Pasillo (3º piso)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Kaia aceptó lo que me hizo sentir emocionada. Hace mucho no iba con alguien a comprar maquillaje, además, las que en algún momento fueron mis amigas se solían quejar de que me demoraba mucho y no sé qué. Le terminé sonriendo; quizá podríamos encontrar algunas promociones también, ah, llegaría a casa a mirar en el móvil qué estaría en descuendo para el viernes.

    Ya fuera cuando notifiqué de la misión Yuta respondió con la tontería del soldado e hice un pequeño puchero, hasta que continuó con la siguiente, relajé las facciones y repasé sus orbes, murmurando un: "mi compensación será pretenciosa entonces~" Cuando la puerta se abrió giré el cuerpo para prestarle atención visual a ambos. Había pensando en almorzar en el salón de actos como siempre, pero tenía pereza de bajar hasta allás y encerrarnos, como que no quería de a mucho.

    —La azotea, no hay mucho sol así que debe estar fresca —no había traído almuerzo, sin embargo había pedido el favor a Hal que me subiera algo de la cafetería cuando salí de clases, por lo que eché la vista al salón de la 3-3—, esperenme un minuto.

    Caminé hasta dicha puerta, asomé la cabeza y llamé al rubio. Estaba sentado en su pupitre empezando a colocarse los audifonos, me miró con el ceño fruncido, sujetó el encargo dentro de la bolsa y se levantó, caminando hasta mi posición.

    —Ya decía que sino arrimabas me lo comía también —me lo extendió y luego me pasó las monedas de cambio—. ¿Dónde vas a almorzar o qué?

    —Estaré en la azotea.

    Asomó la cabeza sobre mí por su altura, notando a los primos al ya no quedar casi estudiantes en el pasillo, deparó en Yuta, en sus manos más bien y regresó sus orbes carmín a los míos.

    —¿Qué tal? —pregunté por la gracia en lo que él chasqueó la lengua.

    —Al menos la niñita se ve más decente que el par de imbéciles con los que saliste.

    —¿Y el chico?

    —Deja de juntarte con mediocres Katherin, prefiero a la rata blanca de laboratorio de tu salón, pero jodete la vida como se te de la gana —se sumergió de nuevo en el aula, me giré con ahora mi almuerzo regresando hasta ellos.

    —Listo, vamos.
     
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    Ayer después de dejarle los mensajes a Manson volví a la clase para no dejar a Rowan almorzando solo, viendo que había traído comida para ambos, y en algún punto sentí el móvil vibrar en el bolsillo. No lo atendí de inmediato porque Ro estaba en modo cacatúa, pero cuando el receso estaba por terminar acabó el monólogo y se excusó un momento para ir al baño, fue el rato que aproveché para ver los mensajes.

    Con lo buen estudiante que soy una expulsión ensuciaría mi expediente
    En fin, eso. Nos vemos, ten buen día, Bunny


    Me importó bastante poco el hacerme el loco respecto a su posible molestia, la verdad. Con los mensajes respondidos guardé el móvil, el día siguió su curso y el viernes llegó por fin. Significaba que Tekné iba a estar a reventar a la noche y madrugada, así que más le valía a Rowan poner a otro en la barra si no quería que espantara a la gente. En cualquier caso, por ahora eso no importaba, durante el camino a la escuela Rowan me fue cuchicheando que había estado trabajando más en lo del dúo dinámico, pero que esperaba devolverle las cosas a Pierce este fin de semana porque ya lo había estirado demasiado y no sé qué más.

    No fue específico en nada y apenas estuvimos cerca de la escuela dejó de hablar del tema. Yo me pregunté si Shimizu ya habría revivido, si su caída implicaba algo en realidad en la big picture de este asunto, sin saber que en realidad la mierda era más grande que cualquiera de nosotros. No hablaba solo de tema este de las joyas de estos locos de mierda, lo decía en general.

    —¿Cómo va tu proyecto? —Me preguntó cuando tomamos el ascensor luego de habernos cambiado los zapatos y tal.

    —Pues va. ¿El tuyo?

