Pensando en vos.

Tema en 'CLAMP' iniciado por Ita, 16 Marzo 2010.

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    Ita

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    Pensando en vos.

    Bueno, este es el songfic que escribí para el concurso "Suki da Yo~", es mi primer songfic, asique no esperaba mucho de él, pero después de leerlo un par de veces me sentí orgullosa por como me quedó.
    En fin, xD Aquí esta:



    Era un día más sin vos
    donde no brillaba el sol.
    Me puse a recordad tu dulce amor,
    y entre fotos y canciones, te escribí con el corazón.

    Ya habían pasado tres meses. Tres largos e interminables meses sin su prometida, Himawari Kunogi. Desde que se fue a Corea por trabajo, Watanuki casi no había podido tener contacto con ella. Y esa no era la peor parte, aún le faltaban otros cuatro meses para poder renunciar. Era una pesadilla.


    Cada día, se levantaba a eso de las cinco de la madrugada para darse una ducha caliente, cuando terminaba, abría su armario y buscaba su monótono atuendo para el trabajo, luego se sentaba en la mesa y desayunaba, todo esto para tener otro agotador y rutinario día de trabajo. Pero esto no era nada, cuando llegaba a su casa se encontraba absolutamente solo, y esto lo lastimaba en lo más profundo de su ser. Pero el simple recuerdo de su amada, de los momentos felices que pasaron y de su sonrisa radiante le daban fuerzas para continuar. Se acostaba en su cama después de su aburrida cena y le escribía, como todas las noches, como había sido su día.


    A lo largo de sus 24 años jamás se había sentido tan solitario. Ni siquiera cuando sus padres murieron. Porque aunque ella estaba ahí, viva, en su casa, no podía sentir su perfume, tampoco podía abrazarla ni decirle que la amaba... era triste. Su vida en ese momento era muy triste.

    Era un día más sin fe,
    yo soñaba con volver.
    Pero no me anime nunca a llamar,
    y en un río de emociones otra vez me puse a llorar.

    A dos semanas de su vuelta a Japón, uno de sus tantos días de trabajo fue llamado por su jefe. Tranquilamente se dirigió a su oficina, entró y cerró la puerta a sus espaldas. El señor Kim era un hombre de gran estatura, con cabello color azabache y ojos penetrantes color miel. Hasta donde se sabía su madre era francesa, pero se había mudado aquí por trabajo, al igual que él. Verlo siempre despertaba un vago recuerdo de su “amigo” Shizuka Doumeki. Éste le dijo que se sentara y le advirtió sobre lo que iba a decirle, no sería una noticia del todo grata según él. Su corazón dio un vuelco cuando escuchó a su jefe decir que debía quedarse otros dos años y medio en Corea.


    Volvió a su casa más agotado de lo normal. No sabía cómo ni cuándo iba a darle a su futura esposa la abrumadora noticia. ¿Cómo le diría, que no solo se quedaría un poco más de tiempo, sino que se quedaría otros dos años y medio? No sabía. Tomó el teléfono y marcó. El pitido intermitente del teléfono, que indicaba que estaba llamando, por alguna razón despertaba miedo en él. Entonces, la oyó. Una voz femenina, dulce y aterciopelada contestó del otro lado. ¿Hola? Fue lo que escuchó. Un simple saludo era suficiente para quitarle de golpe toda su determinación y valor. Inmediatamente colgó, y comenzó a llorar desconsoladamente. No podía decirle, ¡no podía! ¡La lastimaría demasiado!
    Así que optó por callar... y ahogarse en sus lágrimas. Sí, eso haré, se dijo.


    Y me puse a pensar en vos,
    en esos días en que todo estaba bien entre los dos.
    Con vos.
    En esos días en que yo tenía tu amor.

    0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o 0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

    Era un sueño sin razón,
    yo no supe mas de vos.


    Tres meses menos, pensó con una sonrisa al despertar y encontrarse sola en la cama. Esos tres meses fueron muy solitarios para ella, pero intentaba llevarlos lo mejor posible. Además, seguía en contacto con él, a través de cartas que se escribían todos los días. A veces tardaban en llegar, pero era bueno leerlas, la hacían sentirse un poco menos triste.


    Cuando era de día, se encargaba de limpiar la casa, aunque solamente estaba ella. Cuando preparaba la comida, hacía suficiente para dos, aunque era la única en la casa. Los platos que elaboraba no eran tan buenos como los de él, a pesar de usar las mismas recetas, pero cuando el sabor se aproximaba, se decía que él la había ayudado de algún modo. En cambio, cuando era de noche se acostaba en su cama y abrazaba su almohada fuertemente, aferrándola a su cuerpo. No estaba loca, simplemente lo extrañaba. Demasiado.


