Contenido oculto: Nota inicial aclaratoria [Nota inicial: como me han retado (Luncheon Ticket alías Diccnero) vengo a presentar mis escritos sobre los tres pecados que me tocaron al lanzar los dados. Espero les agraden y por lo menos obtener un comentario de su parte.] Bueno, bueno, bueno, aquí me tienen participando en esta actividad organizada por wasabi … no soy muy destacada en retos y la verdad esperaba que me tocara otro pecado, pero bueno, se hace lo que se puede así que disfruten esta serie de tres cortos. Y recuerden que respetamos derechos de autor de la autora de FMA, aquí solo jugamos con la trama para divertirnos. Pride (Father, el homúnculo del frasco) “El Señor quebró el bastón del perverso, el cetro del tirano, que sin parar golpeaba furiosamente a las naciones; oprimiendo a las naciones con enojo, persiguiéndolas sin descanso; más al lugar de los muertos vino a parar tu soberbia. Tú que decías: «Subiré al cielo, levantaré mi trono sobre las estrellas de Dios; subiré bien arriba, por encima de las nubes más altas y seré como el Altísimo». Pero has sido derribado hasta el lugar de los muertos, a las profundidades del abismo.” [Isaías 14: 5,6, 11-15]. ─ ¿Qué es lo que pasó contigo, mi pequeño amigo? Eras hasta divertido cuando sólo permanecías en el interior de ese estrecho frasco... la vida te gustaba y te parecía interesante ─le dijo Van Hohemhein, conocido en tiempos muy antiguos con el nombre de Esclavo 23, a aquel ser que había tomado su apariencia para vivir entre los humanos. ─ Patéticas palabras ─dijo por respuesta el homúnculo primigenio, ahora conocido por el nombre de Father, manteniendo el semblante de indiferencia sin levantarse de su asiento parecido a un trono. ─ Ya veo, has abandonado tus emociones, entiendo… ─meditó Hohenheim poniéndose igual de serio, observándolo detenidamente─. Sí, es cierto, las emociones humanas, los deseos en exceso por supuesto que pueden destruir a cualquiera; sin embargo nos son necesarios porque sirven para entender lo que significa ser humano. Espero no hayas olvidado que naciste de un humano, de mi sangre ─agregó a modo de explicación como si estuviera parado frente a un espejo. ─ Mph, yo no quiero ser un simple ser humano como tú pues quiero ser perfecto… tengo que ser perfecto ─masculló Father con un deje de soberbia en la voz y un leve cambio en el semblante, molesto quizá por el hecho de que su interlocutor quisiera confundirlo con ellos─. Y ya tengo un plan para lograrlo, Hohenheim ─añadió con una imperceptible sonrisa despectiva. Le había tomado años realizar su sueño, le había tomado bastante tiempo después de la destrucción de aquel país en donde podría decirse que fue creado, obteniendo la inmortalidad deseada por el rey mediante la elaboración de una piedra filosofal utilizando medios alquímicos proscritos, y cuyo ingrediente base principal fueron las almas de los habitantes del lugar acarreando la muerte de estos; un sacrificio en masa que estuvo dispuesto a aceptar y llevar a cabo sin sentir ningún remordimiento. Ahora estaba a punto de conseguirlo de nuevo, con una mayor cantidad de almas, y sería más que perfecto cuando lograra su objetivo final, la cumbre de todas sus aspiraciones, el tener el poder de “Dios” liberándose de sus ataduras y limitaciones. ********** ─ Ustedes, miserables humanos, deben aprender a no ser tan arrogantes; por ello deben sufrir cayendo en la desesperanza de sus sueños frustrados… ese es el castigo justo otorgado por la Verdad a la que llaman “Dios” ─les dijo Father a aquellos alquimistas que osaron desafiarle mientras les mostraba su forma mejorada, después de haberles inmovilizado bajo su control para así utilizar su energía vital. El eclipse del “Día prometido” le era propicio para abrir “La Puerta de la Verdad” que comunicaba el mundo con la divinidad, y todo lo que hacía falta era tomar su potestad por la fuerza, quisiera o no cooperar con él. Al fin y al cabo se había despojado de esas mundanas sensaciones humanas llamadas deseos o pecados porque no los necesitaba, aquellas pasiones que los habían llevado a la perdición porque no quería ser un simple humano atado a semejantes bajezas; sus aspiraciones siempre habían ido mucho más allá y los humanos únicamente eran un medio para conseguir su objetivo, sacrificios que serían usados para un bien mayor, el suyo propio. Con ese poder haría lo que quisiera sin que ninguna ley de intercambio equivalente, dar algo a cambio de algo, le sentenciara despojándole de lo que por derecho propio le pertenecería. ─ ¡”Dios”, ahora ya no seré obstaculizado por ti! ¡Te arrastraré acá abajo para que formes parte de mí y seamos uno solo! ─elevándose por sobre la superficie del planeta, transformado en una especie de monstruoso superhombre, estiró los brazos para tomar a “Dios” sacándolo de “La Puerta de la Verdad”. Justo en ese momento hubo un choque de energías que cubrieron toda la tierra, y después la oscuridad. Sí, el poder, el dominio, la autoridad, el señorío, todo era ahora suyo, podía sentirlo recorriendo todo su ser. Era un inmenso poder, inconmensurable, ilimitado, difícil de contener. Afortunadamente su cuerpo ya no era el de un débil e insignificante humano limitado por su mortalidad… no, él era un ser perfecto, inigualable, intachable, superior, libre de todo pecado inútil; su engreimiento no podía ser más pleno así que se regodeó de su victoria sobre “Dios” riendo como loco. Oh, sí, los sacrificios humanos habían sido de utilidad, las masas no sufrirían la muerte porque vivirían eternamente formando parte de él, brindándole sus almas, la energía vital que