Paladin Xyon

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por WingzemonX, 25 Agosto 2012.

  1.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    332
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Paladin Xyon
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    8907
    Xyon era un caza recompensas mediocre de Vallaria que vivía sin preocuparse por nadie más que sí mismo. Su vida cotidiana cambia cuando se cruza con Elly, una extraña y misteriosa chica que aún contra su voluntad, terminará por ponerlo en el camino de convertirse en un Paladín de la Justicia, pero también en la mira de un temible y poderoso enemigo...
    WingzemonX
    PALADIN XYON
    Capitulo 001
    “La Crónica de un Héroe por Accidente… ¿o no?”
    Todo el mundo, en cualquier momento de su vida, puede llegar a necesitar un héroe. A su vez, todo el mundo, en cualquier momento de su vida, puede llegar a ser ese héroe que alguien más necesita. Sin embargo, esto no es tan sencillo para todos los casos…

    ¿Cuánto tiempo había corrido? Posiblemente cerca de cinco minutos sin parar, y su cuerpo ya lo resentía. El equipaje que cargaba en su espalda se hacía cada vez más pesado, y sus piernas empezaban a cansarse. Pero aquella chica que se movía con todas sus fuerzas por aquel desolado camino del bosques de Vallaria, no podía detenerse, por ningún motivo. Ella no miraba hacia atrás, pero sabía muy bien que esos tres tipos continuaban ahí, a sus espaldas, siguiéndola, esperando a que se detuviera, se tropezara o desorientara, para atraparla y… ni siquiera quería pensarlo.

    Pero al final no pudo más, y luego da dar un par de pasos en falso, se detuvo por completo apoyándose en el árbol más cercano que encontró. Su respiración era agitada, y su rostro estaba cubierto de sudor.

    - ¿Ya te cansaste, linda? – Escuchó de pronto que aquella horrible voz pronunciaba detrás de ella. – ¿O ya te diste cuenta de que no tiene caso seguir huyendo?

    Se volteó como pudo hacia aquellos tres individuos; en efecto, los mismos que la habían abordado hace unos minutos atrás, estaban ahora parados ahí, tranquilos y calmados como si hubieran simplemente caminado y no corrido detrás de ella. Eran tres hombres de apariencia no muy agradable, con miradas y sonrisas en sus rostros que reflejaban con facilidad sus malas intenciones, y cuyas vestimentas tampoco ayudaban mucho a disfrazarlo.
    Uno de ellos, que parecía ser el líder, se le acercó con cuidado, moviendo de manera despreocupada un cuchillo que traía en su mano derecha. Era de piel morena, cabello verdoso, y usaba un parche negro sobre su ojo izquierdo. El hombre se paró frente a ella, colocando su cuchillo no muy lejos de su rostro. Ella simplemente reaccionó dando un paso hacia atrás y quedándose congelada.

    - Verás, pequeña dama, no te estamos acusando de nada; lo más seguro es que no tenías conocimiento alguno de que tenías que pagar peaje para pasar por nuestro bosque, ¿correcto?
    - Suele pasar, pero lamentablemente no podemos ser flexibles con esa cuota. – Agregó otro de ellos, un hombre bajo, robusto, con un pañuelo rojo amarrado a su cabeza. – Nos gustaría hacer una excepción, pero… Tú sabes…

    El tono de ambos era de notoria burla. Se estaban riendo de ella, pero sólo era capaz de quedarse quiera con absoluto miedo. Tuvo que usar todas sus fuerzas para poder reaccionar y rápidamente tomar el bolso de equipaje que cargaba en su espalda.

    - E… Escuchen… No traigo casi nada conmigo… Enserio… - Pronunció casi tartamudeando y entonces abrió el bolso y lo tiró al suelo entre ella y el hombre del cuchillo para que el contenido de éste quedara visible.

    En efecto no traía mucho. Tirados en la tierra se podían ver un par de libros, algo de ropa no muy fina, una barra de pan, una botella de agua, algunos maquillajes… Pero nada de joyas, dinero o algo realmente valioso. El hombre del cuchillo suspiró con decepción.

    - Lo siento, linda, pero me temo que esto no alcanza para pagar tu cuota. – Le comentó encogiéndose de hombros.

    De pronto, una amplia sonrisa llena de malicia se dibujó en sus labios y acercándose de golpe, la tomó de su barbilla con una mano. Ella se quedó hecha piedra mientras él la miraba fijamente con su único ojo visible.

    - Pero la buena noticia es que… no todo el pago tiene que ser obligatoriamente con dinero o cosas, ¿sabes?

    Esas solas palabras fueron como una apuñalada en su pecho, y era un sentimiento muy adecuado considerando que aquel hombre tenía el filo de su cuchillo no muy lejos de su mejilla… No había como resistirse…

    - Oigan ustedes, ¿qué están haciendo? – Dijo alguien de pronto, justo a las espaldas de los tres asaltantes.

    Todos, incluida la chica que escapaba, viraron su atención hacia esa dirección, para ver quién era el que lo había dicho. Y en efecto, alguien estaba ahí, parado atrás de ellos.

    Era un hombre joven, de más de veinte años, de cabello entre rubio y anaranjado, corto, pero con peinado de picos hacia el frente. Tenía los ojos azules y serios, y de piel blanca. Vestía una túnica verde cruzada, pantalones negros, y una capa muy gastada café. En su espalda, cargaba un bolso de equipaje largo, también algo viejo. Y tal vez lo más significativo, y que los tres asaltantes detectaron de inmediato: una espada de empuñadura dorada con una pequeña gema falsa rosa de adorno en el centro, enfundada y colgada de su costado izquierdo.

    Ninguno tenía idea de quién era exactamente ese recién llegado, pero para la chica era un golpe de suerte, y para ellos un imprudente mete narices. Tenían suficiente en ese “negocio” para reconocer cuando alguien se quería hacer el héroe, y todos los que habían visto terminaban igual.

    - ¿Qué hacemos?, nada qué te importe, entrometido. – Le contestó con molestia el hombre de cuchillo y parche, y los tres asaltantes se giraron hacia él con la clara intención de atacarlo si no se iba en ese mismo momento.

    Pero el extraño no pareció intimidarse, sino todo lo contrario. Se quedó totalmente quieto en su lugar, mirándolos fijamente con seriedad, como analizándolos. El aire se tensó de golpe, y para cualquiera sería obvio que una pelea estaba por ocurrir… Pero…

    - Sí, tienen razón en eso. – Dijo de pronto el extraño de manera relaja, encogiéndose de hombros. – De hecho sólo lo preguntaba para hacer algo de conversación; en fin…

    Los cuatro parpadearon extrañados por ese cambio tan repentino de actitud… ¿o de hecho esa había sido su actitud desde un inicio? Mientras intentaban digerir qué era lo que había ocurrido, el extraño introdujo una mano en el interior de su túnica, y sacó de éste un papel de pergamino, algo maltratado con algunas cosas escritas en él.

