Harry Potter Polos opuestos [Hielo&Fuego]

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por sorimori, 21 Julio 2010.

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    Polos opuestos [Hielo&Fuego]
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    Polos opuestos [Hielo&Fuego]

    Esto es para el concurso de Hielo&Fuego.



    Polos opuestos

    El tren comenzó su marcha lentamente mientras conseguía su máxima velocidad. Aquella vez, no había tanta gente como el primer día de cada curso. El día en el que todos los alumnos de Hogwarts cogían el tren dejando sus familias atrás.

    Harry se encontraba sentado en el sofá de uno de los vagones centrales. A su lado estaba Hermione con su gato anaranjado entre los brazos y en frente tenía a Ron. Ron movía nerviosamente los dedos toqueteando el asiento.

    -¿Podrías dejar de hacer ruido? – Dijo Hermione.

    Aquellas navidades las había pasado en casa de Ron, junto a Harry. Ya había tenido que aguantar a Ron durante todas las navidades, y no sentía ninguna gana de aguantarlo durante más tiempo.

    Ron cruzó los brazos y se recostó sobre el respaldo del asiento. A su lado, peligrosamente inclinadas hacia el, estaban las maletas de los tres. Grandes y negras maletas.

    -¿Con ganas de pisar de nuevo Hogwarts? – Preguntó Harry a sus dos amigos.

    Ron, por supuesto, negó contundentemente con la cabeza mientras ponía perfectamente alineadas las maletas. Las tres maletas formaban una línea vertical perfecta. Suspiró aliviado. En cierto modo se sentía mas seguro. Hermione se dispuso a hablar.

    -La verdad es que sí, echo de menos las clases. Aunque haya estudiado durante estas vacaciones no es lo mismo. Tu, por supuesto, – Dijo cortante mientras miraba duramente a un Ron desconcertado. – no entiendes lo que significan las clases para mí.
    -¿Te soy sincero? – Echó la mirada hacia la ventana. – No – Dijo sin mucho interés.
    -Voy a ponerte un ejemplo: Para tontos – Le susurró a Harry antes de comenzar el ejemplo. Harry prefería apartarse de las conversaciones de aquellos dos, por lo tanto, no prestó atención al susurro. – Los estudios para mi, son como la comida o el Quidditch para ti.
    -Si tú lo dices.

    La estación de Hogwarts comenzaba a visualizarse ya y el tren poco a poco fue disminuyendo su marcha. Frenó. Todos bajaron rápidamente y sin problemas – exceptuando a Neville que, como siempre, sufrió un imprevisto (Tropezó y cayó sobre Parvati) -. El tren, se vació rápidamente y partió cuando los alumnos estaban a más de cincuenta metros de distancia.

    Todos habían llegado ya al colegio y descansaban en el jardín, con sus maletas cerca. De la nada, apareció Draco.

    -Bonitos jerseys. – Se burló mientras intercambiaba miradas con los dos muebles (Grabe y Goyle) que lo custodiaban.
    -Muchas gracias. – Harry dio un paso hacia delante.
    -No pierdas tu tiempo. – Dijeron al unísono Hermione y Ron, los dos se miraron echando chispas por los ojos y después, al mismo tiempo, se retiraron la mirada.
    -Al menos, traemos regalos a los que sacar utilidad. Dime, ¿Qué te han regalado a ti?

    El rostros de Malfoy cambió de expresión y Goyle avanzó imponente en su defensa.

    -Después de lo que pasó en Hogsmeade, no impones.

    Hermione tiró del brazo de Harry y consiguió retirarlo de allí. A tirones se lo llevó hacia un árbol. Ron, no dejaba de mirar hacia atrás y reírse de la cara de tonto que se le había quedado a Goyle. Negó con la cabeza.

    -¿Quieres tener problemas el primer día? – Preguntó Hermione echando humo por las orejas. – A mí al menos, no me apetece que nos quiten puntos. Y encima… ¡Por una pelea con semejante espanto! – Respiró hondo y se dejó caer sobre el tronco del árbol. – No a mí, no a mí. – Dijo moviendo un dedo de un lado a otro.

    Los tres entraron al gran comedor y se sentaron en su correspondiente mesa. Poco a poco fueron llegando los demás alumnos.

    -Chicos. – Albus Dumbledore llamó su atención con unos toquecitos en su copa dorada. Se encontraba de pie. – Me alegro de teneros aquí de nuevo, a todos y a cada uno de vosotros. – Les dedicó una sonrisa. Acarició su barba. – No tengo mucho que decir, solo que os deseo unos felices últimos días de vacaciones.

    La comida apareció en la mesa, como siempre después de cada discurso. Cada uno cogió y comió lo que pudo.

    Los últimos días de vacaciones pasaron y en menos de lo que canta un gallo los tres amigos estaban camino a la clase de herbología. En la mesa de la profesora se encontraba Snape escribiendo en un papel. Todos estaban algo confusos al verlo allí y pocos fueron los que se atrevieron a preguntar.

