Me quedo mirando el mar desde el balcón de la casa que mis padres acaban de comprar en una pequeña ciudad costera, ¿alguna idea de lo que cuesta eso? Y mis padres, que precisamente no son de esos derrochadores… más que nada porque el único sueldo que entra en casa no da para ciertos lujos. Pero queremos vivir a tope el presente, antes de que el mundo se derrumbe sobre nuestras cabezas. Estamos viviendo en pleno 2.030 y lo que la gente había confundido con un nuevo mundo donde la tecnología fuera lo primero y casi lo único que existiera allí donde la ciencia estuviera tan desarrollada como para hacernos inmorales, invisibles y todos los entes que a un profesor no tan chiflado se le pasaran por la cabeza. Salvajadas, expresado en una palabra. Todo eso nos iba a convertir en algo evidentemente, innatural e inhumano. Y tantos intentos logrados, terminan en una consecuencia en la naturaleza. Y la respuesta que nos dió el mundo fue la que todos rehusamos aunque sepamos que realmente va a ocurrir. ¿Para qué conocer nuestra triste realidad? Y aquí estamos, en ese futuro perfecto al que todos los ilusos del planeta creían que íbamos a llegar. Y en lugar de esa perfección, nos encontramos sin hielo en los polos, con ciudades costeras inundadas por el derretimiento de éstos, y sin árboles, la secuela, peor que la muerte. Siempre que quede una gota de oxigeno en este lamentable mundo, ahí estará el ser humano para luchar por ella, que prefiere el egoísmo a la generosidad. Así somos nosotros, aunque, tercos, nunca lo reconozcamos. Somos como somos. Y esa magnífica ciudad costera de la que he hablado antes, antes se conocía simplemente, como la ciudad sin mar de Zaragoza. Inhalo aire antes de exprimirme más la mente con lo que según otros serían tonterías, pero, como he querido decir antes, no son más que los deseos frustrados de la gente para creer que todo va bien. Aunque, abstraída en mis pensamientos, no he dejado de mirar el mar con mis ojos agua marina, me acabo de percatar de que hay una pareja que se ha atrevido a cruzar la línea que separa la orilla de las olas espumosas del mar. Parecen una chica y un chico que aparentan los veintitantos. Suicidas. Últimamente hay muchos que pagan al gobierno para que se les permita ir al mar. Y lo curioso es que, precisamente pagas al gobierno para seguir con vida. Exacto, pagamos para vivir y si no puedes, te inyectan una droga que ellos mismos inventan que te mata al instante y se deshacen de tu cuerpo en el mar… pero si no quieres ver el fin del mundo que ya está tardando en llegar, puedes pedir permiso para sumergirte en el mar e inmolarte, por supuesto, también hay que pagar para eso… Y el porqué de tanto abonar para aquí y para allá se debe a que para ver el último árbol de la vida tienes que ir a un museo americano, literalmente, porque, el reciclaje en el pasado no sirvió de nada, y los árboles se han extinguido de la faz de la Tierra, por lo que el oxígeno está apunto de terminarse y solo aquellos que puedan pagarlo podrán seguir con vida. Así que aquí estamos la humanidad, esperando sobre una cuerda floja el destino que nos repara. - Han venido a recogerte tus amigos, cielo.- la voz de mi madre penetra por mis oídos como un relámpago que parte mis pensamientos. - De acuerdo, ya voy. Me despido de mis padres con un beso en la mejilla y bajo de las escaleras al portal, ahí me reúno con Carolina, Iguacel y Eric. La primera chica, maña de nacimiento y con personalidad típica de la región, lleva en la cabeza la verosímil idea de que los seres humanos acabaremos con nuestra propia existencia, un hecho que, lamentablemente, es al que nos dirigimos y que terminará por ocurrir y al que ella misma ya está ideando planes para que no suceda. Es una amante del medio ambiente. Por otra parte está Iguacel, una adolescente que vive despreocupadamente sin importarle lo que pueda sucederle al mundo, con su peinado y su vestimenta tiene suficiente, aunque por lo general es muy divertida, no es capaz de hacer dos cosas a la vez a pesar de ser mujer. Y por ultimo está mi novio Eric, que, enterado y seguro de que dentro de nada el mundo va a llegar a su fin, quiere dar el paso, si, a ESO me