Por una apuesta.

Por una apuesta.

Hola, antes que nada, este es mi primer fic original, lo escribí para el concurso Relatos De Oscuridad.
Espero que les guste.



Por una apuesta


Una enorme mansión se alzaba ante cuatro jóvenes, Thomas, Susan, Dorian y Maya. Admiraron la fachada de la casa, tres torreones se alzaban como si intentaran tocar el cielo, uno de ellos sobresalía, unas amplias ventanas formadas por vidrieras, la pintura gris desgastada por el tiempo y una enorme puerta de madera oscura, al igual que la pintura, desgastada, formaban aquella mansión.

La más pequeña, una niña morena de ojos verdes, que respondía al nombre de Maya, tiraba de la manga de su hermano Dorian, un joven moreno de ojos negros, este parecía no sentir los tirones de su hermana, estaba muy ocupado admiraron aquel lugar.

Thomas tragó saliva, miró a sus amigos, aún no entendía porque había aceptado aquella apuesta, a él le aterraban ese tipo de cosas, aún así, el joven castaño no se atrevía a decírselo a sus amigos.

Susan miraba la casa asombrada, le encantaba. Sus grandes ojos azules la miraban emocionada . Todo lo relacionado con fantasmas le encantaba. Esa casa llamaba mucho su atención, sobretodo después de haber oído que una familia murió allí, aunque según cuentan, murió sin dolor alguno.

-Entremos-propuso el joven moreno.

Dorian se adelantó y abrió la puerta. Pasaron dentro y Thomas encendió una linterna.

El salón de aquella casa era enorme. Había dos sofás negros, una alfombra gris cubría el suelo y encima de ella una pequeña mesilla de cristal, algunos cuadros colgaban de las paredes, los cuadros de la familia.

Se acercaron a verlos. Una mujer morena, de ojos azules y piel pálida abrazaba a una niña rubia de ojos marrones, detrás de ellas un hombre sonreía.

-Chicos ¿Qué os parece si nos dividimos?-preguntó Susan emocionada.

Thomas la miró sorprendido, ¿Cómo que dividirse? Eso no entraba en la apuesta ¿A caso no habían visto las películas de terror? Si te divides, mueres. Tragó saliva, esperando que los demás dijeran que esa idea era descabellada.

-Me parece bien-respondió Dorian mirando a su hermana que asentía, dando su aprobación.

-Pues vámonos, yo iré al primer torreón, Thomas al segundo, Dorian al tercero y Maya a la primera planta. Si ocurre algo tomad- explicó Susan dándoles a cada uno unos teléfonos móviles-si pasa algo, nos llamamos,¿vale?-preguntó.

-Vale-respondieron.

* * *


Dorian subía despacio los escalones, aquella escalera en forma de caracol le empezaba a marear. Por fin llegó a la cima de aquella torre. Encendió su linterna. Un largo pasillo que parecía no tener fin se encontraba frente la él, unas paredes pintadas en negro, un suelo de losas blancas y negras, que parecían las casillas de un tablero de ajedrez y, lo que más le sorprendió, unas extrañas figuras se alzaban a los lados del pasillo, unas figuras escalofriantes. Juguetes. Dorian tragó saliva. Caminó sin mirar a aquellas extrañas criaturas. Una de las puerta de aquel largo pasillo llamó su atención. Se detuvo frente a ella, una puerta de madera con distintos adornos grabados en ella.

Abrió lentamente la puerta y entró en la habitación. Esa habitación era muy sencilla, solo disponía de un sofá, una televisión y una gran estantería llena de libros y películas.

Se sentó en el sofá y encendió la televisión. Se fijó en que había una cinta de video puesta. Encendió el video.

Un hombre corría rápidamente, la cámara se movía de un lado a otro. El hombre se detuvo y abrió una puerta, entró y la cerró con llave. Se oía la respiración agitada del hombre.

Dorian abrió los ojos desmesuradamente.

La mujer y la niña del cuadro estaban tiradas en el suelo, no tenían ninguna expresión en el rostro.

