Perdónenme, por no haber sido la nieta que merecían. Perdónenme, por no haberles dicho en vida cuánto los amo. Han pasado muchos años desde su partida y su recuerdo aún sigue vivo, incluso más que antes. Pero nada ha sido igual desde entonces. Este mundo sigue cambiando y no dejará de hacerlo hasta que Cristo venga. La casa donde vivían, las calles por donde caminaban, todo parece diferente ahora. Aunque de alguna forma, eso me consuela, porque ustedes merecían algo mejor. Lejos de un mundo tan absurdo y carente de sentido. Lejos de una sociedad tan distinta a la que conocieron, sin cuarentena ni estallido social. Lejos de un mundo tan ajeno a los valores que ustedes defendían e inculcaban. Perdónenme, por no haber apreciado los consejos y las enseñanzas que dejaron. Por favor, perdónenme...