Hace millones de años, cuando el mundo aún era joven, existían dos comunidades que vivían en paz y armonía. Pero un día, el Dios del Día Y La Noche decide intervenir y brindarles extraños poderes con el objetivo de probar a los humanos. Sin embargo ambas comunidades terminan destruyéndose. Milenios después, Nube descubre que tiene unos extraños sueños los cuales la llevarán a darse cuenta de que la guerra de estas dos comunidades aún no ha terminado.
I.N U B E El año 2007 iniciaba, y con él, se avecinaban nuevas metas y experiencias para la vida de Nube, una chica de 15 años de edad que comenzaba el décimo grado escolar. Vivía en Colombia, en la ciudad capital llamada Bogotá; específicamente en la localidad de Suba, con su madre y su padre. Su madre respondía al nombre de María. Era una mujer trabajadora y estricta, y había criado a Nube con contrastes entre amor y exigencias. Su padre, Germán, era un hombre aún más estricto que María. Amaba a su hija más que a nadie en el mundo, pero no era muy expresivo cuando de demostrarlo se trataba debido al tratamiento que él mismo había recibido de sus propios padres. Siendo hija única, Nube recibió una educación recta y escrupulosa. Sin embargo, sus padres nunca la habían maltratado pues nunca hubo motivo alguno para hacerlo. Nube siempre había aceptado este tipo de trato de sus padres, pero últimamente debido a los cambios que experimentaban su cuerpo y su mente, una actitud rebelde estaba emergiendo en su cabeza acompañada por un cambio más grande que terminaría por cambiar su vida por completo. Eso había dado inicio a finales del año 2006, exactamente el 14 de noviembre. Después de un terrible ataque de insomnio que la mantuvo despierta durante dos horas como si fuese presa de una ansiedad descomunal, Nube soñó que su mejor amiga se lesionaba un tobillo en la clase de educación física. Al día siguiente Nube despertó con unas ojeras tan oscuras como si se las hubiese hecho a propósito con un trozo de carbón. Al transcurrir la mañana, Nube se olvidó de aquel sueño. Sin embargo durante la clase de educación física, consiguientemente y para su sorpresa, el profético sueño se hizo realidad. Cada movimiento se ejecutó y cada palabra fue dicha tal y como Nube lo soñó, ella sintió como si se clavaran en su espalda afilados puñales de hielo y solo el desgarrador grito de dolor de Rocío (su mejor amiga y la víctima del accidente), la expulsó del aterrador asombro ocasionado por el suceso. Dejándola pálida, temblorosa e incluso mareada. Nube prefirió no hablar de esto con nadie y pese a que trató de olvidar lo sucedido, a la semana siguiente otro sueño le reveló la visita de un familiar de María al cual no veían desde hacía más de diez años. Las revelaciones en los sueños de Nube aumentaban su frecuencia, privando la atención de Nube de cada aspecto de su vida. sumando esto a los cambios que experimentaba su cuerpo y a las exigencias de sus padres, Nube se sentía cada vez más deprimida, distante y fría. La noche del sábado 13 de enero de 2007 Nube experimentó el sueño más espantoso que había tenido hasta el momento. Estaba de pie frente a la puerta cerrada de su habitación, y escuchaba tras de ella un llanto solitario e inconsolable que le era extrañamente familiar. Decidió abrir la puerta, y se vio a ella misma acostada boca abajo. Sollozaba desesperadamente contra su suave almohada, húmeda por sus lágrimas. Nube caminó hacia su cama, envuelta en un aire espectral que llenaba el ambiente de la habitación con una pesada atmósfera. Después de dar unos dudosos pasos se sintió petrificada, era incapaz de ordenarle cualquier tipo de movimiento a su cuerpo. Transcurridos unos instantes Nube pudo sentir, aún inmóvil, como una presencia se acercaba con un paso lento y entrecortado, sentía un cosquilleo en la nuca indicándole que la presencia estaba cada vez más cerca. El pánico llegó a su clímax cuando una sombra negra con forma femenina, finalmente se deslizó a su lado casi rozándole el brazo lo que le erizó los vellos de éste e inició un ataque insoportable de escalofríos. La sombra era tan oscura como una noche sin estrellas y sin Luna. Caminaba lentamente hacia la Nube que reposaba en la cama, se sentó a su lado, y clavó sus oscuros brazos en la espalda de Nube, estos penetraron en ella y la sombra se incrustó en su cuerpo hasta desaparecer totalmente en él. Nube despertó aterrorizada, y durante toda la mañana no quiso levantarse de su cama, no quería ni siquiera probar bocado, no podía dejar de pensar en el sueño. Todos los sueños que había tenido anteriormente se habían cumplido tal y como los había visto, así que el pensar que algo tan aterrador como aquella sombra existiera mantenía a Nube al borde de un ataque de nervios. Cuando el sol estaba en su punto más alto Nube se levantó aún estremecida. Buscó algo de comer y luego se dirigió al estudio, la habitación donde pasaba la mayor parte del tiempo realizando diversas actividades como hacer sus deberes, leer, dibujar, trabajar en la computadora y escribir sus hermosos poemas. Tomó de un mueble, un cuaderno decorado con dibujos hechos por ella misma, ese cuaderno, acogía en sus páginas los poemas que Nube había escrito desde hacía ya tres años. Los escribía primero a mano, para que al momento de pasarlos a su computadora, pudiese hacer las debidas correcciones para luego imprimirlos en hojas de papel de alegres colores. Nube escribía sus poemas de acuerdo a la emoción o sentimiento que en ese momento estuviese apoderada de su mente, de ese modo, tenían la capacidad de crear emociones en sus lectores. Unos entristecían, otros conmovían, algunos dejaban un sentimiento de aprecio y alegría y los demás simplemente eran hermosos debido a las bien pensadas, cuidadas y detalladas descripciones. Nube se dedicó a leer los que había escrito durante las vacaciones, trató de escribir, pero sólo pensamientos oscuros y sin sentido surgían en su mente. Sintiéndose frustrada, Nube cerró su cuaderno y se dedicó a la limpieza de la casa, la cual era de dos plantas y verdaderamente hermosa. Al entrar, se hallaba la sala de estar en la cual el color beige predominaba en los muebles, las paredes y las cortinas, estas últimas acompañadas por dos retazos de velo de seda blanca resplandeciente y atadas a la pared por un cordón dorado. El piso era de madera pulida y María se encargaba de mantenerlo reluciente. Pasando la sala de estar se encontraba un comedor de madera de pino que era de cuatro puestos y en su brillante superficie se reflejaba una lámpara dorada de muchos brazos, ornamentada con perfilados trozos de cristal que iluminaba parte de la habitación y que había sido testigo de las exquisitas cenas que María hacía para su familia. En la cocina predominaban los colores blanco y negro y tanto como en las mañanas como en las noches mantenía un aroma agradable debido a los deleitantes platos que María cocinaba. El garaje donde Germán guardaba su auto era lo opuesto a la hermosa sala de estar y a la organizada cocina con los que compartía la primera planta. Estaba atiborrado de herramientas y muebles viejos y empolvados que María había tratado de desechar sin éxito. Germán se oponía a esto arguyendo que ahí guardaba las herramientas que sin embargo, siempre permanecían dispersadas por todo el suelo engrasado de la habitación. La escalera que llevaba al segundo piso lucía orgullosa su revestimiento de mármol blanco, liso y brillante. Lo que veían quienes terminaban de subir uno a uno sus escalones, era un pasillo con dos puertas al lado izquierdo, una al lado derecho y una más al final de éste. La primera puerta del lado izquierdo era un pequeño pero elegante baño enchapado de brillantes baldosas de cerámica verde esmeralda. Este baño era de vez en cuando utilizado por los tres habitantes de la casa puesto que las dos habitaciones principales contaban con uno propio. La segunda puerta del lado izquierdo llevaba al estudio, la habitación donde Nube pasaba la mayor parte de su tiempo libre. La única puerta del lado derecho era la habitación de Nube. Las paredes eran blancas y estaban tapizadas con dibujos hechos por Nube. Las cortinas eran de un tono púrpura oscuro y como las de la sala de estar estaban acompañadas por un velo igual de reluciente al de la planta baja. Su cama aunque sencilla era suave y cómoda y Nube siempre la sentía tan placentera como si estuviese acostada sobre toneladas de algodón, proveniente de descomunales campos que abarcaban hasta donde alcanzase la vista. Su almohada abultada de plumas de cisne y sus mantas tan suaves como el pelaje de un conejo, le brindaban cada noche a Nube un sueño exquisito y reconfortante. Al menos solía ser así, antes de que sus sueños la privaran de la sensación de dormir apaciblemente. La puerta del fondo era la habitación más grande de la casa y estaba ocupada por María y Germán. Una enorme cama la conquistaba casi en su totalidad. Las paredes eran de un tono beige pálido, color favorito de María y que predominaba en su ropero junto con colores aún más serios y oscuros. Las cortinas eran una copia exacta de las que protegían la sala de estar de miradas curiosas del exterior. En un extremo de la habitación, había un comodísimo sillón reclinable del color favorito de María, donde ella pasaba interminables horas tejiendo, leyendo o bordando a punto de cruz, por ello las paredes de toda la casa se hallaban tapizadas de detallados y cuidados cuadros bordados por ella misma. Tampoco había superficie (con excepción del comedor), en toda la casa que no estuviese vestida por un tejido hecho por sus laboriosas manos. Después de que Nube terminó, cada rincón de la casa estuvo reluciente y un irresistible aroma a lavanda se apoderó del acogedor hogar. La noche caía en la ciudad dejando ver a las estrellas más brillantes salpicar el cielo. Sus padres llegaron agitados después de una jornada de trabajo dominical que usualmente no solían realizar. María era profesora del área de lenguas en un colegio campestre cuyos límites estaban tan al norte de la ciudad que casi salían de ella. Tuvo que trabajar porque al día siguiente comenzaría el nuevo año escolar y la directora dio una reunión que se prolongó durante casi todo el día donde tocaron muchos temas, entre los cuales se encontraba un ligero aumento en el salario de María. Germán trabajaba un domingo al mes, donde en la empresa de la que era subgerente llevaba a cabo interminables reuniones. Ellas trataban temas tan aburridos, que muchos de los asistentes terminaban durmiéndose, por lo que debían llenar sus prominentes barrigas con tres o hasta cuatro tazas de café, tan negro como la noche y tan desabrido que sus presumidos rostros se retorcían con cada sorbo. Con una excusa muy elaborada, Germán se escapó de aquel ambiente donde el dinero reinaba y los hombres siempre tenían marcado en su mirada el delirio de grandeza que les hacía creer que el dinero lo compraba todo. Por desgracia la mayoría de esta afirmación que tenían grabada en su mente fría y calculadora, era cierta. Dicho ambiente había llevado a Germán a repartir numerosos currículos puesto que en los momentos de mucha presión bajo los que se había visto sometido en aquella empresa, no se atrevía a estar cerca de nada de acero, hierro, cobre, plata u oro. Germán había estado toda la semana planeando su excusa para escapar de la reunión puesto que no le había quedado tiempo de ir a conseguir cada útil escolar de la lista solicitada a Nube. Así que tan pronto se marchó del altísimo edificio localizado en el centro de la ciudad, se dispuso a lo que semanas antes le prometió a su hija y terminó con el tiempo contado para recorrer la ciudad de lado a lado y recoger a María. - Revisa que esté todo lo de la lista – le dijo a Nube después de saludarla. Nube esculcó cada uno de los cuatro paquetes colmados de útiles escolares. - Está todo. Gracias –, dijo Nube observándolo aún inclinada en el suelo. Germán sonrió cálidamente y Nube siempre comprendía que aquella cálida y sincera sonrisa dibujada en su rostro, era el equivalente a mil “te amo”. Mientras tanto María estaba en la cocina picando finamente un tomate tan rojo como una rosa radiante en el sol matutino, para luego añadirlo a un guisado que ya hervía con la ayuda de una vívida llama de color azul brillante y con intermitentes destellos dorados. Al otro lado de la cocina un gabinete se abrió por sí solo y un sartén levitó hasta alcanzar la mano de María, en él, añadió una cucharada de margarina y luego levitó hasta la estufa donde el guisado seguía hirviendo incansable. María se asomó por la puerta como un niño a punto de llevar a cabo alguna travesura, con el fin de asegurarse de que su hija no hubiese visto aquel raro espectáculo. Los tres se sentaron en el comedor de pino bajo la luz de la lámpara de brazos ornamentados. Sus retocados cristales se reflejaban en la pulida superficie del comedor dibujando extrañas y borrosas figuras geométricas. - Muchas gracias por ayudarme con la limpieza de la casa. Hiciste un excelente trabajo – dijo María a Nube, embriagada aún por la satisfacción de su aumento de salario. - Gracias – dijo Nube perpleja, puesto que hacía mucho tiempo no escuchaba apreciación más afectuosa salir de los rojos labios de su madre. - Mañana es tu primer día de clase ¿verdad? - Sí señora. - ¿Tienes ya todo listo? - Sí señora. - Debes acostarte temprano, te noto algo cansada y ojerosa. - Eso no me servirá de nada – murmuró Nube. - ¿Qué dijiste? – preguntó Germán y la mano que llevaba el siguiente bocado de comida a su boca, devolvió la cuchara al plato. - Nada – exclamó Nube y apresuró su ritmo para vaciar el plato, llevarlo a la cocina, lavarlo y subir las escaleras a brincos -. Hasta mañana –Dijo mientras las subía. - La he notado muy extraña últimamente – dijo María -, crees que… - ¡No! – Interrumpió Germán – Me niego a creerlo. Aún no puede ser. - Pero está en la edad en la que yo descubrí… - ¡Lo sé! Pero aún guardo la esperanza de que Nube no posea uno. - Es muy improbable. De hecho estoy segura de que se está revelando. Tenemos que estar muy cerca de ella y apoyarla, porque si esta pasando debe estar sintiéndose muy confundida. La pareja terminó de cenar y subieron a su habitación, donde después de quitarse sus atuendos de trabajo, se acostaron abrazados en la gigantesca cama. Cerca de las tres de la mañana, sudorosa y dando vueltas en su cama, Nube tenía otro de sus sueños. Se vio hablando con su mejor amiga, Rocío frente a las oficinas directivas de su colegio. Ambas lloraban inconsolables sombre el hombro de la otra mientras se abrazaban con un sentimiento de sinceridad y amistad verdadera. Bajo los pies de Rocío había una valija cuyos cierres estaban a punto de ceder ante su apretujado cargamento, y detrás de Rocío, con un equipaje aún más grande se encontraban sus padres quienes apresuraban a su hija haciendo señas con sus brazos.. Nube despertó de un salto y sin saber por qué, dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas como gotas de lluvia serpenteando en una ventana después de una tormenta. Recordando de inmediato el sueño una sensación de nostalgia e intranquilidad se apoderó de ella. Se metió a la ducha tan rápido como pudo y comió lo primero que encontró en la cocina, dejó su casa apresuradamente sin percatarse de que faltaban aún un par de horas para el comienzo de la jornada. Acelerada y serpenteando por la calles, buscaba la avenida principal donde esperaba subir a un autobús que la llevara a su destino. Su transporte iba por “Los Puentes de Suba” como ella les decía, mientras por su mente se revolvían como en el ojo de un huracán todo tipo de hipótesis que al final llevaban a la misma y poco esperada respuesta: su mejor amiga se iría muy lejos. Ella y Rocío habían sido amigas desde tercero de primaria, y aunque como toda amistad habían tenido ciertas peleas, eran definitivamente inseparables. Nube siempre estaba con ella, por eso nunca creó un lazo más allá del compañerismo con otra persona. El autobús cruzaba ahora la carrera 58, era casi el momento de bajarse sobre la calle 129, su colegio estaba construido sobre esta transitada y comercial arteria. Se bajó del autobús con el mismo impulso apresurado que la había sacado de su casa. Pero al no ver alumnos esperando en la puerta, miró finalmente su reloj fijándose de que aún quedaba una hora y media para el inicio de la primera jornada del año. “Diablos” pensó “¿Qué voy a hacer mientras espero a Rocío?” Su mente se iluminó con la luz de una idea cuando vio a la que fue su profesora de inglés durante el año pasado: Rosalba. Ella era una mujer con el paso de los años marcado en el rostro, pero este nunca había dejado sus amables gestos y su dulce sonrisa. - ¡Hola! - Saludó a Nube cordialmente -¿Qué haces aquí tan temprano? - Estaba haciendo una diligencia para mi madre cerca de acá, terminé más rápido de lo que esperaba y pensé que era una pérdida de tiempo volver a casa, así que decidí venir –inventó rápidamente. - Vamos entra conmigo, no tiene sentido que te quedes acá sola. - Gracias. Nube y Rosalba entraron al colegio y se dirigieron a la sala de profesores donde Rosalba interrogó a Nube acerca de sus vacaciones. Sin embargo la agradable conversación no duró mucho puesto que Rosalba recibió una visita que estaba esperando. Era una mujer alta, voluptuosa y de un porte elegante. Una melena castaña y lisa le llegaba a la mitad de la espalda, llevaba una indumentaria muy hermosa y refinada. Un perfume de un aroma tan irresistible como indescriptible la acompañaba y sus labios rosados y carnosos sin necesidad de un labial contrastaban