Pasillo (2º piso)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    Ayer y hoy al ver el asiento vacío de Altan, al saber que Anna estaba de regreso, me había cuestionado hasta dónde mi intervención había sido correcta y necesaria. Ni siquiera sabía cómo podría reaccionar si algún día se daba cuenta de que parte de lo que había movido a su padre había tenido que ver conmigo, pero me quedaba sin opciones y por eso tenía que recurrir a medidas más contundentes, menos amables.

    Por eso luego de terminar de acomodar las cosas, cuando ya había visto a las chicas en la puerta, me levanté y observé su asiento. Quería que volviera a ocuparlo el lunes y el resto de la semana, que nos graduáramos juntos y pudiera ver Anna. Quería para él todo lo que creía que merecía, pero también que dejara de pensar que la respuesta a todas las fallas estaba en el castigo.

    Cuando me levanté observé el salón, algunas personas habían salido ya, había notado que unos se quedaron en el pasillo un rato, conversando, otros desaparecieron y aunque no era muy lista sí que sentía que había algo raro incluso ahora que la fuente de tensión más pesada, que era Altan, no estaba. No era nada muy exagerado, quizás solo fuese una sensación de extrañeza, pero me alcanzó y al final acabé por restarle importancia.

    Llegué, saludé a las chicas que me correspondieron cada una a su manera y pregunté si querían ir a algún lugar en específico. Imaginaba que elegirían lugares afuera, viendo el buen clima, y como prefería que eligieran ellas lo dejé en sus manos. Fue Vero quien sugirió la piscina, Laila accedió casi de inmediato y yo sonreí.

    —Ahora que lo dices no estaría mal refrescarnos un poco —concedí detrás y de paso asentí con la cabeza—. Claro que podemos pasar a la cafetería, cielo, sin problema.

    Suponía que planeaba algo, el qué escapaba a mis ideas, pero prefería conservarle la sorpresa hasta entonces así que me ahorré las posibles preguntas. En todo caso, tomó una de las trenzas y su cumplido acabó por sonrojarme contra mi voluntad. Laila reaccionó a la otra parte de su comentario y rio ligeramente.

    —Te quedan muy bonitas, Jez —secundó y me pregunté si esto no era un ataque a traición, aunque ella luego instó a Vero a comenzar a caminar, así que yo hice lo mismo a su lado—. ¡Y mis respetos a la estilista, claro! ¿Sabes hacer varios tipos de trenzas, Vero? Estas siempre me han parecido muy complejas, me quieren dejar los dedos chuecos.


    me tomé el atrevimiento de arrastrarlas (?
     
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    Zireael

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    El resto del tiempo pasó como si estuviese hecho de alquitrán, tan lento que me cuestioné si algún día llegaría el receso. Al encaminarme para subir miré el tablón, vi que me había tocado con Akaisa e imaginé que la chica debía estar cagándose en sus muertos por no haber podido dar conmigo, pero pues que se sentara a esperar. No pretendía dejar el proyecto morir ni nada, pero ahora mismo tenía cosas más importantes que hacer que ir a conversar con Katrina y el resto de diablos.

    El aumento de temperatura del ambiente tampoco ayudaba mucho, en algún punto de las primeras horas me deshice del blazer y tuve que forzar más neuronas a funcionar. No me gustaba el calor y era contradictorio a cagar, porque en invierno mi estado de ánimo se ponía peor, pero pues qué era la gente sin contradicciones. En la práctica prefería ponerme dos capas de ropas que echarme la vida frente a un ventilador o entrando a zonas con aire acondicionado que querían parecerse más al aire de los polos terrestres que cualquier otra cosa.

    Como fuese, cuando por fin sonó la campana me levanté del asiento, al pasar cerca del pupitre de Cayden, antes de que el perrito se levantara, me detuve y puse algunos yenes en la mesa. El niño pareció descolocado, no tenía pinta de tener idea de qué le estaba pagando y tuve que hablar.

    —El favor de comprarle algo a Anna —expliqué, parco como siempre—. Te lo agradezco. De verdad.

    Dunn pareció incluso más extrañado por el hecho de que le estuviera dando las gracias, pero en mi falta de expresiones fue capaz de entender que el agradecimiento era genuino. Se guardó el dinero, pues porque tampoco era imbécil, pero la sonrisa que le alcanzó el rostro fue suave, casi dulce y bastante involuntaria; se desvaneció de su rostro con relativa rapidez. Fue la clase de sonrisa que daba por asumido que en una situación parecida yo haría lo mismo por él, incluso si no nos llevábamos de maravilla ni nada.

