Nunca había armonizado con alguien en el bus. Me pregunto ¿Será que sentiste ese aire agradable? Quizás si o puede que no. También me pregunto ¿por qué tú? ¿por qué conocernos y desaparecer? ¿Será que has cambiado? Puede que sí, o quizás no. Puede que ya no uses esa corta barba, a lo mejor puede que la mantengas. Quizás subiste de peso, o puede que estés en mejor forma. Puede que sigas siendo sociable con chicas desconocidas del bus, o tal vez seas más reservado. Quizás ahora tengas pareja, o tal vez sigas soltero. Puede que recuerdes nuestro encuentro, o quizás lo pasas por alto. ¿Acaso será que piensas en mí o solo fui una chica del bus? . . . Nunca pensé que pudieses desconectarme de mis pensamientos. Pero como olvidar a esa chica de 15 años, cabello alborotado, ojos color café y unas sexys piernas. Una chispa en mí se encendió en el momento que te pedí la hora, y verte sonreír se volvió mi debilidad. Seguro solo soy un recuerdo. Me pregunto si el destino quiso mofarse y colocarte en mi vida, para luego desaparecerte. ¿Será que piensas en mí o solo soy un chico más?
¿Es posible recordar un encuentro por tanto tiempo? Han trascurrido 5 años y aún conservo en perfecto estado nuestro cruce en el bus. De vez en vez inundas mi cabeza. Hoy voy a la universidad con la fiel esperanza de tropezarme contigo. ¿Estudias aún? ¿Trabajas? ¿Cuál es tu nombre? Avivadamente tu nombre llega a mi mente. Gustavo. Ese chico de barba corta, complexión media. Me gustaría encontrarte, hablarte, conocerte; conocerte de veras. ¿Qué sentido tiene unir a dos personas y bifurcar sus caminos? Con solo tu nombre; me siento extraviada. Sin mapa, sin ruta, sin información. Otros pensamientos nublan mi recuerdo. Graduación. Pronto; a escasos 4 días. Luego de eso mis planes serán diferentes. Abstraerme con tu recuerdo no es prioridad; no debe ser prioridad. Quizás deba tratar de archivar nuestro tropiezo frugal en mero recuerdo. Sin embargo una indivisible brizna de mí no quiere suprimirte. ¿Por qué no solo te supero? ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué mi mente vocifera tu nombre? ¿Por qué tu recuerdo resuena sobre mis meditaciones? Algo me arroja de nuevo a la realidad. Un tropiezo. Mis cosas caen al suelo. No tenía en cuenta que estaba caminando por los pasillos de la universidad. - Disculpa, ando en las musarañas. - ¡¿Musaque?! - me pregunta confundido; pero divertido. - Distraída, ando distraída – entre risas – sinceramente lo siento. – digo mientras tomo mis cosas. - Me pareces conocida. ¿Te conozco de algún lado? - No creo. Yo sinceramente no estudio aquí. Solo vengo de paso. - Realmente siento que te conozco – mueve la cabeza de un lado a otro – olvídalo. Seguro te confundí. ¿Te ayudo? - Perdón, pero voy tarde. Un placer tropezar contigo – le grito mientras me marcho a galope. Tengo una sensación rara. Pero yo también creo haberle conocido antes. . . . Muchas veces quisiera evitar que el encuentro con aquella chica no me distrajese; pero esta vez algo mayor domina mi mente. Me dirijo a la universidad para un magno evento. Hoy presento la culminación de años de investigación. Si es considerada la mejor; mi proyecto será financiado y difundido a nivel internacional. Algo me dificulta llegar a mi destino; no hay buses vacíos. Mientras espero repaso mis apuntes. Los nervios no me afectan; pero la desesperación sí. Una chica espera a mi lado. ¿Puede qué? ¿Será ella? - Disculpa, ¿Kimelynn? – pregunté amable. - Perdón, creo que me confundes con alguien más – dijo indiferente. Tristemente no era ella. Era de esperar; ya han pasado 5 años. Me subo al bus – que ha llegado luego de 1 hora – y ni los ruidos de los autos, las voces de la gente, ni la música a todo volumen hacen que omita mi recuerdo de Kim. Quiero poder verla nuevamente, conocerla. Pero el destino nos ve como muñecos para su disfrute. Pienso, pienso; me mantengo pensativo durante todo el trayecto. Llego a mi destino. Aún tengo tiempo libre antes de la presentación. De forma curiosa Kimelynn no se aparta de mi mente. ¿Quizás nos volveremos a ver? Quizás… Mi burbuja de Kim revienta para traerme de vuelta a… ¡Kimelynn! Tropezamos y entramos en conversación - esta oportunidad no la dejaré ir -. Hablamos unos minutos, no duramos mucho conversando ya que iba con prisa; y mi insistencia sobre su identidad me hacía ver como un acosador. Realmente no sé si era ella. Ya más de mañana me había encontrado con una doble. Puede que esta chica fuese otra muchacha parecida. No quiero esto. Quiero encontrar a la Kimelynn genuina. A pesar de eso no pude evitar sentir una chispa al hablar con ella. Llego al auditorio para los preparativos de mi exposición. ¡La presentación! Creo que he olvidado todo. Por primera vez estoy nervioso.