    —Va, imagino. El día que pasé a buscar a Ilana me habló un poco de su padre, para que no estuviese tan perdido. Habrá que acordar cuándo puede venir el señor, imagino.

    —¿Qué haces tú aceptando entrevistar un policía de todas formas? —Le solté con un dejo de diversión en la voz cuando el ascensor nos escupió en el pasillo de tercero—. Es para mearse.

    —Tengo que graduarme, ¿o no, Tora? —contestó junto a una risa floja, caminando hasta que se quedó en el pasillo y apoyó la espalda en la pared frente a los salones—. Puede ser divertido, además. No conozco a la chica de nada, pero viendo a los personajes de esta escuela, Mister Police Officer debió cuidar a más a su niña, que sin duda parece ser una hija de papi de principio a fin.

    El comentario cargó la prepotencia y acidez sutiles suficientes para hacerme gracia, de hecho solté una risa mientras abría la ventana junto a él y apoyaba los brazos en el marco. Era una estupidez, pero en cierta medida tenía razón incluso si nadie podía culpar a un padre poner no ponerse a revisar hasta debajo de las piedras a los estudiantes de una nueva escuela. La academia esta tenía renombre, era fina y toda la mierda, por eso Rowan la quería en el expediente, pero también era cierto que estaba apestada.

    Tal vez demasiado.

    Insane registro de que Tora le contestó a Kathe ayer antes de que terminara el receso

    lo demás es relleno y ahí quedan los pendejos just because
     
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    Bruno TDF

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    Salí al pasillo con ambos brazos estirados sobre mi cabecita, los dedos entrelazados con firmeza. Mi bento, envuelto en un pañuelo, se balanceó levemente cuando me desperecé en medio del corredor, estirando los músculos hasta donde el cuerpo me lo permitió; tuve la fortuna de que el almuerzo no fuera a parar sobre mi coronilla, gracias a la unión de mis manos, que sostenían el nudo del pañuelo. Mantuve la posición estirada un buen par de segundos, sin preocuparme por las miradas que seguro estaba atrayendo. Hasta que, finalmente, retomé la postura relaja de siempre, dejando escapar un largo suspiro de satisfacción. Ah, hacer esto permitió que me sintiera menos entumecida, que todavía seguía padeciendo los gajes de los entrenamientos semanales: Judo los lunes y jueves en el Instituto Kodokan, y Kyokushinkai los martes y miércoles en Pratū Cĥāng, el peculiar gimnasio que Anong-sensei comandaba. ¡Además de que, todavía, me faltaba iniciar mi camino en el arte de la esgrima…!

    Y, precisamente, mi plan para hoy se basaba en senseis y floretes.

    Giré sobre mis talones con la idea de encaminarme, sin demora, al salón de Mey. ¡Pero…! A los tres pasos reconocí, entre la gente que iba y venía, una silueta blanca y menudita como yo. Con aquel manto de cabello albino ondeando tras su espalda, el cual seguía deslumbrándome sin importar cuántas veces lo viera, igual que en el primer día. Me seguía pareciendo el más hermoso de toda la academia, qué decir. ¡El punto es que…! La sonrisa, irrefrenable, no tardó en iluminar mi rostro al ver a Jez saliendo de la 3-2, y la ilusión brotó en mi pecho cuando me surgió la idea de sumarla a mi plan. Así que aceleré un poquito mis pasos.

    La abordé desde un costado. Incliné el cuerpo para entrar en su campo de visión y, apenas capté su atención, la sonrisa me entrecerró los ojos. Estiré los brazos para estrecharla en un abrazo suavecito pero muy cariñoso.

    —Me pareció ver una linda lucecita y vine a atraparla —dije en su oído con una risita, ese fue mi modo de saludarla; planté un beso en su mejilla y le regresé su espacio, aunque dejé una mano posada sobre su hombro, sin dejar de sonreírle— ¿Cómo estás? ¿De casualidad tienes este receso libre?