Estaban muertas. El hombre comenzó a hablar:

-Sé que este video no servirá de nada, pero aún así, quiero que la gente que venga a esta casa, la destruya. Esta casa esta embrujada. Puede que no me crean, pero aquí dentro hay seres aterradores, que pueden llegar a matarte por conseguir lo que quieren. Si no me creen miren a mi mujer y a mi hija. Muertas. Porque no le dieron lo que ellos pedían, pero yo…-decía el hombre, tragó saliva y sonrió- yo sé como vencerlos- esas fueron las últimas palabras de aquel hombre antes de que la cinta se acabara, pero Dorian consiguió ver tras la puerta una figura que surgía de las sombras.

Se levantó rápidamente y marcó el número de Susan. Tenían que irse cuanto antes. Esto empezaba a ser peligroso.

Tres, cuatro y cinco pitidos, la chica no cogía el teléfono.

Una extraña sensación invadió su cuerpo, algo no andaba bien. Corrió hacia la puerta, pero no consiguió abrir. Miró las paredes de la habitación, algo se movía rápidamente por ellas. Ya estaba allí.

* * *


Estaba acorralada, miraba a todas direcciones intentando encontrar alguna salida, pero no había ninguna. Aquella figura se acercaba lentamente a ella, la miraba fijamente.

Susan esquivó su mirada y la dirigió al suelo, allí estaba su teléfono móvil. Lo había visto sonar minutos antes.


Cerró los ojos con fuerza, no podía huir. Dirigió su mirada a su pierna derecha. Sangraba. Aquella figura que se acercaba a ella le había atravesado el tobillo, aún no sabía con que.

Tragó saliva. Era su última oportunidad, corrió a pesar de la herida en su pierna, cogió el móvil del suelo y salió de la habitación.

Corrió por el pasillo, podía oír los pasos de su perseguidor acercándose. Giró a la derecha, entró en una habitación y se encerró en el armario.

Estaba cansada, su respiración era agitada, sabía que no aguantaría mucho más. En ese momento se arrepintió de haber entrado en aquella mansión. Lloró en silencio mientras marcaba un número.

El contestador.

Oyó la puerta de la habitación abrirse, abrió los ojos. Estaba perdida. Rápidamente dejó un mensaje en el contestador.

La puerta del armario se abría lentamente. Susan alzó al vista. Sus ojos se llenaron de lagrimas, los cerró fuertemente.

* * *

Observó asombrado la enorme sala, una gran biblioteca, llena de libros de distintas clases, las estanterías de mármol se alzaban como unos grandes árboles luchando por la luz. El suelo de madera con pequeños detalles en las esquinas estaba cubierto por una pequeña alfombra en medio de la sala.

Miró hacia arriba, el techo en forma de cúpula era una vidriera de distintos colores que iluminaba la sala.

Thomas miraba fascinado todo lo que había a su alrededor, era increíble.

Siguió caminando por la habitación y descubrió un pequeño cuarto escondido detrás de una cortina.

Estaba oscura, pero entró. Encontró un libro encima de la mesa, algo en él era extraño. No tenía título.

Lo abrió. Era horrible, aquellas imágenes le ponían el vello de punta, se alejó unos pasos.

Dio un pequeño salto. Suspiró. Era su teléfono móvil.

Miró la pantalla sorprendido, era un mensaje de voz de Susan, ¿le habría pasado algo?

Se giró, le había parecido sentir la presencia de alguien. No le dio importancia y escuchó el mensaje de voz.

-Thomas, lo siento, tenías razón no deberíamos haber venido aquí, hay algo que me ha atacado tiene una forma extraña, por un momento pensé que …eras tú, tiene tu misma forma y- no se oyó nada más.

Thomas colgó el teléfono con rabia, su amiga, Susan, estaba en peligro.

Se giró y señaló a la pared.

-Sal de ahí-gritó con lágrimas en los ojos.