    - De hecho sólo quería saber si alguno sabía cómo llegar a Sallivan desde aquí.
    Los asaltantes se vieron entre sí confundidos. ¿Era eso algún tipo de truco?

    - Ah… Claro. – Murmuró de pronto el asaltante robusto de paliacate rojo y entonces señaló hasta más adelante en el camino. – Sólo sigue derecho por este camino, luego a la derecha en la primera desviación y listo; no hay pierde.

    Él miró con atención hacia donde señalaba, y luego se quedó en silencio, colocando una mano en su barbilla y analizando la información obtenida.

    - Entiendo, entonces parece que sí iba bien después de todo. Bueno, muchas gracias. – Murmuró con tranquilidad y entonces comenzó a alejarse caminando, mientras alzaba una mano sobre su hombro en forma de de despedida. – Perdón por la interrupción; sigan con lo suyo.

    Y ante sus ojos incrédulos, aquel extraño empezó a alejarse en el camino con total tranquilidad, ignorando por completo la escena tan comprometedora que acababa de ver.

    - ¡Oye!, ¡¿A dónde vas?! – Le gritó con fuerza la joven, dando unos pasos hacia adelante. – ¡¿Es que acaso no tienes pensado ayudarme?! ¡Es obvio para cualquiera que estos tipos me están asaltando!

    El chico no se detuvo; de hecho continuó avanzando como si nada.

    - No es mi problema chiquilla; pero suerte con eso.

    La mujer pareció sorprenderse mucho por esas palabras, pero de inmediato su semblante cambió a uno de profunda molestia. No sabía que le daba más coraje en esos momentos: los tres maleantes que la estaba asaltando o el idiota que acababa de pasar por ahí sin mover un dedo al respecto… En ese momento preciso tal vez era de hecho lo segundo.

    Se agachó rápidamente para tomar uno de los libros que se había salido de su bolso, y sin pesarlo dos veces lo arrojó con fuerza al frente con la clara intención de golpear a ese sujeto con él.

    - ¡¿Qué clase de hombre eres si no ayudas a una chica cuando está en problemas?!

    En el fondo no esperaba realmente pegarle, pero había subestimado su puntería, pues el libro voló por el aire dibujando una pequeña curva, hasta golpear al extraño justo en la parte trasera de su cabeza con el lomo. El golpe fue tan sorpresivo que el joven se tambaleó tras el impacto, soltó su equipaje y cayó de sentón en la tierra. Ella se quedó atónita ante la sorpresa de su tino, mientras los tres asaltantes no pudieron evitar soltarse riendo.

    El blanco de su ataque se levantó lentamente mientras se tocaba el área golpeada con una mano, y empezó a darse la media vuelta hacia ella poco a poco, haciendo que su mirada llena de furia fuera claramente visible para ella.

    - No debiste haber hecho eso. – Murmuró con fuerza, mientras empezaba a dar varios pasos rápidos en su dirección de manera amenazante. – ¡¡Te enseñaré a respetar maldita mocosa!!

    De la nada, comenzó a correr hacia ella como un perro salvaje, y de un sólo jalón sacó su espada de su vaina y la balanceó peligrosamente en el aire. No se necesitaba ser una genio para adivinar que lo mejor para hacer en esos momentos era correr, y tal vez fue la adrenalina, pues todo el cansancio que tenía se esfumó en un segundo y de golpe se soltó corriendo como loca en la dirección contraria.

    - ¡¡Aaaaaaah!!, ¡¡Auxilio!! – Gritó a todo pulmón mientras pasaba entre los asaltantes y se alejaba corriendo sin detenerse ni un segundo. Un instante después, él pasó justo por el mismo sitio.

    - ¡Vuelve acá!, ¡Mientras más corras peor será!

    Mientras las siluetas y los gritos de ambos se alejaban por el camino, los tres asaltantes miraban todo como meros espectadores, sin entender con claridad cómo las cosas se habían salido de sus manos y habían terminado… en eso.

    - ¿Qué diablos fue lo que pasó aquí? – Pronunció uno de ellos.

    - No tengo idea, pero… ¿Ahora qué hacemos, jefe?

    Los dos se viraron al mismo tiempo hacia el hombre de parche y piel morena, el cual miraba fijamente al frente con seriedad. Su único ojo visible estaba bien puesto en la dirección en la que esos dos individuos habían salido corriendo.

    - Bueno, ya escucharon lo que esa chiquilla dijo, ¿no? – Respondió en voz baja y entonces dio un par de pasos al frente y tomó su cuchillo con firmeza. – ¿Qué clase de hombres somos… si no ayudamos a una chica cuando está en problemas?

    Los dos maleantes se sorprendieron al oírlo decir eso. Pero entonces, se voltearon a ver el uno al otro, y parecieron comprender por completo lo que les decía. Asintieron con sus cabezas, y se pararon con firmeza a lado de su jefe.

    - ¡Vamos tras ese maldito! – Ordenó con fuerza y sin espera, los tres se lanzaron a la carrera, siguiendo el rastro que habían dejado aquellos dos.

    ¿Quién diría que las cosas terminarían así….?
    - - - -​
    El pueblo de Sallivan era de ese tipo de poblados “a la mitad de la nada”, que nadie conocía hasta que algo realmente importante ocurría en él, o algún nativo hacía famoso; ninguna de las dos cosas habían ocurrido todavía para Sallivan. Era un pueblo pequeño, de pocos pobladores y pocas casas, que se dedicaba principalmente a la agricultura y al pastoreo de de ovejas. Pero era un sitio pacífico… O al menos, acostumbraba serlo hasta hace muy poco…

    La Posada de Mawa era uno de los sitios más concurridos del pueblo. Aunque los dos pisos superiores del edificio eran cuartos para huéspedes, estos estaban vacíos la mayor parte del tiempo pues el pueblo no recibía muchos visitantes. El verdadero negocio era la planta baja: el restaurante, cafetería y bar, el mejor del pueblo, por su comida, sus bebidas… Y sus hermosas meseras; sobre todo por éstas últimas. Ese día en especial estaba lleno, y las meseras, todas de uniformes azules y escotados, se intentaban dar abasto como podían.

    - Hey, Nora. – Llamó una de las meseras a otra de sus compañeras, una chica de cabello negro y largo, sujeto con una cola hacia atrás con un listón blanco, de ojos grandes y negros también. – El tipo de la Mesa Uno te está buscando.

    - ¿Eh?

    Terminó de servirle su pedido a una mesa y entonces se giró hacia la que su compañera le acababa de indicar. La Mesa Uno estaba a lado de la puerta de entrada, pegada a la ventana. Desde su perspectiva, sólo podía ver la cabeza de la persona sentada ahí: una cabellera anaranjada. Recargada a lado de la mesa había un bolso de equipaje café y… Lo que le parecía era una espada enfundada. Esto último pareció llamar mucho su atención.