He de admitir que este escrito refleja mucho lo que seria el amor a primera vista y en lo que puede llegar a terminar un encuentro casual. Buena redaccion y buena orotgrafia voy a agregar aunque aun me intriga saber el porque ese titulo...en fin. Sigue asi! :) Nos leemos pronto
Yo también llegué atraída por el título y me encontré con una redacción que me cautivó completamente, de verdad; o será que me gusta mucho todo lo que lleve romance como etiqueta xD Concuerdo con la compañera de arriba de que esto expresa muy bien lo que implica el amor a primera vista y no sé, es dulce cómo lo has expresado, cómo los implicados tienen clavado en la mente a ese chico/a especial. Es muy bonito y hasta como poesía le gusta (estoy errónea, lo sé, mis dotes poéticos no existen). Me gustaría leer algo más, así que espero lo que sigue. Saludos y te cuidas. Hasta otra.
Un sonido incita mi curiosidad. Atino el espacio de donde prorrumpen los aplausos. Entro y la asistencia es suprema. Casi no hay asientos. Aun no entiendo el motivo de tal revuelo; pero eso solo magnifica mi curiosidad. Logro encontrar un asiento en una quitan fila del lado izquierdo del auditorio, y comienzo a observar el evento. Entreveo una pantalla de tela, un retroproyector, altavoces; pero ¿y el ponente? Como un soplo llega el orador. Es él. Aquel chico con el que me di de bruces. Ahora se ve diferente. Se ve gallardo; pero aún tiene esa aura afable. Se presenta, agradece y comienza su alocución. Gustavo Varela. Su nombre causa un tintineo sobre mi entendimiento. Su rostro me niega a apartar la mirada. Extrañamente no puedo privar a mi vista de él; de igual forma no quiero hacerlo. Algo en el me sosiega. Me mantiene embelesada. Sin embargo ¿no entiendo por qué? Concluye su ponencia y proceden con la serie de interpelaciones. Pero algo le sucede; ya que comienza a tartamudear. Muchos utilizan sus nervios en su contra. El trata de dar respuesta a todas las interrogantes; pero algo lo mantiene nervioso. Demasiado nervioso. Decido levantarme y hacer una pregunta. —Disculpe Sr… Varela. ¿Quiere decirme la importancia que tiene conocer la gastronomía mundial?– pregunta sencilla; espero poder ayudarle. —Pues ¿señorita…? — Frey, Kimelynn Frey. — Kimelynn… - dijo con dulzura; como si mi nombre fuese algo delicado – me complace escuchar una pregunta con alto grado de significación. Dio una respuesta completa, interesante y además realzó la atracción por su trabajo. Siento placidez por aliviar sus nervios. Termina su presentación y miro mi reloj. ¡Diantres! Ya debería estar preparando mi taller. Me encamino con atropello hacia mi espacio asignado. Como un soplido me desvanezco del lugar. Aunque sinceramente deseo quedarme. . . . Necesito tomarme algo que me baje los nervios. Siento que explotaré si no lo hago. ¿Un café? ¿Quizás un té? Puede que eso me calme. Recibo un mensaje mientras llego al cafetín; ya todo está siendo instalado para mi presentación. Al menos todo va sin contratiempo. Si solo pudiese deshacerme de los nervios; si tan solo no me hubiese topado con esa chica. Ya se que no era ella; pero este sentir no lo puedo sacar de mi pecho. Pensar en su rostro solo me pone más nervioso. Calma torero, calma. Llego al cafetín y maravillosamente está cerrado. ¡Rayos! Pues nada; los nervios y yo iremos juntos a la presentación. Al llegar al auditorio me aseguro que todo esté en su lugar. Todo perfecto, el retroproyector, los altavoces. Me cambio y al subir al escenario encuentro a mi nuevo enemigo; la multitud de personas. Nunca pensé que fuese tanto. Comienzo, prosigo y concluyo. Lo peor ya pasó. Ahora comienzan las peguntas. Muchas manos se levantan y me toman por sorpresa. —Según su estudio las personas solo valoran la publicidad y el costo de un alimento ¿Por qué cree que esto ocurra? — Pues ese efecto es la unión de la visión y el gusto. Los colores captan más… más… la atención del… – comienzo a sentir presión, no puedo concluir la respuesta – ce ce