refiero. Por lo menos es optimista, quiere vivir sus últimos momentos con la persona a la que quiere… (Incluso unido a ella). Y yo: me llamo Andrea, la última miembro del cuarteto, también conocida como la chica de los ojos de color aguamarina… Mientras me presento, Carolina, que había mantenido una extraña ausencia, se echa a mis brazos y empieza a sollozar. No necesito preguntarlo, es más, ni quiero, la convicción me lo impide. - Nos van a tirar al mar…- consigue decirme entre jadeos, y a pesar de habérmelo esperado, siento la necesidad asfixiante y necesaria de echarme a llorar como ella. Y es que Carolina no pertenece a una familia lo que se diría precisamente muy acomodada… me quedo paralizada unos segundos y termino por ahogarla en un abrazo de oso y consolarla con mis propias lágrimas. - Lo siento… - le susurro sin poder evitarlo. No podemos enfrentarnos a la nueva ley que rige nuestro país: pagar para vivir, si no puedes, directamente mueres en el mar. … - Mamá ¿cuánto cuesta el suicidio? La pregunta coge por sorpresa a mi madre y le hace dar un respingo. - ehmm… lo mismo que tu vida, supongo… - ¿Qué? ¿pero eso es posible? Pagas lo mismo por morir que por seguir viviendo. El suicidio debería ser gratis. - No lo sé, teniendo en cuanta que lo haces por voluntad propia, y además el dinero que recaudan por los suicidios sirve para conceder becas a los recién nacidos cuyos padres no tienen suficientes hijos- iba a interrumpir diciendo que para qué tienen hijos si no pueden pagarlo cuando me percato de que es precisamente lo que yo y Eric pretendemos, todo lo hacemos por vivir la vida a tope antes de morir.- así supongo que contribuimos a una mejor calidad de vida,- continúa- pero si te suicidas sin haber pagado, los que sufragan son los familiares… ¿Por qué? Cielo, ¿no estarás pensando en…? - No, claro que no…- trato de sonar convincente y ella suspira aliviada. Se lo ha tragado. Al día siguiente todo pasó muy rápido. Quedamos a las seis menos cuarto los cuatro amigos para penetrar todos juntos al mar para no volver a salir de allí. La chica de los ojos de color aguamarina murió el 13 de abril de 2.030 ahogada a voluntad en las saladas aguas del océano que tras el deshielo de los polos había subido lentamente su nivel. El cuerpo de la muchacha murió para sus seres querido quienes se les sería achacado el mismo destino, el mismo destino que les esperaba a la multitud, a todos sus cuerpos, pero… ¿Qué ocurriría con sus almas? … 1005 años después Seres vivos actuales: seres humanos. Ellos se denominan así, a pesar de vivir bajo el agua (por lo que no necesitan párpados ni pulmones si no que se bastan con branquias que ocultan bajo su peluda nuca). Su piel, generalmente asalmonada es viscosa y en lugares como el pubis, las manos y los pies es escamosa. Membranas unen sus dedos finos y delicados en las hembras y más largos y gruesos en los machos, ambos géneros muy adaptados para el buceo. No tiene órganos sexuales ni ombligo, no son mamíferos y nacen de huevos, en la cuna de la vida, de un padre y una madre. Tarok, así me llaman. Tarok, el chico de los ojos de color aguamarina. Soy diferente, mejor dicho, soy especial por este concepto: mientras que todos los demás humanos que actualmente viven bajo el mar, resguardados en las ruinas ciudadanas de antiguas ciudades que algunas leyendas cuentan que estuvieron sumergidas, tienen los ojos incoloros yo poseo tonalidad en ellos. Pero ese no es precisamente el problema… Como a todas las especies que han poblado este mundo, les toca el momento de extinguirse, y nuestra especie, esta muriendo por un peligro que nos acecha desde lo alto, desde más allá del mar, provocado por esos que pueden ver el sol, que nos están robando el oxígeno, y la única forma de mantenernos vivos es sacrificarnos y devolver todo el oxígeno que guarda nuestros cuerpos para devolverlo al mar. Antes era voluntario, pero como la situación va a peor es necesario establecer una nueva obligación a nuestro libro de derechos y deberes, que en este caso es: “cuando se cumplan los diecisiete años se tendrá la obligación de sacrificarse ascendiendo a la superficie y muriendo ante el sol, y casi de