No podía conciliar el sueño. Unos pálidos rayos de luz se colaban entre los huecos de la persiana. No era hora para dormir, debían ser cerca de las cuatro de la tarde. Sin embargo, ¿qué más podía hacer? Se colocó la capucha sobre la cabeza y hundió las manos en los bolsillos de la campera, girando sobre sí mismo para hacerse pequeño. Para desaparecer, y así apartar lejos esos malditos sentimientos humanos que no hacían más que torturarlo cada segundo. Apretó los dientes con fuerza al advertir que le temblaba la mandíbula. ¿Por qué… tenía tanto miedo? Cada vez que cerraba los ojos, el rostro de esa niña siendo consumida por los ayakashis trepaba por la oscuridad en su dirección. Él la repelía un momento antes de alcanzarlo, aunque sintiera el corazón en la garganta y la espalda fría. Los dedos estirados, las uñas carcomidas, sus ojos extraviados e insanos. El simple recuerdo le helaba la sangre. Pero lo peor eran las voces; susurros y risas chillonas entremezclados entre sí. Ven aquí. No hay nada que temer. ¿Por qué huyes? No te haremos daño. Vamos, ven pequeño. Sí, así… Tú… ya casi… Eres nuestro. No. No quería ser suyo, no iba a irse con ellos. ¿Cómo unos seres tan repugnantes podrían ser buenos? Se llevó las manos a la cabeza, presionando hasta que tocó su pecho con la barbilla, a la vez que flexionaba las piernas para hacerse pequeño. De alguna forma, esa posición le confería más seguridad y protección. Comenzó a pensar en la vida que le esperaría al otro lado de la Frontera, en el Más Allá, si por alguna razón acababa allí. ¿Estaría condenado a vagar en el mundo de los humanos por el resto de la eternidad? Eso sonaba espantoso, aunque siendo Shinki su destino no era muy diferente. De una forma u otra muerto estaba, y para eso no existía retorno. Podría tratar de mejorar sus días como Regalía, encontrarles un sentido y una razón de ser, pero ya no quedaba nada para él en aquel mundo, en esa cama sobre la que descansaba dentro del cálido hogar de una humana. —¿Yukine-kun? —La voz de Hiyori sonó en el pasillo. ¿Qué pasará si Yato ya no me necesita como su Shinki? —Te traje unas galletas y una taza de chocolate… ¡Las hice yo misma! ¿Acabaré… como un Ayakashi? —Bueno, te las dejo aquí afuera, ¿sí? No quiero ser un monstruo. —¡Listo! Pruébalas antes de que se enfríen, Yukine-kun. Los monstruos dan miedo. Los monstruos no son buenos. Él… no quería vivir para siempre en la oscuridad.
No es un buen inicio como comentario pero si te apiadas y escribes un YatoxHiyori estaría muy agradecida (?) Al principio pensé en Yato como protagonista de la historia porque se me vino a la mente el capítulo donde está atrapado con Nora y Hiyori lo llama y le salva, sino mal recuerdo porque lo vi hace un tiempo. Pero al ver que el protagonista es el pequeño Yukine me dio una sensación de ternura, porque él al principio se tira al abandono y comienza a realizar acciones que perjudicaron a Yato, y es tan lindo cuando empiezan a tener una relación estable en donde se preocupa Yukine por él y da todo de sí en batallas. Saludos <3