Hakuouki Shinsengumi Kitan No vine por eso

Título: No vine por eso
Autora: Miburo
Fandom: Hakuouki
Nota: Basado en el episodio extra de Hakuouki Hekketsuroku
Dedicatoria: Tarsis, darling, espero te guste!

No vine por eso

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Sintió el sonido de pasos que se acercaban, supuso que se les había olvidado algo. Sonrió divertido ante aquel hecho, sabía que a veces Chizuru podía ser un poco despistada, aunque no se lo hubiera esperado de Hijikata, al ser tan firme y calculador.

Aún así, esa suposición desapareció de su mente al ver la sombra de la persona que se encontraba del otro lado de la puerta corredisa, su semblante ahora era serio y sus ojos trataban de descifrar aquella peculiar silueta sin pestañear.

Unos segundos antes de abrir, colocó su mano derecha en su espada que descansaba en su cintura, sólo por si se presentaba la oportunidad, o necesidad, de usarla.

Pero todas sus dudas se desvanecieron al encontrarse con aquella persona que no esperaba volver a ver.

—¿Hajime-kun? —pronunció sorprendido. El recién nombrado permanecía con su típica mirada seria, con su uniforme occidental impecable.

—Ha pasado un tiempo, Souji —dijo con su grave voz en forma de saludo.

El semblante de Souji se relajó y una sonrisa volvió a aparecer en su rostro.

—¡Qué modales los míos! Pasa, Hajime-kun, si hubieras venido un rato antes, hubieras cenado con Hijkata-san y Chizuru-chan—rió divertido dejándole espacio a su amigo para que pudiera entrar.

—No puedo quedarme mucho, Souji —contestó sin mover un ápice—Nos iremos de Edo muy pronto.

No le sorprendió en lo más mínimo ese comentario, si algo sabía con exactitud de su compañero era que seguía todo al pie de la letra, y más aún en momentos tan críticos como en los que estaban viviendo.

—No te ves bien.

—¿Tanto se nota? —rió.

Otra cosa que sabía de su camarada Shindengumi es su poco tacto al decir las cosas. Pero no podía culparlo, su enfermedad iba en avance y no había forma de ocultar algo tan evidente.

Y como de una invocación se tratase, una molestia en su garganta comenzó a amenazarlo. Al principio bastaba con aclararse la garganta para apaciguar momentáneamente esa irritación, pero no podía controlarla demasiado. Saito se dió cuenta de eso.

—Descansa, Souji. Estás débil.

—¿Has venido sólo para decirme eso? —se estaba volviendo un fastidio ser tratado como un inútil—No necesito tu lástima, Hajime-kun.

—No vine aquí por eso. Kondo-san nos necesita, debes recupararte. La guerra estallará en cualquier momento.

Y sin decir más, el de cabellos violetas dio media vuelta dispuesto a marcharse. Pero la voz de su compañero lo detuvo.

—Hajime-kun... No mates a todos los enemigos tú solo, déjame algunos para mí, ¿está bien?

Saito dibujó una pequeña sonrisa.

—Hai.

Ese era el Souji que conocía y el que quería recordar.