Hetalia Axis Powers [One-shot] Un pequeño sentimiento (Hetalia, Suiza y Liechtenstein)

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Gumi Mininawa-Chan, 10 Junio 2013.

  1.  
    Gumi Mininawa-Chan

    Gumi Mininawa-Chan Entusiasta

    Piscis
    Miembro desde:
    12 Abril 2013
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    80
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    [One-shot] Un pequeño sentimiento (Hetalia, Suiza y Liechtenstein)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2897
    "UN PEQUEÑO SENTIMIENTO"
    Eran las tres de la madrugada. Suiza no podía dormir aún. La conferencia del día anterior había quedado dando vueltas en su cabeza sin cesar, atormentándolo.
    Flashback.-
    ... Y por eso queda estipulado que Liechtenstein dejará de ser un país –sentenció Alemania.
    ¡¿QUÉ?! –gritó Suiza levantándose de su asiento.
    Onii-sama, tranquilo...
    ¡¡Pero cómo quieres que me calme!!
    Suiza, toma asiento –pidió el alemán. Tenemos que discutir más puntos todavía.
    No es tan grave, no te preocupes...
    Es que no... –volvió a sentarse y la tristeza se asomó por su rostro, pero se desvaneció para dar lugar a una expresión que denotaba mucho nerviosismo ¡¡No puedo no preocuparme, Liech!!
    Qué molesto –dijo Austria en un tono lo suficientemente alto como para que pudiera escucharlo Suiza.
    ¡¿Qué dijiste?!
    ¡¡Silencio!! –gritó el alemán Bueno... –prosiguió como estaba diciendo... Liechtenstein no cuenta con entes básicos como un presidente, un ejército propio y es bastante débil...
    Pero ¿no hay nada que se pueda hacer para evitarlo? Digo... ¡si hay algo que yo pueda hacer, lo haré sin importar el costo!
    Suiza, escucha... en las condiciones en las que se encuentra, Liechtenstein no puede seguir siendo un país. Depende demasiado de otros... y cuando digo "otros" me estoy refiriendo a ti. Puede que hayan casos en donde esta condición sea aceptada, como en el caso de Polonia, pero...
    ¡Oye! –chilló Polonia ¡Pero eso es porque yo soy totalmente genial!
    ¡¡Dije que silencio!! –se llevó la mano a la frente Por Dios... Como decía, el problema radica en que Liechtenstein nunca logrará surgir si sigue así, mucho menos si continúas manteniéndola, y ya que no puede sobrevivir ni siquiera siendo independiente, hemos decidido que debe dejar de ser... una nación. No hay vuelta atrás.
    ¡Pe...!
    Onii-sama, estaré bien, no te preocupes... –susurró Liech mientras tomaba la mano de su hermano por debajo del mesón de conferencias.
    Liechtenstein... –susurró él.
    Estaré bien –repitió la chica con los ojos vidriosos.
    El suizo guardó silencio.
    Fin del Flashback.-
    Ahora se encontraba mirando las paredes de su habitación en la penumbra. Parecía que nada podría calmarlo, ni siquiera hablar con Liechtenstein, que era la única persona que lograba calmar su carácter fuerte y estoico.
    Se dio la vuelta y cerró los ojos, pero los minutos siguieron pasando y todavía no sentía sueño.
    –... No puedo dormir. Voy a prepararme una taza de leche– se dijo mentalmente.
    Se levantó de su cama y caminó por los pasillos. Pasó en frente de la habitación de su hermana, y aunque sintió ganas de entrar y abrazarla como si el mundo se fuera a acabar, decidió pasar de largo. No podía despertarla por un capricho.
    Entró a la cocina, buscó una pequeña olla y vertió leche con chocolate dentro. Encendió el fogón del horno y comenzó a calentarla.
    –Liech... estoy tan preocupado... –pensó– Si sólo pudiera hacer algo...
    Al cabo de un par de minutos, la leche estaba lista. La metió en una taza, dio un sorbo y siguió pensando.
    Era verdad lo que decía Alemania. Liechtenstein no podía considerarse un país en esas condiciones, pero... ¿qué significaba eso? ¿Que Liech desaparecería?
    –Debo dejar de pensar en esto... tengo que dormir.
    Se tomó al seco lo que le quedaba de leche –más o menos la mitad del vaso–, lo limpió, secó y guardó, y se dirigió nuevamente a su habitación. Pero antes, no pudo evitar fijarse en la puerta de la habitación de su hermana. La observó vacilante, hasta que decidió entrar, tratando de no hacer ruido.
    Adentro se encontraba la chica durmiendo profundamente. Suiza apoyó la mano al lado de su rostro y notó que la almohada estaba algo húmeda, lo que le hizo pensar que, seguramente, se había quedado dormida llorando.
    –Debe estar tan triste como yo... –pensó apesadumbrado– Y lo peor es que no sabemos realmente qué es lo que pasará con ella de ahora en adelante... Alemania dijo que aún no se les había ocurrido ninguna solución.
    Observó su semblante en la oscuridad, vagamente alumbrado por la luz de la luna que entraba por la ventana.
    –Liechtenstein –susurró de una manera casi inaudible–, te quiero... y más de lo que piensas... –suspiró abatido– No quiero perderte...
    Y dicho esto, se acercó a su frente y la besó levemente.
    –Me da miedo no saber cómo terminará este asunto, pero debo ser fuerte, pase lo que pase. No voy a mostrar debilidad. Tengo que ser fuerte por ella– dijo en su fuero interno mientras se incorporaba.
    Y cuando estaba ya saliendo de la habitación, escuchó algo...
    –Onii-sama...
    El chico se quedó de piedra.
    –Yo –dijo Liech, incorporándose– tampoco... quiero perderte.
    Su hermano la miró atónito, y notó que algo estaba resbalando por la mejilla de ella.
    –¡Liech! ¡No llores, por favor! –dijo Suiza sobresaltado, caminando hacia la chica. Creyó que nadie lo estaba escuchando cuando dijo esas palabras. Al parecer, ella tampoco había podido conciliar el sueño. Como le costaba enormemente poder decir algo que pudiera sonar cariñoso o amable, le avergonzó mucho darse cuenta de que lo habían escuchado, pero... un momento, ella dijo que tampoco quería perderlo. ¿Qué estaba pasando?
    –Yo estimo y admiro mucho a onii-sama –dijo poniéndose de forma que pudiera mirar de frente a Suiza, aún sentada en su cama–, y estoy muy preocupada por esta situación.
    El suizo se arrodilló al lado de la cama y tomó su rostro con una sola mano, y Liechtenstein a su vez tomó la mano de su hermano. Se miraron a los ojos... y la chica lo abrazó de pronto.
    –¡Ah! ¿Liech?
    Liechtenstein comenzó a llorar con la cabeza hundida en su hombro.
    –Lo siento... lo siento mucho...
    –¿Eh? ¿Qué estás diciendo? –preguntó sobresaltado.
    –Lo siento por no ser lo que esperabas. No soy un buen país y hago que siempre te estés preocupando por mí... –dijo entre sollozos– Seguramente te he decepcionado mucho.
    –¡Liechtenstein, no digas eso!
    –Lo... siento tanto...
    El suizo no sabía qué hacer. Jamás había sido bueno para decir cosas bonitas o para consolar a los demás. Aún así, hizo un esfuerzo y logró responderle:
    –No lo sientas, Liech. No... estoy decepcionado de ti. Te quiero mucho... y voy a estar siempre contigo...
    –... Onii-sama...
    Y dicho esto, la chica le echó los brazos al cuello a Suiza y fue acercándose lentamente a su rostro, y el suizo, inconcientemente, comenzó a hacer lo mismo, hasta que sus labios se encontraron y se besaron en la penumbra. Al principio, él no supo cómo reaccionar, ya que era bastante inexperto, lo que también lo volvía bastante tieso, pero aún así, el beso de Liech despejó su mente de cualquier duda o preocupación. No importaba que fuera su "hermana", después de todo, eran países y no habían lazos de sangre que los unieran, y hacía bastante tiempo que no sentía un amor meramente fraternal por ella.
    Entonces, se separaron.
    –¿Tomaste leche con chocolate?
    –Sí –dijo el suizo sonrojándose, abrazándola–, es que no podía dormir.
    –Por la conferencia, ¿verdad?
    –Sí...
    Guardaron silencio por unos largos segundos.
    –Por favor, no me dejes sola –pidió la chica.
    –No... no lo haré nunca.
    .
    .
    .
    Al día siguiente, Suiza despertó y se encontró en la habitación de Liechtenstein. Se había quedado dormido ahí la noche anterior. Sonrió para sí mismo, pero esa sonrisa se borró de inmediato cuando notó que no había nadie a su lado.
    -¿Liechtenstein?
    Y nadie respondió.
    -Oh, no...
    El suizo salió corriendo al pasillo en pijama. Llamó y buscó a Liech por toda la casa, pero no la encontró. Estaba comenzando a desesperarse.
    –¡¿Dónde podrá estar?! ¡No me dijo que iba a salir en ningún momento!
    Miró su reloj y eran las once y media ¡Qué tarde! Pero no le extrañaba, ya que la noche anterior le había costado una eternidad quedarse dormido.
    Entonces, se le ocurrió llamar a una de las personas que más le desagradaba, pero que parecía ser la única que podía ayudarlo...
    –Bien, Austria, ¡voy a hacerte una pregunta y quiero que me respondas!
    –¿Y por qué la urgencia, tarado? –respondió el austriaco al otro lado del teléfono.
    –¡Eso no importa! ¡¡Quiero que me digas si sabes dónde está Liechtenstein!! –exigió, y para su sorpresa, Austria guardó silencio –¡¿Por qué no dices nada, eh?! ¡¡Responde!!
    –Este... Suiza... –contestó al cabo de un momento–, Liechtenstein está en mi casa ahora.
    –¡¡¿Qué?!! ¡¿Y por qué está contigo?! ¡¿Cuándo te la llevaste?!
    –Es complejo explicarlo por teléfono. Sería mejor si vinieras y lo conversáramos con calma, como personas civilizadas.
    El suizo estuvo a punto de gritarle de nuevo y responderle con insultos, pero lo meditó un momento y decidió aceptar.
    –Voy a tu casa en seguida ¡Y si le hiciste algo a Liechtenstein, te mato! –dijo, y colgó el teléfono con brusquedad.
    .
    .
    .
    Se encontraba frente a la puerta de la casa de Austria. Era una casa muy grande y daba la impresión de que por dentro debía ser muy lujosa. Golpeó unas tres veces y le abrieron casi de inmediato.
    –Buenos días.
    –Dejemos las formalidades de lado, ¡¡quiero ver a Liechtenstein!!
    –¡Traquilo, idiota! Está en la sala de estar, esperándote.
    –¿Qué? –dijo Suiza sorprendido.
    –Dijo que quería conversar algo contigo.
    Suiza no entendía nada... ¿Qué estaba haciendo Liechtenstein en la casa de Austria? ¿Por qué salió sin avisar ni dejar por lo menos una nota?
    Austria lo llevó hacia donde se encontraba la chica. Cuando esta los vio entrar, no pudo evitar sobresaltarse.
    –Muy bien, los voy a dejar solos –dijo el austriaco y se marchó.
    Suiza tomó asiento en frente de ella. Se creó un silencio incómodo.
    –O... Onii-sama, discúlpame por no haberte avisado que me iba, pero he tomado una decisión –dijo Liech, pero su hermano no respondió nada, sólo la miró fijo–. He decidido que voy a vivir con el señor Austria de ahora en adelante.
    –¡¿Qué?! ¡Lo voy a golpear! ¡¿Qué te dijo para que aceptaras vivir con él?! ¡¿Te amenazó?!
    –¡No! ¡Por favor, escúchame!
    El suizo cerró la boca.
    –Ya está decidido –prosiguió–. De ahora en adelante voy a vivir acá. Por favor, no pienses que lo hago porque tenga algún problema contigo. La verdad es que lo hice porque... aquí tengo la posibilidad de convertirme en un principado y no desaparecer como el señor Prusia...
    Claro... Prusia había desaparecido por completo, y el que a Liechtenstein pudiera llegar a pasarle algo como eso sería una pesadilla para Suiza. Pero eso quería decir que Liech tenía planeado cuál sería su destino, y si no quiso contarle fue porque debía ser muy duro decirlo antes de marcharse definitivamente, tanto para ella como para Suiza.
    –A ti te causa muchos problemas tener que mantenerme, pero al señor Austria no...
    –Pero Liech –la interrumpió el suizo–, ¡a mí no me importa tener que mantenerte!
    –Si pudiera, te mantendría conmigo para siempre... – pensó.
    –Pero no tienes la obligación de hacerlo...
    –Pero quiero hacerlo –miró firmemente a Liech a los ojos.
    –Pero yo no –dijo Liechtenstein–. Yo quiero que onii-sama prospere y salga adelante como el grandioso país que es. No soy una niña y no puedo pedirte que sacrifiques tanto por mí. La gente de tu país necesita tu ayuda más que yo –tomó la mano de su "hermano" –. No te preocupes por mí, ¿sí? Estaré bien... –y una mirada triste apareció en su rostro cuando pronuncio aquellas dos palabras.
