Pasillo (3º piso)

En ese diminuto espacio físico y temporal algo quedó suspendido, algo de lo que éramos, y volví a preguntarme si sería capaz de asimilar esta mierda de verdad en algún momento del día de hoy, de mañana o de lo que quedaba del mes. Sentí que ella también había presionado los puños, pero los relajó con tal de acariciarme el cabello y tomé aire otra vez, con tal de grabarme esto en la memoria. El calor de su cuerpo, el olor de su cabello y el tacto de sus manos.

Hizo un sonido afirmativo a lo que le dije de ir a verla mañana y creí que quedaría en eso, temí que su silencio no se moviera a ninguna parte, que se separara y se fuera. Temí, como vivía temiendo desde hace semanas, pero su voz me alcanzó y las lágrimas me ardiendo con algo más de insistencia, me las tragué y esta vez fui yo el que hizo el sonido afirmativo.

La sentí desprenderse de mi cuerpo y deseé poner resistencia, Dios mío, deseé mandar todo a la mierda y pegármele como una garrapata, pero era demasiado injusto e irresponsable de mi parte. Era inconcebible hacerle eso cuando ya le había hecho todo lo demás y por esa idea aflojé los brazos, solté su uniforme y deshice el agarre alrededor de su cuerpo.

Recibí su sonrisa, la reflejé como pude y la vi irse. La vi aparecer en el pasillo sin girarse un segundo, y el caos de ira y tristeza, la marea púrpura, amenazó con ahogarme. Apenas su silueta desapareció de allí y me supe solo alcé la vista al techo, tomé una bocanada de aire y me quedé allí un minuto, dos o tres. Ni siquiera los conté, cada uno era más horrible que el anterior.

Me quedé allí porque en este espacio había quedado el corazón de Anna.

Y los minutos que me habían arrebatado.​

Cuando logré volver a ponerme en movimiento me enjuagué los ojos con las manos, aceptando el destrozo, y salí de allí sin mirar a nadie. Entré a la clase solo para sacar las pastillas de la mochila, me bajé dos sin siquiera pensar en buscar agua para hacerlo y dejé el salón antes de que fuese demasiado tarde, anticipándome a que el campanazo no tardaría en llegar. ¿Dónde iba a meterme? Daba exactamente lo mismo, enfermería, armario, baños. Todo lo que sabía era que no podía comerme las horas de clase restantes.

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no pasa nada, te mando muchos ánimos con la uni <3

it was a pleasure x2 cada día que lloro otro río por estos niños es un día que merece ser vivido *ugly cries* es un honor ser parte del drama con usted, estimada dama

 

Sonreí con ligereza tras oír lo que el moreno soltó a mi espalda, claramente a modo de broma pero no en el tono de una. No creía que ser amiga de Kohaku fuera una cosa difícil, aunque de por sí nuestra relación fluía conforme a nuestras personalidades... desapegadas, si se quiere. En ningún momento me había preocupado o creído que nuestra amistad se hubiera arruinado por el tiempo que nos distanciaramos, él no se molestaba y yo menos; además, ninguno estaba libre de pecado. Con todo, entendería si otra persona lo viera de forma totalmente opuesta. Ni Ko ni yo éramos lo que se dice amigos políticamente correctos.

Shimizu al parecer conocía a Ko incluso desde antes que yo y eso alteraba un poco la línea temporal. Había mantenido la vista al frente, en ese momento giré el rostro y lo detallé un par de segundos, sin molestarme en disimular ni dar explicaciones. A ver, a ver, no lo había analizado lo suficiente hasta ahora pero este chico no parecía cumplir con el estándar de estudiante del Sakura.

—Ah. —Alcé las cejas, creyendo haberme iluminado, y se me aflojó una risa breve en lo que regresaba la vista al camino—. ¿Eras de la pandilla o lo que fuera donde estaba metido?