    El cachorro y yo podíamos llegar a acuerdos.

    You're welcome —murmuró.

    Salí al pasillo, husmeé por las ventanas un momento y seguí caminando. Me sentía nervioso, pero también aliviado y ahora con la mente algo más clara por haberme forzado a funcionar con cierta regularidad, la suficiente para comer y dormir de forma ordenada, todo lo que sabía o quería pensar es que podía comenzar a hacer las cosas de diferente manera. Que este era un paso en esa dirección.

    Acabé llegando al pasillo de segundo, trastabillé un instante, pero me acerqué al salón de Anna y asomé la cabeza. Al dar con ella le dediqué una sonrisa, no fui particularmente efusivo ni nada, pero me quedé allí esperándola. Había dicho que pasaba por ella después de todo.

    Gigi Blanche ª iba a postear ayer cuando cambió el periodo, pero me estaba cayendo de sueño so here i am today
     
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    Gigi Blanche

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    La cajita de bento que encontré en mi casillero no fue sorpresa y las galletas eran una pseudo promesa cumplida; lo que verdaderamente captó mi atención fue el sobre blanco, pequeño, que había junto a la comida. En un primer momento supuse que sería de Al, y de cualquier manera no quise ponerme a abrir todo allí. Me quedaba poco tiempo. Metí todo en mi mochila, me apresuré hasta mi clase y, una vez estuve sentada, volví a tomar el sobre misterioso. Mi cara al leer la primera línea tuvo que ser un poema. Abrí los ojos, me acerqué al papel y lo repasé veinte veces, con el corazón atorándose en mi garganta. ¿El... el papá de Al? ¿Por qué me estaba escribiendo el papá de Al?

    Fue una mezcla de sorpresa, miedo, vergüenza e... ¿intimidación? Qué sé yo, era el señor Sonnen, ¿no? El super inteligente de la super empresa y blablabla. Al principio temí que fuera algo malo o que de repente me estuviera invitando a tomar el té, y el resto de la carta la leí con el apuro impuesto de la ansiedad. Más o menos a la mitad comencé a entender que no era nada de lo que había creído, me tomé un momento y respiré, volviendo a empezarla. Esta vez como correspondía.

    El hombre adquirió una voz en mi mente, una que no sabía de dónde estaba sacando o a quién se la estaba robando, pero sonó compuesto, amable y maduro. Preocupado, también, por su hijo. La mención de mi salud me pinchó en el cuerpo y su disculpa, de una forma extraña, me acumuló las lágrimas en los ojos. A veces impactaban más las acciones de los desconocidos, ¿verdad? Por algún motivo. La carta le daba forma y entidad a lo que había temido, los fantasmas que veía rondar en torno a Altan, pero también me aseguró que no estaba solo en su casa y eso me dio una tranquilidad enorme.

    Para el final de la carta ya estaba llorando, ni modo, pero estando a mitad de la clase intenté que no se me notara. Me sequé las lágrimas con disimulo, el cabello medio me tapó el rostro y... sonreí. Respiré, acerqué el papel a mi pecho y cerré los ojos un instante, sonriendo. En lo que a mí respectaba, esta carta era Erik. Estas palabras eran el papá de Al. Aún a riesgo de asumir muchísimas cosas, parecían tener una relación bonita y eso me alegraba mucho.

    Considerando que en un primer momento casi me había matado de un ataque de pánico, haber leído la carta me dejó sumamente tranquila. Pude atender a las clases y enfocarme, el mundo dejó de girar tanto fuera de la ventana. Tenía razón, ¿verdad? Apenas éramos niños de preparatoria. Teníamos todo el tiempo del universo para conocernos y hacer las cosas bien.

    Para hacer las cosas bien.

    Al había dicho que pasaría a buscarme, de modo que lo esperé. Con la campana guardé mis cosas, saqué el bento y fue lo único que dejé sobre la mesa. Pasaron unos pocos minutos hasta que lo noté asomando la cabeza dentro del aula y, apenas di con sus ojos, le sonreí muy amplio. Me atolondré por un instante, estuve por irme sin el bento y me detuve cuando estaba quitando un pie de mi pupitre. Lo recogí, riendo en voz baja, y finalmente salí al pasillo. La tranquilidad de la carta aún perduraba.

    —Hola, Al —lo saludé sin levantar mucho la voz, y moví ligeramente el cuerpo con la intención de comenzar a caminar—. ¿La mañana bien? ¿Muy aburrida?

    El bento lo sostenía con ambas manos e iba rebotando contra mis muslos conforme avanzaba. No lo había abierto aún y fue una decisión consciente.