cerebro y lo convi vi vierte – tartamudeo. No creo que pueda seguir con la ronda de preguntas. Tomo un vaso con agua y trato de relajarme. Pero toda la información que expuse se está evaporando; y se está saliendo por mis poros. Los nervios me ganan. No logro decir una palabra. De pronto se levanta aquella chica; la falsa Kaelyn. Comienzo preguntando su nombre y primero me ahogo con el agua. ¡Dios mío! Es ella. En mi mente doy un grito agudo de nena y un brinco muy femenino. Es ella, no es una falsa imitación; realmente es ella. Respondo y luego cada pregunta que me lanzan son pan comido. Aplausos y fin. Todos comienzan a retirarse. Yo salgo disparado al asiento de Kimelynn; pero ya se había ido. Luego recordé que ella tenía algo que hacer y emprendí mi búsqueda por la universidad. Tropiezo con algo que está sobresaliendo de la parte baja de la silla. Es un cajón plástico lleno de frutas, hielo seco y otros cachivaches que parecen ser de un chef. Con mayor razón debo encontrarla; supongo que necesita todo esto.
Logro ubicar el espacio designado al programa culinario para hoy. De manera cabal han dispuesto todo para mi molicie. Las mesas, micrófonos, el retro-proyector y demás objetos que considere necesario. Mientras distribuyen los ingredientes en las diferentes áreas de trabajo, yo acudo al cambio indumentario. Una soberbia y sublime filipina me aguarda. La estética de mi prenda me trasiega hasta hace unos instantes. Gustavo. Elegante. Lúcido. Además no me permito concebir idea diferente a que desplegaba sensualidad. Si bien hubiese conseguido privarme de admirarlo; mi corazón y algo más no ambicionaban disimilitudes. Su rostro. Su corta barba. El brillo que alcancé a avistar de su mirar, son figuras que no me ceden autoridad sobre otros pensamientos. Debo admitir que más allá de su excelso predominio sobre su trabajo, su apariencia arrebató el dominio sobre mi palpitar. Un sonido me inmuta y me devuelve – por segundos – a la realidad. Es la organizadora; ya debo comenzar. Al llegar al escenario los asistentes inscritos penetran el espacio de sus asientos. Algo más allá me ofusca, mi caja. No está por espacio alguno. Gustavo. Es lo único que llega a mi mente. La perdí de vista durante mi salida de su presentación. De esa caja depende el impacto hacia mi público. Era una sorpresa; y mi turbación lo ha frustrado. Frustración es lo que profeso y siento. Pero ya el tiempo se encuentra establecido y los retrasos no florecen para esta situación. Sin embargo trato de evitar pensar en eso. Subo al escenario, me presento; luego cada minuto me calma. Pero esa sensación de decepción me acongoja. Al realizar las demostraciones las manos me comienzan a tiritar. Las puntillas de mis dedos están heladas. Un poco de sudor frío me recorre la espalda. El sudor de mi frente comienza a ser evidente. ¿Nervios? Pero nunca he sentido esa energía de suspicacia sobre mí. No, no es nervio. Es ansiedad. Pierdo control sobre el cuchillo y este cae al piso. Siento náuseas; un dolor en mi abdomen me hiere. Seguidamente solo escucho gritos de pánico. … Tomo la caja lo siguiente es buscar los escenarios asignados a algún evento. Saco el teléfono y marco el número de alguien que podrá ayudarme. — ¿Aló, Mateo? Necesito un favor, y es urgente. — ¿Cómo estás Mat? ¿Estás en la oficina? Hey mejor amigo del alma ¿Podrías hacerme un favor? Sabes podrías ser un poco más amable con tu amigo – comenzó a decir. —Si, lo sé, lo sé. Disculpa pero en serio es urgente. — ¿Qué clase de favor necesitas? Nada de revisar el archivo de alguna chica para tener su número. — Para nada, eso es cosa del pasado. Necesito saber ¿Hay algún taller de cocina pautado para esta hora? — ¿Taller de cocina? Dame un momento – se escucha un silencio – No, nada. ¿Por qué? — Estás totalmente seguro, revisa de nuevo. Debe haber al menos uno. — No amigo, nad… Espera. Tengo pautado un taller de trucos culinarios. Ese debe ser. ¿Quién lo da? — Calma, una tal Kime… Kime… Una chica