Pesadilla

Pesadilla

Pesadilla​

El despertador sonó de repente marcando las tres de la madrugada. Lo apagué molesta, pues me había roto el sueño. Instintivamente comencé a dar vueltas en la cama, lo cual fue inútil, me había desvelado. Abrí los ojos y exploré la habitación a través de la oscuridad, vislumbrando vagamente las siluetas de los muebles. Di otra vuelta y cerré los ojos de nuevo con intención de recuperar mi sueño perdido.

El silencio que reinaba en la casa se perdió en cuestión de segundos y, como si me estuvieran esperando, comencé a oír ruidos. Empezó con pequeños crujidos, sensación de pasos, ronroneos que se perdían en la oscuridad… No me preocupé, eran los sonidos de la oscuridad. Pero, al retintín de los crujidos se le unió una respiración entrecortada y unos pasos pronunciados. Se formó un vaivén de sonidos y formas que cada vez parecían más cercanos.

Como si fuera a servirme de escudo en una situación de peligro me escondí entre las sábanas. Podía sentir aquella respiración acercándose por el pasillo; entraba y salía de mi cabeza, en la cual el pánico comenzaba a tomar el control. Mi corazón bombeaba sangre a una velocidad de vértigo por cada paso que sonaba más cercano y, todo mi cuerpo se hizo presa de un sudor frío.

La puerta se abrió de golpe profiriendo un portazo. Mi cuerpo me traicionó y salí de la cama con un salto mientras gritaba escandalosamente. Una garra salida de la oscuridad me tomó el cuello y sentí como comenzaba a faltarme el aire. Me resistí, aunque fue inútil. No podía hacer nada, tan solo dejarme estrangular.

Desperté entre sollozos abriendo los ojos como platos. Mi corazón había aminorado su marcha y mi cuerpo paró de temblar. Me levanté y observé el pasillo con atención haciendo gesto de desconfianza. Respiré aliviada al no ver nada, tan solo había sido una pesadilla.