Two-Shot Please tell me I'm your one and only [Gakkou Roleplay | Alisha Welsh]

Título: Please tell me I'm your one and only.
Fandom: Gakkou Roleplay.
Personajes: Alisha Welsh.
Palabras: 2685 (1467 + 1218)
Summary: "Siempre era así, conseguía ponerme la mente en blanco en cuestión de segundos y simplemente me dejaba llevar."
N/A: Resumen así tope rápido, me monté un ex tóxico para Alisha por aquello de añadirle spice a su background y obviamente me tenía que aventar un ficazo de los dos porque mira que me entró hype con la situación qué sé yo (?) Esto sería canon en las vacaciones de verano anterior al año en el que está ahora, o sea, de segundo. So yeah, disfruten los que vayan a leer esta ida de olla~ Y gracias Gigi por haberme aventado la rola bc es perfecta para el fic uwu <3

Please wrap your drunken arms around me
And I'll let you call me yours tonight
Cause slightly broken's just what I need​

Levanté la vista al cielo en cuanto puse un pie fuera del edificio, recibiendo el sol prácticamente de lleno sobre mi rostro. Tanto así que tuve que colocarme las gafas de sol prácticamente al instante, evitando cualquier posible daño en los ojos.

—Woah, que buen día~

Me estiré por completo tras soltar aquello, habiéndolo dicho en japonés solo por la gracia, y me llevé las manos a las caderas antes de mirar alrededor un par de segundos, comenzando a caminar no mucho después hacia mi destino.

En realidad hacía un calor del demonio y ni siquiera llevar solo unos shorts con un crop-top estaba ayudando mucho al asunto, así que tuve que parar en alguna cafetería para comprarme un iced americano.

La caminata no fue especialmente larga aunque alargué un poco demás el paseo para aprovechar la bebida hasta el final y, ya de paso, el paisaje a mi alrededor. Posiblemente no volvería a verlo en mucho tiempo y se sentía estúpidamente nostálgico de repente, aun cuando lo único que ahí había era rascacielos y muchísima gente estresada.

La entrada al edificio estaba, como siempre, estropeada, y bastó un solo empujón algo más fuerte para abrirlo sin llave. Nunca entendería porque no utilizaba el dinero que ganaba para mudarse a un barrio algo más decente, a decir verdad, pero llegados a ese punto poco o nada me importaba ya.

Subí las escaleras hasta el tercer piso y apenas pasó un minuto desde que llamé hasta que la puerta se abrió, haciéndome soltar una risa por la nariz nada más ver a mi anfitrión porque venga, ¿en serio?

—¿De verdad, Aiden? ¿Ni el gusto de arrancarte la camiseta me vas a dar ya? Qué hijo de puta.

Y qué hija de puta yo, bromeando como si nada, como si no me doliese que nunca ganase nada de esos encuentros.

—Perdona preciosa, pensé que ya ni vendrías a verme.

Levanté la ceja con aire escéptico, alzando al fin la vista hasta su rostro… y sentí como el aire se me escapaba de los pulmones al recibir de lleno su sonrisa.

No esperé ni un maldito segundo.

Levanté el brazo para colocar la mano sobre su pecho y lo empujé hacia el interior del piso, cerrando la puerta con el pie detrás de mí. Recibí su sonrisa satisfecha antes de sentir como se estampaba contra mis labios y ni siquiera tuve tiempo de procesar el significado de la misma antes de hundirme por completo en el beso.

Tenía esa jodida capacidad.

Sentí como pasaba el brazo por mi cintura y me atraía hacia él, enredé las manos por detrás de su cuello y en algún momento sentí el colchón de la cama chocando contra mi espalda.

Siempre era así, conseguía ponerme la mente en blanco en cuestión de segundos y simplemente me dejaba llevar. Me costaba luego recordar que era lo que habíamos hecho o dónde lo habíamos hecho, solo sabía que acababa jodidamente satisfecha y arrepentida a partes iguales.

Cuando volví en mí después de vete tú a saber cuánto rato follando, noté que Aiden se había quedado dormido con un brazo por encima de mí y la verdad es que no pude esconder la risa de pura ironía que se me escapó.

Venga ya.

Me levanté sin mucho tacto de la cama, obligándolo a separarse por pura inercia, y comencé a tantear en la cama hasta encontrar mi sujetador por ahí y comenzar a colocármelo.

—¿No te quedas?

