Más de Sam y más misterio. P de Proteger Toda mi vida y estado pendiente de los demás, aunque la mayoría de veces no fuera nada practico yo velaba por los demás, la gente me importa más de lo que debería. No me gustaba admitirlo, pero a veces hasta parecía autodestructivo dar tanto por gente que apenas conocía, y sin recibir nada a cambio. Pero ahora por primera vez en mucho tiempo, me sentía protegida. En estos pocos minutos con la cabeza sobre el regazo de Connie y la palma de Malcolm acariciando mi peluda cabeza, frente a la chimenea era inevitable que moviera la cola, contenta. A veces solo quisiera poder quedarme así todo el tiempo, no tener nada humano, no saber de esas cosas, no preocuparme, pero tenía conciencia. Quisiera no recordar lo que pasó la anterior semana, no recordar lo que escuché ayer y simplemente disfrutar del momento, pero no podía, solo recordaba: Ayer en noche habían llegado a la casa Lena y Ana, hablaron un largo rato con Connie y Malcolm. Cuando llegaron yo estaba dormida, recostada, recuperándome de la herida todavía, pero pronto sus voces se me despertaron, pero no hice nada por interrumpirlos, más bien todo lo contrario, fingí seguir durmiendo. —¿Por cuánto más? —Escuché la voz de Ana. Sonaba alterada y molesta, no era capaz de comprender bien el por qué, ¿Qué era lo que quería? —Ya te dije que no lo sé, Ana —al parecer Malcolm estaba perdiendo la paciencia —Ni siquiera entiendo por que quieres ver a Sam. En serio Ana quería verme, después de… eso… yo no quería verla en mucho tiempo. —Nos preocupa… —tuve que aguzar el oído para poder escuchar lo que escuchar Lena. Levante un poco la cabeza, estaba curiosa. Yo con Lena no estaba molesta, más bien me sentía apenada. —¿Les preocupa? —Dijo Malcolm ya molesto. —O solo sienten culpa por lo que paso. —No creo que Sam las quiera ver, chicas —escuché la suave voz de Connie. —Deberían dejar que se recuperé del todo. Después de eso la conversación cambio un poco y se quedaron un rato más. En cuanto se marcharon los chicos fueron a ver como estaba. Pero no, yo todavía no quería ver a ninguna de las dos, ni siquiera me había recuperado de la herida en el hombro, aunque ya faltaba poco. Pero no sabía cuánto tardaría en sanar la que Ana había dejado en mi corazón. Por eso ahora, lo mejor que podía hacer era concentrarme en las personas que se preocupaban por mí, a esas que cuando me recuperara debería proteger a todo costo.