Ubicado en: Río Hanazawa Cruzando el puente del río y siguiendo el camino señalado, es posible llegar al Parque Hanazawa. Rodeado de bellos y frondosos árboles, este sitio es conocido por ser uno de los lados más bellos de Hanazawa. Cuenta con varios bancos donde los visitantes pueden sentarse a charlar o pasar el tiempo... o dormir la siesta, para los más perezosos. El ambiente sereno y pacífico del lugar ciertamente invita a ello. Contenido oculto
Hiroki Usui Tras salir de su apartamento destartalado con su perro, Hiroki había estado vagando por las calles de Hanazawa sin rumbo fijo. Podía decir que era un pueblo pintoresco. Quizá. Casas bajas, calles serpenteantes que se perdían entre callejones donde apenas alcanzaba el sol, el canto alegre de los pájaros. Todo el mundo parecía conocerse y saludarse como si fueran una gran familia. Ancianos en su mayoría. Algo típico de las zonas rurales, supuso. Ni le gustaba ni le disgustaba, podría decir que le resultaba llanamente indiferente. Era completamente distinto a Tokio. Parecía mentira que ambos pertenecieran a Japón. Pateó una lata de cerveza y con un sonido metálico esta acabó directamente en el cubo de la basura. A él mismo le había dado igual en cierto momento arrojar basura en plena calle... pero ahora era distinto. ¿Se debía a su extraña experiencia en el vagón? ¿A su Persona? ¿Al hecho de que la cerveza le recordaba al cerdo de su padre? Era muy complicado, joder. Ike, por su parte, parecía exaltado. Agitando con fervor su curiosa cola enroscada corría de aquí allá, ladrando jubiloso y olfateando cada rincón del parque. Ojalá el perro y su amo compartieran la misma vibra alegre. Hiro silbó. —¡Ike!—lo llamó con las manos en los bolsillos—¡No te alejes demasiado! Y pesadamente se sentó en un banco bajo la fresca sombra de un árbol. Ah. El ambiente era calmado y pacífico. El cantar de los pájaros era algo difícil de escuchar en Tokio, menos en un barrio tan urbano y concurrido como Shibuya. Era relajante. Soporífero incluso. Invitaba al sosiego y la calma. ... Terminó tumbándose en el banco con una pierna flexionada, holgazán. La cabeza apoyada sobre los brazos. Le pesaban los párpados.
Nagi Watanabe Watanabe entró al parque con calma, era demasiado hermoso, casi místico, aunque tantos olores diferentes de flores le incomodaba un poco, no le gustaban los olores demasiado fuertes. Decidió dar una vuelta por todo el parque, caminando a paso lento y tranquilo, observando con detalle su alrededor. Parque, flores, primavera, no podía evitar pensar en Haru, sonrió con nostalgia, dando un suspiro, después de todo era la chica en quien más confiaba y la extrañaba bastante, la verdad es que no podía evitar acordarse de ellas cada dos segundos, cosa que se mantenía dudativa entre algo bueno y malo, pues tanto recordarlas le llegaba a oprimir el pecho. Cuando ya estaba dando la vuelta para completar su inspección del parque escuchó el ladrido de un perro, miró nerviosa a todos lados y lo encontró olisqueando un árbol, seguramente queriendo marcarlo. Era un Akita, ahhh, demasiado grande para su gusto, sintió un nudo en el estomago y aceleró un poco el paso. Terminó cerca de un árbol, respaldándose en este, dejando salir un pesado suspiro. No es que tuviera algo en especifico contra los animales, no los odiaba, pero eso no le quitaba que le atemorizaran, sobre todo los perros, con sus ladridos igual de potentes que sus colmillos. Sacudió la cabeza de un lado a otro, era mejor no pensar en esas cosas. Y ahí, desde lejos, logró ver a un chico reposando en una banca, parecía algo relajado, pero no del todo... Oh, no, cuando lo reconoció se sintió incluso más nerviosa que con el perro, pues ¿Qué sería peor que estos? Claro, uno que hablara. Para su alivió, dudaba que se percatara de su presencia, así que se tumbó en el pasto, con la espalda apoyada en el tronco, y cerró sus propios ojos, recordando sus días de primaria.
