Microrrelato Persecución desenfrenada

Actividad: Maestro de los retos
Reto: 29. Nos gusta la acción, así que incluye una escena así en tu historia.

PERSECUCIÓN DESENFRENADA

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La tensión puede sentirse en el ambiente. La adrenalina corre por sus venas. Gotas de sudor se deslizan por su piel ante el enorme esfuerzo que está realizando. Siente miradas sobre su nuca, pero aquello no parece que vaya a detenerla.

Corre, corre con todas sus fuerzas, empujando junto a ella otro objeto más. Lleva una pesada carga, pero sabe que debe darlo todo o el objetivo en el que están fijos sus ojos se escapará. Respira hondo, sintiendo que sus pulmones comienzan a quemar, que su corazón se le saldrá del pecho de un momento a otro. La velocidad que está alcanzando comienza a ser peligrosa, el objeto que transporta se tambalea. Pero a cada instante que alza la mirada, apartando el cabello que se le adhiere al rostro, ve que su objetivo se aleja más y más de ella.

Traga saliva, sintiendo la garganta seca.

No se rendiría. No podía hacerlo.

Aprieta el agarre del objeto entre sus manos, sin sentir el crujido de sus dedos, ni los tendones de sus piernas implorando porque se detuviese. Hace mucho tiempo que no realiza ningún deporte, y el no practicar calentamiento alguno comienza a pasarle factura.

La esperanza empieza a iluminar su corazón cuando nota que las distancias comienzan a acortarse, y que su objetivo le dirige una mirada cargada de nerviosismo. Quiere escapar, pero sabe que está contra las cuerdas. La mujer se sirve de esta expresión para acelerar más, y más. Estiró el brazo, notando cierta punzada en su antebrazo y hombro. Se muerde el labio inferior.

Un poco más. Un poco más...

Respira entrecortadamente. Se inclina, sintiendo que acabará tropezando y cayendo con todo el equipo.

Pero continúa. Y continúa.

Hasta que...

—¡Te tengo, pequeño demonio! —exclama, agarrando el asa del carrito de enfrente para frenar en seco. Ambos carritos de la compra se detienen bruscamente, los productos de la compra se mecen con fuerza, y la mujer no tarda un segundo en avanzar hasta sacar del de su oponente al niño que estaba dentro. Lo toma en brazos, haciendo una mueca de disgusto—. ¡Samuel, te he dicho mil veces que en los supermercados no se corre con el carrito! ¡Mira todo lo que has podido tirar, te va a reñir el guarda de seguridad!

Samuel hecha un vistazo a su alrededor, y mira a su madre poniendo los ojos en blanco.

—Pero mamá... La que ha caído todas las cosas eres tú.

La mujer se gira para ver el rastro de productos derramados que ha dejado en medio de su desenfrenada persecución, y se le suben los colores a las mejillas. De repente un guarda de seguridad se le acerca y pone la mano en su hombro.

—Señora, para mantener el orden le ruego que abandone el establecimiento.

Madre y niño intercambian miradas, este último sonriendo con un deje de burla.

—Mamá, hoy la castigada eres tú.