Ko nunca había tenido la predisposición de hablar al respecto, pero Chiyoda era un pañuelo y, conforme pasábamos tiempo juntos, los misterios se habían apilado. Era un niño de santuario y con cara de angelito que cultivaba hierba y la vendía. Incluso si no hablaba de eso ni me permitía acompañarlo, las casualidades ocurrían. Salíamos a tomar un helado y un tío con pintas dudosas le preguntaba si andaría por el Hibiya el viernes, o grababa un audio sobre precios y variedades, o sacaba un fajo de billetes y con eso le compraba las tonterías a Hanabi. Era cuestión de hacer dos más dos.

Como tal, y con mi insistencia, le había sacado algunos datos bastante ambiguos; pero al final del día, como había dicho antes, Ko no acostumbraba presentarme a sus amigos.

El otro chico volvió a hablar y esta vez sí lo miré de soslayo, luego Shimizu acotó y arribamos al último tramo de escaleras.

—¿Pero qué dices? Con lo divertido que es hacerle la vida de a cuadritos a los demás —solté al aire, otra vez, en un tono bastante ambiguo entre broma y afirmación.

Cuando me aburría tendía a mandarme cagadas, como lo de Joey, y para la gracia no era algo que me amedrentara en absoluto. Aún así, ni siquiera habría sido fácil definir si mi aporte pretendía apoyar a Shimizu, burlarme de él o sólo ir en contra del moreno porque sí.

 

Incluso en medio de su caos emocional, lo cierto era que Sonnen se desenvolvía con cierta naturalidad con esta chica, vete a saber por falta de fuerza para sus teatros usuales de cara de culo o porque era amiga de Ko y eso cambiaba algo. Tampoco había que ser demasiado listo para saber que Altan, así como al menos tres cuartos de la población de Japón, tenía un punto suave por Kohaku. La desconexión de Sonnen, así como la mía, encontraba un punto neutro en el chiquillo que no exigía ni se enojaba.

Aunque vete a saber hasta qué punto eso era realmente algo que aplaudir.

Luego de mi explicación noté que O'Connor me detalló de manera consciente, la dejé hacerlo sin siquiera cambiar el ritmo de nuestro andar y por la manera en que habló fue evidente que encontró en mi mera existencia las piezas del rompecabezas que necesitaba. Su momento de iluminación me vino en gracia, solté una risa bastante floja y me encogí de hombros.

—Me vendió la cara, como siempre —respondí sin molestarme en cubrir el sol con un dedo y la miré de costado, con la gracia bien pegada en las facciones—. Lo era, sí. Yo me hice más viejo y el niño sigue ahí, con su cara de angelito, ¿te parece justo?

—Ya va a empezar a quejarse —anunció Sonnen—. Si le das cuerda nos tiene aquí una hora.

Suspiré nada más por el drama, la chica acabó por sumarse al bote de que hacerle la vida de cuadritos a los otros era divertido y me inflé el pecho de orgullo. Altan me miró como un genuino extraterrestre, negó con la cabeza y decidió que el silencio era su respuesta una vez más.

—Me parece entonces que podríamos llevarnos de maravilla, Morgan —declaré sin importarme qué tanto de broma o de afirmación hubiese tenido su comentario, igual también me bastaba con llevarle la contraria al otro—. Toda alma que reconozca la diversión de hacerle la vida de cuadritos a los demás es hermana mía.

Cuando mencionó lo de reencontrarme con mis amigos sonreí en automático, asintiendo con la cabeza para darle razón, pero la verdad era que justamente eso me tenía preocupada. Todo se había desestructurado, todo era diferente, y tendría que fingir que más de una cosa nunca había pasado. En un tiempo cortísimo todo había ocurrido a velocidad y luego, como si de una maldición se tratara, se había desmoronado.

Esa caída se había replicado en el club de esgrima.

En su defecto, la chica me dijo que podía contar con ella en lo que pudiese y el gesto me alivianó un poco el corazón. No iría a caerle con mis delirios ansioso ni nada, pero esa clase de comentarios siempre era agradable recibirlos.

