Interior Pasillo (Planta baja)

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 10 Abril 2020.

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    Insane

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    ¿Otra cosa en común? Me había puesto a pensar, así que un poco rebusqué, dije mi interés más exacto que era como tal la adrenalina, y ya venían cosas como salir por ahí, hacer ejercicio porque un diablo no podía quedarse mucho tiempo quieto así que la niña merecía mi sinceridad.

    —Los deportes extremos, hacer ejercicio como salir a trotar. La verdad tengo con mi hermano dos perros en casa, así que me entretengo sacándolos a caminar al parque —repasé sus facciones por unos minutos—, ¿te gustan los animales? Ya que estamos.

    Me causaría su debida cuota de gracia si llegase a saber que la princesita de aquí estaba a cargo de una organización, que venga, con más ánimo la invitaría a salir para que hiciera cosas de su edad, qué sé yo, pero estar en otras palabras cumpliendo con responsabilidades todo el día... que pereza~ Levanté ligeramente las cejas y solté una carcajada, parecía que me hubiese leído la mente o algo cuando mencionó el que podría invitarla a salir. No dije nada al respecto, ya mi cabeza trabajaba por sí sola así que más adelante podría tomar esa iniciativa.

    —No sé, supongo que lo que falta —comenté jocoso con respecto a qué más le mostraría al pobre diablo, el muchacho me habló, lo miré de nuevo sobre el hombro. Pobrecito, ella ya lo quería abandonar y no sería yo quien dijese que no.

    Continuamos bajando entonces a la parada final para Enzo. Había aún bastante movimiento estudiantil por lo que se veía en la planta baja, di un vistazo general al espacio. Supuse que no había traído almuerzo ni nada así que por decencia miníma le señalé la cafetería como lo principal.

    —Venden cosas buenas, si sabes escoger —advertí—. Por allá está la biblioteca, hay un salón de actos también que nunca he pisado. Ah, y ya si sales al exterior y caminas, hay una piscina, un gimnasio, y algo nuevo que se llama creo que observatorio, igual, ni idea.

    Que tampoco me conocía eso como la palma de mi mano, apenas y existía ahí dentro.
     
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    Note la sonrisa que se le apareció al chico después de mencionar si habernos encontrado aquí era destino y como lo había pensado creer en eso era estupidez de mi parte, destino o no, pues íbamos a seguir aquí parados hasta que no encontráramos un lugar al que ir había mencionado la sala de arte porque fue lo primero que se me vino en mente. Además, creía que si volvía a pisar ese lugar sería simplemente porque tendría el gusto de hacerlo y claramente sería con alguna buena compañía o en otras palabras algún modelo.

    Aunque ahora que lo pensaba bien en casa solo pisaba esa sala porque Anastasia me pedía ayuda para diseñar las joyas y eso nunca iba con una causa en concreto si quería dibujar o pintar, pues lo hacía en el cuarto. Sin embargo, en el momento que el chico dijo que no conocía la sala de arte lo mire fijamente con cierta incredulidad ¿Llevaba más tiempo que yo en esta escuela y no conocía la sala?

    Ladee la cabeza y lo mire con cierta curiosidad, si él no quería buscar una solución, ¿por qué yo lo haría?, Ich würde ihm dieses Vergnügen nicht bereiten.

    —Entonces nos quedaremos aquí, ¿no? —inquirí sin mucho problema y con algo de diversión colada en mi voz—. Dijo, no tienes ningún lugar que mostrarme y yo, pues, no tengo ganas de conocer ningún otro lugar que no llame mi atención.

    A veces era un poco difícil de llevar, casi nunca le daba ese placer a cualquiera, por si querían oír algo de mi parte.

    Alce mis hombros levemente, sin imaginarme siquiera que Anastasia y Enzo también anduvieran por aquí o que sé yo, pero simplemente los sentí.

    Ich würde ihm dieses Vergnügen nicht bereiten = yo no le daría ese placer.
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    Suponía que Zel estaba pensado que otra cosa podría decirme después de la pregunta que le hice sobre las cosas en común que podríamos tener al escucharlas las repase levemente mientras alzaba una ceja, no era muy fan de la adrenalina, oh bueno, no podría llamarle adrenalina practicar con cuchillos con una silueta al frente ¿no? Le sonreí en poco al escuchar su pregunta si me gustaban los animales tenía una serpiente en casa, así que sí, si podría llamarle eso gustar, pues sí.

    —Tengo una serpiente en casa —murmuré en poco, era raro tenerla, pero sí, papá me daba esos gustos—. Se llama Lilit, aunque cuando dijo casa es porque está en Rusia.

    Escuche su carcajada y arquee una ceja, ¿no me digan que acerté a eso, que no había problema si me invitaba al cine? Porque en sí para ser sincera no lo había, a veces me sorprendía mi capacidad en pensar al igual a como lo hacían los demás, o eso me decía mi pa y Eda. Asentí sin mucho problema al escuchar lo que me dijo sobre que más le mostraría a Enzo, ¿lo estaba echando? Puede que si además podía leer sus expresiones y sabía que él no era de estas cosas, así que lo aceptara por así decirlo, no me causo mucha impresión.

    Llegamos a la planta baja y está muy movida, suponía que era por el anuncio que distinguí en poco escuche lo que Zel le dijo a Enzo, el otro solo miro todo el lugar, y solo asintió entonces me acerque, se trataba de un proyecto, supongo que al llegar no me di cuenta de que estaba porque casi nunca me fijaba de todo lo que estaba a mi alrededor podía ser muy observadora y todo, pero simplemente no miraba todo cartel que estuviera pegado a la pared.

    Al llegar a mi nombre sonreí al notar el nombre de Zel aunque no conocía a los otros de nada apenas y note que Enzo se acercó, seguí el recorrido de su mirada por puro reflejo, sus expresiones cambiaron al ver el nombre de Kou Shinomiya ¿cómo conocía su nombre? Pues él también estaba en la reunión de archivos antes que nosotras llegásemos a Tokyo.

    —Y aquí es donde yo me despido —miro a Zel de reojo—. Supongo y gracias por el tour —en su tono de voz hubo algo que no distinguí en nada.

    Con eso me dedico una última mirada para después girar, sobre sus talones.

    —Nos vemos princesa roja —eso lo susurro pero se lo escuché muy bien note como seguía caminando con ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

    El único que me había llamado así fue mi papá antes de venir a Tokyo.

    Y sí, con verlo caminar notaba que Enzo llevaba las sobras encima de él y para ser sincera apenas y había notado que Eda estaba por aquí mismo y con quien estaba.

    << ¿Ya lo viste? —le señalé el tablón con la mirada mientras me acercaba a él—. Creo que lo único bueno es porque nos tocó en el mismo grupo.
     
    Última edición: 17 Enero 2024
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    Gigi Blanche

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    Kou 2.png

    ¿Era tan extraño no haber metido el hocico en una de las mil aulas que tenía esta escuela? Su mirada me lo hizo parecer, pero no dije nada más allá de considerarlo un sinsentido en mi fuero interno. No contaba con un solo motivo sólido para demostrar interés sobre ciertas cuestiones y el club de arte era una de ellas. La niña no quiso ceder, en cualquier caso, y la diversión que le tintó la voz me hizo pensar que, como muchas cosas en su vida, debía estar interpretando esta pequeña... negociación como un juego. A ella no le interesaba conocer un lugar a dedo y a mí no me entusiasmaba particularmente ningún espacio concreto de la academia. Vaya dilema, ¿eh?

    —Te dije que sólo bajé a ver el proyecto —corregí con calma, despegando la espalda de la pared de igual forma—. Si ningún lugar te interesa volveré al aula, entonces.

    No podían decirme que no lo había intentado, ¿verdad? Si ella necesitaba razones para mover el culo, yo las necesitaba para esforzarme por el placer de su compañía, y su mero apellido no bastaba para rellenar ningún requisito. Le concedí una sonrisa tranquila y le sostuve la mirada hasta que acabé de girar el cuerpo en dirección a las escaleras, murmurando un "nos vemos" en voz baja. Había notado la presencia de Kasun en el pasillo, pero era un sujeto de principios y las reglas aplicaban para todos sin excepción.

