Etiqueto a la linda de Hygge , porque Amery-kun le pertenece, y él es el prota de este relato uwu Esto es oficial para el final del día 8 en Gakkuo, hasta que Hygge diga lo contrario (?) Ocaso azulado; ¿noche o día? Contenido oculto: En este frío lugar Ahhh, las pruebas deportivas. Me cambié el uniforme y me dirigí al patio con ambivalencia, la apatía más bien nacida del desinterés de mí hacia otros y viceversa me llevó a acoplarme con la multitud de estudiantes. Refugiaba una mano dentro del bolsillo de mi chaqueta, la cual no iba acorde al reglamento escolar, pero al menos era azul marino y estaba lejos de ser llamativa como la de otros estudiantes que si se robaban los focos. Audífonos puestos, seguí escuchando el video informativo para el siguiente podcast que estaba preparando, de tal manera que cuando la Aka Oni llamó para que fuera a correr, un compañero tuvo que espabilarme para que fuera de una vez. La reprimenda no se hizo esperar, la pasé por alto respondiéndole con unos monosílabos y qué recordaré yo cual otra escusa. Tras haber resguardado mi celular y audífonos bajo la cremallera del bolsillo, corrí con tranquilidad, más bien estaba más cerca a trotar, pero bueno; que holgazán y todo, algo de orgullo y soberbia tenía, por lo que fui el primero en llegar de los tres últimos, más a posta que por casualidad. Y ya con eso sentía que había sido más que suficiente ejercicio por el día, nada más por que correr no era de mis actividades predilectas, no por nada era el nuevo presidente del Club de Radio. Me volví a mimetizar con las masas, pero esta vez atento a las siguientes carreras que procedían. Una, dos, cuatro... ¿Dónde diablos se había metido? Con lo que lograba ubicar de los estudiantes, juraría que ya faltaba demasiado poco para que terminaran todos los de tercero, pero... no estaba. Simple y llanamente ni su cabellera blanquecina se había asomado por algún lugar. Mi expresión calma y relajada se vio manchada por mi cara de amargura y hastío, reflejados en el suspiro que solté tras alborotarme el cabello, extrañado y puede que nervioso, aunque no sé por qué el segundo, sí ni amigos éramos. De cualquier forma, tras terminadas las actividades no demoré en ir a cambiarme el buso al uniforme normal. Hubiera ido a tomar alguna ducha en los camarines del gimnasio, pero no era que hubiera sudado horrores y prefería mucho más bañarme en casa, aparte... no podía permitir que el condenado se machara sin antes intentar comprobar aunque sea como estaba. Solté otro suspiro pesado en cuanto cerré la puerta de mi taquilla, ya con todo listo para marcharme, menos mi voluntad. Y así, mientras me acercaba a la caseta del Club de Esgrima, me lo cuestioné; una, otra y otra vez; ¿por qué, Yashihiro?, ¿qué haces preocupándote por Amery-senpai? No era necesario ser amigos, ni mucho menos ser de confianza, a pesar de que en cierto modos nos fiábamos bastante uno del otro; pero la cosa era que, a menos que fueras un superficial que se come lo primero que le entra por la retina, notarías con facilidad el tipo de persona que era Amery Shawn y las inseguridades jodidas y molestas que se cargaba. Eso, más el hecho de que siempre fue buen chico conmigo, pues bueno... ahí estaba yo, intentando predecirle para encontrarlo y no sé, que surgiera lo que surgiera, supongo que quería demostrarle que por lo menos alguien se preocupaba por él. Aunque, vamos, iré a saber yo qué es lo mejor para él en estos momentos, simplemente me estaba dejando llevar por mis impulsos como suelo hacer... con las personas que me interesan. Mascullé con frustración, desordenándome el flequillo mientras sentía mi rostro arder. Había que ver, como me jodia pensar en cursilerías, pero es que tampoco tenía más opciones; desde que los senpais se graduaron, Shawn era lo más cercano a un amigo que tendría de momento. Y a mis amigos... no sé, los cuidaba y defendía como sí fueran los hermanos y hermanas que nunca tuve. Similar a como mis primos me vigilaban y aconsejaban en cuanto se podía, en cuanto podíamos encontrarnos y compartir. Con los audífonos puestos, me respaldé al lado de la entrada del dojo, ni me molesté en comprobar sí estaba abierto o no, a consciencia de que sí estaba en lo correcto, el chico ya se habría enclaustrado a voluntad propia. Solté otro suspiro pesado, como sí solo imaginarme la cara apática y borde de Shawn me robara las energías del alma, las motivaciones para vivir y tal. Más que agobiante, era tedioso y