—Gracias, Anastasia —respondí con suavidad, sonriendo todavía—. Tú también puedes contar conmigo de ahora en adelante.

Habíamos continuado subiendo, entre toda la tontería me di cuenta que aunque lo había dejado atrás al final Sonnen estaba ya en el pasillo junto a una de mis compañeras de clase y otro muchacho que, bueno, solo Dios sabría cómo estaba en esta escuela.

—Estamos en contacto para lo del club entonces, ¿está bien?

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creo que este sí sería mi post de cierre con Laila owo

 

Suponía que el aspecto de Shimizu desentonaba un poco comparándolo con el estudiante del Sakura promedio, pero tampoco creía que fuera una cosa alevosa. Había de todo en la viña del Señor y esta escuela era similar a pararte en medio de Akihabara, en el cruce de avenidas: nadie te llevaba el apunte, nada destacaba. O quizá fuera mi falta de interés, quién sabe. De cualquier forma, volteó a verme con la diversión tintando sus facciones. Tanto la idea de su cara vendiéndolo como la de su vejez me recordaron la misma cita y me encogí ligeramente de hombros.

—Lo esencial es invisible a los ojos —murmuré, al aire.

El intercambio se siguió desenvolviendo y mi sonrisa se ensanchó, divertida, cuando dijo que compartir la filosofía de vida ya nos volvía hermanos. Lo más gracioso de todo el asunto era el hecho de que Ko se hubiera negado a hablarme de esta gente y ahora estuviéramos aquí, bonding over absolute shit. Había esfuerzos inútiles en el mundo, ¿cierto? Por algo existía la ley de Murphy, nunca se sabía desde qué arista se te desbaratarían los planes.

Preocuparse no tenía sentido.

—Una broma inofensiva no mata a nadie, ¿cierto? O dos, o tres, o cuatro. La gente debería relajarse. —Ralenticé el paso hasta casi detenerlo en cuanto alcanzamos la puerta de la 3-1 y giré el rostro hacia los chicos, alzando la mano vagamente—. Aquí me bajo yo. Nos vemos luego~

El gesto cargó la cuota de suavidad e indiferencia que permeaba mis acciones y entré a mi clase, tranquila.

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por acá cierro nomás *c desvanece*

 

No creía que el cambio de estilo tuviese una implicación real en qué tanta experiencia de baile se tuviese, creía que era algo más de costumbre, de gustos y comodidad. Pasar de, ¿swing? Bueno, no sabía muy bien qué había sido, pero pasar de eso a algo más sintético, electrónico quizás, era un cambio brusco. En lo personal me costaba un poco la idea de mover el cuerpo ese ritmo, el anterior se parecía un poco más a la suerte de folk y country que conocía, al que estaba acostumbrada.

Tampoco esperaba una respuesta a mi agradecimiento, puede que por eso le diera las gracias de esa manera también, así que solo reiniciamos la marcha hacia nuestra clase. Subimos por las escaleras, la música siguió llegando lejana, amortiguada y la pregunta de Paimon me hizo medio girar el rostro para mirar su perfil.

—No era como que saliera a bailar ni nada así. Nos metíamos al bosque, a veces algunas chicas mayores cantaban o alguien tocaba la guitarra y el ambiente se hacía solo —respondí a sabiendas de que Mr. Bailo Otras Cosas seguramente continuaría armando ideas prejuiciosas con esa clase de información—. Poco antes de que dejáramos el pueblo yo había comenzado a relevar a las chicas, muchas dejaron el pueblo también y se fueron a la ciudad. Al final el grupo que quedaba era más pequeño y con nuevos... ¿Líderes, por decirlo de alguna manera? Bailábamos en las fiestas que hacíamos, como mucho, alrededor de una fogata.

La imagen mental me arrancó una risa nasal.

