Prologo: Después de tanto tiempo que había pasado en aquel sitio, el joven, aun notaba aquel horrible olor a carne quemada y sangre. No era que lo molestara, pero desde luego le hacia recordar cosas que algunas veces hubiese preferido olvidar, como aquellas horribles semanas que pasó en la jaula con no mas compañía que un cuervo, o también los horribles gritos de dolor que escuchaba cada noche desde hacia años. No es que no se mereciera estar allí pero, si le hubieran dado a elegir seguro que habría elegido subir arriba, intentaba imaginarse aquellas grandes puertas de oro guardadas por un anciano de cabello blanco, pero al mismo tiempo en su mente aparecían algunas dudas muy difíciles de responder. ¿Y si no hay nada allí arriba? ¿Y si es una farsa? ¿O a lo mejor si que existe, pero si logro subir...después, que pasara? Eran algunas dudas que lo hacían pensar si era mejor estar aquí o allí arriba, en el cielo. Después de cruzar las 3 grandes puertas, llego a lo mas profundo del infierno. Simplemente debía cruzar la puerta guardada por aquel viejo demonio cascarrabias, Valdor. —Valla, parece que tenemos un turista ¿no?—decía el demonio, dirigiéndole una sonrisa, que hubiese hecho salir corriendo a cualquiera. Valdor, así llamaban al viejo demonio que guardaba la ultima puerta del infierno. Habían diferentes leyendas acerca de el, decían que tenia mas de 7000 años, y que había sido uno de los mas grandes torturadores del infierno, cada vez que alguien pronunciaba su nombre el resto de los demonios de menor rango temblaba de miedo. Y el joven, por lo que podía observar habían muchas razones para temer-le a aquella bestia. Por lo que pudo calcular, aquel demonio debía media mas de 5 metros , su rostro estaba completamente deformado por tantas cicatrices. El joven no podía evitar pensar que clase de humano debía ser cuando aun estaba vivo. —No te preocupes, el turismo acabara pronto—respondió el joven, dejando ver sus hermosos ojos de color azul celeste—Tengo una cita con Lucifer. El gigantesco demonio dudo durante unos segundos, hacia tiempo que Lucifer no concertaba ninguna cita con nadie. Le parecía extraño que de repente llamara a un pequeño joven que apenas tenia un rango como demonio. No le gustaba nada las pintas que tenia aquel chico, la forma de sonreír que lo hacia parecer un psicópata, ni tampoco esa forma de vestir que lo hacia parecer sacado de una película de Playboys, pero lo que menos le gustaba eran esos ojos de color azul celeste, sus ojos eran burlones y traicioneros y esa forma que tenia de mirar a la gente, daba la sensación de que era como...un gato, jugaría contigo como lo hace un gato con un ratón y una vez que dejaras de divertirle, te tragaría sin pestañear. —Me parece que si no me abres tendrás mucho problemas con tu jefe—dijo el joven a modo burlón. Valdor, movió una palanca que se encontraba a su lado izquierdo y la puerta empezó a abrirse. Cuando se abrió por completo, el joven entro lanzando le al demonio una pequeña sonrisa junto con un murmullo —Buen chico—murmuro el joven al tiempo que cruzaba la gigantesca puerta. Al entrar pudo observar el enorme salón, con las paredes y el techo pintados de tonos rojos. Habían pequeñas antorchas colgadas de los pilares, las cuales proporcionaban un poco de luz a ese tétrico sitio. Los pilares estaban adornados con algunos dibujos, algunos de ellos eran pequeñas escenas de los pecados capitales con sus nombres gravados en ellos. Al final había un gran trono rojo hecho de diferentes materiales los cuales el joven no podía diferenciar, y sentada en el trono estaba una muchacha de largos cabellos negros y ojos de color rojizo. —Acércate chico, ¿o acaso esperas una invitación?