No giré la cabeza para mirarlo cuando escuché su voz ronca, más bien la moví de un lado para otro mientras buscaba con la vista el resto de mi ropa que había acabado desperdigada por ahí.

—Tengo que hacer la maleta.

—¿Uhm?

Él no parecía querer comprenderlo aun cuando era más que obvio y yo no tenía muchas ganas de explicárselo a decir verdad, así que simplemente me levanté y comencé a recoger las prendas para colocármelas.

—No voy a volver, Aiden —soné bastante seria a pesar de soltarlo así como si nada, y seguí bastante metida en la tarea de seguir vistiéndome por lo que seguí sin mirarlo—. Me ha sido muy fácil convencerles de dejarme venir solo una semana este año, y planeo conseguirme un trabajo a tiempo parcial el verano que viene, así no podrán decirme nada si me quedo todas las vacaciones ahí.

Me giré finalmente cuando me abroché el último botón del pantalón y lo miré con una sonrisa ligera, casi de pena.

Casi.

>>Y en cuanto cumpla dieciocho… ni siquiera tendré que inventarme una excusa para no venir. Y si lo hago será solo para ver a mi madre.

Me quedé mirándolo con una intensidad abrumadora, porque en realidad esperaba ver algo en su reacción tras soltarle todo aquello. Decepción, enojo, alegría… lo que fuese, llegados a ese punto.

Pero nada, absolutamente nada.

Como si no le importase.

O como si no me creyese capaz.

Para suerte o para desgracia, el silencio que se instauró en la habitación fue roto por el tono de llamada de mi teléfono móvil y aproveché para soltar el aire en una especie de suspiro cuando Aiden cogió el aparato para extendérmelo.

—El inglés.

Decidí ignorarlo y pensar que había sido cosa de mi imaginación, ¿pero había algo de resentimiento en su voz?

Imposible.

Como fuese, cogí el móvil y respondí sin darle más vueltas al asunto.

—Honey, ¿qué pasa? ¿No con como las ocho de la mañana ahí?

No supe muy por qué había cambiado tan rápidamente al japonés, si fácilmente podía haber mantenido el chip del inglés, pero ahí estaba, y no había dudado ni un segundo.

Para joder a Aiden, por supuesto, y que no me entendiese.

—Me he despertado pensando en ti~

No supe si Joey sospechó algo, pero si lo hizo supo disimularlo muy bien y me siguió el juego, hablándome en japonés también.

—¿En serio, cariño? ¿Ni una semana puedes pasar ya sin mí?

Era tan sencillo soltar una carcajada genuina en aquel momento.

—¡Solo quería asegurarme de que no te olvidas mi regalo!

—Sure, baby~ Te he comprado un libro con la historia de Chicago, para que veas las cosas tan terribles que le hicieron los tuyos a los míos.

—Buu. So boring, Ali-chan.

Otra carcajada amenazó con salir de mis labios, pero la voz se me quedó atorada en la garganta cuando sentí unos brazos pasando por mi cintura y recordé repentinamente donde estaba y lo que acababa de hacer.

—Lo siento, cielo, me tengo que ir a hacer la maleta. Vendrás mañana, ¿no? Para recogerme.

Que cabrona, cambiando al inglés solo para decir aquello último.

—Claro, tu abuela me prometió galletas si lo hacía.

—Ah, ¿solo por eso?

—Bueno, ¿te recuerdo lo que me prometiste tú si…?

—¡Hasta mañana!

Colgué rápidamente, sin dejarle terminar la frase, pero pude imaginarme sin ninguna clase de complicación la sonrisa divertida que tendría sobre los labios. Era la misma que yo tenía, al fin y al cabo.

Sentí la frente de Aiden sobre mi hombro y aunque tuve el impulso de hacerlo, no levanté la mano para acariciarle el pelo.

—Quédate.

No era muy buena leyendo a las personas, en general porque no me importaba demasiado salvo para saber si podía seguir ligando con ellas o no, pero con Aiden me era simplemente natural.

Y era tan jodidamente obvio que hasta dolía.

Porque simple y llanamente tenía que haberse dado cuenta de lo verdaderamente feliz que había sonado hablando con Joey. Ni siquiera necesitaba saber lo que habíamos dicho para notarlo, el cariño tan genuino en mi tono de voz.

Un cariño que nunca le llegué a profesar aun habiendo sido mi novio.

Y Joey era solo un amigo.

Era terriblemente doloroso darse cuenta.

