Long-fic de Pokémon - Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Thiashi, 1 Octubre 2025 a las 7:12 PM.

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    Thiashi

    Thiashi Entusiasta

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    4 Junio 2013
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    Título:
    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    85
    "Diecisiete reinos, un dios dormido, y una profecía que arde en el corazón de Ransei. Mientras los Busho guerrean por dominio, un niño de espíritu noble descubre un vínculo inesperado con un Pokémon que parece insignificante, pero que guarda la chispa de un destino mayor. Thiashi de Hajime deberá aprender a ser guerrero, hijo y hermano, antes de convertirse en leyenda. En un mundo donde la ambición devora reinos, la amistad entre un niño y un Eevee podría ser la primera piedra de la unificación."
     
  2. Threadmarks: Prólogo – La Leyenda de Ransei
     
    Thiashi

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    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    233
    Se dice que, en los albores del tiempo, cuando los mares aún no conocían sus orillas y las montañas se alzaban como columnas recién nacidas, un ser divino descendió sobre la tierra.

    Su nombre era Arceus, y con mil brazos de luz moldeó la región que los hombres llamarían Ransei.


    Arceus dividió sus dones en diecisiete fragmentos, y a cada uno lo confió a los espíritus de los Pokémon. Así nacieron los reinos: unos bendecidos por el fuego de los volcanes, otros por las aguas infinitas, otros por los vientos, la tierra o las sombras. Cada fragmento debía convivir con los demás, pero la ambición de los hombres pronto los separó.


    Los siglos pasaron, y los reinos crecieron bajo la guía de los Busho, guerreros capaces de enlazar su espíritu con el de los Pokémon. De generación en generación, sus pueblos recordaron una antigua promesa:


    “Cuando un único líder logre unir a los diecisiete reinos, el dios Arceus volverá a caminar entre los hombres, y la paz reinará sobre Ransei.”

    Muchos lo intentaron. Algunos gobernaron con justicia, otros con tiranía. Ninguno logró unificar la región. Y así, Ransei quedó atrapada en un ciclo de guerras, alianzas efímeras y traiciones, donde cada Busho soñaba con ser el elegido…


    Sin saber que el destino ya había fijado sus ojos en un niño que aún no conocía el poder que dormía en su interior.


    Fin
     
  3. Threadmarks: Capítulo 1 El niño y el Eevee
     
    Thiashi

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    Pokémon Conquest: Crónicas de Ransei
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    959
    9 de agosto de 1563.

    A las afueras del Reino de Hajime, los últimos rayos del sol teñían de rojo las murallas del palacio. Entre los campos de cultivo y el polvo del camino, un pequeño Eevee corría desesperado. Tras él, dos cazadores jadeaban, maldiciendo su mala suerte.

    —¡No lo dejes escapar! —gritó uno, blandiendo una red.

    —¡Atrápalo bien! Ese bicho nos dará suficiente oro para no trabajar en meses —respondió el otro, con una sonrisa codiciosa.

    Pero el Eevee, pequeño y ágil, halló un agujero en la base de la muralla. Con un salto rápido desapareció en la penumbra del palacio de Hajime. Los hombres se detuvieron en seco.

    —¿Vas a seguirlo ahí dentro? —preguntó el más nervioso, tragando saliva.

    —Claro que sí. No puede estar lejos...

    —¿Estás loco? Si nos atrapan en el palacio, no duraremos ni un día en el calabozo. Ese Pokémon no vale tanto.

    Los pasos de soldados se escucharon desde lo alto de la muralla. El cazador más prudente retrocedió, mientras su compañero maldecía y descendía de nuevo. Al final, ambos huyeron hacia la espesura.

    Dentro de los jardines reales, un niño de nueve años paseaba acompañado por su madre, Lady Akiko, y la fiel sirviente Kaedé. Habían hecho una pausa junto a una fuente, bajo la sombra de los ciruelos.

    —Thiashi, cariño, ¿por qué no descansas con nosotras un momento? —preguntó su madre, con voz dulce.

    —Estoy bien, madre. Quiero mirar un poco más el jardín —respondió el niño con una sonrisa traviesa.

    Lady Akiko suspiró, aunque lo dejó ir. Mientras el pequeño se alejaba, murmuró con cierta preocupación:

    —A veces me pregunto si logrará ser un gran Busho, como su padre.

    Kaedé, inclinándose respetuosamente, respondió con convicción:

    —Mi señora, no dude de él. El joven Thiashi tiene la mirada de un líder. Su vínculo con un Pokémon llegará... solo es cuestión de tiempo.

