Ouran High School [One-shot] Solo un instante

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Sumine-chan, 4 Marzo 2014.

  1.  
    Sumine-chan

    Sumine-chan Intérprete de la Condolencia

    Géminis
    Miembro desde:
    23 Agosto 2012
    Mensajes:
    70
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    [One-shot] Solo un instante
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2206
    Hola, este fic está escrito para la Actividad "What if...?" propuesta por @Fenix Kujo. Me divertí bastante con este escrito aunque me costó trabajo terminarlo. Espero que les guste :3 ya saben que amo el KyoHaru jajaj n.n

    Tan solo un instante
    Realmente, solo dudó un instante; pero un instante era todo lo que su instinto necesitaba para hacer lo que tenía que hacerse.

    I​
    ―Tú no lo harías, Kyouya-sempai ―los ojos de Haruhi, de un chocolate profundo, le miraban con sorpresa pero no con miedo―, porque no obtendrías ningún mérito al acostarte conmigo.

    El pelinegro apretó los puños y sonrió de lado, porque la chica tenía razón. No había beneficios en acostarse con una plebeya como ella y sinceramente no quería hacerlo. Todo era parte de su plan: quería que la chica con complejo de chico se diera cuenta de lo débil que era y se disculpara con el idiota del rey, eso era todo. Nada más que eso.

    Entonces, ¿por qué le costaba tanto trabajo incorporarse? Su cuerpo parecía pegado a la cama y haber ganado unos 50 kilos en esos segundos, ¿qué estaba haciendo? Después de lo que parecieron horas, finalmente recobró el uso de sus extremidades y se incorporó. Haruhi ni siquiera se inmutó y eso le molestaba un poco.

    —Kyouya-sempai es un persona inesperadamente amable —le dijo con su ingenua voz mientras se sentaba sobre la cama. Si supiera cuánto trabajo le costó quitársele de encima quizá no dijera lo mismo—. Porque, lo que haces ahora es por Tamaki-sempai, ¿verdad?

    El rey en las sombras tuvo la urgente necesidad de largarse de ese lugar. Dos frases y Haruhi había hecho que se le hiciera un hueco en el estómago. Durante unos segundos, en esa cama, se había olvidado por completo de Suo Tamaki y eso no era parte del plan. Se levantó de la cama rápidamente y le dio la espalda a la plebeya que podía ver a través de la piel con sus gigantes ojos marrones.

    —Has tomado el personaje de villano a propósito para darme una lección, ¿verdad? —si en estos momentos el pelinegro se girara hacia ella, apostaría a que estaría mirándolo con una sonrisa amable que siempre parece estar ahí en los momentos que se le necesita. A pesar de querer ver esa sonrisa no se atrevió a voltear, no estaba seguro de poder hacerlo.

    No entendía del todo la situación: lo que la chica estaba diciendo era cierto, y al mismo tiempo le sabía a mentira. Había pensado en darle una lección cuando la vio indefensa en su cuarto, después de todo, Tamaki probablemente iba a llegar en la noche a lloriquear hasta que las cosas con Haruhi se arreglaran y eso sí le iba a causar problemas. Sabía que era tan densa que a menos que alguien se lo explicara con manzanas ella no entendería qué había hecho mal. Los demás hosts la consentían demasiado, así que era el trabajo de él hacerla entrar en razón por las malas. Pero Haruhi tenía la increíble habilidad de nunca reaccionar como Kyouya se lo esperaba. Ahora que estaba parado dándole la espalda y mirando la puerta se preguntaba si realmente tendría que irse. Podría quedarse, mirarla y averiguar si realmente no había méritos en acostarse con ella. ¿Qué era lo que definía los beneficios de tener a alguien?

    —Kyouya —después de un toque en la puerta rápido y sin esperar ni una respuesta, el rey del sol decidió entrar a la habitación—, ¿tienes un poco de loción? Las quemaduras del sol comienzan a doler…me —los ojos ambarinos tardaron dos segundos en acostumbrarse a la obscuridad de la habitación, hasta que reconocieron a las dos figuras dentro.

    Al menos, ahora era claro lo que tenía que hacer. No tendría que preocuparse por pequeñeces. Tamaki hablaría con Haruhi y las cosas se arreglarían. Volverían a la rutina normal y el rubio idiota podía idolatrarla lo que quisiera mientras él se dedicaba a mantener el Host Club a flote. Eventualmente se daría cuenta de que estaba enamorado de ella y sería su problema meterse con una plebeya. Pero el rubio era del tipo a quien no le interesaban los méritos ni beneficios así que harían una buena pareja. Todo como debía de ser.

    —Kyouya —la cara del heredero del imperio Suo se contorsionó en una de rabia que Kyouya pocas veces veía y casi nunca dirigida a él —¡Tú…!