agotante. Cosas de convivir con un jodido tipo que es presidente de cuanto Club puede, y yo ya ansioso con el que tengo cuando Mason era el único interesado de momento. Dioses, Mason, ya me ponía de los nervios cuando ni siquiera era mal tipo. Pero bueno, la cosa es que antes de que siquiera pasara demasiado tiempo, y quién sabe gracias a qué suerte, logré escuchar un par de golpes arrítmicos colados entre la voz del locutor de turno, logrando que me decidiera por deshacerme de los aparatos en mis oídos. Mi ceño se frunció al intentar entender la situación, de todas formas mis pies no demoraron en direccionarse al lugar que me daría las respuestas; la ventana. Contenido oculto: Dolor Fantasma Mi cara de pocos amigos, pero no ira contenida, se mantuvo en cuanto identifiqué a Amery-senpai dentro, haciendo una tontería que pegaba bastante con él y en consecuencia poco me sorprendía; pelotear un balón de baloncesto, con dejes de rabia contenida por ahí y allá, a ratos, como sí estuviera peligrando entre estallar o quedarse como una simple fuga de gas constante. Ninguna de las dos opciones me agradaba, pues de todas formas tenías que cerrar el flujo sí no querías terminar con tu casa en llamas o tu cara destrozada por la explosión. Por lo cual, tras un suspiro de hastió, hablé. —Amery-senpai, ¿qué diablos haces acá? —solté con la tosquedad que usaba con desconocidos, y a pesar de reconocía a Shawn más de lo que me gustaría admitir, en este momento no era diferente a un don cualquiera más. Pues no tenía idea que mierdas cargaba, pero su cara llena de apatía y enfado contenido con la que me observó tras detener el balón de seguro solo incrementó las arrugas en mi expresión, reflejando mi desagrado desatado por tan simple gesto de su parte—. Las pruebas ya han terminado, ¿sabes? Las de tu curso al menos —hablé antes de que él siquiera se dignara a decir algo, sin perder la firmeza, pero mi voz era más bien suave. Me molestaba mucho verlo así, tan indiferente y cerrado cuando normalmente era lo contrario... o eso nos quería dar a creer, a mi la verdad, pocas veces me convencían las fachadas que ponía la gente, pero no por eso me paraba a cuestionarlas o a enfocarme siquiera en ellas. —Oh, entiendo —soltó monótono y aún con apatía, pero al menos fue cortés, volteando a mirar la pared solo tras responderme. Volvió a botear la pelota luego, aunque esta vez cualquier rastro de ira contenida se esfumó. Había que ver lo habilidoso que era el condenado para sus mierdas. Solté otro suspiro, y tras propinarle un "ábreme la puerta" más neutral que otra cosa, aunque demandante de todas maneras, me posicioné delante la entrada. Increíble lo mucho que estaba acaparando mi atención, pues me puse a contar los segundos que se demoraba en abrirme sin querer en realidad, enfocándome en escuchar sus pasos silenciosos. Tras los cinco dijo "vale", demorándose un poco más en abrirla, anda a saber tú sí por los nervios o simplemente no encontraba la llave. Entré sin más, con mi cara de "nada", mientras él volvió a ubicarse cerca de la pared víctima de sus pelotazos. A consciencia de su estado actual, cerré la entrada tras mi espalda, escudriñando tanto el lugar como a él con la mirada, pensando en mi próximo movimiento mientras Amery boteaba el balón desganado, pero también sumamente serio y con algo de fuerza. Solté un suspiro pesado que por un momento destensó mis facciones, reflejando el genuino abatimiento de verlo hastiado antes que alegre. Me desprendí de la entrada y a pasos tan lentos como mullidos, manos en los bolsillos, me acerqué a él. Como sí cargara encima con una mochila que me triplicaba el peso. —Senpai, las pruebas no iban de maltratar pelotas —dije sin más, algo compungido a pesar de que intentaba que resaltara más mi mal humor, pero a esas alturas cada vez me costaba más. Él tan solo soltó un monosílabo a labios cerrados, asintiendo un poco con la cabeza—. ¿Sabes qué es más divertido? —enfrenté su actitud de mierda atacando de una vez por todas, aun con las manos ocultas en los bolsillos, a su costado derecho, al estar algo encorvado nuestras miradas quedaban a la par. Él volteó a verme, por un leve momento con una seriedad carente de emoción, pero fue conectar nuestros ojos para que se le formara una leve, socarrona y altiva sonrisa, entornando los ojos retador; yo también los entorné, soltando un apenas audible gruñido, arrugando mi gesto con clara molestia, aunque el calor en mis mejillas me delataba. Eso solo amplió más la sonrisa en el albino, maldita sea. —¿Y qué sería eso, Naka-kun?