Pasillo (Tercera planta)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Gigi Blanche

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    Su respuesta fue honesta y me arrancó otra risa. Lo imaginé con su mamá hasta horas que no eran cristianas, derretidos sobre alguna superficie mientras esperaban que las galletas se hornearan. Eran ya muchos años de mi propia experiencia, de la única vez que había cocinado con mamá, pero esto también era de los primeros paralelos que encontraba. Fue agridulce.

    I would never —murmuré, cuando me pidió que no las mirara mal, y giré el rostro para buscar sus ojos—. Podrían estar crocantes como piedras o podrían tener dos kilos de sal cada una, ¿qué más da? Las hiciste, las esperaste, las empaquetaste y repartiste. Hasta les escribiste notitas a mano. Eso es lo importante. —Regresé la vista al frente—. It's in the little things, right? Tus amigos no recordarán el sabor de las galletas, o su textura, o la forma, o cualquiera de las preocupaciones que le pican a quienes las hornean. Van a recordar el momento en que abrieron su casillero y las encontraron de repente.

    Dijo que la próxima traería más galletas para mis hermanos y asentí con cierto ahínco, no sólo aceptando, sino ratificando que la idea me gustaba. Resultó ser hijo único y la forma en que lo formuló me hizo gracia.

    Oh, so you're not a spoiled kid? —lo molesté, enfatizando la negación, y se me ocurrió una pregunta—. ¿Y te gustaría tener hermanos?

    Era una estupidez que sólo se le cuestionaba siempre a los hijos únicos, o al menos yo nunca había visto a nadie hacer el interrogante opuesto. Una noción encerraba anhelo, la otra podía pecar de... ¿desagradable? Imagina decir "sí, me gustaría no tener hermanos". En mi caso había estado de ambos lados del charco. De pequeña no parecía que mis padres fueran a tener más hijos y me había habituado a ser la única; luego vino lo demás. Tampoco estaba segura de que mi relación con los niños fuera la que solía desarrollarse entre hermanos. Aún así jugábamos juntos, cocinábamos, veíamos pelis y me contaban lo que les ocurría en la escuela. Los molestaba, a veces se enfurruñaban y les hacía cosquillas.

    Tras alcanzar el tercer piso, nos detuvimos paulatinamente hasta quedar en un punto intermedio entre nuestras aulas. Cayden le echó su peso a las ventanas y yo permanecí en una de sus diagonales. Sabía que era injusto pretender arrastrar a alguien totalmente ajeno a nuestra mierda y que estaba jalando de los mismos motivos por los cuales había mandado a Arata a tomar por saco. La noción me puso un poco nerviosa, vi su sonrisa y solté el aire por la nariz. Sería mejor si evitaba nombrarlo.

    —Con unos chicos nos gustaría abrir un club, pero nos está faltando un nombre para llegar al cupo mínimo. Es un club de artesanías, por cierto, uno de estos chicos es artista y hablamos de conseguirle un espacio donde trabajar aquí, en la escuela. —Suspiré—. El asunto es que... esos trabajos no son precisamente inocentes. Nos gustaría mantener la cuestión entre nosotros y que no mucha gente sepa lo que hacemos en el club, por eso necesito a alguien de confianza y no cualquier random.

    Me quedé mirándolo, atenta a su reacción. Si el niño tenía dos dedos de frente sacaría muchísimas conclusiones de mi explicación tan ambigua, era inevitable.

    —Y pensé en ti.


    si quieres me la tiras por wha, como hicimos lo de anna y al owo
     
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    Era posible que si supiera que la pobre criatura le estaba tirando los paralelismos en la cara me hubiera callado, lo habría hecho porque yo conocía el poder de esas similitudes. Porque era el mismo que al encontrar algo remotamente parecido a algo de un pasado perdido retrocedía, colapsado, hasta que pegaba la espalda a la pared o alguien me zarandeaba lo suficiente para que interrumpiera el tren de pensamiento. Sin embargo, no era adivino así que era lo que tocaba.

    La escuché cuando comenzó a mencionar lo detalles de las galletas, que desde esperarlas hasta empaquetarlas con las notitas y me sentí extrañamente expuesto. En sí desde ayer sentía que me habían arrojado al mundo sin escudo, me sentía más liviano, claro, pero también sentía que si me tocabas me desbarataba. Dejé los ojos al frente, procesando esa suerte de verdad y tomé aire muy despacio.

    —Supongo que tienes razón —dije casi en voz baja.

    Regresé al centro con la tontería de parecer niño mimado, ella se agarró de la corrección y contuve una risa.

    Oh no, I am but it's a secret. —La respuesta fue sencilla, siguió la línea de la broma, pero en cuanto preguntó que si me gustaría tener hermanos respondí con más contundencia de la que me habría gustado, así que busqué disimularla de inmediato con una tontería—. No. ¿Compartir mis privilegios de niño malcriado? No gracias.

    La verdad recordé al hijo de puta de Liam diciendo que no me amaba, su ausencia siempre respirándome en la nuca, recordé que mamá había tenido que llamar a Yuzu cuando yo me le escapaba tres de cuatro noches y pensé en todas las mierdas que yo hacía en general todavía. Todo lo que sabía era que si yo no merecía haber sido extirpado como tumor, mucho menos lo habría merecido uno más pequeño que yo, más indefenso y confundido, uno que yo no habría podido proteger a tiempo en medio de mi propio caos.

    No podía atenerme a la idea de que un niño habría cambiado algo, en mí o en el diablo que me había traído al mundo.

    Ya cuando llegamos arriba y me soltó lo del favor, le contesté y toda la cosa, me soltó el asunto. Parpadeé despacio, que el club de artesanías, que rellenar nombres, que el artista y el espacio. Cuando dijo por fin que los trabajos no eran inocentes solté una risilla por la nariz, rozó un poco lo soberbio pero no me moví de mi lugar. Igual me parecía un poco raro hablar esto en medio pabellón, en vista de las características del asunto.

    —En mí, sounds sketchy enough —dije tratando de contener el dejo de diversión que se me quiso colar en la voz y hundí las manos en los bolsillos—. Los únicos eventos que me identifican como alguien de confianza son lo del pasillo, la conversación del campamento y... Arata as a concept. Últimamente he estado pensando en cambiarme el nombre a Last Resort, que es lo que acabo siendo en todo lo que se relaciona con el idiota.

    A pesar de las implicaciones de lo que estaba diciendo no cambié el tono, no me escuché molesto ni nada en particular, fue como si solo estuviera haciendo anotaciones en el aire. Desvié la mirada a algún punto tras ella, le di cabeza a la tontería y regresé a sus ojos, suavizando la sonrisa aunque se notaba que ya había adquirido otra naturaleza.

    —Necesito nombres aún así, del resto metidos en el embrollo. Para... saber quiénes son mis compañeros de club, si me entiendes, la verdad es que es mi único requisito. —Ladeé apenas la cabeza y el cabello siguió el movimiento—. Lo que hagan o dejen de hacer no me interesa en realidad.

    yo: yeh, haré esta cinta pero no creo usarla pront-
    cayden: hold my beer for a second
     
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    Gigi Blanche

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    Me sorprendió un poco que prefiriera no tener hermanos, en parte había asumido que la respuesta coloquial tendía a ser inversa y no creí que se debiera a algo tan superficial como sus... privilegios de niño malcriado, según él decía. Sabía que mi experiencia de hija única no había sido precisamente ideal, pero había un dejo de soledad inevitable en no tener con quién compartir las mierdas dentro de tu propia casa. Al menos yo lo veía así. En cualquier caso, las razones se me escapaban y no metí el hocico, sólo respondí con una risa nasal.