inmediato, empezará la liberación de oxígeno de los cuerpos” Y yo estoy aquí, despidiéndome de mi familia (de la poca que me queda, pues todos ya han sido sacrificados) porque mañana moriré. Si, mañana cumplo diecisiete años. … Amanece sin sol, como siempre, estoy seguro que eso es lo único que me calmará mientras muero, la cálida luz de esa bola de fuego junto. Nadie necesita decirme nada cuando me dirijo bravucón hacia la superficie. Como no llevamos la noción del tiempo, desconozco la duración de mi trayecto hasta la luz del sol. Doy mis dos últimos respiros antes de morir. Me dispongo a sacar la cabeza lentamente del agua cuando algo se me engancha súbitamente al pelo, me quedo paralizado y de pronto, tiran con brusquedad de mí. Me estrello con unas rocas a las que me conducía aquella trampa tirante, y pierdo el conocimiento. Despierto con acrimonia con un molesto dolor de cabeza, al que respondo estrujándome el pelo con las manos con lo que logro únicamente sufrir más. Desolado y desesperado. Entonces aparece ella. Ella es un ser familiarmente hermoso que caso su descripción directamente con los antiguos humanos que aparecían en las ruinas del talud del mar, esos que habían sido terrestres y de piel blanca, negra o intermedia. Nada más pensarlo desecho la idea casi al instante: la muchacha (se podía denominarla así, porque responde al sexo femenino) aparenta unas quince o dieciséis primaveras, delgada, de pelo corto y rubio, ojos profundamente negros, pequeños y piel curiosamente cobriza. Se asemeja más pequeña que los antiguos seres antropomorfos y su nariz resalta por su abrumador tamaño respecto a su cara. Y un detalle del que no puedo apartar la vista: tiene órganos sexuales típicos de los mamíferos terrestres y en especial, de los antiguos humanos. Me mira con desconfianza y recelo antes de inquirirme: - ¿Qué quieres?- la pregunta lleva su ironía: me ha tratado como a una cosa. Entonces me percato de algo: ¿hablamos el mismo idioma? - Un humano… ¿y tú?- respondo con sencillez. Ella pone una cara de indecisión e incomprensión. ¿no ha entendido mi frase? Se la repito lentamente y vocalizando bien. Nada, ella parece que no capta. - Eres un bicho raro del mar… ¿eres un pez?... ¿un mamífero…? Porque un humano no pareces… a no ser que lleves varios siglos podrido en el mar- y nada más terminar su pensamiento en alto pone cara de susto y me sigue hablando - ¿eres un humano antiguo?¿así erais antes? Yo soy Ella, una humana de la nueva generación… ¿y tú eres? Ay que tonta si ni siquiera me comprendes… Y harto de que yo pueda entenderla ella y no completar un viceversa, me limito a asentir con la cabeza como diciendo que si que la entiendo. Y entonces, milagro, ella se da cuenta de que la comprendo. Después de eso me ha llevado a su hogar, una enorme mansión blanco marfil rodeada de jardines de hierba de plástico, y me ha metido en la bañera para que no se me seque la piel y pueda respirar, también ha apagado la luz que tanto dañaba mis delicados ojos que no podían cerrarse por la ausencia de párpados. Según me ha contado, solo su familia y el gobierno han conseguido sobrevivir gracias al dinero, porque son capaces de pagar el oxígeno que ha respirado su estirpe durante los últimos mil años. Y también he descubierto que ellos son la causa de la progresiva falta de oxígeno en nuestro reino: han conseguido idear un método infalible con el que adquirir el oxígeno del agua para su propio consumo. También están creando “personas” para que su especie no se extinga. Interesante reacción. Ahora, cuando su tiempo ha terminado y deberían haber sido remplazados por nosotros, los nuevos humanos, no quieren afrontar su destino y siguen huyendo… solo aquellos tan avariciosos como para haberse aprovechado del resto de la pobre gente que no era capaz de pagar su propia existencia con dinero. Aunque, definitivamente, ellos también han evolucionado, por eso no se parecen tanto a los que había antes… Han pasado ya varias semanas en las cuales he ido aprendiendo a comunicarme oralmente con los humanos, Ella, encargada de mi aprendizaje. Mientras tanto, su padre me ha hecho pruebas y asegura que soy una especie animal tan desarrollada como