    *c les trepa*
     
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    Zireael

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    Papá no me había dado pistas de nada respecto a la carta, se limitó a entregarla, decirme que no la leyera y yo hice caso. Mi suposición, en su defecto, apuntaba a que diría algo sobre toda la situación y mi estado de los últimos días, también de la salud de Anna; quizás no me preocupé particularmente porque lo conocía, papá sabía hablar con las personas, era amable y confiable incluso por escrito. Sabía que jamás iría a decirle a Anna en una carta algo que la hiciera sentir mal o empeorara cualquier cosa.

    Incluso cuando lo saqué de sus casillas, cuando lo dejé sin opciones, todo lo que demostró fue tener la capacidad de ser igual de terco que yo. Estaba enojado y frustrado conmigo, pero no dejó que eso nublara su juicio, hizo lo que debía, cómo debía y en el momento justo.

    Papá creía en la redención y se esforzaba cada día por demostrar que era posible.

    Ya habiendo asomado la cabeza Anna reparó en mí y sonrió amplio, aunque se atarantó en el proceso. Estuvo por dejar el bento en el pupitre y tuve que tragarme una risa al verla recordarlo de repente.

    —Hola —regresé el saludo cuando llegó conmigo y me dispuse a caminar a su lado—. Aburrídisima y empezó a hacer calor, sentía la cabeza espesa. Además, yo vine a la escuela por un almuercito no para estudiar, la verdad.

    Todo había sido un revoltijo de queja y alguna intención, más bien inofensiva, de molestarla un poco. Igual no era mentira del todo, no me molestaba en ser un estudiante ejemplar ahora mismo, pero motivos para venir tenía pocos de por sí y el famoso almuerzo era uno de ellos.

    —¿Tú qué tal? ¿Igual de aburrida o pasa algo emocionante en segundo?
     
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    Insane

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    En lo que alcanzamos la segunda planta Craig le entregó su móvil a Rockefeller para que se apuntará tal como había sugerido ella. Me daba bastante igual, aunque si lo pensaba me sería más útil en caso de que la necesitará para algo puntual. Como fuese, ella terminó mencionando el patio como zona de almuerzo, el césped y la sombra en lo que la sombra de una sonrisa me alcanzó los labios.

    —Luego con lo dulce que soy se me suben las hormigas —murmuré con una cuota de sarcasmo.

    —Piensa en ti, deberías estarle agradecido —murmuró de manera jocosa el albino.

    Miré a Ilana de reojo entre tanto.

    —¿Piensas en mi entonces, Rockefeller? —bajé el tono de voz dirigiéndole la pregunta a ella sin ningún propósito en particular.
     
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    Amane

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    Mi traición tuvo la acogida que anticipé que tendría: a ambos les pilló completamente desprevenidos. Fue demasiado complicado procurar mantener una expresión seria, especialmente ante el despliegue de actuaciones teatrales que recibí por la gran revelación, y por ello mismo fue que acabé breaking my own character al dejar escapar una risa bastante sonora por todo ello. La reacción de Maze fue la realmente divertida, si debía ser honesto, porque en lo que a Sasha respectaba, más bien había conseguido devolverme la sonrisilla sedosa de antes.

    Me encogí de hombros como toda respuesta a las palabras de la chica, sin sentir necesidad de añadir nada más al respecto, aunque eso no evitó que la sonrisa se me ensanchara al recibir el beso que me dejó en la mejilla. Al final ella se enganchó del brazo de Maze y ambos me miraron al proponer la piscina como objetivo para nuestro almuerzo, a lo que asentí mientras me levantaba de la silla y me acercaba a ellos, aprovechando para colocarme al otro lado de Sasha y así poder pasarle el brazo por encima de los hombros.

    —Está bien, pero cuando casualmente me caiga a la piscina y la señorita aquí presente pierda el control al ver mis impresionantes abdominales, no quiero escuchar ninguna clase de queja —sentencié, sin saber muy bien como aguanté el tipo al soltar tamaña estupidez, y le di un golpecito de nada al hombro de Maze, sacando partido de la posición que habíamos acabado adoptando.

    Sea como fuere, me di cuenta que aquello no debía ser muy cómodo para caminar, así que les dejé su espacio una vez nos dispusimos a salir del aula. También me permití relajar el cuerpo, que con toda la tontería de tener que aguantarme la risa había acabado tensándome un poco más de la cuenta, y les dediqué una sonrisa ligera a la vez que caminábamos tranquilamente por el pasillo.

    >>¿Qué tal el fin de semana?
     
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    Bruno TDF

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    Sobrevivir es casi un privilegio en esta escuela.