    Le dejé la propuesta sobre la mesa, o la solicitud del favor más bien, y su actitud dio un vuelco que no había esperado, que no había visto en él hasta ahora. Juzgó mi idea de pensar en él, su relativa confianza y se autoadjudicó el título de último recurso. Al final su sonrisa se suavizó, pero de una forma que me siguió resultando extraña y me sentí irremediablemente incómoda. ¿Había sido iluso de mi parte pensar que podríamos tener esta conversación de forma normal? ¿O, quizá, que no se pondría en ese rollo conmigo? No creía haberle dado razones para hacerlo, independientemente de sus líos con Arata. Sin embargo, la diversión y la soberbia estaban ahí.

    Un poco innecesario, si me preguntaban.

    Me pidió los nombres, pero el caso era que ya no estaba muy segura de que esto fuera una buena idea. Había algo en sus palabras y su expresión que me lanzaron pequeñas señales de alerta, unas que no había anticipado, por muy plano que hubiera sido su tono. Seguía molesto, era evidente, y no iba a comerme su escenita sólo por obtener su nombre a cambio. Podíamos negociar, pero la actitud no venía en el paquete. Además, como Rowan había dicho, no nos llevaría más de un par de días conseguir otro.

    —Si sigues tan enfadado con Arata es un poco contradictorio que le dejes obsequios en el casillero. En cualquier caso la idea fue mía, no suya, y como tal, tus problemas con él no tienen lugar aquí —definí, con cierta firmeza, y mi ceño se frunció ligeramente—. Puedes negarte si consideras mi juicio sketchy enough. Like I said, no tienes la obligación de ayudarme.

    Sabía que el plan tenía probabilidades de fallar, justamente con eso en mente me había ofrecido a hablar yo con él en vez de enviar a Arata. Al parecer, sin embargo, no había estimado bien el nivel en el cual afectaría su mera existencia. Esto respondía mi duda anterior, ya de paso. Pensé que estarían en mejores términos luego de ver las galletas en su casillero, pero al parecer me había equivocado. Sabía que no debía meterme ni me correspondía tomar partido en un conflicto que desconocía mayoritariamente, pero me resultaba algo difícil habiendo visto a Arata y sabiendo cómo se sentía respecto a... bueno, esto. ¿Hasta dónde merecía el escarmiento?

    —Con eso presente, creo que puedes ahorrarme la actitud, ¿no?
     
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    No podía culparla en realidad por subestirmar el peso de la vida de Arata en los otros, de sus decisiones de mierda y sus consecuencias, pero también era cierto que no le estaba cobrando a Shimizu solo la mierda del pasillo. Le estaba cobrando la charla con Hikari, ya perdida en el calendario, y el golpe en la cara que me había comido vendiendo sus cuchillos. No había forma de que esta criatura supiera eso, tenía todos los datos, eso era lo gracioso, pero ninguno acababa de conectar con el otro.

    Así como ella no tenía manera de saber la lista de compra que estaba cobrando, yo no tenía manera de saber que Arata le había dicho que hablaría conmigo una vez que ella lo hubiera hecho. En cierta manera el cabrón era siempre el desbalance, la estática en una habitación, pero que mi nombre hubiese aparecido en la ecuación era, quizás, el único acierto real para completar el plan que fuese que quisieran orquestar. No importaba si la idea era suya desde la base o provenía de la concepción que tenía el otro idiota de mí. Era indiferente.

    Tenía cara de no matar una mosca y me cortaba una mano antes que delatar a ciertas personas, sin importar lo que viera.

    Su corrección fue firme, no por ello retrocedí a pesar de que no tensé un solo músculo y tampoco estaba solo tomando su propuesta para tirarla al tacho de la basura. Con o sin Arata de por medio, sabría disculparme pero necesitaba nombres, los necesitaba porque podía cortarme una mano por ella y por Arata si quería, sin importar la molestia que sintiera con él, pero no prometía hacerlo por desconocidos.

    —Como bien dices, mi problema con él no tiene que ver aquí. La que me está pidiendo el favor eres tú. Lo sketchy es el cuadro en sí, no tu juicio. Tu juicio es maravilloso en realidad —respondí sin reaccionar a la firmeza de su tono, el apunte a lo contradictorio de mi actitud, lo ligeramente fruncido de su ceño ni a su orden de que me ahorrara la actitud—. Soy reemplazable en el plan, eso no me lo tiene que decir nadie y me da igual en realidad.

    Era una certeza absoluta, no ponía en duda la capacidad de Sasha de meterse a alguien al bolsillo y si se quedaban sin opciones Arata podía amenazar a cualquier diablo, ¿pero cómo era la frase esa? ¿Mejor malo conocido que nuevo por conocer? En fin, como fuese, el punto es que había que asumir que era más seguro meterme a mí que buscar a otro aunque fuese para llenar espacio en el papel. La gente tendía a irse de la lengua con la presión suficiente, aunque fuese solo para decir "me pusieron para completar cupo".

    Relajé también mi culo arrogante, al menos lo suficiente para no seguir tensando tantos cables de gratis, pero aunque parecía no venir al caso no me saqué del todo el chip de negocios. No era ya porque el otro me tocara las pelotas, una parte de la cosa no estaba solo permeada por eso, era por el resto de tensiones en esta escuela y el hecho de que ya me había comido una hostia por un error, uno que ni siquiera podía rastrear hasta el final.

    —Los nombres, Sasha —pedí una segunda vez, ya sin dejos de arrogancia ni esas mierdas. De hecho me quité la sonrisa del rostro y opté por ceder para neutralizarme a mí mismo, como una suerte de bandera blanca luego de caerme de cabeza en el fango—. Me da igual que pongan mi nombre en un papel, pero necesito saber a quién le estoy dando ese derecho. No importa si suena a berrinche de niño de seis años, me da igual, pero la hostia que llevaba en la cara cuando te busqué la primera vez me la llevé por hacer mierdas que le correspondían al imbécil. Estoy acostumbrado a cosas de dudosa moral, pero luego de eso tan siquiera quiero saber a quién le estoy dando mi nombre.
     
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    Mi intervención había neutralizado su semblante, también su forma de hablar, y con ello me di por servida. Fue casi hilarante, considerando que Arata lo había mencionado la semana pasada y no le había llevado el apunte. Si yo hablaba con él nos ahorraríamos una cuota de arrogancia, había dicho. No quería ni imaginar cómo se pondría el niño frente al otro pobre diablo, visto lo visto, sólo me quedaba aún más claro que lo conocía bien. Quizá Cayden tuviera razón y mi idea se apoyara ampliamente en la concepción que Arata tenía de él, pero eso no disminuía la importancia que le daba a mi propia experiencia. Hasta ahora había sido un muchachito adorable conmigo y de veras lo creía una buena persona. Mi elección corría por esa vía, no la de la lealtad absurda.

    Jamás pretendería que esta criatura se corte una mano por mí porque sí.

    Yo no lo haría por él.

    Lo escuché con aparente calma, primero, luego la recuperé de verdad conforme me convencía de que podríamos conversar como gente civilizada. Solté un suspiro, uno que me aflojó la tensión del cuerpo, y no me molestó hacerla evidente. Él había conectado el golpe en su cara con una responsabilidad que le correspondía a Arata, e incluso si comprendí que lo traía a colación para justificar su reacción inicial, también entendí que el problema entre ellos era más profundo de lo que creía. Sentía rencor, y el rencor era una cagada. Cayden no merecía acumular esa clase de veneno ni tampoco creía que Arata mereciera quemarse la piel con la ponzoña salpicada.

    Pero era un problema de ellos, vaya.


    Mantuve mi mirada sobre él unos cuantos segundos, hilvanando ideas e intentando arribar a una conclusión. Su primera reacción insistía en hacerme ruido, pero en sí no había permitido que lo siguiera dominando. Si seguía aquí en vez de mandarme a la mierda debía valer algo.