necesitaba para mantener a “Dios” dentro suyo; porque todo es uno y uno es todo y él es el único digno de ser Uno, ya que había descubierto la manera de hacerlo una realidad. ¿Acaso no habría una forma de detener su soberbia? ¿Acaso la humanidad estaba condenada a ser solo parte de un ser impío y sin sentimientos? Desde los tiempos del reino de Xerxes, setecientos años atrás, “El enano del frasco” ya había decidido acabar con ellos para ser el único ser superior, incluso sobrepasando a “Dios”. ¿Hasta dónde llegaría su soberbia sin límites? ********** Afortunadamente la humanidad no se rinde, siempre encuentran el último aliento para salir adelante, siempre se mantienen unidos en los momentos en que deben estarlo, son uno sin dejar de ser individuales. Un mecenas surge del campo para darle pelea a ese homúnculo engreído, para librar a la humanidad de su sujeción, para evitar que cumpla sus planes malignos de señorear sobre la tierra y el resto de sus habitantes como el Único. Con un buen golpe de suerte, en donde iba más que su voluntad, el joven Edward Elric consigue lesionarle liberando así tanto las almas de los pobladores de Amestris como los de Xerxes, haciéndole perder el control sobre el poder de “Dios” al ocasionar una reacción inesperada para todos. Finalmente estaba a punto de pagar muy caro por su soberbia. ─ ¿Pero por qué, por qué me está pasando esto? ─gritó Father mientras era absorbido por esa fuerza desconocida que lo hizo desaparecer del plano terrestre arrastrándolo hacia el más allá, obligándole a tomar su aspecto original como el pequeño ser obscuro y redondo que había empezado su vida confinado en un frasco. ********** Se encontraba en un lugar conocido, como si ya hubiera estado ahí hace mucho tiempo, y a la vez no lo recordaba del todo. Una puerta negra y de pesada apariencia se levantaba frente a él, y el hecho de mirarla le produjo una sensación de escalofrío repentino como si temiera que de un momento a otro algo espantoso pudiera salir de allí. De repente una nueva sensación recorrió su ser y se dio la vuelta sobre sí mismo, topándose cara a cara con alguien al que no hubiera querido ver nunca en esas condiciones; pero ese era un encuentro inevitable por cuanto había actuado sin respetar las leyes universales. ─ ¡¡”Dios”!! ¿¡Qué es esto!? ¿¡Qué significa todo esto!? ─le dijo el homúnculo con la voz chillona de la rabia y desesperación a la presencia materializada enfrente de él, quien le miraba desde su rostro despojado de toda emoción al no contar con expresión alguna─. ¡Habla, dime algo! ¿¡Por qué no quieres ser parte de mí!? ¿¿Por qué?? ¿¡Qué fue lo que hice mal!? ¿¡En qué me equivoqué si todo era perfecto!? El ser blanco mantuvo el rostro indiferente por unos segundos, como si estuviera meditando en las palabras que le daría por respuesta, como si estuviera haciendo una evaluación sobre las acciones y comportamiento del homúnculo para buscar la manera adecuada de hacerle entender sus errores. ─ ¿¡Acaso no soy un ser perfecto y digno!? ¿¡Acaso no soy mejor que los miserables humanos que quebrantan tus leyes en busca de su beneficio!? ¿¡Acaso tiene algo de malo el querer ser un dios como tú!? ─continuó el pequeño ser oscuro externando su furor, su impotencia, su frustración, a través de sus palabras. ─ No, no eres mejor que ellos porque primeramente tú no has creído realmente en mí como el impartidor de justos juicios, queriendo tomar mi lugar sin importarte las leyes de equivalencia y eso se llama arrogancia ─fue la tajante respuesta de su interlocutor, con voz aguda y seria, sin mudar ese gesto impávido en el que no podía leerse nada, dejándolo anonadado y completamente enfurecido─. Perdiste algo muy valioso cuando te despojaste de tus emociones, despreciaste la capacidad de entender a los humanos y crecer como ellos, y sólo te llenaste de un conocimiento que te fue inútil porque no has aprendido nada de nada… ─y continuó con su explicación sin tomar en cuenta la rabia que se dibujaba en ese gran orbe púrpura que ocupaba casi todo el rostro del homúnculo─. Ahora tendrás que sentir el dolor de los seres humanos a los cuales menospreciaste, a los cuales sólo utilizaste para convertirte en eso que llamas “un ser perfecto”; ahora tendrás que pagar el justo peaje por haber violentado las leyes, ahora tendrás que vivir en carne propia la desesperanza para que no seas tan orgulloso de ti mismo… ─ ¿¡Y quién te crees tú para decirme esas cosas!? ¿¡Quién te crees que eres para decidir sobre mi destino!? ¡¡Yo soy perfecto, sólo quiero ser perfecto!! ¡¡Yo soy también un dios!! ─clamó el homúnculo con furiosa soberbia sintiéndose al borde del colapso, queriendo hacerse más grande y poderoso para intimidar a su contraparte. ─ ¿En serio no sabes quién soy yo después de todo lo que has hecho? ─le cuestionó el ser blanco mostrando en esta ocasión una sonrisa ancha y burlona, la cual apareció de forma espontánea ahí─. Bueno, yo soy aquello que todos llaman el mundo, el universo, el Todo, el Único, “Dios”, la Verdad… y también soy Tú mismo… ─se explicó socarronamente señalándole con un dedo acusador, haciéndole temblar de impotencia y temor porque ya sabía lo que sucedería a continuación─. Y cómo quieres ser como yo sin aceptar el ser como tú deberías ser, voy a concederte el deseo de formar parte de mí, y ya no hay marcha atrás… ─añadió al tiempo que la puerta negra se abría, dando paso a una visión terrorífica de ver. Un enorme ojo le miraba fijamente de forma acusadora, un solo ojo que era capaz de provocar el pánico a quien se veía reflejado en él; detrás del ojo surgieron unas pequeñas