Pathos

Tema en 'Relatos' iniciado por berlinQueer, 7 Septiembre 2008.

  1.  
    berlinQueer

    berlinQueer Usuario común

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    Pathos
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    Pathos [one-shot]

    Germán se sienta frente al escritorio y enciende la computadora. Abre un nuevo documento de texto y comienza a escribir:
    “ABRE A
    1. INT/EXT. AUTOMÓVIL. CALLE. NOCHE.”
    Mira la pantalla por un rato. Borra. Vuelve a escribir.
    “1. EXT. ENTRADA UNIVERSIDAD. NOCHE.”
    “Germán”, Pennisi camina hacia él, con una carpeta bajo el brazo, y una taza de café en la mano. “Lleva esto a fotocopiar, certifícalo en el tercero y entrégaselo a Cacciuto, cuanto antes”.
    “Sí”, contesta sumiso, pero sin ocultar su molestia. Apaga el monitor y recoge los papeles. ‘El día que no venga a trabajar, me gustaría saber como van a encontrar la fotocopiadora, o el ascensor. Son todos una bola de inútiles, y yo soy todavía peor, yo hago su trabajo. A veces me pregunto para que fui a la universidad por tanto tiempo. Conocer a Cati fue lo único productivo que hice durante todos esos años, una perdida total de tiempo. Pero no se de que me quejo, como si no hubiera tomado la decisión incorrecta en todo desde el momento en que nací.’ Pasa cada hoja bajo la tapa del scanner mientras su cabeza se consume con esos pensamientos.
    ‘Que mal hice para merecer esto, esta… vida. ¿Se le puede llamar vida?. No tengo salud, ni dinero, ni amor. Ni suerte, ni inteligencia y ahora tampoco me queda mucha juventud. ¿En que se fue todo? En rutina y aburrimiento, eso es lo único que puedo acordarme. Rutina y aburrimiento. Rutina y aburrimiento. Por más de 28 años, rutina y aburrimiento. Sería más feliz incluso si alguien decidiera secuestrarme o asaltarme de vez en cuando, pero no ¿Quién le querría robar algo a alguien tan patético como yo?’ Su monologo interno, también incluido en su rutina diaria, es este día autocompasivo. Otras veces es menos hiriente, otras más. Ciertos días, los más depresivos, simplemente piensa en una larga lista de patologías autodiagnosticadas. Sube al 3º piso y entra a la oficina de certificaciones, una vieja repulsiva toma el té, mirando un pequeño televisor, sentada anchamente en una silla giratoria. Germán espera enfrente suyo más de diez minutos hasta ser notado.
    “Sí, nene, ¿que pasa?”, la mujer no despega los ojos de la caja boba. ‘Soy la muerte y vengo a llevarte. Hubo un error y te estás pudriendo desde hace 15 años.’, Germán se imagina entonces tomando el pequeño Ficus que había en una maceta, y usándolo como almadena le destroza el cráneo a la horrible señora. Pero se contiene, como buen empleado de rebaño, tiene un master en controlar sus impulsos, y le acerca las copias sin decir palabra. La mujer comienza a sellar los papeles con una habilidad majestuosa, sin tener siquiera que dejar de prestar atención a su telenovela.
    Luego junta todo en una carpeta y vuelve a salir a los pasillos, y en el ascensor marca el 12. La puerta de la oficina de Cacciuto tiene marcado su nombre en vidrio esmerilado y todo en general en el piso 12 se ve de mayor categoría que los apretados cubículos en los que Germán pasa la mayor parte de su día. Golpea el vidrio y espera. Vuelve a golpearlo. Se asoma por las letras claras del nombre y mira hacia adentro. El hombre, no mucho mayor que él, habla por teléfono distendidamente. Germán vuelve a tocar, mientras espía por la rendija. Cacciuto mueve su cabeza a la puerta.
    “No, nada. Es que hay un idiota tocando la puerta”, sin darle más importancia que ese comentario, sigue su conversación. Germán esta indignado, ‘ni siquiera sabe quien soy. Debería entrar y escupirle la cara’. Pero una vez más todos esos años de represión emocional le ganan, no tiene el valor para enfrentarlo, así que se conforma con tirar los papeles al suelo y pisotearlos. Mientras baja en el ascensor, siente adrenalina y algo parecido al júbilo. Hacía años que no sentía nada parecido. Se entusiasma y en vez de volver al primer piso, decide irse a casa así como está, sin avisarle a nadie.
    Sale del edificio con la cabeza baja y al doblar la esquina se ríe solo, saboreando su pequeño logro, como un adolescente que ha escapado de la escuela. Hoy es definitivamente un día fuera de lo común y puede sentirlo en la atmósfera. Camina hasta el parque y se sienta al pie de una estatua a ver la gente. La catedral toca las 5, y pronto pueden observarse escolares en oleadas, de aquí para allá, corriendo y revoloteando. A las 5 y media ya no queda nadie, el sol empieza a bajar.
