Harry Potter Ponis de colores [Doce Deseos]

¿Qué demonios eran los ponis de colores? Harry no lo entendía y ya había recorrido cada maldita tienda del maldito mundo mágico por esos estúpidos ponis que tanto quería Lily para Navidad. La pequeña era tan extraña con sus gustos para los juguetes. Pero ya decía él que las niñas eran complicadas. No como los otros dos diablillos que, con escobas y copias de Snitch doradas, la felicidad les duraba hasta la siguiente Navidad.

—Cálmate, Harry seguramente ya los encontrarás.

—Es el deseo de Lily tener al menos una de esas cosas, Ron —levantó sus brazos al aire y miró en todas las direcciones mientras los magos y brujas pasaban por su lado mirándolo como si estuviera completamente loco —, ¡pero aquí nadie los tiene!

—Tal vez no sean mágicos —dijo el pelirrojo algo distraído encongiéndose de hombros —. Una vez Rose me pidió un libro de "El Principito". Antes de saber que era un libro pensé que era un dulce u algo así, pero resulta que era un libro...

—¡Muggle, claro! —Ron quitó la mirada de la nueva escoba en exhibición y miró a su mejor amigo —. La edad te está haciendo algo inteligente.

—¿Algo? —preguntó arrugando la nariz y luego abrió los ojos con indignación —. ¡¿A caso me dijiste viejo?!

Sólo fue cuestión de un par de minutos para llegar a las calles de Londres Muggle. Las mismas que estaban abarrotadas de gente. No supieron en qué momento aquel mar de humanos, los arrastró varias cuadras sin poder siquiera evitarlo. Llevaban, principalmente Harry, bastante tiempo sin pisar esas veredas y creyeron que no volverían hacerlo a menos que fuera realmente necesario.

Y las razones eran claras, no había forma de sobrevivir allí sin perder una extremidad en el intento. O al menos eso pensaba Ron, intentando esquivar una peligrosa punta de algún extraño adorno de una bolsa de compras de un muggle muy cerca de su ojo derecho.

—Bueno, ¿por dónde? —preguntó Ron intentando no perder de vista a Harry.

—No lo sé, ¿un shopping? —respondió éste por encima del bullicio.

—¿Qué es un shopping? —Harry realmente se planteó si haberlo traído había sido una buena idea —. Ah, ya sé —comentó cuando finalmente se liberó de la muchedumbre.

—Bien, creo que será mejor aparecernos.

—Pero, Harry hay mucha gente aquí —Harry apoyó su mano en su hombro y se aparecieron cerca del bendito shopping —. Qué poco cortés eres.

—No hay tiempo.

~•~

Lily observó su regalo de Navidad con dos ojos grandes y llenos de felicidad. Aquello para Harry, con sus ojos morados y un par de rasguños en la cara, era lo único que lo hacía verdaderamente feliz: ver a su pequeña brillar de aquella manera. Eso era magia genuina.

—¡Gracias, papi!

—¡Ay, Ginny ten más cuidado!

—¿¡Alguno me puede explicar qué les sucedió!?

Harry no escuchaba absolutamente nada del ajetreo de la cocina, tampoco le había prestado atención a las miradas de los invitados, sus ojos sólo le pertenecían a Lily Luna disfrutando de ese ridículo poni de colores.