escribo cada vez que leo unos cuantos capítulos de una historia. No sé por qué me pasa esto, creo que de repente es porque ya he leído tantas historias del mismo corte que ya me he desensibilizado de ellas. Acaso, ¿acaso mi historia también es igual de normal?, es decir, no comprendo porque hay algunas historias que me despiertan interés, y hay otras que no me mueven en absoluto, así que voy a pensarlo para responderlo.

    [​IMG]

    ¡Ya!, me parece que eso se debe a que, a que todas estas historias parecen tener un ambiente demasiado sobrenatural sumado a un protagonista con algún rasgo que lo hace “el centro de atención” desde el comienzo (sin contar los nombres que le ponen). No sé, quizá sea eso, quizá no, porque si lo pensamos esos son factores que no podemos evitar (sobre todo si te gusta la fantasía como a mi), lo que si sé es que he leído los tres primeros capítulos y aún me siento adormecido.

    Para descartar, voy a tratar de buscar una historia con un protagonista común y corriente, en una ciudad común y corriente, con un nombre común y corriente (jajaja), pero que sea del género fantasía, a ver si eso es lo que está pasando acá en realidad.

    Pero no te lo tomes a mal, en pocas palabras tu historia está bien, bien redactada (salvo una oración que me dejó como que “qué?”) no hay fallas ortográficas notables, por ahí pones los guiones separados de las letras, pero nada grave, no no, nada grave. Ya seguramente los demás se encargarán de aporrearte por eso (jojojo).
     
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  11.  
    Nestea

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    Leo
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    Bien...Vengo a comentarte porque ya tengo mucho tiempo posponiendo esto viene siendo hora de hacerlo:
    Alistair y Jessie parecen un perro desobediente y su amo cuando salen a pasear :ekisde:. ¿A Tom le comieron la lengua los ratones? No... espera... D: ¡Le comieron la lengua las ratas! Qué gusto el de Jessie por la gente rara (y no hablo del pobre Tom), incluso ella me parece cada vez más rara; ¿No será de casualidad un ser oscuro que puede leerle la mente a las personas? :ekisde:.

    Ahora en serio ¿De qué acusaremos a nuestro amigo el Snex: maltrato animal o violación de los derechos humanos? ¿Dónde están los hombres de negro cuando se les requiere? D: Re-WTF!? O: Mayers es medio Dragón, con razón lo respetan tanto :ekisde:.

    Awww... Yeah, ya todos sabíamos que Alistair es mitad licántropo, no hace falta que lo demuestres con el balonm... ¡¿Por qué con los perdedores?! (?), nah mentira; viene siendo hora de que alguien les enseñe a esos idiotas que los más débiles no son los menos importantes. OwO! ¡Qué golazo! Un poquito más y creo que es Maradona :triplekisde:. Una muy buena estrategia la de los chicos y una genial victoria gracias a Alistair. ¿Será Alice o Jane? Creo que es Alice porque Jane tiene novio... oh si, estaba comentando, no pensando.

    O_O! ¿Así tratan a los alumnos inquietos? No me quiero imaginar los castigos *Inserte risa macabra aquí*

    ¿Qué demon...? ¿Cómo es que alguien con suficiente forma física para barrer a un equipo entero se debilitaría por un partido? Huele a ser oscuro... ¡¿Qué c*rajo fue eso último?! me has dejado comiéndome las uñas de los pies porque se me acabaron las de las manos. Ahora vamos con nuestro reportero técnico:

    Muy bien, es una escritura muy pulcra y con pocos errores ortográficos(que no menciono porque son demasiado insignificantes), lo único que puedo destacar es el uso de los guiones(como joden estas rayitas): el guión va separado del texto sólo si está junto a un signo de Exclamación/Interrogación, de menos debe pegado a las letras; y cuando vas a colocar una coma(",") o un punto (".") lo haces luego de los guiones, por ejemplo:
    ~Ossu~
     
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    Problemática doble vida
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    Capítulo 4.
    Tentaciones. La llamada de la sangre.

    Por supuesto que Alistair no experimentó la humillación de desmayarse delante de los demás chicos, sino que acudió a las siguientes dos clases como si aquella extraña aparición nunca hubiese tenido lugar. Sin embargo, no fue capaz de concentrarse en las explicaciones de los profesores por culpa de los murmullos que continuaban circulando a su alrededor relatando el modo en que había dejado para el arrastre a Oliver y su equipo.
    —Es natural que todo el mundo hable tanto de ti—le explicó Jessie a la salida del instituto—. Oliver jamás había sido superado por nadie en lo que a deportes se refiere. Deberías sentirte orgulloso.

    El joven Cassius soltó un gruñido y se despidió con un ligero movimiento de manos para tomar el camino a su casa, siendo repentinamente abordado por Alice.
    — ¿Puedo robarte un segundo de tu tiempo? —le preguntó la chica, mostrándole una sonrisa deslumbrante.
    —Sí, claro— respondió el chico, algo incomodado por tanta atención recibida.
    —Este viernes cumplo dieciocho años y voy a celebrarlo con una fiesta en mi casa aprovechando que mis padres se marchan de fin de semana y quiero que vengas.
    — ¡¿En serio?! —exclamó Alistair, quien nunca había sido invitado a ninguna fiesta.

    Sonriendo más ampliamente ante la sorprendida expresión del chico, Alice asintió y le dio la dirección de su casa y la hora a la que comenzaría la celebración.
    —Puedes invitar a tus amigos—añadió al darse cuenta de que estaban siendo observados por Jessie y compañía, que se encontraban lo bastante cerca como para poder escuchar aquellas palabras, antes de darse la vuelta y comenzar a caminar para reunirse con Jane—. Espero verte en la fiesta.

    Todavía algo descolocado por la invitación de Alice, Alistair continuó caminando a su nueva casa, encontrando al llegar a su madre sentada en el sofá, tan rígida como una estatua. Las muecas de dolor de su rostro eran indicativos de que debía de llevar horas manteniendo aquella postura tan antinatural en una persona.
    — ¿Cómo te ha ido el primer día de instituto, cielo? —le preguntó la mujer al darse cuenta de que el chico había llegado.
    —Podría decirse que ha sido…algo agitadillo—replicó Alistair mientras se dirigía a su habitación.

    Al regresar a la cocina y ver la pizza apoyada en la encimera, comprobó exasperado que su madre nuevamente había pasado de cocinar, situación que se repetía un día sí y otro también. Tomó un trozo de pizza bajo la atenta y celosa mirada de Rose.
    — ¿Qué has querido decir con eso de “algo agitadillo”? —le preguntó la mujer—. ¿Qué es lo que has hecho, jovencito?

    Alistair tragó rápidamente el trozo de pizza que tenía en la boca, le lanzó una mirada colérica a su madre y exclamó:
    — ¡¿Por qué das por supuesto que he hecho algo?!
    —Como no me explicas el significado de “algo agitadillo”, no puedo evitar pensar en que te has metido en algún lío—replicó Rose, encogiéndose de hombros—. Todavía tengo malos recuerdos de la rotura de brazo que le causaste a ese pobre chico en el instituto de Nueva York sólo porque se burló del hecho de que no llegaras a conocer a tu padre.
    —Se lo tenía merecido—gruñó el joven Cassius—. Tal vez debería haberle causado un daño más serio.
    — ¡No digas algo tan cruel, jovencito! —le reprendió su madre, tratando de regresar al tema inicial de la conversación —. ¿Qué es lo que te ha hecho decir que tu primer día ha sido agitado?
    —La ahijada del director no ha parado hasta lograr que me quedara con ella y sus amigos—le explicó Alistair—. He tenido que comer con ellos y todo.

    Rose miró a su hijo con los labios curvados en una sonrisa de satisfacción, pues el chico nunca le había hablado de nadie que le hubiese querido a su lado.
    —Me alegro de que estés comenzando a integrarte—declaró a la vez que se incorporaba y tomaba un vaso de cristal de uno de los armarios para beber agua.
    — Y una chica llamada Alice Vernet me ha invitado a una fiesta en su casa este viernes para celebrar su cumpleaños.

    El vaso se estrelló contra el suelo rompiéndose en una multitud de brillantes fragmentos de cristal sin que Rose le prestara atención, pues estaba ocupada observando atentamente el rostro de su hijo, buscando tal vez alguna pista que anunciara que las últimas palabras de Alistair eran una broma.
    — ¿Lo dices en serio? — preguntó al no hallar tal indicio.
    —Claro—respondió el joven, algo asombrado por la alarma que brillaba en los ojos de su madre—. No creo que haya que reaccionar así sólo porque una chica me haya invitado a una fiesta.
    — Supongo que tienes razón—dijo Rose mientras tomaba una escoba de otro armario y comenzaba a recoger los destrozos—. ¿Puedo saber quién es esa tal Alice Vernet?
    — Es una chica de mi misma clase.
    — ¿Y es alumna del instituto desde hace mucho?