sombras negras parecidas a delicados brazos infantiles, las cuales se agitaban de manera por demás extraña como si fueran sacudidas por un viento fuerte. El homúnculo trató de huir pero no pudo alejarse ni un ápice siendo atrapado por los brazos, los cuales le arrastraron lentamente hacia el interior de la puerta; obviamente forcejeó y siguió reclamando con rabia y amargura mientras unas lágrimas amenazaban con salir de su único ojo, sin comprender aún por qué le estaba pasando eso cuando sus planes habían salido a la perfección, cuando era una piedra filosofal a la cual la ley de intercambio equivalente no tendría que afectarle. ¿O es que acaso, realmente, los humanos habían resultado mejores que él a pesar de sus defectos, sus errores y sus debilidades? ─ ¿¡Qué tenía de malo el querer ser libre como tú!? ¿¡Acaso eso está mal!? ¡¡”Dios”, tú no puedes juzgarme así!! ¡¡No tienes por qué juzgarme así!!─vociferó a la desesperada antes que la puerta negra, su Puerta de la Verdad, se cerrara para siempre dejándolo atrapado. ─ Nunca creíste en mí ni tampoco en ti, por eso ahora serás parte del Todo mientras te hundes en la desesperanza que creo tu soberbia ─dijo al final el ser blanco llamado “Verdad” sin dejar de sonreír con una mueca de complacencia. 1 Pedro 5:5 “…Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.” Nota: para este pecado nadie mejor que la soberbia encarnada de FMA, Father, el Enano del frasco, quien no fue redimido a pesar de que en verdad parecía arrepentido al final (pero claro que yo no le creí mucho); aunque posiblemente sea un tema ya tocado vine a presentarles mi versión filosófica [esa conversación fue por demás interesante, lo mismo que la última que tuvo con Ed] así que espero no haberles hecho explotar el cerebro con tanta carga existencial… ☺☺☺. Pronto la siguiente parte, que puede ser algo también ya visto pero con mi toque personal. Sean felices.
Ey, ey... ¡ey! Así que finalmente decidiste pasar a la ofensiva, ¿eh? Pues déjame decirte que es un buen comienzo, y digo yo, por haber mantenido esa excelente forma de narrar y lo fieles que pueden ser los personajes. Recordé un par de cosas con este fic, de tan eficaz que resulta ser su puesta en escena (como aquella puerta... tan atemorizante y deleznable, donde se hallan las sombras, y a quien entra por allí, le toca padecer un destino atroz). O la forma de ser de Hohemhein, qué personaje (aún más complejo que el mismo Father). Esperaré las dos entregas restantes, amiga. Así que hasta entonces. ;)!
Contenido oculto: Nota inicial... ☺ [Nota: no pude resistir la tentación, Luncheon Ticket , necesito tu comentario antes que la ira me consuma... ☺] Wrath (Roy Mustang) “La ira del rey es presagio de muerte, pero el sabio sabe apaciguarla.” [Proverbios 16:14] ─ ¿Tú mataste a Maes Hughes? ¡Responde! ─fue la exigencia de Roy Mustang al homúnculo llamado Envy mirándole con desprecio. ─ Sí, si lo hice, ya no hay razón para negarlo… y fue tan fácil porque ese era un pobre estúpido enamorado incapaz de dañar a su “querida” esposa ─respondió el homúnculo carcajeándose de forma más que burlona al recordar su gran hazaña, transformándose sin ninguna dificultad en aquella mujer de la que hablaba. ─ Eso es todo lo que necesitaba saber… ─el gesto y la voz del alquimista cambiaron drásticamente revelando una cólera voraz que le consumía por dentro, al entender la razón del porque su amigo se había rendido sin pelear. Sin más que agregar se preparó para lanzar el primer golpe con la intención de hacerle todo el daño posible al organismo que estaba delante de él. Y es que meses, muchos meses han pasado desde la muerte de su amigo, su mejor amigo. Muchos meses de impotencia y dolor desgarrándole por dentro; pero había algo más profundo, algo en el interior de su ser, algo más allá del enfado común y corriente, un deseo de venganza ardiendo alimentado por las flamas de la ira. Sí, la ira le corroía las entrañas cuando lanzó el primer ataque hacia el canalla de Envy sin siquiera tomarse la delicadeza de moderar las llamas, porque verdaderamente quería quemarlo una y mil veces hasta la muerte, la muerte más dolorosa y agónica que le hiciera desear sucumbir de una buena vez para ya no sufrir más. Puesto que el muy infame no sólo había matado a Hughes aprovechándose del gran amor que tenía para su familia, sino que la había herido en lo más hondo al arrebatarles al hombre más preciado para ellas; y por ello es que Envy debía morir, morir y morir las veces que fueran necesarias envuelto en las llamas del infierno. ********** ─ ¡Tú, maldito bastardo insolente!, ¿cómo te atreves a lastimar a mi más preciada subordinada? ─le gritó con todas sus fuerzas cuando volvió a encontrarlo después de que Envy huyera aprovechando un momento de confusión, con el rostro descompuesto en una mueca de ira completa, de ira que lo dominaba y que no sería satisfecha hasta verlo destruido para darse el placer de hollar sus calcinados restos… si es que quedaba algún resto después de una combustión de más de mil grados. Porque, encima de todo, Envy se había atrevido a dañar a Riza al tomarla desprevenida, y eso era algo que nunca jamás le perdonaría pues ese despreciable ser no merecía el perdón de nadie. “¡Mátalo, mátalo, mátalo, destrózalo, necesita escarmentar más, necesita probar el dolor, necesita sufrir para comprender que con nosotros no se juega!” le decía la voz en su interior, esa voz que le corroía desde hace meses, muchos meses atrás desde la muerte de Hughes. La ira le guiaba a continuar con su masacre sin importarle nada más que la satisfacción de verle arder repetidas