    - Creo que es para lo de ya sabes quién. – Agregó la otra mesera, reafirmando lo que ella ya estaba pensando.

    Había esperado que alguien viniera, pero no pensó que fuera tan pronto. Se sentía algo ansiosa, pero no nerviosa; eso era lo que estaba esperando después de todo. Tenía que atender ese asunto de inmediato, sin importar siquiera lo concurrido del negocio en esos momentos.

    - Cúbreme, ¿sí? – Dijo rápidamente, pasándole su charola a su compañera, y entonces se dirigió sin espera a la Mesa Uno.

    El hombre en ella miraba por la ventana con aburrimiento, en espera de que alguien fuera a hablar con él. Cuando sintió que Nora se le acercaba, rápidamente desvió su atención hacia ella, hasta que se sentó delante, teniendo la mesa cuadrada entre ambos.

    - ¿Tú eres Nora? – Fue lo primero que salió de sus labios.

    - Soy yo. Supongo que estás aquí por lo del anuncio, ¿no? – Discretamente dio otro vistazo rápido a la espada que traía consigo y a sus vestimentas. – ¿Eres algún tipo de guerrero o...?

    - Caza recompensas para ser exacto, muñeca. – Interrumpió abruptamente, mientras le sonreía de manera astuta, recargado contra su asiento. – Yo soy el gran Xyon, y puedo hacer cualquier trabajo, por más sucio que sea, siempre y cuando haya dinero de por medio. Pero no sabía que eras una simple mesera… ¿Enserio tienes todo ese dinero que prometes en tu anuncio?

    - ¡Por supuesto que lo tengo! Yo misma he ahorrado mi sueldo entero, y todos en el pueblo también han cooperado. De la paga no debes de preocuparte.

    La opinión de Nora hasta el momento de aquel hombre era algo ambigua. En lo que respectaba a su actitud y personalidad, era justo como creía que sería la persona que contestara a su anuncio: engreído, molesto, patán, de pocos modales, y nada agradable a simple vista. Por otro lado, la apariencia física no la convencía. Esperaba ver a algún hombre alto, musculoso, lleno de cicatrices de batallas, con un cargamento entero de armas consigo, o algo así. Este sujeto no era así. En efecto se podía ver que estaba en buena forma, pero no mucho más que cualquier hombre trabajador de campo. No parecía muy intimidante, y por sus ropas viejas y sucias, parecía más algún espadachín que había caído en la pobreza o algo similar. ¿Sería el hombre adecuado?

    - Así que tú debes de ser algo así como la líder no electa del pueblo, ¿no? – Escuchó como decía de pronto con algo de ironía en su tono. – Pero para tantas molestias, el tipo del que se quieren deshacer debe de ser un verdadero problema, ¿no?

    - ¿El tipo? ¿A qué te refieres? ¿Sí leíste bien el cartel?

    - Claro que lo leí, aquí lo traigo de hecho.

    De inmediato introdujo su mano en su túnica, y sacó el pergamino algo maltratado por el uso, y leyó textualmente lo que decía uno de sus párrafos.

    - Dice: Se busca a un guerrero hábil, fuerte y valeroso que nos ayude a deshacernos de un verdadero Ogro que se dedica a aterrorizar nuestro pueblo... – Se escuchó como un pequeño “ja” surgía de sus labios al terminar. – ¿Tan malo es este sujeto que le dicen Ogro?, ¿o es tal vez por lo feo?

    - ¡Eres un idiota!, ¡lo entendiste mal! – Exclamó con fuerza la mesera, exaltándose de golpe. – Literalmente estoy hablando de un verdadero Ogro, ¡un ogro!

    Aquel hombre, que se había presentado como Xyon, la volteó a ver confundido por sus palabras tan repentinas. Pareció quedarse callado unos segundos para analizar bien lo que le acababan de decir, y asegurarse de que no había escuchado mal. Entonces, inclinó su cuerpo hacia el frente sobre la mesa, y le indicó con su dedo que se le acercara. Sin entender bien qué quería, Nora obedeció, y también se le acercó de la misma forma, y ambos comenzaron a susurrar como si se estuvieran diciendo un secreto.

    - ¿Un ogro?

    - Sí, un ogro.

    - ¿De piel verde, enorme, fuerte, que come el ganado y quema cosechas?

    - De hecho hace eso y mucho más.

    De nuevo guardó silencio, mientras miraba fijamente a la mesera a los ojos, analizándolos, intentando detectar algún rastro de mentira en ellos... Cuando de pronto, no pudo aguantar más y se soltó riendo con mucha fuerza justo en su cara, hasta casi caerse de su asiento. Esto la hizo enojar mucho.

    - ¡¿De qué te ríes?! – Le gritó molesta, mientras chocaba sus manos contra la mesa. – ¡No es nada gracioso!, ¡realmente estamos en una situación desesperada!

    - No te estés burlando de mí; todos saben que los Ogros ya no existen.

    - ¿Qué?

    Luego de reírse por un par de segundo más, pareció recuperar la compostura poco a poco y entonces se explicó.

    - Hace millones de años les cayó encima un gigantesco durazno dorado cubierto de fuego desde el cielo y los destruyó a todos en un gran explosión, y ya no queda ninguno. Ahora sólo puedes ver sus huesos y fósiles en museos; eso es todo lo que queda de ellos.

    Nora se le quedó viendo incrédula al oír tal afirmación; el movimiento de su ceja derecha alzándose fue la clara señal de que lo que acababa de oír le sonaba a un disparate.

    - ¿De qué rayos estás hablando? – Fue su respuesta inmediata. – Creo que te estás confundiendo.

    - Por supuesto que no, estoy muy seguro de lo que lo que digo.

    - Pues di lo que quieras, pero yo estoy hablando de un Ogro muy real. Así que dime de una vez si crees poder con el trabajo y no me hagas perder mi tiempo.

    - ¡Por supuesto que puedo! ¿No te dije que haría cualquier trabajo mientras hubiera pago de por medio?

    Su expresión estaba llena de seguridad y confianza en lo que decía. Sin temor, tomó su espada con una mano y se puso pie rápidamente, ansioso.

    - Yo me encargaré de ese sujeto, sea un ogro o lo que sea. Ahora dime dónde lo encuentro.
    - - - -​
    Se había desviado de su camino y separado de sus amigos por algo que, posiblemente para ellos, no valía la pena en esos momentos, pero para él sí. En cuanto vio aquel anuncio en ese pueblo, supo que era su deber ir de inmediato. Sus amigos pensaron que era más importante volver y avisar de lo que había ocurrido, pero él decidió ir por su cuenta y encargarse de ese problema; después de todo, ese era su trabajo, y había algo en su interior que le decía vívidamente que tenía que ir. ¿Un presentimiento?, tal vez, pero fuera lo que fuera se hacía más grande al estar parado ahí, en esa colina, viendo hacia el pequeño pueblo debajo de él.

