Prisionero de la bestia

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Roar, 21 Julio 2008.

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    Roar

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    Prisionero de la bestia

    Jamás quedé tan herido en una batalla, pero seguí de pie, a pesar de que mis palmas no resistían, yo persistí fuertemente. Estaba aferrado a seguir mi marcha, no quería que un tipo cualquiera se interpusiera en mi camino. Mis garras estaban dispuestas a contraatacar a sus golpes. Me puse en posición de batalla frente a él, y de repente, un golpe sagaz rozó mi espalda, pero inmediatamente salté al frente para evitarlo.

    -Deberías dejar de jugar con estos niños Alvan- se escuchaba una voz femenina detrás de mí, voltee detrás, y pude observar a una figura de cuatro patas, muy sensual caminando hacia mi oponente.

    -¿Debería?, él fue quien me atacó- de repente, pude escuchar la voz de mi opositor, que aunque con su amenazante tono de voz tan profundo, no me intimidó, seguí mirándolo con furia.

    -¡Lo mataste infeliz!- tenía rabia contenida en mis patas traseras, dispuestas a impulsarse y arrojarse frente al monstruo.

    Nos encontrábamos en un pastizal seco, mientras la lluvia del silencio de la noche nos abrumaba, un viento de escalofrío me arrompo y rompió mi coraje. Ambos monstruos se acercaban a mí, tratando de intimidarme, de frente, un imponente fantasma con pelaje cubriéndolo, igualmente que a mí, sólo que él tenía una corona rodeándole su rostro, parecía ser el líder, ya que todos los demás no poseían ese pelo que le rodeaba. No podía percibir su color, aunque el marrón se expandía por todo su cuerpo, al igual que los demás espectros, que le seguían, mi vista era errada, completamente cansada después de su persecución.

    -Forastero, será mejor que te vayas, estas son mis tierras- dijo calmadamente, parecía no tener intensiones asesinas, pero sus demás seguidoras tenían una presencia amenazadora, el peligro me invadió, y el frío se hizo presente, mientras las nubes de los grandes pastos amarillos, ocultaban completamente mi vista.

    Mis colmillos empezaban a ocultarse, y mi pelo dejaba de mostrar tensión, arrojándose a la calma.

    El viento, eso era lo que me hacía dar pasos hacia atrás, y tratar de perder al asesino, que sin moverse un segundo, no me quitaba la mirada de encima. En esa noche, quedé impactado por sus grandes ojos que se avistaban en la noche, eran intensos soles, pero por alguna razón, no quise seguir mi ofensiva. Él me recordaba al pasado, todo ese ambiente y el olor, me hacían recordar mi hogar. Me senté, en medio del círculo de fieras, frente a la bestia de melena.

    Es casi como casa, me dije en mi mente.

    Tan serena mirada arrollaba mi corazón, el palpitar de la tierra seca me anunciaba algo, pero no entendía nada, hasta que sentí las garras de aquellas figuras con apariencia similar a la mía, pero con hambre de matar a los extraños.

    Lo miré sin hacer nada, porque sabía a casa, lo sabía.


    Prisionero de la bestia
     
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    Re: Prisionero de la bestia

    Igualmente no me puedes engañar, querías algo con ese chico- escuchaba en mis sueños, al parecer estaba congelado, no podía mover mi cuerpo, y mis patas estaban tensas por alguna razón. Mi corazón palpitaba rápidamente. Pude ver a aquel animal asesino, seguía teniendo amoríos con tres hembras que se le acercaban, al parecer ellas estaban dispuestas a realizar los deseos de la bestia, cualquiera que estos fueran.

    -¡Ha despertado el cobarde!, váyanse, no me gusta tener testigos- al decir esto, lanzó un rugido y las tres esclavas salieron de lo que aparentaba ser una cueva, y dejarnos al miserable frente a mí, en soledad.

    -¿Quién te crees al crear espectáculo en mis tierras?, ¿qué no conoces el código?- se acercó lentamente, yo no podía moverme, estaba entumido mi cuerpo, como si estuviera congelado, es por eso que decidí insultarlo, pero él me ignoraba y reía dando vueltas a la cueva donde nos encontrábamos.