    Alistair no entendía la razón de aquel interrogatorio, pues no creía que se tratara de simple preocupación por la compañía que pudiese frecuentar. Algo en el rostro de su madre le decía que temía que algo malo ocurriese en esa fiesta.
    —Jessie me dijo que formaban parte de la misma promoción y que conocía a Alice de vista desde la escuela elemental—se apresuró a responder—. Puedo ir, ¿verdad?
    — ¿Habrá algún adulto responsable en la fiesta? —le preguntó su madre, extrañamente más relajada que antes.
    —Los padres de Alice—respondió Alistair sin pensarlo, ya que no estaba seguro de que su madre le dejara asistir a una fiesta nocturna sin vigilancia aunque eso le ayudara a integrarse con los chicos de su edad.
    — Entonces no hay ningún problema—aceptó Rose, arrojando los restos del vaso a una bolsa y volviendo a concentrarse en la pizza, cuya mitad ya había sido víctima del apetito de Alistair.



    El resto del lunes transcurrió con tranquilidad. Mientras su madre se dedicaba a disfrutar de su último día de libertad viendo una serie de la dos, Alistair aprovechó las horas entre la comida y la cena para hacer los deberes de química y de matemáticas que les habían mandado aquel día, tarea tras la cual tomó los apuntes de historia que Tom le había prestado y copió palabra por palabra los temas que entrarían para el examen que tendría lugar en dos semanas. La tarea se le hizo pesada y contribuyó a incrementar el cansancio mental que le había causado aquella extraña visión en los vestuarios.

    Tras atiborrarse de comida china (un nuevo ejemplo de la vagancia de su madre en lo que se refería a las actividades culinarias), el joven Cassius se quedó viendo la televisión hasta que el creciente dolor de cabeza le hizo darle las buenas noches a su madre y dirigirse a su habitación para echarse en la cama. Nada más tumbarse en la colcha, un intranquilo sueño le abatió.

    La sombra que había visto en los vestuarios volvió a aparecerse ante él en aquellos desagradables sueños, cuyo ambiente se caracterizaba por tratarse de ciudades derruidas e incendiadas o campos de batalla llenos de cadáveres que eran devorados por los cuervos. Tal y como había hecho en la visión, observaba a Alistair con sus inquietantes ojos rojos y extendía sus distorsionados brazos en un vano intento por atraerlo hacia ella. La única diferencia era que la sombra poseía una voz susurrante pero clara en los sueños, empleándola para pronunciar una palabra que no lograba alcanzar al chico.

    Alistair no podía estar seguro pero pensaba que la sombra estaba llamando a alguien, exhortando a una persona a que regresara a su lado. Todavía tratando de distinguir aquella palabra, despertó empapado en sudor y acariciándose el dolorido torso, sintiendo nuevamente el lacerante dolor de aquellas cinco largas heridas que no lograba ver con sus ojos. Tardó bastante en volverse a dormir.



    Los siguientes días transcurrieron sin grandes eventos, salvo las constantes intentonas de Oliver y su pandilla de humillarle públicamente como pago por la derrota infligida durante la clase de educación física del lunes. Sin embargo, gracias a una extraña intuición que poseía Tom, Alistair logró evitar cada una de las bromas y trampas que le tendieron aquellos abusones. El chico no pudo evitar sentirse muy satisfecho al ver a Jane discutiendo con Oliver y reprochándole aquella vergonzosa actitud de mal perdedor.
    — ¿Piensas ir a la fiesta de Alice? —le preguntó Jessie durante la comida de aquel miércoles.
    —No voy a hacerle ascos a una invitación siendo tan pocas las que recibo—respondió Alistair sin apartar la mirada de la mesa en la que se encontraba Jane.
    —Entonces nosotros también iremos para protegerte de posibles…tarugos.
    — ¿Os importaría dejar de cotillear? —les preguntó Adriana mientras tachaba los cálculos que había estado haciendo durante la charla—. Necesito concentrarme en la dichosa tarea de química.
    — ¿Por qué no la hiciste ayer? —le preguntó Lorena—. ¿Por qué siempre dejas las cosas para el último momento?

    Antes de que la malhumorada Adriana pudiese replicar, Tom se apresuró a escribir una única y simple palabra: <<Vagancia>>.
    —Aléjate de mí si no quieres que te haga tragar la pizarra—le amenazó su compañera, atemorizándole en un abrir y cerrar de ojos.

    Aunque Alistair no era un chico muy sociable, no se sentía realmente incómodo pasando el tiempo con aquel estrafalario grupo, sino que se había acostumbrado a la extraña omnisciencia de Jessie, el eterno silencio de Tom y a las constantes y ridículas discusiones entre Lorena y Adriana hasta llegar a estar a gusto con ellos. Claro que no podía considerarse muy cercanos a ellos en menos de una semana.
    “Si Jane estuviese con nosotros, tal vez estaría más alegre.” pensó con pesar, echándole una mirada a la chica, que le había dado la espalda a Oliver para hablar amenamente con Alice.



    — ¡No va a pasar nada, mamá! —exclamó el joven cuando su madre se cuestionó la conveniencia de asistir ella misma a la fiesta para ayudar a los padres de Alice (desconociendo que se trataba de una mentira de su hijo).
    —Podría ocurrir cualquier cosa—insistió la mujer.

    Alistair se exasperó y preguntó:
    — ¿Cómo qué?
    —Alcohol, drogas y peleas, por poner algunos ejemplos—respondió su madre—. Permíteme recordarte que tú eres bastante irascible (no te hagas el ofendido, porque sabes que tengo razón) y enseguida entras en alguna pelea.
    —Eso podría animar bastante cualquier fiesta—repuso el muchacho mientras se abrigaba con una cazadora de cuero negro, regalo de su madre.

    Aquel comentario no fue bien recibido por Rose, quien se apresuró a agarrar a su hijo del cuello de la cazadora para mirarle fijamente a los ojos y decirle con gran severidad:
    — ¡Ni se te ocurra armar un escándalo delante de los padres de la chica que tan amablemente te ha invitado a su casa! ¡Y no trates de hacer algo indecente con su hija!
    — ¿Qué quieres decir con “algo indecente”? —le preguntó Alistair, empleando el mismo tono escéptico que había empleado su madre al finalizar el primer día de instituto.
    —Ya sabes a qué me refiero—replicó con Rose, repentinamente violenta—. Puede llegar a haber mucho contacto físico en las fiestas muy concurridas.
    — ¡¿Me crees capaz de intentar ligarme a Alice delante de sus padres?! —saltó el joven Cassius, asombrado por el descaro de su madre.

    A pesar de saber que no habría ningún adulto vigilando el transcurso de la fiesta, le ofendió muchísimo saber que su madre le creyera capaz de intentar algo con una chica delante de los padres de la misma.
    —Si estuvieses en mi lugar, entenderías que no sé muy bien que esperar de ti ni de tu sangre caliente—afirmó Rose, cuyo tono de voz daba a entender que no le apetecía seguir discutiendo.
    — ¡Esto es el colmo!

    Harto de la presencia de su madre, Alistair abandonó la casa dando un fuerte portazo para indicar lo enfadado que estaba. Recorrió las oscuras calles de la ciudad intentando ignorar la desagradable sensación de que estaba siendo observado por unos ojos ocultos en los rincones y se dirigió a la dirección que le había dado Alice. Supo inmediatamente que era la casa correcta, pues podía escuchar la potente música y los emocionados gritos de los invitados resonando por toda la calle; ya había un gran ambiente festivo.
    — ¡Me alegro de que hayas podido venir, Alistair! —exclamó Alice, que se estaba ocupando de recibir a los invitados conforme llevaban— ¿Sabes que te ves muy bien con esa ropa tan rebelde?
    —Gracias—respondió el chico, que se había quedado boquiabierto al ver la provocativa ropa de su compañera—. Tú tampoco estás…nada mal.

    Aquello era decir poco, pues la ropa de Alice, tan ligera como la que solía usar en el instituto, parecía hecha para exaltar a cualquier chico que pasara por las proximidades.
    —Pretendo caldear el ambiente—declaró la anfitriona con una sonrisa traviesa, invitándole a entrar.

    El interior de la casa de la joven Vernet era, en aquellos momentos por lo menos, una estancia semejante a una discoteca para menores de dieciocho años, iluminada por una multitud de cambiantes luces y animada por la música y el contoneo de los estudiantes.
    Se acercó a una mesa llena de aperitivos, en torno a la cual se encontraban reunidos sus compañeros habituales.
    —Ya pensábamos que no ibas a venir—le dijo Jessie.
    — ¿Cuándo habéis llegado? —les preguntó Alistair.

    Lorena trató de responder, consiguiendo que el puñado de cacahuetes que acababa de coger de la bandeja se le quedara atascado en la garganta.
    —Hace media hora que estamos aquí—intervino Adriana mientras ayudaba a su amiga a librarse de la obstrucción—. Nos lo hemos pasado en grande observando a Oliver y Jane; los dos son el alma de la fiesta.