ellos mismos. Por supuesto no se les ocurre (o no quieren aceptar) la idea de que ambas criaturas somos distintas evoluciones de los auténticos humanos…y adivinad que, como muestra de su grato egoísmo y miedo… han decidido aniquilarme, así como la búsqueda y asesinato del resto de mi especie. Hay que ver lo que puede cambiar en una semana con estos seres que conservan, por lo visto, su necedad. Todos, incluidos sus nuevas creaciones a las que les han contagiado sus propósitos. Todos son así excepto Ella, que actuó de correveidile nada más descubrir las aspiraciones de su padre y el gobernador del pueblo y me lo comunicó. También, gracias a ella he sobrevivido en una cueva excavada por el oleaje de un acantilado a la que constantemente penetra y sale agua, por lo que nunca termino de secarme. Y ellos me siguen buscando, y siguen insistiendo, con sus aparatos altamente tecnológicos, en hallar el escondite de mi familia. El último día de esta historia con el que termina es con la postrera visita de Ella a mi cueva-escondite. La muchacha, con aspecto firme y decidido, se aproxima a donde yo estoy oculto, y me sonríe con calidez. Pero de pronto su rostro muestra desasosiego, culpabilidad y enojo. Sus ojos iracundos y bravucones me hacen sentirme agazapado. Finalmente se sienta a mi lado. - Mañana estallará la guerra, los han encontrado y evidentemente tu pueblo no se va a rendir así por las buenas…- me informa, aunque ya me lo esperaba, y sin dejarme hablar añade- y es todo por mi culpa… - ¿Por tú culpa? Era cosa del destino…-le contesto impasible. - Si no nos hubiéramos conocido… - sigue lamentándose - … si nos hubiéramos conocido y los humanos lo hubieran aceptado… Ella suspira, por fin parece entenderlo. - Reconozco que tienes razón…- vuelve a exhalar aire antes de mirar al techo deteriorado y cubierto de musgo de la cueva y añadir- además me contaste que si no nos hubiéramos encontrado… hubieras muerto de otra forma a la que regía la naturaleza. - Y mi muerte habría sido en vano… porque no hubiera proporcionado mi oxígeno a mi reino…- declaro como afirmación Ante mi respuesta se hace el silencio, el cual yo quiebro minutos después. - ¿Por qué son así? Los humanos me refiero… no consigo entender por qué están haciendo esto… Me esperaba una respuesta como “no digas eso de nosotros” entre otras, me quedo de piedra ante la frescura con la que pronunciaba sus palabras: - Porque somos como somos. - Tienes razón… los humanos somos egoístas, engreídos, obstinados… y nunca aceptaremos las cosas si nos influyen para mal… los de ambos bandos- añadí - Ambos bandos- reiteró - ¿Crees que los humanos de antes… esos que se llamaban a sí mismos Homo Sapiens… eran también así? - No lo sé - Nunca sabes nada… - Si, sé qué soy, de dónde vengo… y a dónde voy… para mí es suficiente - ¿A dónde se supone que vas? - Mi cuerpo morirá… pero mi alma vivirá para siempre, técnicamente, somos inmortales ¿no crees? - Vaya, nunca lo había visto de esa manera…- se apoya en mi regazo- entonces… ¿moriremos solo cuando se apague el sol? – asiento y ella persiste con sus incesantes preguntas intelectuales- oye ¿y como crees que era tu vida anterior? - Pertenecía a un cuerpo que poseía mis mismos ojos Se incorpora con brusquedad y me mira con fijeza con interrogación en sus ojos. - la cara es el reflejo del alma ¿recuerdas?- le auxilio - Esa frase…era de ellos… - y esta vez no hago ningún gesto que lo confirme, pero ya lo sabe, claro que lo sabe.- pffff… jolines, yo todavía no sé adónde v… Le tapo con delicadeza sus parloteadores labios y ella calla de inmediato. - Vivamos el presente- le susurro - Si claro- resopla sarcástica- hasta que la guerra empiece y acabe con nosotros… pero claro… nuestras almas perdurarán para siempre hasta que se apague el Sol… pero no moriremos, seguro que no, porque los humanos del futuro encontrarán la forma de mudarnos a otro planeta y la especie perdurará para siempre… - vivamos el presente -Le repito con los ojos cerrados, tranquilo y paciente mientras ella opta por apoyarse de nuevo en mí y callar. En esta postura, observamos los primeros rayos del amanecer asomando por la entrada de la cueva, irradiando serenidad.