    Hoy era el día, hoy llegaría Watanuki de nuevo a Japón, a casa. A pesar de que había dejado de recibir sus cartas estaba feliz, ya que pronto podría contarle en persona todo lo que vivió allá. Se vistió, peinó si cabello con dos coletas como cuando era más joven –sabía que a él le encantaba verla con ese peinado- y salió disparada hacia el aeropuerto. Mientras caminaba fantaseaba con la manera perfecta de recibirlo. Podría abrazarlo, o tal vez sorprenderlo por detrás, pensó. Sin darse cuenta, ya había llegado a su destino. Buscó un asiento libre y se dirigió hacia él, cruzando ese inmenso mar de gente, que aún la molestaba estando sentada, dado que iba y venía en oleadas y algunos se encimaban a ella. Miró el horario de los vuelos y esperó.


    Tres horas después volvió a fijar sus ojos en el tablero de horarios y vio que el vuelo en el que se suponía que vendría ya había llegado. De hecho, también se había ido hace dos horas.

    Lo primero que pasó por su mente en ese momento: preocupación. Comenzó a preguntarse dónde podía estar, y miró para todos lados, aunque el lugar siguiera infestado de personas, comenzó a sofocarse. Sin poder distinguir los rostros de las personas, se cubrió la cara con las manos y se puso a pensar en posibilidades de su llegada tarde. Entonces recordó que le había dicho que era posible que se tardara unos días en llegar, ya que tal vez lo necesitaban para un pequeño, último trabajo; también mencionó que era posiblemente se tardara bastante tiempo en empacar. Una sonrisa apareció en los labios de Himawari al recordar el desastre que armaba cuando trataba de meter su ropa en una valija de viaje. Podía ser un genio cocinando y en las labores de la casa, pero era un desastre en eso. Tomó sus cosas y se dirigió a su casa.


    Esa noche pensó en reunirse con su amigo Doumeki en la casa, para charlar un rato. Tomó el teléfono y lo llamó. Hablaron un rato y luego lo invitó a ir a cenar, y que si quería podía pasar la noche ahí. El accedió a ir a cenar, pero declinó la idea de quedarse ya que debía ir al trabajo al día siguiente. Himawari cortó complacida y se puso a hacer la cena.


    En cuando su amigo llegó lo hizo pasar a la sala y le ofreció un asiento en la mesa, bellamente puesta. Mientras conversaban, la joven comenzó a sentirse mareada. Dijo que sentía nauseas y estuvo cerca de vomitar. Doumeki la ayudó y la condujo hasta el baño. Se quedó con ella durante unas horas hasta que le hizo una pregunta bastante inteligente.


    Lo escuchó, por supuesto, pero no razonó. Un par de minutos después comprendió lo que decía.
    ¡¿Estoy embarazada?! Gritó mientras lo miraba interrogante. Él le respondió que era posible, ya que esos eran algunos de los síntomas. Además, se notaba que ella estaba comiendo un poco más y había subido algo de peso, algo que sucede cerca de los tres meses de embarazo. Se levantó del piso lo más rápido que pudo y le pidió por favor a Shizuka si podía ir a comprarle un test de embarazo. No puedo creer que esté haciendo esto, pero bueno, será el padrino del bebé si llego a tener uno, pensó. Él, sin pensarlo dos veces salió de la casa y se dirigió a una farmacia.


    Siete minutos después –contados a reloj por Himawari- estuvo de vuelta. Le dio el test a su compañera y dejó el baño. Ella cerró la puerta y realizó el test.


    Doumeki, preocupado, diez minutos después de dejarla tocó la puerta y preguntó cómo iba todo. Ella la abrió lentamente sosteniendo el dispositivo en su mano, mirando anonada. Él también miró el resultado, pero no se asombró en absoluto al verlo, ya que estaba casi seguro de que sería ése. Era positivo.


    La chica, emocionada, comenzó a llorar, deseando que su novio llegara pronto para darle la alegre noticia.


    Pero siempre espere verte llegar,
    con el beso que soñaba,
    y nunca me vino a buscar.