hermosamente con su piel blanca y perfecta. Al ver a Rosalba se despojó de unas gafas negras que guardó en una cartera de cuero brillante, dejando al descubierto unos profundos ojos jade. Saludó a Rosalba con un beso en cada mejilla. Nube no pudo evitar observar atentamente el encuentro de las igualmente elegantes mujeres. - ¡Ana, querida! Luces espectacular – dijo Rosalba con una sonrisa radiante. - ¡Muchas gracias! Tú no has cambiado nada – respondió Ana con una melodiosa voz. Ambas mujeres entraron a la sala y se sentaron cerca de Nube quien por algún motivo se sintió intimidada por la presencia de Ana. Se sintió aún más amedrentada cuando ella le clavó sus fulminantes ojos jade en los suyos café oscuro. Nube sólo pudo sostenerle la mirada por dos segundos y unas cuantas milésimas luego giró su cabeza en otra dirección tan rápida y bruscamente que el cabello le aporreó las mejillas. Ana clavó sus ojos luego en Rosalba y disimulando con una gentil sonrisa le exclamó: - Te invito a tomar un café ¿tienes tiempo? - Por supuesto – replicó Rosalba encantada. Ambas mujeres dejaron el plantel y unos minutos después, Nube decidió hacerlo también. Prefería esperar a Rocío fuera del colegio sola que soportar una y otra vez las mismas preguntas acerca de las vacaciones que cada uno de los profesores le haría al verla sentada y solitaria en la sala. Mientras tanto Ana y Rosalba se acomodaban en un lujoso sitio cerca al plantel y ordenaron dos bebidas cuyos nombres se acercarían más al de platos afrodisíacos europeos. - ¿Cómo va todo? ¿Cómo está Will? – preguntó Rosalba luego de dar el primer sorbo a su espumosa bebida. - Está en el hotel, como siempre, desconcertado y confundido después de otro viaje. - ¿Dónde estaban viviendo? - En Londres, pero la semana pasada sentí su propia presencia, lo sentí a él mismo –los ojos jade de Ana se apagaron denotando una profunda intranquilidad y ansiedad -, me sentí tan aterrada que tomé a Will del brazo y sin decirle nada durante todo el camino al aeropuerto dejamos Inglaterra en el primer vuelo que salió, ni siquiera me fije en el destino. - Terrible –replicó Rosalba sorprendida. - Terminamos en Moscú. Allí pasamos estos días y ayer llegamos a Colombia vine a pedirle ayuda al Señor Duque. El hecho de haber sentido su propia presencia me tiene aterrorizada. Creo que ya debió haberse recuperado por completo de la casi mortal herida que mi hermana le propició hace diez años. - Lo sé. Debes sentirte tan asustada. - Así es. Siento que algo terrible va a pasarme. - ¡No digas eso! - Lo siento pero estoy casi segura. No puedo permitirme dejar a Will solo. Es por eso que volví. Diana siempre te vio como una madre, es por eso, que si yo… - la voz de Ana se cortó y Rosalba notó el tremendo nudo en la garganta que no la dejaba hablar -… si yo llego a faltarle, me honraría mucho y honrarías mucho la memoria de mi hermana Diana y de William si te haces cargo de Will – Rosalba dejó escapar unas lágrimas nostálgicas. - ¿En serio? ¿No crees que los más indicados sean el señor Duque o Sandra? –Preguntó Rosalba con la voz ahogada ahora también por un nudo de llanto que trataba de reprimir –Yo no tengo ningún poder. - Lo sé. Pero, siempre quise que Will tuviese lo más cercano a la figura materna que le faltó desde los cinco años y enviarlo con el señor Duque no está dentro de mis posibilidades. Rosalba te lo pido con el corazón en la mano por la memoria de Diana y William –los ojos de Ana estaban ahora inundados de lágrimas cristalinas que se deslizaron por su perfecto rostro. - Estoy segura de que no te sucederá nada. Pero si llegase a pasarte algo, puedes contar conmigo. Siempre y cuando cuente con la protección del Señor Duque o Sandra. - ¡Muchas gracias! – Ana hizo una pausa para abrazarse con su amiga -Obviamente la tendrás, además, el señor Duque me comentó que sus hijos son ahora muy poderosos y hábiles con cada uno de sus poderes y Sandra ha mejorado tanto que incluso podría superar al señor Duque. - Bueno eso me tranquiliza –dijo Rosalba en medio de un suspiro -, pero el solo hecho de pensar que algo te pase me pone los nervios de punta, Ana –con una súbita intención de cambiar el tema, Ana mencionó algo que dejó sorprendida a Rosalba. - La chica que estaba en la sala de profesores ¿quién es? - Es una de mis alumnas ¿por qué lo preguntas? - Un tremendo poder se esconde en su interior, un poder que no se veía desde los días de las dos grandes ciudades. Será mejor que la vigiles de cerca, ella podría convertirse en una gran ayuda de nuestro lado, pero del lado del enemigo podría ser el equivalente de Dison. - ¿Hablas en serio? - Sí. Todos los alumnos estaban en los patios, o cualquier sitio excepto los salones de clase, contando sus anécdotas vacacionales. Nube buscaba desesperadamente a Rocío hasta que finalmente la encontró frente a las oficinas directivas con un sobre a reventar de papeles de toda su historia académica recién entregados. - ¿Qué pasa? – preguntó Nube. Rocío la miró y no pudo ocultar su rostro lleno de tristeza. - Lo siento – dijo Rocío con un nudo en la garganta. - ¿Qué pasa dime? - A mi padre le ofrecieron un trabajo en Australia, y tendremos que irnos. – una lágrima rodó por la mejilla de Rocío. - Pero ¿por qué? – Gritó Nube – no te vayas eres mi mejor amiga. - Lo sé y lo siento, pero no tengo a nadie que viva aquí en Bogotá, así que no puedo quedarme. – otra lágrima, esta vez de Nube, brotó por la conversación. Rocío entonces no pudo contenerse más, se sumergió en un llanto entrecortado y abrazó a Nube – te voy a extrañar mucho, eres mi única amiga. - Yo también, no puedo creer que te vayas, por favor no te olvides de mi, llámame y no perdamos contacto. - No te preocupes, lo haré. Las dos amigas protagonizaron un abrazo prolongado, en medio de un llanto compartido. Se decían cosas hermosas para tratar de apaciguar la tristeza. Finalmente Rocío partió y dejó el colegio, y esa misma tarde dejaban el país. Nube, obedeció al llamado de los profesores, suspirando y secándose las lágrimas. Una vez más sus sueños habían acertado. Ahora le preocupaba la sombra de su sueño anterior. La hora de salida llegó, y Nube fue sola a la calle 129 devastada por la tristeza a esperar el autobús. Rocío siempre la acompañaba hasta que se subiera en el autobús. Mientras iba en el camino intentó mitigar su tristeza con los buenos recuerdos que había protagonizado con su amiga, pero esto sólo logró acrecentar la nostalgia por lo que lloraba desesperadamente, tanto que varias personas se acercaron a preguntarle qué le había pasado a lo que ella respondía con miradas fulminantes de odio mezclado con tristeza. Al llegar a su casa, al verla en ese estado, María se aterró y se le abalanzó con todo tipo de interrogantes que abarcaban numerosas situaciones, sin embargo en ninguna acertó. Su hija corrió por las escaleras de mármol, se encerró en su cuarto y aseguró la puerta con llave. Cerró las cortinas púrpuras y se precipitó a su cama y comenzó a sollozar desesperadamente. Entonces, como un relámpago fugaz recordó el sueño que había tenido la noche del sábado. Cuando iba a levantarse aterrada por lo que pasaba, escuchó: - ¿Por qué estás tan triste? – dijo una voz dulce. - ¿Quién eres? – decidió responder Nube, como si estuviese resignada a que estaba loca. - Yo soy alguien que puede ayudarte a superar y controlar tus problemas – dijo la voz. De repente, Nube se sintió mareada y finalmente cayó desmayada al suelo. Cuando despertó a los pocos minutos, estaba en un cuarto de muros blancos y perfectos, en cada esquina había una columna de piedra, decorada al fino estilo romano, y en los extremos de las paredes yacían unas cenefas talladas de hermosas figuras que Nube no podía entender. En el centro del cuarto, había un pequeño altar también de piedra banca, donde había un libro viejo con hojas sucias y viejas que salían por los bordes de la portada. Nube lo abrió, y vio que estaba compuesto por muchas hojas de distintos materiales. Cada una tenía la fotografía de una persona, la mayoría eran mujeres. Debajo de las fotografías, estaba escrita una pequeña descripción de la persona representada. Sin embargo, todas estaban de distinta manera. Con diferente letra e idioma. Las hojas también iban mejorando al ir avanzando en el libro, se volvían cada vez menos viejas y los distintos papeles en que el libro estaba compuesto iban también mejorando. Nube decidió ir a la última página del libro. Se llevó una gran sorpresa cuando vio que en la última página había una fotografía suya y su correspondiente descripción. La hoja de Nube parecía ser la más reciente de todas. Nube se sintió aterrada, miraba a todas partes deseando salir de ese extraño lugar. Luego sintió una presencia detrás de ella. Decidió volver la cabeza, temblorosa y espantada; vio a una mujer de figura esbelta, cubierta con una túnica y capota que cubría su rostro. La túnica se veía vieja, como si hubiese soportado el paso de siglos. - ¿Y tú, quién eres, qué está pasando? – preguntó Nube desconcertada. - He tenido muchos nombres en toda mi vida, puedes llamarme como tú quieras, aunque Amy me gusta – dijo la mujer. - Aún no entiendo nada de lo que pasa – dijo Nube, preocupada. - Ya lo sabrás, ahora duerme. Nube sintió un sueño profundo, luego vio como frente a sus ojos el cuarto blanco se desvanecía como si estuviese hecho de polvo que se esfumaba en el aire. Cuando dicho polvo desapareció totalmente, Nube estaba en su habitación, recostada en su cama. Trató de levantarse, pero una terrible sensación de sueño la venció de inmediato. Esa noche, Nube tuvo otro de sus extraños sueños. Ella corría detrás de un chico de su misma edad. La acompañaban corriendo a su lado, dos jóvenes un tanto mayores que Nube y un hombre que pasaba la barrera de los cincuenta años, pero podía correr ágil y suavemente sin ningún problema. Los cuatro, incluyendo a Nube, perseguían al chico por el centro de Bogotá. Llegaron a los pies de la Torre Colpatria, el chico se inclinó, lanzó un grito, y de él salió una luz cegadora y hermosa que despertó a Nube. Esa mañana, Nube despertó algo cansada. A su lado, en su mesa de noche encontró una nota. Nube la abrió y vio que la caligrafía era perfecta, pero lo que la sorprendió más, fue que aquella letra era la suya, pero mejorada y hermosa. La nota decía: “Estaré contigo siempre, quieras o no.”, estaba firmada por Amy. “o por Dios”, pensó. Nube organizó las ideas en su cabeza y al cabo de un rato lo comprendió. Sus sueños le mostraron los sucesos en desorden. Primero se vio sollozando en su cama sin saber aún el motivo, el cual le fue revelado la noche siguiente: la partida de Rocío. La noche anterior cuando se encontraba en su cama sollozando inconsolable, aquel extraño ente demoníaco llamado Amy había entrado a su cuerpo. Sin duda todo esto era aterrador y debía averiguar exactamente quién o qué era Amy y cuales eran sus intenciones. Además, descifrar su nuevo acertijo ¿Quiénes eran esas tres personas? ¿Quién era el chico que había creado el resplandor? ¿Por qué se encontraba corriendo tras de él por el centro de la ciudad? Sabiendo que las respuestas no llegarían por arte de magia se dirigió al estudio, encendió su computador e inició sesión en “Windows Live Messenger”, luego se alegró a ver que su amiga Rocío estaba “conectada”. Hablaron un par de horas, hasta que Nube se despidió dispuesta a ir al colegio. Mientras iba en el autobús, no dejaba de pensar en lo que le estaba sucediendo. Repentinamente, comenzó a sentir un cosquilleo que recorría todo su cuerpo. Luego un sueño profundo, y por más que intentó mantenerse despierta, se durmió inevitablemente. Cuando despertó, el autobús ya estaba cerca de su barrio, y la noche caía en la ciudad. “¿Qué pasó?” pensó “pero si yo iba al… ¿por qué estoy…” se decía a sí misma. Entonces, una compañera de su nuevo curso, que iba en el autobús se acercó a ella. - No puedo creer que le hayas dicho eso a la profesora de matemáticas, fue genial – dijo. - ¿De qué hablas? – dijo Nube aún asustada y desorientada. - ¿Y cómo le vas a decir a tus padres acerca de la citación? - ¡¿Qué?! – gritó Nube, ahora más desorientada y confundida. Cuando iba de camino a casa después de abandonar el bus aún desconcertada, escuchó una voz en su cabeza. - Tuve que hacerlo, esa vieja ridícula, no quiso volver a explicarme – dijo la voz -. Pero vamos, Nube, no fue para tanto, además esto te ayudará a conseguir amigos ahora que tu querida Rocío no está ¿no era eso lo que deseabas? - ¿Qué, quién habla? ¿Qué es lo que me pasa? – gritó Nube. - Ya te olvidaste querida, soy yo Amy – Nube sintió que la apuñalaban el corazón tres veces, una por cada de una de las letras del nombre que había acabado de escuchar. - Sé que estás asustada por la citación de acudiente, que, sin querer me gané, pero te ayudaré a decírselos –había un insoportable tono de arrogancia en la voz de Amy. - Por favor explícame lo que pasa. - Limítate en saber que ahora compartimos este cuerpo, y que hoy tomé el control de él. Cuando Nube llegó a su casa, su madre estaba en la cocina y su padre entraba del garaje. - Tengo una citación de acudiente – dijo Amy forzando hablar a Nube. - Cállate – dijo Nube. - No, te ayudaré – dijo Amy. Todo lo que ellas dos decían, salía de la boca de Nube, por eso, Nube parecía como si estuviese hablando sola. - ¡¿Cómo que citación?! – gritó enfurecido Germán. - Si. Citación y tienen que ir porque estoy cansada de ser la niña que hace todo en la casa y también tiene que ser perfecta en el estudio. Nunca he hecho nada malo en el colegio, pero ustedes son los malos aquí conmigo. ¡No soy una esclava ni tampoco perfecta! – Gritó Amy hablando por Nube -. Es mañana a las dos y treinta. No lleguen tarde – Amy subió las escaleras rápidamente a encerrarse en el cuarto de Nube mientras dejaba escapar una que otra risita. - Es lo que me temía – replicó María preocupada. - ¡No! Aún me niego a creerlo –contestó Germán. - ¡¿Hasta cuando continuarás negando lo inevitable?! Nube tiene una habilidad y se está manifestando –una herramienta que Germán llevaba en la mano se deshizo en un extraño fluido brillante que se derramó, pesadamente en la reluciente madera pulida del suelo. - Esto puede traerle muchos problemas –murmulló Germán desconcertado. - Hablaré con ella. - ¡No! Aún no es el momento. Amy se encerró en la habitación de Nube, obviamente manejando a su voluntad su cuerpo. - ¿Qué has hecho? Yo nunca les había hablado así a mis padres –dijo Nube. - Lo sé ¿No sientes que te es removido un peso de encima? ¿Dime tenía yo razón o no? - Bueno… - La duda es sinónimo de la respuesta esperada por quien la plantea querida Nube, por lo que puedo deducir que piensas que sí. - Eres una… - Oh. No te pongas grosera, este es sólo el comienzo para lo que tengo reservado para ti. - ¿Quién o qué diablos eres tú y qué es lo que exactamente quieres de mí? De repente, todo a su alrededor se volvió oscuridad, la misma que había visto en aquella sombra sentada en su cama. Una mujer alta y voluptuosa, cuyo rostro cubrían las tinieblas se paró frente a ella y dijo. - Todo a su tiempo. - Tú eres…- decía Nube temblorosa y tartamudeando. - Sí, soy yo, Amy – se acercó y puso su mano en el hombro derecho de Nube -. Hay mi niña, si supieras las poderosas habilidades que posees o que puedes conseguir. Y si mis sospechas son ciertas, la mía te hará mucho más fuerte y segura de ti misma. - ¿De qué hablas? – replicó Nube - Tus proféticos sueños son un extraordinario poder. Al decir esto Amy desapareció junto con las tinieblas que envolvían la habitación. Nube se sentó en su cama pasándose ambas manos por la cabeza hasta llegar a las puntas de sus largos cabellos. De nuevo sus sueños vinieron a la mente. El que Amy los hubiera llamada “poder” le dio cabida a miles de hipótesis en su mente, que Nube revisó una por una. Luego pensó que a muchas personas les encantaría tener una habilidad así, pero al quedarse sin su única verdadera amiga, al tener una presencia intrusa en su cuerpo y al no recibir el apoyo que esperaba en su casa, se sentía sola y asustada.