     
    Última edición: 19 Junio 2024 a las 5:11 PM
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    Zireael

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    Me había quedado confundida cuando Altan me puso su almuerzo en el pupitre, ya luego se explicó diciendo que tenían la entrevista este receso y no creía que le diera tiempo de comer. Igual me venía bien, porque no había traído nada de casa, así que me lo quedé y unos minutos después de que se fuera saqué un libro del maletín, lo metí entre el pañuelo del bento y salí de la clase.

    Al final tío Vic me dijo que tenía que pedir el permiso en Káiser, que ya no creía que se lo dieran para hoy, así que lo del proyecto quedaba para la otra semana. No molesté a ninguno de los muchachos, ni siquiera a Cayden que estaba en la clase todavía, porque asumí que todos entenderían que si no avisaba nada era porque no se podía todavía. Igual ya iba acomodando un poco mi lío emocional, porque se me estaba solapando con todo.

    Al salir al pasillo me quedé en la decisión incompleta de ir a buscar a Laila o ir a buscar a Vero, tal vez, lo que de hecho le dio tiempo a la segunda de aparecer como invocada. Se apareció por uno de mis costados, di un respingo antes de reconocer el destello de su cabello, sonreí casi al mismo tiempo que ella y la recibí en mis brazos como siempre, tuve cuidado de no golpearle la espalda con el bento, eso sí.

    Su comentario me hizo reír, recibí el beso en la mejilla y le di otro de vuelta, porque me apeteció simplemente. Me preguntó cómo estaba, pero no podía soltarte el drama aquí a los cuatro vientos, desde lo de Adara, hasta lo de Altan, Anna y Kakeru, así que de momento había que dejar todo quieto.

    —Estoy bien, cielo, y sí justo estaba tomando una muy difícil decisión sobre con quién almorzar, pero tú la resolviste ya —contesté y le corrí el cabello de los hombros con la mano libre—. ¿Almorzamos juntas, Vero? Podríamos invitar a Laila, si quieres.

    Decían que las grandes mentes pensaban igual.


    a
     
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    Había notado que Manson estaba pegada a su móvil y procuré golpear su pupitre con una suavidad más calculada para no ir a sobresaltarla. Le sonreí al conectar con sus ojos, respondió mi broma y mi gesto se ensanchó apenas, mientras la veía recoger sus cosas.

    —Igual ten cuidado, estás usando la versión de prueba —seguí la tontería para rellenar el silencio.

    Cuando ella estuvo lista, retrocedí un paso para dejarle el lugar de incorporarse y comenzamos a caminar hacia el pasillo. Me debatí mentalmente sobre si compartir con ella o no mis inquietudes respecto al trabajo, al final decidí descartarlo y giré el rostro en su dirección.

    —¿Paramos a comprar algo para beber? —le ofrecí.

    Era bastante inconexo, pero como la otra vez la pillé con un energizante se me ocurrió extenderle la sugerencia. En el pasillo vi a Verónica y a Jezebel y me limité a sonreírles sin detenerme. El almuerzo de ayer con Shiro-chan había sido agradable y llevadero, como siempre resultaba pasar tiempo con ella. Al regresar a la clase había encontrado la nota de Jezebel y el asunto me quedó dando un par de vueltas en la cabeza. No quería decir que estuviera mintiendo, pero ¿no compartíamos aula, acaso? De por sí una parte de mí sentía que se había excedido comprándole un libro luego de una mísera conversación al respecto. Había dudado veinte veces frente al escaparate antes de comprarlo, luego otras veinte sobre meterlo en mi mochila, y así hasta dejarlo en su casillero.

    El bichito de la paranoia hizo su trabajo y se quedó girando y girando, provocando interferencias, negándose a permitirme atender las clases. Llegué hasta los escenarios hipotéticos de que su amistad con Sonnen tuviera algo que ver en todo esto; la realidad era que no entendía por qué había dejado un papel en vez de decírmelo en persona. Por mi propio bien arranqué el asunto de raíz y, en casa, tiré la notita a la basura. Lo dudé, también, pero sentí que iba a permitirme dejar de pensar al respecto.

    En cualquier caso hice eso, les concedí una sonrisa fugaz y al segundo regresé mi atención a Katherin.
     