—Bastante pueblerino de mi parte, ya sé.

 

Sabía que todo lo que le estaba contado parecía una locura en su versión del mundo, este chico estaba habituado a la ciudad, a los eventos finos y quién sabe qué más. Su contacto más cercano con la naturaleza, como mucho, debía ser algún viaje perfectamente agendado y ya, ahí paraba de contar. En su vida jamás se habría metido a una franja de bosque o se habría sentado en un claro en la noche alrededor de una fogata.

Las mejores cosas y las peores sucedían en esos espacios, lejos del concreto.

Cuando llegamos al pasillo de tercero un muchacho saludó a Paimon, me sonrió a mí también e hice lo mismo casi en reflejo, aunque ni siquiera lo conocía. Su gesto había sido amable al menos, así que todo normal, además de que volvió a su salón luego del saludo. No tenía la mínima idea del caos que se gestaba entre esta gente, entre todos los de la academia.

Ni Cayden ni nadie más me había dicho la parte vital de esta escuela.

Que podía ser el Infierno sobre la tierra.​

—¿Los bichos? Pues claro, sobre todo los mosquitos —contesté mientras me encogía de hombros—. A veces los mapaches nos robaban las bolsas de frituras, así que dejamos de llevarlas. No pasas tiempo al aire libre, ¿cierto?

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iba a postear en la clase pero doble post JASHJA

 

Volví a quejarme cuando la muy tonta me presionó la cabeza como si fuera un botón o su apoyabrazos, pero ni modo, ya había sido reducido a ser el caballo de este carruaje. ¿Dónde quedaba el palacio? Ni idea, pero mínimamente debía ser bajando las escaleras, siendo que era la única ruta disponible. Afirmé el agarre en sus muslos y me erguí lo más posible, echándola hacia atrás como si fuera un caballo corcoveando. El movimiento estuvo peligrosamente cerca de excederse y no permitirme regresar, pero al final todo marchó bien y me dirigí a la puerta.

Desde el anteúltimo peldaño di un salto y arribamos al pasillo; para haberme quejado de su peso andaba haciendo muchas tonterías, la verdad. No vi a nadie, sonreí con cierta malicia y me encorvé un poco más, barriendo el suelo con un pie.

—Al palacio, dijiste. Quizás... —Empecé a correr de repente, a velocidad, y me detuve por los pelos al final del pasillo antes de chocar con la pared—. ¿Sea aquí? ¡No! —Volví al principio, deteniéndome frente a los baños—. ¿Aquí? ¡Tampoco!

Y así seguí con cada posible puerta, dejando la 3-1 para el final. Frené, bastante agitado ya, y entre mi respiración se me colaron un par de risas.

—¿Aquí? Tam- ¡Ah! The palace, mi Lady! We're here!

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cómo Joey se convirtió en Roach, a whole thread

 

En sí la rubita nada tenía que ver con mi fastidio, el tocahuevos había sido el amigo suyo, pero luego de que la criatura se accidentara de esa manera con Rowan no me apetecía lidiar con las convenciones sociales del caso. Él se encargaría, como siempre, de asegurarse de que estuviera bien, vería qué hacer con el destrozo de la camisa y todos contentos. Nada que tuviera que ver conmigo.

No tenía especiales ganas de entrar al salón de inmediato, así que me quedé en el pasillo y apoyé la espalda en la pared frente a las clases. La estupidez que había pensado en el camino aquí podría haberla dejado para el receso, claro, pero no me dio la gana. Saqué el móvil del bolsillo, busqué el contacto de Manson que me lo había rebotado Ikari y me tragué la gracia mientras escribía los mensajes. Pobre criatura, no creía que tuviera una idea real de dónde había terminado metiéndose.

Bunny
¿Cómo está eso de que quieres la mano entre las piernas pero me haces el vacío en los casilleros?