Hiroki Usui Ike levantó la cabeza del suelo y olisqueó el aire. Sus ojillos almendrados, color avellana, se fijaron rápidamente en la figura de aquella niña. Agitó la cola, jubiloso y se lanzó ladrando en su dirección. Cuando Nagi quiso percatarse tenía a una bola de pelo color blanca y anaranjada pasando su lengua babosa y larga por todo su rostro. Parecía bastante simpático... ¿no? —Agh—aquella fue la voz de Hiroki. Ronca, áspera, similar a un gruñido. Aún reposaba en el banco con los ojos cerrados, la brisa primaveral meciendo su revuelto cabello cenizo. Pero su expresión se contrajo en una mueca de molestia. Los ladridos del Akita hacían un eco ensordecedor en el parque vacío— ¡Cierra el hocico, Ike! Le espetó. Pero no tuvo ninguno efecto. El Akita dio vueltas alrededor de Nagi saltando y ladrando, con evidentes ganas de jugar. Era un animal sumamente cordial. Eufórico, volvió a ladrar. Un ladrido profundo, ronco, similar a la voz de Hiroki. Esa fue la gota que colmó el vaso para su dueño. Hiroki se incorporó frotándose el rostro, enojado. De su garganta emergió una especie de gruñido feral cuando le increpó nuevamente a su perro... pero la sorpresa no tardó en reflejarse en su expresión al ver a la niña de primero de secundaria. La reconoció enseguida como la niña del vagón. La chiquilla asustadiza. El sentimiento de culpa volvió a abrirse paso por su pecho con celeridad. ¿Habría gritado? ¿La habría asustado otra vez acaso? Dios, qué complicado era tratar con niños. ¿Por qué él? Incómodo, se pasó una mano por el desordenado cabello cenizo. No tardó en acercarse, aunque manteniendo una distancia prudencial por si las moscas. Se acucliló en el suelo y el perro corrió a su encuentro. Tenía el uniforme escolar puesto aún pero con todos los botones abiertos, por lo que la camiseta negra de debajo era perfectamente visible. Odiaba seguir las normas de vestuario, también. Ike se tumbó jadeante a su lado y Hiro le acarició la cabeza entre las orejas. Con su perro, era con el único ser del mundo con el que parecía permitirse ser mínimamente amable. —Hey tú, como sea que te llames... ¿Watanabe?—llamó a la niña. Su voz áspera hacía muy poco por darle cierta vibra amable a aquel intento de conversación. Era un inútil tratando con la gente. Se sobó la nuca—. ¿Te gustan los perros?
La tranquilidad que estaba empezando a sentir se vio interrumpida cuando algo se le tiró encima, haciéndole perder el equilibrio a pesar de estar sentada, cayendo de lado, apenas pudo abrir los ojos para notar que el causante de todo aquello había sido un perro, el mismo de antes. —Ahhh. — Leve y temblorosa exclamó mientras giraba el rostro hacia el costado, para evitar que ese perro pasara su lengua por ojos y boca, a pesar de que quedo con la pobre oreja izquierda expuesta, en un intento de empujar al can hacia un costado alzó las manos hacia el cuerpo del perro, pero al final solo se termino aferrando al pelaje del animal sin lograr su cometido, sentía que las fuerzas le faltaban en todo el cuerpo. El perro ladraba y lamía, pero al parecer no iba a morderla, por ende solo pequeñas lagrimas salían de su rostro y no todo un torrencial a comparar con el río Hanazawa. Dio gracias al cielo de que el Akita después se apartara de ella, aunque no por eso se alejó, empezó a dar vueltas alrededor del árbol y ella, ladrando muy fuerte mente... Joder, ese perro tenía más energías que su hermano con tres cucharadas de azúcar. Soló logró atinar a taparse los oídos, mirando alrededor ¿En busca de qué? Ni ella lo sabía. Hasta que un potente grito, casi como un ladrido, hizo reaccionar al perro, que se detuvo y miro fijamente a su dueño, era Hiroki. Y se hubiera asustado, pero está vez le generó alivio en vez de pánico, solo por haber calmado a al hiperactivo ser que al parecer tenía como mascota. ¿Se veía preocupado? No, para la visión de Nagi parecía más fastidiado que preocupado, como si la situación le incomodara. El chico se había acercado hasta su perro y ella, acuclillado mantuvo cierta distancia, Nagi se sorprendió como el Akita de repente se posaba a su lado tumbándose y él le hacía cariño entre las orejas ¿Acaso el animalejo se quedó sin baterías? Lo dudaba, más bien parecía que Hiroki le había aplicado un calmante con las caricias, era algo raro de ver para Watanabe. Que a todo esto, le había dirigido la palabra ¿Cómo siquiera se acordaba? Parece que al final le tenía algo de relevancia, pues en su caso no tenía ni una sola pista para recordar el nombre de quién parecía ser su senpai. —¿Te gustan los perros? — Que pregunta más rara, obviamente Nagi sacudió su cabeza de manera frenética en signo de negación. Pero por algún motivo Hiroki parecía dar menos miedo que antes ¿Sería que estaba relajado?