    Era verdad. Liechtenstein no era una niña pequeña y lo sabía, pero la quería tanto y la necesidad de protegerla era tan grande que había perdido la noción de las cosas. Si ella quería dejar de depender de él, debía respetarlo, era su decisión. Había llegado la hora de dejarla ir.
    –Liech... te voy a extrañar mucho –dijo mirando el suelo con pesar.
    –Y yo a ti, pero tampoco dejaremos de vernos para siempre. Cuando no estés muy ocupado, puedes venir a verme si quieres –sonrió.
    Suiza volvió a mirarla y esbozó una sonrisa.
    –Te vendré a visitar siempre que pueda... –dijo, y aunque dudó al principio, tomó la otra mano de Liech, y quedaron tomados de ambas manos– Odio a ese tipo, pero si es lo único que se puede hacer para salvarte, lo voy a aceptar.
    –Gracias... –la chica calló por un momento– gracias por todo, onii-sama. Me alegra que lo hayas entendido.
    Se miraron con una sonrisa en el rostro. Tal vez eran sonrisas que ocultaban tristeza, pero eran sonrisas al fin y al cabo. Las despedidas no solían ser felices, ya que siempre implicaban dejar ir a algo o alguien. Lo bueno de esta es que no era un "nunca volveré a verte", sino un "nos veremos pronto, y muchas veces más".
    Se abrazaron y se quedaron así hasta que Austria entró al salón. El suizo lo miró con odio, pero todavía un poco colorado, mientras abrazaba a su hermana.
    –Lamento interrumpirlos, pero Liechtenstein y yo debemos discutir asuntos de suma importancia.
    –Ah, es verdad– dijo la chica, deshaciendo el abrazo–. Lo siento, onii-sama, pero el señor Austria y yo tenemos que organizar muchas cosas de ahora en adelante.
    –Sí, yo ya me iba –mintió Suiza.
    –Como digas.
    –Señor Austria, ¿puedo acompañar a onii-sama... quiero decir, al señor Suiza hasta la puerta?
    –Sí, anda.
    –Muchas gracias– hizo una reverencia y llevó al suizo de la mano hacia la salida.
    Habiendo llegado a la puerta, Liech abrazó nuevamente al chico.
    –Que tengas mucha suerte.
    –El que debería decir eso soy yo, aunque estoy seguro de que serás un excelente principado.
    –Haré todo lo que pueda para que onii-sama esté orgulloso de mí.
    El suizo tomó a Liech por los hombros y le dijo:
    –Quiero pedirte un favor, Liechtenstein.
    –Te escucho.
    –No me digas más onii-sama.
    –¿Eh? Pero...
    –Yo ya no soy tu onii-sama, ¿entendiste?
    La chica abrió los ojos más de lo normal.
    –¡No, no me malinterpretes! Lo digo porque... bueno, ehm... después de... tú sabes... ehh...
    –¿Después de lo que sucedió anoche no es correcto que te llame onii-sama?
    –S-sí, exactamente...
    –Es verdad... no está bien que llame así a mi novio, ¿verdad?
    Suiza observó a Liechtenstein sorprendido, volviendo a ponerse colorado.
    –¿Novio?
    –¿O no quieres que seamos novios?
    –¡No, yo no dije eso!
    Liech soltó una risita.
    –Entonces, desde ahora dejaré de llamarte onii-sama.
    Ambos sonrieron y se despidieron con un tímido beso.
    –Te quiero mucho, Suiza. Siempre voy a quererte –le dijo Liech, y sus palabras pusieron extremadamente nervioso al chico.
    –Y y-y-yo a ti t-también –respondió Suiza a penas, y si no se puso más rojo fue porque ya estaba convertido en un tomate.
    –¡Adiós!
    –¡Adiós!
    Hicieron señas con la mano y el suizo regresó a su casa. Ahora su no hermana tenía mucho trabajo que hacer en la casa de Austria, y se volverían a ver muy pronto, o al menos eso esperaba.
    * * * * *
    –No entiendo cómo admiras tanto a un idiota como él –dijo Austria de forma descortés cuando se encontraba haciendo un largo papeleo junto con Liechtenstein.
    –No es un idiota, es mi onii-sa... perdón, mi novio.
    –¿¿Novio?? –el austriaco la miró impresionado–... Bueno, es mejor que no diga ni pregunte nada más.
    –Me parece bien, señor Austria –contestó Liechtenstein con cortesía
    -FIN.-
     