de apellido Frey. Pero… - esto no me suena bien – aquí dice que fue cancelado hace 30 minutos. — Averigua por qué – le digo mientras aumento el paso. — Pareces detective policíaco – de nuevo silencio, voces (okeys y ahh) – Hey, dale rápido, escenario Arturo Riveiro cerca del cafetín “el abuelo”. No sé qué pretendes pero algo pasó; la oradora… - cuelgo. Maldición… Comienzo a correr y el desespero me invade. Desespero y pavor. Al llegar al escenario muchos están angustiados y murmurando cosas. Cuándo pregunto sobre lo ocurrido comienzo a alterarme. Mi siguiente paso es ir al hospital cercano a la universidad. ¿Kimelynn que te ocurrió? ¿Por qué hoy? ¿Por qué justo cuándo nos volvemos a topar?
Oh, si te llega alerta de que no me ha gustado, ignórala, error de dedo. Bien, ambos son las personas que habían esperado que fuera. Ella esperaba su Gustavo y él a su Kimelynn. Además, ella lo ha ayudado en su pequeño ataque de nervios. Aquí la duda principal es qué le sucede a Kimelynn :o ¿Por qué le ha dado ese dolor? ¿Está enferma de algo? Espero que no sea nada grave, pues se ve que Gustavo está en verdad precupado. Ansío saber qué seguirá y cómo será el re-reencuentro xD Por cierto que Mateo me ha caído bien. Espero que no abandones esta historia, creo que tienes un talento precioso en el léxico y la narrativa. Sin más, me despido. Nos estamos leyendo. Te cuidas. Hasta otra.
No sé qué sucedió. Despierto y me encuentro tendida en una camilla. Trato de moverme; pero un dolor punzante en el abdomen me detiene. ¿Qué sucedió? ¿Qué me sucedió? Los siguientes minutos veo a los doctores formando una rueda de indagación. El examen médico está resumido de la siguiente forma: Paciente: Kimelynn Frey Edad: 20 años. Diagnóstico: operación de emergencia, causada por una apendicitis. Se presentó la complicación de una peritonitis. Se extirpó el apéndice. Seguidamente pasamos a suministrarle a la paciente dosis de sueros; para recuperar la estabilidad y mantenerla con fuerza física. De momento hemos dado una dosis media de calmante y anestesia. Tiempo estimando para despertar 8 horas. Los doctores tratan de indagar y detectar el detonante pero para sus estudios médicos existen razones externas que aceleraron el proceso. Mantienen la indeleble percepción de que la “posible” razón generadora del caos fue provocada por estrés. Estrés mezclado con nervios, conjuntamente con la falta de alimento; provocaron una reacción en cadena. Uno de los doctores me informa que además creen que varios de los síntomas los omití. Alguno de ellos fueron náuseas, fiebre, taquicardia. Todo esto dejado de lado para llevar a cabo mi objetivo del momento. De igual manera me dice que alguien ha estado preguntando por mí durante varias horas; pero como me mantengo en observación solo familiares pueden verme. ¿Quién será? ¿Algún amigo? Mi curiosidad está en crescendo. Al hablar con mi madre me ha puesto al corriente del mundo exterior. Mi solicitud para estudiar gastronomía en Europa fue aceptada. Debía estar hace una semana; pero me han dado plazo de 1 mes para recuperarme. Así que mi movimiento ulterior – después de ser dada de alta – es empacar mi vida, mis sueños y desplazarme hasta España. Pasada la semana de reposo y cuidados intensivos; soy dada de alta. Puedo retirarme a mi casa; aunque con recomendación exclusiva de evitar erigirme estrés y de no realizar maniobras violentas o macizas. Al salir del hospital una enfermera me comenta sobre aquella persona que merodeaba por mi habitación durante varios días. Me entrega un papel con algo escrito en él. Este es mi número 5252678 Gustavo Valera, nos conocimos en el bus. No puedo creer que este núbil se haya preocupado por mí. Tomo la nota y al girarla – por mera casualidad – reluce un postdata. P.D: disculpa por no llegar a tiempo. No fui de ayuda. Espero poder verte. Necesito verte; no dudes en llamarme. Yo no dudaré en pensarte, cada día, cada minuto; como lo he hecho por estos 5 años. Te quiero.