— Debido a una mera reacción por reflejo, terminé por enderezarme como correspondía, entornando la mirada ahora no con nervios o hastió, era la mirad de alguien que no se dejaría sublevar. Y parece que lo comprendió, porque también corrigió su postura en una más firme, mientras sostenía el balón con un brazo y su sonrisa antes genuina se tensaba. Lo veía, y quería sonreír con sorna frente de él, pero pude contener las ganas de mostrarle quién tenía más control ahora. En cuanto desinflé el pecho por deshacerme del aire contenido por la nariz, es que Shawn volvió a conseguir parte del terreno intangible que nos disputábamos, porque su sonrisa felina volvió a centellar con genuidad. Contenido oculto: Bitter Sweet >>Sorpréndeme~ —"Sí es que puedes" rebotó en mi cabeza, justo en el momento en que direccioné mi mano sinuosa a la muñeca ajena, mis ojos cada vez más y más rasgados. Lo había dicho, ¿no? Aunque fuera leve, tenía un orgullo que mantener y la soberbia aparecería las veces que fuera necesaria. Mi mano, similar al tamaño de las suyas tras haber pegado el estirón en vacaciones, rodeó su muñeca rozando lo gentil, pero el agarre era fuerte y firme. Sé que lo desconcertó, pues miró la unión a pesar de que su expresión altiva no cambió para luego volver a enfocar sus ojos en mí. Como sí fuera a caer en tu estúpida trampa de contacto visual, Amery. Pasé por alto su persona y nos direccioné sin ser brusco, sin movimientos tensos y tal, hasta una de las paredes frente la entrada del dojo. No vi su cara en ningún momento, porque en verdad el corazón se me había desbocado solo y el sonrojo solo provocaría que se mofara en mi cara sin tapujo alguno, así que ignorando toda su persona, a excepción de su muñeca, llegamos a destino. —Siéntate —demandé más tosco y grave de lo que yo mismo esperé, pero mi apatía impuesta no se vio afectada por mi sorpresa, en ningún momento solté la muñeca de Amery-senpai. Entonces procedí a sentarme yo, sí no me obedecía él ya se iría en banda por las leyes de gravedad. De cualquier forma, optó por seguirme la corriente, en una mirada furtiva noté que la socarronería se le había borrado del rostro, dando paso a dejes de extrañeza y puede que curiosidad a su rostro algo serio. Ahí estábamos, con nuestro mínimo metro setenta y cinco, echados contra la pared del dojo mientras yo aún le sostenía la muñeca. Ni tan necesaria fue la imagen mental para escudriñar la nada con la mirada, sintiendo mi cara más y más ardiente. —Maldita sea —mascullé, soltando al fin la muñeca de Amery para desordenarme el cabello ansioso, mientras que con la otra mano sacaba mi celular de mi bolsillo. Ya había dejado de verlo, y en verdad rehuiría como intentara mirarme directamente a la cara. A pesar de todo igual no me pasó desapercibida la leve risa plana que soltó, seguramente agraciado por mi actitud tan discordante con mis acciones y emociones. En serio, demonios. Como me jodía a ratos Amery-senpai, prefería por mucho a los del año pasado, pero bueno... era lo que había. Conecté los audífonos y posicione un extremo en mi propia oreja, el otro se lo tendí a Amery mientras yo navegaba por mi lista de música descargada, podía deducir que el chico había estado pendiente a cada acción mía, sonriendo o entornando la mirada como se le pintara la gana ante la mierda que se le pasara en ese momento por la cabeza. —Toma —solté otra vez plano, grave, sin sonar ni cerca nervioso o alterado, cuando por dentro el corazón seguía aun ritmo anormal. Tal vez ni hubiera sido necesario decir cualquier cosa, porque fue cosa de soltar la primera vocal y Amery ya tenía el aparato entre sus dedos. Entonces, mientras el se acomodaba la cosa en la oreja, yo puse en marcha una de las canciones instrumentales que tenía por ahí en la biblioteca digital. —¿Eso es todo? —preguntó con tranquilidad, puede que con una leve emoción que ya no le hacía parecer un apático arisco, ante esa nueva reacción solté un suspiro pesado, hundiendo mis manos en los bolsillos. Cerré los ojos y me apoyé en su hombro, como habré hecho más de una vez antes, cuando me ganaba aún en altura por unos cuantos centímetros a considerar. Cerré los ojos y tras un suspiro mucho más suave y sutil que el anterior, pude relajarme por fin. —Solo calla, yo duermo, tú me acompañas —dije sin más, ni pude ver la reacción de Shawn. —Está bien —respondió, y eso me confirmó... no sé, ¿qué