veces, reviviendo por el poder de la piedra filosofal en su interior sólo para volver a ser incinerado sin miramientos. El sonido de esos espantosos alaridos combinado con el sonido de sus dedos al realizar su alquimia más potente era en ese momento lo más hermoso que podía escuchar, dejando de prestar atención a su alrededor. ─ Coronel… por favor ya deténgase ─le suplicó Riza desde el suelo, con un deje de desesperación en la voz y mirada de angustia. Ella sabía que si Roy Mustang culminaba su venganza, si permitía que la ira se apoderara completamente de su esencia ya no habría marcha atrás, dejando de ser el hombre al que podía confiar su vida y el destino del país. ********** Un dramático giro del destino a favor de Envy le liberó del alcance de Roy Mustang, cuando ya lo tenía vencido al obligarle a recuperar su forma original como una sabandija rastrera, lanzándolo a manos de Edward Elric. Obviamente que la ira contenida del Alquimista de la Llama le hizo volver el rostro desquiciado hacia su pequeño protegido, mirándole con rabia al tiempo que le hablaba con furia. ─ ¡¡Devuélveme a ese maldito insecto, Acero, que todavía tengo que matarlo!! ─le gritó en tanto volvía a “cargar” las llamas a toda su potencia─. ¡¡Devuélvelo o tendré que quemarte el brazo junto con él!! ─agregó casi soltando un rugido feroz. ─ ¡¡Podemos pelear todo lo que quiera pero debería verse el rostro ahora, bastardo!! ─exclamó el muchacho con toda la valentía de la que fue capaz, pues indudablemente el ver así a su superior, quien generalmente era un tipo amable, sensato y un poco idiota, le causó un momentáneo ataque de pánico. ─ ¡Basta ya, coronel! ¡No me obligue a dispararle! ─le dijo por su parte Riza apuntándole en la nuca con una de sus pistolas, manteniendo la voz calmada aunque por dentro sentía que se derrumbaba de dolor e impotencia pensando en que podía perderlo de verdad en una horrible oscuridad─. No puedo seguirle más por el sendero en el que camina ahora ─agregó preparando la munición al retirar el seguro, tratando de controlar el temblor de su mano para no errar el tiro. Roy Mustang chirrió los dientes con rabia, y si pudiera lanzar llamas por los ojos, por la nariz y por la boca como si fuera un dragón de pesadilla indudablemente lo haría sin pensar en las consecuencias de ese acto terrible, pues lo único y verdaderamente importante era darle rienda suelta a la ira interior que lo abrasaba destrozando al homúnculo… ¿es que acaso Riza y Acero no podían entenderlo?, ¿por qué no podían ver que era la única forma de vengar a Hughes? ¿Acaso no les dolió la forma en que fue asesinado ni sentían la pena de esa pobre familia? Su ira y el deseo de venganza por la muerte de su amigo no serían satisfechas si no acababa completamente con Envy así como había terminado con la inmortalidad de Lust. Sin embargo las siguientes palabras que escuchó, las palabras que no había esperado oír de esa persona, fueron las que le sacudieron e hicieron reaccionar sobre lo mal que había actuado al dejar que la ira le dominara por sobre la razón. ─ Personalmente puedo entender cómo te sientes, Alquimista de la Llama, así que, por mi parte, no pienso detenerte de culminar tu venganza… ─era Scar, el ishvaliano que había estado asesinando a los alquimistas estatales de Amestris para desquitarse por el genocidio de su gente. Ciertamente ahora parecía estar de su lado al conocer la verdad sobre los homúnculos y la guerra pero, indudablemente, no pensaba involucrarse en actos de índole muy personal. ─ ¡Oye, Scar!... ─le recriminó Ed mirándole con un deje de asombro y contrariedad puesto que no esperaba eso. ─… ya que sólo estoy aquí para ver si un sujeto transformado en una bestia por la ira será capaz de cambiar a su país y proteger a sus habitantes ─pero el hombre no le hizo el menor caso y continuó con su discurso sin variar ni un ápice la seriedad de su rostro ni la indiferencia de su voz. Esas palabras taladraron los oídos de Mustang trayéndole a Hughes a la memoria, recordando el fin de la guerra de Ishval y la breve conversación que tuvieron, rodeados de sus aliviados compañeros que soñaban con irse a casa y vivir bien, mientras miraban con repulsión como el Führer Bradley celebraba la masacre en compañía de los altos mandos. “─… Eres un idealista, Roy, pero, si piensas cambiar al país y proteger a todos sus habitantes tendrás que llegar a lo más alto… ─le dijo Hughes señalándole discretamente hacia donde el Führer se encontraba recibiendo la pleitesía de los demás─… y no dudes que yo estaré contigo para apoyarte junto con todos los amigos que puedas hacer ─añadió al final, dedicándole una amistosa y sincera sonrisa.” Las palabras de su compañero de armas ahora le sonaban más claras, y en otro sentido… ¿qué había estado haciendo en este tiempo persiguiendo la venganza sin preocuparse por todo lo demás, olvidando que la mejor forma de resarcir a su amigo y a la familia de éste era conseguir el llegar a la cima del poder militar para eliminar la corrupción en el ejército? Pero la ira interna que amenazaba con devorarlo de una buena vez, el deseo de venganza que clamaba satisfacción, no pensaban dejarle abandonar su cometido tan fácilmente cuando estaba a punto de lograrlo, y esa lucha de ideas se reflejó por unos segundos en su rostro afectado; conteniendo todavía la energía de la alquimia en sus dedos, sabiendo que podía explotar de un momento a otro, le dirigió una pregunta tramposa a Riza con la cual aún pudiera justificar su actuar: ─ Dígame una cosa, teniente, ¿qué piensa hacer después de matarme? ─ Continuaré apoyando la rebelión hasta