    Además, ya estaba en buena compañía, ¿no?


    por lo que la he leído no creo que Eda vaya con él, así que probablemente este sea mi último post jsjs. No puedo hacer nada con Kou, hes just like that (?

    in any case, muchas gracias por caerme <3 Fue cortito pero me divertí uwu
     
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    La verdad supuse que si la chica tenía alguna mascota se trataría de un perro, un gato o un conejo que era como lo que regularmente uno se encontraba domésticado, pero fuera de cualquier estándar mencionó que tenía una serpiente a lo que alcé ligeramente las cejas. Ni sabía si era legal como tal tener una en casa, y los reptiles solían tener cierta dieta o cuidado que al menos para mí no resultaba atractivo, pero si por demás curioso.

    —Vaya, no me lo esperaba —comenté jocoso—. ¿Y quién la cuida en tu ausencia?

    En algún punto la atención visual de la princesita se ocupó lo suficiente como para hacerme mirar lo que ella estaba observando, por lo que di con el panfleto del último proyecto. Busqué mi nombre por pura manía, notando que estaba en el mismo grupo que ella. Era una lástima, a mi me daba tanta pereza hacer los deberes, que sino fuera por el seguimiento de Gen probablemente no haría nada.

    Decían que en todo se necesitaba equilibrio, y bueno, yo podía ayudar con otras cosas, qué sé yo. Además, el resto de integrantes me sonaban a NPC que no distinguía en la escuela, más de lo mismo. Como fuese, la voz de Enzo me llegó de atrás, me giré para mirarlo y la sonrisa se me torció a la izquierda; a la final había dado un recorrido decente por muy mediocre que sonara, deberían recompensarme con un dulce o algo.

    —Justo acabo de verlo —murmuré —. ¿Te molestaría si solo hago acto de presencia en ese proyecto? —continué hablando lo más de burlón, casi tanteando terreno—, puedo hacer que no te aburras en lo que haces el proyecto a nombre del equipo~

    Eché la vista igual por el pasillo, noté al principito pasar en lo que bostezaba, comenzaba a darme algo de hambre.

    —Vamos a comer algo bonita, que no quiero gastritis hoy.
     
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    Poco sabía yo que Zel pensaba que, en vez de tener a un reptil de animal, pues sería un perro, conejo o lo que mismo sabria yo, pero tenía entendido que esos animales no eran para mi mundo, no era rosa y yo tampoco muy pocas veces había estado cerca de ese tipo de animales.

    Sonreí cuando dijo que no se lo esperaba. Mis amigos tampoco se lo esperaron, pero era un deseo que quería y papá me lo cumplió. Raro sí, pero no podía hacer abdominales nada.

    —Mi nana —murmuré sin mucha prisa. No podía decir que era Kylian porque él había venido conmigo—. Es la segunda persona después de mi que puede tocarla.

    Con eso, Enzo desapareció y Zel dijo algo que hizo que lo mirara de arriba a abajo, al mismo tiempo, alce una ceja ¿qué cosa? ¿Acaso pensaba dejarme a mi todo el trabajo? Más que nada lo decía, porque no conocía a los otros.

    —¿Molestarme? —le sonreí—. Para nada —mis ojos buscaron los suyos mientras me acercaba unos centímetros a él para murmura en mode de burla—. Pero ¿sabes?, querido, no le acolitó vagancia a nadie.

    Reí al repasar bien lo otro que dijo, que podía hacer que no me aburriera en lo que hacía el proyecto en nombres de todos.

    —Para que no me aburra en ese proyecto, necesitarías bastantes métodos, querido.

    Era chistoso que yo dijera eso pero era verdad podía ser la gran heredera de un imperio y todo pero tenía algo de decían con los estudios. Ni idea del porqué, pero apenas Zel miró al pasillo seguí su mirada, distinguí a Eda y en poco reconocí que el paso por ahí era Kou Shinomiya.

    Entrecerraré mis ojos a su dirección, ella solo hizo una leve reverencia y giró sobre sus talones. Por encima, escuché lo que dijo Zel regresé mi vista a él después de segundos, parpadeé en poco distinguí todas sus palabras a los minutos, ladeé la cabeza.

    «¿Me vas a invitar a comer? No soy de comer, mejor dicho, casi nunca comería si no fuera por mi amiga —volví a ver el pasillo por encima de mi hombros, pues estaba al frente de él—. Pero ya que me estás invitado, lo aceptaré. Toma eso como algo que, cuando me invites a cualquier cosa, diré que sí, sí, las opciones gustan.



    EDA DIEKMANN 4.png

    A ver en lo que estaba ahora metida me hacía recordar a cuando me ponía justamente de la misma forma con Kang, no me gusta escoger por nadie si no era algo por lo que realmente valdría la pena hacerlo. Sin mucho problema, lo miré con cierta despreocupación cuando dijo lo que escuché despego la espada de la pared solo lo mire con la ceja alzada.

    Dijo que si ningun lugar me interesaba, volvería al aula. ¿Me interesaba en algo? Para nada, después de todo, faltaba algo para que el receso terminara; no planeaba volver al aula ahora.

    Para ser sincera, poco me importaba quién era el y que cargo tenía no podía decir con certeza cierta si él pensaba lo mismo de mi, cuando me sostuvo la mirada, hice lo mismo sin ningun inconveniente hasta que giró su cuerpo dirección a las escaleras, escuché lo que murmuró en voz baja, me despedí en un asentimiento de cabeza. En eso destingui a Anastasia con otro muchacho que no conocí en nada cuando ella me miró e hice una reverencia. Noté que antes de eso entrecerró los ojos, sabía muy bien qué preguntas me estaba haciendo a la distancia de la que estábamos.

    Volví a ver en la dirección por la que se había ido Kou en eso, giré sobre mis talones mientras reía ¿Me había aburrido? Para nada fue entretenido por así decirlo, la otra pregunta aquí era: ¿a dónde iría? Donde las piernas me llevarán, pero no quería por nada del mundo volver ahora, sí que no.

    Holis por aquí cierro con Eda también me divertí mucho gracia por aceptar que te cayera con ella uwu.
     
    Última edición: 22 Enero 2024
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    Zireael

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    Había llegado particularmente temprano, ni idea de por qué, supuse que seguía con el cuerpo inquieto y nunca había sido bueno para detenerme. Si había algo preocupándome, por pequeño que fuese, tendía a moverme demasiado. Me levantaba antes de las alarmas, me iba de casa, si me quedaba me ponía a limpiar o cambiar cosas de lugar y así todo el rato. Suponía que era para no pensar, tampoco importaba tanto, no ahora quería decir.

    No era una preocupación tan grande como la que había sentido cuando estallé frente a Yuzu o con lo que me soltó el viejo. Puede que fuese algo que estaba tan impreso en el paisaje que parecía tener menos peso y aunque tampoco era imbécil, si reconocía la escuela como un espacio neutral en todas las mierdas que tenían que ver con nosotros los manchados, seguía sorprendiéndome cómo la curva estadística se superaba a sí misma.

    Se superaba viendo cómo una cosa aparecía para apilarse sobre la otra, incluso en mierdas que no tenían que ver conmigo, como pasaba con el lío de Sonnen y Anna, como la tensión palpable de Jezebel al saberse fuera del radio de conexión de su amigo y todas esas cuestiones que sucedían a mi alrededor. Era un genuino circo, uno bastante macabro visto de fuera, pero no era el espectáculo que me interesaba guiar como maestro de ceremonias. Cada loco con su cosa, en cierta medida.