II.BOLA DE FUEGO La semana concluyó con pequeñas interrupciones de Amy en la vida de Nube. Sin embargo, en cierta parte Nube se sentía feliz, pues Amy le había conseguido una extraña amiga llamada Catalina. Ella era una niña de catorce años, tenía la piel blanca y perfecta, y la contrastaba con su liso cabello negro y sus ojos de color café muy oscuro. Era una chica Gótica así que se maquillaba de tonos oscuros, a pesar de tener aún las facciones de una niña tierna. Sin embargo, lucía relativamente bien. La noche de viernes, mientras Nube caminaba por una desolada calle de su barrio, camino a su casa, Amy le dijo en su cabeza. - Esta será tu primera prueba. - ¿Ahora de qué estás hablando?- le preguntó Nube pero Amy no volvió a decir nada. Sorprendentemente, una bola de fuego se deslizó por un costado de Nube, casi quemándole el brazo y estrellándose contra un árbol. Nube volvió la cabeza desconcertada y entre la tenue oscuridad reprimida un poco por los postes de luz, vio a un hombre, envuelto en ropas negras. No se distinguía muy bien su rostro. Las manos del hombre estaban encendidas en un fuego rojo y vívido, pero el hombre no manifestaba señales de dolor. Asustada, Nube trató de huir, pero como por voluntad del hombre, una pequeña pared de fuego se formó frente a ella. Nube se arrodilló y cubrió su cabeza con sus manos. Resignada esperaba su muerte. Pero lo que parecía ser una raíz de árbol, brotó del suelo apresando el pie del hombre e impidiendo su avance hacia Nube. Luego una tabla de madera, lanzada desde un árbol cercano, golpeó la cabeza del hombre, derribándolo al suelo y ocasionando que sus manos se apagaran. Nube miraba a todas partes, pero no veía a nadie. El hombre se puso de pie, y quemó la raíz que intentaba apresarlo con una ráfaga de fuego expulsada de sus manos. Nube sentía que se llenaba de valor. Se dirigió hacia el hombre con sus manos empuñadas “¿Qué estoy haciendo?” se dijo. Luego, cuando estaban frente a frente y el hombre se disponía a dar un golpe, Nube se le adelantó y le golpeó primero. El hombre fue lanzado varios metros hacia atrás hasta que se detuvo cuando golpeó contra un auto. Nube estaba sorprendida, miraba su puño y se dio cuenta de que poseía una fuerza sobrenatural. Aún más segura, con su nuevo descubrimiento, se dirigió hacia el hombre, lo tomó de un pie, luego lo levantó y lo golpeó contra un muro que inmediatamente presentó grietas y fisuras. Al ver que el hombre cayó al suelo Nube corrió tan rápido como pudo y sin mirar atrás. Al llegar a su casa, María la esperaba en la puerta y le dio un abrazo diciendo. - ¿Por qué llegas tan tarde? – revelaba en su voz algo de preocupación. - Son sólo diez minutos – dijo Nube, aún agitada por la emoción de lo que acababa de suceder. - ¿Qué te pasó en el brazo? - dijo María observando como el brazo de Nube estaba un poco quemado. - Me caí. - ¿En donde, un horno? - No, en el suelo. - El suelo no quema. - Es que – murmuraba Nube mientras se le ocurría algo -. Estaba caliente, por el sol “¿Acaso la creo estúpida?” se dijo Nube. - ¿Me crees estúpida? – dijo María alzando en tono de voz. - Pues la verdad… - dijo Amy, haciendo hablar a Nube. - ¡¿Qué?! – dijo María. - Nada – respondió Nube esquivando a su madre para dirigirse hacia las escaleras. María se quedó en la puerta mirando a Nube con intranquilidad. En ese momento toda duda acerca de las habilidades de Nube se había extinguido. Estaba segura de que se estaban manifestando en su hija y se propuso a hacer todo lo posible para apoyarla en este cambio. Nube llegó a su cuarto, aún temblorosa por lo que había acabado de pasar. - ¿Qué pasó? ¿Quién era ese hombre? – preguntó en su mente, buscando la respuesta interior de Amy. - Un viejo amigo – dijo Amy - ¿Lo conoces? - Sí. Ayer lo contacté para que tuviera su primera cita en mucho tiempo contigo. Pero estoy segura de que le rompiste el corazón cuando lo golpeaste contra el muro. Además alguien más interfirió. - Estúpida. ¡Seguramente el quería matarme de pasión con esa bola de fuego que me lanzó! ¿y a qué te refieres con que alguien más interfirió? - El poder de manipular el fuego, siempre quise tenerlo. - ¿De qué hablas? - Pronto entenderás. - ¿Cómo fui capaz de arrojarlo contra un auto? - Ese fue mi poder, la fuerza sobrenatural. En términos modernos, sería “súperfuerza”. Como pensé, mis sospechas eran ciertas. - ¿Qué sospechas? - Tu habilidad es espiritual, tienes que ver con todo lo que de espíritus sea. Lo adquieres, lo manejas. Primero fue la premonición, como tus sueños y visiones. Luego el poder de albergar espíritus en tu cuerpo, como yo. Y ahora parece que puedes conservar la habilidad que aquellos espíritus hayan tenido en vida. - ¿Qué?, esto no es real. - Por supuesto que sí. Cuando yo estaba viva. Mi habilidad era la fuerza sobrenatural. Ahora que mi espíritu está en tu cuerpo tú puedes usarla. - Todo esto es muy confuso - Si supieras aprovechar tus habilidades, no habría límite para lo que podrías hacer. Estoy muy segura que en poco tiempo podrás obtener no sólo las habilidades de los espíritus. Esa noche, mientras Nube se alistaba para acostarse, en el baño se vio a sí misma frente al espejo. Vio su piel de tez morena, sus ojos café oscuro y su largo y liso cabello negro que le llegaba hasta la cintura. “¿Qué me pasa?”, se preguntó a sí misma, cuidando en su interior de que el espíritu cuyo cuerpo compartía no la escuchara. Se lavó los dientes, responsables de su tierna sonrisa. Pasó sus manos mojadas por la cara y luego las llevó a su brazo, tratando de refrescar su quemadura (de la que le quedaría una pequeña cicatriz). Se dirigió a su habitación, cerró la puerta y apagó la luz. Hizo una pequeña oración, luego se acostó en su cama tratando de encontrar la reconfortante paz del sueño. Mientras dormía, tuvo de nuevo el sueño donde ella junto a otras tres personas, perseguían a un chico por el centro de la ciudad. Sólo que esta vez, antes de que el chico hiciera tal resplandor, Nube lo alcanzó y lo vio. Era un joven blanco de su misma edad, ojos claros, cabello castaño oscuro y era un poco más alto que ella. De improviso, Nube empezó a ver como todo se desvanecía, como si estuviera viendo a través de una cámara, cuyo lente se tornaba borroso e indefinible. De pronto Nube se encontraba sobre su colegio observándolo desde arriba, como si estuviese flotando. Escuchó en su oído la voz de su directora de grupo que dijo “Will”. Luego despertó. Will era el sobrino de Ana. Ella lo había estado cuidando desde los cinco años después de que sus padres fuesen asesinados por Dison (la persona a la Ana más temía en el mundo). Ana tenía la habilidad de sentir a cientos de kilómetros la presencia de personas con habilidades. Así como las intenciones de las mismas. Cuando se sentía en peligro lo primero que hacía era tomar a Will y viajar a otra ciudad. Por esta razón Ana y Will habían viajado a muchos países. Estuvieron un tiempo en Argentina. Luego se desplazaron a Estados Unidos donde vivieron un par de años en New York. Por motivos de empleo de Ana se trasladaron a Canadá donde vivieron en Toronto. Poco después viajaron a Europa donde se establecieron un tiempo en Finlandia, exactamente en Helsinki. Allí permanecieron un par de años hasta que debido al trabajo de Ana se movieron a Tokio. Poco después Ana sintió que estaban en peligro así que viajaron a Londres donde finalmente se establecieron por unos años hasta su reciente llegada a Colombia. Ana siempre le dijo a Will que todos estos viajes eran por motivo de empleo. Sin embargo para Will eran desconocidas la mayoría de actividades de su tía. Ella siempre lo llevaba a la escuela por las mañanas y al salir Will se dirigía solo a su sitio de alojamiento y permanecía solo (o al menos eso creía) hasta la llegada de su tía en las noches. Cuando Ana le dio la noticia de que volverían a Colombia Will se emocionó bastante por el hecho de volver a su país de origen del cual tenía vagos recuerdos. Ana también le dijo que ya estaba listo para conocer la verdad de su pasado y la misión que tenía en este mundo. Esto último mantenía a Will muy intrigado y a la vez ansioso de saber lo que su tía tenía que decirle. Al día siguiente de que Ana y Rosalba se reunieran, ella y su sobrino se acomodaron en un lujoso apartamento en el norte de la ciudad. El apartamento había sido la vivienda de Ana antes de que dejara Colombia. Rosalba gestionó un cupo en el colegio para que Will pudiese ingresar. Aunque Will había sido muchas veces un estudiante nuevo, esta vez se sentía muy emocionado por estar en su país natal y no podía esperar para conocer nuevas personas. Nube despertó con unos rayos de sol que se filtraban por un espacio entre sus cortinas acariciándole el rostro. Recordó inmediatamente el sueño que había tenido donde había escuchado claramente el nombre de Will. Sin embargo decidió no comentar nada de eso a Amy y se levantó normalmente. Tomó una ducha caliente, tomo su desayuno y luego un par de horas con su amiga Rocío. Después de almorzar dejó su casa camino al colegio. No sintió la presencia de Amy en toda la mañana lo que le había parecido bastante extraño pero a la vez fue un gran alivio. Sin embargo llegando al colegio la presencia intrusa en su cuerpo le habló después de protagonizar un prolongado bostezo. - Buenos días –Saludó Amy con su voz aún pesada por el sueño. - Pensé que te habías ido y sería uno de los días más felices de mi vida –respondió Nube. - Me hieres. Pensé que el día más feliz de tu vida fue cuando me conociste. - Todo lo contrario. Ese ha sido uno de los peores. Mejor debo decir que fue el peor. - Pronto te darás cuento que no. - “Pronto” esa es tu respuesta para todas las preguntas que te hago ¿Cuándo diablos me dirás qué es lo que estás haciendo en mi cuerpo y qué diablos eres?- Amy se aclaró la garganta para luego responder: - Pronto. - ¡Eres insoportable en todos los aspectos! ¡TE ODIO! - Has herido mis sentimientos. No te hablaré hasta que te disculpes. - Pues espera una eternidad perra. - ¡Oh! Esta fue la gota que derramó el vaso. No te hablaré más. - No te imaginas el favor que me haces. Finalmente, Nube llegó al colegio. Se dirigió al salón de clases aún irritada por Amy. Pocos minutos después Rosalba ingresó al salón de clases, lo cual no era usual ya que no tendría clase con ella hasta el día siguiente. - Buenas tardes a todos –Saludó Rosalba. Nube tenía la mirada fija en su cuaderno realizando las últimas correcciones a uno de sus poemas. - Buenas tardes, respondieron todos los alumnos en coro. - Tenemos un alumno nuevo, entra – Will entró, mirando a su alrededor las caras nuevas. - Buenas tardes, mi nombre es Will – dijo con la voz algo temblorosa. Nube sentía que Amy estaba muy inquieta. -¡Mira!, al nuevo – gritó Amy en la cabeza de Nube. - Sí, un estudiante nuevo ¿y qué? – dijo Nube aún concentrada. - ¡Mira, míralo! – Nube decidió levantar la mirada. Sintió un vacío que comenzó desde la cabeza, pasó por su corazón hasta llegar a la punta de sus pies. - ¡Es él!, al que vi en mi sueño – gritó en su cabeza. Nube se tornó pálida, sentía miedo, temblaba, y sus manos sudaban -, no sé que me sorprende más: el hecho de que él sea la persona de mi sueño o el hecho de que tú sepas lo que yo sueño. - ¿Estás bien, qué te pasa? – le preguntó Catalina. - Sí, estoy bien – Nube se sentía mareada, pero no iba a ceder, no pensaba dejar a Amy tomar el control. - Ve, atrápalo con tu súperfuerza – dijo Amy - ¿Qué? ¿Por qué? - Sólo hazlo - No, no lo haré. Will siguió por el salón y se sentó al lado de la fila de Nube. Ella no dejaba de observarlo. Durante toda la clase. Sin embargo organizó sus ideas en su mente para tranquilizarse y tan pronto la primera clase terminó se acerco a él. - Hola, me llamo Nube – dijo. - Hola, mucho gusto. - Así que… ¿de dónde vienes? - De otro país. - ¿En serio? Qué genial ¿De qué país? - De Inglaterra, pero nací acá en Colombia. - Ya veo. ¿Qué sabes de la luz? – preguntó Nube, buscando la verdad del resplandor de su sueño. - ¿Que es muy rápida? – respondió Will. No entendía por qué Nube le había preguntado eso tan súbitamente. - Sí, pero… ¿crees que los humanos puedan controlarla? - De hecho ya lo hacen, cables, electricidad - Sí, lo sé pero ¿crees que puedan brillar? - Pues ¿fama? Cantantes, actores ¿A dónde quieres llegar? preguntas cosas muy raras. - Olvídalo – dijo Nube volviendo a su silla. - Creo que tiene el poder de crear ese resplandor, pero no lo sabe – dijo Nube, buscando la respuesta en su mente de Amy. - ¿Eres estúpida? Por supuesto que lo tiene. El poder que él posee es deseado por muchos – dijo Amy - No lo sabía – Nube hizo una pausa -. Y no me digas estúpida, perra. Además ¿no dijiste que no me hablarías? - Esto amerita más importancia que esas tonterías infantiles. - Cállate intrusa. - No se te olvide que por esta intrusa obtuviste el maravilloso poder que controlas ahora. El día estaba acabando. Nube pensaba que en cualquier momento se vería corriendo junto con las otras tres personas misteriosas por el centro de la ciudad. Sin embargo, nada de eso sucedió. Pero lo que si pasó, fue un preámbulo de ese caótico suceso. La profesora de la materia de español, entraba al salón con un puñado de recortes de papel. Estos indicaban que al siguiente día, los alumnos tendrían una salida pedagógica a la Biblioteca Nacional, en el centro de la ciudad. “Oh no, el día ha llegado” pensó Nube. Se sentía asustada, pero también ansiosa.
III.EL SUEÑO SE HACE REALIDAD Cuando el timbre sonó, anunciando la hora de salir, todos se disponían a emprender el regreso a sus casas. Pero Nube decidió quedarse en el colegio espiando a Will. Quería ver si algo del resplandor que en su sueño tanto había captado su atención, sucedía. Pero Will se fue con Rosalba y nada pasó. ”Demonios”, pensó Nube. Cuando salió del colegio, ya casi no había nadie. Se dirigió a la calle 129, y ésta estaba desierta. - Ay no, es muy tarde – pensó - ¿Y ahora qué vamos a hacer? – dijo Amy - Tú nunca dejas pasar nada ¿no? - Pues es que, veo lo que tú ves y escucho lo que tú escuchas. - Esto es injusto, cuando tú tienes el control yo no puedo hacer eso. - Práctica. - Que mala. Nube entonces empezó a dar pasos largos y apurados hacia la autopista norte, esperando encontrar su transporte, pero la calle estaba vacía, no se veía ningún bus venir. Estaba frente al muro de un parqueadero enorme y había una pila de basura mal oliente a su lado. - Huy, niña – escuchó de una voz grave que venía desde la pila de basura. - ¿La basura me está hablando? – se dijo asustada. - No seas tonta. Debe haber alguien ahí – dijo Amy, tratando de actuar en ese momento como la voz de la razón. Se levantó de la pila un hombre con ropas sucias y rotas. Empuñaba una navaja oxidada con unas manos sucias y marcadas por el rastro de la basura. - Deme todo lo que tiene – dijo el hombre. Nube sintió un vacío horrible en su estómago. Pero pronto recordó su poder. - Si sabe lo que es bueno para usted, mejor váyase – dijo Nube empuñando sus manos y creando una actitud desafiante. El hombre se abalanzó sobre ella, Nube sólo se limitó a levantar su puño y el hombre se elevó varios metros hacia atrás, hasta impactar con el muro tras de él. La navaja oxidada que tanto dolor y sufrimiento había dejado en sus víctimas cayó al suelo. Nube la tomó y la arrojó con todas las fuerzas que pudo. La navaja llegó hasta la calle 134. El hombre yacía inconsciente. Nube observó la calle, no veía ningún bus venir. “¿Me pregunto si también…?”, se dijo. El hombre despertaba. Nube se inclinó doblando sus rodillas, como si estuviese tomando impulso. Liberó toda su fuerza en sus piernas y dio un enorme salto. Se elevó quince metros en el aire. El hombre observaba aterrado. Nube caía de nuevo. Concentró su fuerza en las piernas e impactó el suelo con una fuerza impresionante, rompiendo el pavimento. Nube se levantó envuelta en una nube de polvo debida al pavimento roto. El hombre aún seguía mirando. Nube entonces dio otro salto, esta vez hacia adelante. Avanzó la misma cantidad, pero esta vez hacia al frente. Decidió dar un tercer salto. El hombre miró hacia el cielo y dijo “Dejaré las drogas, lo prometo” “¡Esto es mejor que volar!”, gritó Nube con los ojos cerrados mientras estaba en el aire. “No, volar debe ser mejor”, dijo aún con los ojos cerrados. Cuando los abrió, vio un poste de luz que se aproximaba. Su reacción más rápida, fue cubrir su rostro con sus brazos. Nube impactó la cima del poste, creando una nube de polvo rodeada de millones de pequeñas explosiones blancas y azules debido a los cables de electricidad rotos. Nube cayó desde la cima del poste impactando el suelo con su espalda, creando otra nube de polvo que la envolvía. Sin embargo, se puso de pie, tenía en sus brazos algunas cortadas y sólo le dolía un poco la espalda. - ¡¿Qué?! – gritó -. Un humano normal no sobreviviría a estrellarse contra un poste de luz y luego caer de él. - Las personas que poseemos habilidades, somos mucho más resistentes de lo normal – dijo Amy -. Nuestra piel y huesos son más resistentes y además, tenemos más tolerancia al dolor. - Pero, ¿por qué? - Fuimos hechos para un propósito, luchar. - ¿Por qué tenemos estas habilidades? - dijo Nube, dando otro salto hacia la carrera 58, buscando el camino a casa. - Hace mucho tiempo, cuando la humanidad aún gateaba intentado crear las grandes civilizaciones de la historia, existían dos comunidades de gente con poderes. Una representaba la luz y otra la oscuridad. Cada una poseía su rey – Amy hizo una pausa, mientras Nube pasaba la carrera 58, intentando alcanzar “Los Puentes de Suba” -. Sus poderes les fueron otorgados por un antiguo dios. Este dios les brindó las habilidades como una prueba para los humanos. El dios quería que las dos comunidades lograran unificar al temprano mundo en un solo imperio. “Sin embargo, lo que alguien con poder desea, es más poder. Ambas comunidades, no llegaban a ningún acuerdo. Pronto una terrible guerra fue desatada – Nube aterrizó sobre la estación “Suba Av. Boyacá” de “Transmilenio”. Tomó un respiro y siguió saltando. Las lámparas de la estación cayeron al suelo cuando Nube saltó y la gente aterrada, vio como la figura de Nube se alejaba en el aire. Este era uno de los muchos otros daños que sus poderosos saltos habían dejado en el camino -. Decenas de batallas fueron libradas. Sin victoria aparente de ninguno de los enfrentados – continuó Amy. - ¿Estabas tú allí? – dijo Nube agitada mientras pasaba sobre “El Puente Barco”. - Por supuesto – dijo Amy. - ¿En qué bando? – preguntó Nube. - En la oscuridad, yo era la mano derecha del rey de la oscuridad. - ¿Por qué luz y oscuridad? - Porque aquel dios, era el dios de “El Día y La Noche”. Él creo un sinfín de habilidades entre ellas la tuya, la mía y muchas otras más. Además, existen algunas que él no creó, esas han evolucionado con el paso de la historia. Sin embargo hay muchas que ya se han extinguido por el paso despiadado y sin pausa del tiempo. - Ya veo. - Sin embargo, el dios antiguo le otorgó a cada rey poderes únicos. A uno el de la luz y a otro el de la oscuridad. Tal vez ese fue su error, la luz y la oscuridad