Pasillo (Tercera planta)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    En el instante previo a que Cayden alzara la vista hacia mi posición, distinguí las figuras de Altan e Ilana. Sonnen realizaba los ademanes propios de un reciente despertar, en una señal clara de que se había dormido durante una considerable fracción de las clases; seguía viéndose afectado por un cansancio generalizado, lo que hizo preguntarme si sería exagerado comenzar a preocuparme por su salud. No sabía hasta qué punto era correcto permitir que lidiara con sus problemas en soledad… Ni qué consecuencias podría haber si mi mano, en la intención de ofrecerle un apoyo, se involucraba más de la cuenta en su espacio. Había quedado atrapado en una disyuntiva sobre la que debería tomar una decisión, donde la información necesaria escaseaba y cualquier intuición implicaba un riesgo grande. Tal paso no sería concretado en el día de hoy, pero la intención de avanzar permaneció…

    Ilana estaba metida en el abrigo de sus propios pensamientos. Sólo reparé en el hecho en sí mismo, sin atribuirle significado alguno, a razón de que llevábamos escasos días de conocernos y, honestamente, sería grosero caer en intuiciones apresuradas o que no tenían razón de ser. La chica se había incorporado antes que Cayden, pero su andar fue más modesto, al punto de que Dunn le franqueó por uno de sus laterales para acudir a mi encuentro. Sólo nos percibió cuando ya se encontraba traspasando el umbral de la puerta y el hecho quizá fue muy tardío para decirle algo, pues el flujo general de las personas a nuestro alrededor apenas nos permitió sonreírnos y despedirnos con un movimiento de mano.

    Había tenido la intención de preguntarle si quería almorzar con nosotros.

    Pero el interrogante ni siquiera alcanzó a quedar a medio camino, porque directamente no fue formulado. Ilana era una chica recién llegada a la academia y, al menos desde mi punto de vista, parecía disfrutar de la socialización. Estar con nosotros seguro le habría resultado grato… Al menos, eso creía en la inocencia de los ignorantes, en la funesta comodidad del desconocimiento. En cualquier caso, me guardé la invitación para algún momento de la presente semana.

    Tras el relampagueo de pensamientos y reflexiones, pude por fin centrarme en Cayden, quien siguió aludiendo a la metáfora del príncipe y el caballero al recibirme. Con una risa leve, muy baja, seguí sus movimientos para mantenernos apartados de la puerta, evitando así bloquear el paso del resto de los estudiantes.

    —Podría decirse que soy un príncipe justo —convine con tranquilidad, manteniendo la gracia del diálogo—. Dado que mi caballero se aproximó hasta a mí la vez pasada, no iba a quedarme tranquilo si no le correspondía como es debido.

    Mi sonrisa se amplió ligeramente. Cayden era otra persona en cuya actitud había percibido una variación intrigante, mas había recuperado buena parte de los aires que lo caracterizaban o, al menos, aquellos rasgos que me resultaban familiares, más propios de él. Percibir esto arrojó algo de alivio a mi espíritu.

    Medité brevemente su pregunta.

    —En vistas de que el clima acompaña, los sitios al aire libre son una buena opción —dije—. Podríamos regresar al patio norte, o bien permitirnos una variación, como la calma del patio frontal o las aguas de la piscina —hice una nueva pausa, meditativo, hasta que añadí con media sonrisa:—. Pero ahora que he subido a buscarte, bien podría convertirme en tu príncipe escolta y seguirte a donde gustes.
     
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    Zireael

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    Que yo tomara el club de esgrima había sido más una cosa de "o lo haces tú o no lo hará nadie", no me molestaba, en lo más mínimo, pero no se trataba de una elección como tal. Sabía que habría podido echar atrás, sobre todo luego de la ausencia tan prolongada, y dejar que el club descansara en paz, pero no era capaz de solo dejarlo morir. No cuando era lo que había evitado que yo, muy posiblemente, me deteriorara hasta quedar inútil.

    Tenía la cantidad exacta de cero experiencia presidiendo algo o enseñando, más que algunas ocasiones puntuales, pero estaba adaptándome a las circunstancias como podía. Eso al menos hablaba de mi carácter o era lo que quería pensar tan siquiera, era capaz de persistir incluso si todo parecía estar en contra.

    Divagaciones o no, noté que la sonrisa de Yuta se torció apenas en su rostro y cuando quise darme cuenta había usado el espacio para hacer una reverencia. Igual fue porque yo no era especialmente alta, él era el chico nuevo que practicaba una arte marcial que yo no conocía o porque a secas las reverencias japonesas en esos contextos de maestro-alumno siempre eran un poco incómodas para el que no estaba acostumbrado. A ciencia cierta no supe darle forma, pero tuve que usar muchas neuronas para controlar el bochorno sentí apenas encontró mis ojos.

    Era una frase normal, lo había aprendido ya hace tiempo, pero hubo un dejo de ambigüedad que me chasparreó algunos cables así que tuve que fingir la más absoluta de las demencias. Olvidé cómo se suponía que uno respondiera a eso, así que asentí suavemente con la cabeza y le dediqué una sonrisa tranquila.

    Sacar el móvil para lo de sus teléfonos me sirvió para disimular cualquier rastro de vergüenza que me quisiera alcanzar el cuerpo, lo aceptó él y Kaia, sin saberlo, me siguió salvando del manojo de nervios en el que podía convertirme apenas me dejabas sola con mis pensamientos dos minutos. No había pretendido que fuese una despedida como tal, pero tampoco me quise autoinvitar, así que su idea me estiró una sonrisa distinta en el rostro. Fue de agradecimiento, tal vez, no estaba muy segura.

    Todavía no sabía qué hacer con mi tiempo en la academia.

    No habría hecho ni falta que la chica me pusiera ojos de cachorro mojado, bastó que hablara para que yo aceptara incluso antes de verbalizarlo. Dijo que pretendían ir al observatorio, que si yo había ido, y negué con la cabeza.

    —La verdad es que no. Aunque un observatorio suena como un lugar interesante para pasar el receso —contesté y la sonrisa esta vez alcanzó a entrecerrarme los ojos—. Así que claro, estaré muy contenta de pasar el receso con ustedes. Gracias por invitarme, Hattori-san.

    cuando te apetezca te la puedes ir arrastrando uwu

    Cayden.png

    Me faltaban muchos fragmentos de información, o eso creía yo, para comenzar a preocuparme de forma genuina por Sonnen y muchos más para enterarme de que Anna estaba ausente del todo, que no solo estaría evitando al cuervo, algo que sí me habría arrojado el alma al suelo. La chiquilla era un caos con patas, algo de lo que pecaba yo mismo, pero había pasado a dejarme a Ko luego del festival y habíamos tenido aquella conversación en la azotea, más algunos otros intercambios, y eso había bastado.

    Dos mimos y me tenían en el suelo, después de todo.

    El caso era que entre los cuarenta desastres que parecían rodear a todo el mundo, yo incluido, siempre había algo que se quedaba por fuera y la red de información estaba demasiado fracturada como para funcionar correctamente. Ni Sonnen decía nada, ni lo hacía Fujiwara y mucho menos lo haría la que estaba ausente, así que más de uno estaba ciego hasta que otros hablaran. Luego estaba Ilana, que pasó directo luego del saludo y se perdió en dirección a la azotea, ni siquiera había dejado tiempo por si decíamos algo.