    “Je suis étudiant”, un joven, no mayor a 15 años, va repitiendo esta frase. Germán se esconde tras la estatua, no quería cohibirlo. El chico continúa con su práctica: “Il est étudiant. Je m’apelle Germán Francisco Nobel. Et toi?” Germán se descubre al escuchar su propio nombre. Extrañado le grita desde lejos “Salut garçon!”. Al verlo, el estudiante sale corriendo lo más rápido que puede. ‘Debe ser la primera vez que asusto a alguien en mi vida.’, Germán se imagina entonces a él mismo, gordo y encorvado, porque en su imaginación siempre es más gordo y feo que en la realidad, saliendo de atrás de una estatua y gritándole al pobre chico.
    Da por concluido su día y vuelve a su hogar. La casa es un chalet enorme, viejo, que había heredado de su padre, y en el que había vivido durante toda su vida. Entra y se dirige directamente a la habitación, se siente de humor como para hablar con Catalina. Camina por el pasillo oscuro y cree ver en el fondo algo moviéndose, observa las sombras sin mucho éxito y cuando se ha convencido que era su imaginación entra y saluda a su esposa.
    Catalina está en la cama, viste una bata y mira seria hacia delante. Cuando Germán entra, lo ignora plenamente. ‘¿Estamos peleados?, no me acuerdo. No me extrañaría, siempre estamos discutiendo por cualquier cosa. No tendría que haber venido tan temprano. Pero ya no puedo irme, ya estoy acá, va a tener que aguantarme, quiera o no.’
    “Cata, hoy me pasó algo.” Ella sigue sin prestarle atención, y él continúa obstinado. “Estaba en la placita y pasó un nene, estaba estudiando francés. Y se llamaba igual que yo, exactamente igual… pobre”. Germán intenta tomarla de la mano y ella la retira, se levanta de la cama.
    “¿Vas a fingir que está todo bien? ¿Hasta cuando?”, Catalina camina lentamente hacia la ventana. Al llegar a ella, pega su frente al vidrio. “Piensas que no sé que ya no te intereso, pero lo sé. No hay necesidad de seguir con esta farsa”. Germán baja la cabeza a sus rodillas, entre avergonzado y triste. Tiene miedo de perderla, de perder lo único seguro de su vida. ‘Otra vez eligiendo el camino seguro, soy un cobarde’. Se recuesta en la cama y mira su figura. Entonces, de pronto Catalina se saca la bata, y bajo la misma tiene un sensual vestido rojo. Da algunas vueltas y se sitúa en el centro de la habitación. La música se hace en el ambiente y comienza a bailar coreográficamente.
    “Oh querido, nuestro tiempo termino”, dice cantando, Catalina esta cantando. Germán no puede entender que esta sucediendo. “Hasta aquí hemos llegado, mejor será separarnos. ¿Podrás encontrar tu ruta? Yo encontraré la mía”. Del placard salen doce bailarinas, vestidas de malla con lentejuelas y plumas, y acompañan los movimientos de Catalina, haciendo pequeños coros.
    “Uh, oh, ella encontrará su camino. Es tan hermosa, uh uh. Tan capaz, uh uh.”, Germán no da crédito a lo que ven sus ojos, si esta es una broma, es la más sofisticada que le hicieron alguna vez. Sonríe, a pesar del mensaje del canto, es hoy un muy buen día después de todo. Siente deseos de ponerse a bailar él también y replicar que sí la ama. “Tuvimos nuestro tiempo, y eso terminó. Partamos ahora, y que los recuerdos más que malos sean buenos, oh, querido, querido”. Entonces, por la puerta de la habitación entran un centenar de bailarines, de traje blanco con moño y galera. Levantan a Catalina sobre sus cabezas, y la sacan del cuarto, como llevada por la corriente de un río de manos. Enseguida, comienzan a retirarse, y los siguen las bailarinas, mientras la música se desvanece. Germán se encuentra ahora totalmente solo, sin saber a donde se han llevado a Catalina o como es que ya no escucha ni el más mínimo ruidito. Se levanta de la cama algo contrariado y sale de la habitación, para encontrar que ya no está allí el pasillo de su casa, sino un enorme galpón, lleno de gente a las corridas de un lado a otro, moviendo paneles, reflectores y trípodes. ‘¿En que momento caí en la madriguera del conejo?’.
    INT. ESTUDIO CINEMATOGRÁFICO.
    GERMÁN(28), camina unos metros, mirando hacia todos lados, con los ojos desorbitados. CHICO DEL CATERING(18), viste una camisa blanca de mangas cortas y corbata, lleva una gran bandeja con sándwiches y galletas, se acerca a Germán y le ofrece comida. Germán lo mira de arriba a abajo, como si observara a un ser sobrenatural, o a un demonio, lo agarra de los hombros y lo zamarrea. El contenido de la bandeja se desparrama en el piso.