nunca serán compatibles. Como el agua y el fuego. - Entiendo. - En parte el que inició la guerra fue el rey de la oscuridad. Este poder lo corrompió. Lo único que deseaba era más y más poder. Deseaba más que cualquiera. Especialmente a la luz. - ¿Por qué? - La luz es el poder más fuerte de todos. Pero fue voluntad del dios darle la mayor debilidad. -¿Cuál? - Este poder es muy fácil de corromper o arrebatar a quien le porte. Nube llegaba al techo del Centro Comercial “Centro Suba”. Observaba a su alrededor la paz aparente iluminada por millones de luces de Suba. Tomó de nuevo un respiro y siguió su camino. A su paso había dejado sus huellas sin darse cuenta, calles rotas, personas espantadas y techos destruidos. - ¿Y quién ganó la guerra? – preguntó Nube. - Nadie – respondió Amy. - La última batalla fue tan destructiva que ambas comunidades quedaron arruinadas. Sus habitantes tomaron rumbos distintos, mezclándose con humanos normales. Pero el legado de sus habilidades no se perdió en la historia. A pesar de que muchas habilidades se han extinguido, el resto se ha mantenido hasta estos días. Incluso el deseo que tenía la oscuridad por la luz aún sigue en pie. - ¿En serio, pero quienes? - Will, él posee en su interior el magnífico poder de la luz, que ha pasado de generación en generación hasta llegar a él. - ¿Y la oscuridad? - Su nombre es Dison. A diferencia de Will su poder no ha pasado a alguien más, dada la naturaleza egoísta del poder en sí. - Eso quiere decir que él ha vivido todo este tiempo. - Así es. Ese hombre es el mismo rey de hace miles de años. Ha pasado todo este tiempo buscando el poder de la luz sin éxito, puesto que ha sido derrotado numerosas ocasiones por sus portadores - ¿En serio? - Su última derrota fue hace diez años. Perdió ante la madre de Will, sin embargo ella murió por la batalla al igual que su esposo dejando huérfano a Will - Así que es huérfano. - Así es. La mujer que viste hablando con Rosalba es la tía de Will. Ella se hizo cargo de él todo este tiempo y cambió su ubicación constantemente para mantener seguro a su sobrino. - Y este Dison ¿dónde está? - La razón por la que Ana volvió a Colombia es porque Dison se ha recuperado totalmente de la herida ocasionada por la madre de Will. Ana vino acá buscando protección de viejos amigos. - Eso quiere decir que pronto Dison atacará a Will ¿Crees que sea mañana? –Nube dejó notar en su voz algo de nervios. - Tal vez. Es por eso que mañana puede que sea un gran día. Nube llegaba a su barrio. Se disponía a dar otro salto, pero una raíz brotó del suelo atándole el pie y haciéndola caer al suelo. Se levantó y dijo. - ¿Quién anda ahí? Tres figuras aparecieron en la oscuridad perpetua de un callejón. Uno de ellos, era un hombre de edad. Lucía un traje negro de corbata, tenía piel trigueña un poco marcada por el tiempo, ojos café oscuro y en su cabello reinaban las canas. Al lado derecho del hombre, había un joven que aparentaba unos dieciocho años. De ojos color miel, cabello oscuro y vestía una camisa sin magas que dejaba ver unos brazos musculosos. Sostenía al frente su mano derecha apuntando con la palma abierta de su mano la raíz que apretaba el pie de Nube, él la controlaba. Finalmente había otro chico. Sin embargo parecía ser un poco más joven que el otro. Era blanco y de cabello castaño y corto. A su lado flotaba un cubo de madera del tamaño de un balón de fútbol. - No puedes pelear contra los tres. Mira, uno de los jóvenes controla las plantas. El otro tiene a su lado un cubo de madera que flota, debe poder controlarla – decía Amy -. Mientras que el hombre encierra una poderosa habilidad en su interior, puedo sentirlo. ¡Huye! - Está bien, tienes razón – dijo Nube. Nube tomó la gruesa raíz que le apresaba el pie. La quebró y el trozo suelto lo lanzó con fuerza al hombre, pero el trozo desapareció en una llamarada blanca al acercarse al hombre. Nube observó sorprendida mientras el fuego blanco desaparecía en el aire. Rápidamente tomó una piedra que descansaba a su lado y la lanzó al chico que controlaba la madera. Él puso su cubo de madera al frente, el cual explotó en una especie de aserrín que luego tomó la forma de nuevo sólida de un círculo plano y alargado. La piedra de Nube chocó contra el círculo y cayó al suelo. El hombre dio un paso al frente. Levantó su mano derecha y Nube se sintió paralizada. No podía moverse. - Tendrás que escucharnos, sólo queremos hablar – dijo el hombre con una voz gruesa. - ¿Qué quieren? – dijo Nube tratando de liberarse de al parecer el control del hombre. - Soy el señor Duque, él es Pablo – dijo señalando al chico que controlaba las plantas -. Y él es John – dijo el señor Duque ahora señalando al de la madera -. Deberías ser un poco más educada, te ayudaron una vez. - ¿Fueron ustedes? - Sí – dijeron Pablo y John al tiempo. - Díganme qué quieren – dijo Nube. Luego el hombre bajó su mano y ella se sintió liberada. - Yo he tratado siempre de ayudar a los de mi clase, darles un refugio y orientarlos – el hombre hizo una pausa, suspiró, miró al suelo y luego puso de nuevo su mirada seria en Nube-. El poderoso rey de la oscuridad ha regresado. Sus intenciones son apoderarse del poder de la luz ¿conoces la historia? - Sí –Nube detalló con atención a las personas que tenía al frente y se dio cuenta de que eran las personas de su sueño. - Te propongo que te unas a nosotros. Recibirás orientación en tu habilidad además de protección. Además, Will está en tu clase. ¿Aceptas? – dijo el hombre estirando su mano, esperando a que Nube la estrechara. - ¿Qué piensas? Dijo Nube preguntándole a Amy quien en su interior también deseaba el poder de Will, y esta era una ayuda que no esperaba. - Adelante acepta – dijo ocultando sus verdaderos intereses. - Acepto - le dijo Nube al hombre. Después sintió otro horrible vacío en su estómago -. ¡Mañana algo pasará! – gritó. - ¿A qué te refieres? – dijo el señor Duque - Poseo el poder de la premonición y he tenido un sueño. Creo que ustedes y yo estaremos mañana persiguiendo a Will por el centro de la ciudad, pero no sé por qué. No sé con exactitud qué sucederá. - ¿En serio? Pues te creo. He conocido a muchas personas que poseen el poder de la premonición. Es algo peligroso y no digno de ignorar. - Así es, y es seguro que mañana estaremos allá, puesto que tenemos una visita a la Biblioteca Nacional. - Entonces no te preocupes. Vivimos muy cerca de ese lugar. Mañana estaremos allá listos a detener cualquier cosa extraña que intente pasar. - Gracias. - Sí, estaremos contigo – dijo John mirando a Nube, y en cierto momento le guiñó el ojo y lo acompañó con una sonrisa. Luego se acercó a ella con un pequeño papel en sus manos -. Éste es mi número de teléfono y mi correo electrónico. - ¡John! – gritó el señor Duque. En seguida levantó su mano y John se vio rodeado de un extraño resplandor blanco. Luego fue arrastrado hacia atrás, cayó al suelo y el resplandor que lo ceñía desapareció. Pablo y Nube lo miraban sosteniendo la risa y John se levantó -. Entonces nos veremos mañana -. Dijo el señor Duque. Nube se despidió entonces de los tres y siguió su camino. - Me estoy cuestionando – dijo Amy - ¿En qué? – preguntó Nube. - En los dos poderes más fuertes. - La luz y la oscuridad. Acabaste de decirlo. - Así es. Creo que puede haber un tercero. - ¿Cuál? - El tuyo. - ¡¿Yo?! - Sí. Piénsalo en el mundo existen aún miles de espíritus, con sus habilidades aún intactas. Si pudieses quedarte con todas esas habilidades, podrías ser tan poderosa como Will y el rey. - No. Creo que así estoy bien. No sabría qué hacer con tanto poder. ¿Y qué pasaría si me encuentro con un espíritu más fuerte que yo? Podría apoderarse de mí, no quiero ni pensarlo. Finalmente, Nube llegó a su casa. No había sacado la llave de su bolsillo cuando su madre abrió la puerta. - Perdón por llegar tan tarde es que… - Silencio – dijo María interrumpiendo a Nube – Es hora de que nos digamos la verdad. María señaló con su brazo un mueble que reposaba a su lado. Levantó su brazo y el mueble se elevó suavemente y se quedó suspendido en el aire. - ¿Tú también? – dijo Nube sorprendida y tartamudeando. - Telequinesis lo llaman. A tu edad pensaba que era una enfermedad – Nube sonrió y abrazó a su madre -. Ahora cuéntame – dijo María. - Bueno. Sueño o presiento las cosas antes de que sucedan, puedo albergar espíritus en mi cuerpo y quedarme con la habilidad que en vida hayan tenido. Gracias a eso, tengo súperfuerza - Sorprendente - ¿Entonces por ti tengo esta habilidad? - Por mí y por tu padre - ¡Mi padre también! ¿Qué poder tiene? - Prometí no decirte nada aún. Su poder le ha traído muchos problemas ya que ha tenido problemas para controlarlo. El puede controlar cualquier tipo de metal. Puede volverlo líquido o doblarlo a su voluntad. Al decir esto, María fue a la cocina a servir la cena. Germán bajaba de las escaleras. Nube lo miró algo seria, pero luego sonrió y fue a abrazarlo. Después de comer, Nube fue a dormirse. Al acostarse, aunque pensaba en el posible peligro que se aproximaba se sentía feliz. Su mente abandonaba los pensamientos de que era un fenómeno. Se sentía segura con sus padres, ya no los veía como una familia injusta. Pensaba en sus nuevos amigos. Pablo, el señor Duque y John, a quien ya había agregado a sus contactos de “Windows Live Messenger”, puesto que le había parecido algo lindo y simpático. Pensaba en Catalina, había algo en ella que la intrigaba, siempre que estaba junto a esa niña de ojos y uñas maquillados de tonos oscuros, se sentía cansada. Nube sentía que su vida abandonaba los límites de la normalidad y de la realidad. Se sentía ansiosa, emocionada y asustada por el día de mañana. Will estaba en su cama. Recordaba el primer día de estudio. No había hecho muchos amigos, pero el giro que su vida había dado, lo mantenía con una felicidad que no acababa. Sus pensamientos lo llevaron a Nube, esa niña de piel perfecta, de ojos negros, de cabello liso y largo. Will la consideró hermosa desde el momento en que se acercó a él y se arrepentía por haber sido el responsable de que la conversación con ella terminara. Sin embargo ignoraba que Nube en su cama compartía un sentimiento similar hacia a él. La esperada mañana llegó. El despertador repiqueteaba en la mesa de noche de Nube. Su pantalla de números rojos marcaba las siete y treinta de la mañana. Nube estiró su mano y lo apagó. No quería levantarse, quería encogerse en su cama tibia y suave. Pero súbitamente recordó lo que en ese día sucedería. Se levantó abandonando la comodidad de su cama y bajó las escaleras. María tenía un desayuno delicioso servido en la mesa. Después de desayunar. Para olvidar los nervios, encendió su computador y digitó algunos de los hermosos poemas que tenía en hojas sueltas de cuaderno. La mañana pasó como un relámpago. Se bañó y se arregló. Luego almorzó, se despidió de sus padres, esta vez cariñosamente y se dirigió a esperar como siempre el bus tardío que hoy necesitaba con mucha más urgencia. Will pasó la mañana tomando apuntes de cuadernos prestados acerca de la información que le parecía importante. Almorzó con Ana y ambos partieron camino hacia el colegio. Por otra parte, el señor Duque, Pablo y John; formaban una familia. El señor Duque era el padre de ambos y tenían el extraño privilegio de vivir en la hermosa “Torre Colpatria” un edificio considerado de oficinas únicamente. Observaban desde casi la cima de éste la arquitectura blanca, perfecta y colonial de la Biblioteca Nacional, esperando la llegada de Nube y Will. Fuera del colegio de Nube, había dos buses con sus conductores dispuestos a partir hacia aquella biblioteca. Mientras los profesores realizaban un lista que incluía a los alumnos que irían, Nube observaba a Will. Él hablaba con un grupo de chicos, pero de vez en cuando dirigía miradas a Nube. Catalina lo notó. - ¿Por qué lo miras tanto? – dijo y puso su mano en el hombro de Nube quien sentía la mano de Catalina cada vez más pesada y comenzaba a sentirse cansada. Nube decidió moverse quitando la mano de Catalina de su hombro. - Esa niña no me inspira confianza – dijo Amy. - Pero si fuiste tú quien la conociste. - Y me arrepiento, hay algo en ella muy extraño. -¿A qué te refieres? - Ella absorbe energía. No lo soporto aléjate de ella. - Tienes razón, por eso me siento cansada cuando estoy con ella. - ¿Por qué no me respondes? – preguntó Catalina. - Aléjate de mí – dijo Amy hablando por Nube. -¿Por qué me dices eso? - Lo siento – dijo Nube -. Parece que a veces tuviera una doble personalidad dentro de mí que es algo grosera. Te veo en el bus – Nube se alejó de Catalina - ¿Te parezco grosera? – preguntó Amy - Pues tu grosería ya nos ha ganado una citación de acudiente ¿recuerdas? - Pero no fue mi culpa fue de… - No me importa de quien haya sido. Sólo no me interrumpas cuando hablo con alguien. - Pues eso es culpa tuya. Deberías aprender a tener control sobre tu cuerpo. - Aaaah, cállate - No estoy hablando estoy pensando. - ¡Eres demasiado irritante! Nube se dirigió hacia uno de los buses. Entró y observaba los puestos decidiendo dónde sentarse. Vio que al lado de Will había una silla vacía. - ¿Puedo sentarme? - Claro – dijo Will -. Pensé algo sobre la luz. -¿Qué? - Que es a veces lo que todos necesitamos para dejar nuestros oscuros pensamientos y temores – Nube se quedó callada unos cuantos segundos. - Es un bonito pensamiento – dijo. - Gracias, pero no lo hubiese pensado sin tu ayuda, sin tus preguntas. - Me alegra que te hayan servido de algo. Los dos entonces comenzaron un largo diálogo que se prolongó hasta la llegada a la Biblioteca Nacional. Hablaron de temas diversos y ambos disfrutaron cada segundo. Por un momento más, Nube había olvidado lo que estaba a punto de suceder, de lo que Will no tenía ni una mínima idea. Llegaron a la Biblioteca, Nube aún no sentía nada. Los buses fueron estacionados al frente de la biblioteca. Nube se enteró de la presencia del señor Duque, Pablo y John al verlos en un auto estacionado en frente de la biblioteca. El señor Duque hizo un ademán con sus manos saludándola, y le hizo una seña que Nube interpretó como “protege a Will”. No estaba segura, pero era obvio que de eso se trataba. Cuando entraron a la biblioteca, pasaron por las alarmas que yacían a lado y lado de la enorme puerta. Tanto como a estudiantes como a docentes les solicitaron dejar sus pertenencias en la recepción, donde descansaba un mueble lleno de cubículos donde albergarlas. Los dividieron en grupos. Nube se las arregló para seguir cerca de Will. Fueron primero llevados a la “Sala Preferencial”, donde pudieron hacer una consulta libre por unos quince minutos. Nube sin alejarse mucho de Will, buscó libros de poemas. - Algún día los míos estarán en las bibliotecas de todo el mundo – dijo. - Sigue soñando, ilusa – dijo Amy -. No pierdas el tiempo y vigila al chico. - ¿Ves? Y me dices que no eres grosera. Al salir de esa sala, fueron llevados a un cuarto rectangular, donde había una larga mesa, hecha de una madera de tonos rojizos. Todos tomaron asiento y la guía que los acompañaba entraba con un puñado de lo que parecían libros viejos. - Estos son los valiosos “Incunables”, tesoros de nuestra biblioteca – dijo la guía. Los “Incunables” eran libros que aunque no carecían de minuciosos cuidados se veían muy viejos y antiguos -. Los “Incunables” son exactamente manuscritos hechos a mano o con tempranos modelos de la imprenta. Después de algunas preguntas dejaron la sala y se dirigieron a un piso más arriba. Había una puerta que llevaba a la terraza del edificio. Desde ahí, se podía tener una vista sensacional de todas las construcciones emblemáticas del centro de la ciudad. Todos entraron a la siguiente sala. Pero Will se quedó observando la “Torre Colpatria” puesto que le parecía hermosa quedándose sólo en la terraza. Nube no lo notó y continuó son los demás a la siguiente sala. Pero inmediatamente su corazón empezó a latir fuerte y aceleradamente. “Oh no. ¡Will!”