Este fic trata de contar la historia de amor entre Hades y la ninfa Mente (mitología griega), para la actividad "Amores clandestinos", espero que les guste :3 Pasión infernal Su amor era prohibido y ellos lo sabían. Conocían las posibles horrendas consecuencias pero no les importaba, estaban ciegos por el amor. Él, soberado del Infierno, señor de todos los muertos y ella, una simple ninfa infernal ligada al río Cocito se amaron apasionadamente frente a las narices de Perséfone, la reina del Infierno y esposa de Hades. Mente sentía desde siempre un gran amor por el tenebroso dios. A pesar de sus rasgos duros, de su carácter despiadado y cruel y de lo fácil que podía imponer miedo, ella sentía que, en el fondo, Hades era un ser dulce, tierno y bueno. Realmente estaba enamorada y enceguecida, no pensaba en el hecho de que Hades estaba casado con una mujer celosa y vengativa ni que era el dios del Infierno, una relación que claramente no tenía futuro y que podría acarrear graves consecuencias, especialmente para ella. Hades no estaba enamorado de Mente pero realmente le gustaba y mucho. Ella era la ninfa infernal más dulce y linda que podía existir: su cuerpo curvilíneo, su tersa y su piel blanca, su largo cabello negro como el azabache y unos grandes ojos expresivos de color negro. Hades adoraba cuando la ninfa de regalaba una discreta sonrisa o le robaba una mirada. Pensaba todo el tiempo en ella, en cómo sería poder tocar su piel, besar sus labios y hacerla completamente suya. Mente estaba dispuesta pero Perséfone seguía en el infierno, al lado de su esposo como la reina que era, con la mirada siempre atenta. El juego prohibido llegó al clímax cuando volvió la primavera y finalmente Perséfone se fue de su reino, dejando libre a Hades y a Mente para poder disfrutar de su amor ilícito. Mente se contoneaba sonriendo frente al rey del infierno, quien no podía controlar la pasión que sentía por ella y prácticamente se la secuestraba para hacerla suya. Miradas robadas, besos discretos, risas a escondidas y caricias fugaces, los meses que pudieron disfrutar de su romance fueron llenos de pasión y amor. Pero todo tiene que terminar y esto ocurrió cuando volvió Perséfone. Perséfone, quien tenía una relación amor-odio con Hades, no podía soportar los celos de que él tuviera otra, a pesar de que ella ya había tenido otras relaciones prohibidas. Los rumores la atormentaban constantemente, cada mirada que alguna ninfa le dirigía a su esposo era un peligro, cada sonrisa una amenaza. No sabía quien era la amante pero pretendía averiguarlo, no permitiría jamás que le arrebaten a su marido. Ella era su reina, la única e inigualable. Mente estaba destrozada, realmente amaba a Hades y no podía soportar verlo con su esposa. La tristeza y los celos la dominaban, no sabían que hacer con la situación. Intentaba no pensar en ello y seguir con su vida pero el hecho de que Hades la siguiese buscando no ayudaba. Tampoco quería hacerle un planteo o una escena de celos pero ya no lo aguantaba, tener que ver a su amado besando y acariciando a otra mientras que al mismo tiempo la citaba para alguno de sus encuentros secretos. Pasaron los meses y Mente seguía sufriendo, quería dejar a Hades de una vez por todas o que él deje a su mujer, lo cual era prácticamente imposible pero ella no perdía toda la esperanza. Finalmente, llegó la primavera y Perséfone dejó el Inframundo. Sin embargo, Mente no estaba segura de si seguir su relación con Hades como antes, dejando de lado el dolor que tuvo que soportar, o terminando de una vez y continuar con su vida. Sabía que lo mejor era la segunda opción pero no lo podía ni quería dejar, lo amaba con locura. Mente logró “olvidar” el tiempo que Perséfone estuvo en el Infierno con su amado, como si nunca hubiera pasado. Es mas, la borro de su cabeza, intentando desesperadamente creer que Hades no estaba casado y que era solo de ella. Volvieron las alegrías, los tiempos felices. Lamentablemente, también lo hicieron los descuidos. Mente y Hades se dejaban ver a plena vista en el Infierno, como solían hacerlo, pero también en la Tierra, lo cual era extremadamente peligroso; Helios ya había delatado a Hades y podría hacerlo de vuelta. Sin embargo, a los amantes no les importaba, a Mente