    Alistair siguió la dirección de su mirada y comprendió el motivo por el que Adriana había empleado un tono irónico. Sentados en un sofá colocado al otro extremo del salón, Jane y Oliver evitaban mirarse a la cara o intercambiar cualquier palabra. Estaba más claro que el agua que el chico Carst no se había tomado muy bien las críticas de su novia.
    —La verdad es que no entiendo que esos dos sean pareja—les dijo a sus compañeros, sintiendo la desagradable tensión dentro de la relación—. Ella se merece algo mejor, ¿verdad?
    —Estaría mejor contigo—replicó Jessie, quien ya sabía muy bien que el novato se había encaprichado de la animadora—. Tal vez deberías intentar flirtear con ella.
    << Oliver le haría picadillo. >> opinó Tom, inseparable de su pizarra. << ¿No es un golpe bajo ligar con la novia de otro tío? >>
    — “Todo vale en el amor y en la guerra.”—citó la mandamás como si no hallase sentido a la existencia de un dilema moral—. De todos modos, Alistair le haría un favor a Jane si lograra alejarla del bruto de Oliver.

    Antes de que el joven Cassius tuviese la oportunidad de barajar sus opciones, no dar ningún paso o arriesgarse a entrarle a Jane, Alice se aproximó a él y le preguntó si podría ayudarla a bajar algunas cajas llenas de refresco de su habitación.
    —Por supuesto que sí—afirmó con rotundidad, incorporándose y despidiéndose por un tiempo de los demás.

    Siguió a la jefa de las animadoras escaleras arriba y a lo largo de un pasillo hasta llegar a su habitación, una pequeña y modesta estancia para una sola persona. A pesar de su posición y de su aspecto físico, Alice no parecía ser del tipo de persona que disfrutara ornamentando sus posesiones de forma llamativa.
    — ¿Dónde están las cajas que hay que bajar? —preguntó al no ver nada que pudiese contener los refrescos.

    Se sobresaltó al escuchar a Alice cerrando la puerta rápidamente y echando el pestillo.
    —No hay ninguna caja para bajar—reconoció con un tono de voz muy sugerente—. Sin embargo, hay otra cosa que sí podrías ayudarme a bajar.

    Alistair sintió un extraño picor extendiéndose por toda su piel al contemplar la caída de la camiseta de Alice al suelo, asombrándose todavía más al escuchar el sonido de la cremallera de su minifalda vaquera siendo desabrochada.
    — ¿Q-Qué…estás haciendo? —tartamudeó mientras la anfitriona, vestida únicamente con ropa interior rosa, se aproximaba a él moviendo su cuerpo de tal forma que parecía pretender hipnotizarle.
    —Creía que estaba claro—replicó la muchacha al tiempo que pasaba sus brazos alrededor del cuello de su invitado—. Estaba esperando la oportunidad perfecta para poder estar contigo a solas.

    Completamente turbado, Alistair se retorció hasta librarse del sensual abrazo de Alice y se alejó de ella, tropezando con la cama y cayendo en ella de espaldas.
    — ¿No crees que te estás apresurando un poco? —le preguntó con la intención de ganar más tiempo—Ni siquiera nos conocemos.
    — ¿Es que no te resulto atractiva? —le preguntó Alice, sentándose a horcajadas sobre él y tomándole las manos para morderlas con suavidad.

    Pero Alistair sintió un dolor lacerante en su carne y comprendió que la chica, convertida en toda una acosadora, le había mordido con fuerza suficiente como para hacerle sangrar. Para su horror, Alice lamió sus heridas, impidiendo que ninguna gota de sangre escapara.
    —C-claro que eres atractiva, pero es que yo no estoy preparado para dar un paso así—se excusó, tratando de contener las nauseas.
    —Eso se puede arreglar—replicó su acosadora, que le rompió la camiseta y le abrió una gran herida en el pecho con unas uñas repentinamente crecidas.

    La víctima trató de resistirse al ver a la chica nutriéndose con la sangre del pecho, pero pronto descubrió que algo le estaba arrebatando sus fuerzas.
    —Quiero que me poseas—le susurró Alice, cuyo aliento apestaba a sangre, mientras comenzaba a desabrocharle los pantalones.
    — ¿Sin protección? —trató de bromear el chico, cada vez más débil.
    — ¿Por qué iba a querer evitar que tu semilla llegue a mi interior? —le preguntó la depredadora, muerta de risa por la estúpida pregunta—Lo que yo quiero precisamente es tu semilla, tu semen, tu fuerza vital, para concebir a una fuerte generación de súcubos.
    >> El semen de aquellos tres patéticos humanos estaba corrompido por las drogas, de modo que no me servía para concebir hijas poderosas. Sin embargo, el tuyo me permitirá alcanzar mi objetivo. <<

    El súcubo continuó jugando con Alistair, robándole su energía y preparándose para llevar a cabo la cópula y la fecundación.

    Fue entonces cuando la sangre del joven Cassius estalló.
     
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    ¡Chaf! Aparecí yo para poner mi comentario(antes de que la resaca de fin de año me impida hacerlo xD).

    O: Cuanto mérito para Alistair sólo por hacer que le partieran la cabeza a el bravucón xD.

    ¿WTF? O.O? ¿Acaso Alice lo va a besar el primer día de clases? Ah... sólo era una fiesta... ¿¡Re-WTF!? ¿¡Nunca le habían invitado a una fiesta en toda su vida!? huele a Forever Alone (?) D: Alistair no sabe de lo que se ha perdido. ¿"Puedes llevar a tus amigos"? ¿Qué clase de porrista estereotipada invita a los perdedores de la clase a su fiesta? Alice quiere algo de Alistair, puedo verlo *Meditación* -.-

    Madres vagas... La mía no me dejaría comer comida así dos veces al día, ni aunque yo le pagara por el permiso D:

    Sabía que lo siguiente serían días monótonos hasta el día de la fiesta xD. D: ¿Aún después de esa discusión lo dejan salir? Y con chaqueta de chico malo xD. ¡Ja! ¡Lo puedo ver a primera vista! Ya casi confirmas mis sospechas: Alice es el súcubo o una p*ta, la mamá de Alistair tenía razón xD.

    O: "En la guerra y el amor todo vale" Jessie realmente debe tenerle cariño a Jane xD.

    ¿Cajas? ¿En el cuarto? Alistair, no seas bobo por favor, si realmente hubiesen cajas con refresco irían al sótano o el depósito, no al cuarto de la chica linda; pero de eso se trata la historia, el protagonista debe caer en el engaño. *Censura las escenas siguientes* ¡No apto para menores de 13! (?) Ahora viene el "Te lo dije" hace siglos estaba diciendo que Alice era el súcubo, o quizás sea una "perrocha", no espera... DX ¡Quiere exprimirlo para hacer súcubitos-lobo! Oh... espera... ¡NOOOO! Yo quería ver lo que seguía, ya hasta había preparado mis lentes especiales para leer gore xD

    ~Ossu~
     
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    Capítulo 5.
    Su nombre es Fenrir. Despierta el linaje del rey lobo.
    Habiendo bebido demasiadas latas de refresco, Tom no tuvo más remedio que separarse de sus amigos y precipitarse en la búsqueda del cuarto de baño, también situado en el piso de arriba. Sin embargo, cuando después de tres intentos abrió la puerta correcta, un nauseabundo e irritante olor invadió sus fosas nasales de tal forma que perdió las ganas de hacer cualquier cosa que no fuera vomitar. Siguiendo el rastro de aquel penetrante aroma, se aproximó a la bañera, llena a rebosar de agua, y descorrió las cortinas.
    “No puede ser.” pensó a la vez que daba un respingo y se tapaba la boca con las manos como acto reflejo en respuesta a las acrecentadas naúseas.

    Incluso los malos de La matanza de Texas se habrían puesto enfermos ante la visión del contenido de la bañera. Sumergidos en aquella agua turbia, habría tres pequeños seres esqueléticos cuyo aspecto era semejante al de un embrión a medio formar, al de unos bebés del tamaño de un puño sin ojos, sin piel e incluso sin carne (algunas zonas de su cuerpo dejaban ver los malformados huesos y músculos). Aquellas criaturas no se habían desarrollado por completo o lo habían hecho incorrectamente, convirtiéndose en seres inútiles para los propósitos de su creador.
    “¡Chicos, tenemos un grave problema!” proyectó aquel pensamiento al punto donde se hallaban las conciencias de sus amigos. “¡En esta casa hay un…!”

    Antes de que pudiese concluir la advertencia, un sobrenatural aullido de dolor e ira atravesó el aire con una fuerza atronadora, abriendo brechas en las estructuras de las diferentes habitaciones y haciendo estallar cualquier tipo de cristal.

    Asombrado por aquella sacudida y por el hecho de no haberse meado encima como consecuencia del susto, Tom abandonó la sala de baño justo a tiempo de ver a Alice atravesando la puerta de su habitación con el cuello desgarrado por unas feroces fauces. El aire vibró con un nuevo aullido, dañando seriamente el techo, del que comenzaban a desprenderse grandes fragmentos.
    “Esto se está desmoronando.” pensó, descendiendo rápidamente por las escaleras mientras alzaba los brazos para protegerse de la lluvia de escombros.