    Al día siguiente, despertó con un terrible dolor de cabeza. Se levantó, fue al baño y se lavó al cara con agua congelada para despabilarse. Se miró al espejo y, súbitamente penetró en su memoria el recuerdo de lo que había pasado la noche anterior, cuando descubrió su embarazo. Cenó tranquilamente con Doumeki después de llorar un rato y luego se fue a dormir. Debo cuidar bien lo que consumo, se dijo. Se prometió ser una muy buena madre, y cuidar muy bien a su hijo mientras esté dentro de ella. Pensando en estas cosas se vistió y salió hacia el aeropuerto.


    La hora volvió a pasar, Watanuki seguía sin llegar, y ella volvió a su casa sola. De nuevo.

    Se recostó en el sofá de la sala a pensar nombres para el bebé. Quería ponerle Kagami si era una niña y si era un niño... rió al pensarlo. Pensó en ir a hacerse una ecografía, pero eso lo haría cuando su pareja volviera, así podrían saber el sexo de su hijo juntos, y comenzar a pensar en el nombre perfecto entre los dos, aunque ella no cedería a los que había elegido. Volvió a reír, pensando en la escena de ellos dos con un libro de nombres para niños, eso era gracioso a su parecer, ya que jamás se lo imaginó a Watanuki como un padre, aunque le daba ternura la idea de verlo sosteniendo a una pequeña criatura en sus brazos. Cantándole, arrullándole, queriéndole. Sin darse cuenta, se quedó dormida.

    Y me puse a pensar en vos
    En esos días en que todo estaba bien entre los dos
    Con vos
    En esos días en que yo...


    Así, pasaron los meses, pero él seguía sin llegar... el bebé nació. Himawari estuvo sola en el parto, ya que solamente podría entrar el padre a presenciarlo. No tuvo a nadie que sostuviera su mano y le dijera que hiciera lo mejor, nadie que la miraba con dulzura, nadie que la besara tiernamente mientras sostenía al pequeño en sus brazos. Cuando el doctor le dijo que era varón ella se puso a llorar de la felicidad, ya que ese era su presentimiento. Y dado que, Watanuki aún no había llegado ella jamás se hizo una ecografía, aunque sus amigas se lo recomendaban, le decían que fuera al menos una vez, pero ella se negaba. O iría con él o no iría con nadie, ni siquiera con Shizuka.


    Pasó un año, y el niño tuvo su primer cumpleaños. Su pastel era enorme, de vainilla. Tenía hermosos decorados en color azul, y su nombre gravado. La vela. con forma de número uno, también en color azul, y venía junto con una vengala que le hacía juego. Le dieron montones de regalos, aunque la mayoría eran muñecos de peluche. Zorros, principalmente, al parecer le llamaban más la atención que los otros animales.


    Y pasó otro año más, y Himawari seguía yendo al aeropuerto. Cada día que pasaba, por atareada que estaba, tomaba al niño e iba al establecimiento. Siempre llegaba a la misma hora y esperaba... esperaba y esperaba, pero él no llegaba. El avión aterrizaba y bajaban los pasajeros. Luego, otros se subían, y el avión partía nuevamente. Watanuki no aparecía en el aeropuerto. Incluso, se había quedado un par de veces hasta que lo cerraran, a ver si lo veía, pero no. Volvía a su casa, se encerraba en su cuarto y se echaba a llorar. Pero no importaba, al día siguiente volvería a ir y lo esperaría otra vez. Así era ella. Lo amaba demasiado como para abandonarlo.

    Y me puse a pensar en vos
    Y en esos días en que todo estaba bien entre los dos
    Con vos
    En esos días en que yo tenía tu amor.


    Ése día, el avión que venía desde Corea llegó con un retraso de diez minutos a causa de un problema con el piloto principal. Himawari estaba parada, con el niño tomado de su mano, tratando de sobrevivir entre esa muchedumbre. Entonces, entre ese océano de personas, una se distinguió. Era la única que se movía extrañamente y daba gritos en el teléfono. Era él.


    Ella lo miraba fijamente, esperando que sus miradas se encontraran, pero no lo hicieron. En un segundo, lo perdió de vista. Una ola de gente la desconcentró de ese punto. Desesperada, miró hacia todos lados frenéticamente, esperando encontrarlo. Deseando que, lo que acababa de ver, no fuera una ilusión óptica, que no fuera una alucinación, resultado de su supuesta locura. Hasta que un par de manos se posaron en sus hombros.


    Miró hacia atrás y ahí estaba. Igual que como lo había dejado, cabello despeinado, ropa perfectamente arreglada y planchada, y sus lentes limpios. Se lanzó a sus brazos y lo abrazó fuertemente. No iba a dejarlo ir nunca más en su vida. Él hizo exactamente lo mismo, feliz como nunca lo había estado.