    Sabía que este muchacho seguro la habría invitado al almuerzo, puede que ella también lo supiera de forma inconsciente, y con mi pedido todavía atorado entre la garganta y el pecho quizás lo rápido del encuentro le evitó tener que echarse una hora de su vida pensando de forma consciente que había cosas que no debía contar. ¿Era justo lo que le hacía a Ilana? No, lo sabía.

    Pero Hubert no estaba manchado.

    Si empezaba a unir piezas no sabría hasta cuándo yo estaría limpio de pecado.

    Con el breve intercambio finalizado, luego salieron Sasha y Mason de la clase, a los que también saludé con una sonrisa apenas y luego volqué la atención en Hubert con la tontería de turno. Soltó tan pancho lo del príncipe justo que tuve que tragarme una risa para no interrumpirle la línea de pensamiento, al parecer el dicho príncipe no se quedaría tranquilo hasta regresarle la cortesía al caballero y no sé qué. Sonaba muy propio de él, por alguna razón.

    Se le amplió la sonrisa y como no había previsto hasta ayer que quizás nada se le escapara, bueno, tampoco asumí que mi reseteo implicara algo en realidad. Quería decir, no sabía que el pobre estaba comiéndose la cabeza por el estado de Sonnen y que el hecho de que yo pareciera ser el mismo de nuevo era un alivio. En fin, de ignorancia se vivía, eso ya estaba visto.

    No le respondí como tal lo que dijo primero, lo dejé que me contestara la pregunta y mapeé los sitios al aire libre que había a nuestra disposición antes de que él los mencionara. Descarté la azotea casi de inmediato, temiendo incomodar demasiado a Ilana por un día, lo que nos dejaba con el patio norte, el frontal o la piscina.

    —No se supone que los príncipes escolten a nadie —corregí con suavidad y solté una risa por la nariz—. ¿El patio norte? Debo parecer de lo más monotemático, pero me gusta el patio.

    Le eché un vistazo al pasillo medio porque sí, también uno a las puertas de cada salón y luego regresé la mirada al chico. Teatro o no, estiré la mano que tenía libre del almuerzo para instarlo a que comenzara a caminar, obviamente me acoplaría a su ritmo de inmediato.

    —Como dije, no se supone que escoltes a nadie.


    también te lo puedes ir arrastrando cuando gustes, Bru uvu
     
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    Gigi Blanche

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    Maze aceptó mi idea y en su sonrisa encontré la tranquilidad que brindaba una idea bien recibida. No era nada drástico, puede que siquiera fuera plenamente consciente del hecho, pero una pequeña parte de mí sí sentía que esta criatura era frágil. No en el sentido convencional, suponía, se trataba más bien de su estabilidad y los límites, imprecisos, que quizá fueran en parte una ilusión propia. Era una vocecilla plantada al fondo de mi mente, regularmente silenciosa, que de tanto en tanto me susurraba aquello que pretendía evitar.

    Amenazar su armonía y forzarlo a irse.

    Me sentía y no me creía en derecho de ser su amiga, de seguir tratándolo como siempre. Era un vaivén constante al cual no le prestaba demasiada atención por mi propio bien; por mi egoísmo, también. La porción de mundo que Maze habitaba era la que permanecía inalterable, la que conocía a la Sasha de meses atrás y no debía preocuparse por hombres poderosos, castigos y móviles robados. Era la ilusión a la que me aferraba, necia. ¿Insistir acabaría quemándome las manos? ¿Lo quemaría a él? Lo temía, de veras que sí, pero no lo suficiente para irme. No había podido hacerlo. Me punzó el pecho al recibir sus ojitos verdes desde abajo, la sonrisa serena, y los besos después.

    Lo quería demasiado.

    Había aceptado el bento y acabé cerrando los ojos cuando se coló en mi espacio. Mi mano libre viajó a su cintura en automático, se suspendió allí y me mantuve quieta hasta que él decidiera alejarse. Encontré sus ojos apenas pude, me desinflé los pulmones y le sonreí, con suavidad y una suerte de resignación. Arata había dicho que Maze era de los que te ayudaban a enterrar el cadáver si les confesabas el homicidio y el problema era precisamente ese; su lealtad era tan transparente que jamás podría usarla sin sentirme culpable. Ocurría algo similar con Cayden, suponía.

    Había privilegios que no debían tocarse, por mucho que se gozara de ellos.

    La tontería del tour por el invernadero me arrancó una risa ligera que se acompasó con la suya. Su mano encontró la mía a tientas, no pensé ni por un segundo en deshacer el contacto y afiancé el agarre, dándole un apretón firme. Al mismo tiempo me arrimé a su cuerpo y adopté su ritmo, saliendo al pasillo. Mis ojos toparon brevemente con los de Cayden y le sonreí al pasar, regresando mi atención a Maze. La bolsa del almuerzo, al otro lado de mi cuerpo, seguía un vaivén lento.

    —No me siento demasiado calificada para darte ese tour —confesé—, a duras penas sé el nombre de dos flores. Pero, eh, tengo un life hack.

    Había deslizado la bolsa a mi muñeca y saqué el móvil del bolsillo, donde abrí la cámara y se la mostré sin más.

    —Si algo descubrí en mis humildes dieciocho años de vida es que Google Lens sirve para identificar plantas. ¿Tiene usos más nobles? Seguramente, mi sabiduría aún no ha llegado ahí. —Regresé el móvil a su lugar y se me coló una risilla en la voz—. Think smarter, not harder.
     
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    Bruno TDF

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    La muchacha asintió para confirmar que había acertado con su nombre, ante lo cual me permití unos segundos para disfrutar de la correntada de satisfacción que me inundó por dentro. Nuestra clase estaba conformada por una buena cantidad de personas, por lo que la labor de aprender los nombres de mis compañeros, valiéndome únicamente de los pases de lista, demandaba una cuota de desafío. Y yo disfrutaba de superar cada reto que se cruzaba en mi camino, sin importar qué tan pequeño fuese. Pero eso sí, era un poco gracioso pensar que ésta sería la última vez que la chica iba a escuchar su nombre completo viniendo de mis labios, porque de ahora en más la llamaría “Gen”; fiel a mi costumbre de recortar los nombres de los demás o ponerles apodos sin el debido permiso, tan confianzuda yo.

    La intervención de Zeld para remarcar que Gen era su mejor amiga también hizo que mi sonrisa se estirara, acompañando a la expresión afable que embelleció el rostro de mi compañera de salón. Que el muchachote hubiese venido para buscarla ya era una prueba más que suficiente para adivinar lo bien que se llevaban, pero aún así se ocupó de compartirme este detallito, un dato de gran relevancia que no quiso que se pasase por alto. Me pareció muy adorable de su parte, y que Gen volviera a confirmarlo simplemente acabó por ablandarme el corazoncito de ternura.

    Me sentí ligeramente observada por la chica, a quien respondí con una mirada tan silenciosa como curiosa. Al escuchar la invitación de almorzar con ellos, el entusiasmo no tardó en apoderarse del tono de mi voz.