    Expulsé una ráfaga de aire entre mis dientes, en algo que bien podría describirse como un amago de risa. No fue una carcajada en sí misma, pero consiguió que la sonrisa cruzara por completo mi rostro y dejara expuesta mi dentadura, junto con los colmillos de bestia. La mirada que dirigí hacia Akaisa pareció darle a entender que sabía a lo que se estaba refiriendo... Pero… era imposible, ¿o no? ¿Cómo podría yo captar el significado más profundo de su frase, si era el muchachito nuevo del salón, apenas un forastero?

    —Sobrevivir es un privilegio —remarqué, quitando la especificación de un espacio.

    Bien lo sabía yo.

    Nos pusimos a caminar por el pasillo de nuestro curso. Repasé nuestros alrededores con la mirada, reparando en la variedad de personas que iban, venían y se detenían en sus respectivos espacios. Los observaba con una aparente vaguedad, en parte influido por mi primer intercambio con esta enana y, por otro lado, porque era lo que venía haciendo desde que puse pie en los terrenos del Sakura. Caminaba al lado de Akaisa, escuchándola sin dedicarle una sola mirada. Dijo que no se podía hablar de mayorías y, hasta donde logré cacharle, comparó a la gente con bandadas de aves que se diferenciaban entre sí.

    Y a ella, como a mí, le interesaba lo que se pudiese obtener de esas criaturas.

    Mencionó a las almas desentendidas de la podredumbre del mundo, a los melodramáticos que no podían con ellos mismos, a los que se ahogaban en la amargura y a los que amábamos el desorden. Cuando completó su ilustración de la gente con la metáfora de un circo, asentí con un brillo peculiar en los ojos, como detrás de ellos hubiese resplandecido una rápida llamarada.

    Un fuego violeta, extraño y tenebroso.

    —Suena a que no faltarán shows con los que entretenerse —resolví con un tono enigmático, mientras hundía las manos en los bolsillos y descendíamos por las escaleras hasta alcanzar el siguiente pasillo—. Parece que el circo es funcional por sí mismo. Pero el público se puede permitir alguna que otra intervención si ve a las bestias adormecidas en sus jaulas, como picarlas con un palito o arrojar un piedra inofensiva, ¿o no? —me encogí de hombro por mi divagación... Eh, ¿era una divagación?— Si no, ¿para qué nos meteríamos en la carpa?

    Completé, esta vez, con el sonido de una risa suave que me cerró los ojos. Sabía bien de circos, de bestias y domadores. Fuera de estas paredes, las metáforas seguían la misma idea. El circo, los tableros, las redes. Todo era una cuestión de controlar y ceder al control mismo.

    Me tomé la libertad de arrastrarlos porque en el post de Kat decía que alcanzaron las escaleras (?)
     
    Última edición: 1 Abril 2024
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    Zireael

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    No mucho después de que salimos escuché a Joey, así que giré el rostro para echarles un vistazo y, como ya llegados a este punto bastantes cosas en la vida me daban igual, les dediqué una sonrisa manchada de diversión al par de criaturas. ¿Pretendía omitir su existencia en realidad? La verdad era que no, yo solo seguía existiendo en mi espacio, como siempre, aunque quizás ese "como siempre" daba señales extrañas que nunca llegaban a importarme lo suficiente.

    De cualquier manera, la conversación con Matsuo siguió su curso, le quitó la parte de "casi" a lo de que sobrevivir era un privilegio y contuve una risa. Puede que tuviera razón en cierta manera, pero yo no lo tenía muy claro, no cuando vivía rodeada de comodidades materiales, pero debía seguir luchando contra un monstruo de hielo que se hacía llamar padre. ¿Era supervivencia? Ni puta idea.

    —Con el tiempo te darás cuenta de que las piedras y los chuzos eléctricos son prácticamente innecesarios, Ryuu —dije tomándome las confianzas que me dio la gana y reí por lo bajo, el gesto quiso asimilarse más al ronroneo de un gato—. Los animales desean romper los barrotes que los contienen, si dejas de mirarlos media hora pronto pierden la razón en una dirección u otra. Es gracioso como el circo se mantiene por sí mismo, como una máquina de movimiento perpetuo.

    Seguimos hacia el segundo piso, allí tampoco me detuve a decir nada sobre la escuela en realidad y solo me distraje un instante para mirar por las ventanas. Luego regresé la atención a Matsuo, con su aspecto salvaje y su idea de picar a bestias que ya eran reactivas de por sí. Era gracioso que se pareciera justamente al otro diablo que estaba ausente de nuestro salón.