    - Creo que es aquí. – Murmuró en voz baja para sí mismo. – Éste debe de ser el pueblo de Sallivan...

    La larga capa blanca de su capucha ondeaba por el viento que soplaba a esa altura, al igual que aquel pergamino que sostenía en su mano izquierda.
    - - - -​
    - ¿Y por qué me estás siguiendo? – Preguntó Xyon con molestia sin detenerse mientras avanzaban por aquel camino elevado del bosque.

    - Quiero comprobar que efectivamente derrotes al Ogro. – Fue la respuesta contundente de Nora, que lo seguía como podía desde atrás. – No te voy a pagar ni una moneda de plata si no estoy segura de ello.

    - ¿A qué viene eso? ¿Acaso crees que te estafaría?

    - Ya que lo preguntas, de hecho tienes toda la apariencia de un estafador.

    Ese comentario no le agradó en lo más mínimo, y se notó en cómo volteaba a verla sobre su hombre con molestia.

    - Con esa actitud puedo asegurar que eres una solterona sin ningún pretendiente, ¿cierto?

    Así era Nora; no le temía a nada. Aunque aquel chico lo había dicho de broma, realmente era como la líder no electa del pueblo, incluso más que el propio alcalde. Era una persona movida, inteligente, valiente. Tenía facilidad para convencer a la gente, y no se dejaba pisotear por nadie. De haber tenido la fuerza suficiente, posiblemente ella misma se hubiera aventurado a deshacerse de ese “problema” ella misma, pero no la tenía. Aún así, eso no la detuvo, y se empeñó en buscar a alguien que sí la tuviera. Y ahí estaba ahora, subiendo esa colina, en dirección al sitio más peligroso de los alrededores, y todo para asegurarse que efectivamente ese individuo fuera el adecuado.

    - Como quieras, pero no me estorbes. La pelea se puede poner muy violenta, y podrías salir lastimada por entrometida.

    - No lo haré, además sé cuidarme yo sola.

    Aún seguía pensando que no se veía muy intimidante físicamente, pero se veía realmente confiado. ¿Sería posible que fuera más fuerte de lo que aparentaba? Había también otra cosa que la perturbaba desde lo vio por primera vez en el restaurante.

    - A todo esto... ¿Acaso tienes pensado enfrentarte a él sólo con esa espada?

    Xyon pareció no entender el propósito de esa pregunta. Viró su atención hacia su arma, la cual colgaba de su costado izquierdo, y luego volteó a verla sobre su hombro con una amplia sonrisa despreocupada.

    - ¡Por supuesto! Soy el Gran Xyon; no necesito más que esto para derrotar a cualquier enemigo. Te lo digo por experiencia.

    - Creo que no estás muy consciente de lo que está pasando… Pienso que... ¡¿Me estás escuchando?!

    Nora intentaba decirle algo, pero ese sujeto no la escuchaba, o no quería escucharla, por lo que desistió del intento. Si se encontraba tan confiado como para no querer oírla, esperaba que lo demostrara.

    Siguieron avanzando en silencio por un par de minutos más, hasta llegar a su destino. Para sorpresa de Xyon, el sitio al que Nora lo había guiado era una cueva, ubicado al pie de una montaña. Afuera de ésta, se veían algunas ovejas, cerca de veinte, que andaban de un lado a otro sin rumbo, buscando pasto que comer. También había algunas cajas, botellas, y lo que parecían ser huesos de animales apilados de un lado; definitivamente alguien vivía ahí.

    - ¿Es aquí? ¿El tipo vive en una cueva?

    - ¿Dónde más podría vivir? Te dije que era un Ogro, ¿qué acaso todavía no me crees?

    - Claro, claro, un ogro, te creo.

    Era increíble; ¿acaso habían llegado hasta ese sitio y aún seguía sin creer que realmente se estaba refiriendo a un ogro de verdad? ¿Cuál era el problema de ese sujeto? Nora empezó a tener graves dudas sobre el asunto, pero cuando menos lo pensó ya se encontraba adentrándose a aquella oscura cueva con él. Por mero reflejo de querer sentirse más segura, se le pegó más, caminando a unos escasos centímetros de él, mientras miraba con preocupación alrededor. Más huesos podían verse tirados alrededor del camino, entre las piedras y picos que salían del suelo. Incluso había algunas espadas, hachas y lanzas rotas, tiradas en la pura entrada, casi como una advertencia para quien pensara atreverse a entrar; evidentemente el espadachín que la acompañaba en esa ocasión las había ignorado por completo.

    Ya se habían adentrado mucho. Había pasado por el estrecho camino de la entrada y llegado a una cámara más amplia de forma circular, en la que se encontraban varias piedras de gran tamaño y cajas apiladas, pero aún ni rastro del ogro; a Nora esto la tranquilizaba un poco.

    - Ten cuidado, si no avanzamos con preocupación nos va a descubrir. – Señaló la mesera, haciendo alusión a lo rápido que su acompañante caminaba, y sin el menor cuidado en sus pasos.

    - ¿De qué estás hablando? Si eso es justo lo que queremos, ¿o no?

    Sin previo aviso, detuvo su avance haciendo que Nora casi se tropezara con él. De la nada, tomó un largo bocado de aire, y colocando sus manos a cada lado de su boca, comenzó a gritar con gran fuerza.

    - ¡Oye monstruo! ¡Sal, vamos! ¡Vine a patearte el trasero y no tengo todo el día!

    - ¡¿Qué estás haciendo?! – Exclamó totalmente atónita la mesera al ver el acto tan estúpido que acababa de hacer.

    El imprudente grito de Xyon rebotó por todo el eco de la cueva, resonando en toda ella, para luego desaparecer y dejar todo en sumo silencio. El chico miraba al frente esperando algún tipo de respuesta, pero no la hubo. Sonrió confiado y entonces volteó a ver a Nora, la cual miraba al frente con el rostro lleno de miedo y su cuerpo temblaba como gelatina.

    - ¿Qué te pasa? – Preguntó divertido al ver su estado. – Enserio eres una cobarde…

    En ese momento, un fuerte y aterrador rugido resonó por toda la cueva, haciendo que ésta prácticamente temblara como si se fuera a derrumbar. Nora se quedó petrificada en su lugar; su mente le decía que corriera, pero su cuerpo no se movía. Xyon, por su parte, se viró sorprendido hacia el frente, sin saber con claridad de donde provenía ese extraño ruido que parecía hecho por algún animal de gran tamaño; tenía parte de razón.

    Lentamente, de entre las sombras de más profundo, comenzó a visualizarse una extraña figura, que avanzaba con pasos lentos, cada uno golpeando con tanta fuerza la tierra que casi sentía que ésta temblaba bajo sus pies. Poco a poco fue saliendo de las sombras, revelando su enorme tamaño, de casi tres metros, piel verde y oscura, de brazos y piernas enormes, enormes garras, orejas puntiagudas y dos pequeños cuernos que sobresalían de su calva. Tenía ojos rojos, penetrantes y brillantes, y filosos colmillos se asomaban de su boca. Aquel ser se paró a unos metros de los dos visitantes, bajando su mirada para ver a cada uno con cuidado.