    Llegó a la sala principal de la fiesta justo en el momento en que Lorena creaba un campo de fuerza para bloquear los cascotes que comenzaban a caer sobre los desconcertados estudiantes, muchos de los cuales todavía conservaban la perplejidad grabada en el rostro que les habían dejado aquellos aullidos.
    “¡Alice es un súcubo!” les informó antes de que un tercer aullido sobrecargara los aparatos eléctricos de la casa a través de una nueva ráfaga de energía.
    — ¡Pues Alistair está a solas con ella! —exclamó Adriana, teletransportándose para evitar ser aplastada por un fragmento de techo.


    Sobresaltando a los aterrorizados estudiantes, la puerta de la entrada saltó de sus goznes y cayó al suelo para dejar paso a Clarisa Lay, Rayth Stewart y Elean Hawell, sus profesores de historia, educación física y química. La primera no tardó ni un segundo en abatir a la multitud con su influjo hipnótico, sumiéndoles en un profundo sueño, mientras el segundo creaba a su alrededor una cúpula de diamante capaz de soportar el peso de los escombros.
    — ¿De dónde vienen esos aullidos? —les preguntó el señor Jawahell a Jessie y sus amigos, los únicos jóvenes que no habían caído bajo el control mental de la esposa del inspector Lay.
    —Del piso de arriba—respondió Lorena—. Alice Vernet ha resultado ser un súcubo, pero no creo que esos aullidos los esté produciendo ella.

    El profesor de química se dirigía con determinación hacia la escalera cuando la estructura de la misma colapsó y se derrumbó sobre él. Si su sombra no hubiese tomado el control de la situación en ese preciso instante empujándolo a un lado, el shadow habría muerto aplastado.
    — ¡¿Qué demonios está ocurriendo allí arriba?! —exclamó Clarisa, asombrada por los innumerables destrozos que estaba sufriendo la casa.



    Hacía rato que Alistair ya no sentía la excitación que Alice había sembrado en su cuerpo. Lo único que estaba experimentando en aquellos momentos, lo único que le ligaba al mundo y a la realidad, era un dolor que no tenía nada que ver con el dolor de las heridas que la chica le había infligido en el pecho. Era como si alguien estuviese machacando sus huesos, uno tras otro, sin piedad con una pesada maza para volver a soldarlos con un hierro muy caliente, sólo que de un modo notablemente diferente a cómo eran antes.
    “¡Que Alice termine de una vez!” pensó llevado por la desesperación, pues el ardor de sus huesos y la sensación de su sangre hirviendo se le estaban haciendo insoportables.

    Una extraña niebla de ira y violencia se apoderó de su mente, tiñendo su entorno de un intenso color rojo sangre. Al mismo tiempo que sus músculos se rasgaban y se hinchaban de forma alarmante, sus dientes estallaron para dar paso a una nueva dentición, más fuerte, afilada y letal. Su oído y su olfato, repentinamente más agudos, percibieron los gritos de dolor de Alice y el amargo olor de su sangre.
    — ¡¿Qué eres tú?! —chilló el súcubo, cuya sangre se derramaba de la herida que aquellos dientes de acero le habían abierto en el cuello.

    Sometido por aquel despiadado dolor, Alistair no pudo contestar, demasiado ocupado en percibir todos los cambios que estaba experimentando su cuerpo: manos y pies retorciéndose hasta convertirse en poderosas y afiladas garras; piel cubriéndose de un espeso pelaje grisáceo; rasgos humanos modificándose hasta adoptar la morfología del rostro de un lobo. Su garganta se tensó con gran ferocidad, liberando un intenso aullido que hizo añicos todos los muebles del dormitorio de Alice.
    — ¡Acabaré contigo! —gritó la líder del equipo de animadoras, cuyo atractivo aspecto se había deformado para mostrar la imagen de un esquelético demonio de grandes alas de murciélago.

    La criatura se arrojó sobre el transformado Alistair, que logró herirla en el lado izquierdo del pecho con sus garras en pleno vuelo. Alice quedó sorprendida; en el poco tiempo que llevaba siendo un verdadero demonio, jamás había sentido algo tan parecido al terror.
    — ¡Jamás me imaginé que habría otro ser oscuro en el instituto! —afirmó el súcubo mientras retrocedía, visiblemente debilitada por las heridas recibidas.

    La bestia aulló nuevamente y contrajo las patas traseras para impulsarse y atravesar el techo de la habitación con un enérgico salto, desapareciendo en la oscuridad de la noche ante la asombrada mirada de la criatura que había tratado de matarle y de utilizarle para continuar su especie.
    “Debo atrapar a ese ser lobo.” pensó con desesperación, todavía extasiada por la inmensa fuerza vital de su cuerpo. “Tal y como pensaba, él podrá darme una numerosa camada de invencibles súcubos.”

    Desplegó sus alas con la intención de ir tras su presa a pesar de que sus heridas, las cuales cicatrizaban rápidamente gracias a su naturaleza demoníaca, todavía no habían sanado.
    ¡Dêlâpsus!

    Una fuerza invisible hizo caer al súcubo al suelo como si le hubiesen colocado una pesada roca sobre cada ala. Indignada, observó el otro extremo del pasillo, donde Jessie y los demás habían aparecido gracias al poder de teletransportación de Adriana.
    — ¡Tú eres una hechicera! —exclamó al comprender que había sido derribada por un conjuro.

    Furiosa por no haber sido capaz de darse cuenta de que varios de sus compañeros y sus profesores eran seres oscuros, Alice arrancó un inmenso fragmento de pared y se la arrojó a los recién llegados.
    ¡Diffractum! —recitó Jessie al tiempo que apuntaba a la roca con sus manos.

    El hechizo provocó que la roca quedara reducida a polvo antes de que les alcanzara, momento que Elean aprovechó para inmovilizar al súcubo utilizando su sombra como cadenas mientras Stewart creaba una lanza de diamante y se la arrojaba. A pesar de los esfuerzos por huir, Alice vio su corazón atravesado por el arma diamantífera del profesor antes de convertirse en humo y desaparecer para siempre.
    — ¿Dónde está Alistair? —preguntó Clarisa.

    Sus miradas se posaron en el agujero que el joven Cassius había dejado en el techo.
    —Esto no puede ser bueno—susurró Lorena.



    Poseído por un desconocido instinto animal, Alistair recorrió las calles de la ciudad a gran velocidad gracias al impulso de sus patas posteriores. Su nuevo cuerpo, más fuerte y veloz de lo que jamás había sido antes, agrietaba el suelo y abollaba los vehículos a su paso, sobresaltando a los transeúntes, que sólo eran capaces de ver un borrón grisáceo arrasándolo todo a su paso. La bestia no se detuvo hasta llegar a una colina situada a varios kilómetros de la ciudad de Phoenix, donde logró recuperar el control sobre su cuerpo.
    — ¿Qué me está pasando? —se preguntó al tiempo que se examinaba las garras y la peluda cola que nacía del final de su espalda.
    —Podría decirse que tus genes paternos han despertado—dijo una voz que sólo había escuchado el primer día en su nuevo instituto.

    Alistair se volvió para encontrar al director Mayers observándole con ojos brillantes de interés, como si se tratara de un científico que acabara de descubrir una nueva especie. No entendía que hacía allí, pues Jessie le había contado que su padrino había viajado a otra ciudad para reunirse con otros directores de instituto.
    — ¿Qué has querido decir con eso? —preguntó con un gruñido, demasiado airado como para preocuparse de ser formal.
    —No creo que yo sea la persona idónea para decírtelo.
    — ¡¿Y quién lo es?! —exclamó Alistair, cuya visión volvió a teñirse de rojo a causa del enfado— ¡¿Quién puede explicarme lo que me está ocurriendo?!
    —No hay razón para enojarse—declaró Mayers, dispuesto a mantener una actitud conciliadora con el joven.
    — ¡¿Qué no hay razón?!

    Lanzando un rugido lleno de rabia, Alistair se abalanzó sobre el director y trazó un amplió arco con sus garras en un intento de desgarrar su pecho, cosa que no llegó a suceder por el sorprendente hecho de que su piel estaba formada por duras escamas doradas.
    —Como puedes observar, yo también soy algo más que un humano normal y corriente—le dijo Mayers a su estudiante, que contemplaba con los ojos completamente abiertos su piel de reptil—. Tus garras todavía no pueden compararse a las de tu padre. Eres demasiado joven como para poder perforar las escamas de un dragón que ha vivido cientos de años.

    El joven Cassius se sentía cada vez más confuso. Alice había tratado de matarle no sin antes intentar quedarse embarazada, él se había convertido en una especie de licántropo y su director había resultado ser un dragón de gran edad que afirmaba conocer a su padre.
    — ¿Quieres obtener respuestas a todas esas preguntas o prefieres seguir dejándote llevar por la rabia y destrozar todo lo que se encuentre en tu camino? —le preguntó Mayers, aprovechando que la confusión del muchacho le había quitado las ganas de pelear.
    —Quiero saber lo que está pasando—replicó Alistair.
    —En ese caso deberías ponerte esto por encima—le aconsejó Mayers, entregándole una amplia capa para cubrirse—. Tu nuevo aspecto causaría una enorme impresión a cualquiera que te viera.

    Una vez Alistair se hubo cubierto con la capa, ambos regresaron a la ciudad con la mayor celeridad posible.



