Explícito NO TE SOPORTO

Tema en 'Relatos' iniciado por Liv Moore, 10 Julio 2024.

  1.  
    Liv Moore

    Liv Moore -- PLUS ULTRA --

    Cáncer
    Miembro desde:
    11 Octubre 2018
    Mensajes:
    47
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    NO TE SOPORTO
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    5185
    Es ilógico cómo es que llegué a sentir esto por alguien que en un principio no soportaba. Se trataba de un chico presumido y arrogante que frecuentaba mucho en mi hogar para fraternizar con mi familia, era una molestia y todo el tiempo se dedicaba a fastidiarme cada vez que lo veía. En realidad, su familia es quien frecuentaba ya que ambas familias llevaban mucho tiempo en gran amistad, y debo decir que es en parte una costumbre social que dos familias de alto prestigio tengan una buena relación o en el contrario pueden haber disputas entre dos familias para competir cuál es la más rica y empoderada. En este caso no era así.


    Nací como la segunda hija de la familia Wattson, una de las más importantes en Inglaterra ya que por muchos años han sido dueños de una marca internacional de pastelería. Es tradición familiar tener un don para la cocina, ya sea que se convierten en chefs de un restaurante de gran reputación o sean especialistas en una categoría dentro de la gastronomía, ya sea los mariscos, las carnes, las pastas, la repostería, entre otras.


    Nos va tan bien en este negocio que ha durado por algunas generaciones y eso nos ha dado el reconocimiento del país y parte del mundo. Crecí en una casa que en realidad parecía un castillo, al menos cuando era niña me sentía una princesa, siendo atendida por los mayordomos y mucamas que servían a mi familia. Ya cuando iba creciendo entendía que no vivíamos en un castillo, sino en una mansión.


    Tengo un hermano mayor por tres años, James Wattson, el cual siempre ha sido muy bueno y me inspira a ser algún día una excelente cocinera, está a cargo de uno de los restaurantes de la familia, ya es el orgullo de mis Padres. Yo todavía no he encontrado mi especialidad. Me gustan tanto los pasteles como los desayunos; siempre he pensado que el primer alimento del día es tan importante y puede llegar a ser tan significativo, que después de haber podido despertar en un nuevo día podamos disfrutar de un delicioso desayuno, el que nos da la energía y el ánimo para enfrentar el resto del día. Algo dentro de mí me dice que es posible que mi camino sea este, tener mi propia cafetería en la cual yo pueda preparar deliciosos desayunos y que a la vez cocine los más ricos postres y pasteles, acompañado de un buen café o té caliente.


    En lo que planeo bien mi proyecto de vida a futuro, me dedico a terminar con mis estudios en el colegio, y cuando no estoy estudiando, estoy soportando… a aquel chico.


    Desde que era niña lo conocí y no fue un encuentro muy agradable. Aunque sus padres eran muy amables él era muy fastidioso. Es el primogénito de la familia Matthews, otra familia importante en el país que a diferencia de nosotros ellos se han ganado su prestigio por su gran industria exitosa de café, que ha alcanzado incluso a llegar a ser una marca a nivel mundial. El café es una bebida que siempre está presente en la vida de las personas y puede consumirse a cualquier hora, pero especialmente en el día o en la noche.


    Es debido a este éxito que su hijo Lucian Rayan Matthew se sienta tan orgulloso que no se detiene para presumir, especialmente me ha encontrado a mí como su mejor objetivo para burlarse y decirme cosas, como que jamás llegaría a ser más exitosa que él, que solo era una niñita boba sin futuro, realmente insoportable. Es de la misma edad que mi hermano James, es más alto que yo y tiene el cabello rubio, alaciado, un tanto largo como para alcanzar a hacerse una coleta.


    Fui desde entonces su principal víctima en todas sus bromas pesadas y burlas, hasta hoy que ya tengo veintitrés años y él en estos momentos ya tiene un puesto importante en la empresa de su familia.


