Another [One Shot] Diferente a cualquier muñeca

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Ichiinou, 30 Diciembre 2015.

  1.  
    Ichiinou

    Ichiinou Amo de FFL Comentarista destacado

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    Escritora
    Título:
    [One Shot] Diferente a cualquier muñeca
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1098
    Este relato es mi regalo para el juego de "Amigos Secretos" para @Suicide Girl , espero que te guste mucho, lo he hecho con todo mi amor y bueno, felices fiestas para ti y para todos. <3


    DIFERENTE A CUALQUIER MUÑECA


    “Verás, las muñecas están huecas. Tanto sus cuerpos como sus almas están completamente huecas. Es un vacío que las conecta con la muerte. Pero las cosas huecas buscan llenar su vacío.” — Misaki Mei (Another)

    La pequeña de cabello oscuro y rostro sereno, había nacido rodeada de muñecas. Allá donde mirase veía eso, pequeñas personitas perfectas, pero sin alma. Aunque a sus tiernos cinco años ella no entendía todavía qué era el alma, empezaba a preguntarse si ella misma la tendría.
    No tenía amigos, los niños solían ignorarla y su madre estaba demasiado ensimismada con su trabajo, su labor de crear muñecas perfectas, tanto que a veces Mei se sentía mucho menos importante que las propias figuras que creaba su madre. ¿Y si las creba para llenar el vacío de las imperfecciones que su propia hija tenía? ¿Y si buscaba tener una hija perfecta así? Mei era pequeña, pero no era una niña tan tonta como para creer que su madre la quería como las madres de las otras niñas que había conocido.
    En alguna ocasión Yukiyo, que así se llamaba su madre, había creado para ella alguna muñeca. Pero en la escuela infantil lejos de admirar la belleza de la muñeca, todos tenían miedo de ella. Y Mei empezó a sentir una tristeza profunda por las muñecas. Eran seres destinados a no tener alma, a no presentar emociones, quizás en esto último se parecía a ellas, quizás ella era así porque los únicos iconos que había tenido para seguir eran aquellos fríos rostros y su propia madre, carente de sentido maternal.
    Aquel día era un día como otro cualquiera, pero Mei tenía ganas de explorar fuera de su casa. Por lo que cogió a su muñeca favorita, que la había llamado Keyko y salió en busca de aventuras.
    Llovía, pero eso no le disgustaba a la pequeña Mei, que con su chuvasquero de un tono grisaceo y sus botas de goma, podría hacer frente a un vendabal. Se había encargado también de vestir adecuadamente a la pequeña Keyko, no le gustaría que se mojase y se estropease.
    A veces Mei se imaginaba que su adorable muñeca tenía alma, que le hablaba y que era como su hermana. Le hubiese gustado tener una hermana, alguien con quien compartir juegos y poder abrazarla sin sentir el frío tacto de la porcelana.
    Al llegar al parque que había a apenas dos manzanas de su casa, Mei corrió hacia el columpio, que en un día tan gris se encontraba, como era de esperar, vacío. Se columpió rápido al principio, agarrando a Keyko firmemente para que no saliese disparada, pero pronto se cansó y se quedó parada, bajo la llovizna mirando a su preciosa muñeca.
    —¿Te gusta columpiarte Keyko? —dijo mientras le secaba a su muñeca algunas gotas que se habían posado intrusas en su pétrea cara.
    Esperó, pero como siempre, no hubo respuesta. No esperaba otra cosa, pero le hubiese gustado escuchar una voz amiga, algo que le hiciese sentir como en casa.
    El silencio se apoderó del parque durante unos largos minutos, en los que solamente se escuchaba el sonido del viento entre los árboles, el tintineo de los columpios mecidos por el viento y el silencio.
    —El silencio es la peor tortura, Keyko —dijo a su muñeca—, a veces me gustaría que se llenase con palabrotas, pero que se llenase.