    Rose Cassius casi se desmayó al abrir la puerta de su casa y ver el aspecto transformado de su hijo, quien no pudo culparla tras examinar su imagen reflejada en el espejo. Lo único que quedaba de su antiguo ser eran sus dispares ojos, los cuales incluso presentaban un brillo salvaje, una llama animal que antes no poseían.
    —Esperaba que este día jamás llegara—susurró la entristecida mujer mientras tomaba un botiquín de primeros auxilios del baño y empapaba un trozo de algodón con alcohol—. Me he esforzado día tras día, mes tras mes y año tras año en evitar que mi hijo experimentase el cambio.
    —Estoy seguro de que eras consciente de que se trataba de una batalla perdida—replicó Mayers, quien se mantenía apartado de la madre y del hijo—. No podías esperar realmente desafiar a la naturaleza de la sangre que fluye por las venas de Alistair.
    — ¿Piensa explicarme alguien de qué estáis hablando? —les preguntó Alistair, molesto al sentirse excluido de la conversación— ¿Por qué me he transformado en…en esto?

    Rose intercambió una mirada con el dragón, que asintió y abandonó el cuarto de baño para permitirles hablar en privado.
    — ¿Sabes cuál es el motivo por el que no tengo ninguna foto de tu padre, Alistair? —le preguntó a su hijo mientras comenzaba a deslizar el algodón sobre las heridas del pecho.
    —Pensaba que era porque te resultaba doloroso pensar en él—respondió el joven, tan deseoso de descubrir la verdad que no sentía el escozor del alcohol sobre sus cortes—. Me contaste que murió durante un conflicto estallado en Irak antes de que yo naciera.
    —Ese hombre del que te hablé no es tu verdadero padre—se apresuró a contarle Rose, cuya voz estaba comenzando a volverse temblorosa—. Tu verdadero padre sigue vivo.

    Alistair se quedó rígido al escuchar aquellas palabras, incapaz de decidir cómo debía reaccionar. Algo en su interior volvió a agitarse, un ardiente sentimiento de indignación y de furor contra su progenitora.
    —Cuando tenía quince años, perdí a toda mi familia y me quedé sola en el mundo; no tenía nada ni nadie a quien recurrir—le siguió contando la mujer—. Un día, hace aproximadamente treinta años, una extraña bestia me atacó y trató de matarme. Si no hubiese sido por la intervención de un grupo de soldados conocidos como los snex, me habría convertido en su cena.
    — ¿Quiénes eran los snex? —le preguntó Alistair.
    —Los snex eran, y siguen siendo, un peligroso grupo armado creado con el único propósito de aniquilar a los seres oscuros—le explicó Mayers, quien se había quedado escuchando la conversación desde el otro lado de la puerta. Intuyendo la duda del muchacho incluso sin verle el rostro, añadió—: Los seres oscuros son criaturas como tú y como yo; criaturas como lo era Alice Vernet y como lo es tu padre.
    —El líder de aquel grupo me acogió y me aceptó como miembro de los snex—intervino Rose, algo molesta por la intervención del dragón—. Me entrenó y me preparó para luchar contra los oscuros, llenándome la mente de creencias que yo misma consideré acertadas hasta que comprobé su verdadera naturaleza.
    >> Durante cinco años ayudé a los snex a capturar y exterminar a todos los seres oscuros que encontráramos sin pensar en que tal vez estábamos contribuyendo a alimentar una gran amenaza que acabó desatándose sobre la humanidad. Al final de aquel periodo, comenzaron a tener lugar una serie de inexplicables muertes y de extraños desastres a lo largo del mundo, dando inicio a un conflicto conocido como la Era oscura; una guerra desatada entre humanos y seres oscuros, todos luchando por ocupar su lugar en el mundo. <<
    — ¿Qué tiene que ver mi padre con todo eso? —preguntó Alistair, anonadado por toda aquella historia.
    —El líder de los snex sentía un odio especialmente intenso hacia los seres lobo al considerarlos culpables de la muerte de su hija, por lo que su mayor deseo era ver a Fenrir, su rey, humillado y decapitado bajo sus pies. Su mayor ambición ha sido desde siempre matar con sus propias manos a tu padre.
    — ¿Me estás diciendo que mi padre es ese tal Fenrir? —le preguntó su hijo, que sentía como si todo el mundo que le rodeaba se estaba haciendo pedazos. — ¿Significa eso que soy el hijo de un monstruo?
    — ¡Te equivocas por completo! —exclamó Rose, algo nerviosa por la irritación que reflejaba el tono de voz del joven—. Puedo asegurarte que hay muchos humanos que superan a Fenrir en lo que a ser monstruoso se refiere.

    Nuevamente presa de la furia, Alistair se incorporó, haciendo caer a su madre por el impulso de su transformado cuerpo.
    — ¡¿Qué no lo es?! —gritó sin ninguna piedad— ¡¿No acabas de decir que empezó a matar a la gente y a arrasarlo todo?!

    Tratando de no amedrentarse ante la ira de su hijo, Rose se incorporó y colocó el botiquín en su sitio, en el armario del cuarto de baño.
    —Aunque yo pensaba igual que tú en un principio, diez años después de que comenzase la Era oscura tuve la oportunidad de conocer al rey lobo en persona y puedo afirmar sin miedo a equivocarme que Fenrir jamás mató a un ser humano si no era absolutamente necesario—declaró rotundamente.
    — ¿Y por qué le odia tanto el líder de los snex si no fue el responsable de la muerte de su hija?
    —Nunca logramos averiguar la razón de ese odio tan enfermizo—volvió a intervenir Mayers—. Yo conozco muy bien a Fenrir, pues somos líderes rivales, y no puedo decirte nada más que él hizo todo lo posible por ayudar a poner fin a la guerra, la cual finalizó el mismo día en que tú fuiste concebido.

    Alistair observó a los dos adultos con la aplastante sensación de que le estaban ocultando algo fundamental, percibiendo que su historia presentaba lagunas e incoherencias. Daba la impresión de que había un tercer protagonista en aquella confusa trama, sin el que el relato no podía existir.
    — ¿Sucedió algo más en aquella guerra? —le preguntó a su madre, que le miró sin comprender— Parece que dais a entender que toda esa…Era oscura estuvo planeada por alguien más.
    —En las guerras suceden muchas cosas y en ellas se ven implicadas muchas personas—le recordó Mayers, empleando un tono enigmático.

    El joven Cassius deseaba conocer toda la verdad pero sabía que no podría conseguir sonsacarles nada más por aquella noche. No era una realidad que le pudiese ayudar a controlar su mal humor.
    —Supongo que no debería sentirme enfadado, pues mi vida no ha cambiado en lo esencial—dijo con una voz rebosante de rencor—. Antes pensaba que nunca pude conocer a mi padre porque murió antes de que yo naciera y ahora sé que nunca lo he conocido porque mi propia madre no se ha dignado a hablarme de él. Supongo que Fenrir nunca se ha interesado en venir a verme, en estar con su hijo.
    —Hijo, si te oculté la verdad, fue para mantenerte protegido—se defendió su madre—. De todos modos, por supuesto que tu padre no es esa clase de…
    — ¡No quiero oír más mentiras! —gritó Alistair mientras abandonaba a los dos adultos y se encerraba en su habitación dando un portazo.

    Dolida y al borde de las lágrimas, Rose se enfrentó a Mayers y le reprochó:
    — ¡Me dijiste que no permitirías que a Alistair le ocurriese nada malo! ¡Rafael me aseguró que el súcubo no le pondría las manos encima a ninguno de tus alumnos!
    —Lamento que todo tu esfuerzo haya resultado en vano, Rose, pero yo no podía imaginarme que Alice vernet fuese un súcubo—dijo el dragón, arrepentido por no haber podido evitar que el demonio matase a sus primeras víctimas—. Alice acababa de alcanzar su madurez, por lo que su energía negativa era demasiado débil para percibirla. Creo que podemos estar agradecidos a la sangre de Fenrir de que tu hijo siga con vida después de su encuentro con una devoradora de hombres.

    Rose se sentó en el borde de la bañera, desesperándose al comprender que ya nada volvería a ser igual que antes. Lo que más temía, sin embargo, era que su hijo la odiara por haberle mantenido oculta su verdadera naturaleza; ese miedo comprimía su corazón como si de una cruel garra se tratara.



    — ¿Qué habrá pasado? —preguntó una chica al escuchar un gran estruendo procedente del centro de Phoenix.
    — ¿Y eso qué más da? —le preguntó su novio, molesto por la interrupción.

    Se trataba de una joven pareja decidida a probar cosas nuevas, como lo era hacerlo en un cementerio. Realmente el chico, el que más fantaseaba con mantener relaciones en un lugar prohibido, era el que lo había decidido, pues la chica no comprendía el motivo por el que alguien pudiese sentir deseo estando rodeado de tumbas y lápidas. El problema era que la chica no tenía mucho carácter; era incapaz a decirle que no a su novio por miedo a que la abandonase por otra chica que quisiese complacerle.

    El sonido de unos pasos sobre la hojarasca sobresaltó a la chica, que se colocó instintivamente la blusa y se incorporó rápidamente.
    — ¿Qué ocurre ahora? —refunfuñó el chico.

