Hetalia Axis Powers [One Shot] Aburrido

Sicilia, Italia.

Aburrido. Simplemente estaba aburrido.
Tanto tiempo en mis manos y a la vez tan poco que hacer con el material de trabajo que la Arditi nos entregaba: una lista con nombres y un GPS con puntintos brillantes que indicaban dónde se encontraban dichas personas. Había que borrarlos del mapa antes de que los pixeles se encontraran.

Tokio, Japón.

Aburrida. Simplemente estaba aburrida.
Tanto tiempo en mis manos ahora que tenía unas largas vacaciones por delante y tan poco que hacer. A pesar de estar en una cuidad con tantas distracciones, no había nada que me interesara. Eran sólo luces que divertían a las personas y las hacía fantasear un rato. Mi realidad era sólo estudiar, salir adelante, conseguir un trabajo, coger con el jefe, ascender, triunfar. Estos momentos de descanso, sólo servían para observarme a mí misma y a mi entorno pudriéndose en la opulencia.

Bronx, Ciudad de Nueva York.

Aburrido. Simplemente estaba aburrido.
Una queja más por teléfono, otro gato que bajar de otro árbol, una persona negra reportada como desaparecida que aparece ebria al siguiente día, un secuestro más que termina en sobornos y fajos de infracciones que se amontonan en el escritorio tras el cual una vieja negra se sulfura y grita inproperios que le hacen merecedora de un golpe con la macana. Se desmaya y va a parar en la celda junto con los otros negros que nos hacen la vida imposible en esta parte de la Ciudad. Solamente espero a que den las 8 de la noche para salir de este lugar. Qué bueno que llega el fin de semana.

Berlín, Alemania.

Aburrido. Simplemente estaba aburrido.
Me uní a la Hitlerjugend hace ya un mes pero mi gran emoción por descubrir los secretos de la raza aria se convirtió en decepción al ver que sus miembros sólo eran un montón de niños idiotas y ricachones que jugaban a disparar en campos despoblados deseando tener así un crédito más para su CV. Encima, las actividades del la HJ se habían suspendido por las vacaciones. De veras que no me los quiero imaginar: quienes limpiarían al mundo de la putrefacción humana, bronceándose en una playa del Caribe. Ridículo, pero no podía hacer nada ahora.

Tesalia, Grecia.

Aburrido. Simplemente estaba aburrido.
Era parte del único grupo al que valía la pena pertenecer en toda Grecia pues nos entrenaban como militares y nos daban de comer mucho mejor que en nuestras propias casas. Pero el fin de la guerra anunció la desbandada del grupo y también el abandono de los campos. Ahora no tenía más que los recuerdos, una oficina en la parte acomodada de la capital y un deseo insondable de cambiar al mundo.

Río de la Plata, Argentina

Aburrida. Simplemente estaba aburrida.
“Por la mañana, al liceo, por la tarde al tacuero”. Era el dicho no muy inteligente de uno de mis compañeros tacuaras cada que protestábamos en la plaza, en el centro comercial o afuera de la escuela. Éramos un grupo enorme de casi 60 personas, pero no estábamos recibiendo más que miradas frías y altaneras de extranjeros venidos a más. Queríamos respuestas o seguiríamos violentando la ciudad, eso. Pero el gobierno con su democracia metida por el culo y des espaldas a la verdadera religión, se hacía el de oídos sordos. No estábamos avanzando, no hacíamos nada más que quejarnos sin resultados. Algo tenía que cambiar.

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Todo este tiempo los estuve observando, viendo como el tiempo corría sobre sus cabezas mientras se autocompadecían, mientras se aburrían tanto como yo lo hacía.

Tomaba nota de un nombre y entonces alguien cercano a ellos desaparecía. Pensé que así los obligaría a dejar de lado sus tristes pensamientos, pero noté que sólo se alteraban por un momento y a los pocos días ya estaban nuevamente rumiando la aburrición.

¿Que, en serio les gustaba estar así? No, no lo creía. Y entonces supe que había que agregarle un poco de emoción al asunto y que yo la tenía al alcance de mis manos, tal como lo hizo Ryuuku alguna vez, pero mejor aún: sería como el Gran Hermano, El Gran Hermano Shinigami. Esto será divertido.

Tomé mi Death Note y le arranqué algunas páginas, una para cada uno, 6 en total y comencé a repartirlas estratégicamente en lugares donde pudieran encontrarlas y escribir en ellas:

Para el mafioso italiano, deslicé una de las hojas de la Death Note junto con los expedientes que le dejaban a diario por debajo de la puerta de su departamento. Pero más tarde me di cuenta de que él quemaba todos sus documentos después de leerlos. La hoja de la Death Note no fue la excepción.

La chica japonesa, a pesar de estar tan familiarizada con historias sobrenaturales, al verme pensó que estaba alucinando y cuando me delató como “el monstruo que la estaba siguiendo”, nadie le creyó pues ninguna otra persona podía verme o escucharme. Aunque quise explicarle, se negó a escuchar, dejándose caer en la locura sin prestar atención siquiera a los poderes que le estaba ofreciendo. Bueno, creo que ya nunca se aburrirá en el estado en el que está.

El policía era todo un bonachón que sólo la utilizó para tomar notas, dibujar y engrasarla con rosquillas. Todo un papanatas cliché del que no vale la pena hablar pues gasté energías en siquiera hacerme notar porque al despertarse ¡pensó que seguía soñando y se limitó a dormirse de nuevo pensando que estaba teniendo una pesadilla!

El chico de Berlín, después de escucharme con atención, la usó una vez y al comprobar que era cierto el poder de la hoja de Death Note, comenzó a llenarla con los nombres de sus camaradas de la HJ y luego se la comió. Él me pareció el más interesante de todos, pero después de eso no pude convencerlo de continuar, dijo que todo estaba en el orden en que él quería y ya no había nada más que hacer. Lo último que supe de él antes de que los restos de la hoja de Death Note salieran de su cuerpo fue que se había ido de vacaciones al Caribe y se ahogó en el mar. Yo mismo describí su muerte con lujo de detalles.

En Grecia, el hombre no quiso saber nada de ningún papel que no fuera dinero. Dinero, dinero, dinero. Le estaba ofreciendo el papel más poderoso, pero nada. Cuando le dije que la hoja era suya para hacer lo que quisiera se limitó a escribir con letra bien grande y remarcada: DINERO.
Me la enseñó creyendo que podría con eso obtener algo, pero decidí ignorarlo. Qué humano más estúpido.

El chico argentino la tomó emocionado, pero no supo qué nombres escribir. Se devanó los sesos entre la conciencia social y la ansiada tiranía. Nada. Estuvo días y días tratando de preveer lo que sucedería de usar el poder de la hoja de Death Note sobre los políticos y llegó a la conclusión de que su único motivo en la vida era repelar contra su gobierno, que si fuera tan simple como matarlos y ascender, él mismo terminaría como ellos, que no sería mejor que ellos aunque fuera el único que podría tener el poder de hacerlo. Poco a poco su conciencia lo consumió y, a pesar de no haber hecho nada, terminó por destruir la hoja en un intento de recobrar su antigua vida. Cobarde, le dirían los humanos. Aburrido, le digo yo.

Al final no obtuve nada, sólo me entretuve viendo las diferentes reacciones, pero fue por un tiempo tan corto que ni siquiera lo disfruté. Pensé que esta gente, con ese perfil haría una hecatombe, se buscarían entre sí para conquistar el mundo y, tal vez, entre intrigas y desmanes podrían matarse entre sí hasta que quedara sólo uno. Nada de eso pasó. Así de decepcionante es la humanidad y yo... vuelvo a estar aburrido.

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Y gané el primer puesto del concurso 'Recorriendo Fanfics' con esto que acaban de leer.

Me ha dado flojera revisarlo (sé que tiene muchos errores, pero no sé dónde) porque no es de mis favoritos ni me siento totalmente orgullosa de él. Así que ni se ocupen en hacérmelos ver.