Explícito Noche en las Charcas [Pokémon rol]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Yugen, 10 Julio 2020.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Escritora
    Título:
    Noche en las Charcas [Pokémon rol]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1301
    Título: Noche en las Charcas
    Fandom: Pokémon Rol
    Personajes: Mimi, mención a Emily.
    Summary: "Todo se trataba de eso. Necesidad. No había nada más allá que simple y pura necesidad. La devoraba con una voracidad aplastante y abrumadora. Había convertido su enorme desesperanza y soledad en dependencia".
    N/A: Yuri o algo así (?) Contiene escenas de onanismo pseudo-explícito.

    Son las dos de la mañana, hace un calor para morirse y no puedo dormir, así que releyendo antiguos post del rol se me ocurrió escribir esto.

    Todos los que leyeron aquel post particular en las Charcas Mabwawa, con Mimi desnuda y pensando en Emily, pudieron hacerse una idea de lo que iba a pasar... pero decidí censurarlo porque así de guay soy. Esta es la versión sin censura.

    Yep, esto pasó en el rol. Solo que de forma censurada (???)

    ***

    Su intención al decidir tomar un baño nocturno en las Charcas Mabwawa jamás había sido esa. Solo pretendía relajase, limpiar su cuerpo del sudor y la arena del desierto, aquella que causaba andar por horas por las incivilizadas tierras de Udan.

    Nada más.

    La noche era perfectamente clara, con un firmamento límpido repleto de brillantes estrellas. Lejos de la contaminación lumínica de las grandes ciudades, el cielo nocturno de Udan era un verdadero y hermoso espectáculo digno de ser comtemplado. Pero Mimi, en aquellos momentos, no podía estar más lejos de admirar la maravillosa estampa nocturna.

    Oh no.

    Sumergida hasta los hombros en las cristalinas aguas su cuerpo ardía. La temperatura del agua era fría de noche y podía sentirla con mayor intensidad ahora que su piel estaba caliente. Se había reprochado haber pensado en eso, entrometiendo a Emily nuevamente en sus pensamientos... pero parecía que no tenía ningún tipo de esperanza.

    Deslizó, lentamente, los dedos de su mano contraria por su brazo hasta el hombro. La piel se le erizó.

    Ojalá pudiera entender que clase de hechizo maldito le había lanzando aquella joven de cuerpo escultural y sonrisa de ángel para que no pudiera apartarla de su mente ni cinco segundos. ¿Era amor acaso? ¿Era simple deseo? A tales alturas había caído en la obsesión más absoluta... y ni siquiera era consciente.

    Sí, la deseaba. La deseaba hasta el punto de la locura pero no era algo que pudiera reconocer ante ella. Era una catástrofe de proporciones épicas para su relación basada en el cariño y la lealtad mutua. Y Mimi no quería peligrar su amistad. Su zona de confort. Las pocas migajas de cariño que había recibido alguna vez de alguien.

    La necesitaba.

    Por supuesto que lo hacía.

    Exhaló y cerró los ojos.

    Todo se trataba de eso. Necesidad. No había nada más allá que simple y pura necesidad. La devoraba con una voracidad aplastante y abrumadora. Había convertido su enorme desesperanza y soledad en dependencia.

    Sus dedos rozaron su cuello y bajaron, lentamente, en dirección descendente. El corazón golpeaba frenético su caja torácica.

    Ah, mierda.

    ¿Qué cojones estaba haciendo?

    ¿Por qué tenía que pensar en ella? ¿Era tan difícil simplemente disfrutar de un baño nocturno y de la soledad? Ah, era una pregunta con una respuesta demasiado obvia. No podía disfrutarla. Detestaba estar sola.

    Odiaba ese sentimiento opresivo, casi claustrofóbico y ansioso que le provocaba no solo estar sola... si no sentirse como tal.

    Por eso prefería cerrar los ojos y dejar que su hormonal cuerpo adolescente guiase sus acciones. Imaginar que Emily estaba allí con ella, en aquellas aguas frías y que sus manos eran las suyas. Suaves, delicadas. Tan gentiles como efímeras pompas de jabón.