    Hoy tenemos una cena con los Matthew y yo ya estoy esperando que solo esté allí presente y aproveche la ocasión de fastidiarme. Sabiendo eso no tenía muchas ganas de estar presente, pero mi Madre no me permitió ausentarme.


    -Ni pienses que podrás faltar a esta cena con nuestros amigos, los Matthew, es importante esta convivencia, tenemos tiempo sin vernos con Robert y Elisa, apenas él volvió de su viaje y al fin tenemos la oportunidad de reunirnos-.


    -Es bueno que ellos sean tus grandes amigos, pero aunque ellos me agradan no pienso lo mismo de su hijo, solo estará ahí para fastidiarme como lo ha hecho siempre-.


    -Vamos no seas tan negativa Dawn, Lucian es un buen chico a pesar de su humor pesado, no debes juzgarlo solo por eso-.


    Mi madre terminaba de hacerme una trenza de lado para después ajustarlo en el centro de mi cabello y ponerle un moño de decoración sobre el mechón que sobraba de la trenza, el resto de mi cabello lo dejó suelto.


    -Listo querida, quedaste divina. ¿Y sabes? Tal vez tu no lo veas como yo, pero Lucian solo es así contigo, a la única que molesta es a ti, ¿no se te ocurre pensar por qué?-.


    -Porque piensa que soy una fracasada que nunca llegará a ser más importante que él-


    Mi madre negó con una sonrisa.


    -Seguramente lo sabes muy bien, pero te haces la que no sabe cariño-


    Dijo después de darme un beso en la cabeza.


    -No me hago madre, realmente no sé a qué te refieres-


    Aunque yo dijera eso por alguna razón mi corazón se aceleraba un poco, desvié la mirada sin comprender mi reacción. Sentí el calor en mi rostro. Ella me ha hablado antes de que notaba una buena química entre Lucian y yo. Ignoraba por completo esa idea de mi madre, solo de pensarlo enloquecía.


    -Bueno, muy pronto te darás cuenta, en unos minutos te espero en el gran salón, si no apareces yo misma te traeré de la oreja, ¿entendiste?-.


    -Si, entendido-.


    Respondí resignada luego de que mi madre salió de mi habitación. En el fondo, sé a qué se refiere mi madre. Cuando tenía catorce años, Lucian se fue a París por un tiempo para estudiar su carrera universitaria. Es donde tenían la especialidad que él deseaba aprender. No lo vimos hasta que yo cumplí los diecinueve años, cuando recién había regresado de su largo viaje después de conseguir el título profesional, y cuando finalmente nos volvimos a ver, sentí una corriente que me estremeció de pies a cabeza.

    Lucian había ganado más estatura, su cabello seguía tan lacio pero también había crecido, tanto que su coleta ya llegaba hasta la mitad de su espalda, sus rasgos masculinos de la cara estaban mucho más definidos y su apariencia era de alguien ya más adulto.


    Había cambiado mucho, y aunque aún seguía molestándome noté algo distinto en él, como que su expresión burlona hacia mí se había suavizado y también el tono con el que ahora se dirigía a mí. Ya no era el mismo chico pesado o que era demasiado obstinado para sus bromas. Este Lucian era mucho más ablandado y ahora cada vez que estaba cerca de él me desconocía a mí misma totalmente. Ahora en vez de solo estar allí fastidiada por su presencia, ahora simplemente huyo. Huyo de esos raros sentimientos que me invaden cada vez que lo veo, desde que volvió.


    Suspiré con desgano al tener que presentarme a esa cena, sabiendo que probablemente volvería a comportarme extraño estando cerca de él. Desgraciadamente cuando ya estaba en camino hacia el gran salón, en ese momento me lo topé, justamente a este chico que no quería ver, me lo encontré en el pasillo.


    Inmediatamente mis sentidos se alteraron y mis latidos se aceleraron drásticamente.