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    Bruno TDF

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    Mi aparición le arrancó un pequeño sobresalto, que fue compensado al instante por la sonrisa con la que me recibió. Me dio un poco de penita haberle provocado esa reacción inicial, aunque también debía destacar que se había visto muy tierna, como cuando la hice sonrojar sin querer. Confieso que, en un principio, tuve la idea de acercarme por detrás para taparle los ojitos y preguntarle en el oído quién era; un impulso bastante travieso que, al final, descarté bajo la suposición de que terminaría asustándola, y no era esa mí intención. Así, su respingo me dio la pista de que había sido una buena decisión lo de inclinarme frente a su mirada para anticiparle mi presencia.

    Como ya venía siendo natural entre nosotras, nos saludamos con un abrazo y un intercambio de besitos en las mejillas. Acomodé el rostro para recibir el suyo, a sabiendas de que iba a devolverme el que acababa de darle; o, tal vez, se trató de un pedido silencioso, pues me encantaba que Jez me mimara, que me diera estas muestras tan cálidas de cariño. Sin importar cuál fuese el caso, el contacto de sus labios cerró mis párpados por un instante, tras el cual le hice mis preguntitas. Para mi júbilo, no sólo me confirmó que se encontraba libre, sino que, además, estaba teniendo presente a cierta personita.

    Acepté su propuesta con un asentimiento enérgico.

    —Mira tú que casualidad, también estaba pensando en Mey —me reí, encantada por la coincidencia—. Es que pensaba ir al dojo a barrer un poquito, que el lunes lo usaremos con mi grupo para la entrevista del proyecto, y quería invitarla para que me muestre algunas cositas de esgrima. Seguro que la idea le encanta. ¡Y es más...! Me animo a decir que le hará muy bien a su corazoncito —mi gesto se suavizó inmensamente.

    Apenas terminé de hablar, pasó junto a nosotras un muchachito alto que reconocí al instante. Fuji nos dedicó una sonrisa fugaz antes de proseguir su caminata, acompañado de una chica de largo cabello negro. Aunque todo pasó igual de rápido que lo del patio frontal, esta vez llegué a dedicarles una amplia sonrisa y, además, los despedí con un leve movimiento de mano. A diferencia de la mañana anterior, mi expresión se mantuvo radiante, pues buena parte de mis preocupaciones sobre el estado de Fuji se habían esfumado a raíz del almuerzo que tuvimos más tarde, frente al camino de los cerezos. Lo había notado relajado, más animado incluso; bromeó, se adaptó a cada una de mis ocurrencias, me permitió ir aferrada a su brazo y, sobre todo, le había gustado la comidita que preparé especialmente para él. Nuestro receso fue una delicia, nunca mejor dicho.

    Regresé mi atención a Jez y, con un movimiento de cabeza, la invité a dirigirnos a las puertas del salón 3-1.

    —¿Vamos?
     
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    Vero aceptó la idea sin conferirle una cuota de pensamiento, lo que me hizo sonreír y luego se me escapó una risa directamente cuando dijo que también estaba pensando en Laila. Resultaba que quería ir al dojo a barrer porque el lunes lo iban a usar para su entrevista, pensaba invitarla y aprovechar para pedirle que le explicara algunas cosas de esgrima. Supuse que a Laila le alegraría, incluso si la ponía nerviosa.

    —Seguro le haga ilusión, tienes razón —concedí sin perder la sonrisa, husmeando en dirección a la 3-1 un momento.

    Estábamos en eso cuando Kakeru pasó con Katherin, nos sonrió al pasar y notarlo me iluminó el semblante un poco más, si es que fue posible, ajena como estaba al embrollo mental que mi nota había causado, reaccioné casi al mismo tiempo que Vero despidiéndolo con un movimiento de mano y aunque fue fugaz que dio gusto, como había sido en el patio frontal, gesticulé un "Gracias" express con los labios incluso a riesgo de que no lo notara. Al pobre le iba a sacar brillo agradeciéndole, pero me había hecho genuinamente feliz y estaba pensando en qué podía hacer para regresarle el gesto más en condiciones. Tenía un fin de semana por delante para usar mis neuronas, claro que sí.