dejaría de ser un apático y borde educado? Me daba igual, esa respuesta me alegró lo suficiente para apagar de una buena vez mi cerebro y descansar de esta jodida jornada escolar. Contenido oculto: Hikari no Hou he Nos quedamos en silencio, con la música para mi relajante acompañándonos, ni idea de qué estaría viendo Amery o sí había cerrado los ojos como yo, la cosa es que ni se molestó en correrme o algo. Es más, se puso a juguetear y a ratos acericiar mi cabello como sí me tratara de una bola anti-estrés o qué sé yo, al inicio mascullé y medio gruñí ante el gesto, pero lo pasé por alto con mucha más facilidad que haber soltado el quejido en sí. Obviamente, Shawn no demoró en reírse ante esa reacción. Aunque, claro, según mi percepción estaba libre de sorna y era más por ternura que otra cosa, me jodia que me vieran como algo adorable, pero no iba a comentar al respecto y exponerme más de lo que ya me había expuesto. Entonces, del calor por mera vergüenza a una paz poco común, todo ser tornó negro y mi consciencia simplemente se perdió. Me dormí, como asumí que ocurriría, jodidamente rápido hay que aclarar, y me da que las caricias en el pelo de Shawn influyeron en eso. Ni con amenaza de muerte le revelaría eso, claro. Ni que lo necesitara tampoco, el condenado de seguro se percataría solo. —Heeey, Na-ka-ga-wa-kun~ La molestosa y altanera voz de costumbre me sacó de mi ensoñación, sacándome los típicos gruñidos y quejidos de alguien que se acaba de despertar. Todo mi cuerpo se tensó y ladeé un poco la cabeza, desperezándome. —Deja de hacer esa mierda, senpai —solté sin tapujo para que dejara de una buena vez de picarme la frente y partes de la cabeza con su índice. No lo vi, porque aún tenía los ojos cerrados mientras arqueaba mi espalda para sostenerme por mí mismo, pero era más que seguro que una sonrisa llena de satisfacción y socarronería le cruzó la cara de oreja a oreja. —Ehhh~ Yo no sabía que el pequeño Naka-kun era ton grosero —soltó con un tono que hasta se podía describir como meloso, pero era obvio que lo único que quería era sacarme de quicio. Lo cual en cierto aspecto era positivo. —Claro, lo que diga el príncipe —respondí tras abrir los ojos, mientras recogía mis audífonos y los guardaba junto a mi celular en uno de los bolsillos con cremallera—. Me marcho —concluí, de la forma más antipática hasta el momento. No había que ser genio para percatarse que se nos hacía tarde, de seguro mamá me reprendería por llegar ya de noche a casa. Diablos, en las tonteras que me metía a voluntad. —Jo, que cruel, Nakagawa-kun —contra-atacó con voz lastimera, pero no era necesario mirarlo para saber que al final sus ojos brillaban hasta con la pasión de joder a otros. Por lo que yo seguí con lo mío; levantarme para marcharme como sí nada. —Si, si, lo que quieras—. Le "seguí" el juego de la manera más apática y calma posible, sin dejar de ser un borde de cuidado. Hubiera sido menos bruto en otra ocasión, ¡pero vamos! Estaba recién despertando, que no me exigiera tanto. Abrí la entrada del Club y el me siguió como una pulga sigue a su perro favorito, saltarina y alegre, mientras el perro sufre con su presencia: Por más que se rasque, tarde o temprano volverá, lo tenía asumido desde finales del año pasado. Y bueno, ¿de qué me quejo? Sí ya demostré que yo también lo sigo cuando me da la condenada gana. Esperé a que cerrara el Club y nos marchamos a una velocidad anormal, temerosos en silencio de que nos pillara algún docente o auxiliar y nos reprendiera por no marcharnos temprano de la escuela. Como el principito azul que era, el muy desesperante me acompañó en la parada de autobús un buen rato, marchándose en cuanto el cielo perdió sus últimas pizcas de rojos, naranjos o amarillos, pues bueno; tendría su propia familia y sus propias mierdas que enfrentar allá. —Adiós, Naka-kun —soltó animado, con un gesto de mano exagerado mientras trotaba en dirección a su destino. Yo lo miré de costado, mano en los bolsillos respaldado en uno de los bordes del paradero. Y bueno, fue inevitable. —Hasta mañana, senpai —respondí lo suficientemente alto para que me escuchara sin problemas, algo monótono, pero la sonrisa amplia en mis labios reflejaba el buen humor que me había dejado al final todo el asunto. Vamos, que éramos unos niños en el fondo aún, ¿no? Ambos, a nuestras maneras. Contenido oculto: Wuah XD No pensé que esto saldría tan largo. Espero que las canciones les haya hecho la lectura más amena uwu <3