    -Ah, con que aquí estás, me preguntaba por qué demorabas tanto, siempre eres tan lenta en todo-.


    Sentí como empezaba a sonrojarme por lo que inmediatamente le di la espalda.


    -Y-ya iba en camino, en realidad no soportaba la idea de tener que estar allí, solo para ser una vez más la fuente de tus bromas-.


    Traté de hacer ese tono severo que siempre usaba con él. Lo extraño de todo es que antes solía regresar otro argumento que yo le dijera para expresarme que tampoco me soportaba, hasta esa manera de responderme ha cambiado, en lugar de terminar peleando y discutiendo, ahora sus respuestas me dejan sin saber cómo reaccionar.


    -¿Aún crees que solo me burlo de ti? ¿Es que eres tonta?-.


    Me sonrojé mucho más, tanto que sentí que mi cara ardía, no sé si era de enojo, de vergüenza o qué era esto que sentía, pero definitivamente estaba alterada, detecté un ligero temblor en mis manos y en mis piernas, pero traté de resistirme totalmente e ignorar mis emociones.


    -Es lo único que has hecho desde que nos conocemos, no dejas de fastidiarme y de humillarme, eres insoportable-.


    -¡¿Qué?!-.


    No podía ver qué expresiones hacía pero por esa reacción supe que se había molestado, aquí venía el mismo “estira y afloja" de siempre.


    -¿Tienes que venir hasta acá para asegurarte de que no te falte tu muñeca de trapo en tu show de bufón? Realmente eres detestable-.


    -¡Oye! ¡¿Por qué me hablas así?!-.


    De repente me obligó a girarme hacia él sujetando mi hombro, y de repente lo vi tan cerca de mí que me paralice, definitivamente estaba molesto pero yo me perdí y un montón de cosas pasaban por todo mi ser que comencé a alterarme mucho más, así que mi lado más impulsivo volvió a apoderarse de mí.


    -¡Ya fue suficiente! ¡No voy a estar ni un momento más cerca de ti para que tú puedas burlarte de mí! ¡No te soporto así que déjame en paz y vete!-.


    Quedó perplejo por la manera en que le hablé y yo me sentí como una loca, siempre lograba sacarme de mis casillas y actuar como una tonta. Unas lágrimas de vergüenza se asomaron y como lo hacía ahora cada vez que me encontraba con Lucian, salí huyendo hacia el jardín.


    Definitivamente algo había cambiado después de que regresó de París, antes simplemente peleábamos como dos mocosos que peleaban por todo, lográbamos tolerarnos y volver esa convivencia como algo normal, como cuando yo peleaba con mi hermano. Nunca sentía necesidad de alejarme de él como si lo detestara, nunca me irritaba tanto como ahora. Ahora no lograba mantenerme ni un momento cerca, porque termino huyendo, es tanta la tensión que no sé qué pensar, no sé cómo reaccionar apropiadamente y solo me siento ridícula.


    A esta hora toda la servidumbre en el jardín ya había terminado su jornada laboral, los únicos que quedaban al servicio eran el mayordomo y las sirvientas. Ya era tarde y todo estaba oscuro, la linda iluminación del jardín y de los postes de luz, era lo que alumbraba alrededor, sumando a la luna y las estrellas. Corrí hasta adentrarme un poco en el jardín, debo decir que era realmente inmenso, más adelante de este jardín tan amplio y común podía adentrarme a otro jardín de laberinto. Cuando llegas al centro se encuentra una pequeña choza de madera que usan los jardineros para descansar y junto a esta está una fuente de agua hecha de mármol.