que logremos el objetivo, para ello avanzaremos todos juntos ─el rostro de la rubia joven reflejaba una tristeza profunda e incluso parecía que bajaría el arma, más no se dejó engañar al responderle con firmeza─. Pero no tengo intenciones de vivir una vida frívola y solitaria cuando no pude ayudarle a cumplir su deber, así que mi cuerpo arderá junto con el del Alquimista de la Llama para perderse en el olvido ─añadió, resistiendo muy bien las lágrimas que amenazaban con salir de sus pupilas. Bueno, eso había sido suficiente para vencer la locura y descartar el deseo de venganza apaciguando la ira de golpe, porque, ante todo, quien merecería arder en el infierno era él por arrastrar a la muchacha hacia el dolor de la guerra después de contarle sus tontos ideales, utilizando la poderosa alquimia de fuego, con la cual pensaba proteger a las personas, como un simple método de asesinato de masas; y, a pesar de todo, ella aún mantenía sus esperanzas en que podrían lograrlo juntos. Moviendo prontamente el brazo dirigió todo la combustión acumulada hacia el solitario pasillo en donde Envy casi mata a Riza y la explosión no se hizo esperar, afortunadamente llegó al fondo del recoveco sin dañarlos. Prontamente se volvió a la joven ya con la expresión más relajada sintiéndose sumamente avergonzado de su actuar y, haciéndole bajar la pistola, tomó delicadamente su mano entre las suyas para pedirle la absolución de su pecado. ─ Espero puedas perdonarme pues te he hecho pasar nuevamente por cosas terribles ─le dijo suavemente mirándole a los ojos, después desvió la mirada hacia el suelo para agregar─. No soportaría el perderte también a ti obligándote a hacer semejante sacrificio que no merezco ─y se dejó caer sentado frente a ella, resistiendo las ganas de llorar arrepentido. ─ No se preocupe, coronel, lo importante es que pudo regresar a tiempo ─ella soltó un suspiro de alivio dejándose caer también─. Así podremos lograr nuestros objetivos honrando la memoria del General de Brigada Hughes con la victoria ─añadió, dedicándole una dulce e imperceptible sonrisa para sus otros acompañantes. ─ Gracias, muchas gracias por seguir a mi lado ─respondió Roy aliviado sin mirarla, ocultando el rostro entre sus brazos para controlar el anhelo de abrazarla. ─ Menos mal que no te transformaste, bastardo ─le dijo Ed un poco socarrón soltando un bufido de alivio. “Deja la ira y desecha el enojo, no te excites en manera alguna a hacer lo malo” [Salmo 37:8] Epílogo: Envy se suicidó de la puritita envidia, ira, rabia, odio, coraje, frustración, porque, como no podía tener ni entender la profundidad de las relaciones humanas y su fortaleza, prefirió la muerte arrancándose él mismo la piedra filosofal antes que aceptar la misericordia humana confundiéndola con humillación. Nota: bueno, creo que en realidad no fue demasiado sorprendente el tomar a Roy Mustang como víctima de la ira, porque realmente tenía mucha ira acumulada desde la muerte de Hughes e indudablemente ese era el pensamiento que había rondado su mente por meses. A lo visto en el anime/manga le di mi toque particular, describiendo como pudo sentirse el alquimista por dentro, así que espero lo hayan disfrutado. Y no se pierdan la siguiente parte con otro personaje inolvidable cayendo en el pecado, nos vemos.
Oye, no recordaba que esto hubiera pasado en el manga y el animé. Sí recuerdo bien la muerte de Hughes (por la triste escena del funeral con su hijita y su esposa), la muerte de Lust (acaso un poco triste también, porque no se hizo odiar taaanto), hasta la muerte de Gluttony, que fue algo "tonta" e irónica, incluso (y sí, merecida... moderadamente). Pero no la de Envy. Y creo que me hubiese encantado "verla" (antes la tenía como una mujer, nunca supe bien si lo era o no, o si simplemente era un andrógino) arder más que el camino del suicidio (no hay ninguna "satisfacción" ni honor en inmolarse antes que dejar que otros se cobren en ti todo el mal que provocaste a terceros... que era muchísimo, además). Siempre consideré a ese personaje como el más detestable de toda la serie por lejos. Fue bueno toparme nuevamente con Scar, también. Él sí que me caía bien, llegué a comprender un poco sus motivos. Por todo esto, buen fic, amiga. Me retrotrajo nuevamente a esos momentos tan emocionantes que viví al ver la serie original, así que gracias. Espero la tercera y última parte, desde luego. C:
Lust (Barry the Chopper) “Sufre tú el castigo de tu lujuria y de tus abominaciones, dice Jehová.” [Ezequiel 16:58] ─ Señorita, ¿no le parece que este lugar es muy solitario y oscuro para recorrer de noche? ─le dijo una sombra oculta entre las sombras a Riza Hawkeye cuando ella regresaba de hacer sus compras. Black Hayate, su mascota, le gruñó retador plantándose frente a su ama para protegerla del peligro. ─ ¿Quién eres y qué es lo que quieres? ─respondió la joven sacando una de sus pistolas atada alrededor de su pierna, observando con atención el sitio desde donde había salido la voz. ─ Ha tenido la mala suerte de encontrarse conmigo dado que me gusta mucho, mucho, mucho, cortar en pedacitos a doncellas encantadoras como usted ─aclaró la voz saliendo desde un resquicio entre los edificios, mostrando una armadura deforme y extraña que la amenazaba con un enorme cuchillo de carnicero─. ¡Soy Barry the Chopper, el terrible asesino del Oeste! ─gritó muy satisfecho al tiempo que se lanzaba sobre ella. ********** Desde hace muchos, muchos años, disfrutaba el placer de asesinar mujeres sólo para saborear su carne fresca en un éxtasis insano. Ya no recordaba cuantos años habían pasado desde su primer