Shiori Kurosawa Caminó hacia el parque disfrutando del sol y el cantar de las aves, que se había acostumbrado a escuchar incluso por encima del ruido de la gente. Conforme más cerca se encontraba, más escuchaba a los pájaros y murmullo de las hojas al ser mecidas por la brisa. Le pareció, además, escuchar el ladrido de un perro y algunas voces, aunque no identificó muy bien lo que decían. —Qué agotamiento —murmuró para sí misma, mientras se sentaba en uno de los bancos, dejando su cabeza caer hacia atrás un momento. Dejó la mochila a su lado, a la vez que enderezaba la cabeza y miraba el parque con detenimiento al fin, fue en ese momento en que notó la silueta del perro. ¿Un akita? Parecía adorable. A su lado estaba la silueta de quien asumió era su dueño.... ¿Hiroki? Qué va, ¿cómo iba a tener Hiroki la paciencia para cuidar de un perro? Más allá, a la sombra de un árbol, había una silueta que no supo reconocer por el contraste, pero parecía que el chico perro se estaba dirigiendo a ella, sorprendentemente. Cruzó una pierna sobre la otra, y colocó su codo sobre su rodilla, para apoyar el rostro en su mano, observándolos atentamente. Tenía genuina curiosidad por esa interacción.
Hiroki Usui Dejó caer la mano de su nuca como un peso muerto cuando la niña respondió negativamente a su cuestión. —Ya. No le gustaban los perros. ¿Ahora qué? ¿De dónde mierda iba a sacar conversación? Apartó la mirada por ninguna razón en particular. Tal vez esperaba que las ideas apareciesen de la nada, en el aire. Ike ladeó la cabeza curioso e intercambió la mirada entre Nagi y su dueño. Ese perro hiperactivo era todo lo que le quedaba. Su único amigo en el mundo podría decir. Estaba con él desde que era un cachorro torpe y lento. Hiro hizo una mueca. —Se llama Ike—dijo a continuación—. Mi perro. Puede que lo veas grande y fiero pero es un idiota. Soltó una risa baja pero genuina por primera vez en mucho tiempo, mostrando todos los dientes en una sonrisa lobuna. Parecía... ¿divertido? No duró mucho de todas formas. De un solo movimiento se puso en pie. —Agh...—se revolvió su propio cabello con una mano, exhausto. ¿Cómo una conversación podía agotarlo tanto?
Nagi Watanabe —... Puede que lo veas grande y fiero, pero es un idiota. — "Cómo él" A Nagi se le escapo una leve carcajada, a lo que rápidamente se tapó la boca con ambas manos... Pero no iría a saber porque se rió ¿Verdad? No, no podía leer pensamientos. El chico sonrió por un momento, wow, parece que ese día no podía tener acontecimientos más extraños, primero una Yuki melancólica ¿Y ahora un chico lobo no enojado? Sentía que el mundo conspiraba contra ella. Watanabe observó como el chico se ponía de pie ¿Se iría ya? Tal vez, no tenía motivos para quedarse, más aún cuando volvió su cara de amargado de siempre. —S-senpai ¿Ya te vas? — Decidió preguntarle, con un tono bajo y tímido, y recordó que no se sabía el nombre del chico. — ¿Po-podrías decirme tu nombre antes de irte?