    -Si alguien muere es por beneficio de los otros, ponte a pensar en eso, ¿cuántos de mis hijos pudieron dormir bien gracias a que tu hija sirvió de alimento?- al decir eso, simplemente bajé mi mirada, evité verlo en absoluto y tiraba lágrimas de coraje, quería morir en ese mismo instante, dejar de escuchar las obscenidades que hablaba sobre la memoria de mi hija.

    -Uno me dijo que disfrutó mucho su cuerpo.

    -¡Maldito seas!, infeliz, ¿cómo puedes hablar así teniendo hijos?, ¿cómo puedes jugar con la vida de un ser viviente?- no podía soportar su presencia, me parecía que la violencia era lo menos que podía esperar para ese tipo, él seguía jugando con su melena y golpeándome con su cola cada vez que caminaba frente a mí.

    -Estás enfermo, te daré mi piedad, pero una vez que te recuperes, tendrás que escapar, o igual morirás.

    -¿Cómo puedo asegurar mi vida, si la de mi hija no fue ni siquiera juzgada?, además, estando así, tienes ventaja, sería inapropiado dejar un banquete escapar- le decía jugando con mi suerte, la verdad no tenía intensiones de seguir viviendo.

    -No es un secuestro, te estoy dando tu libertad, porque- interrumpiéndose con un suspiro. –te conozco demasiado, no quiero te quiero dejar ir.

    -¿De qué estás hablando?

    -¿No te parece familiar este lugar?- Por más que seguía rondando, y con sus garras rascaba las rocas que nos rodeaban, no me parecían nada conocido, aunque el olor era similar a un paraíso que solía llamar casa.

    -¿Casa, verdad?- Al decir eso, mis patas traseras dejaron de estar inmovilizadas, pero seguía con el cuerpo cortado, no podía levantarme, a pesar que las piernas traseras podían mantenerse, las delanteras me dejaban caer contra la tierra de la cueva.

    -Sé más que tu mi hermano, pero veo que tu no lo recuerdas, es por eso que debo darte una lección- levantó su garra y se lanzó a mi oreja izquierda; con sus dientes empezó a mutilar la punta de mi oreja, pero lo hacía suavemente, el tipo no quería lastimarme, aunque si me dejó marca.

    -¿Estás jugando conmigo?, ¿me crees un cachorro?

    -Ya te dije, te creo un hermano- Se acercó levemente a mi hocico, y sin quitar la mirada de mí, se alejó lentamente y corrió yéndose con las tres seguidoras que lo esperaban.

    -¡En realidad no estoy enfermo, ellas fueron las que me hicieron esto!- al gritarle eso, escuché una risa de su parte.

    Estando acostado pensando en lo ocurrido, me ponía a olfatear atentamente el lugar, estaba pensando en mi hijo que había quedado dentro del cuidado de mi gran amigo Ferph. Él me había informado de la desaparición de mi hija.
    No había encontrado el cuerpo de mi hija; solamente me habían dicho que la habían encontrada riñendo con leones, sin poder creerlo, me lancé en su búsqueda. Algo me decía que estaba muerta después de las declaraciones del tal Alván, pero por algo me mantenía vivo, algo quería que supiera, demasiado complicado cuando todo estaba tan disuelto.

    Y tuve un sueño, donde aquel Alván se encontraba junto a mí, jugando como niños, pero con cuerpos de adultos, me parecía tan difuso, pero el lugar donde estábamos era un lugar con suelo sin prados, con un color grisáceo oscuro, con montañas de metal llegando hasta el cielo, y varios espectros de gran tamaño que corrían de un lado a otro, mientras humanos paseaban sin problemas. Era el mundo de los humanos, el hábitat del hombre, ¿por qué me encontraba ahí?, ¿qué hacía Alván junto a mi?, ¿y por qué disfrutaba su presencia?
     
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    Re: Prisionero de la bestia

    -Igual tengo que decirle algo importante, le debo mi vida- escuchaba entre mis sueños.

    Tenía tanto miedo. Caminar en esa neblina repleta de humanos, pero Alván no me abandonaba, seguía a mi lado.

    -¡Levántate!- un pequeño maullido espantó mi cuerpo, haciendo que cayera de la roca en la que estaba durmiendo.

    -Vaya, tiene mucho de ti aquella chica- decía una pequeña criatura con brillo en sus ojos amarillos, igualmente con una presencia felina, se arrojó a mi cuerpo, y montó mi lomo esperando a que reaccionara.