. Miraba a todas partes de la sala y no lo veía. En justo instante, el señor Duque recibió una llamada en su teléfono celular. - Escúchame muy bien – dijo una angustiada voz femenina –él está en la biblioteca. No sé como pude no notar su presencia. - ¿Hablas en serio, Ana? –respondió el señor Duque. - ¿Por qué bromearía con algo como esto? Voy ahora mismo en camino. - Muy bien. Mis hijos y yo entraremos de inmediato. Will seguía mirando el edificio. Después de unos segundos sintió una presencia tras de él. Cuando volvió la cabeza vio un hombre que vestía un gabán negro de cuero que le llegaba hasta los tobillos. Su rostro estaba cubierto por una capucha y solo se apreciaba la mitad de este que era extremadamente pálido - Has crecido bastante – dijo el hombre con una voz que indudablemente producía horror en sus oyentes. - ¿Te conozco? – preguntó Will. - Por supuesto. Hace diez años te vi por última vez. Pero ahora no tengo ninguna duda. Nos conocimos por primera vez hace milenos. - ¿Qué? ¿De qué habla? - Tú posees… - ¡Will! - gritó Nube quien llegaba a la terraza. Ella estaba tras de Will y el hombre frente a él. - Vete de aquí niña si no quieres salir lastimada. - Eso lo veremos ¡Dison! – gritó Nube adoptando una actitud desafiante y ubicándose en frente de Will. - ¡Sabes quién soy! Esto será interesante – dijo Dison con un tono de voz de burla -¡Tú, Will! ¿Crees que ha sido fácil perseguirte por todos estos miles de años? Siempre que pensaba que finalmente te tenía, te escapabas. Y cuando reencarnabas tenía que empezar mi búsqueda de nuevo ¿Sabes lo frustrante que eso puede ser? - ¿De qué hablas? – preguntó aterrado Will. En la mano del hombre empezaba a crecer una extraña esfera luminosa de tonos negros. Cuando alcanzó el tamaño de una bola de billar la lanzó a Will. Nube empujó a Will para evitar q lo alcanzara y por pocos milímetros ella logró esquivarla. La esfera de oscuridad siguió su curso, se estrelló contra la pared, creando una explosión de humo negro. - Eso estuvo cerca – dijo Nube - Aprende a esquivar tonta- dijo Amy con un tono de voz que indudablemente era similar al de una madre. El hombre le daba la espalda a las escaleras que conducían a la terraza del edificio, por ellas llegaban el señor Duque, Pablo y John. - ¡Dison! – gritó el señor Duque - Duque – respondió Dison -. Me alegra verte de nuevo. Cómo han crecido los niños – dijo mirando a Pablo y John. - Termina aquí y ahora. Aquí morirás – dijo el señor Duque. - Eso está por verse. - Nube, Will, Pablo Y John. Prepárense la batalla ha comenzado – dijo el señor Duque - Sí – dijeron todos. Nube empuñaba sus manos. Pablo hacía salir del suelo unas raíces gruesas e inquietas y a John lo rodeaban unas estacas de madera dispuestas a ser lanzadas. - ¡¿Qué?! Cuál batalla – dijo Will con una voz temblorosa. John lanzó todas las estacas de madera a Dison. Él levantó su mano y una explosión de humo negro surgió del suelo haciendo que las estacas estallaran en el aire. Luego puso su mano al frente y la nube de humo negro se dirigió hacia John. Él trató de esquivarla pero no le fue posible, fue envuelto con este extraño humo negro y cuando se disipó, John cayó al suelo mareado y tosiendo. - ¡John! – gritó Pablo. Will estaba aterrado, esquivó a todos y se dirigió a las escaleras intentando huir. - ¡Espera! – gritaron todos Pablo entonces puso su mano al frente y las raíces se dirigieron a Dison. Él dio un salto similar a los de Nube y cayó tras de Pablo. Luego le lanzó una bola de oscuridad que lo derribó. El señor Duque señalaba la puerta de la terraza. Esta empezó a brillar con un resplandor gris para en seguida desprenderse del marco y ser lanzada a Dison. Él la esquivó. Luego miró hacia la calle, observaba los autobuses estacionados fuera de la biblioteca. Saltó desde la terraza y cayó en uno de los autobuses, este se dobló por la mitad, sus vidrios estallaron y un par de llantas se desprendieron rebotando peligrosamente por la calle. - Pablo, John levántense. Nube sígueme. Va tras Will – dijo el señor Duque. Entonces los cuatro salieron de la terraza hacia las escaleras. “Yo también puedo saltar” pensó Nube y se devolvió a la terraza. Will llegaba a la puerta de la biblioteca. Cuando salió, vio a Dison con los brazos cruzados sobre el autobús destruido. Extendió sus brazos y empezó a lanzar esferas de oscuridad hacia Will. Él las esquivaba mientras bajaba las escaleras. Pero la última lo había hecho caer al suelo y rodar por los últimos escalones. Dison se disponía a dar un golpe final. Pero Nube saltó desde la terraza y embistió a Dison con la fuerza de la caída. Ambos cayeron al otro lado del autobús destruido y se escuchó un grito de la voz de Nube “¡Huye!”. Entonces Will corrió tan rápido como podía bajando por la calle. Nube y Dison se levantaban, el polvo de la caída se dispersaba. Dison le dio a Nube un golpe que la lanzó contra una pared. Sonrió observando la figura de Nube caer al suelo y empezó a saltar suave y ágilmente por entre los edificios. Nube se puso de pie y lo seguía con sus caóticos saltos. El señor Duque, Pablo y John salían de la biblioteca y los seguían también. No pasó mucho tiempo para que Dison alcanzara a Will. Le lanzaba bolas de oscuridad desde el aire que Will esquivaba serpenteando por la calle. Mientras Dison estaba en el aire, Nube dio un salto y lo embistió de nuevo. Ambos Caían desde una altura considerable intercambiando golpes. Impactaron el suelo al lado de un auto cuya alarma dio un sonoro aviso. Will hizo una pausa para mirar aterrado la bizarra escena. Se incorporó en seguida y continuó corriendo hacia la “Torre Colpatria”. De nuevo Dison y Nube se ponían de pie. Nube con todas sus fuerzas lanzó un golpe de su puño derecho. Pero Dison saltó y Nube golpeó el auto que reposaba junto a ellos y éste se elevó en el aire girando como si fuese una pluma arrastrada por una tormenta para estrellarse contra un edificio. Nube lo observó temiendo haber lastimado a alguien. - ¡Cuidado! – gritó Amy. Dison le lanzó a Nube una esfera de oscuridad que no pudo esquivar. Nube cayó al suelo envuelta en ese extraño humo negro. Dison siguió su camino. Nube trataba de ponerse en pie, pero se sentía mareada y veía borroso. - Esas esferas de oscuridad. Su poder es dejar a la gente aturdida. Déjame tomar el control mientras te repones – dijo Amy. - Está bien. Pero solo mientras me recupero de este mareo – dijo Nube. - Está bien – dijo Amy y tomó el control. Pero esta vez Nube podía ver y oír lo que pasaba. Amy entonces saltó. Pero logró saltar más alto que Nube. Aunque el cuerpo era ajeno, Amy tenía mayor control sobre su propia habilidad. Will estaba bajo la “Torre Colpatria”. Trataba de detener a la gente buscando ayuda, pero las personas que pasaban por ahí, ignoraban lo que había pasado unos cuantos metros calle arriba. Entonces Dison llegó. Will estaba en la mitad de la calle, tras él, un autobús y unos cuantos automóviles esperaban a que el semáforo diera luz verde. Dison creó una esfera de oscuridad aún más grande y la lanzó hacia Will. Él de nuevo la esquivó y la esfera siguió su camino. Se estrelló contra el autobús, y este se levantó verticalmente sobre su frente, luego cayó al suelo pero sus llantas ahora miraban hacia el cielo. Un pánico horrible entonces se apoderó de las personas quienes corrían alejándose. Dos autos abandonados por el pánico flotaban en el aire rodeados por el resplandor del señor Duque. Dison volvió su mirada y vio a los cuatro. Amy, Pablo, John y el señor Duque. Este último, lanzó los autos hacia Dison, ambos autos se estrellaron contra él, y debido a sus tanques de gasolina rotos explotaron dando paso a un fuego que rodeaba a Dison bajo los autos destruidos. Will miraba aún aterrado. Quería que todo fuese parte de una pesadilla pronta a acabar. Sintió su corazón latir más y más fuerte.. Los autos en llamas que yacían sobre Dison, fueron lanzados al aire. Uno cayó sobre un edificio cercano, y el otro a un costado de la “Torre Colpatria”. Dison emergía de las llamas y se dirigía hacia Will. Una raíz que brotó del suelo intentó apresarlo. Así que él cambió su rumbo y se dirigió a Pablo. Amy lanzaba escombros que Dison esquivaba. El señor Duque lanzaba de sus manos llamas blancas y John utilizaba árboles cercanos para lanzar proyectiles de madera hacia Dison. A Dison lo rodeaba una extraña cadena de oscuridad que serpenteaba bloqueando todos los ataques de sus contrincantes. Cuando detuvieron su ataque esta cadena se dividió en esferas de oscuridad que derribaron a todos excepto a Will. Al quedar Amy aturdida, Nube tomó el control de su cuerpo y se levantó con sus manos empuñadas. Dison y Nube comenzaron a luchar frente a frente, con golpes que poseían una fuerza impresionante. Entonces, Dison envolvió sus puños en oscuridad, y de un solo golpe lanzó a Nube contra un edificio. Nube no pudo ponerse de pie después de ese golpe. Will sentía un cosquilleo en su mano derecha cuando la miró, en ella había un resplandor blanco con pequeñas luces azules a su alrededor. Era una luz hermosa, todo lo contrario a la oscuridad de Dison. Dison observó aterrado la mano de Will y decidió lanzarle una esfera de oscuridad. Will puso su esfera de luz al frente, la cual creció y absorbió la oscuridad de Dison. Will trató de lanzarla, y su esfera de luz se desprendió de su mano y se dirigió a Dison. A su paso, dejaba un rastro de escarcha plateada. Dison lanzó una de oscuridad. Ambas esferas de elementos tan contarios se estrellaron, creando una explosión que dio paso a una nube de polvo enorme de la que se desprendían ráfagas de viento. Will miraba su mano sorprendido. Cuando el polvo se disipó, Dison estaba dispuesto a lanzar esta vez no una bola de oscuridad sino un rayo. En las manos de Will unas esferas crecían con un resplandor hermoso y brillante. Nube aún derribada observaba con atención la escena “Éste es, es el resplandor. El sueño se hace realidad” pensó. Dison lanzó su rayo que se estrelló con las esferas de Will que crecían cada vez más. Luego hubo un resplandor cegador que llenó todo el lugar. La gente de los alrededores, miraba ese resplandor. Incluso desde los sitios donde los edificios del centro se veían diminutos podía distinguirse tal luz. Cuando el resplandor provocado por el hoque de las energías se apagó, Dison ya no estaba. Will estaba de pie. Will observó sus manos y estas yacían envueltas en un humo blanco. Pocos segundos después Will se desmayó. Nube se levantó y se dirigió hacia él, se arrodilló, volteó el cuerpo desmayado de Will y puso su cabeza en sus rodillas. El señor Duque llegó en seguida. - Hay que irnos de aquí – dijo. Pablo y John pusieron en sus hombros las manos de Will y lo levantaron. Los cinco se dirigieron a la “Torre Colpatria”. En el piso cuarenta, entraron en un apartamento. Pusieron a Will en un sofá. John sacaba del congelador hielo para sus heridas. El apartamento tenía una vista impresionante. Al entrar había una sala de estar decorada elegantemente. Desde esta se podía distinguir un corredor que albergaba cuatro puertas. Nube miraba desde la sala de estar la Biblioteca Nacional. Todos los alumnos se encontraban fuera de ella y miraban estupefactos al autobús destruido. Mientras tanto los pies de la “Torre Colpatria” eran acordonados por la policía. Bomberos y paramédicos también inundaban la escena. En las noticias ya pasaban el reporte de lo que parecía algo de película para los ciudadanos. Cámaras de la ciudad y videos aficionados habían captado algunos momentos, pero al parecer, ninguno de los rostros se distinguía, lo que aliviaba a todos. Nube llamó a sus padres les contó con pocos detalles lo sucedido y les dijo que viniesen a recogerla. Will despertaba. Se puso de pie y los miraba a todos. - ¿Qué es lo que acaba de pasar? – dijo con una voz que revelaba un cansancio enorme. - Dison intentó robar tu poder – dijo el señor Duque. - No entiendo nada de lo que pasa. - Es normal pero pronto te explicaremos todo. En ese momento el melódico timbre de de la puerta del apartamento tintineaba desesperadamente. Pablo abrió la puerta y una preocupada Ana entró al apartamento. - ¡Tía Ana! –exclamó Will sorprendido. - ¡Will! ¿Estás bien? ¿No te hizo nada? Lamento no haber estado contigo ¿acaso ese…? - ¿Acaso sabías lo que estaba pasando? – preguntó Will. - Will. Esperaremos a los padres de Nube y les explicaremos todo –Interrumpió el señor Duque - Estoy demasiado confundido. - Ya lo explicaremos todo, cariño -le dijo Ana acariciando su espalda. Mientras esperaban, Will observó desde la ventana los rastros de la pelea. Se sentía cansado y mareado, así que decidió sentarse. Nube también estaba exhausta. Se recostó en uno de los sofás y pronto el sueño la venció. Otro de sus sueños empezó. No sabía exactamente donde estaba, pero frente a ella estaba Catalina, unas extrañas formas espectrales la rodeaban, y tras ella estaba Amy, como la mujer de la túnica desgastada que una vez había visto. Al lado de Nube, estaban Will, Pablo y John. Los tres parecían dispuestos a luchar. Las raíces de Pablo estaban fuera del suelo. La madera de John flotaba a su alrededor y los puños de Will estaban encendidos en luz. Catalina puso su mano al frente y las extrañas formas espectrales se lanzaron hacia ellos. Luego Nube despertó. Se levantó y en la sala estaban los demás. “No, otro sueño” pensó. Pero no quiso decir nada hasta que estuviese segura de que algún día, Amy y Catalina estuviesen dispuestas a atacarlos. Will se dirigió hacia ella. - Gracias por… protegerme – dijo. - No hay problema – dijo Nube. - ¿Qué fueron todos esos extraños poderes? - En un momento sabrás. Finalmente, María y Germán, muy angustiados llegaron al apartamento. Ambos abrazaron a Nube y demostraban estar muy felices de que su hija estuviese ilesa. El señor Duque les ofreció una taza de café. Después de unos minutos, y con ayuda de Ana explicó a los presentes la historia del origen de los poderes. Explicaron también que Will poseía el poder de la luz y con lágrimas en sus ojos, Ana explicó a Will la verdad de la muerte de sus padres y la razón por la que siempre habían estado viajando. Ana le comentó también que el señor Duque era un importante empresario mundialmente reconocido y que ella se dedicaba a administrar varios de sus negocios internacionales. Finalmente, dejaron saber a los presentes que el hombre que los había atacado era el rey de la oscuridad y que aún deseaba apoderarse del poder de la luz. Will lucía pálido y demostraba algo de terror en su mirada. Así como también sus ojos se habían inundado al conocer la verdad detrás de la muerte de sus padres. Aún con todo, sintió que se liberaba de un gran peso puesto que siempre tuvo la sospecha de que su tía no era completamente sincera con él y el conocer toda la verdad era algo que realmente apreciaba. - Estamos frente a un peligro inminente que podría acabar con el mundo –Continuó María -, Señor Duque, cuente conmigo. Lucharé junto a mi hija. - Gracias señora, toda ayuda es bienvenida. - Necesito control – dijo Germán -. Necesito aprender a usar mi habilidad ante esta nueva amenaza –Germán se ruborizó al terminar su frase. - No hay problema lo ayudaremos – dijo Pablo. La mirada de Will se veía perdida entre sus pensamientos. Ana se sentía culpable de que la verdad le hubiese tenido que ser revelada de esta manera pero también se sentía aliviada. - ¿Estás bien? –Decidió preguntarle Ana. - No puedo creer que me hayas ocultado esto tanto tiempo. - Lo hice sólo para protegerte. - ¿Protegerme de qué? Acabas de decir que Dison estuvo recuperándose por diez años. Debiste haberme dicho la verdad, de ese modo hubiese estado más preparado para este día. - No quería que crecieras sabiendo esto. No quería arruinarte la infancia. Por eso traté de hacértela lo más feliz que pude –Ana rompió en llanto y Will conmovido la abrazó. - Tienes razón. Perdóname. Es sólo que enterarme de todo esto tan rápido es… no sé como decirlo. - Nosotros estaremos contigo Will. Nuestro principal objetivo ha sido acabar con Dison desde hace bastante tiempo –dijo el señor Duque –y creo q esta vez estamos a punto de lograrlo. Finalmente todos se despidieron, John de nuevo le sonreía a Nube, Will lo notó y le disgustó un poco. Nube por su parte, pensaba que John era simpático, pero Will era el que captaba su atención. A Pablo, Nube también le parecía muy bella, pero no lo demostraba. Todos partieron a sus respectivas casas, sabiendo que se encontraban viviendo algo inverosímil, lo cual difícilmente podían apartar de sus mentes.
IV.V I A J E O N Í R I C O La noche arribaba y todos los participantes de la primera gran batalla con Dison esperaban reconfortarse con un merecido descanso. En las noticias, el suceso era falsamente cubierto con ridículas explicaciones. Sin embargo en la internet rondaban cientos de videos del acontecimiento así como también extraños pero igualmente ridículos intentos por explicar la esencia del evento. Había varios heridos y afortunadamente ninguno de los testigos había perdido la vida. En el autobús que fue volcado por la esfera de oscuridad de Dison, solamente se encontraba el conductor, y él pudo salir con algunas heridas leves. La mirada del mundo se encontraba sobre Bogotá debido a lo extraño del hecho. Muchas personas con el conocimiento verdadero de lo que había sucedido, sabían que aquello era simplemente la antesala de sucesos aún más grandiosos. En una mansión oculta en las montañas inalcanzable por cualquier vehículo y rodeada por varios árboles; se encontraba Dison. Aunque había sido derrotado consideraba esto como una victoria. Su propósito al haber atacado a Will era enterarse de quiénes estaban a su lado y de qué forma él controlaba sus poderes. Los resultados para Dison fueron mejores de los que esperaba. Al darse cuenta de los “débiles” enemigos a los que se enfrentaba y al enterarse de que Will nunca antes había usado su poder. Nube yacía acostada en su cama. Repetía en su mente los momentos de acción que había tenido. Su salto desde la terraza de la biblioteca, haber atrapado a Dison en el aire y sin duda, su última confrontación frente a frente. “Esta habilidad sí que da confianza” pensaba. Will por otra parte, deseaba no haber nacido. No se sentía preparado para los peligros que esa habilidad le traería a él y a las personas que estaban dispuestas a ayudarlo. Recordó la valentía con la que Nube se lanzó a defenderlo “Esa chica tiene algo que me intimida” pensó. “Pero me agrada”. En lo profundo de la mente de Nube, Amy pensaba que ahora que el poder de Will se había revelado, iba a ser mucho más difícil atraparlo. Pero no estaba dispuesta a perder la oportunidad de obtener tal poder. “Así tenga que matar a Nube, lo conseguiré” Pensaba fríamente. Catalina se hallaba en su habitación, pasaba horas con su puerta cerrada escuchando música e interpretándola con su hermosa voz. Cantaba de una forma angelical que traía paz a las mentes de sus oyentes. Sin embargo, nunca imaginó que su voz fuera el principal componente de su poderosa habilidad. Capaz de igualar a Nube. Se encontraba cantando con los ojos cerrados, disfrutando los sonidos orquestales del Metal Sinfónico de sus canciones cuando de repente una sombra blanca similar a un velo de forma espectral atravesó el cristal de su