    - ¿Quién osa despertarme? – Pronunció de pronto con una voz grave que surgió de su boca y que resonaba por el eco. – Estaba tomando mi siesta de belleza…

    Xyon miró atónito la imagen tan increíble que tenía delante, y rápidamente dio varios pasos hacia atrás. Parecía no poder salir de la impresión.

    - ¡Oh por Gaia!, ¡es un Ogro de verdad! – Exclamó con fuerza por mero reflejo.

    - ¡Es lo que te he estado diciendo todo este tiempo, idiota! – Le contestó Nora, encontrándose en el mismo estado.

    El ogro miró a uno y al otro consecutivamente. Pareció no ponerle mucha importancia a la mujer; de seguro ya la conocía. Sin embargo, el extraño de cabello puntiagudo y capa pareció llamarle más la atención.

    - ¿Y tú quien rayos eres y qué haces en mi cueva? – Preguntó de nuevo con la misma voz, clavando su atención en él.

    Xyon pareció recuperar la compostura poco a poco y comenzar a digerir la situación. Bien, la mesera tenía razón, los ogros aún existían, y tenía uno justo frente a él. Ella le daría todo el dinero de esa recompensa si derrotaba a ese ogro como habían quedado, y era mucho dinero. Así que sólo había algo hacer: matar a esa cosa, cobrar el dinero, e irse de ahí, pan comido... ¿o no?

    - Hazte a un lado y déjame trabajar. – Le indicó a su acompañante, haciéndola hacia atrás con su brazo.

    Nora lo miró algo confundida. ¿Iba a intentar pelear con el Ogro después de todo? No se tomó mucho tiempo para pensar al respecto, y de inmediato le hizo caso, haciendo hacia atrás y ocultándose detrás de una piedra de gran tamaño. Estaba en buena posición para correr si lo veía necesario.

    De nuevo confiado y más seguro, Xyon soltó su espada de su cintura y la tomó con la mano izquierda, y entonces empezó a caminar con lentitud hacia el ogro. Una ligera sonrisa surgió en sus labios mientras miraba a aquella criatura con indiferencia.

    - ¿Quieres saber quién soy? No tengo por qué decirle mi nombre a alguien que va a morir pronto. – Le contestó con un tono de marcada soberbia, y entonces, alzó su arma al frente, y tomó la empuñadora con su mano derecha, comenzando a jalarla hacia afuera. Lentamente, la brillante hoja de acero comenzó a salir de su vaina, revelando su peligroso y letal filo. Una vez fuera, la agitó con fuerza hacia un lado, y luego la colocó frente a su rostro en una posición de notoria fortaleza. – Pero si te interesa tanto, te lo diré, Ogro. Mi nombre es….

    Antes de pudiera terminar de decir lo que quería, la enorme zarpa derecha del ogro se arremetió contra él por un costado, golpeándolo y empujándolo por los aires como mero muñeco de trapo, haciéndolo girar y volar hasta el otro extremo de la cámara, chocando de espaldas contra un pilar de piedra.

    - ¡¡Aaaaaaah!! – Exclamó con fuerza llenó de dolor al chocar contra la roca y luego caer de narices en la tierra. La funda de su espada había salido volando tras el golpe, pero su espada aún seguía sujeta a su mano.

    Nora miró esto desde su escondite, con cierta incredulidad. No estaba muy segura si debía de reírse por lo absurda que había sido esa escena, o comenzar a correr de miedo.

    - Estoy perdida... – Susurró en voz baja para sí misma. – Este sujeto es un completo bobo...

    Bobo o no, Xyon intentó recuperarse lo más pronto posible, apoyándose en su arma, mientras se tomaba la cabeza con una mano; lo habían golpeado demasiado en la cabeza ese día. Una vez en pie, volteó a ver al ogro con notoria molestia en sus ojos.

    - ¡Oye!, ¡aún no terminaba mi presentación!

    - Tú sola voz me es muy molesta, hombrecito. – Respondió el monstruo, indiferente ante el enojo del caza recompensas. – Te voy a hacer papilla para darte de comer a mis ovejas.

    - Eso no tiene sentido, pero no importa. ¡Me has hecho enojar y ahora es personal!

    Sin espera, se lanzó con fuerza al frente. El ogro, totalmente despreocupado, se giró por completo hacia él y justo cuando se le acercaba, alzó rápidamente su mano derecha y la dejó caer con fuerza contra él con la clara entretención de aplastarlo. Sin embargo, Xyon se adelantó a su acción, y justo cuando él bajaba su mano, él dio un salto, seguido de una maroma en el aire, no sólo esquivando su mano, sino que pasando justo sobre ella cuando ésta golpeaba el piso. Giró por completo al frente, cayendo con su mano izquierda apoyada en la tierra y con ella empujándose e impulsándose hacia un lado. Una vez que sus pies tocaron el piso, y antes de que el ogro pudiera reaccionar, rápidamente se impulsó ahora hacia el costado izquierdo del monstruo, y una vez más hasta colocarse justo detrás de su pierna izquierda.

    Nora miró todo esto desde su posición con cierta sorpresa. Esos últimos movimientos habían sido más impresionantes de lo que esperaba; parecía que en verdad no eran tan inofensivo como aparentaba.

    - “Es muy rápido, parece que es más fuerte de lo que parece…” – Pensó mientras admiraba sorprendida el combate. Sin embargo, su expresión era seria; algo le preocupaba...
    Xyon cambió rápidamente la posición de su espada para tomarla al revés, estando en la posición adecuada para atacar su pierna.

    - ¡Ahora es mi turno! – Pronunció con fuerza al mismo tiempo que se lanzaba a toda velocidad contra la parte trasera de su pierna, golpeándola con el peligroso filo de su arma, esperando rasgarla. Sin embargo, para su sorpresa, el filo no atravesó la piel. De hecho, por más fuerza que le aplicaba, era imposible para él hacer que su espada lo hiriera. – ¡¿Qué?!

    Antes de que pudiera entender con claridad lo que ocurría, una vez más el ogro lo golpeó con fuerza con su zarpa, apartándolo de él y tirándolo al suelo. En esa ocasión el golpe fue tan fuerte, que al chocar contra el suelo, algo de sangre surgió en su frente por el golpe.

    - Hombrecito tonto. ¿Cómo vienes a enfrentarme con esa actitud usando sólo esa patética espada? ¿Que no sabes que no existe arma alguna que pueda atravesar mi gruesa piel?
    Esas palabras lo hicieron reaccionar de golpe, y ni el dolor de su golpe lo hicieron detenerse.

    - ¡¿Qué cosa?! – Exclamó sorprendido al tiempo que se sentaba, y rápidamente volteó a ver a Nora a lo lejos. – ¡¿Tú sabías eso?!

