One-shot Peorth [Gakkou Roleplay | Alisha Welsh]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 26 Agosto 2020.

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    Amane

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    Escritora
    Título:
    Peorth [Gakkou Roleplay | Alisha Welsh]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1535
    Título: Peorth.
    Fandom: Gakkou Roleplay.
    Personajes: Alisha Welsh, Konoe Suzumiya, Joey Wickham.
    Palabras: 1288
    Summary: "Nunca había sido, lo que se dice, la hija perfecta. A decir verdad, apenas y era una hija decente."
    N/A: pues aaaaaa aquí está, el bakground de mi pendeja ali-chan. Antes de nada aviso que tampoco esperéis la gran cosa, pero tenía muchas ganas de escribirlo aún así, sobre todo porque cuando vi el significado de esta runa supe que quería hacerlo con ella so anyways, aunque sea simple espero que os gusta ;----; <3 | Yugen Gigi Blanche | Peorth no tiene una traducción específica pero una de las cosas que se cree es que se refiere a un instrumento que, según el poema, parece que se tocaba en fiestas so me pareció un acepción super adecuada para mi beba. So anyways, en mi juego el subtítulo es "change" y como que también me pareció accurate, idk (?)


    Peorth is a source of recreation and amusement to the great,
    where warriors sit blithely together in the banqueting-hall.

    Nunca había sido, lo que se dice, la hija perfecta. A decir verdad, apenas y era una hija decente.

    Seguramente si hubiese tenido un hermano o una hermana, sus padres hubiesen dejado de intentar enderezar su camino. Pero era hija única, así que le tocaba aguantar todas las quejas y regañinas, así como los intentos por centrarla.

    Pero de nada servían.

    Ni el profesor particular consiguió que sus notas subiesen ni el hecho de haber prácticamente aislado su cuarto consiguió que dejase de escaparse por las noches para irse de fiesta.

    A sus catorce años ya se conocía todos los trucos.

    Por qué era así había sido una respuesta sin preguntas desde el inicio. No era ninguna niña rica mimada que quisiese escapar, su padre podía ser algo estricto pero nunca la habían descuidado.

    Simplemente le gustaba.

    Escapar de casa, ir a sitios prohibidos, engañar para acceder a ellos, tomar cosas que no debía… en definitiva, desobedecer todas las reglas impuestas la llenaba de una adrenalina indescriptible.

    Más tarde descubriría que quizás fuese cosas de sus genes.

    Cuando sus padres la sentaron en la mesa de la cocina después de haber recibido las notas finales del curso, se había esperado el regaño pero no la decisión final de su padre.

    “Hemos decidido que seguirás tus estudios en Japón, a ver si aprendes un poco de sus modales.”

    La noticia la sorprendió, por supuesto, pero… ahí se quedó la cosa. Al final simplemente se encogió de hombros y se echó hacia atrás en la silla, indiferente.

    Whatever.”

    Tres meses después, se adentró en el aeropuerto junto a su madre. Al menos había decidido irse por lo grande y había podido aprovechar al máximo las vacaciones de verano.

    —¿De verdad que no te importa irte?

    Alisha se encogió de hombros mientras sacaba su pasaporte.

    —La única que me va a echar de menos eres tú, mamá.

    —A tu padre tampoco le resulta fácil que te vayas, ¿sabes?

    —Tú y yo sabemos que eso no significa que me vaya a echar de menos, exactamente.

    Ambas se abrazaron entonces, incapaces de soportarlo más, aunque realmente la única que acabó lloriqueando fue su madre.

    A pesar de ser bastante popular en su colegio, lo cierto es que no tenía a nadie que pudiese llamar amigo o alguien que se preocupase mínimamente por ella, así que no dejaba gran cosa atrás.

    Además, tenía un sencillo plan que realizar.

    No esperaba nada interesante de Japón, lo único que tenía que hacer era seguir siendo ella misma y como mucho en dos meses volvería a su casa.

    Las cosas nunca salían como uno esperaba, ¿no?

    Japón la sorprendió bastante, y de una manera bastante agradable.

    Pronto descubrió que sus características físicas tan claramente occidentales solo jugaban a su favor y conoció aquella sub-cultura de gyarus en la que encajaba tan fácilmente solo por ser ella. No se identificaba del todo con aquel grupo pero era divertido salir con ellas.

    Además, la conoció a ella, a Konoe Suzumiya.

    Al principio le causó rechazo. A sus ojos era la típica niña japonesa estirada en la que sus padres esperaban que acabase convirtiéndose y no había nada que le provocase más rechazo que aquella imagen.