Shiori Kurosawa No parecía estarle yendo demasiado bien, ¿cierto? Estaba haciendo eso del cabello, como había hecho en Velvet Room, era como su señal de hartazgo universal. No pudo evitar contener una risa. Vale, quizás había que echarle una mano. Se levantó del banco, sacudió su falda y volvió a tomar su mochila para dirigirse en dirección de Hiroki, su perro y la otra silueta desconocida, no fue hasta que estuvo un poco más cerca que logró identificarla como la jovencita del colapso nervioso. ¿Po-podrías decirme tu nombre antes de irte? —Me gustaría saber lo mismo —habló desde sus espaldas—, senpai. No esperó a que el chico la mirara, sino que se inclinó un poco hacia un lado para poder ver mejor a la muchacha asustadiza y le sonrió con calidez. >>También me gustaría saber tu nombre, es un poco raro decirle a senpai que no haga una escena frente a ti pero no saber cómo te llamas aún. —Una vez dicho eso, dirigió su mirada hacia el akita y se acuclilló a su altura, para hablarle con ternura—. Y tú te ves como un buen chico, ¿a que sí?
Oreki Tojo Tras aquel manjar Oreki camino por aquel hermoso parque de ensueño mientras daba palmadas en su estomago, sin duda la comida aqui valia la pena. Contemplando el parque pudo ver algunas personas y entre ellos diviso a una chica que parecia estar en compañia de un gran perro, ellos eran...aquellos otros que vio en el Velvet room. —Aunque segun recuerdo no esta en nuestra clase ah no es ¿Shiori tambien? Creo que asi era— recordo quienes le acompañaba, intrigado se quedo viendo la interacción de ambos en el lugar.
Hiroki Usui "¿Podrías decirme tu nombre antes de irte?" Hiroki bajó la mirada para verla. ¿Su nombre? No se lo había dicho, estaba seguro de eso. Ni siquiera sabía el nombre de los alumnos de su jodida clase. Nunca le había importado demasiado... por no decir que no le había importado en lo absoluto. Pretendía hablar, socializar y ser amable cuando una nueva voz irrumpió su intento. Era esa voz suave y maternal. Esa chica del Velvet Room que la ayudó a reconciliarse con Nagi. Curioso, Hiroki dirigió una mirada por encima de su hombro y alcanzó a verla. Con sus amables ojos naranjas y su curioso mechón azul. Un extraño escalofrío recorrió su piel al recordar el tacto de sus dedos en el Velvet Room. Alguien era amable con él y le mostraba un mínimo gesto de apoyo en años. Se sintió... raro. Y se sintió... bien. Diferente era la palabra correcta. Joder. Ike por su parte se acercó animoso a Shiori moviendo la cola con alegría cuando la vio ponerse a su altura. Olfateó sus manos con curiosidad. Hiroki suspiró pesadamente. Ella también quería saber su nombre. Y él, repentinamente y por alguna razón, no le resultaba tan indiferente saber el suyo. ¿Quería saberlo? ¿Desde cuando quería él saber el nombre de nadie? Era un negado para tratar con la gente. Hosco, huraño. No servía para ser social. Y ahora estaba allí en un parque... justamente socializando. Soltó una risa baja, entre dientes. Qué ironía. Bueno, qué importaba. Hundió las manos en los bolsillos del pantalón del uniforme. —Usui—dijo—. Hiroki Usui. Y este es Ike. Se acuclilló nuevamente juntó a Shiori y acarició al Akita. Sus orejas peludas; palmeó su cabeza. El animal pareció complacido cerrando los ojos en un gesto sumiso y gustoso. Era evidente por la expresión brillante en el rostro del joven Usui que disfrutaba genuinamente estar con su perro. Realmente le gustaban esos animales ¿no? Sus ojos dorados tomaban una luz más brillante, tan diferente a su opacidad usual y lucían como los de un niño. Aquella emoción también podía palparse levemente en su voz áspera y ronca... Hasta ese momento. —"Y tú te ves como un buen chico, ¿a que sí?" >>Puede parecer un buen chico—dijo. Su voz sonó algo más seria— pero ten cuidado porque muerde. ¿Se lo había dicho de forma confidencial solo a Shiori? ¿O solo lo había imaginado? En cualquier caso había vuelto a incorporarse antes de que ella pudiera preguntarle nada. En el momento en que lo hizo, sonrió nuevamente con aquella mueca amplia y lobuna. Divertido, sí. Parecía estar disfrutando la situación de alguna manera. No parecía una sonrisa amable. Era una... ¿sonrisa burlona? —Nah, no le haría daño a una mosca. ¿Verdad chico? Y el perro, como si tratara de afirmarlo, lanzó dos roncos ladridos.