    —¿Yo? Encantadísima de ir con ustedes, por supuesto —acepté sin dudarlo, alegre, encaminándome inmediatamente hacia la puerta del salón.

    Sin embargo, me detuve cuando estaba a punto de pasar a Zeld. Giré sobre mis talones para volver a encarar a Gen, a la vez que comenzaba a palmear con suavidad el hombro de este muchachote.

    —Ah, y gracias por cuidar de Zeld —le dije—. Hablamos hace un buen tiempo ya, pero siempre lo recordaba con una sonrisa —entonces giré el rostro hacia él, con la diversión resplandeciendo en mis ojitos azules—. A ver si esta vez no te me pierdes por tanto tiempo, eh —bromeé.

    Tras estas palabras, di unos cuidadosos pasos hacia atrás, alcanzando por fin el pasillo. Esperé a que tanto Zeld como Gen se reunieran conmigo fuera del salón, para comenzar así la pequeña travesía hacia el patio norte.

    —¿Se conocen desde hace mucho? —pregunté con curiosidad.
     
    Última edición: 18 Diciembre 2023
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    Amane

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    Toda mi tontería de la libreta consiguió sacarle una reacción bastante evidente a Morgan, o por lo menos más visible de lo común; se moderó al instante, por lo que el gesto acabó siendo una cosa de nada, pero tuve la fortuna de poder verlo, así fuera de reojo durante un breve segundo. Ella no añadió nada más al respecto y yo tampoco vi por donde seguir comentando, así que dejamos pasar el asunto para centrarnos en el siguiente tema de conversación.

    Mi propuesta de pasar el receso en la biblioteca fue bien recibida por su parte, detalle que logró sacarme una nueva sonrisa animada, pues me agradaba saber que había acertado con aquella idea. La movida que me clavé después no había tenido ninguna intención específica y, de todos modos, lo cierto es que me fue imposible saber si igualmente había conseguido algo con la misma o no, ya que la chica no dejó ver ninguna reacción notable en aquella ocasión. No fue algo que me molestase especialmente, porque lo realmente importante era que había cumplido mi objetivo de ayudarla a levantarse.

    No mantuvo el contacto durante mucho tiempo y, antes de permitir que avanzase junto a ella, me pidió que le alcanzase el almuerzo que se le había quedado bajo la mesa. No interpreté nada demasiado extraño en la petición, por lo que la cumplí sin mayor problema y me uní a su paso inmediatamente después, decidiendo mantener su almuerzo entre mis manos a pesar de haberla alcanzado, como todo un buen caballero.

    —¿Te gustan los libros antiguos, entonces? A mí me parece que tienen cierto encanto especial, a decir verdad.
     
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    quem

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    Termine de comer la última papita que quedaba en la funda, tenía otra, pero ya no tenía ganas de seguir comiendo alguna otra cosa, el jugo de naranja lo deje de último, podía ir tomándolo mientras llegaba al salón, así que no me hice problema en terminármelo ahora. La pregunta que la chiquilla me hizo la respondí con demasiada normalidad para ser sincera, después de todo fue algo demasiado común.

    Entonces ladeé la cabeza después de escuchar lo otro que me pregunto, ¿cómo me sentí con el cambio? Creo que fue lo más normal que había hecho en toda mi vida, excepto porque no fue algo que realmente deseaba por así decirlo y por lo que me recuerdo desde que tengo uso de razón, había viajado fuera de Rusia, así que otros viajes más y si eran por puros negocios no ocasionaban nada.

    Luego de mencionar lo de ir bajando por lo del receso que ya casi terminaba y obviamente si ella quería note que miro su móvil suponía que fue para comprobarlo, desvíe mi mirada hacia el lugar donde había puesto la diana y supuse que de ahora de adelante iba a subir todos los días a la azotea para practicar con los cuchillos. Regrese mi vista a ella y mire cuando se levantó del lugar, de él, de donde estaba sentada después de terminarse la galleta y confirmarme que podíamos ir bajando, no dije nada, y pensé en responderle la pregunta cuando ya estuviésemos abajo, solo asentí en poco y guie el camino, espere hasta que me siguiera para así caminar por el pasillo de tercero.

    Y por lo que pensaba, pues a nadie le interesaría que llegásemos juntas.

    Mucho menos a Cayden tampoco es que era la gran cosa.

    —Fue algo de imprevisto, pero lo sentí normal —respondí después de un rato—. ¿Y a ti? ¿Se hizo difícil acostumbrarte a vivir aquí? Dijo por los dos casi tres años que ya se van a cumplir es un largo tiempo, ¿no?

    holis unu, por aquí quise ir cerrando por así decirlo??

    pd: espero que hayas pasado un bonito fin de año uwu.
     
    Última edición: 2 Enero 2024
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    Sonreí cuando ella accedió a mi pedido de verla tocar el shakuhachi era algo que realmente anhelaba, solo sabia que existían por las fotos que me había mostrado Adara al mencionarme como se llamaban, pero nunca había visto a alguien tocarla, sabía a certeza cierta que era como una flauta, pero no una normal esta tenía algo que la hacía diferente. En mi rostro se notaba una energía y alegría palpable al escucharla decir que le gustaría visitar la sala de música.

    —Claro, tocar el piano es algo que me apasiona —mi voz sonó suave—. Y más, si es para otras personas —no me alagaba ni vanagloriaba, no servía para eso, solo quería ser sincera conmigo misma, tocar el piano me transmitían muchas emociones y me encantaba expresarla con los demás.

    La sala de música era el lugar en el que podía ser yo misma, sin ataduras, ni prejuicios, ni acusaciones. No podía negar que pasar los recesos con Kai en la sala, sería muy entretenido, sabía que disfrutaría mucho verla tocar el shakuhachi después de todo era un instrumento musical, obviamente tradicional, pero eso no quitaba que lo disfrutaría muchísimo.

    Solo me quedaba pedirle permiso a Kohaku eso sí, reconocía que tal vez no me lo negaría mientras cuidara los instrumentos, ya lo había hecho una vez me había dejado las llaves, y para no mentir eso significo algo muy grande para mí. Entonces, después de mencionar sobre lo que una amiga se uniría o lo que tal vez ya se unió al club de esgrima, —la cual era Adara— escuche lo que dijo Kai.

    Asentí antes de responder.

    —Si —murmure son una sonrisa—. Ella es una chica con un carácter algo peculiar —alce una ceja con algo de diversión observando a Yu—. Pero de seguro ella no acortará tu nombre de buenas a primeras como lo hice yo.

    Y era verdad, Adara no era así, así tuviera la confianza que tuviera, pues no lo haría tan solo que la persona le cayera tan bien como para hacerlo, pues lo haría. Yu mencionó algo como que empezaba a sospechar que se había anotado por error en una escuela de mujeres, solo parpadee un poco con algo de diversión, eso significaba que en el club había puras mujeres, al subir mi vista a él note que me miraba de reojo y la sonrisa en sus labios me dio a entender que soltaría algo que me dejaría parpadeando a como paso al inicio.

    No me creía una fan suya, ¿cierto? ¿Pero? ¿Se lo diría? Para nada.