    —Estás en todo tu derecho de pedirme los nombres —murmuré, para descartar la idea del berrinche, y eché un vistazo disimulado al pasillo antes de seguir hablando; no teníamos a nadie cerca—. Ikari Rowan y Sakai Torahiko, están conmigo en la 3-1. Son de Bunkyō.

    Verbalizarlos me dio aún más consciencia del peso de lo que le estaba pidiendo y me acerqué un paso hacia él. Quizás Cayden no lo necesitara y sólo fuera por mi paz mental, de cualquier forma quise aclarar el terreno.

    You're my responsability now and I can assure you, if any of those fuckers tries to use your name for whatever reason may be, I'll rip their eyes out. —Lo puntualicé con seriedad y luego exhalé con cierta pesadez, relajando el semblante a consciencia—. No sé si lo de que mi juicio es maravilloso lo dijiste en serio o fue ironía, pero de verdad creo que eres una buena persona. Empecé a navegar este mundo de mierda hace poco, pero ya me comí la suficiente experiencia indeseable para discernir a la gente que está metida aquí adentro.

    Le regresé parte de su espacio, normalizando mi voz con ello, y me forcé a ignorar los fantasmas de las semanas recientes.


    —Desde el minuto que pensé en ti supe que iba a pedirte un favor de mierda y realmente te agradezco si lo haces más allá de todo.

    Busqué sus ojos y le sonreí, arreglándomelas para ser honesta en el gesto y transmitir cierta calidez pese a lo escabroso del asunto. En ese momento sus palabras hicieron eco, reconectaron y creí comprender la falta en la que Arata había incurrido. Este niño había sido su responsabilidad, ¿verdad? Cayden había existido bajo su cuidado y él había fallado. Fuera por estupidez, por negligencia o por desinterés, el resultado era el mismo.

    I really mean it. Haré lo que haga falta para tomar las decisiones apropiadas y que no tengas que ver ni el nombre del club escrito. Soy consciente de lo que te estoy pidiendo y pretendo estar a la altura de ello.

    memeo, she went *whoosh* full Yuzu for a sec JAJAJA
     
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    Zireael

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    Podía ser bastante insolente, eso lo había entendido hace muchos años, no era una virtud ni nada pero valía la pena señalarlo. En cierta forma era mi manera de marcar límites, los pocos que parecía poseer; los había trazado con Arata desde la hostia en el Shimizudani, con el viejo Dunn ayer, los había marcado también con el Kasun marca diablo y solo porque todo sonó lo bastante sketchy quise marcarlos aquí. Podía decir que Sasha me parecía ordenada, justo por eso existiría el dichoso club, pero Arata ya me había condenado una vez y los otros no tenía idea.

    Que pudiera partirme el alma en fragmentos muy específicos no anulaba el resto de mi personalidad, las cosas buenas que señalaban las personas que me importaban, pero en el pozo donde estaba metido no sobreviviría de buenas acciones. Ninguno de nosotros lo hacía realmente, había que forjarse, moldearse y preservar los restos para el mundo donde la luz sí alcanzaba. Saber arrojarse el precipicio y salir.

    Confesar el origen del golpe no me venía en gracia, pero servía para que al menos se hiciera una idea de dónde provenía mi disgusto y la de mierdas en las que me metía por imbécil, más que nada. Puede que ella tuviera razón, que Arata no mereciera esta cantidad de ácido y que yo llevara semanas con el veneno atorado en la garganta, pero en comparación con la infección del viejo Dunn no parecía nada.

    Quizás estuviera habituado a esas cantidades de rencor, no tenía idea.

    Prefería no pensarlo tanto.

    Entendía que mi cambio de actitud siguiera significando un obstáculo, no pretendía ser una cucharada de miel tampoco, pero si no me había ido a la mierda era por algo. Podíamos hablar como seres decentes, quería decir, yo podía hacerlo porque ya estaba visto que siempre era el que montaba la escena de turno así que dependía de mí. En fin, me regulé, ella murmuró que estaba en mi derecho de pedir los nombres y los soltó, incluso antes de que dijera el barrio ya había unido cabos. No conocía a ninguno personalmente, pero sus nombres estaban en la enciclopedia. ¿Habían venido a parar aquí? Lucky girl.

    Tal vez decirlo en voz alta le conectó algunos cables, porque dio un paso hacia mí y lo siguiente que me dijo me hizo repasar sus facciones con cierta intensidad, una bastante parecida a la que había usado al convocar a los imbéciles el otro día y percibí unas vibras completamente diferentes a las de la Sasha que había conocido hasta ahora. Igual buscaba el error en la matrix, la broma en el asunto, pero la chica estaba siendo terriblemente seria al respecto y su figura se fundió con la de Yuzu, a quien seguía sin contarle la mierda del golpe sin saber que ya había descargado su furia sobre Arata. No tenía idea de que el imbécil estaba sirviéndole a Minato como pago a su infracción.

    Empecé a navegar este mundo de mierda hace poco.

    Estaba dentro.

    No había podido escapar.

    Seguí escuchándola y observándola como si siguiera esperando el truco, ya de por sí era naturalmente desconfiado y estos contextos solo lo empeoraban, pero me sonrió, se forzó a hacerlo con honestidad a pesar de la mierda de asunto en el que estábamos y yo fruncí apenas el ceño, contrariado. Por un lado era la que pensaba que no se cortaría una mano por mí, pero era la misma que estaba diciendo que le arrancaría los ojos al resto de estúpidos si usaban mi nombre fuera de lo estrictamente necesario.

    —Era en serio, lo de tu juicio quiero decir. —Fue lo primero que logré responder después de darle vueltas un rato a todo, pendiente al pasillo, y me forcé a relajar las facciones después. En medio de mi propia confusión me había quedado prendado a sus ojos, quizás porque me dieron las únicas respuestas que necesitaba—. Use it then, I'll trust you.

    Respiré con cierta pesadez, sacudí la cabeza casi como un perro mojado para sacarme cualquier sensación extraña de encima y suavicé los gestos a conciencia, tampoco quería quedarme con la cara de moco. Además lo decía en serio, iba a confiar en ella y punto, iba a hacerlo porque así como ella era capaz de pensar que yo era una buena persona, yo pensaba que ella lo era.

    Era la misma que preparaba brownies.

    Y yo el mismo que repartía galletas.

    Saqué la mano derecha del bolsillo, la estiré en el espacio entre nosotros suponiendo que se entendía la lógica y esperé a que cerráramos el trato. Ver el famoso club, aunque fuese en un papel, me era indiferente, todo lo que quería era seguridad. Al final del día era lo único que necesitaba para funcionar en el mundo.

    —Por el bien del resto de imbéciles, espero que no debas recurrir a lo de sacar ojos. Kinda scary for such a pretty face.

    Se fue de cabeza auxilio JASHJE im wasted

    Cayden meanwhile

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    Gigi Blanche

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    Le dejé el tiempo que necesitara para ordenar sus ideas y tomar una decisión, o al menos para que procesara todo; ya me había dicho que usara su nombre, el mensaje lucía bastante claro. Él se mantuvo en mis ojos y yo hice lo mismo en los suyos, con la esperanza de que allí encontrara la mínima tranquilidad que necesitaba. Su respiración se asemejó a un bufido y tuvo toda la pinta de significar "fuck it". La mano extendida me lo confirmó. Se la acepté al instante y su broma me ensanchó la sonrisa.

    —¿Dices? Y yo que ya tenía las tenazas en el bolso —bromeé en un tono casual, incluso indiferente, y dejé nuestras manos quietas. Sumé la que tenía libre y la apoyé encima, con suavidad, acercándome a él—. Thank you, sweetie. De veras lo aprecio mucho.

    Bajé la vista un instante y lo dudé un poco, pero al final regresé a sus ojos tras exhalar por la nariz con cierta pesadez.