Nagi Watanabe Había llegado la otra chica de pelo teñido , la de las hebras azules, ella se integró a la conversación curiosa también de saber el nombre del chico lobo. —Así que Usui-Senpai —murmulló Nagi, era el primer senpai hombre que tenía, y de algún modo le hacía un poco feliz, claro, eso no quitaba que aun le aterrorizaba ver al chico enojado, pero ya no le temía solo por ser él. Aun así, cuando ambos se acuclillaron delante del Akita, el cual su nombre parecía ser Ike, se sintió un poco fuera de lugar. Se puso de pie y observó los alrededores... ¿Un chico les estaba mirando? Le pareció ver al rubio de Velvet Room observándolos de lejos, rápidamente se puso nerviosa cuando cruzaron miradas. Rayos ¿Qué debía hacer? —¡Ah! Senpai —dijo ahora dirigiéndose a Shiori, otra chica más de quien no recordaba su nombre ¿Ya habían mencionado que tenía mala memoria? — Muchas gracias por todo lo ocurrido en Velvet Room, no se que hubiera echo sin usted. —Hizo una leve referencia, y volvió a estar parada, tenía los dedos indices agarrados entre sí, algo nerviosa. — Y de casualidad, ¿No conocerá a ese chico de allá? Lleva un buen rato mirándonos... — Se fijó nuevamente en el chico y su peculiar cabello rubio... no sería... ¡¿Un delincuente?! Tragó saliva, aunque por su rostro de angelito no parecía serlo.
Shiori Kurosawa Usui. No esperaba que él se acuclillara de nuevo a su lado para acariciar a Ike, como había dicho que se llamaba el akita, así que cuando lo notó no pudo evitar voltear su mirada hacia él, justo cuando comenzaba a mimar al animal. Notó entonces que miraba al perro de una forma completamente diferente que al resto del mundo y no pudo evitar sonreír. Puede parecer un buen chico, pero ten cuidado porque muerde. Vaya, pero qué cosa más críptica, ¿no? Ladeó la cabeza, en un gesto casi parecido a los de Ike, y lo siguió con la mirada mientras se incorporaba, para imitarlo luego de acariciar al can entre las orejas. Nah, no le haría daño a una mosca. ¿Verdad chico? Sonrió al escuchar los ladridos de respuesta de Ike y se acercó al joven de nuevo, con la misma cautela que se había acercado a él en Velvet Room. —¿Te refieres a Ike o a ti, Usui-senpai? —murmuró, casi provocándolo, aunque Hiroki no parecía buen chico porque bueno, no le daba la gana parecerlo. Iba a esperar por su respuesta cuando la voz de la jovencita le llamó la atención—. ¿Eh? Muchas gracias por todo lo ocurrido en Velvet Room, no sé qué hubiera hecho sin usted. Las palabras de la chica hicieron que un violento sonrojo se apoderara de su rostro, mientras agitaba una mano, como si buscara restarle importancia. Luego atendió a la pregunta que le había hecho, volteándose para mirar a la persona que se refería. Le costó un poco por la distancia, pero no tardó en identificarlo. >>¡Ah, él es Tojo-kun! Es mi compañero de clase, es nuevo en el pueblo. Creo... que le gusta mucho comer, no sé, cuando se presentó dijo algo sobre el almuerzo. —Se encogió de hombros al añadir lo último, mientras regresaba la vista a ellos—. Yo soy Kurosawa, por cierto. Shiori Kurosawa.