    En cualquier caso, crucé el patio frontal, pasé directo a los casilleros donde me cambié los zapatos antes de seguir mi camino. Me detuve en la expendedora para comprarme una caja de jugo de naranaja, después pasé directo a los baños de la planta baja donde le di una única pitada a la hierba, la que había querido dar ayer y quedó interrumpida por encontrarme a Verónica tarareándole a Copito, y volví a salir para ojear de nuevo los grupos del proyecto ya con algo más de neuronas en final. Me pareció que varios eran un poco raros en sí mismos, como ese que tenía a Sonnen y a Akaisa, el de Kasun marca diablo con Anastasia, también resaltaron los nombres provenientes de Bunkyō, que los confirmaban con esos Ikari y Sakai, luego el de Arata con Adara y el mío, medio por el revoltijo de personalidades.

    Que hablando de Arata, eso también me tenía inquieto, había accedido a verlo hoy y dudaba mucho que sirviera para algo. Quería y no quería desacreditar el esfuerzo que parecía hacer, pero seguía hasta los huevos de las situaciones en las que había acabado por ser recadero suyo y conociéndome estaría propenso a perder la paciencia con rapidez. Tenía la cantidad exacta de cero ganas de lidiar con eso, pero tampoco quería postergarlo en el tiempo, estaba cansado yo también. Sostener el rencor en el tiempo acababa siendo agotador.

    Sobre todo si se guardaban rencores varios, como cromos coleccionales.

    Suspiré con algo parecido al hastío, retrocedí hasta que mi espalda encontró la pared frente al tablón y me quedé allí recostado. A esa distancia ya no distinguía los nombres del tablón tan bien, pero a decir verdad no lo estaba mirando, solo había dejado los ojos en cualquier parte y seguí así aunque a veces pasaban algunas personas al frente.

    Abrí lo que había comprado en la máquina, le di un trago y me dediqué a masticar la pajilla del jugo un rato, todavía incapaz de estar quieto un minuto entero. Afuera el cielo estaba gris, feo de verdad, aunque al menos no hacía frío ni tenía pinta de ir a llover.

    Estaba en eso cuando Ilana, proveniente de los casilleros, apareció pasando frente al tablón. No tuvo intenciones de detenerse ni nada, me sonrió y aunque le regresé el gesto, también levanté la mano libre me llevé el índice sobre los labios en una señal de silencio y la chica, demasiado confundida con mi existencia, pareció ver un espanto. Me dio la sensación de que suspiraba y yo solo volví a beber jugo, sin más.


    rellenos locos me dicen

    ahí queda al servicio del pueblo *c desvanece*

    Edit: cambié una cosa del final del post solo porque nadie me había leído aún JAJSJA bye
     
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    El día de ayer había sido normalmente emocionante, no esperé encontrarme con Enzo justamente en mi mismo salón y claramente quería saber por qué vino con su hermana. Ella era muy joven, soporto vivir en el mundo de la mafia por un solo motivo y claro recibió ayuda de Enzo.

    Suspire un poco, recibí una mirada de Kylian por el retrovisor de la limusina, solo alce una ceja en modo de intriga. Él me conocía demasiado bien, me leía mejor que nadie y eso, a veces para ser sincera, me frustraba.

    —¿Te pasó algo? —su pregunta fue de un tono frío, pero hubo algo de calidez también.

    Negué sin mucho apuro, apenas se estacionó, bajé junto a Eda Kylian, me echó una última mirada, apenas la sentí, no volví a verlo, porque sabía que me encontraría con su oscura mirada y prácticamente no me iba a gustar para nada lo que miraría en ella. Avanzamos a los casilleros de tercero, Eda fue al suyo, por ahí distinguí a la amiga de Enzo con una compañera del salón.

    Solo hice los cambios de zapatos al salir para buscar a Eda. Ella ya estaba esperándome recostada en la pared más cercana para ir hacia el pasillo, no le dije nada, pero sabía con certeza cierta que preguntaría qué me pasaba.

    Claro, puede que lo que quisiera decir fuera, quedado suspendido en aire en nada, reconocí la figura de Dunn y la miré de reojo. Su vista estaba en él y suponía que aún no se había encontrado con Cayden cara a cara.

    Reí un poco.

    —¿Quieres presentarte? —en su cara no encontré nada en cuanto me miro.

    —Supongo que sería mala educación pasar por ahí y no saludar, ¿no?

    Sí, suponía que sí.

    Sonreí el malestar que había sentido al recordar a Stella se había ido un poco, así que asinti para empezar a caminar a su dirección.

    —Buenas —Eda apenas lo repasó mientras lo saludaba con la cabeza—. Espero que nuestra presencia aquí no te moleste.

    Era irónico que yo dijera eso, porque normalmente no me importaba a Eda tal vez sí, pero a mí no. Bueno, ella era mucho más tranquila que yo, hasta podía pasar desapercibida, mayormente como una estudiante normal, aunque cuando se lo proponía era un peligro para cualquiera.

    Procedí a mirarla de reojo, ella solo alzó los hombros, sabía muy bien que le estaba preguntando sin siquiera mencionárselo.

    —Bueno, supongo que, aunque no valga de mucho, me toca presentarme, ¿no? —dio un paso al frente—. Entonces con mucho gusto soy Eda Diekmann.

    Estiró su mano, la miré y reí, ese fue un saludo muy extranjero de su parte.

    Holis uwu
     
    Última edición: 24 Enero 2024
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    Zireael

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    Tal vez debería sentirme culpable por la manera en que había usado la preocupación de Ilana y su consecuente cuidado hacia mi persona para atarla a mentir por mí eternamente, pero la verdad era que me daba un poco igual. Le estaba agradecido, eso jamás iría a negarlo, pero tenía prioridades en la vida y eso tampoco podía ocultarlo. Si debía endulzarle la oreja a una niña para que no se fuese de la lengua era si acaso un gaje del oficio que venía de un apellido que nunca había pedido. Dudaba que la chiquilla supiera nada además de que me conoció golpeado en un parque, pero prefería prevenir que curar.

    Después de haberla visto irse como si le hubiera recordado que tenía la cabeza metida en una guillotina me quedé donde estaba, volví a beber del jugo y seguí masticando la pajilla de vez en cuando. Podría haberme largado y punto, no tenía grandes pretenciones de un día así de gris a las ocho de la mañana, pero me quedé donde estaba, quizás esperaba que un milagro ocurriera y cambiara el nombre de Ko por el mío, pero esas cosas no pasaban.

    En algún punto me pareció detectar un destello blanco que, a punta de suposiciones y comparaciones, supe que no era Vólkov ni Verónica, la silueta era distinta. Me quedé quieto en mi lugar, esperando que tal vez si no movía mi existencia le diera igual, pero resultó que Anastasia no estaba sola, no.

    Más que un milagro me había alcanzado una desgracia, para variar.

    Se acercó con otra chica, pero no quité la vista del tablón hasta que me hablaron y una sonrisa entre resignada y soberbia me alcanzó el rostro mientras bajaba la caja de jugo, suspendiendo la mano que la sujetaba junto a mi cuerpo. Esta maldita escuela haría que pronto la bomba me reventara en la cara, ¿no? Iba a necesitar muchos votos de silencio a este paso, tantos que acabaría resultando insostenible.

    ¿Qué cojones hacía Eda Diekmann aquí?

    Solo Dios lo sabía.

    Además no era solo ella aunque debí haber reparado en su presencia el viernes, pero estaba demasiado ocupado con otras paranoias. Era Ivanova, era Lombardi al que recordé recién al ver a Diekmann, era Shinomiya y todo Dios. Esta escuela estaba tan apestada de la puta nada que comencé a cuestionarme, apenas ahora, qué tan posible era ser neutral en este espacio cuando había cabeza, sobre cabeza de hijos del azufre. Cada uno apestaba más que el anterior y si esto seguía así tendría que acudir a Liam otra vez, como si no estuviera hasta los huevos de su puta cara, para que me dijera todo lo que sabía de los movimientos del resto de extranjeros si era que sabía algo.