    De seguro verlo con una espada en la mano sería algo divertido, ¿no? Como tal, ladee la cabeza al escuchar la afirmación de Kai con lo que si llegaría a participar en un evento musical, escuche atenta a lo que dijo sin mucho problema, me olvide de lo que me transmitió, acordarme de lo que me paso ese día en la pista de baile, sin embargo, me dio un poco de nostalgia al escucharla, decir que su campo de acción es algo restringido a eso se refería al instrumento tradicional que tocaba ¿no?

    Realmente me gustaría ayudarla.

    Sé que se me ocurriría algo de seguro que sí, de alguna manera, lo sabía.

    Y aquí era donde escuchaba la voz de Adara.

    Siempre te has preocupado más por lo demás que por ti misma Fiorella.

    Pero no podía dejar de serlo.
    Ser egoísta, despreocupada, hizo que perdiera a mis padres.
    Y eso que aún era pequeña, ¿pero como una niña pequeña va a saber como ser egoísta y despreocupada?, ¿como? Sin más me llevé una mano a la cabeza y me di unos leves golpecitos, con el índice, era una clase de terapia que siempre hacía cuando me sentía como ahora. Entonces recordé como había llamado a Yu me centre en eso y puede que espere alguna reacción de su parte pero… No llego ninguna o tal vez la dejo pasar, bueno, no tenía idea, solo lo observe con detenimiento al escucharlo decir que le gustaba la música.

    —¿En serio? —pregunté con toda la atención del mundo—. Deberías de intentarlo si nunca lo has hecho claro, puede que te guste algún instrumento, ¿no sé quién sabe?


    Eso lo mencioné porque si entonces Kai invadió su espacio personal ligeramente para decirme algo claro reí, pero lo recibí con toda la deleite. ¿Así que freestyle? Eso era estilo libre, ¿rapear?, ¿no?

    —¿Así qué rapeas? —reí al escuchar como decía que ya no se podía tener secretos en el país—. Lo normal Yu, —lo miré mientras mencionaba el apodo otra vez sin complicármela mucho—. Tú dijiste que Kai tocaba shakuhachi así que están a la mano por así decirlo en mi forma de verlo, claro está.

    Mientras mencionaba eso me detuve al ver que llegábamos al pasillo de los terceros, pues además el curso de Yu era la 3-1.

    —Creo que hasta aquí llegamos —mi vista se direccionó a la 3-3—. Tan solo que quieras ser un caballero para acompañarnos hasta nuestro salón, lo aceptamos —ni idea del porqué, pero entonces busque la complicidad de Kai—. ¿Verdad Kai?

    hay para serte sincera, no quería ir cerrando ni nada, más que nada porque me está encantando mucho la interacción de los tres?).
     
    Última edición: 9 Enero 2024
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    La risa con la que Cay recibió su apodo añadió una cuota extra de buen humor a mi día, se escuchó tan cristalina, adorable como él mismo. El sobrenombre que le había elegido era un poco especial, porque no se trataba de un recorte de su nombre o de una variación de éste, como acostumbraba a hacer con casi toda persona que conocía. Era una obvia referencia a la canción que eligió para Copito, una melodía que también consideraba especial porque (debía repetirme) todo ese asunto no dejaba de tener una gran importancia para mí. Y además me gustaba mucho cómo sonaba, encontraba cierto disfrute en la pronunciación de “Lionheart”. ¡El punto es que…! Este chico me dijo que debería hacerle justicia a su nuevo mote con toda la valentía que correspondía, frente a lo cual dejé escapar una risita suave, que fue tan cristalina como la suya porque me había contagiado ese destello de su energía.

    —Yo creo que el apodo te hace justicia a ti —secundé mientras subíamos las escaleras, rumbo al tercer piso—. Es que ayudaste a una chica a que su gorrión cantara y cuidaste a Hubby durante esa prueba que daba miedito. En estas acciones estoy descubriendo a un lindo caballero junto al que quiero quedarme un buen rato más —aseguré con frescura, la mano en la mejilla—. Qué pena que ya se nos viene encima la hora de clases.

    Con eso dicho, alcanzamos la tercera planta. Obviamente no había pasado por alto lo que me dijo Cay antes de lo del apodo: su afirmación de que Valeria debía estar orgullosa de mí, por la confianza tan presente en mis palabras, una confianza que iba dirigida tanto para mí como hacia ella; algo que nacía de un amor fraternal, complementado con convicción y fortaleza. Este chico, definitivamente, era un caballero con melena de fuego y un corazón cálido, que me hizo sentir abrigada con esas palabras. Se las agradecía con creces, pese a que no llegué a decírselo porque la conversación había fluido en otra dirección. Así, mientras nos adentrábamos en el pasillo de tercero, me volteé hacia él con la certeza de que haría lo mismo… y la sonrisa que le dediqué me entrecerró los ojos. No importaba si Cay no la interpretaba como un silencioso agradecimiento, pues con el gesto también le estaba transmitiendo que disfrutaba de su compañía.

    —Creo que no me has dicho cuál es tu clase, ¿verdad? —le dije, deteniendo mis pasos para tratar de hacer memoria, con un dedito en la sien— Por cierto, ¿te parece bien si nos pasamos nuestros números? —sugerí de pronto, en otro chispazo de mi esencia confianzuda y extrovertida— Sería genial volver a vernos, pero me ubicarías más fácil por mensajes ya que, aparte de parlanchina, soy bastante inquieta... Podríamos organizar un almuerzo con Hubby —añadí con ilusión—. Ah, y prometo que no te voy a spamear con fotos de Copito... No muchas.

    Estoy seguro de que podré responder de vuelta *emoji de automóvil verde*. Por lo que esto es un cierre y a la vez no es un cierre.

    Es el cierre de Schrödinger
     
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    Zireael

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    Cayden.png

    La respuesta de Verónica siguió la misma línea de todas las que me había dado antes, dijo que más bien el apodo me hacía justicia a mí porque había ayudado con lo de Copito, había cuidado de Hubert en la prueba de valor y que en esas cosas estaba descubriendo un caballero junto al que quería quedarse más tiempo. Me dio risa de nuevo, pero se me escapó por la nariz más como una vibración y, para sorpresa de absolutamente nadie, el comentario quiero volver a lanzarme el color al rostro. Puede que desde que llegué a esta escuela, desde que personas que creí perdidas volvieron y me diera cuenta de que no quería repetir el pasado, el cuidado de los otros fuese una de las únicas verdades absolutas que conocía.

    Ah, ¿qué más daba? Tenía que aferrarme a estas cosas, a los reflejos del espejo roto.

    Habían imágenes reflejadas que me alcanzaban de figuras más parecidas a mí, estaban en la introversión de Ko y sus ojitos de resina amarilla, pero también en el fuego de Anna y el amor que, sin dudas, podía profesar por los suyos; de repente también estaba en el azul de la mirada de Verónica, que pescaba lo bueno en comentarios de lo más indiferentes. En esos saltos de la luz, repentinos, era en los que tenía que vivir para no dejarme arrastrar por el otro lado de la balanza. El esfuerzo consciente en esa acción era lo que importaba.