    GERMÁN (fuera de si)
    ¿Qué esta pasando? ¿Quién eres? ¿Qué es todo esto?
    El Chico del catering intenta soltarse, Germán cierra el puño y lo golpea en la cara, él cae al suelo sin desprenderse de la bandeja, e intenta escapar arrastrándose. Germán lo toma de una pierna, sin intenciones de dejarlo ir tan fácil. El Chico del catering comienza a gritar, ninguna de las personas alrededor se voltea o le presta atención.

    EN OFF
    INICIA MÚSICA DE SUSPENSO.

    Bajan las luces, la música ensordece el resto de los ruidos. DIRECTOR(30), de aspecto exótico, usa una remera rockera debajo del saco de un traje rayado, una bufanda de diseño escocés y anteojos con marco negro, entra sentado sobre la plataforma de una grúa, que semeja a una gran mano mecánica. Le toca el hombro a Germán y este se calma de forma casi automática. Germán mira a los ojos al Director, se olvida del Chico del Catering y este escapa corriendo.

    DIRECTOR
    ¿Qué anda pasando? Descansemos un ratito.
    GERMÁN
    Eso es lo que quiero saber, ¿que pasa acá? ¿Dónde esta Cata? ¿Dónde estoy? ¿De donde sale esa música?
    DIRECTOR
    A ver, empecemos del principio. Estamos en el set, Catalina esta en su camerino, estas un poco nerviosito. Y…
    El director señala un cortinado, este se abre y revela una orquesta pequeña. Los músicos están apretados en unas gradas de tres escalones, visten trajes negros, guantes blancos y máscaras de diferentes animales. Germán, al verlos, pone una mueca de espanto. El director al ver a Germán hace que vuelvan a poner la cortina e intenta distraerlo. La música se detiene.

    GERMÁN
    ¿Qué vil mierda es eso?
    DIRECTOR
    Err, es que acá hacemos todo el proceso, el rodaje, la música, la posproducción…
    GERMÁN
    ¿Una película?
    DIRECTOR (sonriendo ampliamente)
    Sí.
    GERMÁN
    No puede ser. Quien querría contar algo sobre mí, más allá de que es imposible, no hay nada para contar sobre mí. Y además… ¿una comedia musical?
    DIRECTOR
    ¿Qué tienen las comedias musicales? Yo creo que va bastante bien todo, ¿tu no?
    GERMÁN
    Sí, va todo perfecto si quieres poner a dormir a un insomne. Mi vida es más aburrida que un libro de estudio de… cálculo integral.
    DIRECTOR
    ¡Pero! Hubieras dicho antes. Ahora hacemos unos cambios y se arregla todo, déjamelo a mí.

    El director se eleva en su plataforma y desaparece. Germán sigue un poco confundido, camina mirando de un lado a otro. Entra a una estructura cerrada de madera.

    CORTE A
    INT. CASA DE LA TÍA DE GERMÁN. DÍA.
    Germán camina por el estrecho corredor, y con la mano va tocando los platos y adornos colgados de las paredes, mirándolos uno a uno. Al fondo del pasillo hay una mesita en la que el Chico del Catering sirve bebidas, al ver a Germán, se retira. GERMÁN JOVEN(14), se acerca a la mesa y toma un vaso plástico. Germán lo observa y camina hacia él.

    GERMÁN
    Hola, me resultas conocido.
    GERMÁN JOVEN (riendo)
    Soy vos. Debe ser eso.
    GERMÁN
    Claro, ahora me doy cuenta. Esto es donde la tía Miriam, hacía tanto que no pasaba por acá.
    Germán suspira. LUCÍA(14) entra y toma un vaso. Germán la reconoce y se emociona, la abraza y la levanta del suelo.