    —Aunque nadie te detendrá de fastidiarlos, la verdad, es un mundo libre —concedí y le sonreí, entretenida—. ¿Qué maquinas tan pronto, Ryuu~?


    me los iba a seguir llevando, pero hacía tremendo doble post abajo JAJAJA
     
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    Amane

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    —¡Es precioso! También vi fotos antes de que fuéramos, ¡pero no le hacen justicia! —exclamé, sin poder esconder la emoción que todavía sentía al recordar lo bien que nos lo habíamos pasado en la salida—. Estuvo muy bien, sí. Si alguna vez tienes oportunidad de ir, te lo recomiendo. ¡Seguro que también te gusta!


    Negué suavemente con la cabeza cuando ella disculpó por lo del club de cocina, queriendo hacerle saber con el gesto que no había necesidad de ello; era cierto que había sido una responsabilidad extra que no había anticipado tener, pero no existía mundo en el que no la hubiera ayudado, y al final me había acostumbrado más que bien a ello. Estuve a punto de contestar a la pregunta que me hizo después, pero justo entonces añadió que me había mandado un saludo a través de "Fuji-senpai" y no pude evitar soltar una risilla ligera, para nada con intención de burla.

    >>Kakeru, sí. Me lo dijo, así que gracias por eso. Y su apellido es Fujiwara, aunque Fuji-senpai tiene su encanto —le comenté, mirando en su dirección junto a una sonrisa liviana—. En cuanto a la cocina... que yo sepa, nadie va a usarla hoy. Si quieres pasarte hoy, o cualquier otro día, siempre puedes pedirme las llaves sin problema. Las traigo conmigo todos los días, por si acaso.
     
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  10.  
    Zireael

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    La emoción que se le notó al decir que el jardín era precioso consiguió hacerme reír, la verdad me había dado algo de ternura, y asentí suavemente con la cabeza cuando dijo que me recomendaba y que seguro me gustaba. En última instancia podía ir sola, ¿no? Quizás debía empezar a hacer cosas sola, en vez de pasármela metida ayudando en casa como si me pagaran por ello.

    —Si voy alguna vez te contaré qué me pareció —concedí con tranquilidad, incluso si no creía fuese a ocurrir pronto.

    Sabía que ella me haría entender que no había necesidad de disculparme, pero entre todo el desastre que me rodeaba pensé que era lo más decente, incluso si Emily era la clase de persona que me habría ayudado sin dudar. Me habría gustado no tener que acudir a esto, pero así eran las cosas y seguían siendo. De la manera que fuese, cuando dije lo de Fuji-senpai a la chica se le escapó una risilla y yo me quedé esperando a que por fin un alma se apiadara de mí y me diera el nombre del chico, porque no podía ir por la vida diciéndole así si me lo topaba de nuevo.

    —Qué vergüenza. —Me lamenté luego de un suspiro—. Imagino que habrá entendido que fue porque no sabía de qué otra manera llamarlo, pero igual.

    Puede que no fuese tan importante, con lo confianzuda que era con un tercio de la gente de tercero, pero eso no quitaba que no le hubiese hablado antes y había tenido que usar el diminutivo, apodo, como quisiera decirle que Verónica usaba con él. En cualquier caso, sacudí la cabeza para dejar de darle vueltas a eso y volteé el rostro para ver a Emily para dedicarle una sonrisa.

    —Quisiera pasar hoy a dar una vuelta y ver cómo me siento, tal vez, así que te agradecería mucho si me prestas las llaves, te las devolvería mañana por supuesto.
     
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    Amane

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    —No te preocupes, Kakeru es muy amable y tranquilo. Dudo que le haya molestado o dado demasiado vueltas al asunto, vaya —le dije en un intento de tranquilizarla, habiendo suavizado el tono de voz para ello, y le dediqué una sonrisa animada para reforzar mi punto.


    Después de eso me preguntó si podía pasarse por el club de cocina durante aquel receso, para ver qué tal se sentía estando dentro, y yo asentí con la cabeza un par de veces, contenta de ver que al menos tenía interés en indagar en sus propios sentimientos al respecto. Había anticipado que me pediría algo por el estilo al escuchar su pregunta, de todos modos, así que no tuve mayor problema en rebuscar en mi maletín hasta dar con la llave en cuestión, extendiéndosela justo después.

    >>¡Ahí tienes! Tómate tu tiempo, no hay prisa por que me las devuelvas. Y... las clases están a punto de empezar, así que deberíamos ir a nuestras aulas. Seguimos hablando, Kurosawa-san~

    y por aquí cierro con emi, un placer uwu
     
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    Zireael

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    Aunque no fuese un gran drama, escuchar de ella que dudaba que al chico le hubiese molestado me quitó algo de preocupación de encima y pude dejar el asunto correr. En otro momento, si tenía oportunidad, igual me podría disculpar por las confianzas y darle las gracias por pasarle mis saludos a Emily.