Al llegar al hospital busco, busco, y busco; pero nada. No logro encontrar a Kimelynn. Pasada unas 3 horas decido preguntar en recepción. No habían tenido sus datos ya que tuvo que entrar de emergencia. Piso 4, habitación 212. Subo a paso veloz por las escaleras; ya que el ascensor está fuera de servicio. Al llegar otro charco en el camino. No puedo pasar a menos que sea familiar. Trato de hacerme pasar por su primo; pero sin algún documento que lo pruebe debo quedarme afuera. Ahora por mentir sobre mi identidad muchos me están mirando vigilantes. Esto no me agrada; pero trato de no pensar en sobre ello. Doy mil vueltas por el pasillo; pero solo un par de enfermeras entran para revisar a la paciente. A las dos horas un par de enfermeras y un doctor entran al cuarto. Pasado un rato entra la familia y salen las enfermeras. Cuando salen todos tienen caras de felicidad y de alivio. Entre los murmullos escucho que tendrá que quedarse una semana. Como no soy capaz de resistir más el sueño me voy; pero con la idea de regresar al otro día. La visito por 3 días seguidos; sin embargo nadie me da autorización para ver. Solo me comentan que está bajo observación estricta; por lo tanto cualquier agente externo puede afectarla. Era obvio que no podría verla. De nuevo el destino nos usa como fichas de un juego vil. No voy a desistir del todo. Hablo con una enfermera y le entrego una nota y le suplico. Literalmente me arrodillo y le suplico se la entregue. Ella acepta – un poco avergonzada –. Saliendo del hospital suena mi teléfono. — Aló, ¿quién habla? — Buenos días, ¿Hablo con Gustavo Valera? —Sí, el mismo que viste y calza. — Me alegra enormemente. Tengo el placer de informarle que tenemos noticias con respecto a su investigación. — ¿Mi investigación?... – no recuerdo nada sobre una investigación – ¡Oh claro, claro! Sí, sí dígame – luego caigo en la cuenta. — Pues su trabajo es bastante sólido y bien planteado. Por desgracia no contamos con el dinero necesario para financiarlo. —Oh… ¿En serio? – pregunto con tristeza, esto solo me da más desánimo. — Pero no se agobie que sin embargo hemos decidido enviarlo a una academia para que realice una especialización de métodos alimenticios. El cual está enfocado en su trabajo. Con esto esperamos logre mayor conocimiento y estamos seguros que tendrá un mayor alcance. ¿acepta? — Yo… eh… no sé qué decir – los nervios regresaron a mí – yo, pues… es que… - Kimelynn pienso. Si me voy no la volveré a ver. Por otro lado si no acepto no tengo idea de cuando esta oportunidad se me presente de nuevo. No hay vuelta atrás; ya decidí - ¿En cuánto tiempo debo estar allá? — Pues como es un estudiante recomendado tiene privilegios. En aproximadamente unas 3 semanas. ¿Qué le parece? ¿acepta? —Sí, estaré listo en 3 semanas – pronuncio. — Perfecto. Su inscripción se le enviará en un par de días; al igual que otros documentos pertinentes. Espero tenga un futuro próspero. Mucha suerte. — Gracias… -dejo la llamada al aire; luego cuelgo. Ya no hay marcha atrás. Si Kimelynn y yo no estamos destinados a estar juntos, no veo razón para quedarme. Entre otras cosas esta oportunidad es un gran logro. Kimelynn discúlpame; te quiero pero no puedo estar en este juego por siempre...