    Su novia extendió un brazo para señalar a un desconocido vestido con una larga túnica negra que acababa de surgir de entre los árboles. La figura encapuchada se deslizaba a través de las tumbas con ligereza, como si se deslizara en lugar de caminar.
    “¿Quién será?” se preguntó mientras observaba cómo el hombre se detenía en una zona libre de tumbas, haciendo caso omiso de las súplicas de su novio.

    El encapuchado extendió una mano, con la que sostenía un pequeño amuleto imposible de distinguir en la distancia y recitó:
    ¡Sublevare et vivere!

    El amuleto emitió una pálida luz verde al mismo tiempo que las lápidas comenzaban a temblar y a resquebrajarse.
    ¡Sum belligerum sub dominus! —continuó recitando el hechicero, cuyo amuleto arrojaba por aquel entonces una gran multitud de delgados rayos eléctricos. — ¡Excindo vîtae sub dominus et sub dominatrix!

    La pareja contempló boquiabierta cómo todo el cementerio se iluminaba con aquel extraño resplandor verdoso y el terreno oscilaba bajo sus pies.
    —Larguémonos—le susurró el chico a su novia, siendo sensato por primera vez en esa noche maldita.

    Los dos jóvenes echaron a correr dejando atrás la ropa que se habían quitado, pero unos dedos fríos y duros les sujetaron las piernas y les hicieron tropezar. No pudieron contener unos agudos gritos de horror al ver que los seres que les habían derribado eran cadáveres revividos saliendo de sus tumbas, todos en diferente grado de descomposición. Sus esfuerzos por liberarse de aquellas manos muertas y putrefactas no sirvieron de nada, por lo que sus cuerpos comenzaron a ser mutilados por los dientes de los muertos.

    Al cabo de pocos minutos se convirtieron en los dos cadáveres más recientes del ejército del nigromante.
     
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  15.  
    Lex

    Lex Psychotic.

    Tauro
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    Holas wow!!!!!!! como siempre me pierdo algunos capis ushhh gomen por eso
    pero me han encantado lo de Alice que fuerte!!! la tipa me parecio re salida uffff
    me gusta la habilidad de Tom =´´=

    en cuanto a lo tecnico has mejorado usando los guione, aun que esta vez supe todo lo que pasaria con anticipación nop me causo ninguna sorpresa... le quitastre ese supenso y pusiste mas rabia y acción (el suspenso hubiera acelerado el ritmo de la trama un poco más haciendolo parecer más arriesgado e incluso tenebroso sobre todo en la parte del cementerio), en esa parte te hubiece quedado muy bien obrar con mas terror que acción debido a la mescla de escenas tanto la erotica como el miedo que sintieron ambos al ver a los esqueletos y ser devorados por ellos.
    Faltas de ortografía no vi,la verdad no me fijé en ello... XD pero eres bueno con eso y si las tienes no son tan notables.

    espero el proximo capi con ansias no olvides avisarmeplis
    XOXO Yuen
     
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  16.  
    Ladron de Musas

    Ladron de Musas Usuario común

    Cáncer
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    bueno ya lei el prologo el cual me engancho,fue muy intersante la mension a criaturas fantasticas,y como el narrador se presenta a si mismo y habla con satisfaccion de su trabajo y de su ''estudio'' bueno espero darme el tiempo de seguir esta historia, saludos!!
     
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  17.  
    Nestea

    Nestea Entusiasta

    Leo
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    A ver... hoy he decidido:
    *Feel like a critic*
    Recalcar algunas cosas que vi y me parecieron raras, y dar una sugerencia (y aún no me creo que yo estoy diciendo esto)
    -Me parece que ese "al de" está fuera de lugar allí, sonaría mejor así:
    ...seres esqueléticos cuyo aspecto era semejante al de un embrión a medio formar, unos bebés del tamaño de un puño sin ojos, sin piel e incluso sin carne...


    -Esta parte no me convence por 2 razones:
    *Si Jessie es Hawell y sus padres murieron... ¿Elean Hawell era uno de sus tíos? ¿Por qué no se quedó con ella/el y se fue con Mayers?
    *Me parece que la primera oración sonaría mejor ordenada de esta forma:


    Allí te pasó algo raro, dejaste la oración inconclusa (Eso me sorprendió mucho, ya estaba acostumbrado a tu inmensa falta de errores ortográficos. Aunque todos somos humanos).


    Ahí sólo vi una coma faltante (creo) que ya señalé en rojo.


    Eso me dejó un poco confundido ¿No era el padrino?


    ¿No te suena raro? A mí sí xD

    También cabe destacar que me parece que pudiste haber jugado un poco más con el ataque del nigromante. Después de todo, es un ser oscuro maligno y usualmente cuando aparece esa clase de individúos se ve un poco más atractivo mezclar acción y terror. Siento que vi la acción, pero flaqueó un poco el terror (pudiste describir las muertes, que habría sido un buen toque).

    Hasta aquí la crítica, ahora la sugerencia.

    Creo que podrías hacer una especie de glosario de seres oscuros, con fichas como esta:
    Código:
    [B]Nombre del ser oscuro:[/B]
     
    [B]Capacidades conocidas hasta ahora:[/B]
     
    [B]Seres de este tipo conocidos hasta ahora:[/B]
     
    [B]Limitaciones vistas hasta ahora:[/B]
    
    Y se llenarían así:

    Nombre del ser oscuro: ????

    Capacidades conocidas hasta ahora:
    El poder de levantar a los muertos de su tumba y sublevarlos a su voluntad a través de ciertos conjuros.

    Seres de este tipo conocidos hasta ahora:
    El hombre del cementerio(Nombre desconocido).

    Limitaciones vistas hasta ahora:
    La necesidad de pronunciar los conjuros en latín para que sean ejecutados.
    Y, aparentemente, el uso de un artefacto mágico desconocido hasta ahora.

    Dejando fuera todo lo demás; este me ha parecido un muy buen capítulo, plagado de acción y que es un eslabón muy importante para los hechos que acontecerán pronto (No te digo qué creo que sostiene ese hombre cuando invoca a los muertos porque incluiría espoilearles la sorpresa a muchos)
     
  18.  
    Zeon

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    Muchas gracias por notificarme los errores, que han sido fallos de concentración al haber tantas palabras en el capítulo. El apellido de Elean es Jawahell pero el que haya un montón de personajes puede acabar provocando que se mezclen los apellidos.

    Ya sé que la escena del nigromante no ha sido tan tétrica como podía esperarse de una criatura semejante pero tengo pensado que su papel en la historia resulte todo lo aterrador que pueda ocurrírseme.

    Y gracias por la sugerencia (aunque un poco con retraso)
     
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  19.  
    Zeon

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    Título:
    Problemática doble vida
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    4515
    Capítulo 6.
    Mortis, el terror del otro mundo

    “Toda mi vida es una mentira.” pensó Alistair al mismo tiempo que derribaba una de sus estanterías destruyendo cada uno de los estantes.

    La historia que le había contado su madre seguía resonando en su cabeza a pesar de que habían pasado tantas horas desde que la escuchara que ya había amanecido. La furia que sentía por la red de mentiras que su madre había tejido a su alrededor junto con la que sentía hacia el padre al que nunca había conocido le habían impedido descansar, manteniéndole despierto hora tras hora.
    — ¡¿Qué quieres?! —le gritó a la persona que acababa de llamar a la puerta pensando que se trataba de su madre.

    Para su sorpresa, fue la voz de Jessie la que se escuchó en el exterior de la habitación.
    —Hablar contigo de lo ocurrido anoche.
    —No me apetece ver a nadie—gruñó el ser lobo, tumbándose en la destrozada cama con toda la intención de ignorar a su compañera.
    —Abre la puerta, por favor—insistió la ahijada de Mayers.
    —No me apetece ver a nadie—repitió Alistair, alzando la voz para dar a entender que su decisión era firme.
    —Como tú digas—dijo la chica—. ¡Transîgo porta!

    La puerta de la habitación del joven Cassius onduló como si hubiese dejado de ser un objeto sólido y se hubiese transformado en una masa gelatinosa para dejar pasar a Jessie, más concentrada en examinar el caos reinante en aquella estancia que en la asombrada mirada de Alistair.
    — ¡¿Cómo has hecho eso?! —le preguntó el novato mientras deslizaba sus manos sobre la puerta, que había recuperado su consistencia natural en cuanto la chica la hubo cruzado.
    —No ha sido más que un sencillo encantamiento básico—le explicó la joven Hawell sin darle importancia. Entrecerró los ojos y frunció el ceño al examinar el lugar—. Espero que los tíos no tengáis por costumbre mantener semejante desorden en vuestras habitaciones, porque de ser así no volvería a pisar ninguno.

    Extrajo una pequeña libreta de un bolsillo de su cazadora y la hojeó hasta dar con lo que andaba buscando.
    — ¿Qué es esa cosa? —le preguntó Alistair, cuyo enfado se había desvanecido por la curiosidad y por la sorpresa de que Jessie fuese una bruja.
    — ¡No soy ninguna bruja! —exclamó su compañera, descubriendo una vez más su curiosa habilidad para conocer los pensamientos de los demás— Si tu concepto de la magia es el de esos tipos que sacan conejos de una chistera y de esas verrugosas mujeres que comen niños, lo tienes claro.