    Pero Konoe fue tan insistente en ayudarla con su japonés que al final acabó cediendo a su compañía. Alisha ya se había hecho a la idea de que se quedaría ahí y lo cierto es que los japoneses no eran muy duchos con el inglés, necesitaba practicar si quería adaptarse bien.

    Suzumiya pasó así de ser una compañera algo molesta a convertirse en una especie de amiga. Con la excusa de practicar el japonés y enseñarle algo de inglés a cambio, acabaron pasando más de una tarde juntas y Alisha fue reprimiendo poco a poco sus intenciones con ella hasta que finalmente se quedaron en nada.

    Konoe supo de su estilo de vida desde el principio. Alisha no se lo había dicho directamente pero la japonesa no era estúpida, sabía relacionar el hecho de que la echase de su casa cuando empezaba a atardecer y su evidente cansancio al día siguiente en clase.

    Aun así, decidió ser su amiga.

    Y así fue como Japón le dio a Alisha su primera amiga.

    Su plan de joder a sus padres y volver a América de repente se había complicado. Quería quedarse, pero no podía comportarse.

    Y su abuela tuvo la solución.

    Era la primera vez que se conocían en persona, su abuela se había mudado a Japón hacía mucho tiempo y solo fue capaz de viajar para conocerla cuando era una recién nacida.

    Aun así, Alisha sabía que no era una mujer ordinaria. Había mantenido el contacto con ella por teléfono y nunca le reprochó nada.

    “Eres joven aún, Alishita, tienes que disfrutar.”

    “No le hagas caso a tu padre, ya tendrás tiempo de ser un soso como él. Ay, si yo te contase lo que hacía a tu edad…”

    Fue poner un pie en tierra nipona y conocer todo lo que la mujer había hecho cuando era joven (¡y lo que su madre había hecho por igual!). Pronto su abuela se convirtió en el confidente de todas sus aventuras, y cuando esta supo de sus deseos de quedarse en Japón, la artífice de las mentiras que lo conseguirían.

    Su padre se tragó cada una de ellas, impresionado e igualmente orgulloso de que su plan hubiese surtido efecto. O quizás solo quiso creérselas, porque nunca preguntaba demás ni exigía pruebas.

    Alisha no le dio demasiadas vueltas, mientras le permitiese quedarse ahí, le valdría perfectamente.

    Su segundo motivo para desear seguir ahí llegó una noche de fiesta.

    Habían pasado ya dos años desde que se había mudado y Alisha se había adaptado perfectamente a su estilo de vida ahí, mucho más interesante desde que había entrado en la secundaria.

    Ese era, además, el principal motivo de celebración de la fiesta en la que se encontraba. Era el inicio de sus vacaciones de verano y un alumno había decidido ceder su casa para celebrar que habían superado su primer año.

    Hey, beautiful.

    El cabrón de Joey Wickham había estado tan atento de ella que la había pillado hablando en inglés con total naturalidad, no tardando en adivinar que su aspecto no intentaba imitar a una estadounidense sino que lo era de por sí.

    —¿Un británico?

    Alisha no pudo evitar levantar una ceja, curiosa, y el moreno simplemente rio como sabía hacer mientras hacía una inclinación, claramente exagerada.

    My pleasure, miss… —el chico se incorporó entonces y la miró, expectante.

    —Alisha.

    —Alisha, bonito nombre. Pero me tomaré el derecho de llamarte Ali-chan a partir de ahora. Yo me llamo Joey, un placer.

    La rubia se encogió de hombros antes de responder con un “encantada~”. No le importaba como la llamase siendo que seguramente solo hablarían aquella vez.

    No tardaron en subir a una de las habitaciones de la casa.

    Sus encuentros en diferentes fiestas durante aquel verano fueron cada vez más frecuentes, así como lo fue el hecho de que acabasen metidos en la misma cama.

    Fue extraño. Ninguno de los dos solía repetir sus ligues pero ahí estaban, liándose cada vez que se encontraban como si su relación fuese diferente.

    Quizás lo era.

    Repentinamente Ali-chan se convirtió en el apodo que más le gustaba escuchar.

    Y como si el destino quisiese afianzar aún más aquella idea, “hey, beautiful” se convirtió en lo primero que escuchó el día de vuelta a clases.

    Joey y ella se convirtieron así en los perfectos partners in crime.

    Sí, quizás Japón le había quitado a sus padres y la última oportunidad de redimirse, pero le había dado algo mucho más cálido: amigos, de verdad.

    Que irónico viniendo de un país tan frío, ¿no?
     
    Última edición: 1 Abril 2021
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