    En cualquier caso, lo que dijo hizo que me detuviera otra vez ahora poco después de haber comenzado a subir por las escaleras al segundo piso, eso hizo que ella se adelantara otra vez antes de darse cuenta, al menos un escalón. El punto fue que hice una reverencia ligera, nada exagerado, pero me llevé la mano al pecho y sentí que el cabello había seguido el movimiento de mi cuerpo.

    —También fue un placer conocerla, señorita. Ya podremos compartir algo más de tiempo en otro momento o al menos eso espero.

    Fue decir la tontería y erguirme para seguir nuestro viaje, ya con el ligero rubor del rostro desaparecido también. No pensé que hubiese ignorado mi comentario sobre su hermana, solo creí que lo había escuchado y lo había dejado estar, pasaba a veces con algunas cosas importantes que decían las personas. Eso y que había desviado un poco la conversación, pero ya cuando llegamos al pasillo de tercero y me buscó con la mirada para sonreírme percibí agradecimiento en el gesto. Lo reflejé con la suavidad usual sin conferirle una pizca de pensamiento.

    —Ah. Soy compañero de Jezebel en la 3-2 —respondí a lo de la clase y asentí a lo de los números, sacando el teléfono de nuevo para extendérselo ya desbloqueado para que pudiera agendarse—. Cuando quieras y no me importaría el spam de Copito tampoco.

    La respuesta fue para lo del almuerzo también, supuse que se entendía. Mientras esperaba que guardara su número recordé que en la mochila me habían quedado dos galletas de las de ayer, de las que había dejado para comer yo, así que me quité la mochila de un hombro para poder sacarlas. Estaban dentro de una bolsa transparente bien anudada y, por obra divina, seguían enteras. Eran de las sencillas que no tenían nada por encima, solo la galletita de mantequilla redonda, pero las extendí hacia ella.

    —No tengo más, aunque en casa todavía quedan un montón. Llegaste tarde a la repartija, Snowy, pero al menos para que las pruebes.


    nyooom

    otro cierre de Schrödinger por acá
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Luego de exponer a Kaia me mantuve al margen del intercambio tan adorable entre las señoritas respecto a la música. Me gustaba, claro, tenía mi propia experiencia en el ámbito, pero mi acercamiento era mucho más... brusco, directo, incluso agresivo. Utilizábamos las palabras como armas y las encadenábamos entre sí, jugándonos el ingenio y la rapidez mental. No creía compartir con las damas ni una pizca de la delicadeza o la elegancia, los sentimientos que emanaban de su música. La mía tenía que ser contundente, tenía que doler.

    De otro modo no servía.

    Miré a Bianchi de reojo cuando mencionó el carácter peculiar de su amiga, la supuesta participante del club de esgrima, y su figura se amalgamó con la de Manson. Me sonreí y regresé la vista al frente, sin molestarme en descifrar mi propio gesto ni dar explicaciones de ningún tipo. Si seguía coleccionando a los amigos peculiares de la gente con la que hablaba podría fundar mi propio ejército de inadaptados. Siguió hablando, sin embargo, y noté que lo hacía directamente en mi dirección. La escuché sin mirarla y solté una risa nasal de nada.

    —Si ella es peculiar, me preocupa más bien la normalidad —solté al aire.

    Finalmente llegó mi cuota de karma a la escena, Kaia le dijo que solía hacer freestyle y lo acepté, suponiendo que me lo tenía merecido. En casa siempre habían intentado inculcarme la afición por las artes, era una parte muy valiosa de la... ¿cómo era? La educación integral que cualquier Hattori debía recibir y ostentar. Había un encanto distintivo en saberse la causa perdida de ciertas personas. Me divertía en exceso colmar la paciencia de los profesores de caligrafía, no asistir a las clases de pintura, aplastar las teclas del piano hasta que las pobres infelices renunciaran en hilera. El arte debía ser una expresión del alma, un consuelo o una liberación; jamás podría haber encontrado nada de eso bajo las directivas de mi padre. Vivía el arte, lo vivía intensamente, de hecho, pero lo vivía a mi manera.

    En mis propios espacios seguros.

    —Lo he intentado —respondí, encogiéndome de hombros—, pero tengo dedos de mantequilla.

    ¿Yu de nuevo? Algo en el cuerpo me chispeó y la sonrisa, ambigua de por sí, finalmente me estiró los labios, mas no dije nada. No era información que me interesara compartir porque no creía hilvanar nunca dos rimas seguidas en esta escuela de pijos. Era hipócrita viniendo de mí, con mi apellido y la jodida casa en la que vivía, pero me había ganado un lugar entre las ratas de Nerima y eso hablaba por sí solo. Sabía dormir en el suelo y apestar a resumidero. Nuestra música era cruda, directa, efímera y agresiva.

    Era nuestra.

    Nos detuvimos frente a la 3-1, aunque Bianchi puso en jaque mi honor de caballero y buscó la complicidad de Kaia. Ella se rió y asintió, muy convencida, a lo que yo saqué la mano derecha del bolsillo para estirarla en dirección a su aula.

    —Señoritas —indiqué, reanudando la caminata, hasta consumir los pocos metros hasta la 3-3. Allí paré y me monté el show porque sí—. Tengan una agradable mañana, y no me extrañen demasiado~

    Giré sobre mis talones apenas acabé la frase. A mi espalda llegó la risa de Kaia y su "nos vemos luego, Yu". En lo que regresaba a la 3-1 noté que Maxwell se encontraba en el pasillo y al pasar junto a ella le guiñé un ojo, desapareciendo luego dentro de mi clase.


    por acá cierro <3 Me gustó mucho que se conocieran, un placer teasear a Fio-chan uwu7
     
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    Bruno TDF

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    Y nuevamente me le adelanté sin querer, ups. Sucedió durante el ascenso por las escaleras, cuando terminé de revelar mi deseo genuino de permanecer a su lado; como siempre, mis palabras pasaron libres de filtro, en su máxima pureza. La buena noticia estuvo en que noté con más rapidez que Cay se detuvo a mis espaldas y que eso permitió no extender tanto la distancia entre los dos, que fue de apenas un escalón. Al girarme, noté con algo de diversión que, incluso estando un peldaño arriba, ni siquiera así superé su estatura y sólo quedamos a la par, porque Cayden era bastante alto. Esta situación me permitió apreciar mucho mejor la reverencia que me dedicó con una mano en pecho y el cabello de fuego fluyendo con su movimiento y, de paso, ocultando de mi vista otro bonito sonrojo. Ay, este tipo de cosas las adoraba demasiado, y a eso debíamos añadir sus palabras de que era un placer conocer, dejando en el aire la promesa de futuros encuentros. Todo cuanto llegué a hacer fue asentirle con entusiasmo, con mi alma sociable vibrando de júbilo.

    Luego vino mi sonrisa agradecida por lo de mi hermana, la pregunta por su clase y la propuesta de mantenernos en contacto. Me enteré así que Lionheart pertenecía al mismo salón que Fuji y Jez, lo cual me alegró bastante, sobre todo por ella. Cay y Jez no sólo compartían grupo para el proyecto escolar, ahora resultaba que también compartían el día a día durante los horarios académicos. Desde luego, no conocía nada sobre la relación que llevaban (y mucho menos sobre su conflicto con Fuji, uy), pero me hacía bien el saber que Jez estaría con alguien tan adorable y atento como Cay, quien además aceptó la idea del almuerzo y el spam de Copitos.