    —Arata quería esperar a que habláramos para acercarse a ti —murmuré, y esbocé una sonrisa algo resignada—. Las razones se me escapan un poco. Él, como todos, funciona con sus tiempos y espacios; y también, como todos, se preocupa por sus amigos. Incluso si no lo parece, quiero decir. —Se me aflojó una risa de nada y comencé a retroceder, soltándolo lentamente—. Puedo dar fe de ello. Quizá no te apetezca oír esto, pero creo que ayuda saberlo. Al fin y al cabo, ¿cómo nos conocimos tú y yo? Si ese día hubiese oído algo como esto las cosas habrían sido muy diferentes, probablemente.

    El error lo había cometido por el cúmulo de infortunios, después de todo, por la aterradora puntería de Joey y Alisha para convencerme de que Arata me había vendido. Si no hubiese dudado de él, o más bien, si no hubiese tenido motivos para hacerlo, la historia podría haber sido muy diferente. No me aferraba a ese what if, ¿de qué me serviría? Sólo lo creía importante para aprender la lección y ganar perspectiva.

    —Y ya me callo, que me dije a mí misma que no me metería —agregué regresando al tono casual, alzando las manos y riéndome apenas. Relajé los brazos, los enlacé a mi espalda y le sonreí a Cayden—. Gracias, otra vez. Don't forget the lunchie! I have great expectations!

    Fui retrocediendo mientras exclamaba las tonterías, hasta que me giré e ingresé a mi aula.


    tengo mUY poco tiempo así que estoy en modo ultra speed. Por esa misma razón prefiero cerrar esto de los niños, que kinda ya hablaron lo que tenían que hablar, sowwy unu
     
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    Me tuvo paciencia y de repente me picó en el cuerpo la sensación molesta, casi parasitaria, de que todo el mundo debía tenerme paciencia porque era un intenso de cojones. Que mamá debía ser paciente, que debían serlo mis tíos, que debía serlo Ko con mis vidrios rotos y debía serlo Sasha con mi desconfianza y mi rencor, que debía serlo Arata por el mismo motivo y forcé la desconexión. Ya me habían hecho el exorcismo del año, no iba a quedarme atorado el día siguiente porque implicaría lo mismo por lo que estaba teniendo otra tanda de delirios.

    Todos debíamos ser pacientes con los demás, eso era lo decente.

    Era lo que estaba bien.

    La otra soltó como si nada que tenía las tenazas en el bolso, a mí se me escapó una risa por la nariz, pero cuando sumó su mano libre con suavidad y se acercó volví a prendarme a sus ojos porque era lo único que me daba respuestas reales, al menos así lo percibía. Me agradeció, yo aflojé el cuerpo sin darme cuenta y alcancé a sonreírle, regresando los sistemas al Cayden que había conocido hasta ahora, más o menos.

    Al final saqué la otra mano del bolsillo, repliqué su gesto en cierta medida, fue mi manera de decirle que no hacía falta agradecerme y me quedé allí hasta que volvió a hablar mencionando al tercero en discordia. No solté su mano, solo aparté la que había colocado encima y esta vez fui yo el que bajó la mirada. La suspendí en el apretón que había cerrado el trato y sin querer presioné un poco su mano, no tuvo fuerza ni nada, cuando me di cuenta de lo que hice supe que fue un intento por no perderme a mí mismo en la molestia que sentía hacia el otro idiota.

    —Gracias. —Fue lo que alcancé a decirle casi en un murmuro, dejando ir su mano suavemente al notar que empezó a retroceder—. No sé muy bien por qué, pero gracias.

    Recordé la suerte de acertijo que le había soltado a Ko en el pasillo, luego de la desgracia, recordé a los imbéciles entrando tras ella y pensé, Dios, pensé que yo había sido el eslabón perdido. Que algo había pasado, que las hilachas habían quemado, y había guardado silencio y quizás, solo quizás, Arata era el que debía sentir rencor hacia mí.

    Le importaba esta chica, ¿no? Se le notaba y yo le había fallado como él me había fallado a mí y como nosotros le habíamos fallado a Ko. Éramos todos una bola de perdedores que no habíamos podido defender a los nuestros de los demonios a tiempo y deberíamos vivir con eso el resto de nuestras vidas, incluso si esos errores, si esos pecados imperdonables, no eran más que ideas ilusorias o si habían pretendido matarlas con fuego.

    Reconecté los cables cuando dijo que se callaba, alcé la vista para mirarla de nuevo. Le sonreí con calma, lo hice de verdad a pesar de mis embrollos mentales de siempre y la despedí con un movimiento de mano.

    —No lo olvidaré —dije respecto al almuerzo y relajé el brazo al costado del cuerpo—. Te paso a buscar.

    Una vez desapareció en su clase, saqué el móvil del bolsillo, busqué el chat del estúpido en cuestión que tenía los últimos mensajes de la noche en las Catacumbas y mientras entrada a la 3-2 le envié un audio. Lo que le dije fue escueto, pero supuse que él entendería una cosa tan sencilla como "ella habló conmigo".


    tranca palanca, no pasa nada <3
     
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    Gigi Blanche

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    La pregunta que se permitió hacer fue bastante incisiva, me ensanchó la sonrisa en el rostro y me tomé un tiempo para responderle. No había mucho que pensar, si acaso definir la cantidad exacta de información que me apetecía otorgarle. Subimos el segundo tramo de escaleras y, abordando el último, abrí la boca.

    —Diecisiete, en realidad. Cumplo los dieciocho el mes que viene —respondí, incluso si no era necesario, y le lancé un vistazo breve—. Es una pandilla juvenil, se ha mantenido así desde su fundación. Actualmente, el rango etario de sus miembros va desde los dieciséis hasta los veinticinco años. —Moví la cabeza de lado a lado, pensativo—. Supongo que sí soy bastante joven.

    Alcanzamos el pasillo de tercero. Aminoré el ritmo considerablemente, siendo que nuestra clase era la primera, y relajé la espalda contra las ventanas. La seguí con la mirada y una sonrisa asomó en mis labios.

    —Los Lobos se habían convertido en un grupo impredecible y turbulento que no le servía a los de arriba, así que decidieron involucrarse. —Me encogí de hombros con aparente indiferencia—. Me ubicaron donde quisieron y me dejaron el resto del trabajo a mí.

    Quizá los planes originales del Yamaguchi no eran tan radicales como había acabado ejecutándolos, pero en definitiva había cumplido y ellos consiguieron lo que querían: una cabeza fría y lo suficientemente controlable para mantener a raya la pequeña escena del barrio.

    —Aunque dudo estar contándote ninguna novedad, ¿cierto? —agregué finalmente, buscando sus ojos de forma directa.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Dado que ambos habían entrado hacía muy poco en la academia, no me sorprendió especialmente escucharles decir que no habían visitado todavía el Observatorio; de por sí, no creía que fuese el destino predilecto de casi ninguna persona. Si al final decidían visitarlo o no, lo cierto era que no me incumbía demasiado; sin embargo, ambos parecieron sopesar la idea y eso fue más que suficiente para hacerme sonreír con suavidad mientras asentía ligeramente con la cabeza.

    Luego vino mi boletín sobre las diversas actividades que ya se habían realizado en la academia, con el que no tuve ningún reparo a la hora de citar celebraciones más o menos legales a la par que una salida oficial organizada por la escuela misma. Empezaba a suponer que el chico no sentía interés verdadero por todas aquellas opciones tan sociales, pero el entusiasmo de la muchacha se veía mucho más genuino, y saber que mi información iba a servir para al menos uno de los dos bastaba para que me sintiese orgulloso de proporcionar la misma.