Nagi Watanabe Se sorprendió al ver sonrojarse a Shiori ¡Diablos! Tanta lindura en un solo fragmento debería ser ilegal por tantos coma-diabeticos que podría causar, y sin razón aparante Nagi también se sonrojo por ello, así que decidió desviar la mirada mientras escuchaba lo que tenía Kurosawa para decir. Así que Tojo era el nombre del chico, sonaba medio desabrido. —... Shiori Kurosawa -dijo su senpai, presentándose, así que Watanabe le volvió a dirigir la mirada. —¡Ah! Yo soy Akiya... ¡Ouch! — Se había vuelto a morder la lengua por error, cómo odiaba equivocarse cuando se presentaba. — Watanabe, Nagi Watanabe. — Por algún motivo su rostro se había puesto serio mientras miraba hacia algún otro punto que no fueran sus senpais, pero para su mala suerte nuevamente se quedó pegada en el rubio ¿A caso no se acercaría? Bueno, si fuera él tampoco lo haría, más con un Shikoku Inu versión persona. Volvió a mirar el piso y a juguetear con sus dedos.
Oreki Tojo Habia estado observándo con cautela a los chicos, Shiori y el perro, todos parecian pasarsela bien, Oreki noto enseguida que habia sido detectado, de forma brusca se oculto por un momento. Pero solo por un segundo, el chico salio disparado y agitaba su brazo saludando a su compañera, despues de todo llegue a ser una compañera de batalla. —¡Shiori¡ al fin te encuentro— saludo animosamente el rubio mientras corria y trastabillaba un poco a su llegada. —Lamento si interrumpo algo—se disculpo mano en la nuca mientras sonrie de oreja a oreja, lo ultimo que el deseaba era molestar o incomodar. Enfoco su vista entonces en la chica castaña y el chico con el perro mismos que vio en Velvet room. —Hola soy Oreki Tojo, un placer conocerlos chicos— saludo animosamente levantando su pulgar mientras seguia sonriendo. —Creo que somos de diferentes clases pero...aun asi espero la pasemos super.
Nagi Watanabe ¿El chico se había tratado de esconder? Que raro. Aunque al parecer notó que le estábamos mirando y decidió acercarse... acercarse tan rápidamente que por un momento Nagi le vio en el piso. Había gritado el nombre de Kurosawa, así que supuso que eran amigos bastante cercanos, eso le aliviaba un poco. —Hola soy Oreki Tojo, un placer conocerlos chicos. — El chico sonrió casi como un sol mientras levantaba el pulgar arriba, diablos, era demasiado lindo de cerca ¿Por qué a Watanabe le había tocado toparse chicos que se sentían como una patada en el estomago? ¡No estaba acostumbrada a los tipos adorables cómo él! Miró a otro lado, no tenía ganas de que le vieran el rostro si llegaba a hacer una expresión rara. El chico parecía ser todo lo contrarió el Lobo-Senpai, casi podría decir que transmitía la misma calma que el sonido de un torrentoso río, que de paso también combinaba vitalidad. Aparte, esperaba que la pasaran bien, vaya que era confianzudo el tipo. —Watanabe -contestó Nagi sin más detalle. — Ese es mi apellido. — Y al parecer no notaba lo raro que de veía el hecho de que le hablara a un árbol.