    Ella mientras tanto se puso a buscar en su maletín, todo para sacar la llave del club que recibí junto a una sonrisa. Me dijo que no había prisa en devolverlas y aunque parecía una pequeñez, el gesto me ensanchó ligeramente la sonrisa en los labios.

    —Muchas gracias —dije con calma, mirando las llaves—. Ah, sí. ¡Quedo atenta a lo del proyecto! Nos vemos~

    Me despedí de ella con un movimiento de mano y finalmente me dirigí a mi salón.


    el placer el mío al poder rolear con emi-chan uvu
     
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    Gigi Blanche

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    Noté de refilón el chispazo claro y encontré los ojos de Ilana, quien nos saludó brevemente y siguió su camino. La sonrisa que le dediqué se relajó gradualmente, pero en cierta forma desapareció de golpe al notarla deteniéndose e ingresando al club de fotografía. Si había visto a alguien ahí adentro sólo podía tratarse de una persona. Una sensación desagradable me corrió por la espalda sin anuncio previo y regresé a Suiren, volviendo a sonreírle para fingir demencia. Respondió la tontería de su derecho o beneficio y enlistó una serie de lugares que no le apetecían. El disgusto tan repentino me había dispersado bastante; quizá, de no haber existido, habría encontrado una disonancia.

    Íbamos bajando, y su mención de la enfermería me hizo mirarlo. Soltó una risa, cosa de por sí algo extraña en él, dijo que era lúgubre y finalmente propuso el observatorio. Recordé, de hecho, la vez que me había encontrado en la enfermería luego de mi exabrupto con Joey y Alisha; ni siquiera sabía que Suiren lo había visto, pero gracias a su intervención las imágenes de ese día no eran tan... bueno, lúgubres.

    —Con una sopita hecha en casa y buena conversación hasta la enfermería tiene su encanto, ¿no crees? —comenté con intención de evocar aquel recuerdo, y al devolver la vista al frente solté una risa nasal—. Te daré el mini-tour por el observatorio, entonces. Está muy bonito, es como... ¿medieval? Parece antiguo, pero muy antiguo.

    Era un lugar particularmente oscuro, bien lo sabía yo. ¿Debía atribuirlo como razón a que lo hubiera escogido? Preferí conservar la duda de momento.
     
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    Insane

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    No era el lugar en sí, sino la compañía en otras palabras, y tenía razón, sino fuese por restricciones que se me escapaban de lo que podía o no controlar con respecto a mi salud probablemente estaríamos de camino a la azotea. Asentí para que se supiese escuchada, recordando la vez de la enfermería por rebote; no supe qué había sucedido, ni el por qué, tampoco pregunté pero de casualidad me enteré por el estruendo del momento que en sí, algo no andaba bien ese día en particular, noté la presencia de Alisha cuando salió del salón, y del chico que había visto e identificado como alguien de tercero, no más que eso.

    De igual forma ya Sasha debía estar más que enterada de que no solía preguntar por temas que no me concernían más allá de la interacción que solíamos tener -pese a que la había nombrado como mi mejor amiga en su momento, y había algo de intimidad afectiva-, aún así suponía que con solo la compañía en ocasiones bastaba, y por ello también creía que la relación de amistad se mantenía.

    —Suena a un espacio que le pusieron empeño por ambientar —murmuré al imaginarlo como un retrato pausado en el tiempo por el apunte que ella había dado—. ¿Crees que la directora fue la de la idea?
     
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  15.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado that's that me espresso

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    Mi imitación de la abuela logró su cometido bastante bien, pues el muchacho se mostró bastante divertido en respuesta, y la broma que él soltó inmediatamente después surtió el mismo efecto, pues yo misma acabé dejando salir una risa nasal de diversión en respuesta. Me encogí ligeramente de hombros, también, dándole algo de razón al permitirme mostrar una expresión de aceptación en mi rostro. Todo el mundo bebía para salir un sábado, ¿o no? He did have a point saying that was boring, after all.

    Sea como fuere, me autoinvité a su almuerzo como la desvergonzada que sabía ser y él, pobrecito mío, no tuvo más opción que aceptarme. Me ofreció ir a comprar agua, idea que iba a aceptar sin dudar debido a mi estado, y antes de poder comentar algo al respecto, el chico se adelantó en añadir que estaba obligada a bajar con él. La tontería me pilló algo desprevenida, haciéndome alzar las cejas durante un breve segundo por la sorpresa, pero inmediatamente después dejé salir otra risilla que acabó transformándose en una sonrisa algo sedosa.