    —Sí, parece que es prácticamente inconcebible que los niños pijos se aburran por aquí, pero lo bueno es nos podemos aprovechar de ello~ —dije, como si yo mismo no formara parte de aquel grupo, y aproveché un poco antes de que Kashya se fuera para colocarme a su espalda y apoyar las manos sobre sus hombros—. Kachito here estuvo en la mascarada, así que si os da curiosidad... ya sabéis a quién preguntar~

    La chica compartió una mirada entre nosotros, tan neutral como solo ella sabía ser, para finalmente asentir una vez con la cabeza; por supuesto, se lo había tomado completamente en serio a pesar de mi obvio tono de broma. Todo el asunto me sacó una sonrisa entre divertida y enternecida, pero no me dio tiempo a comentar nada más al respecto porque Kashya se despidió de nosotros para dirigirse a su clase. Después volví a acercarme a los primos y les indiqué que retomáramos el camino, todo mientras sopesaba durante un par de segundos la pregunta que el chico me había hecho.

    >>Te diría que buena suerte, antes que nada —contesté, sin poder reprimir la leve risa de diversión que se me escapó junto a las palabras—. No es una mala clase, pero sí que creo que tienes que caerle bien a las personas correctas, porque si no, podría llegar a convertirse en una clase bastante fea.

    Mientras tanto, finalmente llegamos al tercer piso, y con la nueva información que había recibido del chico, supe que nos tocaba despedirnos de él primero. Así lo hice, pues, deseándole un bien día e informándole, tanto a él como a Kaia, de que podían contar conmigo si alguna vez necesitaban algo o querían pasar el receso con alguien más o menos conocido. Con esta última, sin embargo, todavía me quedaba algo de recorrido, así que aproveché cuando estuvimos a solas para estirar el brazo en su dirección, en una clara invitación a que se enganchase del mismo (solo si así lo quería, claro).

    >>Señorita, ¿me permite escoltarla hasta nuestro aula~?

    voy medio cerrando por aquí, que no sé si seré capaz de responderte again en estos días </3 tenía muchas ganas de rolear con los primitos, aunque fuera un poquito, so i'm really glad de haberles podido caer <3
     
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    quem

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    El chico se tomó su tiempo para poder responderme a la pregunta que le había hecho, en sí repase la pregunta algunas veces para ver si no había sido demasiado mordaz al momento de hacerla y para ser sincera, pues, me sonó normal. Aunque si estaba pensado que responderme, creo estaba bien mientras no me soltara información de más, pues era lo mejor.

    Además, no era correcto soltar cosas de más, si no sabes para qué le serviría a los demás, obtenerla.

    Entonces asentí cuando empezó hablar en eso íbamos terminando de subir el último tramo de escaleras del segundo pasillo. Cuando alcanzamos el pasillo de tercero, él disminuyó la caminata a un ritmo considerablemente, ya que nuestro salón quedaba de primero.

    Para ser sincera en lo único que reclute de toda la información que termino de mencionar fue cuando dijo que el "rango etario de sus miembros va desde los dieciséis hasta los veinticinco años" solo parpadee un poco al recibir sus ojos de forma directa en el momento en que termino de mencionar que dudaba estar contándome ninguna novedad.

    Solo lo miré sin inmutarme, quisiera.

    —Creo que la única novedad de todo lo que menciones fue lo del rango etario —lo mire de arriba abajo, —. Aunque te falta mucho para llegar a los veinticinco —eso lo murmure porque si entonces fije mi vista adentro del salón, divise a Jean, ella apenas supuso que la miraban, fijo su mirada en mí, sonreí al ver la revisión que me hizo, solo asentí para darle a entender que todo estaba bien.

    Regrese mis ojos a él después de segundos.

    >> Entonces voy a ir entrando —sonrei de lado, aun sabiendo que los dos estudiabamos en el mismo salon—. Fue un gusto acercarme a ti Alpha der Wölfe —le guiñe un ojo miestras retrocedia hasta llegar a la puerta—. Por cierto el apodo en aleman se queda conmigo, si te llego a llamar por tu nombre es por que tengo algo importante que decirte o por si hay mucha ropa tendida.

    En pocas palabras mucha gente a nuestro alrededor.

    Con eso respiré hondo antes de entrar de una vez por todas, apenas me senté en mi asiento, recibí la mirada intrigada de Jean.

    —¿Todo bien?

    Asentí.

    —Todo excelente salí viva, ¿no?

    holis por aquí cierro con Eda, fue un gusto rolear con Kou uwu
     
    Última edición: 12 Diciembre 2023
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La respuesta que Thornton me facilitó respecto a mi clase pecó de ambigua, aunque no de políticamente correcta, y eso era suficiente para mí. ¿Caerle bien a las personas correctas? Lo miré, buscando confirmar hasta dónde hablaba en serio, y al final solté el aire en una risa nasal bastante floja. Sus motivos debían diferir de los míos, quería decir, dudaba que lo dijera por Shinomiya, así que ya teníamos... dos focos de potencial conflicto como mínimo.

    Charming.

    Los despedí en la puerta de mi aula y los seguí con la mirada unos pocos segundos. Thornton se había puesto en plan caballero y a Kaia la tontería parecía tenerla bastante encantada; al principio dudó, o al menos demostró duda, y acabó aceptando su brazo. Sus límites eran bastante ambiguos, incluso contradictorios, pero se conocía a la perfección y sabía regular sus reacciones a niveles casi aterradores. Me gustaba creer que aquí, en la escuela, podría permitirse ser una adolescente relativamente normal.

    Las clases transcurrieron con normalidad, al menos el período de adaptación me permitía no aburrirme. Con la campana del receso bufé ligeramente y me estiré en mi asiento, mirando los alrededores. La gente había empezado a moverse y, derretido en la silla como estaba, hundí la mano en el bolsillo para sacar el móvil. Pura manía. No tenía nada importante, bostecé y me incorporé, saliendo al pasillo para encontrarme con Kaia. Ambos lo hicimos prácticamente al mismo tiempo y coincidimos a mitad de camino, frente a la 3-2. Ella me sonrió con entusiasmo, yo le correspondí más calmado y la bolsa del bento que llevaba sujeta en ambas manos rebotó contra sus rodillas. Tenía la comida de los dos, por algún motivo solía insistir en hacerlo así.

    —¿Aún quieres ir al observatorio? —le pregunté.

    Ella se distrajo momentáneamente en la ventana y luego deslizó la mirada a mí, asintiendo.


    Dejo acá a los primos, a disposición de los panitas
     
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    Zireael

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    Al final nadie me respondió más mensajes, así que solo subí con Jez y cada una se metió a su clase. Era un día bonito, comenzaba a sentirme más instalada en la clase y todo parecía ir ajustándose de nuevo, aunque fuese bastante despacio. Cuando lograba sentirme tranquila me daba cuenta que había echado en falta estar allí, en un salón de clase.

    De la manera que fuese, en cuanto sonó la campana recogí mis cosas, saqué mi almuerzo y estaba a medio camino entre mi asiento y la puerta cuando sentí el teléfono vibrar. Lo saqué del bolsillo de la falda, vi que era la respuesta de Vero así que abrí los mensajes luego de hacerme a un lado para no estorbar. La chica escribió que tenía dos interesados más en el club de esgrima y tuve que tragarme la risa al ver corregía el Yukkun a Yuta. Por demás, el chico era mi compañero de clase así que eso facilitaba un poco las cosas.

    Gracias por avisarme
    El chico es mi compañero, así que tal vez le hable pronto
    Que te aproveche el almuerzo!


    Después de contestarle a Verónica pretendí buscar al muchacho en el salón, pero debió salir apenas sonó el campanazo, así que lo dejé estar hasta que vi a los albinos en cuestión suspendidos frente a la 3-2. Medio sentí que interrumpía, pero pues entre el mensaje de Vero y que estaban allí igual era necedad mía no acercarme, así que simplemente lo hice y al estar ya cerca de ellos hice una reverencia ligera antes de hablar.