    -Vuestra profesora a perdido el expreso… - Su pelo estaba mas grasiento de lo normal y la piel blanquecina relucía bajo los rayos de sol que entraban por las ventanas. Cualquier podría pensar, que Snape era un vampiro. - ¿Qué hacéis mirándome de ese modo? ¡A TRABAJAR! – Mandó.

    Nadie sabía que era exactamente lo que había que hacer. Algunos, escribían lo que habían dado el ultimo día. Otros, revisaban las plantas (a diez minutos por planta) para perder la hora. Y otros, simplemente, se escribían notas que se enviaban por debajo de la mesa. Una de las veces, una nota fue a parar a las manos de Hermione.

    “Creo que me he enamorado…” Decía una letra. “¿De quien?” Preguntaba la otra. “De Draco” Respondía.

    Hermione tardó varios segundos en romper la nota. Esta emitió un gemido y explotó al sentirse herida.

    -Que ingenioso… - Murmuró ella – una nota que se destruye a si misma cuando la intentan romper…
    -¡Granger! – Le gritó Snape. – Acepto que se distraiga buscando hormigas en el suelo, pero no acepto que hable con ellas. – Se burló Snape. – Después de las clases se queda a limpiar el jardín. Y el próximo que hable le hará compañía.

    En ese momento, Draco, que no se había enterado de nada, habló con Grabe.

    -Draco… - Bufó. – No me queda otro remedio que castigarte. Acompañaras a la señorita Granger.
    -Profesor… - Se quejó.

    Cuando terminaron con la ultima clase, adivinación, Hermione fue en compañía de Harry y Ron al jardín. Tenía que limpiar los alrededores del lugar.

    -Castigar a una persona de quince años, aplicada e inteligente… No le entiendo.
    -Yo si. – Dijo Ron. Se rió por la bajini y se apartó de un paso de ella.

    Los dos se fueron. Hermione quedó sola y fue hasta la clase de herbología para coger una escoba, ya que Snape no le dejaría limpiar el jardín con magia. Si Hermione quisiese, solo tendrían que menear la varita una única vez y todo estaría limpio en menos de unos minutos. Por desgracia, tenía a Draco como compañero de castigo.

    Draco apareció, media hora tarde.

    El jardín estaba ya bastante limpio cuando el llegó.

    -A buenas horas… - Murmuró Hermione.

    Los dos barrían el suelo con las escobas para retirar las hojas. Hermione lo hacía con más arte que Draco. Probablemente, por que Malfoy no sabía hacer la “O” con un canuto.

    Cada uno barría la parte que sus ojos veían. Los dos iban de espaldas a pasos cortos. Chocaron.

    -¡Granger, ándate con ojo, no quiero rozarme con alguien como tu!

    Se apartó rápidamente y siguió barriendo con nerviosismo a la vez que murmuraba cosas.

    -Tocar yo a esta… Sangre sucia… Castigado… - Fueron varias de las cosas que salieron de su boca.
    -Dedícate a limpiar. – Le reprochó.

    Draco no pareció escucharla.

    Cuando terminaron de barrer, fueron a dejar las escobas en su sitio. Sus manos rozaron cuando quisieron dejar la escoba al mismo tiempo. Los dos sintieron un sentimiento diferente, un sentimiento que nunca habían sentido. A Hermione se le erizaron los pelos de los brazos, mientras que a Draco las palabras se le atascaron en la garganta.

    Ninguno de ellos reaccionó al otro.

    -Draco… - Susurró Hermione mientras apartaba la mano. – Esto es extraño.

    De pronto una fría mano alcanzó el rostro de Hermione y la hizo estremecerse. La acarició.

    -Esto no… - Hermione lo miró a los ojos.

    Malfoy se encontraba con los ojos cerrados y los labios fruncidos. También sabía que no era acertado lo que estaba haciendo y menos lo que iba a hacer. La besó.

    En la cabeza de Hermione cientos de cohetes comenzaron a explotar desprendiendo luces de distintos colores. Rojo, azul, rosa, salmón, blanco… Tantos colores que podría sufrir un ataque epiléptico.

    -“Esto no esta bien” – Pensó ella mientras empujaba a Draco para alejarlo de ella.
    -“Esto no esta bien” – Draco también pensaba igual que Hermione. La sujetó por los brazos y la hizo pegarse ha su cuerpo.

    Definitivamente, ninguno de los dos creía que aquello estuviese bien.

    Besándose con la persona que más odiaban. Acariciándola. Sintiéndola.

    -¡Chicos! – El profesor Snape, apareció por una esquina, les gritó cinco metros allá. – No os he castigado para esto. ¡Malfoy!
    -“Me da igual…” – Pensó Hermione. – “Esto me gusta. Aunque sea el, me gusta…”
     
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