    So demanding, I loved that~

    Yessir —di como toda contestación, llevándome la mano a la frente en un saludo militar improvisado.

    No había tenido ninguna intención de separarme de su lado, en realidad, así que tampoco tuve ningún problema en caminar a su lado en dirección a la escaleras justo después de "ceder" ante su orden. Le eché un vistazo de reojo, sonriéndome con una chispa de diversión imposible de ignorar.

    >>So... what's your deal? ¿Niño pijo o no? ¿Quiénes son tus amigos? ¿Eres un aburrido que sigue las reglas o te va un poco de rebeldía? Tell me everything, mister~
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Quizá me había equivocado asumiendo que intentaría aprovecharse para pedirme que fuera yo mismo hasta planta baja por el agua. Parecía, digamos, la clase de chicas que intentaban reducir sus quehaceres batiendo las pestañas. Mi condición, sin embargo, le dibujó una sonrisa tan suave en el rostro que pareció quedarse encantada, y mientras me giraba para empezar a caminar me pregunté si acaso habría interpretado diferente mis palabras.

    Pero bueno, ya estaba hecho.

    Nos íbamos acercando a las escaleras cuando sentí su mirada encima y la vi de soslayo, notando su diversión. Acabó lanzándome encima una seguidilla de preguntas que a cada cual más osada y me reí con liviandad. ¿Era una entrevista? O peor, ¿un interrogatorio?

    —¿Estoy en problemas, señorita Welsh? —bromeé, adecuando la tontería a su saludo militar de recién, y me desinflé los pulmones regresando la vista al frente—. Veamos... No, niño pijo no. Mis amigos... Distribuidos en segundo año y la 3-3.

    No tenía sentido incluir a Kou, ¿verdad? Cuando llegó el momento de responder su última pregunta sonreí y la miré, dándome un par de toquecitos en el cuello, junto al tatuaje de las serpientes.

    —¿Esto satisface tu curiosidad? —indagué, bajando el brazo.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Caminamos por el tercer piso, no me señaló nada pero yo si que me puse a mirar algunos de los letreros siguiéndole el ritmo de los pasos hacia la escalera. Se presentó luego de seguirme el rollo con el saludo de marinero y la miré con atención. Se veía con prisa por lo que me acoplé a eso.

    —Ervin Dougal, puedes decirme Er, o tripulante ya que eres la capitana del barco~ —bajamos al segundo piso luego—. ¿A dónde vamos?

    Mira que yo podía perfectamente perderme aquí dentro los primeros días, pero al menos hoy tenía a alguien que imaginaba y no dejaría que eso pasara, además, ¡también tenía mucha hambre! Permanecí siguiendo sus pasos, por lo que ella iba un poquito más adelante, me tomé el tiempo de observar su cabello, ya había visto un par de gente con colores peculiaeres, por lo que de curioso pregunté:

    —¿Te decoloras el pelo?
     
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  18.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    ¿Er? No, no, no, that was too boring. Ya se me ocurriría un mejor apodo en algún momento, confiaba en el proceso y en mi cerebrito. Mi success rate era del 100%, al fin y al cabo. O algo así.

    —¿Barco? —repliqué, frunciendo el ceño, y me reí; en mi mente me había convertido en la jefaza de un ejército o algo así, pero un barco enorme también funcionaba—. I'm the boss, indeed, y nuestra misión actual es asegurar nuestra supervivencia hasta el final del viaje. ¡A por suministros, my brave sailor!

    Proclamé nuestro objetivo a todo pulmón, estirando el brazo hacia el frente y adelantándome un par de pasos. Su pregunta me alcanzó desde la espalda, entonces. Giré el rostro para mirarlo sin detenerme y sonreí.

    —¿Cómo crees? —respondí, y con toda la naturalidad del mundo agregué—: I'm half fairy.

    ¿Capitana de un barco militar mitad hada? The plot thickens, huh.

    —¿De dónde vienes, marinero? ¡Ah, no, espera! La profe lo dijo, ¿no? Hmm... —Me puse a exprimir mi neurona, aminorando el ritmo hasta caminar a su lado, con los brazos cruzados y la vista clavada en el suelo del frente—. Deme una pista, ¡es una orden! Su capitana tiene mala memoria~
     
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  19.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    El silencio que reinó entre los dos me hizo dar un ligero tic en la ceja, por un momento creí que la tonta me negaría las llaves definitivamente y quedaría haciendo chispas en el receso, al menos en lo que comenzó a recoger sus cosas, me pensé también que se me pagaría como un chicle pero deseché la idea casi de inmediato, al menos hasta que me giró de los hombros, la miré de reojo -lo que me fue poco posible- y terminé refunfuñando para luego resignarme.