Si acaso me permití una risa baja al ver los mensajes enviados, regresé el aparato al bolsillo y giré el cuerpo para poder ver por la ventana. El clima estaba bastante feo, eso no había manera de negarlo, pero no había mucho que hacerle.

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Insane ni un buenos días dice el cabrón de mierda JAJAJAJA

mi trabajo aquí está hecho-

 

Asentí con liviandad a la información sobre su academia de baile. En cierto modo, suponía, era un vínculo similar al que compartía entrenando con Kaia. Probablemente nuestro régimen fuera mucho más estricto considerando la necesidad de la cual nacía, pero eso no influía mucho. Cada disciplina corporal modulaba un idioma propio, uno que debías aprender a hablar y escuchar para dominarlo. Eran, al fin y al cabo, intercambios de energía constante.

La chica defendió su postura insistiendo en no mirarme y yo mantuve mis ojos sobre ella, impasible. Ligeramente divertido, incluso. ¿Mentirosa? Lo más seguro era que no lo fuera, no, y de hecho me importaba bien poco la naturaleza del temperamento de su mejor amigo. Kaia se había colgado del comentario para picarme, pero ¿hablar así de mí, a mis espaldas?

—Los tres filtros, Manson —agregué, sereno, despegando la cadera de la barandilla—. Verdad, bondad y necesidad. La honestidad es una cualidad, pero en su justa medida.

Sabía que podía parecer un soberbio de mierda incluso si esas no eran mis intenciones, pero tampoco me preocupaba lo suficiente para quedarme callado. Por algo me metía en los problemas que me metía. A medida que acababa la frase fui girando el cuerpo para recibir a Kaia, quien regresó junto a nosotros y renovó la sonrisa. Mantuve mis ojos sobre ella con cierta intención, y el muy breve vistazo que me concedió bastó para hacerme entender el mensaje. "Luego te digo".

—Todo se ve precioso desde aquí —le respondió a Katherin, utilizó el mismo envión para seguir subiendo y yo las seguí ligeramente por detrás—. Me recuerda más a los paisajes de cuando era pequeña, incluso si aquí es más, hmm... ¿conífero? Bueno, que allá eran puros volcanes, playas y palmeras. Aquí hay lagos, montañas y bosque. Es hermoso. —Pareció darse cuenta de algo y alzó las cejas, picándole el brazo a la morena para llamar su atención—. Ah, tú eres griega. Supongo que en parte entiendes lo que digo.

Eché un vistazo al pasillo del tercer piso en lo que llegábamos, y deduje que mi clase iba a ser la primera en la lista de despachos. Igual una parte de mí quería acompañar a Kaia hasta la 3-3, de modo que descarté la duda y no me detuve. Ella, sin embargo, giró el rostro hacia mí y me concedió una sonrisa que me anticipó sus intenciones.

—Tu clase era la 3-1, ¿cierto, Yu?

Solté el aire por la nariz y me hice un poco el ofendido.

—¿Dices que no puedo escoltar a las señoritas hasta sus respectivas clases? —repliqué, alternando la mirada entre ambas.

 

La reacción del chico me hizo reír por lo bajo, no me había puesto a pensar que la había visto toda la escuela menos él e incluso si lo decía, supuse que no tenía tanto peso como pretendía. Era una queja al aire, nada más por hacer el tonto, y ahí radicaba su gracia. Estiré la mano para darle una palmada liviana en la espalda, dándole el pésame por haberse perdido semejante momento histórico.

—Habría que reconocerle la paciencia al muchachito que le asignaron, por no paniquearse y salir corriendo, I mean —dije sin ninguna intención particular, pues porque no era mentira y por eso había dicho lo de que el asunto no había sido apto para ciertas criaturas. Tampoco culpaba a nadie, vaya, eran solo cosas que pasaban, ideas que colisionaban entre una persona y otra. Cualquier día el que huía incluso podría haber sido yo—. ¿Para mí? I went full theatre kid, of course! Me tocó con una chica de la 3-1, Eda se llama.