porque quería mostrarle al mundo que el Señor del Inframundo estaba con ella y a Hades sinceramente no le importaba, quizás hasta lograría que su esposa Perséfone le pusiese más atención mientras pasaba un buen rato con una hermosa ninfa. Lo inevitable finalmente sucedió. Helios le contó el romance a Deméter, quien, furiosa, se lo contó a su hija. Perséfone, presa de los celos, tuvo que ser calmada por su madre, quien le aconsejó que espere el momento oportuno para vengarse. Le dijo que era mejor esperar a tener pruebas, encontrarlos con las manos en la masa, para que nadie pudiese reprocharle sus acciones. Perséfone reconoció que su madre tenía razón y, por primera vez, deseó estar en el Infierno. Perséfone, celosa y colérica, vigilaba de cerca a su marido. Hades, por otro lado, intentó ser un poco más prudente pero Mente, ciega por los celos y el amor, no quería tomar ningún tipo de precaución, queriendo demostrar al mundo que el Dios de los Muertos la amaba y ella a él, sin importarle las consecuencias. Poco antes de que llegara el invierno, Perséfone obtuvo su oportunidad de vengarse de la culpable de su humillación, atrapó a su esposo y a Mente en la superficie mientras consumaban su amor. Ciega de la ira e incapaz de lastimar a Hades, descargó su ira en la pobre y enamorada ninfa, golpeándola hasta que la redujo a cenizas. Fue tan inesperado y tan cruel el asesinato que Hades se quedó impactado, sin hacer nada. Perséfone se fue, confundida con su madre, buscando comprender que había hecho. Pasaron las horas y Hades seguía allí, en la escena de crimen, contemplando las cenizas de su amante. Cuando llegó la noche reaccionó: lloró y se enfureció por lo que fue a pedir justicia ante los Dioses Olímpicos. Sin embargo, a pesar de que no le dieron la razón a Perséfone, tampoco se la dieron a él. Coincidieron que nada podían hacer por Mente, lamentaban su muerte pero ni Perséfone, Deméter o cualquier mujer hubiera permitido que Hades tenga una amante “oficial”. Todo se resolvió, sin más intervención que los involucrados, cuando Perséfone convirtió las cenizas de Mente en la planta de la menta. Quizás lo hizo para remediar el asesinato, logrando que la bella ninfa no muriese jamás o tal vez la transformó para que, ni siquiera en el Infierno, Hades y Mente pudiesen estar juntos de nuevo. Fin.
Orales, la tipica historia de la ötra¨. Y que mala onda que esto haya acarreado tan grandes consecuencias como la muerte. Y pues aquí ambos tuvieron la culpa, a ver, Hades para que se encaprichaba y la seguía buscando y porque Mente le seguía el juego. Pero supongo que el amor de ella los volvia demasiado arriesgados, y pues por eso mas o menos sus errores quedan perdonados por el amor. Muy bueno el relato, me encanto
¿Todavía sigue vigente esa actividad xD? De los pocos que leí de ahí, a éste lo pongo entre los más originales. Se creería que trabajar para estas secciones menos atendidas supondría una desventaja, pero si sabés coordinar todo, podrías llevarte buena ventaja, como ahorita (no me refiero tanto a los me gusta y comentarios, de no tener mucho de eso no te salvás D: ; hablo de la originalidad). El argumento de las historias para la actividad sí no se salvaron de lo predecibles que eran. Aquí no trataste de enmascarar mucho eso, y luego de un par de párrafos ya se podía saber cómo acabaría. Aunque el uso de personajes y el ambiente mitológico te destacó, el amor entre ellos no fue nada que no se haya leído antes. No vi un esfuerzo por tratar de ser original en la parte romántica; sí debemos recordar que estabas limitada por la historia real de los griegos, y no había mucho que agregarle, o modificarle, pero siempre es agradable ver cómo el autor juega con esas historias ya escritas (no sólo en mitología) y las hace suyas. No vi que hicieras tanto eso aquí. En la redacción..., me dio curiosidad. Te vi un buen parecido con otra autora de aquí, Sora Kagamine xD. Una que otra tendencia de escritura parecida. Fue buena nada más. Faltaron algunas comas antes que peros (también, demasiados peros y sin embargos), y fue algo desigual. En partes era buena y en otras ligeramente apresurada, y sin mucha maestría. ~ Esos griegos son mis ídolos -w-. Bien locos todos esos dioses. El Helios qué chismoso lol...