    - ¡Claro que lo sabía! – Le respondió ella con ligero enojo. – ¡Por eso te pregunté si sólo lo enfrentarías con esa espada! Pero tú dijiste que eras el gran no se qué, que sólo necesitabas eso para derrotar a cualquier enemigo y...

    - Bien, ya entendí, ¡gracias!

    Se puso de pie una vez más, colocándose en posición de combate, en espera del siguiente movimiento de esa criatura, mientras intentaba pensar en otra estrategia. Bien, no podía usar su espada, eso era un problema. De haber tomado enserio lo del Ogro, posiblemente hubiera considerado esa posibilidad... O tal vez no. Pero fuera como fuera, ahora estaba ahí, sujetando un arma inútil para derrotar al enemigo que tenía enfrente. ¿Qué haría ahora?

    El ogro se le acercó rápidamente y arrojó de nuevo su mano derecha contra él. Xyon lo volvió a esquivar, elevándose en el aire antes de que pudiera tocarlo. Mientras se encontraba suspendido, la zarpa izquierda se le aproximó por un lado, pero la eludió dando una maroma hacia atrás para salir de su alcance. Siguió así por un buen rato, esquivando los diferentes ataques que le lanzaba; era lo único que podía hacer en esos momentos.

    - “Todo grandulón, por más fuerte que sea, tiene su punto débil, ¿pero cuál es el de éste?”

    Para cualquiera sería difícil intentar pensar en algo y esquivar con precisión tantos ataques consecutivos y peligrosos sin comer ningún error. A la larga, uno más de los zarpazos del ogro terminó por golpearlo de nuevo, y al igual que antes lo empujó con su increíble fuerza hacia un lado, dejándolo tirado boca abajo en el piso. Parecía que se encontraba en notoria desventaja.

    Justo cuando intentaba pararse de nuevo, pudo sentir como la enorme sombra de su enemigo lo cubría. Y para cuando se volvió para verlo, su mano ya se encontraba a muy corta distancia de él, por lo que terminó aprisionado por ella sin poder evitarlo.

    - ¡Agh! – Exclamó con cierto dolor al verse prisionero de aquellos dedos, y por más que se movía era incapaz de zafarse.

    - ¡Ya te tengo! – Rió orgulloso el ogro, mientras lo alzaba y lo colocaba frente a su rostro para poder verlo con claridad. Xyon se retorcía de dolor entre sus dedos, mientras forcejeaba. – Ya eres mío, hombrecito. Ahora te moleré todos tus huesos. Lamentarás el día en que....

    Justo cómo él se lo había hecho hace poco, Xyon le pagó con la misma moneda al no dejarlo terminar con su discurso. De la nada, cuando lo colocó lo suficientemente cerca de su rostro, el caza recompensas abalanzó su brazo derecho, el único que tenía libre, hacia el frente, apuñalando con la punta de su espada en el ojo izquierdo; a diferencia de su piel, sus ojos parecían no tener la misma dureza. Un chorro de sangre surgió de la herida con fuerza, llegando a manchar un poco a Xyon, pero no le importó; había encontrado su punto débil.

    - ¡Claro!, ¡Sus ojos! – Exclamó sorprendida Nora al ver lo que había hecho. – ¡Eso fue muy inteligente!

    - ¡¡¡Aaaaaaaaaaaargh!!! – Gruño con fuerza el Ogro de puro dolor. Por mero auto reflejo, soltó a su atacante, para dirigir sus manos hacia su herida. Presionó su mano izquierda contra su ojo, mientras algo de sangre escurría por su cara. El monstruo gritaba y se movía hacia un lado y hacia el otro; se veía que era una criatura no acostumbrada al dolor, y el que sentía en esos momentos era indescriptible. – ¡¡¿Cómo te atreves a hacerme esto?!! ¡Vas a ver!, ¡Esto no te lo perdonaré!

    Xyon había caído de espaldas al suelo desde esa gran altura. Eso, sumado a las heridas de los tres golpes que había recibido, y a lo adolorido que estaba luego de ser estrujado de esa forma en sus dedos, parecían indicar que su cuerpo no se encontraba en condiciones optimas para esquivar el nuevo ataque inminente que se le acercaba. El ogro alzó su mano derecha, mientras tenía la izquierda aún presionada contra su ojo. Cerró con fuerza su puño y lo dejó caer con todas sus fuerzas contra él; ese ya no iba a ser un golpe más como los otros, sino uno que lo haría polvo contra el suelo...

    Pero él no se quedaría de brazos cruzados. Aún viendo ese puño dirigiéndose en su contra de esa forma, seguía pensando e intentando moverse con todas las fuerzas que le quedaban. Pero para buena, o tal vez mala suerte, no tuvo que hacerlo, pues alguien más intervino. Antes de que pudiera comenzar a moverse, sintió como algo, o más bien alguien, lo tomaba con fuerza, y lo jalaba junto con él con rapidez fuera del alcance de aquel gigantesco puño, un instante antes de que éste chocara contra el suelo, con tanta fuerza que prácticamente desquebrajó el suelo con el impacto.

    Aún sin entender qué había pasado, Xyon sintió como descendía junto con su extraño salvador de vuelta a tierra firme, cayendo de sentón en ésta. Cuando le fue posible, alzó rápidamente su mirada al frente, intentando poder detectar qué era lo que ocurría. Colocado de cuclillas frente a él, fue capaz de distinguir la silueta de una persona, cuya cabeza era cubierta con una capucha blanca, y su cuerpo por una larga capa; lo único que él podía distinguir era su boca y mentón que se asomaban por debajo de su capucha.

    - Eso estuvo cerca, ¿estás bien, chico? – Pronunció una voz masculina proveniente de aquel extraño.

    Xyon pareció sumido en la sorpresa por unos segundos más, pero cuando al fin pudo reaccionar, en lo único que pudo pensar era en cómo le acababa de decir.

    - ¡¿A quién le dices chico?! – Le gritó molesto, sin importarle nada que lo acabara de salvar.

    Sin embargo, el recién llegado pareció no ponerle intención, pues de inmediato se puso de pie y se dio media vuelta para comenzar a acercarse al Ogro, que los miraba desde lejos, aparentemente también confundido por lo ocurrido.

    - ¿Pero… quién es él? – Murmuró Nora en voz baja. Ella tampoco lo había visto llegar; era como si simplemente hubiera aparecido de la nada en esa cueva.

    - ¡¿Y ahora quién eres tú?! – Gruñó el ogro con furia; la herida en su ojo le afectaba tanto que parecía que le era difícil mantenerse de pie.

    El extraño sonrío confiado, parándose con firmeza ante él sin miedo, y comenzó a hablar, con un tono tranquilo, sereno y fuerte.