Entre la conversación, el caos con el pelirrojo accidentado y la aparición de Sasha no noté mucho que hicimos el camino hasta el piso de tercero con relativa rapidez. Cuando la escalera nos dejó en el pasillo se me ocurrió la estupidez de turno, pues porque se veía que me aburría mucho hoy o algo, y giré el rostro para mirar a Kenneth con una sonrisa.

—Hablando de esto, tú también quedaste debiendo un baile entonces, Kenny.

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messirve

 

Contenido oculto: summon from the shadow i'm a soldieeeer

Kaia despidió a Manson con una gran sonrisa y yo hice lo propio, bueno, a mi modo. Conforme mi prima relajaba el brazo, deslicé la mirada a ella y noté la forma en que su semblante cambiaba. La alegría radiante, casi infantil, desapareció, se tranquilizó y recuperó la suavidad. No creía que usara máscaras, honestamente, estaba seguro de que la aparición y compañía repentina de Katherin le habían hecho muchísima ilusión; sólo era inevitable. Teníamos la mitad del cuerpo pintado de negro.

Estaba en la sangre, en la suela de nuestros zapatos y en la historia.

—¿Qué viste? —le pregunté, ella me miró y reanudamos el camino con calma.

—Puede que hayan quedado cabos sueltos —murmuró, analítica, y al alcanzar el umbral de la 3-3 husmeó el aula desde el pasillo—. O, más bien, que se nos hayan pasado algunos detalles por alto.

La imité, sin saber realmente qué buscaba, y al regresar la vista a ella fruncí ligeramente el ceño. Kaia suspiró, observó el pasillo por encima de mi hombro y esbozó una sonrisa pequeña, casi irónica.

—Ahí apareció el primer actor en escena. —Habló en voz baja y buscó mis ojos—. Recuerda, Yu. El mundo no es un campo de batalla, por mucho que nos hayan enseñado lo contrario.

Miré detrás de mi espalda sólo para confirmar que un moreno con cara de culo venía caminando en nuestra dirección e intuí que se trataría del famoso Yaboku. Si reparó en nosotros o no, ciertamente dio lo mismo. Lo seguí con la vista un par de segundos, me llené los pulmones de aire y lo solté de golpe.

—¿Te busco en el almuerzo? —ofrecí, a Kaia la sonrisa le iluminó el rostro y mi gesto se relajó un poco; tenía razón, lo sabía—. Diviértete, Kai.

Pero, Dios, era imposible.

No lograba arrancarme la ira de encima.​

La vi asentir, el cabello en la coleta rebotó con ligereza y agitó la mano en despedida, retrocediendo un par de pasos antes de girarse y meterse al aula. Luché contra mis fantasmas, los miedos irracionales y los otros bastante más concretos, y me repetí una y otra vez que estaba estúpidamente a salvo en un aula escolar. No iba a pasarle nada, no aquí, no de nuevo. Exhalé con pesadez y giré sobre mis talones, regresando a la 3-1. La fortuna de la que tanto Kaia había alardeado se me agotó en medio segundo, pues topé con Shinomiya bajo el umbral de la puerta y no me quedó de otra que reconocer su existencia; además, frente a los Lobos me había presentado como un muñeco de torta.

—Hattori-san. —Su voz fue un murmullo sedoso y me miró con una chispa de diversión en la sonrisa; no le sorprendía en absoluto verme—. Qué coincidencia. Lamento lo de tu padre, vaya, imagino cómo debes sentirte. —Lanzó los ojos al pasillo un instante—. Quiero decir, tú y tu prima.

Hijo de puta.

—Buenos días, Shinomiya-san —saludé, increíblemente cortés, y pestañeé con lentitud en lo que asentía, apesadumbrado—. Gracias. Son días difíciles, es verdad, pero se hace lo que se puede.

—Mhm, imagino. —Suspendió una breve pausa y agregó—: Al parecer compartimos aula, cualquier cosa puedes consultarme. Y, por cierto: bienvenido al Sakura.