Y lo peor es que sabía que aun así no podía dejarme ir. Porque siempre pensé que era yo la que dependía de él y no podía alejarme, pero la triste y jodida realidad era que él también dependía de mí y no podía soltarme.

No quería soltarme y yo no era capaz de desatar el nudo.

—Algún día… —murmuré, mirando hacia el techo—. Dejaré de llamarte. Y entonces… seremos libres al fin, cariño.

Me liberé de su agarre sin mucha dificultad, aunque él no opuso mucha resistencia tampoco, y salí del apartamento tras colocarme los zapatos.

No miré atrás en ningún momento y eso me llenó de una extraña satisfacción personal.

Poco a poco estaba logrando dejarlo ir.

En algún momento no tendría la necesidad de llamarlo cuando me sintiese sola, en algún momento lograría borrar su número de teléfono, en algún momento sería capaz de contárselo a alguien sin temor a romperme y en algún momento se convertiría en una simple y estúpida anécdota de la que reírse.

Y en ese momento… sí, definitivamente seríamos libres.

 

N/A: venga que no estaba entre mis planes marcarme otro capítulo de esto pero me vino la inspiración divina en verdad medio me inspiró belu que viene a ser lo mismo si me pregunta cuz she a goddess (?) y idk como sé que es muy difícil que Ali suelte esto in rol pues lo hago fic y así cuz this is fun y el receso está siendo excesivamente largo (??? Sigue siendo todo canon uwu

I knew you were trouble when you walked in
So shame on me now
Flew me to places I'd never been
Till you put me down​

Era simplemente estúpido que no me hubiese dado cuenta hasta que llegué a casa.

—Qué hijo de puta —murmuré, mirando la bolsita de plástico que tenía entre mis manos.

¿De verdad había pensado que el cabrón me había abrazado porque de verdad le nacía? Si es que me pasaba de estúpida, sinceramente.

Solté el aire por la nariz en una risa irónica, abriendo el plastiquito para mirar mejor el contenido en su interior. Al menos había tenido la decencia de colarme solo un poco de hierba, seguramente aun hubiese podido salir del país si me pillaban con eso.

Si hubiese querido joderme de verdad, sabía más que nadie que tenía lo necesario para hacerlo.

Suspiré, dejándome caer sobre la cama con pesadez, y rebusqué debajo de la almohada hasta hacerme con la cajetilla de papel para liar. Ya que me había hecho un regalito, ¿por qué no aprovecharlo?

Hice el porro y lo encendí a los segundos, con un mechero que también encontré enredado entre las sábanas. Venga, ni me había esforzado demasiado en disimular aquella semana, mi padre estaba demasiado feliz en su burbuja y no iba a entrar a mi cuarto para romperse su propia ilusión.

Asomada como estaba a la ventana, porque un poco de decencia sí que tenía al menos, no me di cuenta de la nueva presencia en mi habitación hasta que su voz me alcanzó y fue inevitable no verla.

—Lishie.

Aunque no me la esperaba, tampoco mostré mucho que me hubiese sorprendido, y simplemente la miré por encima del hombro con una de las pocas sonrisas genuinas que podía sacar en ese sitio.

—Mommy~ —saludé, cantarina, antes de volver la vista hacia el exterior de nuevo—. ¿Sabes? A veces echo un poco de menos las vistas de aquí.

Ni de lejos mi familia se acercaba al nivel económico de, por ejemplo, los Akaisa o los Sonnen, pero nos manteníamos bastante bien. Lo suficiente para vivir en un apartamento que daba directamente al lago, lo suficiente para permitirme ir a una escuela de niños ricos en Japón y lo suficiente para viajar entre ambos sitios más de una vez al año.

Imposible que todo el dinero que entraba en casa fuese del todo legal, con papá retirado del ejército y mamá trabajando solo cuando la llamaban, pero no iba a ser yo la que se metiese. Repentinamente, no me apetecía meterme en problemas y, no sé, perder la oportunidad de acabar el curso en Japón.

—¿Cómo está mamá?

Noté como el colchón de la cama bajaba ante el peso de mi madre y acabé por darme la vuelta para quedarme sentada a su lado.

—Bien, bien. Sigue visitando a su amiga de Kioto, se la ve muy contenta cada vez que puede ir.

—Sabes que están liadas, ¿verdad?

Comencé a toser al escuchar aquello, habiéndome tomado totalmente desprevenida mientras daba una calada, y me tomó un poco de tiempo recuperar la normalidad.