ventana cerrada. Suavemente comenzó a rodearla, moviéndose al ritmo de su melodiosa voz. La sombra sugería un resplandor suave y tenue. Catalina entonces, sintió un escalofrío que recorrió su espalda haciendo que su canto se detuviese y obligándola a abrir sus ojos. Entonces vio a su alrededor el espectro que parecía hipnotizado y aún circundándola en una extraña danza. Catalina gritó, pero su grito se vio ahogado por los frenéticos violonchelos de la canción que alcanzaban un potente clímax sinfónico. El espectro entonces se detuvo, y se puso frente a ella. Una voz suave pero profunda, acompañada de un eco espectral le dijo - Tienes una voz prodigiosa - ¿Qué está pasando? – dijo Catalina asustada. - Tu voz ha atraído a este fantasma milenario que vaga por la Tierra – dijo la voz mostrando algo de melancolía. - Disculpa ¿Qué eres? - Un fantasma, como dirían ustedes. En realidad soy un espíritu descendiente de la ciudad de la luz. - ¿Qué ciudad? - Una de las dos que fue premiada por el Dios del Día y la Noche y llevada a la destrucción por la insaciable sed de poder del hombre. - ¿De qué hablas? - Eso no importa ahora. Tu voz ha llevado a este ser incompleto a una paz que no sentía hace milenios. Si me cantas todas las noches te prestaré mi habilidad. - ¿De qué habilidad hablas? - La habilidad que tuve en vida. - No entiendo nada de lo que me estás diciendo. – dijo Catalina pasándose la mano por la cabeza hasta la punta de sus cabellos. - Te explicaré. Mi habilidad no es un poder muy fuerte, pero puede debilitar al enemigo más poderoso. Es el poder de ver y analizar los espíritus de las personas. Ver sus debilidades y sus fortalezas. Sus temores. Sus pensamientos más secretos y profundos. Te pondría en una ventaja contra cualquier enemigo débil de espíritu, y haría contraste con las habilidades que ya posees. - ¡¿Qué?! – gritó Catalina -. ¿De qué hablas, cuales habilidades? - Tu voz, tiene el poder de atraer a los espíritus como hiciste conmigo. Incluso podrías controlarlos. También he visto en tu interior que tienes el poder de absorber energía ajena y usarla para ti. - ¿Qué me estas diciendo? - Lo que oyes hermosa doncella. Con el poder de controlar a los espíritus con tu voz, podrías convertirte en un ser muy poderoso. - Esto no puede ser verdad. - Como te prometí, a cambio de escuchar tu hermosa voz te prestaré mi habilidad – dijo el espectro y una pequeña esfera de luz se desprendió de su cuerpo carente de forma y se incrustó en el pecho de Catalina. La sensación que Catalina experimentó la obligó a cerrar los ojos y cuando los abrió el espíritu había desaparecido. Catalina salió de su habitación aún confundida. Su madre se encontraba en la cocina y con sólo verla Catalina de un modo indescriptible sintió en ella una hermosa felicidad. - ¿Por qué estás tan contenta? – preguntó Catalina, probando su percepción. - ¿Tan evidente soy? – dijo Luz Marina. - Eh… - Catalina entonces sintió un vacío en su estómago -. Es que te conozco muy bien – dijo. Luego se dirigió al cuarto de su hermano Miguel, mayor que ella, y sintió en él un pensamiento de preocupación. - ¿Qué te sucede? – le preguntó. - ¿Por qué la pregunta? – preguntó Miquel. - Estás preocupado. - ¿Cómo lo sabes? - Me lo dijo un espectro – murmuró. - ¿Qué? - Nada – dijo Catalina dejando la habitación. Entonces, Catalina comprendió que cada una de las palabras que el espectro había pronunciado, eran ciertas. Ahora era consiente de los poderes que poseía. El comienzo del día siguiente estuvo lleno de incertidumbre para todos los involucrados en esta guerra. Pensaban en lo que el futuro les depararía, ahora que sus vidas giraban entorno a aquellas extrañas habilidades. Germán dejó su hogar silenciosamente. Estaba dispuesto a ir a la primera clase de control en la que recibiría ayuda de Pablo, quién lo esperaba fuera de la Torre Colpatria. - Buenos días - dijo Pablo estrechando la mano de Germán. - Buenos días – respondió Germán. - Entonces ¿En qué consiste su habilidad? - Es algo extraña. Nunca la necesité. Por eso no aprendí a controlarla. - ¿De qué se trata exactamente? - Puedo controlar el metal. Volverlo líquido si se me antoja, darle forma. - Es un poder Excelente. Similar al de mi hermano, sólo que él lo hace con la madera ¿Y cuál es exactamente su problema? - Como nunca aprendí a controlarlo, a veces se manifiesta contra mi voluntad. Cuando toco algo de metal, se deforma o cambia de estado. Es prácticamente imposible volverlo a su forma original. - Ya veo. Mientras Pablo y Germán discutían acerca de alcanzar un posible control sobre su extraña habilidad, el Señor Duque preparaba el desayuno. Fue interrumpido cuando el timbre de su puerta repiqueteó. Así que se quitó un peculiar delantal con el aviso “El mejor cocinero y padre del mundo” y caminó hacia la puerta para averiguar la identidad de su visitante. Observó por el agujero de cristal de la puerta, y tras de ella yacía una mujer blanca y delgada, de cabello rubio y rizado. Aparentaba unos treinta años y llevaba en su hombro derecho un bolso de cuero que lucía atiborrado y pesado. El señor Duque abrió la puerta apurado. - ¡Sandra! – gritó abrazándola y dándole un beso en la mejilla. - ¿Cómo estás Duque? Tiempo sin verte querido amigo – dijo la mujer con una voz dulce y suave. - Muy bien. Supongo que has venido debido a la importante noticia que te di. - Por supuesto. - Qué bien. - Ahora cuéntame ¿Cómo lo tomó? - Para ser sincero, fue mejor de lo que esperaba. Aunque Will parecía muy asustado, el poder se manifestó sin problemas y cuando le hablamos de Dison se mostró dispuesto a aceptar su destino. - Oh – suspiró Sandra -. No veo a Will desde que era un niño, hace diez años. Esa trágica tarde. - Apuesto que te sorprenderías si lo vieras ahora. - Sí. Debe ser muy diferente de lo que era hace diez años y aún mucho más desde que lo vi en mi tabaco antes de que naciera. - En fin. El asunto de más importancia en este momento es saber si podemos confiar en todos los hasta ahora involucrados. - No hay problema. Al decir esto Sandra tomó un tabaco y un encendedor de su bolso. Murmuró unas palabras mientras movía el tabaco frente a su boca y posteriormente lo encendió. La punta encendida lucía un brillo rojizo y desprendía un olor similar al cigarrillo pero como si estuviese hecho de hierbas, además, el aroma era más fuerte. Sandra sopló el tabaco en su boca cerca de un minuto. Luego lo alejó de su rostro y verticalmente, mientras aún ardía y el humo se desprendía incansable, lo miró detenidamente. Lo que para ojos normales eran cenizas ardientes, para Sandra eran imágenes que respondían a los interrogantes que Sandra se planteara en su mente. - Definitivamente, en todos pueden confiar. Sin embargo hay algo en esta chica. Nube. - ¿Qué sucede con ella? Ella fue una gran ayuda el día de ayer. Se enfrentó en repetidas ocasiones a Dison sin demostrar miedo. - Si, ella es confiable. Pero existe algo extraño en su cuerpo. Es como si dos espíritus lo habitaran. - ¿Qué quieres decir? - Hay dos presencias en su cuerpo. La inofensiva Nube, y otra que es oscura. Sin previo aviso y en menos de un segundo, el tabaco se consumió totalmente en una llama roja y brillante. - Fuerzas muy poderosas nos rodean ahora – dijo Sandra -. Debemos ser muy cuidadosos, estamos en un juego muy peligroso. - Lo sé – dijo el Señor Duque bajando la mirada. - Con el suceso de ayer, no sólo Dison estará tras nosotros. Incluso el gobierno y humanos codiciosos nos perseguirán. Entretanto, en la terraza de la Torre Colpatria, Pablo y Germán practicaban. Pablo había traído algunos fragmentos de metal y le pidió a Germán que hiciera que en el aire se levantaran. Germán levantó su mano, pero ningún trozo de metal se elevó con ella. - Concentración. Es la base de todo control – dijo Pablo. - Muy bien – le respondió Germán, observando los trozos de metal. - Si sabe de lo que es capaz su habilidad, debe ser porque alguna vez pudo hacerlo. - Tienes razón, yo puedo. Entonces, Germán puso su mano frente a los trozos. Cerró sus ojos y se concentró como nunca antes lo había hecho. Imaginó que los trozos se elevaban en el aire. No estaba seguro de haberlo hecho pero decidió abrir sus ojos. Se llevó una gran sorpresa al ver a todos los trozos levitando en el aire. - ¿Lo ve?, lo que le faltaba era concentración – dijo Pablo sonriente. Entonces, Germán recordó una de las peores situaciones que su poder le había traído. Recién había llegado a Bogotá, junto con la joven María acompañándolo. Después de una larga búsqueda, había conseguido trabajo en un taller de mecánica cerca al centro de la ciudad. En su primer día le pidieron hacer unas reparaciones al motor de un auto. Así que el joven Germán, tomó una herramienta nueva y brillante, recomendada de especial cuidado por el dueño y jefe del taller. Cuando Germán la tenía en sus manos, sin darse cuenta esta se deshizo en el líquido brillante, característico del metal fundido pero tan frío como su estado sólido. Germán estaba espantado, no era la primera vez que le sucedía, pero sí la primera vez que pasaba en un lugar importante, en donde estaba tratando de mantener a su nueva familia. Se sintió algo mareado, tal vez por los nervios, así que postró su mano apoyándose en el auto que se disponía a reparar. El auto se deshizo totalmente, dejando una pequeña laguna de metal fundido, pero helado. Todos miraban aterrados y Germán no sabía qué hacer. Éste era uno de los muchos recuerdos que Germán trataba de olvidar y estaba dispuesto a hacerlo controlando su habilidad. El señor Duque y Sandra resolvieron ir al colegio de Nube y Will. Sandra quería saber con exactitud qué era lo que en el interior de Nube reposaba. John los acompañaba sólo por el hecho de querer ver a Nube. Will alistaba sus cosas. Estaba ansioso de llegar al colegio y poder hablar con Nube acerca de su valentía para defenderlo. Se sentía muy agradecido, pero un poco avergonzado por mostrarse tan débil frente a ella. Nube también se preparaba para ir al colegio. Se sentía aún algo cansada y adolorida. No obstante su espíritu estaba inquebrantable y listo para cualquier reto que se presentara. Casi al mismo tiempo, todos llegaban a este destino. Nube se encontró con Will. Después de que se saludaron, el señor Duque hizo su aparición en un auto BMW de color negro reluciente. Nube y Will abordaron el vehículo acomodándose en las sillas traseras. Mientras tanto todos los estudiantes platicaban con asombro lo ocurrido el día anterior. - Hola chicos – dijo el señor Duque -. ¿Cómo están? - Mejor – dijeron en coro. - Ella es Sandra, una gran amiga – dijo el Señor Duque señalando a su copiloto en tan espectacular auto. - Mucho gusto – dijo Will. Nube y Sandra se miraban fijamente sin decir nada. - Es una bruja – dijo Amy en la mente de Nube. - Puedo sentir algo extraño dentro de ella – le respondió Nube. - Mucho gusto – Sandra decidió romper el silencio. - Mucho gusto – respondió Nube estirando su mano. Sandra observó la mano de Nube cerca de tres segundos y decidió apretarla. Pero ambas sintieron algo equivalente a un choque eléctrico que las obligó a soltarse casi enseguida. - Dos espíritus habitan tu cuerpo. Uno es ajeno – dijo Sandra. - Sí – respondió Nube. - Gracias por ocultarme – dijo Amy sarcásticamente. - Ten cuidado, siento maldad en él. - ¡Miente! – gritó Amy en la mente de Nube. - ¿Por qué dices eso? – preguntó Nube ignorando a Amy. - El espíritu que llevas dentro de tu cuerpo es muy antiguo, y puedo sentir una gran maldad dentro de él. - Ella – corrigió Nube. - Lo que sea – dijo Sandra -. Debes deshacerte de él. - Soy una mujer, perra – dijo Amy, esta vez controlando la boca de Nube. - ¡Deja el cuerpo de esta chica! – le gritó Sandra al percatarse de que era el espíritu quien había dicho la última frase. - ¡Sobre su cadáver! – gritó Amy y no volvió a decir nada. Incluso Nube sentía que había dejado su cuerpo. Will, John y el señor Duque observaban concentrados y sorprendidos. - Lo siento, es algo grosera – dijo Nube. - Eso veo, deshazte de ella – dijo Sandra -. Hazlo por el bien de todos nosotros. Nube y Will dejaron el automóvil y se despidieron de los visitantes. Ellos se marcharon rumbo al apartamento de Ana. - ¿En serio tienes un espíritu dentro de tu cuerpo? – preguntó Will. - Sí, inclusive nos asistió el día de ayer – dijo Nube. - Sorprendente, no puedo creer todo esto. - Cambiemos de tema. ¿Qué tal tu poder? - Eh, no lo he usado aún. No creo que pueda. - Por supuesto que puedes. - Pero, será mejor que lo intente cuando lo necesite de verdad. Quería agradecerte de nuevo. - ¿Por qué? - Por ayudarme. Más bien defenderme. - No fue nada. Catalina se encontraba observándolos desde el otro lado de la calle. Desde la noche anterior su nueva habilidad se había desarrollado notablemente. Catalina no sólo podía sentir las emociones de las personas, sino también verlas. Cada emoción tenía un color diferente y ella podía verlas como un aura espectral rodeando a las personas. Sin embargo ella tenía control total de esta habilidad y podía ver las emociones sólo cuando ella lo desease. Cuando lo hacía sus ojos cambiaban su color a las emociones que estuviese percibiendo a su alrededor. Debido a eso decidió usar lentes oscuros para que las personas no notasen el colorido espectáculo que sus ojos ofrecían. Desde el otro lado de la calle Catalina trató de ver las emociones de Nube y Will. Se dio cuenta de que en Nube existían dos emociones totalmente diferentes. Poco segundos después pudo claramente ver a Amy dentro de Nube “¡Dos espíritus!” pensó “sorprendente”. En Will, observó una gran luz. “¿Qué podrá ser?” se preguntaba. Finalmente las puertas se abrieron y todos los estudiantes ingresaron al plantel. Nube y Will no dejaban de hablar. Llegaron al salón de clases y se sentaron en sus respectivas sillas. Catalina se acercó a saludar a Nube. - Hola – saludó. - ¿Hola como estás? - Muy bien – dijo Catalina -. Puedo ver que una parte de ti está muy feliz. Pero otra de muy mal humor – dijo describiendo sutilmente sus emociones y las de Amy. - ¿En serio? – dijo Nube algo sorprendida –. Qué perceptiva eres. - Sí, desde anoche. Las clases comenzaron. Y en poco tiempo llegó la hora de descanso. Will había hecho nuevos amigos, Iván y Sebastián, con quienes había hablado y reído agradablemente las primeras horas de clase. Pero en la hora de descanso estuvo con Nube y Catalina; esta última sentía deseos de platicarle a Nube acerca de su poder, pero decidió que era aconsejable hacerlo cuando se tuviesen más confianza. Cerca de ahí, el señor Duque estacionaba su vehículo frente al edificio donde vivía Ana. Tanto él como sus dos acompañantes desabordaron el auto e ingresaron al edificio. Ana se encontraba calculando el presupuesto de unos proyectos en su computadora. Se detuvo cuando el timbre dio un armonioso aviso. Esto sorprendió a Ana ya q no esperaba visitantes. Pasó sus manos por su largo cabello en un intento vano por peinarlo un poco y observó por el agujero de cristal de la puerta. Llena de regocijo la abrió apurada. - ¡Sandra! – gritó al abalanzársele para abrazarla. - ¡Ana! Luces preciosa como siempre. - Gracias – respondió Ana con su voz inundada de risa al reencontrarse con su amiga -. Pasen por favor -. Los tres visitantes entraron al apartamento perfumado de fresas. - ¿Cómo has estado querida amiga? - preguntó Sandra mientras se sentaban en uno de los muebles de la sala de estar. - Muy bien. Duque, debiste avisarme que vendrían, hubiese preparado algo de comer. Estaba tan concentrada que no me percaté de su presencia - No quería arruinarte la sorpresa y esa fue la razón por la que te encargué los cálculos. Sé que cuando te concentras en el trabajo olvidas todo a tu alrededor –respondió el señor Duque. - No te preocupes – interrumpió Sandra –estoy tan feliz de verte de nuevo. Aunque hubiese deseado que el motivo de la reunión no fuese el regreso de Dison. - Bueno desde hace diez años sabíamos que el día llegaría– respondió Ana. - Tienes razón. Ahora siento que esta lucha con Dison que se ha prolongado por tantos años está a punto de llegar a un momento definitivo. - Yo también –Ana suspiró y su mirada se tornó triste -, pero también he presentido que no estaré aquí para presenciar el desenlace. - No digas eso. Ahora que yo estoy aquí no dejaré que nada malo les suceda. Durante el último par de años estuve viajando por el mundo ampliando mis conocimientos y soy a ahora una gran bruja. Sin embargo me vi forzada a regresar no solo debido a la reaparición de Dison. - ¿Qué otro motivo tienes? - Mi hija se encontraba viviendo con mi madre. Sin embargo mi ex esposo inició un juicio por la custodia y durante todo el proceso yo estaba en un sitio donde no podía ser contactada. Así que mi esposo ganó el juicio fácilmente y Laura está viviendo con él ahora. He venido también a recuperar a mi hija y lo haré aunque tenga que usar magia para lograrlo. - Lamento mucho escucharlo querida amiga. - Así es. Mi ex esposo no posee ningún poder así que jamás entenderá las emociones de su hija acerca de este aspecto. - Por supuesto. Así que tu hija también posee un poder. - Sí. Obtuvo un poder muy hermoso aunque desearía que hubiese obtenido mi magia. - ¿De qué se trata? - Prefiero que ella te lo muestre personalmente cuando la vuelvas a ver. - Cambiando de tema –interrumpió el señor Duque –debemos idear un plan para la próxima aparición de Dison. - A este punto, Will no puede estar solo –agregó Sandra - Nube está en su misma clase, además, Rosalba enseña en su colegio –dijo Ana. - Rosalba no posee ningún poder y no confiaré totalmente en Nube hasta que se deshaga