    Mientras estaba sumida en sus tortuosos pensamientos, Mei escuchó una risa no muy lejos de allí, parecía ser de una niña, a la pequeña se le antojó cercana y familiar.
    —¡Mira mami es una niña! ¡Está sola! ¿Se habrá perdido? —dijo una niña con una voz alegre y cantarina.
    —Ey, pequeña, ¿Estás bien? ¿Quieres que te llevemos a casa?
    Mei se giró y dedicó una larga mirada a las dos figuras que estaban frente a ella, la niña se acercó correteando y clavó su mirada en la muñeca.
    —Ala, ¡Qué muñeca tan bonita! ¿De dónde la has sacado? ¿Te la ha regalado tu mamá?
    —Sí... —Mei estaba confusa, no sabía cómo reaccionar ante tanta efusividad.
    —¿Cómo te llamas?
    —Mei.
    —¡Yo me llamo Misaki! Encantada —la niña hizo una leve reverencia que a Mei le pareció muy graciosa y no pudo evitar entornar una media sonrisa— ¿Y ella como se llama?— dijo señalando a la muñeca.
    —Keyko, le puse yo el nombre.
    —¡Es bonito! ¡Y es preciosa!
    —Misaki, no debes molestar a esta niña, seguro que tiene cosas que hacer, ¿Verdad?
    Aquella reacción de la madre de la niña no le gustó mucho a Mei, pero hizo un leve esfuerzo porque no se le notase. Algo en aquella señora le recordaba a su propia madre y aquello no le terminaba de agradar, por muy raro que fuese.
    —¿Quieres que te llevemos a casa pequeña?
    —Ah, no, no estoy perdida, vivo cerca de aquí.
    —¡Mami! ¡¿Puedo jugar con Mei?!
    —Pero si jugáis aquí os vais a llenar de barro, que está lloviendo.
    —Por favor, mami —Misaki hinchó los mofletes y puso carita de buena.
    —Vale, pero solo un ratito, que tenemos que ir a hacer la compra. Y no os vayáis de donde yo os vea. ¿Vale?
    —¡A la orden!
    De los momentos que sucedieron acontinuación la pequeña Mei no se acordaría muy bien, pero no se había sentido tan feliz en su vida. En el camino a casa deseó con todas sus fuerzas tener una hermana como Misaki. Lo que más le apenaba, sin duda, es que posiblemente no la volvería a ver, ya que no vivían por allí.
    —¡Mei! ¡¿Dónde andabas?! —dijo su madre cuando la vio entrar por la puerta llena de barro y calada de frío hasta los huesos.
    —En el parque, con Keyko.
    —¡Con este tiempo y en el parque! ¡Si es que no tienes remedio! Anda, ve a tu cuarto cambiarte.
    Subiendo las escaleras, Mei esbozó una sonrisa, esa era su parte favorita de las escapadas. Ya que parecía uno de los pocos momentos en los que su madre se preocupaba verdaderamente por ella, en el que no era como otra muñeca más en sus estantes. Mei no era, ni quería ser nunca una muñeca. Porque con el tiempo, a las muñecas se las olvida y pasan a coger polvo en un viejo desván y ella no quería ser una muñeca olvidada.
     
    Última edición: 30 Diciembre 2015
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    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Escritora
    ¡Hola! A ver, cómo empiezo. ;w; Fue interesante el escrito, hablando sobre el origen de Mei Misaki relacionado con las muñecas. Seguramente tuvo una infancia muy complicada, sumándole a la ausencia de cariño maternal que ella (y todos los niños) necesitaba. Esto trae todo el conflicto de la perfección de las muñecas, pero que no tienen alma; su comparación con la propia Mei Misaki, la cual crece con estas dudas que la presionan cuestionando su propia humanidad; y, por último, el aislamiento social que sufre, porque nadie quiere acercarse a ella por alguna x razón. :c Supiste transmitir bien esas ideas al escrito y darle un final muy tranquilizador y cálido, porque, aunque no resuelve todos los problemas que posee, sí que es importante y bello vivir una experiencia que no sea igual de monótonas que todas las demás, sino que la haga sentir verdadera felicidad.
    Con respecto a la ortografía y gramática, no veo errores.
    ¡Besos! <3
     
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