    Fácilmente podía esconderme y podría evitar que alguien me encontrara hasta que Lucian y sus padres se fueran, estaba pensándolo pero a la vez mi mente estaba hecha un lío. Me encogí en mi misma quedando en cuclillas y revoloteé mi cabello como desquiciada. Todo mi cuerpo no paraba de temblar, no comprendía nada de lo que sucedía conmigo, ¿por qué no logro controlarme?, no soy dueña de mi misma. Lloré desesperada, sentía una presión en mi pecho y lo único que mi mente proyectaba era lo cerca que estuve hace un momento de Lucian, ni siquiera soy capaz de respirar bien, él me asfixia, me provoca muchas cosas que no entiendo.


    -¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué actúo como tonta?-.


    Pensaba que después de comportarme de esa manera él habría regresado a la reunión y estaría ahora burlándose de mí frente a mí familia y sus padres, comentará con ellos de lo mal que me vi y sus padres pensarán que soy una malcriada, que mis padres no me han educado bien. Mientras me llenaba la cabeza de estos pensamientos absurdos, la voz de aquel chico me hizo volver en mí. Estaba hecha un desastre, no era el mejor momento, me veo muy fea con tanto calor en mi cara y las lágrimas que ya se sacaron y escurrieron mi maquillaje.


    -¡Oye Dawn!-se acercó a mí y caminaba en sacadas grandes hasta detenerse justo detrás a unos cuantos pasos, aún estaba en cuclillas abrazando mis piernas- ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué me rechazas de esta manera?-.


    Me puse de pie dándole la espalda aún mientras intentaba quitar el maquillaje estropeado de mi cara.


    -¿Qué no te dije que te fueras? No estoy de humor para aguantarte, ¡no quiero verte, así que vete de una vez!-tan terca y tan testaruda, es lo único que me salía bien.


    -¡Deja de tratarme como si me odiaras! ¡No lo soporto!-de nuevo me obligó a verlo de frente y fue lo peor, ya no pude ocultarle lo ridícula que me veía. Quedé perdida cuando nuestros ojos hicieron contacto, lo miré como si anhelara todo, como si fuera lo más deslumbrante que la misma luna, no pude ocultar esa vergonzosa expresión. Mi pecho se comprimía tanto que me costaba respirar, sentía que iba a perder la cordura, ¿qué es ese todo que anhelaba en lo más profundo de mí? Él no dijo nada, me leyó en silencio con la mirada, algo lo tenía muy intrigado, tanto que lo único que pudo decir fue mi nombre- ¿Dawn? -.


    Después de decir mi nombre no dijo nada, algo pasaba por su cabeza mientras me analizaba, entonces algo fue definitivo en su mirada y lo siguiente que hizo nunca lo vi venir. De repente el espacio que nos separaba había desaparecido, y ahora estábamos enlazados en un beso inesperado, apasionado. Sus brazos me habían atraído contra él y una de sus manos me atraía de la nuca hacia su rostro para poder besarme con esa pasión que me dejó completamente hipnotizada. Quedé de puntillas ya que era más alto que yo, mis brazos quedaron acunados en su pecho, pero luego los extendí para tocar su pecho y sus hombros anchos, las dos manos hicieron una leve presión en ellos sintiendo la musculatura, a la vez que una de sus manos presionaba mi cintura por la parte baja de la espalda y con la otra seguía obligándome a permanecer cerca de sus labios y así tener los mios a su merced.


    Cuando comenzaba a fatigarme por ese beso, que aunque no parecía para mí que él tiempo pasaba, en realidad ya estábamos durando algunos segundos de esta manera, por lo que solo al sentir la falta del aire fue de la manera en que me di cuenta de lo que estaba pasando, fueron un poco más de diez segundos y en todo ese rato sus labios fuertes e hipnóticos estuvieron contra los míos.


    Quedé aterrada y como pude me aparté de él, alejándome unos pasos, recuperando la distancia y lo miré como si realmente lo odiara por hacer algo así. Ambos jadeábamos y recuerábamos el aliento y empecé a reclamar en cuanto pude tener voz para gritarle.