asesinato, sólo sabía que ese gusto culposo ya era parte de su ser antes de que lo utilizarán como un experimento humano en un laboratorio militar, arrancándole el alma del cuerpo para unirla a una armadura dándole algo semejante a la inmortalidad, y la libertad de asesinar si quería, aunque para ello lo mantenían vigilado sin permitirle abandonar los alrededores del laboratorio. Para él era una deleite masacrar a las pobres doncellas que se cruzaban en su camino, y no importaba mucho si eran muy jóvenes o algo mayores pues con sus cuerpos muertos podía disponer de una buena cantidad de materia prima para realizar los más variados cortes para vender, desde carne picada hasta lo más finos bisteces… el deleite de oler la carne fresca, saborearla y sentir la sangre escurrir por sus labios y por sus dedos le conducía al cielo sin lugar a dudas. Ese deseo se había incrementado el año en el que asesinó a su esposa tras discutir por la compra de una vaca. Siendo carnicero era lógico que no sintiera asco ni nada por el estilo cuando la atacó con el cuchillo más puntiagudo y filoso que tenía a la mano, disfrutando la sensación provocada al ver sus entrañas desparramarse por el suelo mientras agonizaba entre movimientos convulsos. Para alargar su agonía no dudó en amputarle un pie y una mano con un certero golpe de su machete corta huesos, degustando la sangre que había salpicado su rostro mientras se reía como loco al escuchar sus alaridos de dolor y ver el llanto en sus ojos llenos de miedo antes de que estos perdieran la luz de la vida. No quedó más que terminar su obra convirtiendo el cadáver aún tibio en trozos que pudiera vender, acariciando el cuerpo con ternura, como nunca lo hizo cuando estaba viva, mientras lo destazaba sin ningún remordimiento. ─ Oh, querida, indudablemente eres más atractiva cubierta de sangre, y tienes una buena carne que seguramente se venderá muy bien ─le dijo amorosamente mientras molía varios de los trozas en el molino de carne. Ciertamente, a su parecer, la carne fresca de mujer era un goce para saborear en crudo. ¿Cuántos asesinatos más cometió? Tal vez quince, tal vez veinte, no recordaba el número exacto. Ya no había sido suficiente el asesinar a unas cuantas prostitutas pueblerinas que eran clientes habituales, y a alguna que otra señora o señorita decente que vivieran solas, dado que el lugar era chico y la gente pronto empezó a buscar al culpable de los crímenes, por lo que tuvo que variar el lugar de sus ataques saliendo a poblaciones relativamente cercanas, vigilando a sus víctimas en potencia por varios días hasta encontrar el momento preciso para atacar y realizar su ritual de carnicería, todo con mucha precisión; eso dificulto su captura durante varios años a la policía militar. Soltando un bajo suspiro de rendición, meditando tras las rejas de la prisión, se dio cuenta que el error había estado en ir a Central y quedarse por varios días, de tan emocionado que estaba recreándose la vista con todas y cada una de las damas que se cruzaron en su camino, imaginando lo mucho que disfrutaría asesinándolas una por una, embelesado por cómo sería el sabor de su carne, degustando su sangre roja, cortando sus cuerpos moribundos en pedazos; no guardo la prudencia de ocultarse ni esperar la hora adecuada tratando de asesinar a una señora de familia influyente después de matar al marido en plena calle, quien tuvo la mala fortuna de acompañarla para hacer unas compras. Obviamente que la policía pudo cercarle en los callejones cercanos y apenas tuvo la oportunidad de clavarle el cuchillo a la gritona mujer para por lo menos compensar su afán de admirar sus intestinos diseminados por el piso… la tentación había sido demasiada para aguantarla. Fue juzgado y condenado a la horca, pero un cambio de planes lo puso en su situación actual; y tal vez era inmortal hasta cierto punto, y no había perdido el gozo por acuchillar mujeres y matar a cualquier hombre que se atravesara en su camino, sin embargo ya no sentía el placer de acariciar la blanca y suave piel femenina que perdía el calor de la vida al ser desgarrada por su cuchillo, no podía disfrutar el aroma y textura de la roja sangre escurriendo entre sus dedos, no podía deleitarse con todo lo que el conjunto de la carne fresca, la sangre y los demás órganos le ofrecían para embriagarle de absoluto placer. Porque ese era su placer, esa era su lujuria, y por ello le llamaron Barry the Chopper. ********** ─ Dígame una cosa, oficial cuidador, ¿la piel de la teniente Hawkeye es blanca y suave? ¿Huele bien? ─le preguntó Barry a Vato Falman tras unos días de encierro después de haber sido atrapado por una fracción rebelde de la milicia de Amestris, quienes intentaban conocer todo lo qué estaba pasando sobre la experimentación humana y la participación del ejército en ello. ─ Eso es algo que no sé, ni se me está permitido saberlo ─respondió el hombre levantando la vista del periódico del día, mirando a su interlocutor con una mezcla de asombro, pena y asco─. ¿Por qué te interesa tanto la teniente? ─le cuestionó con leve dureza y suspicacia intuyendo su respuesta. Por algo había sido un asesino de mujeres en vida. ─ Una mujer tan linda como ella debe tener una piel suave, perfumada, apetitosa, carnosa, suculenta… deliciosa para devorar en crudo… ─dijo la armadura con voz de éxtasis y, si tuviera labios, seguramente se los relamería recordando quizá como desmembraba a alguna de sus mejores víctimas─. He soñado con descuartizarla lentamente desde que ustedes me capturaron pues se nota que tiene una anatomía perfecta además de ser valiente, pero