    La idea no provenía de la deuda ni nada parecido, consideraba que provenía de la reciprocidad. Puede que fuese exagerado, a mi no me lo parecía porque era Miss Confianzas y ya estaba visto, así que ni modo. Lo vi alejarse con la muchacha, luego regresé la atención a Vero y asentí con la cabeza, enérgica. Todavía ayer me sentía pesada con el asunto de Altan, terriblemente pesada, pero estar con Vero, el libro de Kakeru y la idea de buscar a Laila me aliviaron un poco el corazón.

    Aunque seguía sin poder con la idea de buscar a Adara para, una vez más, confesar un pecado.

    Enganchada al brazo de Vero comencé a caminar hacia la clase de nuestra próxima víctima, pero estando a un par de metros reconocí el cabello lila cuando cruzó el umbral de la puerta hacia el pasillo. Pareció sorprenderse al vernos, también me dio la sensación de que parecía algo nerviosa, pero una sonrisa le alcanzó el rostro y caminó hasta nosotras, estiró la mano para darle un toquecito a Vero en el brazo e hizo lo mismo conmigo.

    —A riesgo de sonar egocéntrica, imagino que iban a buscarme —dijo con suavidad—. ¿O estoy equivocada?
     
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    Si bien no dudaba ni un poquitito de mis palabras, la afirmación de Jez me vino de maravillas para reforzar la idea del bienestar de Mey, el cual encontraría al darme una clase introductoria sobre esgrima. Aunque tenía muchas ganitas de aprender los primeros aspectos de su disciplina, era mucho mayor mi deseo de ayudarla a reconectarse con el dojo, y con aquella parte de su espíritu que construía a través del florete. Había cosas que no sabía sobre Mey, de las que seguramente no preguntaría nada. Consideraba era lo correcto que fuese así, al menos de momento; pero la falta de información no impediría que actuase para iluminar su corazón con rayitos de luz, porque me parecía una chica hermosa en varios sentidos. Le había tomado cariño con mucha rapidez. ¡Y además…! Se adaptaba siempre a mis energías y aceptaba cada una de mis confianzas ¿Cómo no empezar a quererla a esta velocidad?

    Al sentir a Jez enganchándose a mi brazo tras el intercambio con Fuji, la atraje hacia a mí mientras comenzábamos a caminar, pegaditas, rumbo al siguiente destino. Y hablando de destino, pero un sentido muy diferente… Cuando faltaban un par de metros para alcanzar la puerta del salón 3-1, notamos el bello color lila emergiendo por el umbral de la puerta. Alcé las cejas por la aparición de Mey, y al segundo siguiente debí reprimir una ligera risa, porque me hizo gracia que tanto ella como Jez hubieran salido de sus respectivas aulas justo cuando estaba yendo a buscarlas. Eso sí, también me pareció un detalle muy lindo que las cosas se dieran de esta manera.

    Estábamos como conectadas, ¿no es así?

    Mey pareció sorprenderse al vernos. Yo tampoco me había esperado que se apareciera en el pasillo, mis cejas alzadas daban cuenta de ello. Igual, la sonrisa que estiraba mis labios no se había perdido en el proceso, porque el sólo hecho de volver a verla ya era motivo suficiente de alegría. Mi expresión se ensanchó el sentir su toquecito en mi brazo, y su inmediata deducción me obligó a contener una nueva risita tras mis dedos, divertida.

    Giré el rostro hacia Jez.

    —Hemos sido atrapadas in fraganti —bromeé, risueña—. ¿Se notan mucho nuestras ganitas de invitar a Mey a pasar el receso en el dojo? —me giré entonces hacia la susodicha; la sonrisa se me suavizó al conectar con su mirada—. ¿Qué dices, linda? ¿Vienes con nosotras? Planeaba barrer un poquito el tatami, que el lunes daré allí la entrevista del proyecto escolar, junto con mi grupo.
     
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