    —Gracias —dije, recibiendo su teléfono por segunda vez.

    Anoté mi número con hábil rapidez y finalicé agendándome con mi apodo:

    Snowy ★

    Añadí la estrella, esa lucecita. Sería algo que le contaría a Cay en nuestro segundo encuentro, para que entendiera su lindo y divertido concepto. Mientras tanto, me sonreí con satisfacción al ver mi contacto registrado con éxito. En el proceso me llegaron sonidos de tela rozándose, capté por el rabillo sombras de los movimientos de Cay y, para cuando alcé la vista con intención de devolverle el móvil, descubrí con grata sorpresa que me estaba extendiendo algo... Observé la bolsita con un brillo en el azul de mis ojos… Eran, ni más ni menos, que…

    Galletitas.

    —Ay, Lionheart —musité enternecida, recibiendo la bolsita con una mano. Las miré con evidente alegría y contuve una risita—. Qué bonita sorpresa, tienen buena pinta. Tendré que darte mi opinión pronto, eh.

    Las guardé en mi maletín y, para mi pesar, tocaba separar caminos… ¡Por ahora…!

    —Nos veremos pronto, estimado caballero —dije con una gran sonrisa—. Disfruté muchísimo todo, gracias por venir conmigo.

    Alcé la mano con la suficiente lentitud para que la notara, para que viera mi movimiento. Entonces estiré el brazo y me despedí de él con una única palmada en su hombro, tan suave como amigable, que esta vez no lo tomó por sorpresa. Hasta donde llegué a percibir, supuse que este contacto no lo incomodaría tanto. Le dediqué un asentimiento entusiasta y finalmente giré sobre mis talones, yéndome con mis cosas hacia el salón 3-3.

    ¿Y quién me encontré a medio camino? A Yukkun. La noté un par de metros más adelante, venía desde la puerta de mi salón porque, de seguro, había acompañado a Kaia-chan. Le eché una miradita para corroborar si pescaba mi presencia, cosa que sí sucedió porque el muchachote me dedicó un guiño al pasar. Me reí por lo bajo, divertida, y también hice lo mismo, le devolví el guiño. No estuve segura de si llegó a verlo porque siguió avanzando hacia su aula, fiel al flujo de su propio ritmo, pero este breve reencuentro me bastó para terminar de coronar tan hermosa mañana.




    Una vez en mi aula, ya acomodada en el pupitre, saqué mi móvil y le envié unos mensajitos a Jez:

    Buenos días, linda!
    Pasamos el receso juntas?
    Hay algo que me gustaría hacer
    Ven a buscarme cuando suene la campanita, porfa!


    aaaaa Cómo disfruté esta interacción, por deos. Gracias por caerle a Vero con Cay, fue hermoso lo bien que fluyeron <3
     
    Última edición: 9 Enero 2024
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    Escuche lo que Yu dijo después de haber mencionado que Adara tenía un carácter algo peculiar, sonreí solo en modo de respuesta, no dije nada más y tampoco vi que agregarle a eso. Entonces dejé por pasado el tema que el chico hacía freestyle nunca había visto a nadie hacerlo, por lo que tal vez tuve una pizca de curiosidad, asomo dentro de mí no quise indagar de más, pues tampoco vi y ni olí en el al ambiente hacerlo.

    Era curiosa pero...

    Luego decir que si nunca había intentado tocar algún instrumento, pues podía hacerlo, el menciono que lo había intento, pero preste un poco de atención al escucharlo decir que tenía dedos de mantequilla, alce una ceja por puro impulso, no a todos nos venía bien tocar algún instrumento ¿no? A veces simplemente nuestras manos nos traicionaban de mas. Lo había sentido en el momento que puse mis manos en el piano de mi madre después de dos años, claramente lo seguí intentado hasta que me salió, pero luego del ataque de pánico que tuve tome la decisión de no tocarlo mas.

    Ahora creía que tenía algo de permiso de seguirlo llamando Yu, ¿no? Pues el no dijo nada y suponía que se estaba haciendo la idea, que lo llamaría así cada vez que lo viera, después de todo ya lo había decidido hace mucho. Para ser sincera me asustaba, lo decidida que podría llegar hacer a veces. Después de poner en prueba su caballerosidad por así decirlo, sonreí para mis adentros, el chico accedió, ya que saco su mano derecha del bolsillo de su pantalón, gire un poco mi cabeza, mientras pasábamos por la 3-2 busque a Enzo con la mirada al igual que a Adara a la chica no la vi en nada y ni idea si ya habría llegado.

    Al llegar a la 3-3, pues me detuve cerca de la puerta, mire a Kai de reojo para después fijarme en Yu, reí al escuchar lo último que dijo, pero no mencione nada, giro sobre sus talones, la risa de Kai se escuchó al igual que su despido.

    —Hasta luego Yu —eso lo dije mientras alzaba mi mano en forma de despedida ni idea de cuando lo volvería a ver, pero había sido entretenido haberlo conocido, mire a Kai y le sonreí.

    Sabía que algunos de estos días compartiríamos momentos en la sala de música y eso me ponía contenta, apenas entre al salón me ubique en mi pupitre sin mucho problema, gracias al cielo ya no sentía al máximo el malestar con el que había llegado. Ya no sentía mis emociones tan revueltas como las de una ensalada.

    Y eso ya era un comienzo, ¿no?

    Gigi Blanche y por aquí voy cerrando con Fio, igualmente me gusto mucho que se conocieran uwu.
     
    Última edición: 9 Enero 2024
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    Insane

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    Era perfectamente consciente de que no había hablado con Sasha desde la madrugada del viernes pasado, tenía pensado buscarla esta semana para almorzar juntos, sin embargo terminé inclinándome por enviarle un mensaje preguntándole qué tal iba esta semana, algo bastante general en realidad, pero no le veía punto negativo al hecho, a fin de cuentas éramos amigos, que si era realista, aunque molestara a Paimon por ampliar su círculo social el mío carecía de sustancia, tan solo los tenía a ellos dos en lo que consideraría cercano.

    Como fuese, ya tenía mapeada a Ilana, digamos que fue fácil de identificar por el llamado a lista con respecto a su apellido, un tanto curioso, además de que fisícamente parecía una niña de un cuento, era algo partícular, pero daba la sensación de ello. Orn la invitó entonces -a su manera, que notablemente no era el mejor en ello- pero aún así la muchacha aceptó levantándose de su pupitre y acercándose con una sonrisa, la cual devolví con cortesía, acentuándoseme en cuanto le dió las buenas tardes al otro, como una demostración silenciosa de lo que era tener modales básicos al señorito agrio.

    Vaya.

    —¿Trabalenguas? —murmuré con una risa nasal bastante suave—. Puedes llamarme Sui de igual forma, un gusto, Ilana.

    Paimon pareció esperar a que ella pasara aprimero, bueno, al menos le daba un lugar. Atravesé el marco hacia el pasillo en lo que recorría con la vista el lugar, estaba aún atestado de grupos que se comenzaban a consolidar.