    —Hattori, ¿cierto? Ambos —dije con calma, miré primero a la muchacha dedicándole una sonrisa y luego deslicé los ojos al muchacho—. Soy compañera de... No creo que sirva, tendré que decirle el nombre a alguno de los dos.

    Para hacer la historia corta, me di cuenta que no podía decirles Hattori Uno y Hattori Dos, aunque la cosa rozó el pensamiento en voz alta y noté que la divagación había detenido mi intención. Sacudí la cabeza suavemente, restándole importancia, y volví a dividir la atención en ambos.

    —Voy a la 3-1 también, Laila Meyer. Bienvenidos a la academia.


    estaban puestitos en bandeja y yo tengo tendencia al secuestro no self-control

    Bruno TDF pa que sepas que Laila le contestó a Vero nomás uwu
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El pequeño tiempo muerto que se había concedido Kaia me amplió el radio de atención de forma casi inconsciente; así, el momento en que ella asintió y que yo giré el rostro a nuestro costado fue prácticamente simultáneo. Reconocí a la chica, iba a mi clase. Primero le sonrió a Kaia, quien le correspondió al gesto con la naturalidad de siempre, y entonces reparó en mí. Asentí ligeramente a modo de saludo, de confirmación también, y su duda quedó suspendida en el aire.

    —Mía —acoté en el pequeño silencio, con calma pero cierta firmeza, cosa que no calculé; era mi tono de voz sin más. Kaia me miró y yo le correspondí poco después—. ¿Piedra, papel o tijera?

    Ni siquiera respondió, viró el torso en mi dirección y preparó ambas manos; yo dejé la izquierda en mi bolsillo y sólo utilicé la derecha. La primera ronda la ganó ella, la segunda también, y le puse un poco de neurona al asunto; medio porque sí, medio porque tendía a ser competitivo. La tercera ronda me la llevé yo y me marqué dos más al hilo, consiguiendo la victoria. El juego en total había durado si acaso diez segundos, no nos dejamos tiempo de prórroga entre ronda y ronda; parecería que las decisiones las habíamos tomado al aire. Conocía a Kaia, sin embargo, y si yo le había echado cabeza al asunto, ella también.

    No confiábamos en el azar.

    En el instante que gané ella subió la vista a mis ojos, compartimos una mirada y la sonrisa me estiró los labios. Era una tontería, pero seguía siendo divertido ganar. Ambos regresamos el cuerpo en dirección a mi compañera de clase y Kaia me señaló con el dorso de la mano, cediéndome el ¿derecho? Personalmente no veía el embrollo, podría habernos diferenciado por los honoríficos a secas. Suponía que era extranjera, como todo Dios en esta escuela, y el rollo de las tradiciones locales les daba pereza.

    —Yuta —concedí, pretendiendo resolver su dilema, y agregué—: Pero si lo prefieres, ella es Kaia.

    —Encantada, Meyer-san —murmuró mi prima, con la suavidad usual; a veces hablaba hasta los codos pero no perdía la compostura—. Y muchas gracias, todo ha sido muy lindo y divertido hasta ahora. Apenas llegamos a la escuela nos acompañó una chica hasta este piso, nuestra guía del receso también era una dulzura, y hoy por la mañana nos saludó un muchacho con su hermana.

    —Cualquiera diría que somos celebridades o algo —bromeé, sin cambiar el tono, y Kaia soltó una risa breve.

    —¿Quizá nos hicimos virales y no lo sabemos?


    —Bienvenida al club —le dije a Laila—. ¿Precisabas algo?

    Había pretendido ser servicial, pero el tono o mi cara quizá se prestaran a confusión.


    este piedra papel o tijera fue auspiciado por mi novio ganándome lIKE ALWAYS
     
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    Bruno TDF

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    El encuentro con Bleke, si bien leve, resultó sumamente agradable. Tal como fue mi pretensión en un principio, ignoré aquellos tenues gestos que captaron mi atención por algún motivo, y en cambio me había enfocado en el resto de nuestro intercambio. Alrededor del Club de Astronomía flotaba cierto misterio, porque Middel admitió no contar con mucha información al respecto y atribuyó aquello al temperamento de sus integrantes, lo cual generó cierto interés de mi parte. Le concedí la razón respecto a que la existencia del Observatorio implicaba el buen funcionamiento del mencionado club, y de pronto empecé a pensar la cuestión como un tema de investigación.

    Como trama de una posible novela de suspenso, contaba con elementos prometedores.

    La repentina ocurrencia se desvaneció con el fluir de la charla, en la que se tocarono las impresiones que los narcisos le generaban. Me hubiera gustado que me compartiera un poco más de su aparente gusto por las flores, mas nuestro pequeño viaje tuvo su final en el pasillo de la segunda planta, donde nos despedimos con sonrisas sinceras. Al igual que ella, su compañía también me alegró. Tras desearle un buen día, me dirigí a mi respectiva clase. Las asignaturas y los minutos se extendieron sin mayores contratiempos.


    Buenas tardes, Cay
    Paso a buscarte a tu salón


    Escribí esos mensajes apenas sonó la campana del receso, tras lo cual comencé a hacer acopio del almuerzo. Hoy también me había traído el bento, en cuyo interior tenía dispuestos asimismo unos cubiertos. Traer comida de mi residencia era una costumbre que había comenzado a adquirir recientemente, motivo por el que ir por las instalaciones de la academia con este objeto me resultaba un poco extraño, por la sensación del peso extra en mis manos. Sin embargo, más desconcertante fue el encuentro que me alcanzó en la zona del pasillo, apenas salí, pues allí fui súbitamente interceptado por Markus Ferrari. Ni siquiera me permitió un mínimo espacio para asimilar su aparición, su búsqueda de la clase de Anna y su incómodo comentario sobre mi desempeño inicial en el baile del viernes. Se fue con la misma velocidad a la que se me acercó cuando despejé su duda, llamándome “Sherlock” en el proceso y pidiéndome que saludara a Watson… No creía que se estuviese refiriendo a Cayden, a razón de que no tenía manera de saber mis planes del día y tampoco le incumbían, pero al final fui yo quien terminó haciendo la asociación. Sonreí para mí mismo, negando levemente con la cabeza, y me limité a subir al tercer piso sin conceder mayor espacio a intuiciones ni interpretaciones sobre lo que acaba de ocurrir.

    Cayden me había buscado en nuestro anterior almuerzo, así que decidí ser yo quien tuviera la gentileza en esta ocasión. Ahora que lo pensaba, no había ascendido hacia los pisos superiores desde que llegué a la academia, motivo por lo que alcanzar el pasillo de los de tercer año tuvo cierto aire de novedad. Hice un paneo general con la mirada, sin ninguna motivación aparente, quizá sólo pro puro ejercicio de observación. Lo más llamativo que percibí fueron el chico y la muchacha albina que ahora estaban… ¿Jugando al piedra, papel o tijeras? Se encontraban frente a la clase de Cayden, por lo que me limité a pasar a cierta distancia de ellos y su acompañante.

    Me coloqué en el umbral de la puerta, con el bento en una mano. Di con algunos rostros conocidos, pero me centré sobre todo en la cabellera pelirroja de Cayden. No costaba mucho detectarlo entre una multitud, para ser honesto. Esperé a que repara en mi presencia y, apenas lo hizo, le dediqué una sonrisa serena.

    De manera inevitable, volvió a cruzarse por mi mente lo que dijo Markus: lo de Sherlock y Watson.