    - Así que tú eres el Ogro que vive aquí. Según me he enterado, últimamente te has dedicado a molestar y perturbar la paz de las personas de este pueblo, y eso es algo que no puedo permitir…

    Dicho eso, acercó su mano a su pecho, y tomó la parte en que su capa se unía al frente, y rápidamente la jaló hacia arriba, retirándosela y luego tirándola hacia atrás con fuerza, revelando de esa forma su verdadera apariencia.

    El salvador de Xyon era un hombre alto, se complexión fornida, que usaba una extraña armadura roja. En la cabeza usaba un casco rojo que casi le cubría por completo, excepto por el área de la nariz, los labios y mentón; por detrás, se podía ver como se asomaba sólo uno poco de una cabellera negra, y los dos largos extremos de una cinta blanca. La armadura se componía de unas hombreras y una pechera de color rojo, muñequeras y unos protectores para las piernas que colgaban de los extremos de su cintura. La apariencia de ese individuo preció extrañar a los tres... Sí, incluso al ogro.

    - ¡Mi nombres es Rick, El Paladín Rojo! – Gritó con fuerza y entonces alzó su dedo hacia el ogro, señalándolo con fuerza. – ¡Y vengo a encargarme de ti!

    No hubo respuesta inmediata; de hecho, todos se quedaron completamente callados por casi un minuto. Sólo el sonido del viento filtrándose por las grieta de la cueva opacaba el silencio.
    “¿Por qué a él si lo dejó terminar su presentación?” Fue lo primero en lo que pensó Xyon con cierta indignación. ¿Quién era ese sujeto tan engreído? ¿Llegaba de la nada, vestido de forma tan extraña, y creyéndose la gran cosa como para ponerse a dar discursos como ese? No tenía idea de quién era, pero el sólo oírlo le provocaba una gran desagrado en el estomago.

    - ¿Otro? – Exclamó el ogro, no muy contento. – ¿Y éste porque está vestido tan colorido?

    - Eso no importa. Lo que importa es que aún estás a tiempo. Te puedo dar una última oportunidad para perdonarte la vida. Vete de aquí y no vuelvas a molestar a este pueblo y a ningún otro nunca más. Si lo haces, podrás irte en paz.

    - No me hagas reír, enano colorado.

    Más que convencerlo de irse en paz, las palabras de aquel individuo presentado como “Rick”, no hicieron más que enfadar más al monstruo, por si la herida de su ojo no era suficiente. Retiró su mano izquierda de su rostro cuando el dolor fue menos. Su ojo lastimado estaba cerrado por completo, y casi todo el costado izquierdo de su cabeza y su hombro estaban cubiertos de su sangre, al igual que su mano. Sin deparo, comenzó a acercarse al hombre de armadura roja con pasos fuertes y rotundos; se le veía la clara disposición de acabar con todo ese juego de una vez. Sin embargo, el recién llegado parecía completamente tranquilo y no se movía ni un milímetro de su lugar.

    - No me gusta comer humanos porque tienen un horrible sabor, ¡pero con gusto haré una excepción con todos ustedes, y haré una sopa!

    Entrelazó los dedos y de sus dos manos, y las cerró para crear un sólo puño con ellas y entonces las alzó con fuerza hacia arriba, para luego dejarlas caer como roca contra él. Sin embargo, en sólo un parpadeo, Rick pasó de estar parado en el piso a estar elevando con gran agilidad en el aire, incluso por encima del Ogro para cuando sus puños golpearon el suelo. El salto fue tan grande que incluso logó girar en el aire y colocar sus pies contra el techo de la cueva, y así impulsarse hacia abajo con velocidad.

    - Tú lo quisiste así. – Pronunció con firmeza mientras se dirigía hacia el monstruo desde los aires. De pronto, colocó su puño izquierdo frente a su rostro; en la parte trasera de su mano, pegada a su muñequera, tenía incrustada una gema brillante de color rojo. – ¡Flarore, Despierta!

    La gema de su mano comenzó a brillar con fuerza con un gran fulgor rojo, y de ésta luz pareció empezar a materializarse un objeto. Rápidamente acercó su mano derecha a la izquierda, y pareció tomar dicho objeto, jalándolo con fuerza hacia un lado, como si estuviera sacando una espada de su funda y precisamente eso era muy cercano a lo que realmente estaba pasado. En la mano derecha de Rick, aquella luz pareció tomar la forma de una espada, una larga espada delgada, de dos filos, con empuñadura dorada y mango rojo, con varios adornos dorados en su brillante hoja. La espada se quedó impregnada de aquella luz mientras seguía descendiendo.

    - ¿Qué es eso...? – Murmuró sorprendido Xyon, que miraba todo desde el suelo sin entender realmente lo que estaba viendo. ¿Qué clase de magia extraña era esa?

    Por su parte, el ogro no pareció nada sorprendido o intimidado por esto. Sin esperar a que él se le lanzara encima e intentara lastimarle su otro ojo, rápidamente abalanzó su mano derecha contra él, con la intención de darle un zarpazo en el aire como si fuera una mosca.

    - ¡No importa que tan brillante sea tu espadita!, no hay arma que pueda dañar mi…

    Sin embargo, de nuevo las cosas no salieron tan bien como esperaba. Justo cuando su mano estaba por chocar contra él, pudo ver como Rick giraba con rapidez en el aire, y su “brillante espadita”, no sólo golpeó su mano en el giro, sino que además la dañó, haciéndole un fuerte corte que empezaba en el área entre su pulgar y su dedo índice y terminaba en el centro de la mano, y que la atravesaba desde la palma hasta la parte posterior. Algo de sangre brotó de la horrible herida como un rocío en el aire, y luego descendió como lluvia hacia el suelo.

    - ¡¿Qué?! – Fue lo primero que exclamó al ver lo ocurrido, pero de inmediato el dolor de la herida lo hizo soltar un fuerte grito, similar al que había hecho por su ojo.

    - ¡¿Su espada daño su piel?! – Exclamó el caza recompensas atónito. ¿Cómo lo había hecho?

    El ogro llevó de inmediato su mano izquierda a la derecha, apretando su herida con sus dedos, intentando que dejara de sangrar. Se veía muy confundido y mareado, sobre todo por el dolor de sus heridas, una sensación que nunca había sentido antes y por eso le afectaba más. Rick, por su lado, había descendido de nuevo al suelo, estando a sus espaldas.

    - ¡¿Cómo es posible?! – Gritó furioso el ogro, girándose hacia él. – ¡Ninguna espada puede dañar mi gruesa piel!

    - Ésta no es una espada normal. – Murmuró con firmeza el hombre de armadura, parándose de nuevo y girándose por completo hacia el monstruo. El brillo de su arma se había disipado por completo, y se podía ver con claridad su apariencia. – En su interior guarda el poder de Flarore de las Llamas, uno de los Cinco Espíritus Guardianes de la Gran Diosa Ambar. En otras palabras, es un arma especialmente forjada para derrotar al mal.

    - No entiendo de qué demonios estás hablando...

    - Da igual. ¡Prepárate para recibir el castigo que mereces!