    GERMÁN
    No puedo creerlo. Estas igual.
    LUCÍA
    Señor, suélteme por favor.

    Germán se disculpa, tiene lágrimas en los ojos y se ve excitado. Los dos chicos terminan de beber y entran a la sala. Allí se sientan en un sillón con el revestimiento rajado, y miran frente a ellos un televisor grande y viejo, con una antena encima.

    Germán los mira desde el pasillo. ‘Me acuerdo de este día. Fue cuando me dijo que se iba a España con sus viejos. Me sentí tan mal, lloré toda la noche. Esto… esto inició todo, de acá en adelante me convierto en un completo pelotudo. Siempre dependí de otras personas, quise cambiar y lo hice todo mal. No quería necesitar a nadie pero más que independiente me volví inútil, alguien completamente reemplazable.’ Perdido en estos pensamientos pierde el hilo de la conversación que mantienen los jóvenes, pero no necesita oírla, ya la sabe de memoria.
    “Los escuche hablando anoche, dicen que ya no da más, que no vamos.”, ‘que nos vamos’ repite Germán para sus adentros, sintiéndose tan desdichado ahora como se había sentido en ese momento. Había querido llorar ahí mismo, pero se había aguantado, no quería que Lucía pensara que era un marica, y entonces ella se había ido, y el resto era historia. Pero este joven Germán es un poco diferente, tiene sin duda menos miedo.
    “Te amo, no te vallas”, le dice y se abraza a su cuello llorando. Ella le devuelve el cariño y roban mutuamente su primer beso. Germán adulto también llora, cual ama de casa mirando la novela de la tarde. Se siente feliz y ansioso, se abría un mundo de nuevas posibilidades, ya no tenía porque ser un perdedor.
    “Yo también te amo, Ger, pero solo como primos, ¿sabes? Y me tengo que ir igual” Ella se levanta y se va, el joven Germán llora desconsolado, está desesperado, con el corazón roto y humillado. Un piano suena tristísimo, acompañando cada una de sus lágrimas. El viejo Germán no puede creerlo, ‘no puede ser, esto es todavía peor’. Entra a la sala y comienza a gritar.
    “¿Quien escribió esta basura? Esto nunca pasó, ¡nunca!”, la pared del fondo es levantada por una guinche, revelando otra vez el galpón.
    CORTE A
    INT. ESTUDIO CINEMATOGRÁFICO.
    Joven Germán deja de llorar automáticamente, se levanta y se aleja. Germán no deja de gritar, nuevamente fuera de sí. El Director se acerca aún sobre la grúa, está vestido de la misma manera pero en vez de ser la misma persona, es una mujer.

    DIRECTORA
    ¿Y ahora, bebé? No puedes meterte en medio de la escena.
    GERMÁN
    Quien inventó esa mierda, exijo saber quien.
    DIRECTORA
    Tú habías dicho que todo estaba mal desde el principio, ¿no es cierto? ¿Qué quieres que haga? Puedo cambiar algo la historia, pero tampoco tanto, tiene que tener verosimilitud. ¿Crees que es fácil?
    GERMÁN
    ¿Fácil? Fácil parece hacerme sufrir, eso es todo lo que veo. No quiero seguir más.

    Germán no puede aguantar más el llanto. La directora baja de la plataforma e intenta consolarlo.
    GERMÁN
    No me toques, no te necesito.
    DIRECTORA
    Aquí vamos otra vez. Mira, si te parece bien, ¿porque no eliges tú? Lo piensas un rato y luego me dices, ¿Ok?
    GERMÁN
    ¿Puedo elegir yo? Pero, no se como.
    La directora resopla y vuelve a subir a la plataforma.

    DIRECTORA
    Piénsalo, no cuesta nada.

    La grúa se mueve y la directora desaparece. Germán camina cabizbajo, junto a él pasa un grupo de mimos, dos chicos desenrollando pesados cables y llega a un mar de gente que habla a la vez sobre cosas diferentes. Alza la vista y ve a STAR(30), camina hacia ella y no puede sacarle los ojos de encima. El cardumen humano se retira lentamente, dejando solos a Germán y a Star.

    GERMÁN(extasiado)
    Hola, ¿No nos conocemos de algún lugar?
    STAR
    Yo a voz no, vos a mí sí.
    GERMÁN
    Si, es como si hubiera visto tu cara millones de veces antes.