    Era obvio que compararla con una de esas criaturas propias de los cuentos infantiles la había ofendido, de modo que Alistair se apresuró a pedirle perdón y que le dejara pasar el comentario como un simple error de novato. Suspiró de puro alivio cuando la muchacha relajó la furibunda expresión de su rostro y continuó observando la página de su libreta que había señalado.
    —Te voy a enseñar un poco de lo que la verdadera magia puede hacer. ¡Omnia ordo voco!

    La tranquila habitación se vio repentinamente rebosante de actividad, reparándose todos los daños que Alistair había ocasionado durante su ataque de ira; las dos mitades de la mesa de estudio se recompusieron al mismo tiempo que la cabecera de la cama y la estantería sin dejar ni una astilla fuera de su posición original; las hojas arrancadas se unieron a sus respectivos libros, que se depositaron rápidamente en los estantes; la mochila, la colcha, las mantas y la almohada se recompusieron y se libraron de las arrugas y la suciedad como si una persona invisible las estuviera sacudiendo; las grietas abiertas en las paredes y el techo por las garras del muchacho se cerraron, y las lámparas volvieron a funcionar.
    —Esto está mucho mejor—comentó Jessie, examinando su trabajo con gran satisfacción y luciendo sentirse más cómoda, aunque agotada—. Hace poco he tenido que utilizar este mismo hechizo para arreglar todos los daños que la casa de Alice sufrió durante vuestro “pasional encuentro”.
    — ¿Qué ha sido de ella? —le preguntó Alistair, estremeciéndose al recordar el aspecto demoníaco que había adquirido una de las pocas personas que le había recibido con los brazos abiertos.
    —Tratándose de un perverso súcubo recién desarrollado, fue aniquilada antes de que sus actividades produjesen más víctimas mortales. El día de tu llegada al instituto, Alice despertó sus poderes y mató a tres jóvenes con la intención de tener descendencia, algo que no logró ya que necesitaba hombres sanos y fuertes; hombres como…tú.
    — ¿Y eso lo sabían sus padres?
    —Mucho me temo que Alice los mató mientras dormían esa misma mañana. Los súcubos buscan constantemente hombres a los que robar la energía vital y con los que perpetuar la especia. Una vez han tenido a sus hijas (todos sus descendientes son hembras), buscan parejas humanas que hayan tenido una niña y la secuestran para poner en su lugar a sus monstruitos.

    Alistair pudo ver perfectamente la escena. Los súcubos actuaban de forma similar a los cucos, que depositan los huevos en los nidos de otras aves y dejan que sean los demás pájaros los que se ocupen de cuidar y alimentar a sus crías, las cuales acabarán deshaciéndose de sus competidores.
    —De modo que los humanos cuidan de los súcubos, cuyos poderes permanecen inactivos hasta el momento en que alcancen la madurez sexual, sin darse cuenta de que están ocupándose de un demonio. Y cuando el súcubo despierta sus poderes y su instinto depredador, los padres humanos se convierten en sus primeras víctimas.
    >> Ya puedes imaginarte lo que descubrimos en el interior del armario de la habitación de los padres de Alice, por lo que no creo que haga falta decirlo. <<
    — ¿Por qué decidió intentar utilizarme a mí? —le preguntó Alistair.

    Jessie le lanzó una mirada envenenada. Parecía pensar que el chico le estaba intentando tomar el pelo haciéndole semejante pregunta. Se incorporó y comenzó a dar vueltas a su alrededor para observar de cerca las transformaciones experimentadas.
    — ¡Cuidado! —exclamó Alistair cuando la joven Hawell dio un leve tirón de su cola.
    —Mayers me ha contado todo sobre tu verdadera naturaleza, a la cual no era completamente indiferente, pues algo me decía que eras mucho más de lo que aparentabas a simple vista—le explicó la hechicera mientras comenzaba a juguetear con sus puntiagudas orejas —. Eres un descendiente directo de Fenrir, el hijo del rey lobo, uno de los seres oscuros más poderosos que han pisado la tierra. Evidentemente, Alice se dio cuenta de que había algo especial en ti que le podría ayudar a conseguir una poderosa generación de nuevos súcubos, Habrías sido un padre perfecto, ya que le habrías otorgado una inmensa fuerza vital y les habrías transmitido el poder de Fenrir a las crías por medio de tus genes.
    —Menuda suerte tengo con las chicas—se quejó el joven, tratando de contener las ganas de gritarle a Jessie que dejara en paz sus orejas—. Claro que ella ha sido la primera, de modo que no puedo decir que tenga mala racha.
    —Por desgracia para nuestra amiga, el instinto de supervivencia contenida en tu sangre resultó ser superior a su ambición, de modo que acabó pagando las consecuencias de sus actos.
    >> Un accidente así no es fácil de mantener oculto de la opinión pública, así que he tenido que ayudar a Mayers y a sus amigos a borrar los recuerdos de todos los estudiantes. Les hemos dado a entender que Alice y sus padres murieron intoxicados por un escape de monóxido de carbono para evitar que se descubriese todo el asunto de los seres oscuros, un trabajo agotador para cualquiera. <<

    El joven Cassius se sentó en la cama e invitó a Jessie a hacer lo mismo, sintiéndose agradecido con ella por haberse molestado en explicarle todo aquello. Cuando se lo comentó, la chica replicó que él tenía derecho a estar al tanto de tales sucesos al formar parte de su mundo.
    — ¿Te ha tranquilizado conocer la verdad acerca de tus orígenes? —le preguntó la hechicera tras permanecer cinco minutos en silencio.
    —La verdad es que no sé qué pensar—respondió el ser lobo, dejándose caer hacia atrás para mirar fijamente el techo—. Tengo la sensación de no saber nada sobre mí mismo.
    —Mayers afirma que eso nos sucede a todos en algún momento de nuestras vidas; que madurar implica lograr comprender quiénes somos en realidad.
    —Eso parece una frase propia de las galletas de la fortuna—se rió Alistair, más relajado tras reconocer que Jessie era una persona perfecta con la que sincerarse—. Sin embargo, no creo que puedas entender que mi caso no sea tan sencillo—Jessie le lanzó una mirada que daba a entender que no comprendía el significado de aquellas palabras—, ya que no hemos crecido de la misma forma.
    —Los dos somos seres oscuros—le recordó su compañera, algo molesta por la apesadumbrada actitud del chico.
    —Pero tú has crecido sabiéndolo mientras que yo he crecido rodeado de mentiras. ¿De verdad crees que nuestra situación es la misma?

    Jessie cerró los ojos para meditar la pregunta hasta que no tuvo más remedio que reconocer que Alistair estaba en lo cierto.
    —Claro que no conseguirás nada encerrándote en la habitación y compadeciéndote de ti mismo—añadió para hacerle ver que su actitud no era precisamente la adecuada para superar una revelación como aquella—. Deberías tratar de hacer las paces con tu madre; ella sólo trataba de protegerte.

    Aunque no se sentía cómodo con la idea de sentarse a charlar con su madre después de lo que había descubierto acerca de su pasado, Alistair sabía que la joven hechicera tenía razón. Guardarle rencor a su progenitora no le haría ningún bien a ninguno de los dos. Tal y como había hecho en la fiesta, se dejó llevar por Jessie hasta el umbral de la puerta, donde se detuvo al percibir un desagradable olor a podredumbre y a tierra de cementerio invadiendo su sensible olfato.
    — ¿Qué sucede? —le preguntó su compañera, extrañada de verle olfatear su habitación.
    — ¿No lo hueles? —le preguntó a su vez Alistair, siguiendo el repugnante rastro hasta el alfeizar de la ventana, el cual se hallaba extrañamente cubierto de escarcha a pesar de tratarse de una calurosa mañana de sábado.

    Asomándose por la ventana, el joven Cassius descubrió que varias ramas del árbol que crecía ante su habitación también habían quedado congeladas, además de encontrarse invadidas por cientos de miriápodos y gusanos.
    “Aquí ocurre algo extraño.” pensó a la vez que sentía un horrible escalofrío recorriendo su espalda.



    Habitando un lugar oculto a los ojos de los habitantes, únicamente contemplado por los vacíos ojos de los difuntos a los que había invocado, el oscuro hechicero se disponía a llevar a cabo uno de sus mayores rituales de nigromancia.
    — ¡No os atreváis a tocar ese cuerpo hasta que yo os conceda permiso! —les gritó a los dos necrófagos que se habían aproximado al cuerpo sin vida de un pequeño al que el nigromante había secuestrado del hospital en su primer día de vida— ¡Repello!

    Una fuerza invisible se interpuso entre aquellas almas corrompidas y el cadáver, provocando que las dos esqueléticas criaturas retrocediesen indignadas, mostrando sus afilados colmillos y golpeando el suelo con sus pezuñas. Como su nombre indicaba, se alimentaban de cadáveres (aunque podían llegar a atacar a personas vivas si se les presentaba la oportunidad), por lo que observaban con ansia devoradora el cuerpo del recién nacido. Sin embargo, el hechicero no pensaba permitir que lo destrozaran hasta haber logrado completar con éxito el ritual, una acción que requería del fuerte corazón de un bebé arrancado antes de finalizar el primer día desde el nacimiento.