    Sujetando su espada hacia un lado, se lanzó al frente, corriendo con gran velocidad en su contra. El ogro estaba en apuros. Esa espada era capaz de dañarlo, por lo que su única opción era aprovechar su tamaño y su fuerza, pero en su estado era difícil. Alzó su pie izquierdo y luego lo dejó caer para pisarlo, pero Rick se movió con agilidad hacia un lado para esquivarlo. Lo intentó con su otro pie, y luego de nuevo con el primero, como si intentara pisar una cucaracha, pero la cucaracha era demasiado escurridiza y se movía de un lado a otro entre sus pies.

    Luego de esquivarlo por un rato, Rick se elevó de un salto, cayendo en su rodilla y luego volviéndose a impulsar hacia arriba hasta colocarse a la altura de su rostro.

    - ¡Exhala tu fuerte aliento, Flarore! – Exclamó con fuerza, y agitando con rapidez su espada de un lado a otro, ésta pareció cubrirse de llamas, y en lugar de crear viento con su abanico, más bien pareció crear fuego, decenas de llamaradas de fuego que se dirigieron como flechas en contra del ogro, chocando contra él y explotando en su piel, lastimándolo y empujándolo hacia atrás.

    Luego de aquel mortal ataque, el monstruo dio varios pasos en falso hacia atrás, hasta al final descender de espaldas como un árbol caído. Casi aplastaba a Xyon al caer, pero éste, con sus energías ya recuperadas para aquel entonces, logró abalanzarse hacia un lado justo en el momento preciso, y sólo escuchó el estruendo que el enorme cuerpo del ogro hizo al chocar contra el suelo.

    La criatura estaba aturdida, y se veía que, además de la herida de su ojo y su mano, ahora tenía varias quemaduras en el cuerpo. Antes de que pudiera recuperarse, o lo intentara siquiera, sintió como los pies de Rick se colocaban sobre su pecho. El hombre de armadura roja estaba parado ante él con firmeza. El ogro pudo ver como tomaba su espada y colocaba la punta de la hoja hacia abajo, y luego la alzaba hacia arriba; era obvio que estaba a punto de apuñalarlo.

    - Ahora, es momento de acabar con esto. Por todos los daños que has hecho, y el sufrimiento que has provocado, yo te…

    - ¡De acuerdo!, ¡tú ganas! ¡Me rindo! – Gritó de golpe el ogro, ya no con el mismo tono grave y aterrador de antes, sino con uno más suave y asustadizo. Esto dejó perplejos a Xyon y Nora que pronunciaron al mismo tiempo un “¿Eh?”. El ogro cerró los ojos y juntó sus manos a manera de suplica mientras seguía hablando de la misma forma.

    - ¡Me iré ahora mismo!, de hecho ya estaba pensando en irme, ¡este lugar es un asco! Volveré a casa de mis padres, conseguiré un empleo de verdad y me portaré bien, ¡pero ya detente!
    Rick se quedó quieto unos segundos, pero luego bajó su arma y de un salto volvió al suelo, dándole oportunidad para que se pudiera poner de pie.

    - Bien, voy a creerte. Pero debes de irte de inmediato de aquí.

    - ¡Sí!, ¡enseguida! – Exclamó con fuerza y de inmediato se puso de pie y comenzó a correr despavorido hacia la salida sin espera alguna. – ¡Muchas gracias, señor Rick!

    Xyon y Nora siguieron con su vista la huída del gigante, con sus ojos totalmente abiertos como platos, y totalmente estupefactos ante la escena tan... ¿increíble?, ¿extraña?, ¿bizarra? No sabían cómo describirla. Sin embargo, al menos para Nora, para bien o para mal esto significaba algo: el ogro se había ido al fin, y su pueblo estaba seguro, justo como quería. Al darse cuenta de esto, rápidamente una amplia sonrisa se dibujó en sus labios y de inmediato salió de su escondite.

    - ¡Es increíble!, ¡lo derrotó! – Exclamó llena de alegría y de inmediata se le acercó con rapidez. – Derrotó al Ogro usted solo, ¡es maravilloso!

    - Es un buen chico, sólo necesitaba la motivación adecuada. – Comentó con modestia el hombre de armadura, y acercó su espada a la gema de su mano izquierda. La espada volvió a brillar y se convirtió de nuevo en luz para adentrarse al interior de la gema.

    - ¿De qué hablas? – Escucharon como Xyon pronunciaba con molestia, mientras se les acercaba rápidamente; su mirada no parecía de felicidad como la de Nora. – Él no derrotó a nadie, el Ogro escapó. ¡Además fue trampa!, ¡no se vale si usas magia! ¡Eres un entrometido!

    - ¿Entrometido? – Preguntó Rick al oír tales palabras.

    Tomó entonces su casco con ambas manos y se lo retiró hacia arriba, revelando su refinado rostro, su cabellera negra con un largo fleco que le cubría casi todo el lado derecho de su cara, y sus ojos dorados. En verdad era un chico muy bien parecido desde el punto de vista de Nora, que incluso llegó a ruborizarse ligeramente al ver su rostro revelado. Rick se volteó hacia Xyon, sonriéndole de manera divertida, mientras cargaba su casco debajo de su brazo derecho.

    - ¿Eso piensas que soy? Entonces me disculpo contigo. Perdón si te interrumpí en tu pelea, pero me pareció que estabas a punto de ser aplastado como una uva, y no podía permitir que eso pasara frente a mis ojos. Pero la próxima vez no pasara, te lo aseguro.

    El tono de voz sarcástico y burlón, sumado a que acababa de insinuar que estaba a punto de ser aplastar por aquel ogro, fueron suficientes para aumentar en cien el enojo de Xyon.

    - ¡¿Qué dijiste?! – Exclamó con fuerza, acercándosele de golpe de forma amenazante.

    Sin embargo, Rick no se mutó. Simplemente se quedó en su lugar, volteando a ver al caza recompensas con ligera despreocupación en su semblante.

    El caza recompensas Xyon se ha encontrado de frente con el Paladín Rick. ¿Habrá sido su encuentro predestinado?

    FIN DEL CAPITULO 001
     
  2.  
    solefab

    solefab Iniciado

    Sagitario
    Miembro desde:
    17 Julio 2012
    Mensajes:
    19
    Pluma de
    Escritora
    HOLA! Me gusto mucho tu historia, es bastante entretenida. Solo una pregunta. ¿No quedaría mejor que las preguntas que haces en los párrafos queden más bien como diálogos o pensamientos de los personajes? Por ejemplo:

    Así que sólo había algo hacer: matar a esa cosa, cobrar el dinero, e irse de ahí, pan comido... ¿o no?
    -Sólo debo matar a esa cosa, cobrar el dinero e irme de aquí. Pan comido... ¿O no?- Piensa el joven mientras se pone en posición de combate.-

    Sólo una sugerencia ;) está muy bueno espero que me invites a ver el próximo capitulo. ¡Saludos!
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso