Se limitó a observar la puerta de la salida que estaba detrás del sujeto que tenía en frente, su jefe no dejaba de espetarle cosas que él ya no estaba dispuesto a escuchar. No bien se dio cuenta de que el anciano había terminado de desquitar su rabia, fue a los casilleros a recoger sus cosas y, antes de salir del edificio, se aseguró de dejar su carta de renuncia en el viejo escritorio de Don Alonso. Cuando salió de aquél edificio de aspecto viejo y paredes grises (lo cual, por cierto, hacía que se pareciera más a una prisión que a un restaurante de comida italiana) se aseguró de dejar en el escritorio del viejo su carta de renuncia. —¡Señor cara de ciruela pasa, hasta nunca! —Espetó, mientras cerraba de golpe la puerta de la oficina. Por supuesto que el anciano no se encontraba presente, no le habría faltado al respeto en su cara, su madre lo maldeciría desde el cielo si lo hacía. Roger colocó sus pertenencias en el asiento del copiloto del viejo Tsuru 1996 que su madre le heredó. Estaba maldiciendo mentalmente a su ahora ex-jefe cuando se topó con uno de los peores embotellamientos en los que había estado en la vida. —¡Y ahora quién se accidentó! Cielos, eligen los mejores días para ocasionar siniestros. —Dijo de manera irónica, en un grito que le ayudó a desahogarse un poco. Se tardó una hora más de lo habitual en recorrer el camino del trabajo a casa. ¡Pero al final, qué más daba! Había sido la última vez. Roger revisó en sus bolsillos en busca de su llave. Nada por aquí, nada por allá... ¡Nada! Se llevó las manos a la frente, más frustrado y enojado que preocupado, y comenzó a lanzar patadas al aire, digno de una rabieta de un chico huérfano de 21 años que aún no lograba acoplarse a la vida adulta. Tomó una roca, rompió la ventana y metió el brazo para quitar el seguro por dentro. ¡Y oh, lo que faltaba! Se ensartó un trozo de vidrio mientras realizaba tal hazaña. La puerta estaba abierta, pero no entró. Se sentó en la entrada de la casa, echó el rostro sobre sus manos y se echó a llorar. Después de un rato, se secó el rostro con la manga del suéter y observó al cielo. —¿Es que alguna vez lo haré bien? Lo intento, pero sigo siendo el mismo chico patético que era antes de que te fueras. ¡Mírame ahora!... Desempleado, hambriento, herido, y solo... ¡Me siento tan solo, por qué no me llevas contigo de una vez! Cuando estaba por volver a abrir la boca un estruendo llamó su atención. De detrás de los botes metálicos de basura salió un pequeño perro; lo observó algo atemorizado mientras bajaba la mirada y metía la cola entre las patas. Roger se acercó a él lentamente, el cachorro se veía sucio, atemorizado y algo desnutrido. El chico se sentó en el suelo, cerca de cánido, y abrió la palma como gesto de paz; el pequeño acercó el hocico con timidez a su mano y olfateó en busca de comida, tras no hallarla se alejó con timidez Roger metió las manos en los bolsillos del pantalón, esperando hallar algo para él. —Creo que los perros no comen galletas pero... Anda, es todo lo que tengo. —Estiró nuevamente la palma con la galleta. El perro no perdió el tiempo y la devoró entera. Roger se echó a reír. —Así que estás hambriento, ¿eh? Y al parecer, también solo... —Observó al cielo un momento, le regaló una sonrisa y le devolvió la atención a su nuevo compañero. —¡De acuerdo, Oreo! Ahora somos tú y yo contra el mundo. Tomó al perro entre sus brazos y lo introdujo a su casa. ¡Seguro que pasarían una buena noche intentando reparar la ventana!
Muchacha... ésta cosa es tan adorable. Mi corazón :'D Bueno, es un fic sin una trama muy dolorosa pero tiene una carga emocional interesante. No sé, estoy como muda... es que me sucede cuando son fics cortitos pero... lindos o impactantes. El tuyo es adorable, el inicio de una relación entre dos criaturas solitarias. Pensar en el perro como una especie de reflejo del chico lo hace aún más significativo. Asdf, me gustó >u<
¡Me encanta ! Los animales, en especial los perros siempre llegan en el momento justo. Te dan esa alegría, ese amor tan genuino que no puedes deshacerte de ellos. Simplemente aceptas ese regalo que la vida te otorga, pues llegó por alguna razón. A veces para enseñarnos una valiosa lección y otras como estas que tú has escrito. Me has dejado con una hermosa sensación .
Antes que ocurra un mal entendido. El relato me pareció tierno y adorable porque al final el perrito alegró el día de nuestro amigo. Además, me recuerda a una experiencia real, esa ayuda y compañía que dan los animales en los momentos más difíciles y cruciales en la vida. Por ejemplo, recuerdo que, una semana después de que mi abuelito muriera, una perrita se acercó a la casa de mi abuelita, sucia, hambrienta y herida. Mi abuelita la adoptó y desde entonces la perrita le ha hecho compañía. Ella no se quedó sola, ahora tiene una compañera. Le alegró la vida. Así que, aclarando eso, debo decir que, aunque el escrito sea positivo y muestre un mensaje bonito, tiene errores que por lo menos yo vi y me dispongo a decir: Al leer el final a mi mente vino que lo que estaba leyendo era más bien el guión de un anuncio de las galletas oreo. “¿Tuviste un día mal?, no te preocupes que, alegra tu día con una oreo.” Ahora, sin pretender ser la peor persona, esta parte se me hizo algo ilógica: ¿Por qué traía la llave del auto pero no de su casa? ¿No se supone que las llaves deben estar en una llavero? Si se le cayó se debe especificar, creo yo. ¿Encontró una galleta en su bolsillo? No explicar si era un paquete de ellas… ¿una galleta suelta, en el bolsillo?
Muchísimas gracias por compartir esa pequeña anécdota <3 Ahora que lo mencionas, es verdad que la gente suele llevarlo todo en un solo llavero. Y me has hecho pensar en serio con esa observación al grado de darme cuenta que en mi familia jamás ha sido así y tampoco en la mayoría de la gente que conozco de mi ciudad. Siempre pero siempre separan la llave del coche y la tienen en un llavero aparte; quizá se les hace más cómodo o los hace sentir seguros del que si pierden un juego el otro está a salvo. No lo sé, pero en verdad que he visto ese comportamiento aquí en mi ciudad, no sé cómo sea en los demás sitios. Lo de la galleta... quise representar un poco lo estresado y agobiado que estaba el chico, que lo estaba tanto que comenzaba a ser descuidado de sí mismo. De hecho, quise hacer lo mismo con el asunto de que se dejara las llaves por ahí. Y jajajaja, ¡es verdad que parece anuncio de galletas! Eso me hizo mucha gracia. Te diré que estaba tirada en la cama pensando en qué tema elegir para cumplir con el reto de la actividad para la que escribí eso, entonces vi a mi gato llamado Oreo y bam. Muchas pero muchas gracias por pasarte a comentar <3