    —Buenas —respondí con el tono plano que dio gusto y solté una risa por la nariz—. Sería grosero decir que me molesta la compañía de dos señoritas.

    El comentario vino muy de gratis, me importaba tres mierdas, no había confianza alguna que significara algo en estos cuerpos, si acaso todo lo contrario, pero sabía que era una estupidez hacer malas migas con esta gente. Me bastaban las malas migas con uno solo de los diablos, la verdad.

    La chica se presentó como si hiciera falta, a mí se me estiro la sonrisa y seguí descansando el peso de la espalda en la pared tras de mí. Estas cosas acabarían sacándome las primeras canas de mi vida a los diecinueve años, como mucho, no había manera de que este estrés no matara células.

    Había extendido la mano al frente, la miré unos segundos y luego alcé la vista a ella. Acabé por estirar la mano también para tomar la suya y darle un apretón firme, formal que dio gusto.

    —En este punto diría que las presentaciones salen sobrando, pero como las señoritas deseen —atajé con algo que se le pareció al aburrimiento, pero solo fue una manera de disimular la poca emoción que me provocaba esta gente—. Cayden Dunn.


    Cayden en este preciso momento
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    Anastasia 2 (1).png

    No me esperé y supondría que Eda tampoco esperó que nos encontraríamos con Cayden Dunn en el pasillo y ni la menor idea de si eso era una mera casualidad o nosotras teníamos la grandiosa y desgraciada suerte encima, pero eso no quitaba lo emocionante al asunto, ¿no? En el momento en el que llegamos, a donde él estaba, la cara de Eda se transformó, estaba sin ninguna expresión, no sé si era por saber a quién tenía al frente (aunque no creía que eso le interesara realmente). O era por otro motivo en particular.

    Como fuese, no quise adivinar lo que pasaba por la mente de la reina de los tableros. Era lo mejor, a veces me frustraba, Eda no era fácil de leer y, cuando se le venía en gana, actuaba como lo que era realmente. Mis ojos lo recorrieron en cuanto escuché su voz, saludar en un tono plano, solo alcancé alzar una ceja sin mucho problema al escuchar lo último que dijo: algo de gracia y diversión alcanzaron mis facciones.

    Me importaba muy poco lo que este chico pensara si era grosero o no decir que le molestaba nuestra presencia y podía decir con certeza cierta que a Eda le daba lo mismo.

    Entonces la niña se presentó su saludo, obviamente, que me dio algo de gracia. No tuve tiempo de leer sus reacciones ni sus movimientos, el chico murmuró que a este punto las presentaciones salían sobrando, al final todo lo que dijo me sonó con un aburrimiento que le daba un poco de ironía al asunto para decir verdad. Eda por su parte, solo se dispuso a observarlo con detenimiento de lo más entretenido. Sus ojos llegaron al apretón de sus manos; lo afirmó de la misma forma para después soltarlas. Se las llevó aún costado.

    —Así que Cayden Dunn —el nombre del chico sonó con algo que no supe descifrar en los labios de Eda—. No esperé encontrarme contigo tan pronto.

    ¿Eso fue sarcasmo? Ni idea a esa niña, a veces se le daba de hablar con tonos que ni yo misma descifraba.

    —¿Tan pronto? Han pasado más de semanas desde que llegamos a Tokio, señorita de los tableros.

    —Es una forma de decirlo, Eiskönigin —me miro por encima del hombro—. Muy diferente de ti, claro, te di una orden. ¿Recuerdas?


    Reina del hielo.

    Su voz, en esa última frase, fue la misma que usaba cuando le daba la orden a todo el ejército de personas que tenía encima en cuanto entraba en su rol de mover tableros a su favor y, como le viniera en gana, una sonrisa con algo de sarcasmo apareció en mis labios. Sabía muy bien a qué se refería, lo primero que hice fue presentarme ante el chico aquí presente. Y para ser sincera, me importó muy poco haberme pasado esa orden.

    —Ya que estamos aquí y desde la conversación que tuvimos, ¿cómo te ha tratado la vida en estos días, Cayden? —¿me importaba en algo? Puede, tal vez, solo quería saber si la vida no se encaprichaba con él de la misma forma en como lo hacía con nosotras.

    Mera y jodida curiosidad.

    Me digne a cambiar la cinta porque la ocasión lo requeria?).
     
    Última edición: 24 Enero 2024
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    No podía decir que estuviera cansado, no tenía en el cuerpo el agotamiento que manifestaba Sonnen por decir algo, pero sin duda había perdido toda capacidad de asombro. Había algo en estas desgracias que era casi hilarante, como si parecieran premeditadas, elegidas al dedo y diseñadas para trastocar los nervios ya de por sí inestables. Sostenía en la mano el detonador y toda esta gente parecía enviada por una mano invisible para empujarme a presionarlo.

    Pero poseía la sangre del dragón y debía haber heredado algo de su ingenio.

    Ni en el peor delirio de fiebre pensé en intentar leer a Diekmann, era un esfuerzo desperdiciado incluso para mis dotes de observador, así que simplemente me rendí antes de empezar y me limité a pescar lo que me entregaba al hablar, por poco que fuese. Había algo parecido al sarcasmo, así que más o menos estábamos en el mismo bote.

    Reparé en el intercambio entre ambas, lo de la orden me hizo pensar que le había pedido no interactuar conmigo pero la otra se lo había pasado por donde no daba el sol y me hizo algo de gracia aunque evité reír. Mientras las oía guardé la mano libre en el bolsillo, bebí algo más de jugo y las miré como si la cosa no fuese conmigo aunque yo estaba en medio del asunto.

    —Estamos todos en tercero, a mí me parece que tardaste demasiado en dar señales de vida —añadí sin una variación específica en el tono—. Con lo inofensivo que soy en este circo tan particular que se armó en la escuela.

    La pregunta de Anastasia me hizo mirarla, reí por lo bajo y volví a beber jugo, dándole cero importancia al asunto. Como si fuese a contarle a esta chica las mierdas que con mucha dificultad le contaba a la gente que conocía de hace años. Era prácticamente una estupidez que lo hubiese preguntado, eso ella misma debía tenerlo claro incluso si no le interesaba.

    —Todo lo bien que puedas considerar viendo que estamos los tres fingiendo conversar como gente normal —respondí por fin, algo divertido con mi propia tontería y fingí preocupación en lo siguiente que pregunté—. ¿Qué pasa, Ana? ¿Acaso la escuela ha sido repentinamente mala contigo o con Diekmann?
     
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    Gigi Blanche

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    Anna 8.png

    Emi se acopló sin problema a mi energía y las tonterías que soltaba por milisegundo. Temió haber despertado a la bestia y respondió a mi pseudo amenaza con un saludo militar de lo más adorable. Me reí en voz baja, enternecida, y me liberé de sus manos sólo para estampar las mías en sus mejillas. Suavecito, claro.

    —La única bestia aquí debe ser la pila de apuntes que tendré que recuperar —dije, riéndome, y la zarandeé despacio antes de soltarla.

    Mientras ella se cambiaba los zapatos le conté la verdadera historia no fake de las galletas y le pregunté sobre el tour de ayer. Qué cosa extraña, ¿eh? ¿Por qué en esta escuela nunca paraba de entrar gente? ¿Sería por ser internacional? ¿Tenía algún sentido la relación? Quién sabe, no era científica. La mención del invernadero me ensanchó la sonrisa con una cuota de suavidad y, antes de que siguiera hablando, quise intervenir con algo que creía importante.

    —La última vez que fuimos siento que no lo aprecié nada. Al invernadero, quiero decir. Tú y mini Ishi lo mantienen super bonito, ¿verdad?

    Quizá pareciera un comentario insustancial, pero luego del problema que había habido entre nosotras en el campamento sentí... más bien quise, así fuera de manera indirecta, hacerle saber a Emi que ese lío ya era agua vieja. La otra tanda de dramas y la introspección de una semana forzada, al menos, me habían ayudado a ganar algo de claridad y perspectiva; y me di cuenta que molestarme con Emi por lo que sintiera o no hacia Ko era absurdo. ¿Qué más daba? Nada malo ocurriría, seguiríamos siendo todos amigos. Además, me dio mucho miedo la posibilidad de que mis celos acabaran destruyendo su confianza para contarme esas cosas.