antes indudablemente le haría… ─agregó con una risita maliciosa revelando sus sucios apetitos, más fue interrumpido bruscamente por Falman quien le tiró la cabeza con un certero golpe de su arma. ─ ¡Guarda tus lascivias para ti, degenerado! ─le dijo con enfado si bien evitó subir demasiado el volumen de su voz como parte de su código de discreción─. ¿Por qué crees que el coronel no le permite venir, eh? ─remató más de inmediato se tapó la boca, comprendiendo que tal vez había hablado de más sin pensarlo. ─ Ah, ya veo, así que el coronel Mustang también tiene un interés por ella… ahora entiendo porque se veía tan molesto ese día ─Barry tomó su cabeza acomodándola con prontitud sobre sus hombros, volviendo a reír maliciosamente al recordar el día en que conoció a Riza Hawkeye. Prácticamente se sintió atraído hacia la muchacha al no mostrar ningún miedo por su apariencia, y no dudó en seguirla como perrito faldero esperando el momento adecuado para asesinarla y abrirla en canal aunque no podría deleitarse por completo ante su falta de sentidos; desgraciadamente ella había contactado con Roy Mustang y ello derivó en su arresto al atraparlo con los guanteletes manoseando la delicada e inmaculada figura de Riza… si no fuera porque la joven detuvo al alquimista explicándole cual podía ser la utilidad de Barry lo más seguro era que éste hubiera derretido la armadura sin ningún miramiento después de mostrar su indignación ante semejante desvergüenza frente a sus ojos. ─ Claro, es inevitable no sentir el apetito carnal por una mujer tan hermosa como la teniente… si sabes a lo que me refiero, ¿no? ─explicó Barry después del lapsus soltando una carcajada de diversión al tiempo que se sobaba el estómago, regodeándose con su chiste. ─ Estás completamente loco, ¿lo sabes? ─le dijo su acompañante mientras un escalofrío recorría su espina dorsal, intentando no imaginar cosas raras. ─ Como sea, también deseo cortarle la cabeza al coronel por meterse en mis asuntos… ─completó la armadura con la voz levemente seria─… claro que su cuerpo muerto no tendría ningún valor para mí así que lo echaría al río para que se pudra ─especificó, soltando un bufido bajo. ─ No creo que puedas hacerlo ─espetó Falman frunciendo el ceño, visiblemente molesto. ─ Bueno, antes de permitir que el coronel se embriague con la tersa y suave piel de la teniente espero poder degustar alguna de sus costillas, o tal vez admirar sus rojas entrañas servidas sobre un platón de oro ─expuso Barry soltando otra risita maniaca. A pesar de ser una armadura a veces daba la impresión de mostrar emociones, y este era uno de esos momentos en donde parecía que su rostro se desfiguraba en una mueca de excitación pecaminosa. ─ ¿Por qué no mejor cierras la boca, eh? ─por lo que el hombre que lo acompañaba consideró cambiar de tema o seguramente terminaría teniendo pesadillas con un pedazo de carne asesino. ********** Después de ser atacados por su propio cuerpo mortal, algo que les tomó por sorpresa ya que, al parecer, aún continuaban utilizándole para experimentar, Barry sintió que lo mejor por hacer era acabar con él de la mejor forma que conocía: cortándolo en pedazos; de todos modos su cuerpo ya no le serviría porque a leguas se notaba como la carne se estaba pudriendo de a poco. Sin pensarlo dos veces se lanzó en su persecución, cuchillo en alto, anhelando darle alcance para cercenarlo sin miramientos, disfrutando en su pensamiento el éxtasis que eso le daría ya que nunca había considerado el contemplarse a sí mismo con los intestinos de fuera rodeado por un gran charco de sangre… seguramente eso sería un espectáculo digno de ver, oler y saborear. Algunos miembros del escuadrón le siguieron acompañados por Alphonse Elric, un niño armadura que había padecido un destino similar al suyo por diferentes razones. Ellos tenían como meta el descubrir más detalles sobre los experimentos clandestinos del ejército mientras que él sólo quería llevar a cabo una carnicería para reducir ese cuerpo a una simple masa de carne, y así sentir la satisfacción de haberse librado de un peso muy grande. Sin entenderlo del todo parecía que su alma atada a la armadura deseaba volver al cuerpo, así que guiaba sus pasos a través de un pasillo oculto y ancho del laboratorio tres siendo seguido a una distancia prudente por la teniente Hawkeye y Alphonse, luego de haberse separado del coronel Mustang y el otro sujeto que a veces iba a verle, un joven rubio de apellido Havoc con el cual no había hablado mucho. Llegaron a un lugar suficientemente iluminado para ver al cuerpo de Barry ocultándose en un recoveco como si huyera de algo; al fondo del mismo se mostraba una gran puerta con extraños símbolos y, dibujado en el suelo, un perfecto círculo justo al centro de la habitación. ─ Un círculo de transmutación humana… ─murmuró Alphonse en tono sorprendido y levemente horrorizado. ─ Es igual al que había en el laboratorio donde me arrancaron el alma… ─masculló Barry en tono algo nostálgico, para después añadir con sarcasmo─… qué bonitos recuerdos de juventud. ─ Es seguro que todo esto tiene una relación con los homúnculos, pero aun no entiendo qué tiene que ver el ejército con ello ─indicó Riza sin dejar de observar vigilante hacia todos lados, con una pistola desenfundada y lista para disparar. Justo detrás de ellos, a la entrada bloqueando la puerta, apareció alguien que no habían esperado. Una mujer joven de oscuros cabellos y voluptuosa figura que traía un tatuaje reconocido en medio de su generoso pecho, revelado por el pronunciado escote de su entallado vestido. Sin lugar a dudas se trataba de