Nuestra historia sin nombre – Nameless Story

¡Hola! Este es mi primer fic en Historias Multimedia; aunque he hecho varios song-fics, nuncase me ha ocurrido hacerlo de esta manera n.nU Espero que disfrutéis de ella. Incluso cuando estoy out de ideas, estoy intentando hacer lo mejor posible así que tal vez no sea tan buena

Autora: Sora Kagamine

Nota: Esta historia es para la actividad "Sentimientos Melodiosos"

Nuestra historia sin nombre – Nameless Story​

“Por favor, no te vayas. No dejes que esta historia se acabe”, eran las constantes palabras que seguía repitiendo una y otra vez en mi mente, ya sin poder asimilar lo que observaban mis ojos.

¿Por qué me había perseguido? ¿Por qué quería hablar conmigo tan desesperadamente aun cuando lo nuestro acabó? ¿Por qué no me contaste la verdad desde el principio? Si no nos hubiéramos conocido tal vez esto no habría ocurrido.

Ahora no estarías aproximándote hacia el cielo.

Los recuerdos invadían mi mente sin parar, de forma que mis ojos azules se convirtieron en dos interminables cascadas. Lloraba al recordarte, desde ese lejano tiempo en que nos conocimos hasta este momento.

Yo era un muchacho de doce años tímido, raro y antisocial por el simple hecho de tener un sueño diferente al de los demás: ser escritor. Llevaba escribiendo desde muy pequeño y desde entonces aquello se convirtió en mi vocación. Cuando la imaginación desborda de mi mente no puedo parar de escribir; mis orbes azules adquieran un brillo del que llego a desconocer. En cambio mi cabello rubio tiende a alborotarse más de lo que está a causa de las noches en vela.

En cambio ella era de un mundo completamente diferente al mío.

Miki era una chica amable, simpática y popular, pero sobre todo era sociable con el resto de la clase. Y era hermosa, bastante hermosa; con sus largos hilos castaños y ojos esmeralda. Casi lucía como un ángel que vivía en la luz. En cambio yo vivía entre las sombras.

Pensé que nuestros mundos no encajarían, que nunca nos hablaríamos, pero me equivocaba.

–¿Qué estás escribiendo, Kirino?

Esa pregunta fue el comienzo de todo.

Cuatro años pasaron desde ese encuentro, y desde entonces estábamos juntos. Animándome, avergonzándome, sonrojándome, haciéndome más fuerte con tus palabras, sonriéndome... Pero sobre todo estabas amándome al igual que lo hacía yo. Y sin embargo no duró mucho más tiempo.

Terminó a causa de tus ojos mentirosos que no fueron capaces de confiar en mí durante tres meses. Esos ojos a los que clamaba incansablemente el porqué de tu distancia, pero no ocurrió nada, solo tu silencio y tu desconfianza.

Todo acabó en un día, en el parque al atardecer. Solo se divisaban nuestras sombras y las de los árboles. El cielo, tan anaranjado, se encontraba despejado, sin rastro alguno de nubes en él. Entonces, sin motivo alguno, ella, entregándome un papel se despidió:

–Adiós.

Y su voz se desvaneció de mis oídos al igual que ella de mi vida.

¿Por qué no me dijiste en ese momento que te ibas a mudar? ¿Por qué no me contaste qué era lo que te mantenía inquieta? Pero sobre todo, ¿por qué te fuiste de mi lado? Fue algo que no descubrí en todo este tiempo.

Las cartas salvaban nuestra conexión –mandándotelas todas las semanas gracias a tu pequeña nota de entonces– pero sentía que nuestro hilo se hacía más fino, hasta tal punto de que esa conexión se desvaneció. Ahora solo eran papeles manchados y vacíos, similar a mis historias sin sentimiento.

Y sin embargo, nunca esperé encontrarte seis meses después, gritando mi nombre y rogando que me detuviera. La calidez me invadió por dentro, pero se desvaneció en cuestión de segundos al verte chocar contra un enorme trasporte de innumerables ruedas. Entonces grité tu nombre:

–¡¡Miki!!

Eso me coloca a mi situación actual, agarrando tu mano en el camino antes de llegar a urgencias mientras estás luchando.

–Miki... Miki... –No paraba de decir su nombre desesperado. ¿Cómo había ocurrido esto?

Y entonces escuché aquella voz que nunca creí que volvería a oír.

–Kirino... Perdóname.... Por no decirte la verdad... –Fue lo último que dijo antes de entrar a la sala.

Y aquella fueron las últimas palabras que pronunció Miki antes de desaparecer de este mundo.

En ese momento descubrí qué era lo que te mantenía tan insegura y distante conmigo: la vida que habíamos creado los dos hace nueve meses. Esa nueva vida era igual de bella como su madre; era idéntica a ella si no poseyera una única diferencia. Aquella pequeña y frágil vida tenía unos ojos tan azules y tan puros como el cielo. Tenía los mismos ojos que yo.

Así que, mientras mantenía a nuestra niña en brazos, amargamente lloré como nunca antes lo había hecho.

Desde ese día pasaron cinco años. Cinco años en los que mi niña Sora ha estado creciendo sanamente y en el que ya he publicado mi primer libro: “Nuestra historia sin nombre – Nameless Story”.

Porque nuestra historia jamás tuvo un título al que darle.


Fin