Oh, ¿se van a separar otra vez después que estuvieron lejos 5 años :c? Es una pena pero Gustavo tiene razón, las grandes oportunidades no se desaprovechan. Es evidente que él está clavado con ella, más clara muestra que el hecho de rogar de rodillas que le entregaran esa nota a ella, imposible. Además, pude percibir el cariño impregnado en la posdata, sigue queriéndola. De ella la impresión no me queda clara, necesito saber cómo reaccionó a esa nota, claro que salir de una operación de emergencia mantiene a cualquiera distraído. Lindos capítulos. Espero los demás gustosa :3 Te cuidas. Hasta otra. P.D. Ahora relaciono el título con ellos por dedicarse a los alimentos en diferentes ramas xD
5252678… 5252678… 5252678… Nadie toma la llamada. No puedo seguir insistiendo. De igual forma no sé porque estoy tan interesada por este chico. Barba corta, complexión media pero… ¿De dónde me parece conocido? ¿De dónde? ¿De dónde? Como una vela se enciende la luz en mi mente. Gustavo (Gabo) mi chico del bus. Aunque nuestro encuentro fue fugaz, recuerdo que fue muy ameno. Es una enorme desgracia que haya tropezado con el – de nuevo – y ahora nos tendremos que distanciar. Y con pesar esta vez será por mucho. ¿Por qué el destino debe ser así? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué gano con haberlo conocido? ¿Qué gano con volver a encontrarnos? ¿Qué gana el destino con separarnos? Son preguntas que no creo descubrir. Sin dejar a mi añorado chico del bus comienzo a empacar mis pertenecías, mis sueños, mis experiencias y una parte de corazón. 52… comienzo… 52… 26 mascullo… 78 suspiro. Aunque debo dejarlo atrás, no consigo dejarlo; además no deseo dejarlo. Sin embargo la realidad es otra; al igual que mi decisión. Al subirme al avión alguien a mi lado ya se ha quedado dormido. Yo solo me acomodo y trato de no molestar. Una vez que llego a España tomo un taxi y me dirijo a la academia. Cuándo doy el primer paso de entrada al mismo me recibe un chico para darme un recorrido básico, e indicarme mi habitación. Me alisto y para adaptarme solo tengo tres días. A pesar del tiempo que tengo; no son suficientes para adaptarme y menos para borrar o nublar mi mente de Gustavo. Si tan solo nos hubiésemos topado antes; todo sería diferente, quizás yo sería diferente. Puede que incluso no estuviese aquí. Pasado mis tres días de acoplamiento social y emocional; debo llegar como un rayo al salón 212, piso 4. Entre mis posesiones está una lista de insumos que son vitales para cada clase. Hoy debo llevar manzanas. Supongo para algún postre. Pero ahora no puedo pensar en nada más que sea llegar a tiempo. A pesar de evitarlo el tiempo me gana en la carrera. Paso por un puesto de fruta cerca del instituto y compro las manzanas. Salgo disparada como un rayo y al subir al piso 3 tropiezo con alguien que también lleva prisa. No me disculpo, recojo la fruta y sigo mi camino. En el trayecto contabilizo mi insumo previsto y me falta una manzana. ¡Chachis! Ahora seguro que alguien se quedará sin su ración de postre; ese alguien seguro seré yo. Pues ni modo. Llegando a mi salón me encuentro con mis compañeros y el profesor aún no ha llegado. ¡Sí! Punto exitoso para Kimelynn. Sin embargo al minuto entra el profesor. Sudado, agitado y con una respiración acelerada. Casualmente lleva una manzana en la mano. ¿Será qué? Pero no es. No es Gabo. Casualmente al salir del aula vuelvo a tropezar y cada suceso siguiente me llena de alegría. Quizás ahora mi destino pueda ser diferente. Alegremente diferente.
