Ouran High School [One-shot] Jugando al cordel [Hikaru&Haruhi]

Jugando al cordel.​

—Oye… Haruhi —la llamó, haciéndole señas —, ¿puedes venir un momento? —pidió mientras trataba de no enredarse con los hilos que tenía en sus manos. Casi le suplicaba con la mirada. ¿Quién se podría resistir a la típica carita de cachorrito abandonado?



El profesor no llegaba aún. Había avisado que tardaría.



<< ¿Y qué querrá este chico?>>, se preguntaba la castaña. Suspiró y asintió con la cabeza mientras se levantaba del asiento e iba frente a él. No tenían nada que hacer en el aula; algunos andaban dormidos o soñaban despiertos. A media mañana, ¿quién no tiene sueño? — ¿Qué sucede? —preguntó adormilada, guardándose uno de los tantos bostezos que tenían planeado salir a media clase.



—Ven —dijo el mayor de los gemelos mientras se ponía de pie, dejándole el lugar a su amiga —, siéntate… —Sentándose en el banco frente a ella, trató de ordenar un poco, aunque sea sólo un poco, sus atontados pensamientos—. Ahora, ah… necesito que me ayudes —la chica ladeó la cabeza a un lado, aún sin entender. Mostrándole los nudos que había hecho y el círculo de finas cuerdas formado en el centro, trató de explicarse lo mejor posible sin trabarse con cada palabra —Junta tus muñecas y pásalas por este círculo, ¿de acuerdo?



La castaña dudó, mirándolo de reojo —Mmm… ¿Y para qué quieres que haga eso? —le preguntó, cargándose sobre el respaldo de la silla y cruzando los brazos. Los juegos de él no eran los mejores para otros; la mayoría de las veces se lo podía ver escapando de alguien corriendo detrás de él. Nunca estaba de más el sospechar de él y sus juegos.



Un leve tono carmesí coloreó las mejillas del pelinaranja al escuchar su pregunta. Para la suerte de él, su amiga no lo notó. ¡Y qué suerte había tenido en ese momento!



Miró el suelo y suspiró. << ¡¿Por qué tendrá que ser tan curiosa conmigo…?!>> Se preguntaba dando vueltas en su cabeza. Debía decirle algo convincente para que ella lo hiciera. —Eh, bueno… —Intentaba, pero él mismo no sabía qué decir. Ni siquiera sus cuerdas vocales querían dejarlo hablar.



Se estaba cansando de esperar una mínima respuesta. — ¿Y bien? —insistió con su paciencia yéndose por la puerta. << ¿Por qué tarda tanto? Sólo es decírmelo y ya. >> Pensó.




Se levantó de la mesa parándose frente a ella, ordenando las palabras en su cabeza—Pues, si te lo digo…—Bajó su postura, quedando relativamente cerca de ella—, no tendría gracia —Haruhi hizo una mueca ilegible para el pelinaranja. ¿Había logrado convencerla?— ¡Vamos Haruhi, no te haré nada malo!—le decía el chico mientras juntaba las palmas de sus manos, como si estuviese rezándole a algún Santo, o a una Virgen— ¡Te lo prometo! —Realmente no podía decírselo; se sentiría muy apenado y… su plan fracasaría.



¿Entonces lo decía enserio? ¿No le haría nada malo? Algo tramaba, aunque ella no sabía qué era. Tantas veces le había jugado bromas, que con sólo mirarlo bastaba para leerle la mente; pero esta vez, no lo lograba.



Cansada de tanta suplica por parte de Hikaru, finalmente cedió. No había de otra. — ¡Bueno, bueno…! Hazlo, pero sabes lo que pasará si haces algo que no me guste. —le aclaró. Después del juego de “los gemelos peleados” junto su hermano menor, sus bromas no le hacían mucha gracia.




Rió. Esas amenazas que ella le hacía le daban gracia en vez de miedo; aunque luego, ni bien terminaba con sus travesuras, recibía su castigo—De acuerdo —dijo enderezándose, sonriendo ante su pequeño triunfo—. Primero, junta las muñecas y extiende tus brazos hacia mí. Tal como su compañero de clases dijo, llevó sus brazos al frente y juntó las muñecas, cerrando los puños, mientras el muchacho la observaba. Subió la mirada hacia el mayor de los gemelos, en señal de que le siguiera diciendo lo que tenía que hacer. Claramente, no tenía toda la mañana para sus juegos. —A… Ahora —decía, o trataba de decir, mientras acercaba sus manos hacia ella—, pásalas por el medio del círculo de aquí…




Vio cómo ella pasaba las muñecas entre medio de los nudos de los hilos, tratando de no enredarse. Con cada segundo que pasaba, él sonaba con más timidez. Observó la curiosidad en los ojos de la castaña –puesto que efectivamente, no sabía que todos esos hilos eran una trampa-. Su piel; tan suave, blanquecina y perfecta. Los labios. Su fino labio inferior, que ella apenas mordía con suavidad. Tan concentrado estaba mientras la miraba que, después de que ella lo llamara, volvió en sí.



— ¿Y ahora? —preguntó, subiendo la mirada—, ¿qué hago?



<<Es ahora o nunca, Hikaru…>> Pensó—Cierra los ojos y cuenta hasta cinco. —pronunció firme. Mientras menos sospechosa sonara su voz, mejor. Mucho mejor.



Como toda chica, dudó antes de cerrarlos. ¿Quién no lo haría? ¿Para qué cerrar los ojos, ah? Suspiró. Ya está. Ya había empezado a jugar; ahora, a terminar. <<Qué chico…>>, se decía entre pensamientos pasajeros. Pero recordó que no tenía de qué preocuparse; después de todo, él le había prometido que no le haría nada malo. Cerró sus ojos como se lo había pedido y contó mentalmente:


Uno…

Dos…

Tres…


Alto. Le ardían las muñecas, lo suficiente como para sentir que algo ató sus manos en un nudo ¿acaso eran los hilos?


Cuatro…

Cinc…


No terminó de contar y su mente dejó de pensar. Al sentir los labios de aquel pelinaranja fundiéndose en un beso con los suyos, su corazón comenzó a latir como nunca lo había hecho.

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Ah~ Espero que les haya gustado -aunque sea sólo un poquititíto TuT-​

Es una versión de estos dos niños, a partir de mi original~​

Gracias por leer~ ♥​