Hiroki Usui En aquella ocasión fueron sus mejillas las que se encendieron. ¿Y esa pregunta? ¿Qué cojones...? Obviamente se refería a Ike. ¿O no? Solo estaba tratando de jugar, de molestarla, pero nunca esperó que ella respondiera de esa forma. Se acercó a él con la misma sutileza que en el Velvet Room. Sus palabras le resultaron burlonas, provocadoras. Enarcó una ceja. Shiori Kurosawa era una persona interesante. Llamaba de alguna manera su atención porque era... completamente diferente a todas las personas que se le habían acercado hasta entonces. Era amable pero no pegajosa y era simpática sin resultar molesta. Soltó una risa por la nariz y se sobó la nuca. Por primera vez en mucho tiempo no se sentía incómodo. Era un gesto casi condescendiente más que una muestra de ansiedad o nerviosismo. En cualquier caso el ambiente distendido no duró mucho cuando Ike salió corriendo en dirección al llamado Tojo. Hiroki arrugó el ceño y chasqueó la lengua con desagrado. Podía tolerar a Watanabe. Podía tolerar a Kurosawa... pero a más no. Y mucho menos a alguien que no conocía de nada. Ese era su límite. Silbó para llamar a su perro que ya se había acercado al desconocido en busca de otro compañero de juegos. Ike se dio la vuelta y corrió hasta su dueño. Hiroki palmeó su cabeza, rascó tras sus orejas. —Es hora de largarse—dijo al incorporarse. Casi se oía cierto hartazgo en su voz rasposa—. Watanabe. Kurosawa. Pareció querer decir algo más pero no encontraba las palabras. ¿Era un gracias acaso? Gracias a ellas no había sido un día tan de mierda como pensaba. Agradecer no estaría mal. Seh. Ya que estaban unidos por eso del destino y salvar el futuro sería bienvenido socializar un poco más. Ser más amable. Pero no sabía serlo. No le salía serlo. Era un completo inútil para eso. Se rascó el cabello, gruñó tenso, y desvió la mirada. Parecía enfurruñado. Terminó dándose por vencido pocos segundos después. No le iba a salir. Al menos no ahora. ¿Por qué era tan difícil soltar un jodido gracias? A la mierda. —... Adiós—dijo finalmente, escueto y simple. Directo al grano—. Supongo que nos veremos por ahí y eso. Y con las manos en los bolsillos comenzó a alejarse. En contraposición con su dueño, Ike saltaba de aquí para allá, con un brillo de emoción en sus grandes ojos color avellana. Contenido oculto Disculpa a mi niño Kuno, está amargado (?)
Shiori Kurosawa Agitó su mano como saludo hacia Tojo en cuanto este se acercó a ellos y volvió a sonrojarse, aunque más levemente, cuando escuchó que se dirigió a ella por su primer nombre, sin embargo, no le reprochó nada. Más le preocupaba que hubiera estado a punto de irse al suelo y de hecho su reflejo había indicado que estaba dispuesta atraparlo si era así. Ike, animoso como era, había querido saludar a Tojo también. Notó como Watanabe volvía la vista, aunque no entendía muy bien por qué, y como intuía Usui había demostrado su disgusto en su voz, aunque apenas se podía detectar. Sonrió para sí misma. No era difícil de predecir, a decir verdad. Cuando escuchó su apellido salir de los labios del chico perro, se volvió hacia él, atenta. ¿Te atoraste, senpai? Claro que sí. Otra vez el cabello, el gruñido y la falta de contacto visual. Ella buscó sus ojos, como si no perdiese la fe en que podía continuar con lo que sea que quisiera decir, a pesar de que sonaba mosqueado, pero lo vio renunciar casi de inmediato y, sin darse cuenta, hizo una mueca muy parecida a un puchero cuando escuchó su insípida despedida. —Hasta luego —respondió casi con el mismo tono de voz, como si de repente sintiera que había fracasado en su intento, pero, ¿intento de qué? En cuanto vio al perro seguirlo, saltando a su alrededor, soltó un pesado suspiro y sonrió levemente para luego alzar la voz, lo suficiente para que lo escuchara a pesar de que ya estaba lejos—. ¡Senpai! ¿Puedo ver a Ike otro día? Se volvió hacia Watanabe y Tojo sin esperar una respuesta, dirigiéndose a este último. —El amargado que va allá es Usui —le explicó al rubio—. Es bastante arisco por lo que se ve, así que perdona por eso, creo apenas pudo con nosotras dos por un rato. Tojo-kun, ¿ya le diste una vuelta al pueblo? Oh, ¿y tú Watanabe-chan, eres nueva también, no? Lo cierto es que en otro momento de su vida, todas esas interacciones se le hubiesen dificultado bastante, pero luego de lo ocurrido en el compartimento... de haber reconocido a Amaterasu como una parte de sí, la calidez que de por sí la caracterizaba había tomado fuerza, casi tragando a la Shiori ensimismada en que se había convertido luego de la muerte de Kaoru. Ahora más que nunca quería ayudar a los demás, hacer amigos y vivir las cosas de las que se había perdido. Contenido oculto Yo: bueno, voy a dormir ya Yugen: *responde al rol* Yo: o quizás no