    -¡¿Quién te has creído para hacer una cosa así?! ¿Eres tonto? ¡Sigues burlándote de mí!-


    Él tampoco asimilaba lo que había sucedido, no se molestó por lo que dije, pero intentó decirme algo.


    -No Dawn espera, yo…-.


    De nuevo mi lado impulsivo y testarudo tomó lugar.


    -¡No quiero escucharte!-.


    Me puse a llorar como histérica y le lancé una cachetada para luego salir huyendo una vez más. Corrí hacia el jardín de laberinto y solo quería perderme en él, esconderme para que no me encontrara, era un duelo conmigo misma que me llenaba de confusión. Algo no quería reconocer, tal vez mi niña interior se resistía a convertirse en una chica que ahora experimentaba las emociones de una adulta hacia un chico adulto.


    Estaba casi convencida de que lo había dejado atrás hasta perderlo en el laberinto. Me adentré profundamente hasta llegar al centro donde estaba la choza junto a la fuente, y justo allí una mano me sujetó del brazo sin ejercer mucha presión, fue lo suficiente para detenerme y darme cuenta que Lucian me había seguido. Reclamó nuevamente el espacio entre nosotros y sus brazos me aprisionaron junto a él.


    -No voy a permitirte que sigas huyendo de mí, veo en ti que tu también sientes lo mismo que yo, que no lo expresas con palabras, pero en el fondo lo sabes perfectamente, ¿por qué eres la única a la que siempre he fastidiado?, ¿por qué no puedo estar ni un momento lejos de ti?-.


    Si, lo sabía, pero admitirlo me costaba, era una cobarde que escapa de la verdad en lugar de afrontarlo, que tiene miedo de cruzar esa línea, me vuelvo loca cada vez que pasa el tiempo y sigo desbordando de estos sentimientos, me volví loca cuando no lo vi por esos cinco largos años, y cuando regresó, no quise admitir lo mucho que lo había echado de menos, no era común en mí apreciar su presencia cuando hemos pasado toda la vida peleando y diciéndonos el uno al otro que no nos soportabamos.


    -No, no lo sé-.


    Dije con voz temblorosa.


    -¡No lo sé suéltame!-


    Forcejeé un poco para liberarme pero no pude, ahora se aferraba a mí con fuerza sin permitirme escapar esta vez.


    -Si lo sabes-.


    Volvió a capturar mis labios con los suyos, se las apañó para no dejarme ir aunque yo le daba pequeños manotazos en su pecho, inmediatamente me frenaba para lograr que me rindiera. Como pudo me condujo hacia el interior de la choza sin dejar de devorar mi boca como si ahora ese fuera su aperitivo favorito del menú. Cerró la puerta de la choza y fue trabada con la tabla que usaban para asegurarla. No se detuvo en besarme y ahora sus manos anheladas por definirme, tocaron cada centímetro de mi cuerpo. Justo cuando sentí que tocaban furtivamente mis glúteos fue cuando me separé del beso.


    -¿Qué haces? Basta-.


    Estaba volviéndome loca con esa forma de tocarme, me hacía estremecerme, a la vez me resistía pero en parte no quería que parara, por primera vez en mi cabeza reconocí que este momento lo había esperado hace mucho tiempo.


    -Ya no puedo detenerme, ya no puedo soportarte más lejos de mí, quiero tenerte solo para mí-.


    Me emocionaba lo que me decía, pero también me asustaba. Aproveché solo ese momento en que había aflojado sus brazos a mi alrededor para intentar por última vez una escapada, sin éxito.


    -Estás loco, tú no toleras nada de mí-.


    Solté esa tontería cuando intenté en vano escapar, fácilmente ya me había aprisionado de nuevo en sus brazos y la puerta de escape se convirtió en parte de esta jaula que utilizó para detenerme definitivamente cerca de él.