    No es que me estuviese volviendo fácil, es solo que la idiota está tenía el poder llamado llaves...

    Me eché a caminar, entonando apenas la mirada en lo que iba paulatinamente relajando las facciones. Al menos podría quitarme algo de encima al poder ingresar ahí y tener acceso a una de las computadoras. No dije nada más porque ya ella sabía que no era ningún genio social, ni educativo, ni nada en realidad, así que en lo que cruzamos el pasillo me la pasé mirando por las ventanas, luego al suelo en las escaleras y al techo después de bajar al segundo piso.

    Ni Manson ni Rosita a andaban por ahí para molestar, así que bueno, me di por bien servido al estar en la puerta de la sala multimedia. Esperé a que ella abriera y ya luego dije algo pues porque sí:

    —Deberian darme una copia de las llaves de este lugar, de seguro le daría más uso.

    Para dormir, alejarme de todo mundo, y también para zambullirme en los computadores, podría pasar horas ahí metido y nadie me notaria a la final.
     
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  20.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Ambos nos terminamos distrayendo momentáneamente, ya que el modo en que una chica lo saludó, con el brazo extendido hasta donde los músculos del cuerpo le permitían, no podía dejar indiferente a nadie. La miré con una ceja alzada, entre divertido y desconcertado. Su energía desbordante y el cabello rosado me recordaron hasta cierto punto a Koemi, con la diferencia que no parecía ser alguien a quien pudieras poner de mala hostia con facilidad (lástima); su acompañante, en cambio, se cargaba una vibras tan diferentes que me hicieron mucha gracia, sobre todo al notarle la cara de perro. Tuve que tragarme la risa, pero igual me permití el atrevimiento de dedicarles un saludo más sutil con la mano, aunque no nos hubiésemos visto en la puta vida.

    Pasado el espectáculo relámpago, este extravagante tipo y yo seguimos con lo nuestro. Mi advertencia sobre Nakayama me hizo su debida gracia, porque habló con una inocencia muy fingida y, además, seguía mostrándome pistas de que tenía confianza en sí mismo, o que se tomaba la vida con mucha liviandad. Era demasiado pronto para juzgarlo, pero con lo que me estaba dejando ver podíamos funcionar en sociedad, ya que como mínimo no me provocaba rechazo.

    Que aceptara pagarme el almuerzo permitió que nuestro diálogo se mantuviera en buen cauce, así que me sonreí sin un atisbo de culpa; me daba igual ser tan interesado, no lo iba a negar si alguien se atrevía a acusarme de abusar de la bondad de la gente. A Nakayama no le hubiese hecho gracia ver esta escena, eso seguro. En todo caso, la Cafetería pasó a ser nuestro próximo destino y yo, ni corto ni perezoso, señalé las escaleras con un movimiento de cabeza, manteniendo la sonrisa divertida.

    Y… ¡Ah, pero bueno! Mientras bajábamos al segundo piso, el tipo se puso en modo metralleta y lanzó como tres preguntas sin desperdiciar una gota de aliento. Quizá hubo más, no tenía modo de saberlo, porque se me terminó escapando una risotada. Enterré las manos en los bolsillos y lo miré, alzando una ceja con teatralidad.

    —Pero a ver, criatura, ¿qué onda con este interrogatorio? —dije, soltando otra risa por la nariz; al final me encogí de hombros— Me llamo Ryuuji, que te baste con mi nombre; soy de Otsu, una pequeña ciudad de la región de Kánsai, aunque llevo dos años y algo en Tokio. Y en cuanto a amigos…

    Hice una pausa para mirarlo con fijeza, a la vez que mi sonrisa adquiría más… enigma.

    —Más bien, diría que tengo dos cómplices entre estas paredes… —mis colmillos volvieron a asomar—. Así que puedes permitirte el inigualable privilegio de ser mi primer... amigo.

    Soltarle algo como eso sólo respondía a mi objetivo de tomarlo desprevenido, de incomodar. Era y no era cierta mi afirmación, al hablar de los cómplices estaba pensando en Katrina y Koemi.

    —Ahora… Esta es la parte en la que me cuentas quién eres… —invité con fingida amabilidad—. ¿Cuándo te transferiste? ¿Te gustó el tour?

     
    Última edición: 15 Mayo 2024
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