    Star sonríe, va hasta una cómoda con un espejo y se siente frente a ella, comienza a peinarse. Germán la sigue nuevamente. Star levanta la mano y silva. El chico del catering aparece con su bandeja.

    STAR
    Darling, quiero un café irlandés, tráelo rápido que no tengo todo el día.
    CHICO DEL CATERING
    Oui, madame.

    El chico del catering se va, Germán se sienta junto a Star.

    GERMÁN
    Pero, todavía no estoy seguro de donde.
    STAR
    De todos lados es la respuesta. Mi imagen y mi vida son públicas, soy una estrella.
    GERMÁN
    Claro, ahora sí. Eres hermosa, pero seguro ya lo sabías, deben decírtelo todo el tiempo.
    STAR
    Es cierto, ¿te gustaría ser como yo? Es tan divertido, todos te halagan y te dan la razón aunque no la tengas, y te dicen “hermosa” aunque luzcas como Margaret Tatcher. Además, puedes cumplir todos tus caprichos sin sentir culpas. Eso si, la fama puede volverlo a uno loco, y deglutir la poca sanidad mental que le quede.
    GERMÁN
    Ah… ¿y tiene alguna ventaja?.
    STAR(ríe falsamente)
    Que simpático que estás. Mira, siempre que estés desconforme puedes descargarte con los demás, mira esto.

    El chico del catering trae el café en su bandeja.

    STAR(con voz severa)
    ¿Este café es realmente irlandés?, ¿vinieron los granos de irlanda?
    CHICO DEL CATERING(sorprendido)
    Je… je ne se pas, madame.
    STAR
    ¿No sabes? ¿Sabes para qué te pago por lo menos?

    Star golpea la bandeja y el café se derrama sobre la ropa del chico del catering, este se tira al suelo, rueda y grita de dolor. Star lo patea. El chico del catering agarra su bandeja y sale arrastrándose.

    STAR
    Claro, hazle esto a otro famoso y te vas por el inodoro, siempre hay que cuidar la imagen. Pero siempre hay algún pobre infeliz dispuesto a humillarse frente a ti.
    GERMÁN
    Yo no quiero cuidar ninguna imagen, ni quiero que me adulen porque si. Me gustaría que reconocieran mi talento.
    STAR
    Ahh, ¡quieres ser un Rock Star!
    GERMÁN
    Mmm, no era a eso a lo que me refería.
    STAR
    Tampoco puede ser tan malo intentarlo. Well Honey, tengo que irme, te veo en las pantallas.

    Star le guiña un ojo y se va, la rodean hombres y mujeres que le van hablando, maquillándola y cambiando su ropa. Germán mira como desaparece, luego se sienta frente al espejo y toma un delineador de ojos. Lo destapa y lo acerca a su ojo, acercando él a su vez, la cara al espejo. El director (esta vez es un niño de 10 años, vestido igual que antes) se asoma sobre el espejo.

    DIRECTOR
    ¿Entonces es estrella de rock? Es lo que menos me esperaba, pero bien, es tu decisión.
    GERMÁN (ligeramente avergonzado)
    Ah, si… eh, estaba… yo.
    DIRECTOR
    No es necesario, hay gente para eso, tú ya sabrás que hacer.

    El director sale, dos chicas entran y comienzan a peinarlo y a maquillarlo. Luego le quitan la ropa y vuelven a vestirlo, esta vez con una campera de cuero y pantalones ajustados. Germán se mira en el espejo y se sonríe. Alguien le alcanza una guitarra, él se la cuelga, camina hasta un cortinado y cruza al otro lado.