Nagi Watanabe Watanabe alzó la vista al escuchar su nombre, era Hiroki quien había llamado la tención de ambas. Y se quedó un gran rato dudativo en que decir, aunque más se le veía enojado, a ese paso al chico le iban a salir arrugas. —Adiós —dijo casi a secas. — Supongo que nos veremos ahí y eso. Watanabi Nagi no se lo podía creer, primero la ayudaba con el perro, a pesar de que era su responsabilidad de todos modos, intento iniciar una conversación, estuvo sumamente tranquilo al lado de Kurosawa y ahora ¿Se estaba despidiendo? ¡Y a parte decía que podrían llegar a verse de nuevo! Nagi no pudo empezar a creer que todo lo que ocurrió en Velvet Room era tan solo la mala suerte de empezar con el pie izquierdo "Lógico, en una situacion tan estresante" pensó para sí misma, pero a pesar de todo su rostro tan solo seguía expresando algo de nerviosismo, más allá de eso, neutral. —¡Hasta mañana Senpai! —exclamó Watanabe. — Y gracias por controlar a su perro —agregó haciendo una leve reverencia "aunque él también debería controlarse sin necesidad de un calmante" — Por favor, cuídese. — Termino de hablar de una forma casi inaudible, casi como si su propia palabra se ahogara al salir de su boca ¿Le habría escuchado? De todas formas, ella creía que por el bien del tipo y de todo lo que se le acercara el debía ser mal calmado. "Cómo Haru" esa tipa era una gruñona con patas, pero núnca mataría ni una mosca... Aunque eran demasiado diferentes, se arrepintió de la comparación casi de inmediato. Y Kurosawa mencionó que quería volver a ver al Akita ¿Tal vez ella no tenía mascota? ¿Por qué querría ver el perro de otra mascota? Watanabe dirigió su vista al animalito mientras se alejaban. Ella le costaría más poder acostumbrarse a ese animalejo. Después Kurosawa empezó a conversar con ambos. Le hubiera dicho que no conocía el pueblo, pero la pregunta solo iba dirigida a Tojo, así que se abstuvo ¿Tan vez la chica había predicho ya que no lo conocía? A la siguiente si se sintió capaz de responder. —Llegue como hace cuatro días, me debía quedar en casa, pues debía "cuidar" de mi hermano —comentó, aunque la palabra cuidar llevaba un poco de ironía. —Soy... Era de Ikekuburo, Tokyo. — Quedó mirando el piso nuevamente. —La verdad, extraño la ciudad.
Hiroki Usui Estaba ya lejos, sus pies eran rápidos incluso caminando. Acostumbraba a andar grandes distancias en Shibuya. Además, cuando algo lo molestaba y prefería no terminar golpeando a nadie, optaba por alejarse simplemente. Bueno, realmente... eso era algo que había empezado a hacer ahora. ¿Por qué iba a golpear a aquel chico? Era la simpatía en persona. Con esa sonrisa enorme podía cegar el puto sol. Tal vez solo le molestaba que hubiera mandado al carajo su instante de distensión con Watanabe. Y Kurosawa. Kurosawa... ignoraba si por su parte ella sentía la misma decepción que él. Pero él sí se sentía molesto. Irritado incluso. Al fin había encontrado un instante de paz y calma y personas a las que podría considerar compañeras con el tiempo. Aliados. ¿Amigos incluso? Llevaba sin esos mucho tiempo. Incluso en su pandilla era difícil para muchos lidiar con el carácter de mierda de Hiroki. Por eso, cuando la voz de Shiori sonó lo suficientemente fuerte para llamar su atención, los pasos de Usui se detuvieron. ¿Quería volver a verlo? ¿En serio? Ike siempre estaba con él. Y eso implicaba... que también quería volver a verlo a él. Eso era... Soltó una risa ronca nacida del fondo de la garganta, de una... extraña alegría interna reanudando la marcha. Parecía... aliviado de alguna forma. Su rostro se suavizó y la mueca de enojo y desagrado desapareció de su rostro para ser sustituida por una media sonrisa de circunstancias. A Kurosawa... ¿le gustaban los perros? Contenido oculto Yo: Voy a desayunar ya. *Veo el post de Yááhl* Yo: Alv, ni tenía hambre