Le agradecí y él reanudó su camino, ingresando a la clase. Me quedé quieto apenas dos segundos, hasta que su silueta desapareció de mi campo visual y me permití exhalar. El segundo actor, habría dicho Kaia. Uno a uno iban apareciendo, uno a uno se irían desplegando sobre el escenario, ¿y nosotros? Nos uniríamos a la obra, por supuesto. Eran las decisiones que habíamos tomado y las consecuencias que pretendíamos afrontar.

Habíamos derrumbado un infierno para ingresar a otro.

Pero aquí, al menos, nos habíamos desprendido de las cadenas.​

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pido disculpas públicas a mis panitas por este y todos los rellenos que me wa aventar, im just too hyped (!!!)

 

Maze buscó consolarme con una leve palmada en la espalda, gesto que, funnily enough, logró cumplir su cometido a pesar de haber sido todo más bien en broma. Solté una risilla ligera en respuesta, negando un par de veces con la cabeza con cierto aire derrotado, y poco después después recuperé mi expresión natural mientras seguía escuchándolo hablar. Tal y como había supuesto, él sí que fue uno de los disfrutó el espectáculo, y al parecer le había tocado con una chica de la clase de Sasha.

Alcanzamos el pasillo del tercer piso a medida que íbamos hablando de todo aquello y, una vez arriba, me dispuse a despedirme de él para dirigirnos a nuestras respectivas aulas. Mis intenciones, sin embargo, se vieron interrumpidas cuando el chico volvió a hablarme, diciéndome que también me había quedado debiendo un baile. La afirmación me hizo alzar una ceja, claramente curioso, y después de un rato pude conectar los puntos, haciendo que mi expresión rápidamente se transformase hasta mirarlo con una sonrisa sedosa.

—Sure. It's a date, then —sentencié, inclinándome un poco en su dirección y bajando el tono de voz al aprovechar la cercanía que había creado—. Have a good day~ —añadí, manteniendo aquella ínfima distancia un par de segundos extra, hasta que finalmente me digné a separarme y, ya sí, dirigirme hacia mi aula.

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my oh my, sigo full on *ojitos* cierro por aquí, then, gracias por haberle caído al niño uwu

 

Kenneth era tranquilo en comparación al resto de diablos que parecían rodearnos, que Sonnen por un lado, que Dunn por el otro, que Katrina maquinando cosas y el dúo de la 3-1 jodiendo Sasha en la puta cara de Shimizu, que ya parecía una mala idea por sí sola. Todo era y seguiría siendo así de caótico, de forma que la presencia de este muchacho, bueno, le venía bien a cualquiera o al menos a mí me lo parecía.

El punto al que quería llegar era que justo por eso hablaba con él como si conociera al cabrón de toda la vida. No era que necesitara demasiada confianza para ponerme estúpido, vaya, pero se agradecía el pequeño empujón. Por demás tampoco pretendía nada en particular, solo había soltado la tontería del baile porque se me cruzó por la cabeza y quizás, solo quizás, por tantear un poquito más el terreno.

Oxigenó neuronas un poco después, me di cuenta, pero cuando lo hizo la sonrisa le cambió de aires y la reflejé casi de manera inconsciente. No anticipé el efecto de mi pequeña gracia, pero cuando se inclinó hacia mí lo recibí en mi espacio como si nada y se me estiró la sonrisa en el rostro. Repasé sus facciones un poco porque sí, otro poco porque quería aprovechar el numerito y no retrocedí ni nada.

—Sure it is —concedí en voz baja y reí para mí mismo.

Mantuvo la distancia que había consumido unos segundos, suficientes para que cierta tensión subyacente me alcanzara el cuerpo y cuando retrocedió para entrar a su clase lo despedí con un movimiento de mano.

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*les toma una foto*

uwu fue un placer secuestrar a kenny y ligármelo