Un amplio espejo frente a ella, armoniosamente diseñado, refleja su buen gusto a la hora de escoger el mobiliario para la habitación, pero también se puede observar su rostro inmerso en la depresión causada por los sueños rotos y la desilusión de la realidad. Mantiene la mirada fija en el cristal, aprieta sus rojizos labios y contiene la respiración cuando comienza peinar el sedoso cabello que cae a cada lado del rostro. Su mente deja la habitación en la cual se encuentra, de a poco se desprende del cuerpo hasta alejarse, oculta en la memoria. Pensando en él hasta el final. Manteniendo vivos los recuerdos que un tiempo fueron una realidad con la cual siempre había soñado, recuerdos que ahora le resultaban tan lejanos y ajenos, inalcanzables. Cierra los ojos fuertemente y libera un pesado suspiro al borde del sollozo. En ese mundo ya no había felicidad para ella, ya no estaba la felicidad que ella deseaba sentir y su lugar era ocupado por dolor. Sabía que siempre sería de esa así, no podría soportarlo el resto de sus días. Se negaba a aceptar la simple idea de aquel futuro, debía terminarlo ante posible, mientras su memoria se mantuviese nítida y en el último segundo de su vida, en el más decisivo, solo bastaría con recordar el pasado para actuar. Vuelve su mirada al espejo nuevamente, continua peinándose y luego acerca el rostro hacia su reflejo. El dedo índice derecho se abre camino hasta sus ojos y seca delicadamente una tibia lágrima que había soltado involuntariamente. Destapa la máscara de ojos y procede pintar sus pestañas cuidadosamente, por ultima vez y solo para él. Apoya ambas manos sobre el cristal pensado en cómo pudo haber terminado de esa manera, y lo cierto es que la causa de tanta angustia se debía a que así lo había decidido su corazón, de alguna manera ella quiso que terminara de esa forma porque a pesar del sufrimiento, todo parecía valer la pena al pensar en lo feliz que fue al tenerlo a él en su vida. Vale la pena cuando de lo que se habla es de amor, y ella lo había sentido desde que supo quien había sido el responsable de aplicar la justicia ante el asesino de sus padres. Pronto podrían descansar juntos, eternamente unidos. —Siempre te seguiré, jamás voy a abandonarte —susurra amargamente, mientras cierra los puños contra su propio reflejo—. Solo quédate allí y espérame, por favor espérame —repite con un hilo de voz, bajando la cabeza—, Light.