—¿En serio? —acabé por decir, en un hilo de voz.

—Bueno, lo estaban antes de quedarse embarazada de mí y tener que volver a América. Siempre me hablaba de ella cuando era más pequeña y, por lo que dices, me da a mí que gran motivo por el que se fue a vivir a Japón fue para poder visitarla de nuevo.

La miré de reojo, porque habló con un tono de voz tan plano que no sabía si le molestaba o no todo aquello. Pero estaba sonriendo, algo melancólica, y eso me sacó un suspiro de alivio que no sé muy bien ni de dónde salió.

—Tiene sentido, en realidad.

Nos quedamos unos segundos en silencio y cuando al porro ya le quedaba un par de caladas, lo extendí hacia el lado.

—Tu padre vendrá en un par de horas.

Asentí con la cabeza y volví a llevármelo a los labios, acabándolo en apenas un segundo y tirándolo por la ventana justo después.

>>¿Todo bien, Lishie?

Me dejé caer hacia un lado, apoyando la cabeza sobre su regazo, con una sonrisa. Asentí con la cabeza y no mucho después sentí como comenzaba a jugar con mi pelo, peinándolo y acariciándolo.

—No he comprado, Aiden me la coló en el pantalón —expliqué, en un susurro, cerrando los ojos—. No sé si quería que la encontrase o que me pillasen con ella en el aeropuerto, la verdad.

No tenía mucho sentido escondérselo ya, mi madre era más que lista y tenía que haber unido los puntos para saber dónde había estado.

—¿Estás segura que está todo bien? —insistió.

Hace un par de años hubiese soltado un bufido y me hubiese ido, hecha una fiera, porque me hubiese sentido acorralada ante tanta insistencia. Pero no encontré por dónde hacerlo, porque estaba empezando a entenderles un poco más.

—Está todo bien, mamá, solo necesitaba… bueno, ya sabes.

Una semana ahí encerrada sin poder tirarme a nadie… y venga, que hablábamos de mí, tenía mis límites de aguante.

Y ya me había dado cuenta hacía un tiempo, ¿verdad? Que quizás no era Aiden el único que se aprovechaba del otro en esa relación.

>>Lo del año pasado fue una estupidez, no sé. Había pasado todo lo de Joey, Aiden se aprovechó de que estaba vulnerable y… —negué ligeramente con la cabeza—. No importa, ya he aprendido la lección.

Sí, el año anterior había sido un jodido desastre, aunque nadie más que mi madre, él y yo lo sabíamos.

No es que el hecho de haber “cortado” con Joey después de haber intentado ser novios por, aproximadamente, una semana me hubiese afectado en sí, porque después seguimos como si nada y se quedó como una anécdota divertida.

Y estaba bien, porque así era como nuestra relación funcionaba y no la cambiaría por nada.

Pero qué sabía yo, el asunto había despertado algunas inseguridades y no las había superado para cuando volví en vacaciones, Aiden lo notó y me ofreció algo que podía hacerme sentir mejor. Nunca supe exactamente qué me había dado porque el cabrón traficaba con toda clase de drogas pero no mereció en absoluto la pena cuando mi madre tuvo que recogerme en el hospital y ni siquiera supe decirle qué había pasado porque no recordaba nada en absoluto.

>>Mamá —la llamé, con voz pastosa, en el estado de somnolencia que me asoló de repente—. Nunca te pedí perdón. Por eso, por lo de hace unos años… lo siento.

Sentí como se inclinaba y depositaba un beso sobre mi cabello.

—Está bien, cariño. ¿Por qué no duermes un rato? No tenemos mucho que empacar y el viaje va a ser largo.

Volví a asentir con la cabeza y me acomodé un poco mejor, soltando un suspiro de satisfacción en cuanto encontré la posición adecuada.

Me había convencido a mí misma de lo contrario, quizás para excusarme y no sentirme mal por hacer todas las cosas que hacía, pero siempre lo había sabido, ¿verdad?

No querían cortar mi libertad, solo querían protegerme.

Protegerme de cabrones como Aiden y de las situaciones tan jodidas en las que me había metido.

Lo había ignorado hasta entonces, pero mi padre nunca me había prohibido salir. Me enseñó a defenderme, sabía que me tenía vigilada ahí donde estuviese… pero nunca me lo prohibió. Porque no me querían controlar, solo… me querían.

Y comenzaba a entenderlo.