Esperé por días la llamada de Kimelynn; pero nunca sucedió. Y hace tres días me despojaron de una forma siniestra mi teléfono; en pocas palabras me robaron a punta de pistola. ¡Rayos! ¡Rayos! Y ¡Mil rayos! Ahora si es verdad que perdí todo posible contacto con mi chica del bus, del hospital, del taller y de mis casualidades. ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho mal para no recibir el amor de esa chica? ¿Por qué? Aunque no puedo dejar de preguntarme esto debo empacar todo y abordar un avión con destino europeo. Al subir al avión me acomodo y espero para saber quién será mi acompañante; pero pasan diez minutos y nadie llega, así que comienzo a cabecear; lo siguiente es incierto. Me quedé dormido. Llego a la academia culinaria y me encuentro con muchos jóvenes chefs, maestros culinarios, especializaciones, diplomados y demás. ¡Lo tiene todo! Me dan un “tour” por el campus y mi asignan mi habitación. La siguiente información que me dan es que mi beca o recomendación para la especialización es que debo hacer algo que nunca imaginé hacer; dar clases. Mis clases deben ser teórico-prácticas. La primera es en tres días; así que la planificación debe estar lista para ¡ya! Pasado el día ese problema está resuelto. Me quedan dos días para conocer una parte de la academia y del lugar. Comienzo a pensar en Kimelynn y en cómo me robaron el teléfono. Si eso no hubiese pasado quizás le contaría mi viaje, mi día, mis experiencias. Quizás todo sería diferente. Ya han pasado tres días. Mi primer día como profesor comienza hoy. ¿Hoy? ¡Hoy! ¡Demonios la hora! Ya es tarde; demasiado tarde. Busco mi atuendo entre mis cosas y mi planificación… pero la planificación no está. Paso 15 minutos buscándola hasta que la encuentro entre un monto de calcetines y bóxeres. Yo y mi desorden. Salgo como un cañonazo hasta el salón. Es en el cuarto piso. Corro por cada pasillo, por cada escalera y cuando solo me falta un piso choco con una chica. Una chica menuda, tierna y llena de prisa. Prisa y manzanas. Por la prisa solo recoge las manzanas y se va. ¡Sin disculpase! Tomo una manzana que ella no vio y le doy un mordisco. Está deliciosa, jugosa, carnosa y suculenta. Me levanto, respiro hondo y subo con prisa hasta el cuarto piso. Entro al salón y me encuentro con un grupo número de estudiantes. Una chica me sorprende; es Kimelynn. Le pido el nombre. Katherine Ganbon. Nuevamente no es ella. ¿Cuántas doble tienes Kimelynn? ¡¿Y hasta en España?! Termino mi clase con satisfacción. Patatas fritas y su impacto visual. Al salir llevo un tazón de estos bastones de papa fritos. Me llevo unos a la boca y estando en el pasillo alguien me tropieza ¡Dios mío! ¡¿Soy un imán de tropiezos!? Al girar la mirada me encuentro frente a frente a escasos centímetros de unos luceros achocolatados y unos labios color fresa tenue. —— Kimelynn no creo que esta sea la mejor forma de vernos todo el tiempo. ¿No crees? – dije con emoción, desespero de besarla; pero mostrando un porte sereno. Trato de reprimir mi emoción y de no sonrojarme o parecer nervioso. Pero el siguiente movimiento no me deja espacio para otro sentir. Un beso me impacta y me descontrola. Luego las palabras de esa chica hermosa me causan risa. ——Señor Valera sus labios saben a patatas. Y las patatas son mi comida favorita –dijo ruborizada como un tomate. Un tomatito cherry. —— Pues señorita Frey los suyos saben a manzanas. Como sabrá son mi fruta preferida – subo mi mano para mostrar la manzana que le había quitado a ella. Ambos comenzamos a reír.
Gracias por leer:) Quisiera saber que les agrado más del final - o que les desagradó, confundió o fue predecible -.
¡Hola! Espera, ¿el final ya? ¿Tan rápido? ¿En serio? o.o Eso sí que no me lo esperaba para nada, creí que el asunto con ambos se desarrollaría un poco más. Hm, el final no es que me desagradara, pero me pareció demasiado apresurado. Creo que pudieron haber pasado un par de cosas más antes de pasar de lleno al fin y de que se encontraran, pero bueno, fue un final feliz. Bastante lleno de coincidencias y tropiezos por parte de ambos desde el inicio, pero eso demuestra que tenían que verse otra vez sí o sí, dejar en claro todo y bueno, amarse como debían. Además de me quedó más que explicado el título de la historia xD Y nada, insisto en que escribes muy bien, ha sido un placer leerte. Espero que no sea lo último que lea de ti, ya veré si paso a historias terminadas que sé que es en donde te mueves. Por el momento me despido esperando que estés bien hoy y siempre y te cuidas. Hasta otra.