. Prey [Del latín al español: Presa]. —Ven aquí, Piplup —escuchó el pokémon, mientras observaba la figura indefinida de un hombre que se acercaba a paso lento a dónde él se encontraba. Gruñó, más por instinto que nada. No le agradaba—. ¡He dicho que vengas a mi lado, pequeño bastardo! Su pequeña anatomía tembló. Sabía que si se negaba a obedecerle sería peor, y no podía escapar... por más que lo intentaba siempre existía algún impedimento que le provocaba más dolor. Pero tampoco deseaba acercarce, no le gustaba la sensación de aquellas manos acariciando su espalda como si fuera una mascota, ésas manos sólo le transmitían dolor y arrogancia. —Has hecho un buen trabajo —le dijo el hombre con voz rasposa—, pero debes fortalecerte más, Piplup. Derrotar a un pokémon es una victoria de orgullo, pero debes aprender más, mucho más. Ser consiente que el ansia de poder no es mala, te ayuda a sobrevivir. Matar no es malo si es para ganar —el pokémon volvió a gruñir en desacuerdo—. ¡Cálla, idiota! —Resopló, dando un manotazo en su diminuta espalda—. Algún día yo no estaré más y tú debes aprender a ser el depredador en vez de la presa. "Depredador y presa..." No eran tonterías, en realidad representaba algo muy lógico en su pequeña mente. Era un juego, como cualquier otro, donde existía un ganador y un perdedor; el ganador era el mejor porque obtenía aquello por lo cual había luchado y el perdedor, él sólo podía aprender para mejorar. No era que le molestara, él había participado en ambos bandos, por éso los entendía muy bien. Piplup había evolucionado después de varios años, ahora era un fuerte Empoleon que transmitía un aura de grandeza, un miedo para con los demás; el amo había muerto, y con él los años de sufrimientos que pasó. No lloró ni se lamentó un poco, era feliz, tenía libertad, libertad de hacer lo que quisiera, de realizar todas aquellas cosas que en la presencia de aquél humano jamás pudo hacer. Cuando vio a un escuálido Mudkip acorralado simplemente se limitó a sonreír (como si a un pokémon como él se le pudiese notar el acto) y susurrando algunas cosas lo convenció de seguirlo con la promesa de una fuerza sin igual. Porque, si bien el amo había muerto, Empoleon no podía evitar pensar que, en algún lugar (o en varios lugares quizá) del mundo, existían más personas como aquél que lo entrenó. Malos. Sádicos. Inhumanos. Y era su trabajo, pues así se lo había autoimpuesto, eliminar a toda amenaza para un pokémon. Aún cuando eso significara entrenarlos como se le inculcó a él en su momento. Si el dolor ayudaba, bienvenido era, él sufriría por todos aquellos que debía salvar. Porque Empoleon era un cazador, no la presa que Piplup de antaño representaba. No. Él era el cazador y los humanos las presas. Exacto. Empoleon sonrió mientras ingresaba al bosque seguido de Mudkip. Había llegado el momento de jugar con los roles invertidos. . . . . . Notas de la autora: Fue lo mejor que se me ocurrió con la palabra "Prey", es un juego en donde se nos da una palabra y, en base a ésa, debemos escribir una historia.
¡Hola, Fer! Pasaba por aquí y vi que publicaste un drabble en este foro, y dije "¿Por qué no leerlo?, ¡adelante!", jajajajaja. La historia me pareció muy interesante, con una temática bastante diferente a lo que he leído hasta el momento. Es notable como Piplup evolucionó tanto física como psicológicamente, pues se convirtió en un fuerte Empoleon y dejó atrás los miedos y la debilidad. Y su "entrenador", vaya que me recordó un poco a Paul. Con respecto a lo técnico, me gustó bastante la manera en que narras la historia, es como un estilo "intrigante"... lograste capturar toda mi atención en este relato jajaja. El único error que noté fue en este fragmento: Ahí, la tilde en "eso" sobra.... pequeño error, a todos nos pasa xD. Bueno, no tengo nada más que decirte. Buena historia :) ¡Saludos! OnlyYops.
¡Qué buena historia! Siempre se me quedó la frase de que no existian pokemon malos sino gente mala obligando a los pokemon a hacer cosas malas... aunque bueno, luego en el anime les valió esa premisa... pero el punto aquí es la corrupción, pese al 'odio' que le pudo haber guardado la inocencia del pokemon murió cuando era un piplup y al final terminó haciendo lo que su amo siempre quiso.