    -Vamos, quiero jugar un poco- dijo, mientras me daba cuenta que ya no estaba en aquella cueva. Estaba afuera, donde podía localizar a la sabana con vientos presurosos, y un cielo nublado que espantaba en ciertos instantes al pequeño que seguía esperando un paseo de mí parte.

    -No puedo, estoy inmóvil. ¿Sabes cómo llegué hasta aquí?- le dije, volteándolo a ver. Tenía una esencia inocente, pero esa mirada me recordaba a Alván, tan profunda. Al parecer era uno de sus cachorros. Mientras yo le veía esperando respuesta, él jugaba con mi pelaje blanco.

    -No sobrevivirías ni un minuto aquí, el camuflaje es indispensable para la sobrevivencia aquí, ¿qué no lo sabes?- se refería a mi cuerpo envuelto en pelo blanco, era obvio que sería presa fácil por no encajar con los colores de la sabana, pero yo quería la respuesta de mi pregunta, así alcé un poco mi cuerpo para dejarlo caer por mí frente.

    -Ahora dime como llegué aquí.

    -Caminando, ¿no es obvio?, ayer despertaste a papá paseándote por toda la cueva.

    Me quedé impactado, ¿y había podido caminar?, pero si tenía una enfermedad en mi cuerpo. Necesitaba explicaciones, pero entre el pastizal seco, mis patas quedaron nuevamente inmovilizadas, no entendía nada, así que tuve que arrastrarme ligeramente entre la tierra seca, hasta encontrar a Alván. No podía moverme menos de tres metros, el cansacio me debilitó, y nuevamente tuve sueños sobre Alván junto a mí, pero estábamos hablando, sentados una especie de pilares de cristal, tan pacíficos.

    -Esa estrella que ves en el cielo puede que ya esté muerta, pero sigue brillando, ¿crees que eso te pasará a ti?- me decía, mientras evitaba mi mirada.

    -Eres muy raro- empezaba a reirme, mientras pude ver que él soltaba lágrimas, y las dejaba caer sobre sus manos. –Nadie se va acordar de mí una vez que muera Alván, todos hemos de morir, y es mejor que yo lo haga ahora mismo- le dije mientras él no podía verme y cerraba los puños con furia.

    Empecé a ver que los pilares donde estábamos sentados, eran sostenidos por una especia de luz que desaparecía cada instante que escuchaba los gemidos tristes de Alván.

    -Te equivocas, yo te voy a extrañar amigo- se estaba desvaneciendo la luz, él tenía herido su corazón por mis palabras, así que decidí callar.

    -No hace falta que te sacrifiques por mí- seguía insistiendo a que cambiara mi decisión, pero en ese momento yo quería protegerlo, él debía concluir con la tarea final, él era el elegido.

    -Mereces vivir más Alván, es por eso que sacrifico mis memorias por ti.

    -¡No es justo, jamás volveremos a encontrarnos hermano!- estaba desesperado, realmente quería seguir estando a su lado, pero tenía que cumplir con mi trabajo.

    -¿No crees?, entonces será así. Si quieres que nos volvamos a ver, nos encontraremos lo más pronto posible, pero debes esperar. El adiós es inevitable- le advertía del futuro, mientras me acercaba a su pilar, sentándome a su lado.

    -Entonces será un hasta pronto, no quiero detenerte más, pero antes necesito darte algo- decía mientras de sus manos, creaba una especie de materia, que luego sostuvo ligeramente, y la colocó en mi pecho.

    -Es un tatuaje, que una vez que tus memorias regresen, podrá plasmarse en tu cuerpo, así sabré si estás listo, viajaré en miles de vidas, y en una de ellas aparecerás nuevamente.

    -Hasta entonces Alván- le sonreía, mientras me levantaba del pilar, y me preparaba para arrojarme al abismo, pero antes, Alván sostuvo mi brazo fuertemente, mirándome rendido.

    -Necesito decirte algo- igualmente se levantó y susurró a mi oído dos palabras que petrificaron mi palpitar.

    Una vez que atacó mi aliento con eso, me arrojé rápidamente al abismo, donde sentía que mi cuerpo se desintegraba, e incluso mi vista, había perdido sensibilidad en la caída, pero las palabras de Alván no se borraban, seguían dando vueltas en mí, para perderlo de vista.



    “Te amo”
     

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