    Ya no tuve fuerzas de resistirme, esta cercanía, ya no quise escapar, ahora me sentía tan a gusto que ya no quise alejarme de nuevo. Ahora solo sentía vergüenza porque no dejaba de temblar al tenerlo tan cerca, tenía miedo de caer.


    -Lo que no tolero más es que sigas rechazándome y creyendo que no te tolero cuando en realidad lo que más he deseado desde hace tiempo es que seas solamente mía. Que solamente existas para mí, pero me sentía mal con pensar de esta manera tan egoísta-.


    Mis lágrimas no paraban de salir, sobre todo al escucharlo hablar cerca de mí oído.


    -Pero últimamente solo te alejas y me dices que no quieres verme, eso ha acabado con mi paciencia. No te soporto cuando te alejas de mi, cuando dices que no quieres verme, porque al contrario de ti, yo muero por estar contigo, muero por tenerte a mi lado siempre y no sabes lo que sufrí cuando tuve que irme a París, cada chica que yo veía, me desesperaba de que ninguna fueras tú-.


    Sus manos sujetaban mis muñecas como esposas, mis brazos ahora se acunaban en mi pecho, y podía sentir que él temblaba como yo. Apartó mi cabello y unas corrientes recorrieron todo mi cuerpo de cabeza a los pies, de golpe estaba muy agitada, esto provenía de unos besos en mi cuello, que recorrían hasta la parte donde empezaba la columna, me estremecía como cuando hacía un frío de esos que son tan fuertes que terminas tiritando, tanto que no puedes ocultar el frío que sientes y lo expresas hasta con la voz.


    Sus manos volvieron a recorrerme por todo el cuerpo, el vestido que llevaba era de tela delgada y fácilmente podía sentir la yema de sus dedos tocándome.


    -Para… -.


    Le dije a penas con un murmullo y la voz temblorosa. A este paso ya no podría controlarme.


    -Desde que éramos niños me enamoré de ti, me gustabas a mi manera inmadura, pero conforme crecía y te conocía cada vez más, reconocí que mis sentimientos por ti eran mucho más que eso-.


    Mientras hablaba sentí que sus manos se metieron por debajo de la falda de mi vestido y tocó la piel de mis muslos y las caderas, cada vez era incapaz de callar esos suspiros vergonzosos que salían de mi boca involuntariamente. Me avergonzaba, pero también deseaba que continuara, que no se detuviera, solo estas manos son las que yo permitiría que me tocaran.


    -Ya no sirve de nada seguir ocultándolo, estoy harto de fingir, estoy harto de contenerme cuando estoy como un loco perdidamente enamorado, no te preocupes por nada, solo déjate llevar, las hadas de este jardín no permitirán que alguien arruine el momento que sé que los dos deseamos-.


    Cuando susurró aquello en mi oído, no puse más resistencia, automáticamente olvidé todo lo demás, aquí lejos de todo, solamente él y yo, era lo único que para mí existía.


    Ahora me besó mi cuello apasionadamente, las manos que acariciaban la piel de mis muslos salieron para bajar el cierre de mi vestido y sus labios bajaron a mi espalda desnuda, ya no me importó que me escuchara gemir con placer, fue inevitable cuando bajó el vestido descubriendo la parte superior de mi cuerpo, para su sorpresa no llevaba brasier y enseguida pudo explorar mis senos descubiertos con sus manos. Su boca encontró la mía y me besó con intensidad y yo le correspondí.


    Me hizo apoyar las manos contra la puerta y se regresó a besar mis hombros y la espalda, sus manos iban de mis senos a mi abdomen y luego a la cintura empujando suavemente el vestido que terminó por deslizarse dejándome solo en la prenda interior, apartó el vestido que nos estorbaba y rápidamente él también comenzó a desvestirse. Abrió su camisa dejándome ver la piel de su torso y su cuerpo tonificado. En mí ya no había vergüenza a estas alturas, quise ayudarlo a desvestirse y me giré hacia él para quitarle la camisa blanca que llevaba dejándolo desnudo del torso, después seguí ahora desabrochando el pantalón blanco y formal, primero retirando el cinturón y luego deshaciendo el botón para bajar el cierre. Ya no tenía noción de lo que hacía, simplemente actuaba.