    El corazón de Germán late rapidísimo, está nervioso pero de alguna manera sabe que hacer. Se encuentra en un escenario, junto a otros tres miembros de su banda, en un gran estadio lleno de gente. El público grita su nombre, salta y se agita. Germán se acerca al micrófono central y saluda, recibe una nueva ovación. Desliza sus dedos por las cuerdas y encuentra que sabe como tocar, como si fuera algo tan natural como leer. Las luces comienzan a jugar y volverse locas, con el ritmo perfecto que lidera Germán. Además, puede sentir como esos otros hombres son no solo compañeros en la música, sino sus amigos, bromean con él y lo admiran. Hora y media después tocan la última canción y vuelven tras el escenario, a una fiesta privada, todo es diversión, Germán empieza a olvidar la vergüenza constante que solía acecharlo.
    “Ger, ¡master!, creo deberías ir a ver a Catalina, está en el baño”, le comunica el bajista, y vuelve a perderse entre la multitud. ‘¡Cata!, casi me olvido de ella. Está acá, no puedo esperar a contarle todo’, llega al lugar casi corriendo. Catalina esta sin duda más arreglada que nunca, y viste extremadamente guapa, pero lo único que puede ver Germán es el hilo de sangre que desciende de su nariz. Ella se limpia, lo abraza, pega su cuerpo al de él e intenta besarlo.
    “¿Que fue eso?, ¿estabas…?”, ahora Germán nota las líneas de cocaína en la pequeña mesada.
    “Vamos… sabes que no puedo vivir sin esto. Y sin ti, tampoco puedo. Hagamos el amor”, ella le abre la campera de cuero y se saca la camisa, Germán observa sus brazos finos, y los moretones violetas, causados sin duda por una jeringa. ‘Yo sabía que era demasiado bueno todo, ¿mi vida es una tragedia?, puedo soportarlo, pero Cata no, ella no, vale mucho mas que yo.’.
    “¡No! Director, esto no.” grita furioso, y llorando nuevamente sale del baño y se encuentra en el galpón.
    CORTE A
    INT. ESTUDIO CINEMATOGRÁFICO.
    El chico del catering pasa caminando frente a él, tiene la camisa sucia del café, en cuanto lo ve tira la bandeja y se va corriendo. El director entra, sentado sobre la grúa, esta vez es un hombre de aproximadamente 60 años.

    DIRECTOR
    Déjame adivinar: tampoco te gusta.
    GERMÁN(fuera de si)
    ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
    Germán se tira al suelo y llora en posición fetal. El director baja de la plataforma y le acaricia el pelo. Germán lo abraza y sigue llorando
    DIRECTOR(con voz paternal)
    Ya… cálmate, ya pasó. Lo siento, pero te lo dije. No es tan fácil.

    Germán se tranquiliza, el director lo ayuda a levantarse, lo toma de la mano y caminan hacia la oscuridad.

    DIRECTOR
    ¿Me vas a dejar hacer las cosas bien? Tengo el final perfecto, confía en mí.
    GERMÁN
    Yo no quiero sufrir más. Solo eso pido, no más.
    DIRECTOR
    No existe tal cosa como el no sufrimiento, es una condición de humanidad. Pero te entiendo mejor de lo que piensas. Ahora, a tu destino.

    El director le besa la frente, le da un abrazo y sale. Germán sigue solo en la oscuridad, tiene miedo, pero por alguna razón confía en el hombre. Un reflector redondo se enciende sobre él, y otro, un poco más lejos, sobre Catalina. Ella luce el vestido rojo, y sonríe.
    “Todos los días debes preguntarte, ¿Qué tal va mi vida?”, baila y canta al ritmo de una música estilo brodway.
    “Mi vida no va bien, estoy aburrido, no soy nadie, no tengo talento… y el tiempo se me termina”, Germán parece conocer la canción, y ya no tiene miedo ni vergüenza como para decirlo.
    “Debes abrir los ojos, todo puede cambiar, ¡oh! ya no tienes a quien culpar”, bailarinas corean “¿y que tal el pasado? Debes olvidarlo, uh uh”.
    “Pero tenía tantos sueños, y nunca los cumplí, ya no tengo a quien culpar”, toma la mano de Catalina y la hace dar vueltas.
    “¿Cuando te aceptarás?, Yo sí te amo, pero ¿Cuándo?”, ella vuelve a escaparse. Germán intenta atraparla, las bailarinas se interponen.
    “¿Aceptar mi vida?”, Entran los bailarines y se ponen en pareja con cada una de las chicas, simulan pasos de tango. “Sí, esa que tanto odias”, cantan ellos. “Acéptate”, cantan ellas.
    “Es tan difícil encontrar todo con los ojos cerrados oh oh, quiero vivir y amar, me acepto, a mi y a mi vida, uh uh”, los bailarines se retiran y Catalina corre a sus brazos. Se besan con pasión infinita.
    CORTE A NEGRO.
     
  2.  
    berlinQueer

    berlinQueer Usuario común

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    Pluma de
    Escritor
    Re: Pathos [one-shot]

    quiero aclarar el patetico problema que tengo con el español neutro, es que no me sale. intento escribir en neutro y me parece feo. hice lo que pude, por favor, si encuentran algo que no concuerda me avisan.
    por cierto del formato que toma a veces, corresponde al formato de guion audiovisual cinematográfico.
     

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