    —Espera, ¿proyecto? ¿De este mes? ¿Acabo de volver y ya hay proyecto?

    Mi cara se transformó como si me hubieran dicho que el mundo se acababa mañana. Bufé, me desinflé el cuerpo y me pregunté a qué dios legendario habría ofendido en una de mis vidas pasadas. Acabé obedeciendo, me enredé al brazo de Emi y empecé a caminar, pero lo hice prácticamente arrastrando los pies y con la cabeza casi apoyada en su hombro.

    —El mundo es un lugar injusto, Emi-chan, muy, muy, ¡muy-! ¿Hmm?

    Entre mis lamentos bolivianos habíamos llegado al pasillo y noté de reojo la cabellera rojiza de Cayden. Me detuve, vi que conversaba con dos chicas más y toda mi tristeza se esfumó en un segundo. Solté a Emi, puede que en un acto de bondad inconsciente, y me acerqué a los otros tres.

    —¡Cay Cay!

    Siquiera le di tiempo a reaccionar, brinqué sobre la punta de mis pies y le eché los brazos al cuello, abrazándolo. La bolsa de galletas se comió todos mis movimientos, rebotó contra su espalda suavemente y, pasados unos pocos segundos, retrocedí para mostrarsela, alzandola junto a mi rostro.

    —Gracias por las galletas, Cay Cay —dije, muy sonriente, y relajé el brazo, aunque seguí balanceando el cuerpo con suavidad de lado a lado—. No sé cuándo las dejaste y como no estuve viniendo a la escuela perdieron parte de su gloria, perdóname por eso, ¡pero no sabía que horneabas! ¿Cómo nunca antes compartiste semejante información valiosa con el grupo?
     
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    quem

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    Apenas me había puesto a pensar que Eda en sí, no se le acercó al chico al inicio, porque no tuvo el interés de hacerlo; creia yo que si hubiera algún motivo en particular lo fuera hecho. Muy diferente a mí, claro estaba.

    Parpadee con algo de lentitud al escuchar lo que dijo; no tenía muy en claro las expresiones de Eda, pero de seguro le estaba sonriendo con algo de diversión.

    —Pero he de suponer que sabías que estaba aquí, ¿no? —observó todo el lugar—. Sin embargo, tengo entendido que las cosas importantes se hacen esperar.

    Una de sus manos recorrió con lentitud las puntas de su cabello castaño, entonces repasé lo que mencionó después: ¿con lo inofensivo que era? Bueno, podía tener cara de inofensivo, sí, pero daba gracia, y al mismo tiempo era un poco irónico.

    Luego de hacerle esa pregunta, me observó. Obviamente, recibí su mirada con todo el placer del mundo; si es que así podía decirlo, la pregunta me había salido por puro ¿impulso? No, eso no era, yo, que calculaba muy bien lo que hacía, no creía que fuera eso.

    Podía compartir con él algo lo primero que dijo más que todo con eso de que los tres estuviéramos fingiendo conversar como gente normal, realidad pura, más por parte de Eda. Bah, para no mentir, ella ya era así, esa era su naturaleza.

    En lo otro que dijo, luego pude distinguir dos cosas en su tono: la diversión y su preocupación fingida. Alce una ceja, Eda solo me miró por encima del hombro.

    —Ah, ¿si la escuela ha sido repentinamente mala conmigo? —reí detallado mi alrededor—. Para nada esto no llega a nada de lo que he vivido anteriormente —miré a Eda—. Y tampoco contigo, ¿no Eda?.

    La mencionada apenas alzó los hombros sin mucha importancia.

    <<No, para nada no tengo ninguna queja, ya me he acostumbrado a este lugar.

    La cosa fue en el momento en el que terminó de decir esas palabras, no sé de dónde, pero apareció una chica que no conocía de nada. Eda por su parte, por puro reflejo, retrocedió, aún seguía al frente del chico, así que se puso en la misma posición en donde yo estaba. Llevé mi mirada al costado, y distinguí a otra chica.

    Creo que aquí ya salíamos de más, ¿no?

    ¿Me importaba realmente?Ni idea.

    La escena que tenía al frente la observé con cierta curiosidad; al mismo tiempo, sentí la mirada de Eda encima.

    Y sabía muy bien que me preguntaba.

    ¿Me quería ir? No lo daba con certeza cierta. Pero me conocía muy bien y sabía que no se me daba eso de estar alrededor de tanta gente.

    Fiorella 4.png

    Escuché lo que Jez dijo en lo que íbamos caminando por el pasillo, la escuché atenta, claramente me hizo recordar a los que vivía Adara y al mismo tiempo en lo que yo vivía.

    El piano era lo único que tenía como recuerdo de mis padres, a veces me dolía tocarlo, pero, por otra parte, me sentía alegre de tenerlo conmigo.

    Ahora que lo pensaba bien, Ada no le había dicho sobre el accidente. Supondría que llegaría el momento en el que se lo contaría, ella no confiaba tan rápido en los demás, pero sí ya había pasado todo el tiempo que llevaba hablando con Jez. Era por alguna razón y me alegraba porque siento que fue muy diferente a cómo lo había sido conmigo.

    En realidad, ella tal vez se estaba volviendo en la otra parte buena que tenía Adara en su vida.

    Le sonreí un poco.

    —Eso que acabas de mencionar es un poco de lo que le pasa a ella, puedo decir con alegría que me alegra que Ada estuviera contigo ese día —murmuré con cierta suavidad—. A veces puede ser muy difícil tratar con ella, pero sé que al fondo es una buena persona.

    Dejé a un lado ese tema porque sabía que mi amiga sabría cómo resolverlo. Aunque no sabía con certeza cierta cómo se sentía ahora Jez, pues no quería que lo siguiera haciendo.

    Aunque hubiera otro tema más.

    << ¿Sabes? creo nunca tuvimos la oportunidad de conversar realmente en el acampamento —miré al frente—. Así que esto lo veo como una gran oportunidad. Llevas mucho tiempo viviendo aquí en Tokio, ¿no?
     
    Última edición: 26 Enero 2024
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    Zireael

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    ¿Qué si sabía que estaba allí? Hombre, a mí estas cosas me importaban bastante poco si debía ser honesto, no me echaba la vida viendo quién entraba o salía de la academia de no ser que se tratara de los cuatro gatos que me interesaban en esta vida, el resto, bueno, me daba cuenta como era necesario o porque me los escupían en la cara. Para resumir, no, no tenía ni puñetera idea. Se suponía que en la escuela era solo Cayden, pero apellido me perseguía, como una eterna maldición.

    —¿Cómo si fueras una celebridad o algo así? No —atajé modulando la acidez que se me quiso colar en la respuesta—. Entre estas paredes tengo el lujo de ser solo un mocoso, lo que es una fortuna. Así que solo me entero de los artistas del circo cuando aparecen ante mí.

    Por demás me dan exactamente igual.

    Lo de que era inofensivo no era mentira, aunque podía serlo, con esta cara de no pisar cucarachas sin echar a llorar sabía que era fácil tomarlo como un engaño de lo más descarado, pero lo cierto era que en comparación a muchos de los diablos que habían acabado llegando a esta escuela yo no ostentaba ningún poder real o lugar en el clan del que provenía mi sangre. No estaba metido con los irlandeses aunque les había exigido lealtad, solo iba a sangrar a mi padre y fin de la historia. No era peligroso.

    No en tanto nadie me tocara un pelo.

    Por demás tampoco era concurso de tragedias, pero con esta gente siempre acababa siéndolo, a mí no me correspondía saber si tenían PTSD por lo que hubieran pasado antes en sus vidas y, por feo que sonara, tampoco me interesaba. Con todo disimulé el desinterés con una risa nasal, me encogí de hombros cuando Diekmann confirmó que no tenía ninguna queja del lugar, aunque yo sí tenía muchas, y volví a hablar.