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  2.  
    Uzuqui

    Uzuqui Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    17 Octubre 2009
    Mensajes:
    110
    Pluma de
    Escritora
    vaya O_O
    solo me los imagino como hermanos, pero ha estado todo muy lindo....
    suiza no se aguanta con sus arranques ¿no?
    me gusto mucho, espero volver a leerte n_n
     
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  3.  
    Keilani

    Keilani Usuario popular Comentarista empedernido

    Libra
    Miembro desde:
    7 Marzo 2013
    Mensajes:
    589
    Pluma de
    Escritora
    Es la primera ocasión se leo o sé algo de este anime, así que consulte a quien "todo lo sabe y lo que no lo inventa": Wikipedia, ¡ta-tan! xD.

    Debo decir que la historia me encantó. Liechtenstein me da un aire de ser un tanto débil a mi gusto, pero no puedo opinar del OoC al desconocer el anime en si, de hecho considero que ni siquiera debía de dejar este comentario, pero no sé... algo me dijo que está vez debía comentar igual.

    Además quiero comentarte algo sobre los signos de exclamación al comienzo de tu fic, solo ocurrió allí cuando más exaltada estaba Suiza y sugiero que no los repitas. En vez de repetir esos signos puedes exagerar en la narración los gestos o algún otro detalle para crean ese énfasis del enfado por la probable desaparición de Liechtenstein.

    En fin, coincido con el comentario de arriba no me los puedo imaginar de novios, particularmente porque Wikipedia me dejó la idea de países representados por personas y no comprendo como unos países podrían ser novios e.e, pero si lo entiendo con humanos, por lo que ni idea xD. Es un bonito escrito, me ha puesto la tentación de mirar la serie.
     
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