del espíritu que ocupa su cuerpo –añadió Sandra. - ¿A qué te refieres? – preguntó Ana. - En Nube habitan su propio espíritu así como uno ajeno. Muy antiguo y con intenciones malvadas. - Si es antiguo, debe conocer sin duda la historia de las comunidades así como también debe estar consciente de que Will y Dison poseen los poderes más fuertes. - En conclusión, Will no está muy seguro –dijo John -¿Qué tal si Pablo y yo iniciamos estudios en su colegio? - Es una excelente idea hijo –dijo el señor Duque -, me encargaré de gestionar el traslado lo más pronto posible. - También he pensado que Dison pueda reunir a sus fuerzas. Me refiero a sus Generales –añadió Ana. - Ya lo había pensado y es algo obvio. Por el momento somos nueve. Esperemos que podamos encontrar a más personas que posean habilidades y que estén dispuestas a ayudarnos –dijo el señor Duque. La charla se prolongó durante casi toda la tarde y los cuatro disfrutaron un delicioso almuerzo preparado por Ana y Sandra. El descanso finalizó y las últimas horas de clase fueron fugaces a medida que el día oscurecía. Will se despidió de todos sus amigos y subió al auto de Ana quien había ido a recogerlo después de pasar la tarde con Sandra, el señor Duque y John. Nube se dirigió a esperar el autobús junto con Catalina quien resolvió acompañarla. Después de que se despidió de Nube, se dirigió a su casa. Al llegar saludó a sus padres y a su hermano, y como ya tenía acostumbrado, se dirigió a su cuarto a escuchar su música. Cuando cerró la puerta, en seguida el espectro apareció frente a ella. - Vine a escuchar tu hermosa voz – dijo. - No deberías aparecer así. Me asustaste – dijo Catalina con la mano en el corazón. - Lo siento. ¿Cómo te sentiste hoy con mi poder? - Es genial saber como se sienten las personas sin que te lo digan. - Eso pensaba yo. Ahora, te ruego el favor de que entones una de esas extrañas piezas donde la música clásica se inunda con lo que ustedes llaman “metal”. Catalina enseguida seleccionó una balada de sonidos suaves y comenzó a cantar. El espectro danzaba a su alrededor suavemente. Nube llegó a su hogar algo cansada del día. Acompañó a sus padres en la cena. Germán estaba feliz, puesto que estaba aprendiendo a controlar su habilidad. Nube terminó algunas tareas escolares, y al hacerlo fue a la cama, sin saber aún que estaba por iniciar un extraordinario viaje onírico. Al acostarse un profundo sueño la invadió. Su poder de premonición fue más fuerte que Amy aislando la mente de Nube y llevándola a viajar por el tiempo para encontrar muchas respuestas. Su primer sueño la llevó a un valle de proporciones titánicas. Nube estaba flotando a una altura impresionante y por eso podía distinguir toda el área del gigantesco valle. Pudo distinguir en él, dos ciudades que se encontraban a aproximadamente siete kilómetros de distancia una de la otra. Ambas ciudades eran similares en tamaño y diseño. Su tamaño oscilaba entre los cuatro o cinco kilómetros cuadrados. La que se encontraba al extremo sur del valle estaba construida en piedra caliza blanca y pulida. Su arquitectura era hermosa. En cada edificio abundaban las torres y balcones. Y muchos de estos se conectaban con otros edificios por numerosos puentes. La segunda ciudad se encontraba al sur del valle. A diferencia de su compañera, estaba construida de una extraña piedra de tonos oscuros y brillantes. Su arquitectura era similar sin embargo sus edificios estaban adornados con cenefas de metal afilado. Ambas ciudades estaban rodeadas por murallas de sus respectivos materiales. Nube contempló las ciudades por unos segundos. Aunque podía mover su cuerpo, no podía moverse del punto donde se encontraba. Sin previo aviso, Nube comenzó un descenso a una velocidad impresionante. Se acercaba a la ciudad del sur. El vértigo de la caída la obligó a cerrar sus ojos y cubrir su rostro con sus brazos. Pocos segundos después sintió que se detuvo. Abrió sus ojos y para su sorpresa se encontraba dentro de la ciudad. Las personas que la habitaban estaban vestidas de blanco y en la cima de la ciudad, descansaba un castillo de piedra blanca, pulida y brillante. Con abundantes torres y garitas. Nube pudo notar que definitivamente se encontraba en una época muy antigua. Trató de hablar con una mujer que pasaba pero la mujer no le respondió, a cambio de eso, dio un salto y se alejó volando hacia el norte. Nube observaba sorprendida. Se percató entonces de que aquellas personas, poseían diversas habilidades. - ¡Por aquí! – escuchó el grito de una voz muy familiar. Cuando volvió la cabeza para ver quien era, se llevó una gran sorpresa al ver que era Catalina, pero un poco más madura y adulta. Catalina no la vio pasó a su lado y se dirigió hacia otra mujer que corría a su encuentro. Nube se sorprendió aún más al ver que la otra mujer era ella misma, pero también un poco más vieja y madura. La Catalina y Nube del pasado se detuvieron a hablar mientras que Nube observaba sorprendida y asustada. - ¿Cómo has estado? – dijo la Catalina del pasado en un idioma muy extraño, pero que por alguna razón Nube podía entender sin problemas. - Muy bien – dijo la Nube del pasado. - ¿Es muy duro trabajar al lado del rey? - No. Es excelente. Me he enterado de muchos asuntos. Además el rey no ha olvidado nuestra amistad y es muy bondadoso. Aún así le debo mucho respeto. - Me alegra escucharlo. - Jess, hay algo que debo decirte – dijo la Nube del pasado con algo de preocupación. - Dime Steff – dijo Jess. - Así que sus nombres son Jess y Steff – pensó Nube. - Hay una amenaza de guerra por parte de la Ciudad de la Noche – dijo Steff. - ¿Qué quieres decir? – preguntó Jess - El rey Dison siempre viene con una actitud agresiva a nuestra ciudad. Nuestro rey nota en él una maldad naciente. Además, nunca está de acuerdo con las propuestas de nuestro rey, aunque sean fundamentadas en las peticiones del Dios del Día y la Noche. - ¿Pero crees que una guerra pueda ser desatada? - Eso temo. Y con las nuevas habilidades que poseemos, será una guerra caótica. No quiero imaginarlo. Nube entendió que se encontraba en la época de las dos ciudades de las que Amy le había hablado. Pero aún así no entendía por qué ella misma y Catalina estaban allí. “Tal vez son nuestros ancestros” pensaba. - Steff – decidió decir Nube. Pero ella no la miró. Nube se percató entonces de que su mismo cuerpo era algo traslúcido, y que en vez de tener sus pies en la tierra, flotaba a unos cuantos centímetros de ella. Nube no era más que un fantasma de otro tiempo en esa época. Steff se despidió de Jess y se dirigió al castillo que yacía en la cima de la ciudad. Nube la seguía contra su voluntad. Llegaron ante unas gigantes puertas de madera, decoradas con cenefas blancas y brillantes. Las puertas se abrieron dejando al descubierto una sala sostenida por columnas de gran altura y decorados hermosos. La sala era rectangular. Al paso de Steff la saludaban varios soldados y ancianos, al parecer de una especie de consejo de sabios. Al terminar la sala se encontraba un trono al que se llegaba por tres escalones blancos decorados con cenefas azules de un cristal brillante. En el trono se encontraba un hombre vestido de blanco. Con una capa azulada y una corona dorada y brillante adornada de piedras preciosas y terminaciones en plata. - Mi señor – dijo Steff inclinándose ante el hombre. - Te he dicho que no debes tenerme tanto respeto – dijo el hombre levantándose del trono para tomar a Steff del rostro y suavemente levantarla. Nube pudo ver que el hombre era muy similar a Will, pero como ella y Catalina, se notaba mucho más adulto -. Pronto serás mi reina – dijo el hombre. - Rey Serd. Hasta el día en que su trono sea compuesto de dos sillas y no una, le guardaré todo mi respeto – dijo Steff mirándolo a los ojos. - Me encanta tu modo de ser. Entonces será como tú quieras amada mía – dijo Serd. - Mi señor. El rey Dison y sus consejeros vienen hoy al castillo. - Odio cuando vienen. Siento que la guerra está cada vez más cerca. Nube los observaba. Pensaba si en su época aquella situación se presentaría entre ella y Will. Las puertas del castillo se abrieron de nuevo. Esta vez para Dison quien lucía mucho más grande y fuerte que en el presente. Lo acompañaba a su derecha una mujer alta y voluptuosa, que lucía una túnica oscura que le cubría todo el cuerpo. Nube la observó detenidamente y se dio cuenta de que esa mujer era quien ya se había presentado en su sueño. Era Amy, cuando aún vivía como consejera del rey Dison, una de los mejores soldados y también una mujer temida y respetada. - ¿Has venido a llegar a un acuerdo finalmente? – preguntó Serd -. O simplemente a insultar a mi nombre y mi gente. - Oh querido Serd. He tomado una decisión y sin rodeos pienso decírtela – dijo Dison. - ¿Y se puede saber qué es? - El Dios cometió un error al darle poderes a dos ciudades. Una sola es la que debe ser destinada a reinar este mundo bajo una sola bandera. - ¿Qué estás diciendo? El dios no cometió ningún error. Es una prueba para nuestra raza. - Pues entonces su error fue haber mezclado elementos tan contrarios - Dison levantó su mano, y toda la ciudad se sumió en una oscuridad a la que los rayos del Sol no podían llegar -. Soy tan poderoso ahora, que puedo cubrir el Sol con una mano. Apártate de mi destino y deja que sea yo quien controle a este mundo. Serd levantó su mano, y los rayos del Sol brillaron con más fuerza desvaneciendo la oscuridad de Dison. - Jamás nos rendiremos. Si quieres que sea sólo una bandera la que reine, entonces así será, pero no seré yo quien me aparte. - Entonces declaro a nuestra ciudad en guerra con la tuya. Y cuando gane, me quedaré con el poder más fuerte pero el de la mayor debilidad. Acéptalo Serd eres débil por la voluntad de tu dios, y en esta guerra lo perderás todo. - Si es así, no estaré en este mundo para ver como la furia de mi dios acaba con tu dominio y tu deseo egoísta de poder. Dison y Amy abandonaron el castillo. Lo último que Nube vio fueron sus figuras cruzando la puerta puesto que todo a su alrededor se volvió oscuridad. Nube sentía que se estaba elevando varios metros en el aire. Cuando se detuvo todo comenzó a aclararse de nuevo. Se encontraba en el centro del valle, de nuevo viéndolo desde el cielo. Ambas ciudades estaban devastadas por la guerra. En el centro del valle un ejército vestido de blanco y otro de negro reposaban frente a frente. Esta parecía ser la batalla final que Amy había descrito. De nuevo Nube comenzó a caer velozmente al suelo. Se detuvo sobre el ejército blanco, comandado por Serd. Frente a ellos estaba Dison y su ejército. - Supongo que ya es demasiado tarde para que recapacites – gritó Serd. - ¡Por supuesto! – respondió Dison con otro grito -. Hoy se decidirá el destino del mundo. - Su destino está escrito ya. Por tu sed de poder no seré yo ni serás tú quien gobierne a este mundo. Hoy en esta tierra ambas ciudades serán totalmente destruidas – dijo Serd. - Hablas por ti mismo. Tu ciudad de la luz será la que caiga hoy. - Si puedo detenerte ¡así será! – gritó Serd. Y todo su ejército detrás de él acompañó su grito y emprendieron la carga contra sus rivales. Dison dio la orden y su ejército arremetió también. Nube se elevó de nuevo. Desde esa altura ambos ejércitos parecían hormigas que corrían a su encuentro. Cuando se encontraron una batalla terrible comenzó. Nube ahora podía moverse a su voluntad, bajo el ruido de golpes, cuchilladas, explosiones y gritos. Nube observaba los combatientes. Quienes poseían las más poderosas habilidades eran más notables en la batalla. Algunos levantaban sus manos, y plantas espinosas salían del suelo. Unos, en el cielo controlaban las nubes, y hacían que se llenaran de hielo y electricidad. Otros al poner su mano al frente, acudían a su llamado cientos de animales, posiblemente hipnotizados. Algunos abrían la tierra y elevaban las rocas para luego hacerlas caer y causar daño. Muchos encendían sus manos en fuego. Varios horriblemente controlaban los cadáveres que caían al suelo. Algunos hacían que truenos incontrolables abatieran a sus enemigos. Pocos sofocaban hasta la muerte a sus oponentes con gas venenoso. Una gran variedad de poderes se encontraban enfrentados en una sorprendente contienda nunca vista de nuevo en la Tierra. Nube trataba de encontrar entre la caótica multitud a Steff, Jess, Amy o Serd. Primero ubicó a Dison, quien lanzaba rayos de oscuridad a todos a su alrededor, quienes lucían indefensos ante tal poder. En seguida ubicó a Amy. Con poderosos golpes se defendía y contraatacaba. Aquellos golpes eran extremadamente poderosos, capaces de elevar a decenas de hombres. Y desviar incluso truenos y ráfagas de fuego. Poco después vio a Serd. Peleaba con sus puños encendidos en luz. Al hacer esto, también ganaba una sorprendente fuerza similar a la de Amy. Finalmente encontró a Steff y Jess. Estaban juntas arrinconadas contra una roca. - ¿Lista? – preguntó Jess. - Así es – le respondió Steff. Steff subió a la roca, y se puso en posición de meditación. Un círculo de aire giraba a su alrededor. Un espíritu de color azul salió de su cuerpo, y tomó su forma, pero espectral y fantasmagórica. El espíritu de Steff, flotaba sobre la tierra, como si volara. Luego se dirigió hacia un soldado enemigo y cruzó por su cuerpo. El espíritu del soldado salió de su cuerpo, cayendo este inmediatamente al suelo. - ¡Ven! – le gritó Jess al espíritu y éste se dirigió hacia ella, y comenzó a flotar a su alrededor. Mientras tanto el espíritu de Steff continuaba haciendo lo mismo. Sacando espíritus de otros cuerpos los cuales Jess llamaba con su hermosa voz. “¿Yo puedo hacer eso?” se preguntaba Nube. Jess y Steff, estaban logrando reunir un ejército de espíritus enemigos que ahora controlados por Jess y su voz luchaban a su lado. Un soldado con un poderoso control sobre las rocas, se acercó a Jess y a los espíritus que levitaban a su alrededor y lanzó una enorme roca hacia ellos. Los espíritus se abalanzaron sobre la roca y esta se deshizo en el aire a medida que los espíritus arremetían contra ella. Luego se lanzaron contra el soldado, y con extraños golpes de energía le quitaron su vida, y su espíritu se unió al ejército. El espíritu de Steff regresó a su cuerpo. Despertó y se puso de pie bajando de la roca. - Creo que ya hay suficientes – dijo mirando a los espíritus que sobrepasaban los cincuenta. - Tal vez. De todos modos es muy difícil destruir a los espíritus, y son muy buenos atacantes – le respondió Jess. Amy se acercaba a Steff y Jess, abriéndose paso entre los soldados. - ¡Ustedes dos! – gritó. - ¡Tú! La consejera de Dison. Has sido responsable de muchas muertes e injusticias – gritó Steff. - ¿Y qué vas a hacer? – preguntó Amy con un tono de voz incluso más arrogante que el del presente. Steff puso su mano al frente, y una bola de fuego salió de esta pero Amy la esquivó dando un poderoso salto y alejándose varios metros en el aire para luego caer impactando el suelo con una fuerza tenaz. Una gran nube de polvo cubrió a las tres y a los espíritus. Steff y Jess fueron expulsadas de la nube impactando con fuerza una roca tras de ellas. Los espíritus las siguieron para verificar que se encontrasen bien. - No pueden vencerme – dijo Amy. - Tan despreciable tanto en el pasado como en el presente – pensó Nube. - Eso crees ¡ataquen! – gritó Jess ordenándole a los espíritus. - ¿Crees que eso podrá detenerme? Los espíritus trataban de atacar a Amy con sus descargas de energía, pero ella era demasiado rápida y lograba esquivarlas con facilidad. Les daba poderosos golpes que no tenían efecto en las formas espectrales de los espíritus. Sin embargo, al aumentar su fuerza, los espíritus se desvanecían en el aire. - Ella puede destruir los espíritus. ¡Es muy poderosa! – dijo Jess con preocupación. - No te preocupes podremos vencerla – le respondió Steff. Mientras tanto, en el centro de la batalla Serd y Dison se encontraban. - Es aquí. Aquí libraremos nuestra última batalla – dijo Serd. - Cuando te derrote y obtenga tu poder, no habrá quien me detenga en la conquista de este mundo – respondió Dison - Eso crees tú. Ambos pusieron sus manos al frente. Crearon cada uno una esfera de sus respectivos elementos y la lanzaron uno al otro. Ambas esferas se estrellaron en el aire creando una enorme explosión vista desde todo el valle. Mientras tanto, Steff y Jess continuaban la batalla contra Amy. Steff poseía el nivel más alto al que su habilidad podía llegar. Ella podía expulsar su propio espíritu de su cuerpo y llevarlo a otro, para expulsar el espíritu también y así lograr que Jess los controlara. Cuando Steff ingresaba a un cuerpo obtenía la habilidad de ese ser. Por ende era poseedora de varios poderes. Uno de ellos, era la telequinesis, uno de los poderes más comunes y usados en esa época. Sin embargo, muy pocos podían llevar esta habilidad a su máximo poder, entre ellos Steff. Ella podía controlar cualquier elemento por medio de la telequinesis. Cerca del campo de batalla corría un arroyo de agua. Steff hizo que un hilo de agua se levantara de éste y embistiera a Amy. El golpe la derribó, pero se levantó fácilmente y dio un salto para caer sobre Steff. Ella se hizo a un lado esquivándola, luego volvió a embestirla con el hilo de agua que aún flotaba en el aire. Amy enterró sus pies en el suelo con fuerza y pudo resistir el golpe del hilo de agua. - ¿Crees que esa salpicadura va a detenerme? - Tal vez no. Pero ¿qué tal esto? Steff hizo que una roca del tamaño de un edificio de cinco pisos se elevara en el aire, y como si fuese una pluma, ésta se dirigió suavemente hacia Amy quitándole toda oportunidad de