    Una pregunta rompió el bello momento. El niñito le preguntó a su madre quién era esa persona. Ella le sonrió, se agachó y susurró algo en su oído. Watanuki los miró desconcertado sin saber nada, queriendo hacerle la misma pregunta a su prometida, pero algo lo sacó de estos pensamientos. Un pequeño de aproximadamente un metro estaba abrazándolo, con una enorme sonrisa pintada en el rostro. Watanuki miró interrogante a la joven y esta también le susurró algo en secreto. Él se quedó observándola en shock durante unos segundos, luego miró hacia abajo y cruzó miradas con el pequeño.


    ¿Qué bello nombre te ha puesto mami? Preguntó dulcemente, con algunas lágrimas recorriéndole el rostro, aunque unos momentos después notó que hacerle esa pregunta a su propio hijo era algo inapropiado, aún así este le respondió, con la misma sonrisa, cuál era su nombre. Al oírlo, Watanuki esbozó una enorme sonrisa, lo tomó entre sus brazos y lo alzó. ¿Sabes que te llamas igual que tu padre? Interrogó nuevamente, la criatura asintió, orgullosa de ello. Su padre lo besó y abrazó durante unos minutos y luego lo llevó, junto con su novia, a la casa.


    Dos días más tarde festejaron el segundo cumpleaños de su hijo en su casa, ellos tres solos. El pastel estaba, exactamente igual al primero, ya que el cumpleañero lo había pedido así. Con sabor a vainilla, una vela, una vengala, y los detalles en azul, y un “Feliz Cumpleaños Kimihiro” hecho con crema. Los tres comieron el pastel animadamente, abrieron regalos y jugaron un rato. Kimihiro se quedó dormido rápidamente. Sus padres lo llevaron a su cuarto y lo acostaron.


    Himawari y Watanuki se acostaron en la cama, uno al lado del otro. Se tomaron de las manos y se besaron un largo rato. ¡Tanto tiempo hacía que no se besaban! Extrañaban profundamente el sentir calor del otro. Luego de separarse estuvieron unos minutos en silencio, volviendo a asimilarse a los detalles, hasta que ambos abrieron la boca para decir algo.Rieron un poco de la situación, pero no duró mucho, ya que Watanuki dejó de reír y la miró serio por unos momentos. Besó sus labios nuevamente, rozando con los mismos su hermoso cuello de cisne nuevamente, prometiendo explicar todo mañana, hasta los más mínimos detalles. Se notaba en su rostro lo avergonzado que estaba. Himawari sonrió nuevamente, él sabía tan bien como ella que no importaba qué, jamás se enojarían con el otro. Estuve pensando mucho en ti, se dijeron al unísono. Esta vez no rieron, simplemente se miraron unos segundos, que parecieron eternos para ambos.


    Entonces, cubiertos por el velo de la noche, tomados de las manos, entrelazadas por un hilo invisible e irrompible, se amaron más que nunca.


    Fin.


    Notas: Bueno, la idea de que Watanuki y Himawari tengan un hijo me entusiasma desde que vi que él decía que ella era hermosa, o sea, desde siempre xD. Lo del hijo con el mismo nombre... yo quise expresar el vacío que quedó en Himawari cuando Wata ya no estaba. ¿No se entendió? Bueno, ya mejoraré xD.
    Gracias por leer :3
     
  2.  
    kaikei

    kaikei Guest

    Re: Pensando en vos.

    [COLOR="Mag[B][/B]enta"]te quedo muy buien[/COLOR]
     
  3.  
    Ganymede

    Ganymede Usuario popular

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    6 Enero 2005
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    Re: Pensando en vos.

    A ver, me pareció interesante la idea, y el hecho de que Himawaki lo esperara todos los días era conmovedor y como pasaban los días, pero el nunca llegaba. El final también me agradó. Lo que no me agradó fue el motivo, según esto Watanuki no le diría nada para no lastimarla, pero ¿que la ausencia no era igual? y, creo que hubiera redultado ya extraño que Himawari no recibiera cartas, o que sus llamadas no fueran contestadas y que ella siguiera sin preguntarse su había pasado algo malo, o que quizá era victima de infidelidades. No sé, al menos ahí noté un fallo.

    Por algñun motivo me imaginé a Watanuki como un sovreviviente de la guerra, de aquellos que no saben que volverán, pero que lo esperan... Eso me sonó romántico uOu.
     
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