Personas reales Perdóname [Hamilton]

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Basado en Stay Alive Reprise

Perdóname​

—Lo siento —susurró, sintiendo como las delicadas manos de su madre recorrían su rostro sudoroso. La frescura de sus manos aliviaba el calor que sentía por dentro, su presencia tranquilizaba su corazón, y sabía que con ella a su lado podría hacerle frente a lo que fuera que le esperara del otro lado. —Siento haber olvidado lo que me enseñaste, mamá.

—Mi hijo —cualquiera diría que lloraba por la herida en su pecho, que el dolor se debía a la infección y a la vida que se escapaba de sus manos. Él sabía la verdad: lloraba por el sufrimiento que le estaba causando a su madre. Aquella hermosa persona que había cuidado tan bien de él y de sus hermanos, aquella en la que no había pensado cuando se le ocurrió desafiar a George Eacker a un duelo. Aquella en la que no pensó siquiera escribirle una carta de despedida...


Lloraba, y quería pedirle perdón por todo lo que estaba causando, suplicarle porque dejara de llorar y sonriera una última vez, oh dios como extrañaría esas sonrisas. Quería gritar y patalear, quería hacer un berrinche como en su infancia y esperar porque su madre arreglara lo que fuera que causara tal estado en él, más simplemente se quedó allí. Acostado, llorando y sufriendo, mientras guardaba en su corazón aquellos últimos momentos con su madre. Y Eliza empezó a cantar, contando hasta diez con suaves susurros contra su rostro, abrazando su mano contra su pecho y acariciando su cabello con su mano libre.

Y Phillip quería gritarle al mundo por ser tan idiota.

Las suaves notas que salían de los labios de su madre eran como una suave canción de cuna que lo mecía en la oscuridad que lentamente lo rodeaba. Sabía que el tiempo se le acababa, el dolor que rodeaba su herida había desaparecido, ya no podía sentir sus piernas y poco a poco sus ojos se cerraban. Sabía que debía de advertirle a su madre, decirle adiós a ella y su padre, asegurarles que los amaba a los dos y que siempre protegería de todos; pero no podía concentrarse en nada más que en la suave voz de su madre.


—Espero puedas perdonarme, madre.


Y con esa suave plegaria al viento, cerro los ojos. Exhalo por última vez un suspiro al tiempo en que un grito escapaba los labios de su madre.

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Y Phillip es un idiota, pero también es tan bello </3