    El nigromante extrajo una refinada daga de uno de los numerosos pliegues de su túnica y se arrodilló junto al cuerpo del desafortunado niño al que había escogido para abrir su pecho y cortar los vasos sanguíneos que conectaban el corazón con el resto de su organismo.
    ¡Resipisco vita demissus nox atra, insons et iucundus cordis!

    Impulsado por la tenebrosa magia del nigromante, el corazón que sostenía entre sus manos volvió a latir a pesar de no hallarse dentro del cuerpo de ningún ser vivo. Apretando el reanimado corazón contra su pecho, el encapuchado se aproximó al centro de la sala, donde se hallaba un espléndido féretro de madera de roble. La tapa del ataúd estaba abierta, mostrando un esqueleto vestido con las elegantes vestimentas del que debió de haber sido un importante aristócrata.
    ¡Gratus hoc immolatio et resurgo ad famulor tui praeceptor, Vlad Draculea! —recitó al mismo tiempo que colocaba el embrujado corazón del sacrificio entre las costillas del cuerpo— ¡Ego imperio!

    El corazón sacrificado se encajó rápidamente en el punto exacto donde el conde había tenido el suyo, hinchándose hasta alcanzar el tamaño de un corazón adulto. Mientras millones de gotas de sangre surgían del órgano impulsor y cubrían el esqueleto, cientos de miles de voces se alzaron y resonaron en la mente del hechicero, que se mantuvo imperturbable al conocer de antemano lo que iba a suceder. Una densa niebla gris cubrió la estancia llenando el aire de rostros que reflejaban dolor y sufrimiento; los rostros de los difuntos que habían experimentado una muerte horrible. El ritual de resurrección había desgarrado los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos, permitiendo a los espíritus regresar al mundo físico portando con ellos todas sus penurias.

    Insensible a los gritos de desesperación de aquellas almas que habían visto perturbado su descanso, el nigromante contempló cómo la sangre se iba convirtiendo en carne y músculo, creando nuevos órganos para el renacido Vlad Draculea, quien se alzó de su tumba después de haber permanecido en ella durante casi seiscientos años. Extendiendo sus nuevos brazos, el conde rugió y mostró los afilados colmillos que se ocultaban en su boca a la espera de saborear una vez más la sangre caliente de un ser humano.



    Alistair tuvo que sujetar a Jessie para que no cayese por las escaleras cuando una oleada de lamentos se arrojó contra sus conciencias, repentinamente desbordadas por un ilimitado sufrimiento perteneciente a miles de personas a las que no conocían.
    — ¡¿Qué son esas voces?! —le preguntó a la chica, pues estaba convencido de que un ser oscuro como ella podría explicárselo.

    La hechicera, cuyo rostro se había vuelto tan blanco como el mármol, negó con la cabeza y se tapó los oídos en un desesperado intento por silenciar aquellas voces. Sin embargo, los estremecedores lamentos de aquellas personas continuaban resonando en su mente, atormentándola.
    — ¡Algo muy malo ha ocurrido! —fue lo único que dijo.

    El ser lobo iba a exigirle que se explicara cuando notó que un tibio líquido estaba cayendo sobre su frente. Al dirigir la mirada hacia el techo, se horrorizó al descubrir una mancha de sangre extendiéndose por toda la superficie y derramando gotas sobre los desamparados jóvenes.
    — ¡¿Qué demonios está pasando?! —gritó antes de que una asombrosa imagen apareciera ante él y le dejase mudo.

    Vestida con un pijama blanco bordado con dibujos de ositos de peluche, una niña de unos siete años había aparecido ante los dos compañeros y les observaba con unos apagados ojos enmarcados por intensas ojeras. Toda su piel era blanca como la nieve y seguramente, aunque no podían asegurarlo con certeza, era igual de fría.
    —Hay hombres malos en este mundo—susurró con una profunda voz muy extraña para una niña; parecía que se escuchara desde las profundidades de una caverna.

    En el instante en que terminó de decir aquellas palabras, un hombre enmascarado apareció tras ella blandiendo un afilado cuchillo de carnicero. A pesar de las advertencias de Jessie, la niña no logró darse cuenta de la amenaza y cayó al suelo con un profundo corte en el cuello.

    Alistair, que había sentido el acero del cuchillo como si le hubiese degollado a él, cerró los ojos por unos segundos y volvió a abrirlos, sorprendiéndose al no ver rastro de la niña ni del charco de sangre.
    “¿Habrá sido un espejismo?” se preguntó mientras abrazaba a la sollozante Hawell, pues la chica había quedado muy afectada por aquella aparición.

    Un nuevo coro de gritos de suplicio se alzaron en medio de sus mentes, y una de las puertas de aquella planta se abrió para mostrar una llameante habitación que Alistair no pudo reconocer. De pie en medio de las llamas, dos personas extendieron sus calcinados brazos y señalaron a Jessie, quien los contemplaba con un pavor superior al que había experimentado al presenciar el asesinato de la niña.
    —Son mis padres, Alistair—susurró mientras intentaba contener las lágrimas—; son mis padres.
    —Vuelve con nosotros, hija—dijo la mujer con la misma voz cavernosa que había utilizado la niña.
    —Tu sitio está aquí—añadió el padre—. La familia debe permanecer unida en los peores momentos.
    — ¡Basta ya! —les gritó Alistair, ansiando que dejaran en paz a su amiga.

    Su grito logró el efecto deseado, pues la puerta se cerró haciendo desaparecer la llameante aparición.
    —Creo que no voy a poder sacarme esa imagen de la cabeza—comentó la atormentada Jessie, quien parecía a punto de desmayarse.

    Temiendo por la seguridad de su madre, Alistair acompañó a Jessie escaleras abajo, llegando a un espectáculo todavía más macabro. Rose se hallaba encogida en el centro del salón, sollozando y tratando de no tocar ninguno de los muchos cadáveres que allí había y de no ver a los cuervos alimentándose de ellos.
    ¡Repello! —exclamó la hechicera, completamente harta de la situación.

    La fuerza de repulsión del conjuro provocó que todos los cadáveres y los carroñeros desaparecieran, logrando poner fin a la multitud de voces atormentadas que les habían estado persiguiendo.
    — ¿Te encuentras bien, mamá? —le preguntó Alistair a la mujer, habiendo olvidado por completo lo enfadado que había estado con ella unos minutos antes.
    —Alguien ha cometido un…crimen contra la naturaleza—declaró su madre sin hacer caso a su pregunta—. Los espíritus…se mueven a sus anchas por nuestro mundo y están comenzando a castigar a los…vivos.
    — ¡Eso es antinatural! —exclamó la alarmada Jessie— ¡Los muertos sólo se mezclan con los vivos si algo ha perturbado el equilibrio del mundo! ¡¿Quién puede haber hecho semejante estupidez?!


    Mientras las chicas discutían el asunto para calmar el terror que les habían inspirado las apariciones, Alistair se aproximó a la ventana a tiempo de ver la luz del sol desapareciendo tras una densa masa de nubes negras a la vez que un manto de niebla grisácea se extendía por las calles.
    “Esto es un mal augurio.”



    Atacado por los lamentos de los difuntos, Mayers se apresuró a alertar a los demás seres oscuros, algo exasperado por el hecho de que sucediese semejante evento después de haberse tenido que ocupar de un súcubo recién activado. Los muertos no significaban ninguna amenaza para los vivos en el mundo de los espíritus, pero la situación era diferente cuando eran invocados al mundo físico, donde podían llegar a ser más peligrosos que cualquier arma.
    “Únicamente los nigromantes se atreverían a mostrar tan poco respeto por los espíritus como para perturbar su descanso.” reflexionó, observando por la ventana el curioso cambio atmosférico que estaba teniendo lugar. “Lo que no entiendo es que uno de ellos haya decidido invocar a los espíritus en este momento.”

    Escuchando nuevamente los gritos de las almas en pena, el dragón abandonó su despacho y salió al pasillo en el mismo momento en que un objeto se aproximaba rodando. Cuando el objeto se detuvo a sus pies, comprobó que se trataba de la cabeza de una mujer cuyo cuerpo caminaba de un lado a otro sin control mientras se acariciaba el abultado vientre; aquella mujer había sido decapitada estando embarazada.
    “Hay que tener un sentido del poder macabro para hacer algo semejante.” pensó con una mezcla de repugnancia, ira y compasión. Hizo caso omiso a los intentos del cuerpo por llamar su atención y volvió a encerrarse en el despacho. “Los muertos deberían descansar para siempre en lugar de ser utilizados como armas por esos desgraciados.”
     
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    apenas puedo creerlo,bueno antes que nada felicitaciones por la explicacion sobre el origen de los sucubus,no dejaste cabos sueltos brujita,es muy profunda esta trama,mmm..la invocacion del nigromante estuvo muy sadico y gore,las escenas como esas le dan un toque especial al fic,no te senalo errores de redaccion porque no sirvo para eso XD XD XD
     
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