    —Bueno, pues espero que siga siendo el caso-

    Si iba a decir algo más la intención se murió en menos de dos segundos, noté el cabello de Anna incluso antes de que ella reparara en mi presencia, medio estiré el brazo para dejar la caja de jugo en el bordecillo de la ventana más cercana y pensé que el timing era un poco una mierda, porque justo estaba hablando con las apestadas a azufre, pero la criatura me cayó encima y cualquier preocupación de esa clase se me desvaneció, me reseteó los sistemas. Quizás no lo dijera a viva voz ni anduviera llorando tres mares por ahí, pero cuando me di cuenta que no estaba viniendo a la escuela me había preocupado.

    Me echó los brazos al cuello, la recibí como si llevara un mes sin verla o algo y la estreché con cierta firmeza, ni siquiera me tensé por el contacto, usaba el apodo tonto que me había clavado Ko y la estupidez me suavizaba, incluso si tenía al mismo diablo encarnado a dos pasos, ¿qué importaban esas estupideces ahora mismo de por sí? Además, había algo de mí que se reflejaba en ella, lo había notado hace tiempo. El abrazo hizo que me despegara de la pared, sentí algo rebotarme en la espalda pero lo ignoré y acaricié la suya casi en automático, de esos gestos que uno no sabe si buscan arrullarlo a uno mismo o a la otra persona, soltando el aire en un suspiro extenso.

    Thank God —murmuré en el abrazo, como si me hubieran sacado un peso de encima—. You are okay.

    La solté cuando sentí sus intenciones de retroceder, me mostró la bolsa de galletas y me acordé que quizás debí dárselas a Emily cuando en efecto vi que ella se estaba ausentando, pero pues las neuronas no me maquinaban muy bien en ese momento. Sonreí con algo de vergüenza, porque las galletas debían estar tiesas ya, pero la felicidad que se le notaba supuse que era más importante que una bolsa de galletas duras.

    —¿Ah? Qué va, solo ayudé a mamá a hornearlas, no hice todo yo. Quise compartirlas con ustedes, aunque ya deben estar tiesas que dan gusto, te las dejé el martes —expliqué y estiré los brazos hacia ella, alcancé sus hombros, arrastré el tacto a sus manos (muñeca, en la que tenía la bolsa) y la zarandeé suavemente antes de buscar a Emily con la vista, pues asumí que vendrían juntas, con tal de poder sonreírle—. Te traeré unas frescas apenas pueda, ¿sí? Si unas galletas duras te hicieron tan feliz solo procura que unas frescas no te provoquen un infarto. Emi, asegúrate que no se infarte por ahí de la emoción y a ti también te debo galletas buenas. Las que le dejé a Anna eran para que las compartiera contigo.

    No había querido hacerle el vacío como tal a las otras dos, así que con el cerebro reseteado a la fuerza fui capaz de encontrar la decencia de la que carecía antes. Busqué a Anastasia y Diekmann con la vista, las dediqué una sonrisa que fue diferente a las de antes, mucho más calmada y normal, y me disculpé por la repentina interrupción.

    En los intermedios vi que pasaba Vólkov con la muchacha pelirroja del club de música, se detuvo un momento luego de excusarse con ella y se coló un poco en la repentina reunión orquestada de la nada. Sonrió para Emily, también para Anna y habló con la suavidad usual.

    —Hodges-san, buenos días. Anna, cielo, es bueno verte —saludó a ambas a la pasada, no quiso interrumpir demasiado pero noté que también sonó aliviada al verla—. Nos vemos en clase, Cay.


    fue más fuerte que yo y mi edge otra vez, toy llorando

    Jez.png

    No teníamos manera de saberlo porque ninguna hablaba al respecto solo porque sí, yo era capaz de contarlo si me preguntaban por mis padres o por qué estaba viendo en Japón con mis tíos, pero no iba diciéndolo por ahí de gracia, pero las tres compartíamos la pérdida. Era el punto conector entre Adara, Fiorella y yo, por eso le había soltado sin dudar que los objetos que se volvían tan importantes como el collar era porque representábamos algo que no podíamos alcanzar ya.

    —Intenté tranquilizarla tanto como me fue posible, pero sé que no había mucho que pudiera hacer —comenté respecto al día en que el collar se había perdido y suspiré después—. Sé que no es mala persona. Lo tengo claro desde el primer momento.

    Después apuntó que en el campamento no habíamos charlado como tal y era cierto, la forma en que se llevaba con Adara era extraña, fue tan rara para mí que tuve que excusarme y retirarme. No vi por qué confesarle semejante cosa a la chica, pues todas las amistades eran diferentes, así que solo asentí con la cabeza.

    —Me mudé aquí con mi familia poco antes de cumplir diez años. Así que vienen siendo casi ocho años viviendo en Japón, sigo sin acostumbrarme a algunas cosas incluso después de tanto tiempo. —Había pretendido seguir hablando, pero entonces noté a Anna que se le fue encima a Cayden y también a Emily—. Disculpa un momento.

    Me colé un poco de la nada, la verdad fuese dicha, y no supe qué tan bien recibida sería si teníamos tiempo de no hablar, pero me alegraba genuinamente que hubiese regresado a clases y no vi por qué no decírselo. Saludé a las chicas, le dije a Anna que me alegraba verla y también saludé a Dunn, fue un saludo express, para no interrumpirlos tantísimo y regresé con Fiorella.
     
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  14.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Emily 3.png

    Parecía que aquel encuentro iba a ser un constante intercambio de momentos adorables o algo por el estilo, porque ante mi supuesto pánico por el "monstruo recién despertado" y el intento de saludo militar, Anna me apretujó las mejillas con suavidad y me zarandeó un poco, quejándose de que el verdadero monstruo sería el montón de apuntes que le esperarían. Me reí un poco, aunque no tardé ni dos segundo en ofrecerle mi ayuda (y la de Kashya) si sentía que la necesitaba.

    Le conté sobre el tour sin dedicarle mayor pensamiento al asunto, pero eso no evitó que la mirase con algo de sorpresa cuando nos mencionó explícitamente a Kohaku y a mí; en ese sentido, todo había sido un poco raro desde el campamento. Era cierto que la tensión que hubiera podido haber al respecto aquel día desapareció esa misma noche, cuando acabamos durmiendo juntas tras haber bebido un poco más de la cuenta, pero eso no quitó que, bueno, aun tuviera algo de reparo con el asunto; había querido contarle sobre la conversación que tuvimos el día anterior, por ejemplo, pero al final me retracté.

    —Podemos volver a ir otro día juntas, Annie —le dije, sin poder controlar la sonrisa de genuina alegría que se me formó tras escucharla hablar—. Ya verás, ahora están floreciendo un montón y está precioso.

    Por desgracia, después de aquello vino la mención al proyecto mensual y... ah, mentiría si dijese que no había esperar que Anna reaccionase de la manera en la que lo hizo. Era todo teatro, por supuesto, así que me hizo su respectiva gracia; aun así, intenté animarla dándole un par de palmaditas cariñosas en al cabeza, todo mientras nos adentrábamos juntas en el pasillo.

    >>Bueno, si te sirve de consuelo, este mes trata de hacer una entrevista. ¡Tiene pinta de que será entretenido!