    Volvió a girarme hacia la puerta bloqueada y ahora la piel de su cuerpo hizo contacto con la mía, fue muy placentero. Volvió a besarme como antes, mi cuello y mi espalda parecían ser su zona favorita del momento, tal vez porque allí se daba cuenta que me volvía loca por completo. Rápidamente se deshizo del pantalón y lo apartó lejos. Tocó una vez más mis senos con sus manos, y luego de un rato las deslizó hasta pasar por la cintura y llegar a las piernas. Sutilmente me hizo separarlas un poco más para tener el acceso directo e introducir su mano a la ropa interior y tocar la zona más sensible de mi cuerpo. Eso me enloqueció mucho más, primero acarició los labios externos para luego sentir sus dedos introducirse y acariciar los labios interiores, conociendo toda la zona íntima.


    Empecé a chillar y retorcerme por aquellas corrientes que se volvieron más intensas. Se hartó de la prenda que le estorbaba y la retiró en ese instante quedando mi cuerpo completamente desnudo, completamente vulnerable ante él. Sus dedos exploraron con más libertad en esa cavidad íntima, no dejaba de retorcerme, a la vez seguía apretando mis senos, la mente se me nublada y no podía hacer más que ser presa del éxtasis.


    Volvió a besarme pero esta vez no duró mucho tiempo, de pronto parecía desesperado.


    -No resisto más, quiero hacerte completamente mía-.


    No había notado hasta en ese momento que sentía algo duro atrás entre mis piernas, los dos ya estábamos desnudos completamente y lo que él anunciaba, es que solo faltaba una cosa más para que ese momento fuera totalmente nuestro. Si, definitivamente estaba segura de querer romper todos esos límites que me distanciaban de él. Solo nos miramos unos segundos, sin decir nada, comunicándolo todo con el corazón, percibiendo nuestros latidos coordinados, el agradable calor que compartíamos y esta intimidad tan nuestra. ¿Para qué seguir buscando alguna duda? Todo estaba bastante claro ahora, yo también me enamoré perdidamente de este hombre, derribó todas las barreras que ponía entre ambos y ya no había nada con lo que pudiera excusarme ahora.


    Así que nuestros labios se enlazaron ahora de una manera más posesiva, su lengua llegó hasta tocar la mía y ese beso me encendió hasta el límite, sus dedos frotaron el pequeño botón que elevaba mi éxtasis hasta el universo y aquel miembro viril se extendió hasta hacer contacto con mi entrepierna, en lo que se daba paso hacia la cavidad no paró de mantener el nivel máximo del placer, hasta que sentí una fuerte punzada que me hizo quejarme un poco de dolor, aunque igual seguía sintiendo placer. No se detuvo aunque sabía que experimentaba dolor, sabía que estaba con la persona indicada, estaba siendo muy considerado con mi virginidad, me trató con dulzura y me tocó como lo más valioso mientras reclamaba su lugar como el primer hombre con el que he experimentado este acto de amor. Solo bastó con un empujón para rasgar esa tela y hacerme suya finalmente.


    Me besó con pasión y recorrió todo mi cuerpo con sus manos, mientras se comenzaba a mover en mi interior, las embestidas rítmicas poco a poco hicieron que se me pasara el dolor y el placer dominó todo nuestro ser. Nos perdimos los dos en este acto apasionado, sin tener previsto que esto pasaría. Varias veces creí que caería al hacer el amor de pie, él embistiéndome posicionado detrás de mí y yo aferrándome lo mejor que podía de la puerta de madera para no caer, pero todo transcurrió sin problemas. Él me cuidó y logró hacer que este momento fuera perfecto e inolvidable.