    —¿Prefieres el aire libre, o te gusta otro tipo de espacios?

    Orn enterró la mano libre en el bolsillo, echando la vista hacia la ventana, pareció que tenía la intención de decir algo pero se resignó como quien carece de ganas de sugerir, por lo que le pregunté directamente, que éramos tres y podíamos llegar no sé, a un consenso.

    —¿Y tú Pai? ¿Fuera, dentro?

    —Con el clima que hace, no sería bueno igual estar muy expuestos al sol —me clavó la vista en mis orbes, que sino fuesen cubiertos por el cristal oscuro la percepción a su reproche sería más vivído—, pero ya es su decisión.

    Aunque no lo parecía a gran escala, era un buen amigo. Relajé los hombros y regresé mi atención visual a ella para esperar si tenía algún lugar que quisiera conocer de la escuela; no le estaba restando importancia a lo que había dicho el otro por la condición de mi vista, tan solo me preogramé que si fuese en un lugar externo pues buscaríamos un buen sitio con sombra, porque en parte desperdiciar este tipo de días tampoco me apetecía mucho, y almorzar en la cafetería... no era de mis preferencias por el ruido ambiental.
     
    Elegir, al azar, de una lista

    De las opciones:

    • Cafetería
    • Observatorio
    • Patio Norte

    Ha salido: Cafetería

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    Zireael

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    Ignorando la invitación que no fue una en realidad, fueron dos palabras y darme cuenta de quién era el amable de la amistad. Tenía su gracia, debía admitir, que no solo contrastaran en colores si no también en actitud. Era evidente que Suiren pretendía balancear al cara de moco que era su amigo, como yo había pretendido balancearlo cuando conseguí el mínimo de confianza.

    —No tengo preferencias específicas, supongo —dije mientras giraba el rostro para mirar el exterior por una de las ventanas—. Ayer estuve en la azotea. Igual deberíamos evitar llevar tanto sol, en eso Pai tiene razón.

    A ver, una cosa era ser Suiren, pero yo también era bastante paliducha. Si me la jugaba tantísimo estando fuera acabaría por un camarón en cualquier momento, lo que era malo para la salud de cualquiera y era feo en sí mismo. No sabía muy bien qué opciones nos dejaba eso, claro, pero lo dicho no me importaba tanto el lugar.
     
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    Insane

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    En lo que regresaba la vista a una de las ventanas me llegó la respuesta de Ilana de costado, me sonreí apenas, era sensata con lo del sol así que bueno, podía también aportar un poco en todo esto para no quedarnos más tiempo aquí estorbando en mitad de la puerta de la 3-2 y el pasillo.

    —Almorcemos en la cafetería, y luego podemos dar una vuelta por la biblioteca.

    Craig alzó las cejas ligeramente.

    —¿Interesado en pedir algunos libros?

    —Sí, uno en específico.

    Asintió entonces, brindándole a Rockefeller una sonrisa amistosa para disponerse a caminar, los dejé a ellos adelante para dejar paso por la izquierda al resto de estudiantes que andaban de aquí para allá aún, llegando hasta las escaleras. No recordaba haberle mencionado a detalle lo que había hablado con ella en su momento, así que supuse que repetiría algún tema de conversación pero nada que hacer, además, la chica no se veía como alguien impaciente ni irritable, por lo que supuse y estaría bien.

    —¿Y qué te ha parecido la escuela hasta el momento? —le preguntó el albino en lo que comenzábamos a bajar los escalones.
     
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    Zireael

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    Ya estaba visto que me pasaba con las confianzas y con las manos sueltas, en el pasado eso me había significado problemas con las personas más de una vez. No todos estaban cómodos con tales acercamientos, con el contacto y el afecto repentino de alguien que conocían poco. Con el paso de los años, incluso luego de haberme vuelto cercana a Al, había tratado de modular ciertas expresiones físicas y verbales de afecto excesivo. Por eso le había preguntado a Adara antes de abrazarla o evitaba tocar a gente como Cayden, por ejemplo, que parecía especialmente nervioso.

    Con Vero me pasaba algo parecido a lo que me ocurría con Laila, aunque ella también era algo más nerviosa, y lo que medio sin querer me había pasado con Joey. En cierta medida me sentía un poco más libre o más cómoda dentro de mi propio cuerpo, lo suficiente para anular las contenciones que el espacio había forzado sobre mí. El Caso Vero, para llamarlo de alguna manera, era particular porque en ella había encontrado una energía muy similar a la mía, un pequeño espejo blanco.

    Ver cómo cerraba los ojitos cuando le corrí el cabello tras la oreja me hizo sonreír, fue un gesto automático, cargó ternura y cariño. Quizás a veces no fuese bueno, tal vez me preocupara demasiado en ciertos días, pero me gustaba poder cuidar de las personas hasta dónde me lo permitieran. Vero quizás no necesitaba cuidado de nadie, pero me dejaba mimarla y eso bastaba.

    —¿No has ido? —pregunté con cierta sorpresa por lo del invernadero—. Bueno, creo que este año yo tampoco, pero es muy bonito. Seguro te gusta mucho.

    A ver, según ella esa la primera parte del plan así que la cosa tenía, al menos, dos partes como toda buena película. La tontería me hizo reír por lo bajo, recibí a la chica en mi espacio de nuevo y solo estiré el brazo para recoger el bento con calma.

    —Comenzamos —contesté empezando a caminar para salir de la clase—. ¿Este plan tuyo en cuántas partes está dividido?
     
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  17.  
    Bruno TDF

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    Una pequeña cuota de sorpresa tiñó las palabras de Jez al preguntarme si nunca había ido al invernadero, frente a lo cual negué con una sonrisita embelesada porque su reacción se me hizo muy dulce, como todo lo que provenía de ella. La verdad es que la comprendía, hasta yo misma caí en cuenta de mi propio desconcierto. Resultaba curioso que no hubiera puesto un pie en el invernadero a estas alturas del año, a sabiendas de mi energía tan activa y por la constancia con la que me movía por diferentes espacios (no por nada me resultaba esencial que la gentecita bella tuviese mi número de móvil). Además, me gustaban las flores; encontraba un placentero espacio de relax en la cercanía de los pétalos, así como en la caricia de sus perfumes y la fragancia de la tierra mojada. Si lo pensaba con detenimiento, era posible que me hubiera reservado la visita al invernadero para algún momento especial, un poco de forma inconsciente.

    Hoy era un buen día para ir.

    La risa de Jez llegó a mis oídos con su suavidad usual y se dejó llevar por el cariñoso agarre de mi brazo, en dirección al pasillo. El sol resplandecía con fuerza al otro lado de las ventanas, por lo que esperaba encontrar en el invernadero una buena sombra en la que resguardarnos. Las dos éramos blanquitas como montoncitos de nieve y por la misma razón teníamos una piel delicada. La mía era particularmente sensible, si no iba con el debido cuidado los pómulos se me teñirían de rosa en un parpadeo.