    Sin embargo, no llegué a recibir mucha reacción por su parte ante esa revelación, pues resultó que en el pasillo ya estaba Cayden y, claro, Anna tardó aproximadamente un segundo en desaparecer de mi lado para tirársele encima. Me acerqué a ellos con una sonrisa ligera en los labios, saludando tanto a las otras dos chicas como al propio Cayden con un movimiento de cabeza. Cuando el muchacho dijo que me encargara de que a Anna no le diera un infarto de la emoción por las nuevas galletas, de nuevo se me escapó un risilla divertida antes de asentir con la cabeza a modo de promesa. Jez también pasó a nuestro lado, saludándonos en el proceso, y finalmente solo me quedó esperar por Anna; podía hacerlo el tiempo que hiciera falta, pues sabia que tenía mucha gente que se preocupaba por ella y que se alegraría de verla, y no había nada que me alegrara más que verla junto a nosotros.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Me dejé llevar con tanta naturalidad por el impulso tras ver a Cayden que no pensé, no imaginé más bien, que mi ausencia le hubiera significado una disrupción de alguna clase. Emi y Al habían estado pendientes de mí, Kakeru también, y lo agradecía inmensamente, pero suponía que el tema no se habría vuelto motivo de conversación entre nadie. El chico afianzó el abrazo, me acarició la espalda y, así lo hubiera murmurado en inglés, lo comprendí al instante. ¿Era necio o egoísta de mi parte haber pretendido lo contrario? ¿Haber deseado que todos siguieran sus vidas sin más? Cuando retrocedí y encontré sus ojos, antes de seguir con el circo de turno le concedí una sonrisa tranquila, comprensiva. El alivio de Cayden fue inesperado, pero también cálido.

    Me contó que las había horneado con su mamá y sus manos encontraron las mías. Supuse que buscó a Emi tras mi espalda, me ofreció galletas nuevas y apenas la oferta brotó de sus labios, en los míos se formó una sonrisa enorme. Fue una confirmación de su temor consiguiente y la tontería del infarto me arrancó una risa divertida.

    —No le negaré galletitas frescas a Cay Cay —dije después, alegre, y reboté apenas sobre mis talones—. Necesito definir tus habilidades como horneador de galletas, después de todo.

    Se había armado de repente una comitiva de lo más variopinta. Cuando Cayden reparó en sus acompañantes originales retrocedí un poco, consciente de que los había interrumpido por la cara, y en ese momento aparecieron Emi y Jez. Ver a la albina me hizo pensar en Al automáticamente, pero no vi espacio ni tiempo para preguntarle al respecto. Le correspondí el saludo con un asentimiento, una sonrisa, y giré la vista hacia las otras chicas.

    —Perdonen la interrupción —me disculpé junto a una risa ligeramente avergonzada y seguí retrocediendo, agitando la mano con entusiasmo—. ¡Nos vemos, Cay!

    Regresé junto a Emi, le sonreí también y, antes de acercarnos al tablón de anuncios, estiré el cuerpo para husmear los casilleros de tercero a lo lejos. Sabía que no era indicativo real de nada, pero aún así no vi rastro de Al.

    —¿Entrevistas, entonces? —retomé la conversación inicial, yendo al tablón—. ¿De qué tipo? ¿Ya pensaste a quién podrías entrevistar?

    Encontré mi nombre junto al de Markus y Karou, y además de ellos había una chica que no conocía; pero no se apellidaba Lombardi.

    —Hmm, no está aquí —murmuré, y miré todos los grupos de segundo—. De hecho, no está en ninguna parte. ¡Ah, estás con Dante! —Mi rostro se iluminó y la miré, entusiasmada—. Es super lindo y un compañero de trabajo altamente recomendable. El proyecto del mes pasado lo hice con él, Kashya y otra chica de tu clase, Catherine. Fue muuuy divertido, ¡nos disfrazamos y todo!


    por el aleatorio terminé escribiendo el post con la rolita de Aurora de One Piece and im sooo soft (':
     
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    La verdad es que nunca imaginé que me encontraría con el hijo del irlandés, sabía más que nada que estaba en esta escuela o podía llamarle agujero, ¿no? Como sea, la conversación de celebridades venía en gracia porque sí, más que nada. Por lo que había dicho antes, las cosas importantes se hacen esperar, como si eso a mí me importara; a veces me daba igual todo lo que me rodeaba: quién era mi papá, el título y la peste que llevaba encima, como siempre decía: si fuera por mí no me haría cargo del imperio que tenía atrás.

    Escuché lo que dijo el chico y le sonreí con algo de diversión.

    —Algo así —lo miré fijo—. Pero tampoco me creo en ninguna celebridad —reí, por lo que dijo—. Más bien, me creo una chica normal y corriente.

    Dejando eso ahí con la aparición de la chica que se balanceó sobre él, recibimos el saludo de la otra muchacha. Bueno, más yo que Anastasia, ella apenas asintió. Entonces me fijé en todo, miré la escena con mucho entrenamiento, cómo cambió sus expresiones y la sonrisa que nos dio. Supongo que fue a dar a entender que disculpáramos la interrupción. Claramente, fue una sonrisa muy diferente y no podía negar que yo a veces era exactamente igual a él. No sé cuántos minutos pasaron, pero la muchacha se disculpó por mi parte, le sonreí de forma tranquila y le murmuré un "tranquila" en voz baja. Anastasia apenas la miró y solo hizo un movimiento de cabeza. Su mirada se encontraba perdida. ¿Dónde? Vete a saber a dónde.

    Claro, ahora que lo pensaba bien, había notado a la amiga de Enzo junto a una chica albina. La chica se acercó a saludar, más, Fiorella siguió caminando. Sin embargo, cuando las otras dos se fueron, me fijé en Cayden mientras alzaba una ceja.

    —¿Entonces subimos? —miré mi alrededor—. No creo que tengas algo que hacer acá abajo.

    Anastasia, por su parte, se quedó en silencio. La miré un poco, alzó sus hombros sin más eso lo entendí que le daba igual si subíamos o no, Anastasia aveces, era demasiado difícil de llevar mucho más que Jean.

    Holis por aquí quize ir cerrando con ellas uwu.
     
    Última edición: 30 Enero 2024
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    Zireael

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    Era egoísta, irreal y absurdo esperar que las ausencias pasaran desapercibidas, las ajenas y las propias, porque ocupábamos lugares en las vidas de las personas por tantos motivos que era inútil enlistarlos todos. Nos preocupábamos en diferentes niveles, lo manifestábamos de distintas formas, pero al ver a Anna de nuevo en la escuela todo se anudaba hasta resultar en alivio. Entre las preocupaciones que me habían caído de la nada ver a Anna reaparecer de una pieza casi servía de analgésico.

    Recibí su sonrisa cuando se separó, fue tranquila y comprensiva, así que la reflejé sin darme cuenta. Le ofrecí las galletas nuevas, la vi sonreír por el rabillo del ojo mientras le hablaba a Emily, pero cuando regresé la atención a ella la vi rebotar ligeramente sobre los talones; la sonrisa se me estiró ligeramente, tampoco fui consciente de ello, y solté sus manos con cuidado, aunque estiré una y le pellizqué suavecito la mejilla, como si fuese una niña. El impulso surgió de ninguna parte y lo dejé estar.

    —Ya te dije que no son mis habilidades, solo soy el asistente —corregí entre divertido y enternecido.

    La dejé tranquila entonces, regresándole el espacio al excusarme con Ivanova y Diekmann, ella también se disculpó por la interrupción luego del saludo de Vólkov. Cuando Anna se retiró alcé la mano para despedirla a ella y a Em, con la sonrisa todavía pegada en el rostro, pero mientras husmeaban el tablón vi a Anna echarle un vistazo a los casilleros antes de irse y me pregunté si Sonnen seguiría empeñado en venir a la escuela con esa cara de muerto.

    No le había llevado el apunte a la respuesta de Diekmann antes de la llegada de Anna, un poco porque no me dio la gana y otro porque se me reseteó el cerebro, pero cuando volví a escuchar su voz se me ocurrió que para creerse una chica común y corriente hacía mucho teatro con esto de haber dado con mi puta cara. La miré unos segundos, procesé su pregunta y regresé los ojos al tablón mientras estiraba la mano para volver a tomar la caja de jugo de naranja que había acomodado en el borde de la ventana más próxima al notar a Anna en el pasillo.

