One-shot de Pokémon - Pokémon faith.

Aclaraciones: Escrito hecho para la actividad Frasemanía.

Pokémon faith.​

—¡Gigadrenado, ahora! — Ordenó el joven mientras miraba asustado la zona de batalla. Ya no podía armar ninguna estrategia, ya no le quedaba absolutamente nada. Las ideas se habían evaporado en su cabeza, lo único que podía pensar era en perder o ganar.


La última instancia.


Su Exeggutor comenzó a ejecutar el ataque, tratando de sacar energía del Nidoking de Giovanni. El ataque tipo planta no estaba dando el efecto deseado, Nidoking era poderoso, y un simple Gigadrenado no bastaría para terminar con él. Luke había entrenado a Exeggutor con valentía y amor, creando entre ellos un lazo de cariño y confianza que los hacía excelentes compañeros, y siempre trabajaban con sincronía a la hora de batallar, pero ahora... El entrenador se sentía desconfiado, nervioso. La pelea que estaba librando era la última, la decisiva, si ganaba tendría la oportunidad de probarse ante la Élite, ante los poderosos 4, y ante el Campeón. Además, el pokémon de rival era una fortaleza casi impenetrable.


—Eso no sirve aquí, niño—dijo Giovanni con altanería. Miró a su Nidoking y habló para dar el golpe final:— ¡Picotazo venenoso, ya!


No hizo falta más. Exeggutor cayó rendido ante el potente ataque veneno. Las esperanzas de Luke fueron a parar al suelo, como su pokémon. No lo podía creer... Había perdido. Se derrumbó, con lágrimas en los ojos y miró a su rival con furia. No había podido vencer al último líder de gimnasio, todo su esfuerzo había sido en vano.


Y Exeggutor... Tanto había entrenado, tanto se había esforzado, pero ahora no importaba. Ya no tenía más pokémon para pelear. Cansado, se levantó, tratando de ocultar que su orgullo había sido herido y que sus sueños se habían convertido en trizas. Regresó a su compañero, y miró por última vez el Gimnasio Verde y a su líder.


—No te pude ganar...— Luke susurró mientras se limpiaba las gruesas lágrimas que caían por sus acaloradas mejillas.


—No, no pudiste. Eres débil, al igual que tus pokémon. Ya ves, he conseguido derrotarte usando sólo a Dugtrio y Nidoking, mientras que tú usaste a todo tu equipo, y ninguno consiguió ganarle a mis compañeros—sentenció Giovanni mientras caminaba hacia Luke con una sonrisa de suficiencia en el rostro.


—¡Aléjate de mí!— Gritó Luke mientras cerraba los ojos con fuerza y deseaba que todo fuese un sueño—. ¡Ya ganaste! ¿Acaso quieres humillarme más de lo que ya has hecho?


—No. Por más que quiera seguir diciéndote verdades que tú has ignorado, cerraré la boca—. Sin estar muy cerca, Giovanni habló gravemente:—Veo en ti mucho de lo que yo era. Joven, terco... lleno de esperanzas.


—No, yo no soy como tú—. Y dicho esto, Luke huyó del Gimnasio.


Giovanni suspiró. ¿Qué pasaba con los niños de ahora? Se dio media vuelta, dirigiéndose a su oficina; tenía muchas cosas que hacer, todas relacionadas con el Equipo Rocket. Su organización estaba siendo desbaratada por un mocoso llamado Red, y debía hacerlo algo pronto o sino...


—¡Oye tú!— Un grito lo sacó de sus pensamientos y lo hizo girarse para ver quién lo llamaba: otro niño. Cabellos marrones revueltos, ojos verdes con una chispa de picardía. ¿Quién era?


—¿Otro más que viene a perder?— Preguntó con burla el líder de Gimnasio.


—¿Perder? ¡Jamás! Aquel niñato que salió llorando no me intimida, ¡yo he venido a obtener la medalla, cueste lo que cueste! — Sonriendo con suficiencia, el jovencito sacó una pokéball, retando al líder—. ¿Y? ¿Qué esperas? ¿Acaso crees que tendrás el mismo problema que tuviste con el tonto lloroso de recién? Te advierto que no me daré por vencido.


—¿Problema? El problema con la gente de hoy es que pierden la fe con demasiada facilidad. Todos los entrenadores que vienen aquí y pierden dejan de tener fe en sus pokémon y en ellos mismos, se vuelven débiles. Te pasará lo mismo, así que vete, aprovecha que todavía no he herido tu orgullo.


—No me iré, te lo dije. Hasta que esa medalla no esté en mis manos no dejaré este lugar. ¡Green jamás se da por vencido!— El chico sonrió divertido, como si él fuera el mejor.


—Si tan dispuesto estás... adelante, peleemos—. Giovanni se dirigió lentamente hacia el otro extremo del campo de batalla, listo para una segunda ronda. El único detalle era que esta vez algo se había apoderado de él: inseguridad. Lo veía en la mirada de Green, podía sentirlo... No se enfrentaba a otro novato, no se enfrentaba a otro tonto.


Sería una batalla interesante.