    —Toma —le dijo mientras le embarraba la loción en la cara—. Úsalo como quieras, tonto —no tenía ganas de darle explicaciones a la mente cerrada del rubio que solo haría un drama basado en lo que no había pasado más que en su imaginación. El cine mental del rey a veces era abrumadoramente exagerado. Caminó un paso al frente dejando ligeramente el cuerpo del otro hombre atrás y estiró la mano hacia la puerta.

    Entonces dudó; realmente solo fue un segundo, pero un segundo era todo lo que su instinto necesitaba para hacer lo que tenía que hacerse: su mano que no estaba en la puerta se disparó inmediatamente hacia el hombro izquierdo de su mejor amigo y lo empujó firmemente fuera del cuarto. La puerta azotó instantáneamente después y el seguro tardó medio segundo en hacer un leve "click".

    ¿Pero qué…? Era como si su cuerpo hubiera actuado solo. Escuchó los gritos insistentes de Tamaki al otro lado de la puerta pero intentó bloquearlos, en estos momentos necesitaba concentrarse y encontrarle una explicación racional a lo que acababa de hacer. Lamentablemente, no la había. Se quedó inmóvil unos segundos y escuchó los pasos de Haruhi detrás de él. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué le diría a Tamaki? Peor aún ¿Qué se diría a sí mismo?

    ―Kyouya-sempai, ¿estás bien? ―preguntó la joven.

    El pelinegro se acomodó los lentes y decidió fingir que tenía la situación en perfecto control.

    ―Antes de irme quería asegurarme de que entendieras el punto de todo esto, Haruhi ―su voz era monótona y sin nada que delatara el torbellino de sentimientos que se desataban dentro de su pecho―. Es bastante irritante tener que mandar flores cada que cometes una acción inapropiada y, obviamente, no vas a poder pagar…

    Se quedó a mitad de la frase cuando sintió que un pequeño puño se aferraba, con una fuerza impresionante a su brazo. La otra mano se encontraba presionando la parte baja de su espalda. Giró la cabeza y sus ojos demostraban la sorpresa que le daban las acciones de la joven. Ella no era del tipo de acercarse por voluntad propia a ninguno de los Host y tendría que haber una muy buena razón para que en estos momentos ignorara toda clase de inhibición y se le pegara como lapa directamente a su piel. Lo único que podía ver por encima de su hombro eran los cabellos color café que ocultaban la cara de su dueña. La frente de la chica pegada contra la espalda del joven. ¿Estaba temblando?

    ―Ah… ―Haruhi se separó un segundo después y Kyouya pudo sentir cómo poco a poco el calor de las zonas que había tocado se disipaba. Era incómodo, pero no estaba seguro de qué era precisamente lo que le incomodaba. Un relámpago iluminó el cuarto a obscuras y el joven observó con incredulidad cómo los ojos gigantes de la chica se abrían incluso más de lo que él habría creído posible. Cuando el trueno retumbó Haruhi tembló de pies a cabeza e inmediatamente después se dirigió al ropero de madera ubicado en una de las paredes de la habitación―. Acabo de recordar algo importante que tengo que hacer, perdona.


    Kyouya se quedó observando el ropero que ahora albergaba la figura temblorosa de la chica. Sonrió su típica mueca de "soy el mejor" y se cruzó de brazos. Al parecer, acababa de ganar la apuesta del juego que los Hitachiin habían propuesto en la mañana.

    ―Haruhi ―la llamó, pero la joven se negaba a responder. Kyouya sabía lo que pasaba y no necesitaba preguntarle qué hacía metida en el ropero; Ranka-san, con quien tenía contacto seguido, le había explicado la situación en casa de los Fujioka. No era una gran sorpresa que Haruhi hubiera aprendido a lidiar sola con sus problemas, incluso con aquellos a los que no puede enfrentarse. El joven soltó un suspiro cansado; era un problema, pero tampoco podía dejarla así. Dio un paso atrás y esperó unos segundos la siguiente ronda de relámpagos―. Ese ropero tiene una armadura de metal interna que probablemente atraerá los rayos directo a su interior. Así que…

    En el siguiente trueno las puertas del ropero se abrieron estrepitosamente y, en medio de la iluminación que otorgaba la tormenta, Kyouya contempló la imagen asustada de Haruhi salir disparada del interior de su armadura de madera y directo hacia él. La chica dudó unos segundos, pero terminó aferrándose nuevamente al cuerpo del pelinegro que, después de quedarse inmóvil pensando en las consecuencias de sus próximas acciones, abrazó el pequeño y menudo cuerpo tembloroso con un brazo mientras con el otro colocaba su camisa sobre ella otorgándole una capa extra de protección.

    Miró repetidamente el techo, las ventanas y finalmente a ella. Tenía que tomar una decisión, pero la verdad era que su instinto la había tomado por él cuando sacó a Tamaki de la habitación.