—dijo la joven haciéndole señas con la mano. El joven avanzo lentamente hasta encontrar-se frente a la muchacha. Los cabellos de la muchacha eran negros como el carbón y largos, sus ojos eran de un color rojo parecido al fuego y vestía con una túnica azul adornada con diferentes dibujos. El chico había oído antes aquella vieja leyenda, aquella que decía que Lucifer tenia la habilidad de cambiar su forma a cualquiera que el deseara. —Vaya, vaya, te volviste muy atractivo—contesto Lucifer al tiempo que apartaba la vista de unos folios que estaba ojeando—La ultima vez que te vi no dejabas de lloriquear. —Bueno...Unos años de tortura cambian a cualquiera—le respondió el joven mostrando una sonrisa burlona. —He oído que querías hacerme una propuesta ¿es eso verdad?—pregunto ella al tiempo que se levantaba del trono— Rance Mcleyn ¿o debería llamarte Black Cat? Ella se paro enfrente de el y le sonrió burlonamente al tiempo que le miraba directamente a sus grandes ojos azules. El chico estaba orgulloso de el apodo que había ganado durante su estancia en el infierno, Black Cat, así lo llamaban después de haber sido capaz de engañar a un demonio que se encontraba muy por encima de el. —¿Y bien? ¿Cual es tu propuesta?—dijo ella al tiempo que volvía a sentar-se en su trono. —Mi propuesta es sencilla—respondió el al tiempo que se le borraba todo rastro de sonrisa de la cara— Quiero volver a la tierra, tengo algunos asuntos que debo zanjar. La muchacha dudó durante un instante ¿asuntos que zanjar? Ella ya tenia suficiente papeleo que hacer como para tener que ocupar-se de el capricho de aquel chico. —Acepto—dijo ella levantando la vista para verle la cara—Pero a cambio yo también pongo una condición. Te dejare ir, pero a cambio de ello, debes de traerme a una persona. —¿Que persona?—pregunto el chico, un poco confuso —Hace tiempo hizo un pacto conmigo—explico ella acomodándose en su trono—yo cumplí mi parte de aquel pacto sin embargo él no. Quiero que me lo traigas aquí para aclarar cuentas. Después de meditarlo un rato el chico acepto, pensaba que no debía ser tan difícil encontrar a esa persona y engañarla para que bajase al infierno, si ya había engañado a un demonio podría volver a hacer lo mismo. —¿Como sabré quien es?—preguntó, después de meditarlo —Mmm...No sabría describírtelo—dijo ella volviendo a ojear sus folios—pero te puedo decir que el es la persona mas ruin y retorcida que hay en el mundo. Cuando lo veas sabrás quien es. El chico agacho la cabeza y se dirigió a la salida, al tiempo que murmuraba para si mismo lo divertida que seria hacer esa visita a sus viejos amigos. —Así que es verdad lo que se dice...—afirmo la chica al tiempo que se recostaba de nuevo en su trono—eres el típico chico rebelde y solitario al que no le preocupa nada ni nadie salvo el mismo. Ademas de ello, en tu aura siento cierta maldición. ¿como llegaste aquí chico? —Eso no te lo puedo contar Lucifer...—respondió el chico—Pero...Te daré un consejo...El verdadero motivo de mi apodo, en realidad fue por que al parecer traigo mala suerte a la gente de mi alrededor...espero no traértela a ti Lucifer. El joven giro la cabeza y le dedico una ultima sonrisa a Lucifer antes de salir por aquella gran puerta. —Un joven encantador—murmuraba Lucifer para si misma al tiempo que empezaba a reír—creo que esta sera la mejor historia jamas contada, un verdadero duelo. Estoy ansiosa por saber como acabara. ¿Tu no Black Cat? La risa de Lucifer se perdió al tiempo que se cerraba aquella gran puerta roja que guardaba sus aposentos. Para así, dar comienzo a una frenético baile que no tendría fin ¿o tal vez si?