    Akiko bajó la vista, pensativa. Su hijo ya tenía nueve años, y aún no había mostrado conexión alguna con ningún Pokémon. Era un peso silencioso sobre su corazón.

    Thiashi corría alegremente entre los senderos cuando un ruido lo detuvo. Un arbusto cercano se agitaba con fuerza. El niño se acercó con cautela, apartó las ramas... y allí estaba: un pequeño Eevee, con los ojos brillando de miedo y cansancio.

    —Oh... qué lindo Pokémon... —susurró Thiashi, maravillado.

    Estiró la mano, pero el Eevee retrocedió, erizando su pelaje. El niño se agachó entonces, sacó un pequeño dulce de arroz que llevaba guardado y lo colocó en el suelo.

    —No tengas miedo. Esto es para ti.

    Se apartó un paso, sonriendo con sinceridad. El Eevee lo observó desconfiado, pero finalmente se acercó. Mientras comía, levantó la mirada. Sus ojos se encontraron con los de Thiashi. En ese instante, algo invisible pasó entre ambos: una chispa, un lazo que no necesitaba palabras.

    El cielo empezaba a oscurecer. Thiashi se levantó.

    —Ya debo irme... hasta luego, pequeñín.

    Pero al dar unos pasos, escuchó los saltitos detrás de él. El Eevee lo seguía, meneando la cola. El niño se detuvo, sorprendido.

    —¿No tienes a dónde ir? —preguntó suavemente. El Eevee se acercó más, frotando su cabeza contra su pierna.

    Thiashi rió.

    —¿Quieres venir conmigo?

    El Pokémon respondió con un salto alegre. El niño lo tomó en brazos y corrió hacia el palacio.

    Esa misma noche, en la sala de guerra, el Busho Eiji discutía con sus generales. Un Persian descansaba a sus pies, mientras mapas cubiertos de marcas rojas y negras se extendían sobre la mesa.

    —Lord Tatsuya —dijo el general Katashi—, hemos recibido noticias preocupantes: Nobunaga del clan Oda ha sellado su unión con Nōhime del clan Saitō. Una alianza peligrosa.

    Tatsuya frunció el ceño.

    —¿Y qué amenaza representa para Hajime?

    —Mi señor... más que sus enemigos, temo por su hijo —intervino el general Osamu—. El joven Thiashi aún no ha mostrado vínculo con ningún Pokémon. Si no lo logra antes de su undécimo cumpleaños, la ley no lo reconocerá como sucesor.

    Los ojos de Tatsuya centellearon con furia.

    —¡Thiashi es mi hijo! No duden jamás de su destino. Él portará el futuro de Hajime.

    En ese momento, la puerta se abrió bruscamente. Un pequeño irrumpió con los pasos apresurados de la inocencia.

    —¡Padre, mira lo que encontré!

    El Busho giró con intención de reprenderlo, pero se quedó sin palabras. Entre los brazos del niño descansaba un Eevee. Los generales se miraron con asombro.

    —¿Es posible...? —murmuró Katashi.

    —Un Eevee... en todo Ransei apenas quedan registros de ellos —añadió Osamu, esta vez sin tono de reproche, sino de incredulidad.

    Thiashi sonrió, acariciando al Pokémon.

    —Se llama Eevee. Apareció en los jardines y... quiere quedarse conmigo. ¿Puedo, padre?

    Tatsuya lo observó largo rato. La sala de guerra, llena de tensión, se llenó ahora de un silencio solemne. Finalmente, el Busho sonrió, una sonrisa llena de orgullo.

    —Hijo mío, ese Eevee ha elegido estar contigo. Desde este día, eres reconocido como heredero de Hajime.

    Los generales asintieron, algunos aún incrédulos. El destino había comenzado a girar.

    Esa misma noche, lejos de allí, en el Reino de Kaen, el Busho Saburo paseaba furioso por los pasillos de su castillo volcánico.

    —¡Inútiles! —rugía—. ¡Perdimos contra Hajime, un reino débil, pacífico! ¡Es imperdonable!

    A su lado, su consejero Hideyoshi sonrió con calma.

    —Mi señor, no se castigue. Hajime podrá resistir... pero no para siempre. Con el tiempo, caerá.

    Saburo gruñó, pero finalmente se detuvo.

    —Hideyoshi... eres de los pocos en quienes confío. Si algún día muero, el reino será tuyo.

    Hideyoshi inclinó la cabeza, ocultando en su mirada una ambición que ni el fuego de Kaen podía consumir.

    Y así, mientras un niño y un Eevee sellaban un lazo en los jardines de Hajime, en otro reino la sombra de la ambición comenzaba a crecer.

    Fin del Capitulo Uno.
     
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