Kuroshitsuji [One-shot] Pensamientos. [Sebastian Michaelis].

Título: Pensamientos.
Resumen: En ciertas ocasiones no podía evitar lo que él realmente era. Un demonio al servicio de un niño, un mayordomo.
Tipo: One-shot.
Personajes: Sebastian Michaelis, Ciel Phantomhive.
Clasificación: T.
Advertencias: Violencia. Puede que al lector no le agrade por se la primera vez que escribo de esto.
Género: Drama / ¿y algo comedia?

La obscuridad inundaba casi cada rincón de la mansión de los Phantomhive, la luna en lo más alto del cielo iluminaba tenuemente el camino frente al hogar del conde Ciel.

Cerca de la mansión, detrás de los matorrales dos siluetas eran fáciles de divisar, una de ellas llevaba en su mano lo que parecía ser un cuchillo, mientras la otra se encontraba quieta en el mismo lugar, con la respiración serena.

Era casi media noche.

—Tengo prisa, no permitiré que me retraces de los deberes encomendados por mi joven amo—dijo mostrando algo de enfado.

—¡Tú morirás al igual que ése imbécil niño! —Gruñó descaradamente el individuo del cuchillo.

—No permitiré eso—añadió la segunda figura sonriendo—, si mi amo me encomienda algo yo como mayordomo debo cumplirlo, ése fue mi deber desde el día en que firme mi contrato—con movimientos ágiles logró colocarse detrás del hombre—. Si el joven amo desea que permanezca a su lado para protegerlo—arrebató el arma de aspecto despreciable—yo así lo haré.

Rápidamente el mayordomo clavó el arma en la espalda de su víctima.

—¿Q-Qué d-demonios eres t-tú? —Susurró entrecortadamente el hombre mientras temblaba bruscamente y caía al suelo, dejando así que la sangre brotará, formando un charco a su alrededor.

—Tú ya lo has dicho—sonrió él—. Mi nombre es Sebastian Michaelis—se arrodilló cerca del cuerpo—soy el mayordomo de la familia Phantomhive—recobró la compostura, levantó su pie—y también…—dejó caer su peso aplastando la cabeza del hombre contra el suelo— un demonio…

En ciertas ocasiones no podía evitar lo que él realmente era. Un demonio al servicio de un niño, un mayordomo…

—Por ahora tendré que esconder tu cuerpo—dijo Michaelis a la nada— y después cumplir mis deberes.

Sebastian era un peligro, pero también una salvación.
A la mañana siguiente, ya preparado el desayuno se dirigió a la habitación de su amo, colocó la comida en un mueble mientras despertaba al pequeño Ciel.

—¿Mm? —Salió de los sonrosados labios del niño, producto de un bostezo.

—¿Cómo durmió, joven amo? —Sonrió él.

—Bien—musitó el niño para luego estirarse—. Sebastian—llamó Ciel, el mencionado lo miró—, ¿Lo que huele es té negro?

—Así es—contestó—. Té negro de china.

—Y…—inquirió—. ¿Es eso tarta de fresa?

—Sí—afirmó Sebastian.

Entregó la comida, el pequeño Phantomhive comenzó a comer mientras era desvestido por su mayordomo, tragó un bocado y prosiguió. Al terminar su comida se cambió, Ciel observó al mayordomo.

—Sebastian ¿qué es lo que piensas en estos momentos?

Michaelis se aturdió un poco para luego sonreírle.

—No creo que le importe—dijo.

—¡Si te pregunto es por algo! —Gruñó el niño sonrojado—¡Idiota!

El pelinegro se limitó a seguir sonriendo, había muchas cosas en su cabeza, preocupaciones por el niño y enojo suprimido hacía los demás trabajadores. Había acontecimientos que eran preferibles nunca saber, muertes, alegrías, enojos y ¿felicidad?

Sin importar qué, Sebastian se sentía tranquilo por saber que su mente era un gran espacio dónde podía guardar todo, hasta los más obscuros y profundos pensamientos.

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