No hay mucho que decir... solo desfruten y aprendan algo, vagos. Subió nuevamente al segundo piso solo para echarse boca abajo en su cama, su paciencia se estaba agotando, si seguía esperando podría saltar por la ventana de su cuarto, se quedó un momento en esa posición para después darse la vuelta y quedar mirando el techo, alzo sus manos y se puso a hacer cuentas con los dedos mientras movía los labios calculando las cifras. Al darse cuenta del tiempo que tardaría a este paso, se puso nuevamente boca abajo para soltar un grito contra su almohada. Después de su pequeña rabieta bajo al comedor donde se encontraba la causa de su impaciencia: un huevo de un color rojo claro, el cual en la parte de abajo tenía unas formas de llamas color amarillo. Al pasar junto al huevo se detuvo para mirarlo con una cara de desesperación ¿Por qué no se abría de una maldita ves? Ella era una inexperta en los Pokémon, recién se unía al mundo a sus 10 años como todo el resto, por eso no sabía que Pokémon podía salir de dicho huevo, se imaginaba los más bellos y tiernos que podían existir, pero adivinen que, no lo sabría hasta que nazca, lo cual la estaba desesperando, su padre le dijo que tuviera paciencia y que nacería cuando tuviera que nacer, pero ella quería que nazca ahora. Después de examinarlo con la vista entro a la cocina para tomar un vaso de agua y así lograr calmarse un poco, al entrar vio cómo su gemelo jugaba felizmente con su nuevo Elekid. El mismo que su padre le entrego exactamente el mismo día, cuando ambos cumplieron los 10 años, ella recibió el huevo rojo con llamas en la parte posterior y su hermano un huevo amarillo con líneas negras, el problema con eso era que el de su hermano eclosiono antes, cosa que la fastidiaba más que no saber que había en su huevo. Dejó el vaso en el fregadero para luego salir y pasar un rato con su gemelo, el cual muy amablemente le prometió que no partiría sin su hermana. — ¿Qué haces, Dav? —preguntó al llegar. —Juego con mi Elekid —acarició la cabeza de dicho pokémon, su hermana lo miro algo molesta, ella no podía jugar ni acariciar a su próximo compañero. —Ojala tuviera mi propio pokémon —pisó con fuerza para marcar su punto. —Paciencia hermanita, nacerá pronto. La joven frunció ligeramente el entrecejo al oír esa palabra, “paciencia” ¿qué no podían decirle otra cosa? Entró a su casa nuevamente y como siempre le lanzó una mirada de irritación a su huevo al pasar por el comedor, se acercó a la mesa y al examinar al bebe sin nacer aún se molestó más. — ¿Por qué no te dignas a nacer antes de que enloquezca? —la locura ya la apoderaba, ahora hablaba con algo que no le respondería y todo porque ese huevo no se rompía. Golpeó sin usar mucha fuerza la mesa, estaba más molesta que antes. Dio media vuelta y corrió hasta la escalera, cuando estaba por pisar el primer escalón algo llamó su atención, el sonido de algo rodando. La expresión de su rostro cambio a una de terror al pensar en que era lo que rodaba por la mesa. Giró rápidamente y lo vio, el huevo rodaba lentamente hasta el borde de la mesa, ella abrió la boca pero ningún sonido salió de ella. Quería correr, pero el miedo la invadió inmovilizándola, como siempre pensaba en los posibles resultados del impacto contra el suelo, calculaba cuando tardaría en caer y la probabilidad de que ella llegara antes del impacto. Cuando las cifras terminaron de pasar por su mente sus pies reaccionaron, el tramo entre las escaleras y donde su amigo se encontraba era corto, así que solo tuvo que dar un pequeño impulso. Mientras volaba por el aire para salvar a su huevo lo primero que pensó fue que si su pokémon era tipo volador no le permitiría que lo lleve a las ciudades. Estiro los brazos, pero al impactar en el suelo se deslizo unos centímetros más de lo previsto, así que debía pensar en un plan y de forma rápida. Sentía como todo iba en cámara lenta, el sonido de su precioso bebe rodando por la mesa era algo que la inquietaba, se volteó rápidamente, quedando con la panza al aire. Logro ver el huevo al borde de la mesa, cerró los ojos con fuerza, deseando que su plan funcionara, sintió un golpe en el estómago y antes de que lo que impacto contra ella callera se abrazó con fuerza, se permitió abrir los ojos, pero la repentina luz le molesto. Achinó los ojos y extendió los brazos, solo para dejar salir la sonrisa que había retenido durante una semana, al fin estaba pasando, al fin su huevo eclosionaba. El brillo ceso y lo primero que se vio fue la esponjosa cabellera color rojo claro del pokémon nuevo, un tipo fuego con mirada curiosa, un Magby recién nacido estaba frente a ella. Ladeó la cabeza y luego sonrió para saltar en la pansa de su nueva madre, ella lo tomo en brazos y se sentó en el suelo, coloco a la criatura en sus piernas y lo miro fijamente. —Eres mucho más bonito de lo que pensaba —sonrió ampliamente y dejo que su nuevo amigo la abrazara —. Vamos a presentarte. Se levantó de un salto y cargando a Magby como una muñeca salió de la casa, quería presumir a su nuevo compañero, deseaba comenzar cuanto antes su aventura, porque como todos en su casa sabían, Silvia no era precisamente paciente.
Dos fics bonitos en un día? moriré de feels Contenido oculto Un relato ciertamente encantador. La impaciencia no es algo exclusivo de los niños pequeños pero debe ser horriblemente fruistante estar en edad de recibir tu primer pokémon y tener que esperar hasta que la naturaleza haga lo suyo, por suerte su impaciencia no le costó demasiado caro. Fue un relato corto pero bastante conmovedor y debo decir original para lo que se viene manejando por acá, me encantan los slices of live que se podrían vivir en el mundo pokémon.