    ―No es fácil ―le dijo mientras levantaba un poco su camisa para mirar a los ojos llorosos de chocolate derretido―, pero si intentas confiar voy a estar aquí.

    Eso era todo lo que tenía que decir. De ahora en adelante, pelearía por lo que quería y su mejor amigo lo entendería. Después de todo, Tamaki fue quien le enseñó que no debía limitarse a las expectativas de los demás y que no debía rendirse antes de intentarlo. Sería una pelea justa entre el heredero del imperio Suo y el tercer hijo de la familia Ōhtori.
    II​

    Para cuando la tormenta cesó, los golpes en la puerta reaparecieron. Probablemente habían estado ahí todo el tiempo, pero fueron opacados por los truenos. Nada asustaba a Kyouya pero, por si las dudas, mandaría a Haruhi a abrir la puerta.

    ―Hay algo que no entiendo ―la joven tomó la camisa de su cabeza y la acomodó sobre sus hombros interrogando al otro con su mirada―, ¿por qué? Si no hay méritos.

    La pregunta ya se la estaba esperando. Esta vez tenía clara la respuesta. Era un Ohtori y, definitivamente, las decisiones que tomaba siempre eran calculadas a la perfección; siempre en busca de la mayor cantidad de beneficios que pudiera obtener. Ésta vez la situación no era diferente.

    ―Ah, pero sí los hay― contestó arreglando nuevamente sus gafas y sonriendo de tal forma que Haruhi se preguntó si realmente estaba más segura afuera del ropero. En ese momento la puerta se abrió dejando caer al interior de la habitación a tres figuras: los gemelos y el rey. Los dos mayores se encontraban parados en la entrada y los miraban con curiosidad. Kyouya se incorporó y tendió una mano a la chica para que se apoyara.

    ―Nos rendimos ―dijeron al unísono los gemelos mientras se quedaban sentados en el piso y se encogían de hombros.

    ―Porque es Kyo-chan ―agregó el pequeño de tercero trepándose a los hombros del gigante moreno junto a él.

    ―Ah ―fue la aportación del Morinozuka antes de dar media vuelta y regresar al comedor.

    ―¿De qué están hablando? ―interrumpió el rubio y apuntó con un dedo acusador al de lentes―. ¿Qué has hecho con mi preciada hija?

    ―No mucho ―contestó Haruhi indiferente a que su respuesta había causado un paro cardiaco en el rey del Host Club. Se quitó la camisa y la dobló cuidadosamente para entregarla a su dueño que sencillamente se le quedó mirando.

    ―Cúbrete, está frío.

    ―No puedo pagarla.

    El tipo cool se acercó a ella, le tomó la mano y plantó un beso en la parte posterior de su palma. En medio de gritos irreconocibles del joven Suo y los intentos de los gemelos por retenerlo en su ataque suicida, Kyouya sonrió. Una sonrisa que Haruhi no había visto nunca y que logró hacer que sus mejillas se coloraran.

    ―Considérala pagada ―dijo antes de salir del cuarto.

    Los otros tres hombres observaron la escena desde el piso y tardaron en procesar lo que habían visto.

    ―Eh Dono, no tienes oportunidad ―se burlaron los gemelos. Tamaki seguía hecho una piedra.

    Haruhi había dejado de escuchar lo que sucedía a su alrededor desde el beso de Kyouya. Se sonrojó más de recordarlo y fue consciente de que le había abrazado cuando él no tenía ropa. Probablemente se coloró más porque incluso sentía el calor que emanaba su cuerpo. Se dio un par de golpecitos en las mejillas para regresar a la realidad.

    ―No es nada ―se dijo mientras observaba la camisa que estaba abrazando con fuerza a su pecho. Tenía el olor de su dueño―. No es nada.

    En medio de las sonrisas, los sonrojos y los delirios que decía la chica, Tamaki le observaba con una mirada triste pero una sonrisa en su rostro. Kyouya era una buena persona, pero no podía evitar preguntarse, ¿qué tal si él se hubiera quedado en el cuarto en lugar del Ohtori?
     
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    Tarsis

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    Última línea, el apellido de Kyo. Ok... ahora...

    ¡¡¡¡¡OMG!!! ¡¡OMG!! LO AMÉ, LO AMO, Y LO AMARÉ.

    Ese beso... wow, me dejó de piedra, sus palabras perfectas. Una clara declaración de guerra, y al él entrar al juego muchos se retiraron de una vez. ¿Habrá captado el "Rey" el claro desafío? ¿Cómo negarse Haruhi? ¿Cómo combatir contra tan brillante mente que cuando decide algo, eso simplemente sucede? Y ésta vez... el objetivo es ella.

    Lo amé. *-*
     
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