    —¿La verdad? —pregunté regresando los ojos a ambas y solté una risa por la nariz, sin gracia—. No tengo muchas ganas de subir con ustedes. Iré solo en un rato.

    Me bebí lo que quedaba del jugo, no esperé una respuesta y caminé hasta el primer tacho de basura que vi para tirar la cajita vacía. Al caer rebotó con el fondo, pues estaba casi vacío, y medio volteé el cuerpo hacia las señoritas apestadas de azufre.

    —Nos vemos en clase, Ana —dije para Ivanova, pues porque teníamos una suerte de trato silencioso con lo de no usar su apellido, y al hablarle a la alemana hice una reverencia ligera desde mi posición—. Diekmann.

    Volví a girar sobre mi eje, enderecé los pasos al baño de esa planta otra vez y aproveché el par de minutos que me quedaban para enjuagarme el gusto a naranja de la boca. Subí un poco a las prisas cuando salí, pero supuse que me daría tiempo de llegar al salón.


    bro said: ño

    Gracias a Belu por caerme con el abrazo de Annita, me curó el alma en niveles que no puedo explicar ;; y a quem por caerme con sus niñas y casi causarle otro incontable soponcio a Cayden JASHAJ por acá cierro con el pendejo
     
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    Insane

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    Llevaba nulo tiempo con el libro y con el apoyo que solía dar -que cada vez se hacía más regular- en el restaurante de mi padre no había avanzado más que en re-leer el título, por lo que preferí este receso dedicarlo enteramente a la lectura. En un inicio al salir del salón de clase me pensé el ir a la biblioteca, pero en realidad Craig había mencionado que nos vieramos en la piscina, que el compraría el almuerzo en la cafetería así que lo esperara allá. Lo miré con el deje de indiferencia de siempre y terminé aceptando el desplazarme al espacio abierto, fue en cuanto el albino cruzó hacia la cafetería que continué mi camino.

    Noté la cabellera rubia deslizándose con una agilidad inusual, disminuí mis pasos al notar que los suyos eran particularmente rápidos, venía de frente así que en algún punto me quedé quieto con la izquierda en el bolsillo y la derecha sujetando el libro desde el lomo. La niña no subió la mirada y casi que fruncí el ceño al sentirla chocar con mi cuerpo, no pensé que en verdad no estuviese atenta al camino. Estiré la mano libre para sujetarla de la muñeca y que no se fuera de nalgas al suelo.

    Iba a decir algo pero al notar su ceño fruncido alcé ligeramente las cejas, traía un trozo de galleta entre los labios y la sentí extrañamente molesta.

    Vaya, y yo con la insensibilidad usual no era el mejor para lidiar con esto:

    —No sabía que Alicia también podía enojarse —murmuré, alejando mi tacto de su delicada piel, parpadeé con suavidad de manera inconsciente al hacerme algo de gracia el verla claramente con una expresión de disgusto. Repasé sus facciones porque me plació, tenía algo de trozos diminutos de galleta por la comisura de sus labios, no era mucho en realidad. Aún así estiré de nuevo la mano y limpié ligeramente con el dorso del índice para volver a alejar el contacto de su dermis—. Por andar deprisa tienes la cara llena de residuos de dulce.

    Estaba exagerando en realidad, un poco por molestarla.

     
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    Zireael

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    Salí del espacio de la piscina todavía con el fastidio y la vergüenza rebotándome en el cuerpo, porque en mi cabeza nada de lo que acababa de pasar tenía sentido en lo más mínimo. No había manera de que este muchacho, que parecía tan normal con ciertas personas y tenía esa cara de borrego a medio morir fuese tan inconsistente; sabía que había intentado meterme donde no me estaban llamando, pero que se disculpara por el trato de ese día colándome un favor de lo más abstracto al mismo tiempo era... ¿No era eso lo que hacían los cretinos? Joder, qué fastidio más grande. Encima me trataba como si no supiera seguir instrucciones o leer el ambiente.

    Luego terminó de arruinarlo al fastidiar con lo de la cita antes de cada charla, que consiguió revolverme confusiones antiguas, y colapsé. No pensaba cantarlo porque parecía importante para él, pero no era el único que podía pedir condiciones y aunque prefería evitar contiendas un noventa y nueve por ciento de las veces, lo cierto era que tampoco iba a dejar que me siguiera tratando como le saliera de los huevos solo porque no era parte de su exclusivo círculo de confianza o yo qué sabía.

    Mi amenaza final lo dejó tan descolocado como cuando reparó en la vergüenza que me había causado su comentario, como si no concibiera la idea de que fuese capaz de revolverme de su control, y me di por servida. Me llevé la galleta, pues porque me daba la gana seguir cobrando sus insolencias, y me fui de allí hecha una tromba. Si me topé con alguien o no en el camino que tracé hasta regresar al edificio, bueno, dio un poco igual.

    Me había guardado el móvil en el bolsillo de la falda, me llevé el almuerzo en la otra mano y la galleta medio robada, medio cobrada la fui desenvolviendo con la mano libre. Le di dos mordiscos inmensos por la molestia, seguí caminando a velocidad y ni siquiera cuestioné a dónde iría a meterme, solo seguí andando. Al menos fue lo que hice hasta que me llevé a alguien banda, volví a maldecir esta vez en voz baja, la galleta no se me fue al suelo de milagro y yo me salvé del mismo destino porque alguien me sujetó antes de que me fuese hacia atrás.

    Incluso de haber pretendido contenerlo, lo cierto es que busqué a la persona con que había chocado con cierta molestia en los ojos y di con Paimon, que soltó tan pancho que creía que Alicia no podía enojarse. Bueno, ¿acaso todos iban por ahí pensando que vomitaba arcoíris todo el rato? Entre la molestia y todo no reaccioné cuando me sacudió las migajas de la cara, pero sentí que la sangre se me agalopó al rosto de nuevo aunque con menos violencía que cuando Cayden había soltado su gracia pensando que no tenía efecto alguno en las personas o algo.

    —No recuerdo a Alicia tan paciente, he comenzado a creer que leímos libros distintos —contesté modulando el fastidio en la voz, relajé el ceño a la fuerza mientras me sacudía la cara yo misma una segunda vez por si acaso quedaran más migajas y regresé la galleta a su bolsa de papel—. No sabía que ibas por ahí limpiándole la cara a las chicas, Pai.
     
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    Insane

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    Soltó el que parecía que habíamos leído libros distintos, lo cual era falso pero la interpretación de los personajes si parecía fluctuar, aún así me causó su debida cuota gracia aunque no lo demostré. Se limpió la cara aunque ya no era necesario, seguí sus movimientos regresando la mano libre al bolsillo del pantalón, y ella volvió a hablar con un pequeño deje de molestia, aunque pareció que se forzó a modularlo en algún punto, haciendo referencia a si me la pasaba limpiando el rostro de las mujeres que se dejaban migajas en la cara.

    No era algo que a ella le incumbía de igual forma.

    No reaccioné tampoco al respecto, no dije nada en realidad. Noté que traía su almuerzo también con ella, y dudaba que hubiese almorzado aún con el poco tiempo que llevaba el receso. Tampoco tenía interés de saber el núcleo de su molestia, por lo que me saltaría el detalle. Eché la vista tras ella por el pasillo. De seguro a Craig no le importaría que cambiara el lugar donde quedamos de encontrarnos, que en realidad almorzar al lado de la piscina que olía a cloro y habían regularmente insectos paseándose no era de cerca mi primera opción. La miré por el rabillo del ojo y coloqué el libro sobre su cabeza, por dar un toque más que nada, aunque lo dejé ahí unos segundos aprovechando la diferencia de altura.

    —Te saldrán arrugas si frunces seguido el ceño, Rockefeller —murmuré en la sombra de una sonrisa, aunque hace un rato ya se había forzado a relajar el semblante—. Pensaba pasar el resto del receso en el observatorio ya que estamos.

    No la creía nada tonta, así que ya era su criterio si lo tomaba o no como una invitación.
     
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