    —Mi plan se compone de tres fases —le respondí mientras caminábamos; afiancé el abrazo porque sí, porque también me encantaba mimarla y hacer que se sintiera protegida a mi lado—. La primera consiste en llegar al invernadero y hallar un buen sitio; la tercera, disfrutar de un delicioso almuerzo juntas, hoy traje un bento que me preparó la madre de Fuji —conté balanceando la bolsa de tela, irradiando emoción— Y no, no me olvidé de la segunda parte.

    Detuve con suavidad mis pasos, esperando que hiciera lo mismo. Entonces me coloqué frente a ella y la miré con una emoción que creció lentamente en el resplandor de mis ojos. Repasé su cabello, que me seguía resultando tan hermoso como la primera vez que lo vi. No era novedad para Jez lo mucho que me gustaba, nunca perdía la ocasión para halagárselo.

    —En la segunda fase… me gustaría peinarte y hacerte trencitas —dije, sonriéndole con dulzura—. Es algo que quiero hacer desde hace bastante tiempo, y me hace mucha ilusión —me sinceré, y acto seguido entrelacé las manos frente a mi pecho, la bolsa pendiendo de mi codo— ¿Me dejarías?
     
    Última edición: 11 Enero 2024
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    Zireael

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    Al final resultó ser que el plan de Vero se componía de tras frases, así que podíamos pensar en que tenía su introducción, su desarrollo y su conclusión. La idea me hizo cierta gracia, pero me la guardé con tal de escuchar la explicación de la chica y asentí suavemente mientras la oía, para que supiera que le ponía atención. Con eso dijo que la primera parte era llegar al invernadero y la tercera almorzar, ya que la mamá de Kakeru le había enviado un bento.

    —Es muy lindo de su parte —comenté cuando encontré un espacio para hacerlo.

    Dijo que no se había olvidado de la segunda parte, se detuvo frente a mí, me miró con la emoción que la caracterizaba y cuando soltó la famosa segunda parte del plan la sonrisa que me alcanzó el rostro fue de absoluta ternura. Vete a saber desde cuándo se le había ocurrido, pero se notaba que le hacía ilusión incluso antes de que lo dijera y no se me ocurrió siquiera la posibilidad de decirle que no.

    —Claro que sí, cielo —dije mientras volvía a envolverla en un abrazo—. ¿Cómo te diría que no?

    Estaba regresándole su espacio cuando el chispazo de rojo, como un manchón de sangre, atravesó mi campo de visión y vi a Cayden asomar la cabeza en la clase de Vero. Cuando retrocedió sin encontrar a quien buscaba me di cuenta que llevaba las facciones ligeramente comprimidas, tensas, y bajó casi hecho una tromba esquivando a la gente con fluidez, aunque un par de diablos sí se comieron algo parecido a un empujón.

    Me quedé un poco desconcertada, porque cuando me dio el papelito parecía estar tranquilo, pero desapareció tan rápido como llegó así que no había mucho que hacer. Sacudí la cabeza suavemente, regresé la atención a Vero y me enredé a su brazo, instándola a caminar.

    —Te invito a algo de tomar, ¿te parece, Vero? ¡Lo que tú quieras!


    las iba a arrastrar pero el post de la segunda planta era mío *clown*

    como siempre te comes un quilombo por proximidad, así empiezan las pandemias
     
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    Insane

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    Era totalmente ignorante a lo que se traían estos dos, que de igual forma me tenía sin cuidado, ya me daba por bien servido con la señorita aceptando mi invitación. Se levantó del asiento a lo que medio giré el cuerpo para que fuéramos a la puerta, pero ella me rodeó a lo que me quedé quieto hasta que se colgó en mi brazo. La sonrisa se me estiró a la izquierda.

    —Parece que tengo el don de identificar quién está aburrido, princesita~

    En lo que ya se me mentalizaba el cerebro con el recorrido general de esta pocilga llamada escuela escuché el intercambio. Vaya, yo sabía bastante francés, pero con el Italiano me dejaban a medias por no decir en menos cero. Además de que pareció aparecer alguna chispa en la mirada de ella hacia el tipejo. Asentí como para que el muchacho fuese caminando, y entre tanto, aprovechando la cercanía medio me le incliné al oído.

    —A ver, regina es reina, ¿no? —comenté como por hacer la tontería—, pero el resto señorita, necesito traducción~

    Me enderecé de regreso al estar ya en el pasillo.

    —Ah, y por allá están los baños —señalé—, hay una sala de música, algo de fotografía y también la oficina de la directora.

    Tenía su gracia el record de que no me hubiesen llamado hasta el momento a esa oficina.
     
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    Aún seguía sin creer que Enzo estuviera aquí, nunca quedamos con que él también vendría, ósea demasiado, tenía esta escuela con tenernos a las tres, simplemente no era bueno que él llevaba las sombras encima, también estuviera aquí, simplemente no, no era bueno. La cosa fue que realmente este chico era un retador, lo sentí en su mirada.

    Los retos también estaban en mi sangre y Enzo lo sabía de sobra.

    Antes de acercarme a Enzo escuché lo que dijo Zeldrick le sonreí en poco en medio de respuesta más que nada al escuchar el apodo con el que había terminado la frase.

    ¿Me había dicho, princesita? ¿No?

    Prácticamente, ese era mi título en la mafia.

    Entonces después acercarme a Enzo al escuchar mi apodo en italiano, invadí su espacio diciendo el suyo de la misma forma, él me conocía demasiado bien como para querer retarme, me conocía de sobra, así que solo lo ignoraba o que mismo sabría yo, él tenía que imaginarse que siempre iba a reaccionar igual o peor, sin embargo, el imbécil lo olvidaba. No pensé mucho más bien, me concentré en el otro muchachito, el que tenía a lado, era lo mejor, ¿no? Ahora que lo pensaba bien, ¿había sido demasiado confianzuda al pasar mi mano por su torso? No lo creía, después de todo no me había dicho nada, así que podía hacerlo cuantas veces que quisiera, ¿a que no?

    Nunca pedí permiso para algo y tampoco lo haría ahora.

    Enzo esperó que nosotros siguiéramos después, no le importo a que Zel asistiera para que él fuese caminando. En eso, sentí como el chico medio se acercaba a mi oído aprovechando la cercanía, reí al escuchar lo que dijo.

    Sí —murmuré como si nada—. Lo otro significa hielo —hice lo mismo que él, solo que al acercarme a su oído más de lo que lo hizo él, se lo susurre—. Él me llamó reina del hielo, por lo tanto, no me provoques mucho, puedo congelarte, ¿sabes? —eso lo dije medio broma mientras me alejaba.

    Caminamos por el pasillo sin mucho problema, me sujeté más a su brazo, Enzo siguió detrás, lo observé por encima de mi hombro con las manos metidas en el bolsillo del pantalón, entonces Zel empezó a enseñarle todo lo que había a nuestro alrededor, el otro apenas le presto la atención debida solo cuando menciono fotografía miro la puerta de esta con un leve detenimiento.

    —¿Supongo que has de saber quién es el líder? —su voz sonó algo distante al apuntar la puerta de la sala de fotografía—. Después de todo conoces esta escuela más que cualquiera de los dos.

    Preguntas que se permitían las personas nuevas, ¿no?
     
    Última edición: 11 Enero 2024
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