un peligroso homúnculo a pesar de su bella apariencia. ─ Bueno, Barry, verdaderamente nos has traicionado al traer a estos humanos aquí, por eso tendré que castigarte a nombre de mi Padre ─le reclamó a la armadura del asesino en tanto su lindo rostro se desfiguraba levemente en una mueca de fastidio. Pero ni siquiera se movió de su sitio, tal vez esperando el primer ataque para hacer lo propio. ─ Muy bien, señorita Lust, ya que me lo pones así de fácil creo que voy a darme el gusto de cortarte con mi cuchillo de una vez por todas, así mi cuerpo y el suyo podrán estar juntos servidos en el mismo plato ─le dijo el aludido, arrojándose sobre ella mientras blandía el filoso cuchillo en alto─. ¡Siempre he querido destazarte para saborear tu sangre, querida! ─le gritó con la voz en éxtasis. ─ ¡Barry, no lo hagas! ─le llamó Alphonse tratando de detenerlo sospechando que algo malo pasaría, pero todo fue tan rápido que realmente no pudo evitarlo. ─ ¡Ese deseo insano no vas a poder cumplirlo, idiota! ─contestó la mujer y, antes de que el carnicero pudiera siquiera alcanzarla, fue cortado en pedazos por unas filosas y largas garras que salieron de una sus manos enguantadas─. ¡Hasta nunca y púdrete en el infierno! Algo de lo que más ansiaba desde que su alma abandonó su cuerpo era simplemente matar a esa maldita mujer ya que ella era parte de la conspiración al interior del ejército corrupto, más aparte habían jugado con sus emociones al asegurarle que no le pasaría nada malo y que nada cambiaría… tal vez, pensándolo bien, hubiera sido mejor morir si su existencia iba a ser reducida a “eso” sin sensaciones, quitándole todos los sentidos necesarios para complacer su lujuria ya no era más que un vulgar y simple asesino como cualquier otro. Además, tampoco podía decirse que fuera una buena persona cuando ni siquiera le interesaba lo que pudiera pasar con la gente del país a través de esos experimentos, de acuerdo a lo que había oído decir a los rebeldes. El “vivir” como una armadura no le molestaba del todo pero, al no poder realmente disfrutar de sus matanzas, sin saborear la carne ni degustar la sangre, tuvo que “retirarse” poco a poco del negocio porque ya no encontrar la completa satisfacción a sus deseos. Sin embargo, indudablemente, podría haber disfrutado de un último asesinato de haber llegado a asestar el golpe mortal, ahora ya no importaba puesto que la armadura se desplomó por el suelo en múltiples pedazos sin poder moverse más. “… los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.” [Efesios 4:19] ***** Epílogo ***** El alma de Barry todavía estaba ahí, en algún lugar entre los trozos de metal, siendo testigo de cómo Roy Mustang calcinaba a Lust hasta la muerte evitando así que asesinara a sus compañeros con crueldad, para después recibir la completa atención de Riza Hawkeye y de Alphonse al cerciorarse que había sido gravemente herido. La armadura desvencijada fue completamente abandonada al dar el alma por muerta, y sólo Alphonse se tomó unos segundos para despedirse dedicándole una breve oración. Al poco tiempo, ni bien sus acompañantes abandonaron la estancia, el cuerpo de Barry salió de su escondite al ser atraído por el sello del alma, anhelando volver a ser uno, y para ello se puso a hurgar entre los pedazos hasta encontrar la marca de sangre. ─ Oye, maldito, espera… deja de hacer eso o ya no podré regresar a ti… ─le dijo nerviosamente intentando que se detuviera. Todo fue inútil pues el individuo sin entendimiento terminó con la labor de borrar el signo sucumbiendo al instante, mientras el alma era arrastrada hacia el abismo acabando con la triste existencia de Barry the Chopper. Nota final: Barry the Chopper me cayó muy bien en la versión Brotherhood, no así en la versión de 2003 que aunque no salió mucho sí que era más oscuro en su actuar [casi mata a Winry, y eso en realidad fue esquizofrénico] y completamente distinto a como lo presentan en el manga. Bueno, realmente esa insana obsesión por la carne fresca y los cadáveres (la necrofilia) puede considerarse como la lujuria de la carne, así que sin duda procuré jugar un poco con los elementos para no presentar algo muy subido de tono ya que no me gusta nada explícito. Ojalá les haya gustado y merezca algún comentario a parte de los de mi buen amigo Diccnero alías el Luncheon Ticket , así que diviértanse y sean felices mientras yo continúo escribiendo más en este fandom. ¡Hasta la próxima!
¡Referencia a Jack the Ripper detectada! A diferencia de ti, este personaje no me convencía del todo (en el animé original, queda claro), siempre lo consideré un antagonista "segundón". Era como una versión maligna de Al, más bien. Eso sí, su actor de voz sí me encantaba, ya estaba muy familiarizado con ese timbre, no recuerdo ahora de quién se trataba. En cuanto a la trilogía, está claro que Riza pareciera que se robó el show, seguida de Roy. Y no es para menos, ahora que sé que son de tus personajes "top tier" de la saga. Todo quedó muy bonito, prolijito, entretenido, coherente. Te felicito, de verdad disfruté leer estas tres entregas. XD
¡Aún no me leo el segundo capítulo, pero es que no quería perderme de recalcar un punto muy importante! ¡Por primera vez puedo estar completamente de acuerdo con este Hohenheim! El Homúnculo del frasco era un personaje súper interesante para el tedio de hombre en que lo transformaron Luego de ese, disfruté mucho del enfoque que le diste a tu fic aunque todo el asunto del Día Prometido siempre me molestó. Tampoco soy fan de La verdad ni todo lo que conlleva, pero tu forma de narrarlo todo me ayudó a pasar fácil esta escena