* * *

Dorian corría por las escaleras del tercer torreón, le faltaban pocos escalones para llegar al segundo piso.

Una pequeña aguja le atravesó el muslo derecho y cayó rodando por las escaleras, llegó al segundo piso y, a pesar de su dolor, siguió corriendo.

Estaba cansado, pero no podía parar, sabía que si se detenía aunque solo fuera un segundo, perdería la vida.

Su vista se comenzaba a nublar por la pérdida de sangre, giró a la derecha y cayó al suelo.

-¿Dorian?-preguntó una voz dulce.

* * *

Una sombra surgió de la pared y se puso frente a él.

-A mi no me engañas, se vuestra historia y la de esta casa, aquí las sombras cobráis vida e intentáis liberaros, romper el lazo que os une a los humanos- explicó Thomas mirando fijamente a la sombra que comenzaba a tener forma.

La sombra era igual que Susan. Sacudió su cabeza, esa no era ella, sus ojos, esos ojos no transmitían esperanza, transmitían odio, rencor, muerte.

-Veo que estas documentado, pero te diré que aquí la gente no muere con dolor, simplemente mueren por miedo, por no haber apreciado su vida, su libertad- le dijo la sombra, de repente ella empezó a sangrar.

El chico retrocedió unos pasos hasta chocar contra la pared.

Intentó escapar, pero estaba atado a la pared, la sombra se acercó a él y puso su dedo índice en su frente.

Bajo su mano hasta colarla en su pecho, algo comenzaba a salir de su pecho, era de color azul y brillaba. Comenzó a salir la cara de aquella criatura.

Sus ojos se agrandaron, era él, era su alma, aquella sombra se la estaba quitando, no le dolía, sentía que sus ojos le pesaba, estaba cansado.

Sus ojos se comenzaron a cerrar lentamente, para siempre.

* * *

-Adiós- susurró la sombra de Thomas.

Sus ojos se cerraban lentamente, Susan entendió que ese era su fin, levantó su mirada para ver como la sombra de Thomas desaparecía.

Sus ojos se cerraban y la sombra desparecía, para siempre.

* * *

Dorian y Maya corrían por el salón, aquellas sombras les perseguían, estaban cansados.

Maya lloraba en silencio y Dorian intentaba aguantar el dolor de su muslo, el joven sabía que estaban perdidos.

Llegaron a una habitación y abrazó a su hermana.

Las sombras entraron allí.

Se fijaron en ellas, era iguales que ellos, todo era igual.

-Solo quedáis vosotros dos- les dijo una de las sombras mientras sonreía.

Dorian las miró furioso, aquellas criaturas habían acabado con sus amigos e iban ha hacer lo mismo con ellos.

Miró a su derecha, una de las sombras, la que era igual que él, tenía a su hermana cogida por el cuello. Le iba a sacar el alma.

Dorian sonrió, era su única oportunidad, cogió lo que se encontraba a su derecha.
Maya miró a su hermano, estaba sonriendo. La chica se asustó al ver lo que llevaba en sus manos. Un cuchillo.

No, su hermano podía hacerle eso, no podía matarse. Simplemente no podía. Pero lo hizo.

Se atravesó el pecho con aquel cuchillo y con su último aliento dijo:

-Se que no podéis matar a la persona a la que pertenecéis, así que… Maya se feliz y disfruta de tu vida- susurró, le sonrió.

La sombra desapareció y su hermano cayó muerto al suelo.

Estaba sola.

Sus amigos, su hermano estaban muertos.

Lloró en silencio.

Cogió el cuchillo con el que su hermano se había atravesado el pecho. Sabía que debía hacer caso a su hermano, que debía seguir su vida, pero no podía, era demasiado para ella. Era una carga demasiado grande, la muerte de sus amigos y de su hermano, quería estar con ellos aunque eso implicase su muerte.

-Lo siento-susurró antes de atravesarse el corazón.

Por una apuesta, Thomas, Dorian, Susan y Maya habían perdido su vida.


Fin


Espero que les haya gustado.

Adiós.