    ¿De dónde había sacado esa amabilidad y gentileza? Para Mimi era tan extraño y tan satisfactorio al mismo tiempo. La gente de su círculo, cerdos elitistas, no solía preocuparse por tratar bien a otros. Era un mundo completamente opuesto al de Emily.

    Contuvo un jadeo ahogado cuando sus dedos rozaron sus pezones erectos sobre el agua. Estaban duros, tensos, ansiando contacto. Sabía que estaba cruzando un terreno peligroso, un camino sin retorno. Pero en aquel momento no podía importarle menos. Pensar en ella provocaba esas caóticas sensaciones en su cuerpo.

    —Emily—la llamó.

    Aún le preocupaban y confundían... pero ya había decidido que no podía hacer nada contra ellas. Solo podía callar y obedecer. Dejarse arrastrar por la embravecida e imparable corriente de sus deseos.

    Sostuvo sus senos entre sus manos; manos que lograban ahuecarlos de forma perfecta. No eran tan pequeños como Mimi solía quejarse pero no tenía el tamaño de los senos de Emily. Bajo la luz de la luna su piel suave se veían nacarada, sofisticada. Como de muñeca.

    —Ah.

    La corriente eléctrica le recorrió la espalda y arrancó un gemido de sus labios. No podía hacer demasiado ruido. Estaba al aire libre, en la oscuridad, cerca de la concurrida Ciudad Mkuu. Por supuesto que no quería atraer a ningún molesto visitante.

    Deslizó los dedos, apretó, los masajeó entre sus manos, agitándose bajo el agua. Fudo estaba vigilando. Él mantendría a raya a cualquiera que osase acercarse demasiado.

    En aquellos instantes solo quería hundirse más y más en esa fantasía. Y pensar en Emily, en la tierna, dulce y pura Emily cumpliendo todos y cada uno de sus deseos. Aquel pensamiento la hizo ronronear satisfecha y su mano derecha descendió buscando un lugar entre sus muslos.

    Su respiración se aceleró consistente con el ritmo desaforado de sus latidos. Incluso bajo el agua podía sentirlo.

    Lo caliente y húmeda que estaba.

    —Dios Emily.

    El ambiente de la noche pronto fue opacado con el inconfundible ir y venir de unos dedos inexpertos. No requería ser demasiado brusca, solo lo necesario para satisfacerse. Lento, despacio en un inicio, como tratando de adaptarse. Más rápido después. Más brusco.

    Dejó caer la cabeza hacia atrás.

    Se estremecía tratando de paliar la extrema vergüenza, con el rostro enrojecido y el gesto contraído en una mueca difusa. Debía pensar que era realmente patético, absurdo y vergonzoso, pero no podía ni quería detenerse, aún si había empezado todo aquello por simple curiosidad, por el mero deseo de calmar aquel sentimiento de desesperanza. Ese ardor que quemaba dentro de ella desde sabría Arceus cuanto.

    Le nublaba el juicio. Y la rebelde, tosca e irascible Mimi Honda se convertía en un gatito sumiso, jadeante, buscando cariño de forma desesperada.

    No podía detener ni la frecuencia ni intensidad de sus propios pensamientos. Variaban en función de las sensaciones que experimentaba, de lo que su cuerpo ansiaba y pedía. Era una vorágine de placer incesante.

    ¿Quién iba a conocerla mejor que ella misma?

    Ah sí.

    Emily.

    Emi.

    Em.

    ¡Em!

    El ritmo de su respiración y el volumen de su voz escaló exponencialmente. A medida que la sensación crecía en su interior, aumentaba, a punto de estallar en cualquier momento. Apretó más su mano contra su boca obligándose a silenciar, a callar su voz; esa que casi le rasgaba la garganta.

    Emi. Emily. Em. Em. Em.

    Lo convirtió en su mantra.


    Quería gritar. Deseaba poder gritar su nombre. Pero no podía. Porque ninguna voz le respondería y cuando el éxtasis hubiese pasado y su cuerpo satisfecho y exhausto regresase a la realidad, a las aguas calmas, se arrepentiría por todo. Y se reprocharía haber sido tan estúpida.

    Su cuerpo se arqueó tensándose de forma brusca. El agua se agitó con fiereza durante unos segundos...

    ...

    Y todo quedó en nada.
     
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