     
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    Zireael

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    La acotación del muchacho fue firme, pero no parecía alterado así que no lo tomé a mal, ni siquiera cuando oxigené neuronas y recordé que los honoríficos habrían solucionado mi problema. Tenía el cerebro pastoso todavía, llevaba demasiado tiempo metida en casa, y el Yukkun de Vero por mensajes me seguía haciendo algo de gracia, así que la cosa igual pecaba un poco de acto fallido. No le di muchas vueltas de todas formas, me distraje con el repentino juego de piedra, papel o tijera que sucedió frente a mí.

    No duró ni medio minuto, sucedió con la velocidad suficiente y la muchacha reaccionó con tanta fluidez que supe que era algo usual en ellos. Piedra, papel y tijera podía parecer azaroso que daba gusto, pero en cierta medida se trataba de predicción, ¿no? Cuando él sé llevó las rondas siguientes supuse que había sido por eso, pero de todas maneras fue gracioso de ver.

    —Yuta entonces —atajé aceptando el nombre que me estaba otorgando y cuando Kaia habló volví los ojos a ella, con la sonrisa en el rostro otra vez—. Me alegro que los hayan recibido bien. La gente suele ser bastante amable.

    Lo de las celebridades, de todas formas, consiguió hacerme soltar una risilla baja. Al final yo no era más que otra figura salida de alguna caja para darles la bienvenida, eso lo dejó claro Yuta, y su pregunta no supe si fue servicial en sí o solo era una pregunta directa de por qué había venido a meterme con ellos sin más. Cuando sentí un atisbo de ansiedad en el pecho lo bateé lejos, porque sabía que provenía de mí y no de ellos.

    —¿Además de unirme al club de las bienvenidas o al club de fans, dices? —pregunté con suavidad, pero fue evidente que era una broma. De todas formas, balanceé apenas el peso del cuerpo—. De hecho me dijo un pajarito que estaban interesados en el club de esgrima, quise corroborar si la información era correcta.

    La broma del pajarito hacía el doble de gracia teniendo en cuenta a Copito, pero no tenía idea de si ellos sabían del ave así que el chiste se quedaba solo para mí.


    *minuto de silencio por el piedra, papel o tijera perdido* unu

    Cayden.png

    Sería mentira decir que no noté lo desconcertada que se quedó Ilana con mi petición, pero como no me parecía algo extremadamente raro y no sabía de sus propios líos mentales no le di la importancia suficiente. Me había bastado el incidente de la hierba con Anna, que al final nunca me había alcanzado en realidad porque el otro había sido un visto y no visto, para saber que no quería repetir la historia.

    Ilana era la pieza floja, la pata coja de la mesa, y apenas apareció aquí fui consciente del hilo que nos unía irremediablemente. Mis disculpas fueron sinceras con las galletas, pero solapé el favor en ellas y aproveché el hecho de que ahora tenía la cara sana para sacarle partido. Puse una trampa en el suelo y apenas la criatura dio un paso el lazo la pescó, levantándola, y yo tensé el hilo que nos unía.

    Ella se preocupaba por mí, ¿cierto? Entonces no podría decirme que no.

    Con la pieza suelta asegurada me retiré, pasé las horas de clase como si nada y la vida siguió su curso. El receso llegó aunque estaba comenzando a cansarme de estar sentado ya y había estado por levantarme para ir a buscar a Hubert cuando me llegaron sus mensajes, haciendo que me quedara sentado. Técnicamente era más fácil si yo bajaba, le ahorraba algo de caminata a él, pero en cierta forma era lindo de su parte querer pasar a buscarme. En cualquier caso, le respondí aunque no hiciera falta.

    Te espero

    Saqué mi propio almuerzo, me quedé esperando hasta que noté la cara del chico en el umbral y él me sonrió apenas se dio cuenta que reparaba en él. Antes de levantarme percibí que lo hizo Ilana, medio absorta en sus pensamientos, así que la rebasé para seguir mi camino y la niña solo cayó en cuenta de nuestra presencia cuando tenía medio cuerpo fuera de la clase, así que nos sonrió y se despidió con un movimiento de mano, sin más.

    La despedí de la misma manera, regresé la atención a Hubert y le di un toquecito en el hombro que me sirvió de ancla para apartarnos de la puerta. Le sonreí con calma, ya sin tantos embrollos mentales haciendo ruido en el espacio y el único que importaba, que lo incluía a él, lo arrojé tan lejos como pude. Acabó apiñado en un recoveco de la cueva, cautivo en un círculo de fuego.

    —Estimado príncipe —le dije casi en voz baja, pero no pude guardarme la broma, e incluso hice una reverencia—. Es muy amable de su parte subir las escaleras por un humilde caballero.

    Al erguirme todavía tenía la sonrisa en el rostro y conecté con sus ojos.

    —¿Tienes algún lugar en mente?


    viste que tú escribiste la broma de sherlock y lo demás pasó?

    pues lo mismo con lo del príncipe JAJAJ
     
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    Gigi Blanche

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    Con Yu estábamos por ir a conocer el observatorio cuando una chica se nos acercó. Su cabello también era claro, aunque la luz le dibujaba reflejos de un lila muy suave, y sus ojos, pese a ser de un rojo bastante más intenso que los de Yuta, lucían considerablemente amables. Nos desenvolvimos sin mayor problema alrededor de ella, jugamos y Yu le cedió su nombre. Por contradictorio que fuese, yo era más rígida que él en ese sentido.

    —¿No son lo mismo? —replicó el chico ante la broma de Laila, su acotación fue rápida y, habiéndonos ella revelado su motivo para buscarnos, Yuta alzó las cejas—. Un pajarito muy parlanchín, imagino.

    Se refería a Verónica, ¿cierto? Ayer, en el dojo, nos había mencionado un par de veces a la presidenta del club de esgrima. Utilicé el tiempo en que Yu hablaba para recorrer a Laila de forma disimulada con la vista, sin un motivo demasiado concreto. Tendía a analizar el entorno para contrastar la información que recibía, eso era todo.

    —Es correcta —afirmé, asintiendo con cierta vehemencia, y sentí la coleta de cabello a mi espalda—. Tanto el club de esgrima como el de judo, ambos nos interesaban. Probablemente pueda darle una mano a Maxwell-san.

    —Y a mí me interesaba más el de esgrima —agregó Yu, mirando a Laila, y su sonrisa se ensanchó apenas—. Aunque en verdad practico kenjutsu, jamás agarré un florete en mi vida.

    —Tendrás que darle una mano con lo básico, Meyer-san —bromeé, junto a una risa liviana, y él se encogió de hombros.

    —Al parecer soy buen alumno.


    —Eso he oído, sí.

    Sólo lo molestaba, vaya, sabía de primera mano que decía la verdad y justamente por eso me metía con él. Había que verlo, soltando la tontería tan pancho como si no se lo tuviera totalmente creído ya. Yuta no era una persona particularmente egocéntrica, pero portaba ciertos orgullos sin una pizca de reparo. Ser el niño dorado de nuestro sensei era uno de ellos.
     
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    Amane

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    —Tora y Rowan, Rowan y Tora, gotcha! —repetí, extendiendo el dedo índice para ir señalándolos simultáneamente mientras tanto, y finalicé toda la presentación con una sonrisa animada.

    No había que ser ningún genio para entender la dinámica principal que estos parecían tener, pues yo solo necesité un par de minutos de conversación para descubrirla y, bueno, no era precisamente la persona más inteligente del mundo. Había sido Rowan el que había acortado el nombre del rubito, y este último había aceptado sin comentar nada (incluso si se le notaba en la cara que hubiese querido decir muchas cosas); había sido Tora el que había aceptado verbalmente la invitación, pero no sin antes haber recibido una mirada por parte del pelirrojo. Oh, he was down bad...

    Sea como fuere, en lo que a mí respectaba, los muchachotes habían aceptado pasar el receso conmigo y eso era lo único que realmente me importaba en ese momento. Así pues, asentí con la cabeza cuando el rubito dijo que nos fuéramos (a pesar de que su atención parecía estar más bien puesta en su teléfono móvil) y los tres nos dirigimos hacia el pasillo; una vez fuera, no tardé nada en acoplarme al lado de Rowan, queriendo estar lo más cerca posible para poder hablarle en voz algo baja.