escape. La roca cayó agrietándose en múltiples zonas de su contextura. El suelo retumbó, y en él una espesa nube de polvo cubrió a la roca y a Amy bajo ella. - ¡Lo lograste! – gritó Jess. - No lo creo – respondió Steff. La roca comenzó a agrietarse y a temblar y explotó fuertemente en cientos de trozos de tamaño considerable que caían sobre todo el campo de batalla. Uno de ellos golpeó a Jess. - ¡¿Estás bien?! – gritó Steff y los espíritus se lanzaron a levantar a Jess suavemente con sus indefinidas formas. En la nube de polvo que aún se dispersaba se veía la figura esbelta de Amy caminando fuera de ella. - Nunca podrás derrotarme. No importa cuantos trucos tengas. - Puede que físicamente no, pero me encargaré de que tu espíritu vague por toda la eternidad, buscando otros cuerpos como un parásito – dijo Steff sin ocultar la ira que invadía su cuerpo. Sin embargo, pensó que si salía de su cuerpo para sacar el espíritu de Amy, Jess quedaría vulnerable a un ataque directo. Jess estaba en el suelo. La piedra le había impactado un costado rompiéndole el brazo. Los espíritus trataban de cuidarla danzando a su alrededor. Intentando bloquear cualquier ataque. - Si intentas hacer tu truco, tu amiga morirá destrozada por mis manos antes de que puedas llegar a mi cuerpo – dijo Amy. - Eres un monstruo – dijo Steff. - No puedo creer que sea tan despiadada – pensó Nube - ¡Ese ser malvado vive dentro de mí! Sandra tenía razón. - Tú decides, podrías derrotarme pero perderías a tu querida amiga – dijo Amy. - ¡Steff! Hazlo, los espíritus me protegerán – gritó Jess. Sin embargo Steff sabía que Amy era demasiado rápida y que fácilmente se escabulliría entre los espíritus para llegar a Jess y llevar a cabo su despiadado y repetido acto. Entre tanto Serd y Dison continuaban con su batalla. Serd tenía sus puños cubiertos de luz, mientras que Dison hizo salir de sus manos lo que parecían ser dos látigos de un extraño hilo oscuro. Los movía intentando golpear a Serd, pero él los esquivaba con ágiles movimientos y desde el aire lanzaba esferas de luz a Dison quien las desviaba con sus látigos. Dison recogió sus látigos, y estos tomaron la forma de dos esferas que cubrieron sus puños. Luego saltó y alcanzó a Serd en el aire. Ambos peleaban puño a puño mientras caían al suelo. Steff y Amy aún yacían frente a frente - Espero tu decisión – dijo Amy. - Es sencilla – le respondió Steff y su rostro se iluminó con la luz de una nueva idea. Steff puso su mano en la tierra, y esta comenzó a deshacerse en una especie de arena que se dirigía hacia Amy. Ella intentó saltar, pero la arena la siguió capturándola. Luego de nuevo tomó su forma sólida quedando Amy atrapada en una columna maciza de piedra. El espíritu de Steff salió de su cuerpo y se dirigió a Amy, pero antes de que llegara ella se liberó y se dirigió hacia Jess, con su puño listo a darle el golpe final, los espíritus se lanzaron a la defensa. Cubrieron a Amy para volver su paso lento. Steff aprovechó esta oportunidad y se lanzó a Amy tomando su espíritu y obteniendo la súperfuerza. El cuerpo de Amy cayó sin vida al suelo, y su espíritu en medio de un grito infernal se alejó de la escena. - ¡Te condeno a ser un parásito por toda la eternidad! – le gritó Steff mientras se alejaba. - ¡Yo derroté a Amy! – pensó Nube –. Bueno, mi ancestro ¿o soy yo su reencarnación?, sí, me gusta más esa idea. Me pregunto entonces si Amy tendrá idea del cuerpo que está habitando. - ¿Estás bien? – le preguntó Steff a Jess. - Sí. Ve a ayudar a nuestro rey. La batalla está muy pareja – dijo Jess mirando el campo de batalla -, las ciudades, quedarán devastadas. ¡Ve! Estaré bien. - Gracias amiga. Cuídate. Ambas sabían que tal vez no se volverían a ver, sino hasta muchos siglos después, donde su amistad sería casi todo lo contrario. A este punto de la batalla sólo los más poderosos seguían luchando. El valle estaba inundado de explosiones. Algunas confrontaciones se habían desplazado a las ciudades destruyéndolas poco a poco. Steff dio un poderoso salto, con su nueva habilidad. Llegó al lugar donde Serd y Dison llevaban a cabo una contienda muy pareja. - ¡Amor mío, vete de aquí! – gritó Serd. - No te dejaré – gritó Steff. Dison aprovechó el momento y lanzó un poderoso rayo de oscuridad que atravesó a Serd. Él cayó al suelo. - ¡No! – gritó Steff, levantando a Serd y apoyando su cabeza en su regazo, viendo su herida y la sangre que era demarrada en el suelo. - Te dije que eras débil. ¿Quién iba a pensar que tus tontos sentimientos te llevarían a tu muerte? – dijo Dison acercándose a ellos. - Aléjate – dijo Steff con sus ojos inundados en lágrimas que no podía controlar. - No moriré hasta que tú lo hayas hecho – dijo Serd. Y en medio de quejidos trató de levantarse, pero su herida hizo que su intento fuese en vano. - No te muevas – dijo Steff. Nube observaba con lágrimas en sus ojos al ver tan horrible escena. - Al parecer yo gané, no sólo esta batalla sino que también tu poder y al mundo– dijo Dison. - Jamás – dijo Serd. De su pecho una esfera de luz comenzó crecer. Desprendía rayos de luz divergentes. La esfera crecía cada vez más. Cubrió a Steff, luego a Dison, luego casi todo el campo de batalla. Al llegar a este tamaño, se quedó inmóvil, luego desprendió una onda circular y siguió su crecimiento cada vez más rápido, hasta que finalmente, en medio de ondas que la rodeaban, explotó, llenando el campo con una luz que cubrió todo el valle. Nube no podía ver nada. El ruido ensordecedor de la explosión se fue haciendo cada vez más tenue hasta que se apagó totalmente. Mientras todo lo que podía ver era una luz enceguecedora Nube escuchó unas voces. - ¿Has decidido dar todo tu poder para detener a Dison? – dijo una voz solemne que llenaba el aire con un eco espectral. - Sí. No tenía planes de morir, pero hacerlo de esta forma es aceptable para mí – dijo la voz de Serd. - Sin embargo – continuó la voz -, no lo has logrado. Dison ha sobrevivido. - ¡No puede ser! - Juraste derrotarlo e incumpliste. Les di unas habilidades y formaron una guerra. Fuiste muy inteligente al intentar detener a Dison al ver sus malvadas intenciones, pero fallaste, todos me fallaron. Muchos murieron. - Siento que todo haya llegado hasta aquí. - Pero no termina. Esta raza perdurará en la historia. Sus habilidades pasarán de generación en generación. Y tú reencarnarás y algún día tendrás que derrotar a Dison. Estoy seguro de que él seguirá viviendo buscando tu poder. - Debo hacerlo ahora mismo. - No. Diste ya todo tu poder. Tu vida ha acabado, y la luz será cedida a otra generación. - Pero Dios del Día y la Noche, debo acabar con Dison. - Lo harás en otra vida. Pero ten cuidado, Dison te perseguirá y no descansará hasta conquistar este mundo. El Dios del Día y la Noche se había marchado - Debo irme. - No lo hagas – dijo la voz de Steff ahora. - Sé que nuestro amor perdurará por todas las vidas que el destino nos depare, y nos volveremos a encontrar. - No podré vivir sin ti. - Lo harás, eres una mujer muy fuerte. Lleva a lo que queda de nuestra cuidad a otro lugar. - Me he quedado sola pues sé que Jess también ha muerto. - Todos nos volveremos a ver. Nuestros lazos no serán cortados hoy. Ahora debes irte. No intentes atrapar a Dison, es mi destino, y cuando lo cumpla tú y Jess estarán ahí. - ¿Es una promesa? - Sí. No importa cuanto tiempo pase, nos volveremos a ver. - Te amo. - Yo también. Cambiaste mi vida y me enseñaste a amar. Nos volveremos a ver. Nube dejó de escuchar las voces. Y de nuevo todo a su alrededor se volvía oscuridad. Sentía que volaba por los aires. Pocos segundos después todo se aclaró nuevamente Volaba ahora por una carretera rodeada de montañas. Pudo reconocer la famosa “Nariz del Diablo” una formación rocosa que sobresale de una montaña sobre una carretera. Seguía dos autos que iban seguramente con rumbo a Bogotá. Nube se aproximó a uno de ellos. Y entró por el techo como si fuese un fantasma. El conductor era un hombre joven, de unos veinticinco años. A su lado iba una mujer de cabello negro, delgada y hermosa, aparentaba la misma edad del hombre. En el asiento de atrás sentado al lado de la intangible presencia de Nube había un niño. Nube se llevó una enorme sorpresa al ver que era Will. Tenía unos cinco años. Y miraba las montañas por la ventana. El auto que los seguía era conducido por un hombre y una mujer sentada a su lado. Aparentaban también unos veinticinco años. Llevaban como pasajero a Sandra quién lucía también mucho más joven. El hombre que conducía el auto donde se encontraba Nube recibió una llamada en su teléfono celular y se precipitó a contestarla. - Aló – dijo el hombre. - ¿Cómo estás William? – respondió una voz. - ¡Señor Duque! Muy bien ¿y usted? - Muy bien gracias. ¿Qué tal el fin de semana? - Estuvo excelente. - Lo imaginé ¿Qué tal están Diana y Will? - Muy bien. Algo agotados por el viaje - Supongo que Diana debe sentirse muy cansada ahora que su poder está pasando a Will. - Por supuesto. - Muy bien. Tengan cuidado. - Lo haremos, gracias por la llamada. Saludos a Pablo y John. - Gracias los esperamos. Adiós. El señor Duque colgó. “¿Los padres de Will conocían al señor Duque?” se preguntó Nube “¿Y por qué todos le dicen así, acaso no tiene un nombre?”. El auto se aproximaba a una curva en la carretera. Pero una esfera de oscuridad interrumpió su camino, haciendo a William perder el control del auto y estrellarse contra la pared de roca que bordeaba a la carretera. El segundo auto se detuvo en seguida tras de ellos. - ¡¿Están bien?! – gritaron Sandra y la pareja que la acompañaba. Ellos respondían al nombre de George y Fabiola. Eran amigos muy cercanos a William y Diana. - Eso creo – dijo William sacando a Will y a Diana del auto. - Dison está cerca – dijo Diana y su mano comenzó a brillar con la misma luz de Serd y del Will del presente. Una segunda bola de oscuridad cayó desde la montaña estrellándose contra el motor del segundo auto, este estalló en una explosión de fuego y escombros. Todos cayeron al suelo por la onda expansiva. - ¡Muéstrate Dison! – gritó Diana, y comenzó a lanzar pequeñas esferas de luz hacia la pared de roca. Pero Dison continuaba oculto. - ¡Espera Diana! –Gritó Fabiola –Ocasionarás un derrumbe. Sandra sacó un tabaco de su bolso y lo encendió. - Humo ¡enséñame a nuestro atacante escondido! – el humo que desprendía el tabaco se dirigió en línea recta hacia una ubicación de la montaña. Inmediatamente Diana disparó una esfera de luz hacia la ubicación que el humo había predicho. De la explosión de la esfera, Dison cayó sobre la carretera. - Qué gusto me da verte querida Diana – dijo Dison levantándose. - A mí no – le respondió lanzándole una esfera de luz que Dison esquivó regresando a la montaña. - ¿Vas a pelear como un cobarde? – gritó William. Una esfera de oscuridad fue disparada desde la montaña impactando a George y a Fabiola. Ellos al no tener ninguna habilidad, no tenían resistencia alguna ante este tipo de ataques. Ambos cayeron al suelo. Sus vidas se habían apagado. - ¡No! - gritaron todos. Los ojos del pequeño Will miraban aterrados. Diana se enfurecía, sus manos brillaban cada vez más. - No lo hagas. Estás muy débil – dijo William. - No puedes luchar como antes – dijo Sandra. La punta de su tabaco comenzó a brillar, y el humo se dirigió hacia Dison. Al tocarlo, explotó. Dison cayó al suelo. - ¿Cómo te atreves? – gritó. - Muy fácil – dijo Sandra repitiendo su ataque y derribando de nuevo a Dison -. Así me atrevo. - Sandra ten cuidado – gritó William. William levantó su mano, y una pequeña nube bajó del cielo, circundando a William. Él puso su mano al frente y la nube se lanzó hacia Dison derribándolo al suelo. - ¿Creen que esos poderes tan ridículos me derrotarán? – dijo Dison, lanzando una bola de oscuridad hacia Sandra. La explosión hizo que ella cayera por el precipicio al lado de la carretera quedando inconsciente al fondo de éste. William dividía la nube en esferas que lanzaba a Dison y que él fácilmente esquivaba. Luego lanzó una esfera que impactó al otro auto. Por la explosión, el auto en llamas se elevó en el aire horizontalmente impactando a William. - ¡William! – gritó Diana. - Ahora sí pelearás conmigo – dijo Dison. Diana lanzaba esferas de luz repetidamente pero Dison las esquivaba, luego, sacó de sus manos sus látigos de oscuridad. Con uno desvió una de las esferas de luz de Diana, y con el segundo, tomó el primer auto en llamas y lo lanzó hacia ella impactándola. Otro auto venía por la carretera. El auto que había impactado a Diana se estrelló con el que venía por la carretera, haciendo que este se elevara en el aire estrellándose contra la montaña. El aterrado Will se lanzó a ver a su madre. - Debes huir. Estaremos bien. Pero ese hombre malo no te puede tocar. Vete yo te alcanzaré. Te amo. El pequeño Will hizo caso y se fue. Corrió tan rápido como pudo, perdiéndose en la montaña y de los ojos de Dison. - Ahora tomaré tu poder – dijo Dison. - Sólo piensas en eso. En conseguir el poder de la luz – dijo Diana. - He perseguido este objetivo por miles de años, y ahora no escaparás. - Aún tengo una duda. - Te la resolveré antes de que mueras. - O los que hemos tenido este poder tenemos una gran capacidad de evasión. O tú eres sorprendentemente tonto ya que nos has dejado escapar por miles de años. - ¡Maldita! – dijo Dison, creando una esfera de oscuridad que atravesó el pecho de Diana. - ¿Lo ves? – Dijo Diana en medio de quejidos y dolor – ahora estarás condenado a buscar por una generación más. Sabía que no ganaría esta batalla contra ti, y que tampoco la perdería. Diana creó en su mano una esfera de luz que atravesó a Dison. - ¡Maldita! –gritó Dison y el eco de su horrible voz llenó la montaña. - Tú no obtendrás mi habilidad. Y con esa herida que acabo de hacerte, sé que la nueva generación estará segura por mucho tiempo. Diana cerró los ojos y su cuerpo se desvaneció en el suelo. Dison se alejó saltando en la montaña. De nuevo, todo alrededor de Nube se volvió oscuridad. Cuando se aclaró, se encontraba frente a Sandra. Ella se encontraba hablando en un teléfono público de uno de los pueblos cercanos a Bogotá. - ¿Estás bien? – dijo la voz del señor Duque. - Yo estoy bien – dijo Sandra. - ¿Qué pasó con William? - Murió poco tiempo después de llegar al hospital. - ¿Y Will? - Hoy mismo dejará el país con Ana. Antes de despedirnos pude borrar su memoria así que dudo que recuerde lo que en verdad sucedió. - ¿Y Dison? - Antes de morir Diana le hizo una herida muy profunda. Dudo que muera, pero al menos no lo veremos en un tiempo. - ¿Cómo sabes esto si estabas inconsciente en el fondo del precipicio? - Me lo dijo un cuervo. - ¿Qué? - Cosas de brujas. - ¿Y los cuerpos? - Debemos recogerlos - Muy bien. Voy para allá. Todo se volvió oscuridad de nuevo y Nube se sentía elevada en el cielo. Luego todo se aclaró en la sala del apartamento del señor Duque. En él estaban el señor Duque, William, Diana, Sandra, y una mujer que tenía en brazos a dos bebés, Pablo y John. La mujer era la esposa del señor Duque, Idalba. Sandra fumaba un tabaco que estaba por acabar. - Sí, tendrás un bebé – le dijo a Diana. - ¿En serio? – preguntó Diana -. ¡Qué emoción! El tabaco comenzó a brillar fuertemente hasta que una luz cegadora lo consumió totalmente. - Él será quien lleve el poder de la luz. Tu descendiente. El siguiente en la generación – dijo Sandra - Era de esperarse – dijo William. - ¿Pero qué sucederá con el poder de Diana? – preguntó Idalba. - Supongo que lo mismo que le pasó a mi padre – dijo Diana. - ¿Qué? – preguntó el señor Duque. - Yo iré cediendo poco a poco mi poder a mi hijo, hasta que finalmente sea él quien lo conserve. Los presentes continuaron platicando por un par de horas. William y Diana fueron los primeros en despedirse y poco después Sandra dejó el apartamento. Al marcharse sus visitantes Idalba se dirigió a la cima de la Torre Colpatria, puesto que le encantaba ver el atardecer y las luces capitalinas encendiéndose lentamente en todas la ciudad. Cuando cayó la noche, se disponía a regresar al apartamento. Pero Dison apareció frente a ella en una explosión de humo negro. Idalba dio un grito de pánico. - Hola – saludó Dison. Enseñaba una sonrisa demente y perturbada - ¿Qué quiere? – dijo Idalba temblorosa. - Venganza. Me pregunto si te dijeron que hace poco tu esposo y Diana acabaron con la vida del único amor que he tenido. - Tú has acabado con la vida de muchas personas. - ¡Cállate! Voy a quitarle a Duque lo que él me ha quitado. - Eres… -Antes de que Idalba pudiese finalizar su frase una esfera de oscuridad se incrustó en su pecho. Esa noche Pablo y John perdieron a su madre y el señor Duque al amor de su vida. Muchas respuestas habían surgido para Nube. Pero al mismo tiempo numerables dudas. ¿Qué había pasado con Steff? ¿Cómo Dison había logrado mantenerse vivo? ¿Cómo se conocían los padres de Will con el señor Duque? ¿Por qué Dison mató a Idalba? ¿Exactamente cuál era el poder de Sandra y también el poder del señor Duque? ¿Cuál era el nombre del señor Duque? ¿Will y ella estarían destinados a continuar su amor? ¿Por qué Catalina estaba en el pasado con tan poderosa habilidad? ¿La tenía en el presente? ¿Catalina podría ser una enemiga en el presente? ¿Cuales eran las verdaderas intenciones de Amy? ¿Derrotarían a Dison algún día? Estos interrogantes rondaban por la cabeza de Nube mientras de nuevo todo a su alrededor estaba oscuro. Algunas respuestas estaban en el pasado, otras en el presente y las más importantes en el futuro. Nube finalmente despertó. Ansiaba verse con todos y contarles lo que había experimentado en su sorprendente viaje onírico.