    Después se cansó de mantenerse en esa posición, sin llegar al clímax aún, me cargó para llevarme fuera de la choza y yo comencé a protestar.


    -¿Qué haces? Alguien nos verá-.


    -¿Quién? Aquí no hay nadie. Es perfecto para hacerte el amor en este hermoso jardín de laberinto-.


    -Pueden estar buscándonos, no fuimos ninguno de los dos a la cena-.


    -Deja de preocuparte, ya los estuviéramos escuchado buscándonos hace tiempo, pero hasta ahora nadie ha venido a buscarnos. Son adultos, saben bien por qué estamos ausentes-.


    -¡¿Qué?!-


    Por un momento me aterró pensar que nuestros padres dedujeran que nosotros estaríamos haciendo algo como esto y así conociendo la razón de nuestra ausencia. Lucian se adentró más hacia el laberinto, dejando atrás la parte central y me llevó hasta la parte más recóndita de este jardín, en donde ya no había más camino más que para regresar al centro o hasta la entrada, a nuestros lados estaban los muros de arbustos que eran tan altos que nadie nos encontraría tan fácilmente, el suelo también estaba tapizado de césped y lo único distinto era el cielo estrellado sobre nosotros, era nuestro escondite perfecto, allí dejó que nos acurrucaramos y él quedó sobre mí.


    -No pienses en nada, aquí no hay nadie, solo estamos tú y yo-.


    Mis remordimientos se esfumaron, al verlo tan relajado, esa mirada que sus ojos de avellana claros me transmitían me hacía sentir totalmente segura. Nuevamente me permití perderme en este chico que se había expuesto sólo para mí, que ya me había hecho suya, deseaba que solamente continuará haciéndolo. Realmente era el hombre más bello que jamás vi, su cabello alaciado rubio, su piel blanca y su cuerpo tonificado, se veía como alguien de la realeza. A diferencia de él mi cabello era ondulado y tenía un tono casi rosado, ya que mi madre era pelirroja y mi padre castaño, yo había heredado un tono de color poco común, pero que rara vez se veía en una persona. A Lucian siempre le gustó jalar mi cabello, me decía siempre que era un desastre, pero ahora lo apreciaba, así como apreciaba cada parte de mí.


    -Es aquí donde quiero estar-.


    Fue lo que respondí amorosamente.


    No lo pensó dos veces y me hizo el amor en ese lugar que convertimos en nuestro edén. Esta vez realizamos el acto hasta el final, solo las estrellas fueron testigas de este evento maravilloso. Terminamos exhaustos pero felices de estar juntos, pasamos el resto de la noche acurrucados, sin querer separarnos ni un instante, apreciándonos con la piel al aire y besándonos repetidas veces.


    No nos dimos cuenta de cuando nos quedamos dormidos, al abrir los ojos nos dimos cuenta que ya estaba amaneciendo y nos apresuramos a recuperar nuestra vestimenta y reaparecer ante la familia. Estaban algo preocupados por nosotros al no saber nada en toda la noche, pero cuando nos vieron tan cómplices y sin saber que decir, no nos interrogaron más y sólo nos condicionaron de que a la otra solamente tuviéramos más cuidado. Lucian volvió a su casa, aunque sin querer alejarse de mí, pero prometió volver pronto.


    Fue demasiado pronto ya que por la tarde recibí una carta de Lucian, en la que me citaba en un restaurante por la noche. Estaba muy emocionada por asistir a esa cita, mis padres y mi hermano estaban sorprendidos de verme ansiosa por encontrarme con Lucian, cuando antes trataba de evitarlo, ahora lo hacía sin protestar. Debo decir que fue la segunda noche más maravillosa de mi vida, ya que en esa cena Lucian me propuso matrimonio y de irme a vivir con él en la casa que ya había conseguido para independizarse.


    Sin ninguna duda, acepté en comenzar esta nueva etapa de mi vida junto a él.

     

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