    >>Oye, tú eres el sociable de los dos, ¿verdad? —le murmuré, colocándome la mano a un lado de la boca para evitar que alguien pudiera saber lo que le estaba diciendo, y le dediqué una sonrisa cómplice al erguirme, para hacerle saber que podía confiarme el secreto (que ni siquiera era demasiado secreto, vaya)—. Si no recuerdo mal, Alethea-chan os hizo el tour, ¿cierto? —retomé, alzando la voz de nuevo para que ambos pudieran escucharme—. She's cute, aunque no creo que os haya podido enseñar los secret spots divertidos. A ver, ¿sois más de respetar las reglas o saltároslas? There's a correct answer~
     
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    Zireael

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    Que respondiera a mi comentario con la broma me hizo reír por lo bajo y lo dejé estar con tal de buscar su mano. Ya estaba más que visto que a la pobre criatura le tenía las manos encima el cincuenta por ciento del tiempo o más, pero ella era igual así que ambos estábamos más que bien con ello.

    Me dijo que ayer almorzó en el invernadero, pero por la forma en que describió el espacio y el comentario de que olía a tierra húmeda supe que estaba pensando en la vez que me llevó al lago. Sasha era así, tenía esa clase de cuidado con las personas, y había almacenado ese momento y lo que había significado para mí, lo sabía.

    Quizás al Maze antes de ese momento, del lago, la mención al invernadero luego de lo de ayer lo hubiese echado atrás, pero ahora era distinto. En su lugar sentí que así como las galletas, saberme en un espacio con plantas y olor a tierra húmeda igual me hacía sentir mejor, que quizás lo necesitaba.

    Sounds nice —concedí sin más, con la sonrisa pegada al rostro.

    Mientras decía lo de la parada en la expendedora se deslizó, apoyó las manos en mis hombros y dejé caer la cabeza hacia atrás para recibir su mirada. La sonrisa se me enganchó y enderecé la cabeza, volví a buscar sus manos para despegarla de mi cuerpo y poder levantarme.

    La solté solo para tomar mi almuerzo con una mano y agacharme para levantar su bento con la otra, extendiéndolo en su dirección. Cuando lo recibió me estiré en su dirección, le anclé la mano ahora libre en la mejilla y le di un beso en la contraria, bueno en realidad fueron dos, uno encima del otro, y me quedé allí unos segundos antes de regresarle su espacio.

    —Vamos entonces. Hacemos la parada estratégica y seguimos —le dije con la suavidad de siempre—. Eso sí, tendrás que darme el tour por el invernadero, como si fuese nuevo~

    Le solté la tontería solo por molestarla, obviamente, y me dio algo de risa pero di algunos pasos hacia la puerta antes de estirar la mano a tientas para buscar la suya si había pescado bento solo con una mano. No respondió a nada en particular, solo al contacto de siempre, y pretendí dejar el agarre lo bastante flojo por si prefería soltarse y retomé los pasos para salir.

    A un costado de la puerta estaba Dunn todavía, con el muchacho moreno, y cuando reparó en nosotros aunque más en Sasha sonrió como saludo. No nos llevó mucho el apunte tampoco, después de todo había sido yo el que los interrumpió por la mañana por lo de los panecillos.

    Laila.png

    Que él siguiera la broma me hizo la debida gracia, de hecho me estiró la sonrisa, pero continuó con lo del pajarito diciendo que seguro era uno muy parlanchín y reí por lo bajo. Uno podía decir que sí, Vero hablaba bastante, pero no era incómodo ni nada, la niña en su monólogo más bien tranquilizaba o al menos a mí me había tranquilizado.

    De la manera que fuese, la muchacha fue la que confirmó la información, asintió y noté el movimiento de su coleta a su espalda. Medio me distraje con eso, tenía una mata de cabello preciosa incluso si estaba atada, pero regresé la mirada a sus ojos cuando siguió hablando y solo la aparté cuando Yuta habló de nuevo. Uno para esgrima y otro para judo, pero si no estaría la suerte divina de nuestra parte o algo.

    Bromas fueron y vinieron, la dinámica de ambos me daba algo de ternura por alguna razón y observé sus intercambio con calma. Me guardé el dato del kenjutsu, claro, aunque no era ninguna experta de las artes japonesas suponía que un poquito de investigación al menos me diría en qué se basaba. Si él tenía otra formación, quizás pudiéramos aprovecharla para adaptarla.

    Era diferente enseñarle a alguien de cero que a alguien que tenía experiencia en otras disciplinas.

    —Vero tiene fe en que yo seré una buena maestra, así que nos tendremos que dar una mano mutuamente —le respondí a Kaia que fue la que inició la tontería.

    Se me escapaba la broma interna, ni modo, pero no era un gran obstáculo. Igual en medio de la conversación recordé que era yo la que me había metido de la nada entre ellos y seguro les estaba atrasando los planes de almuerzo.

    —Pero bueno, no quiero tenerlos aquí todo el día tampoco. Seguro tienen hambre —apañé mientras buscaba el móvil en el bolsillo y al sacarlo lo extendí en el espacio entre ambos, con el teclado numérico abierto—. Pueden dejarme sus teléfonos si gustan y les envío un mensaje para que les quede el mío. Ambos pueden pasar al dojo cuando quieran, aunque imagino que eso ya se los dijo Vero también.


    ya te había citado dos veces cuando me di cuenta que bien te podía citar una sola JASJAJ mis neuronas
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    Yuta.png

    Era un poco gracioso, o curioso más bien, que las presidencias de los clubes de judo y esgrima estuvieran en manos de chicas tan esbeltas y aparentemente delicadas. Yo mismo había caído en ese prejuicio una buena porción de mi vida, al menos hasta que empecé a entrenar con Kaia y, dicho mal y pronto, la chiquilla me cerró el culo. Aún permanecería escéptico hasta verlas en acción, pero eso lo aplicaba a cualquier desgraciado por igual.

    Dudas a un lado, no veía motivo para ponerlas en tela de juicio en su puta cara. No se lo había hecho saber a Maxwell y tampoco se lo expresaría aquí a Meyer. Al contrario, cuando respondió a la estupidez sobre ser una buena maestra una sonrisa me torció ligeramente los labios y me valí del espacio para ejecutar una reverencia al estilo japonés, similar a las que le ofrecía obligado a mi sensei. Si lo estiraba era casi una burla hacia su persona, su rango e infinita sabiduría; lo admiraba, de veras que sí, pero ciertas reglas también me aburrían. Con el torso aún inclinado busqué los ojos de Laila desde abajo y me erguí sin prisa.

    —Quedaré a tu cuidado, entonces —murmuré, de forma un poco ambigua.

    Tras eso, la chica sacó su móvil y nos lo alcanzó para que le dejáramos nuestros números. Yo acepté el aparato en automático, sin detenerme en ninguna clase de sutileza social, y me puse a completar mis datos. Por suerte existía Kaia.

    —¿Acaso lo que oigo suena a despedida? Nonsense! —habló con bastante firmeza y luego le sonrió a Meyer con extrema suavidad, acercándose un paso hacia ella—. Me gustaría que podamos conocernos un poquito más. ¿Pasarías el receso con nosotros? Planeábamos echarle un vistazo al observatorio, ¿tú has ido, Meyer-san?

    Observé el intercambio medio de soslayo, mientras anotaba mi número y también el de Kaia, que me lo sabía de memoria. La conocía, le estaba haciendo los mejores ojos de cachorro mojado que tenía en el mercado y me tragué la gracia para no ir a arruinarle el numerito.
     
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